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El fantasma del Blog
Souleymane Cissé, el primer cineasta africano negro en recibir un galardón del Festival de Cannes


El director conocido por filmes como ‘Den Muso’ y ‘Yeelen’ deja un legado imborrable en la historia del cine africano y mundial, marcado por su valentía para abordar temas sociales y políticos




Mane Cisneros
21 FEB 2025 - 05:30 CET



El miércoles 19 de febrero el mundo del cine perdió a una de sus figuras más emblemáticas: Souleymane Cissé, cineasta malíense y pionero del cine africano, falleció a los 84 años en Bamako, Malí. Su muerte ocurrió pocos días antes de que presidiera el jurado de largometrajes en la 29ª edición del Festival Panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú (FESPACO), que se inaugurará este fin de semana en la capital de Burkina Faso.



Nacido el 21 de abril de 1940 en Bamako, entonces parte del Sudán Francés, Cissé creció en una familia musulmana. Su pasión por el cine se manifestó desde temprana edad. Tras completar sus estudios secundarios en Dakar, Senegal, regresó a Malí en 1960, coincidiendo con la independencia del país. Su interés por el séptimo arte lo llevó a obtener una beca para estudiar en el Instituto Gerasimov de Cinematografía en Moscú, donde se formó en cine y televisión.



A su regreso a Malí en 1970, Cissé se incorporó al Ministerio de Información como camarógrafo, produciendo documentales y cortometrajes. En 1973, dirigió su primer mediometraje, Cinq jours d’une vie (“Cinco días de una vida”), que narra la historia de un joven que abandona una escuela coránica y se convierte en un pequeño delincuente callejero. Esta obra se presentó en el Festival de Cine de Cartago, marcando el inicio de una carrera cinematográfica comprometida y audaz.



En 1975, Cissé dirigió su primer largometraje en lengua bambara, Den muso (“La niña”), que cuenta la historia de una joven muda que es violada y posteriormente rechazada por su familia y el padre del niño que espera. La película fue prohibida por el Ministerio de Cultura de Malí, y Cissé fue arrestado y encarcelado bajo la acusación de aceptar financiamiento francés, aunque nunca se le proporcionó una razón clara para su detención. Durante su tiempo en prisión, escribió el guion de su siguiente película, Baara (“El trabajo”), que se estrenaría en 1978 y ganaría el prestigioso premio Étalon de Yennenga en el FESPACO de ese año.



La filmografía de Cissé continuó con Finye (“El viento”) en 1982, una obra que retrata la insatisfacción de la juventud malíense y su rebelión contra el sistema establecido. Esta película le valió su segundo Étalon de Yennenga en el FESPACO de 1983. Sin embargo, fue en 1987 cuando alcanzó reconocimiento internacional con Yeelen (“La luz”), una película inspirada en las leyendas bambara que explora la relación entre un joven y su padre en el contexto de la tradición y la magia africanas. Yeelen ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 1987, convirtiendo a Cissé en el primer cineasta africano negro en recibir un galardón en dicho festival.




A lo largo de su carrera, Cissé se destacó por su compromiso con la representación auténtica de las historias africanas, alejándose de las percepciones externas y etnográficas. En una entrevista para Cahiers du Cinéma, expresó que Yeelen fue “en parte hecha en oposición a las películas etnográficas europeas” y que buscaba responder a “una percepción externa, una percepción de técnicos y académicos blancos, una percepción ajena”.



Además de su labor como director y guionista, Cissé fue presidente de la Unión de Creadores y Empresarios de Cine y Artes Audiovisuales de África Occidental (UCECAO), desempeñando un papel crucial en el desarrollo y promoción del cine africano. En 2023, recibió el prestigioso premio Carrosse d’Or en el Festival de Cannes, en reconocimiento a su valentía e influencia en el mundo cinematográfico.



La noticia de su fallecimiento ha generado numerosas muestras de pesar en todo el continente africano y en la comunidad cinematográfica internacional. Moussa Faki Mahamat, presidente de la Comisión de la Unión Africana, expresó en su cuenta de la red social X que “el continente ha perdido a uno de sus visionarios más poderosos de nuestro patrimonio cultural cinematográfico. Su obra maestra de 1987, Yeelen, ayudó a reconfigurar el cine mundial”.



Su hija, Mariam Cissé, manifestó la conmoción de la familia ante la pérdida: “Papá murió hoy en Bamako. Estamos todos en shock. Dedicó toda su vida a su país, al cine y al arte”.



Souleymane Cissé deja un legado imborrable en la historia del cine africano y mundial. Su valentía para abordar temas sociales y políticos, su dedicación a la autenticidad cultural y su maestría narrativa continúan inspirando a cineastas y amantes del cine en todo el mundo. Su partida representa una pérdida profunda, pero su obra perdurará como testimonio de su genio creativo y su compromiso con la humanidad.



El Festival de Cine Africano de Tarifa FCAT rendirá un especial homenaje en su próxima edición a este grande de los cines del continente vecino cuyas obras nunca faltaron en nuestra programación.



Mane Cisneros, directora del Festival de Cine de Tarifa (FCAT).
El fantasma del Blog
El ejército francés pierde otra plaza africana



Costa de Marfil ha tomado de forma oficial la última base militar que le quedaba a París en este país






La Razón
LUCÍA GUTIÉRREZ
Creada: 20.02.2025 16:36
Última actualización: 20.02.2025 16:37



La ex colonia francesa de Costa de Marfil ha vivido este jueves un momento de gran simbolismo. Las autoridades del país africano han tomado de forma oficial la última base militar francesa que quedaba en el país africano, en un contexto marcado por la retirada de la mayoría de las tropas galas que estaban presentes en diferentes países de África occidental en los últimos años.


Con el izamiento de la bandera verde, blanca y naranja marfileña, Francia cedió en una solemne ceremonia el control de la base militar de Port-Bouët, cerca de Abiyán, capital económica del país africano, que ocupaba desde 1978 el 43º del Batallón francés de Infantería de Marina (BIMA), informa Efe.


"Este acto marca una nueva etapa en las relaciones de amistad y cooperación estratégica entre nuestras dos naciones", declaró el ministro de Defensa marfileño, Téné Birahima Ouattara.


Por su lado, el ministro francés de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, afirmó que "Francia no desaparece, Francia transforma su presencia", al definir este momento como "histórico".


La retirada de los soldados se desarrollará de manera progresiva durante este año 2025, si bien alrededor de ochenta efectivos franceses permanecerán en la base para tareas de formación y acompañamiento.


El presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, anunció el pasado mes de enero la "retirada concertada y organizada de las tropas francesas" de su país.


Más allá de Costa de Marfil, posiblemente el caso más preocupante es el de Senegal, que anunció también la expulsión de las tropas francesas.


El otro punto de relevancia estrategia es el eje que conforman Mali, Burkina Faso y Níger, junto a media docena de países vecinos, es conocido como "patio trasero de la OTAN" o "flanco sur de la OTAN", ya que allí se libran algunas de las "batallas" que tienen influencia en la vida cotidiana de los europeos. Una de ellas es la del control del terrorismo yihadista.


En ellos, París está también en una retirada silenciosa pero escalonada que va en paralelo al incremento de la influencia de Moscú.
El fantasma del Blog
Albert K. Barume: “Los niños indígenas en algunas partes del mundo se avergüenzan de comer su propia comida. Esto tiene que cambiar”



El nuevo relator especial sobre los derechos de los pueblos originarios subraya la importancia de proporcionarles recursos y financiación directa, sin pasar por intermediarios





Lorena Pacho
Roma
22 FEB 2025 - 05:30 CET



Albert K. Barume (Bukavu, República Democrática del Congo, 58 años) acaba de estrenarse en el cargo de relator especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas y es el primer africano que lo desempeña. Experto en derechos humanos y derechos de los pueblos indígenas a nivel nacional, regional e internacional, participó en el proceso que condujo a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas de 2007.



Defiende el derecho de los indígenas a controlar su propio sistema productivo y alimentario y advierte de “la gran tarea” que la humanidad tiene por delante para cambiar la percepción negativa que se tiene sobre los pueblos originarios y acabar con los clichés. Atiende a este diario al margen del Foro de los Pueblos Indígenas y el 48º período de sesiones del Consejo de Gobernadores del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de la ONU (FIDA) que se han celebrado a mediados de febrero en Roma. En las reuniones han participado líderes indígenas del Sur Global que han reivindicado su derecho a la libre determinación como pieza clave en su camino hacia la seguridad y la soberanía alimentarias en un contexto de crisis climática y turbulencias geopolíticas.



Pregunta. ¿Por qué es importante el derecho a la libre determinación para los pueblos indígenas?




Respuesta. El derecho a la autodeterminación es fundamental para los pueblos indígenas, porque permite que las personas tomen decisiones significativas sobre lo que quieren ser. Es este derecho el que crea la identidad. Suena teórico, pero es realmente central. El derecho a la libre determinación para los pueblos indígenas es lo mismo que la vida para los seres humanos. De este derecho se derivan muchos otros derechos, entre ellos, el derecho a la alimentación y a la soberanía alimentaria.



P. ¿Qué significa eso en la práctica?




R. Esto significa que los pueblos indígenas deben tener el control de su propia producción y prácticas alimentarias, decidir qué alimentos quieren seguir comiendo en lugar de simplemente verse obligados a comer otros, incluso como forma de transmitir su cultura, conocimientos, valores, creencias y sentido de pertenencia. Yo diría que no habría una cultura indígena sin incluir la comida tradicional y el sistema alimentario y el conocimiento relacionado con estas dos cosas. Está muy claro que los pueblos indígenas no pueden ser lo que quieren ser, si no pueden definir y decidir sobre su propio sistema alimentario.



El derecho a la libre determinación para los pueblos indígenas es lo mismo que la vida para los seres humanos



P. ¿Qué significa la comida para los pueblos indígenas?




R. La comida va más allá de ser algo con lo que llenamos nuestro estómago. Es también una encarnación de nuestra historia, de la forma en la que vivimos, de nuestras creencias, es un elemento de mucho peso en nuestra cultura e identidad. Las personas desarrollamos un sentido de pertenencia en torno a la comida porque unifica a una nación. La hora de comer para muchas personas es un momento para transmitir valores y la historia. La cultura indígena no puede sobrevivir o ni siquiera existiría sin ese componente importante, que es la comida.



P. ¿Cuáles son las tareas pendientes de la comunidad internacional con los pueblos indígenas?




R. Sigue quedando mucho por hacer. Hay disparidad entre regiones, pero hace falta mucho tiempo para que los derechos se entiendan primero y se implementen después. Los desafíos globales como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están revelando lo importante que es incorporar sus conocimientos tradicionales, que han demostrado ser resilientes y creativos. La humanidad podría aprovechar ese conocimiento tradicional que de alguna manera ha estado inactivo o tal vez ignorado o de alguna manera degradado. Creo que hoy ese es el camino a seguir. Revivir, revitalizar y promover el conocimiento indígena es fundamental.




P. ¿Para eso hace falta un cambio de mentalidad a nivel global?




R. Así es. La comida indígena solía estar degradada, y todavía lo está en ciertos rincones, se considera atrasada, comida incivilizada o que incluso no es buena para el consumo. Los niños indígenas en algunas partes del mundo se avergüenzan incluso de comer su propia comida. Esto tiene que cambiar. El resto de la humanidad tiene ante sí una gran tarea para cambiar la percepción de cómo ven y consideran los territorios indígenas.



P. ¿Por dónde podemos empezar?




R. Es crucial que al tratar de garantizar el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas se revaloricen también sus alimentos y se recupere su orgullo por sus alimentos tradicionales, que fue agredido y destruido por la colonización. Si la humanidad quiere tomar el camino de no dejar a nadie atrás, del disfrute equitativo de los derechos, tiene que pasar por asegurar y otorgar a los pueblos indígenas seguridad y soberanía alimentarias.



Hay que dejar de considerar que los indígenas no saben lo que quieren, que su cultura está en extinción o que están atrasados




P. ¿Defender los derechos de los pueblos indígenas es una cuestión que afecta a todo el mundo?




R. El conocimiento tradicional de los pueblos indígenas es un pilar que puede ayudar a preservar la biodiversidad y esto está aceptado de manera unánime. Está demostrado que las zonas con mayor biodiversidad del mundo son las que están bajo el control de los pueblos indígenas, son gestionadas o están habitadas por ellos. Creo que es un valor añadido, es un conocimiento que la humanidad necesita. Hay países que han comenzado a aprovechar ese conocimiento, pero todavía hay un largo camino por recorrer que también requiere un cambio en la percepción de los indígenas: dejar de considerar que son personas que no saben lo que quieren, que su cultura está en extinción o que están atrasados, etcétera. Y preguntarse cómo los pueblos indígenas podrían contribuir al bienestar de toda la humanidad. Son una parte importante de la humanidad y se encuentran entre las comunidades vulnerables y más discriminadas.



P. A pesar de estar entre los más vulnerables y más afectados por la crisis climática, el financiamiento climático no beneficia a los pueblos indígenas. ¿Qué reclaman al respecto?




R. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas establece de manera clara y explícita el acceso a la financiación. La escasez de medios financieros supone un problema teniendo en cuenta el papel fundamental que los indígenas desempeñarán o se les pedirá que desempeñen en la lucha contra el cambio climático. Creo que es lógico que se les proporcionen más recursos financieros.



P. ¿Y cómo debería hacerse?




R. Esos recursos deben proporcionarse directamente a los pueblos indígenas y no necesariamente tener que pasar por intermediarios, debido a puntos de vista preconcebidos o prejuiciosos de que los pueblos indígenas no son buenos administradores, no tienen capacidades, no pueden administrar grandes fondos. Una vez más, estamos ante un aspecto en el que la percepción pública debe cambiar.



P. ¿Cómo afecta la situación particular de vulnerabilidad de los pueblos indígenas a las mujeres?




R. Las mujeres indígenas son particularmente vulnerables. Las comunidades habitualmente no tienen los mismos derechos ni los mismos servicios que el resto de la población, muchas veces se las considera infrahumanas y sufren un trato discriminatorio cuatro o cinco veces mayor.
El fantasma del Blog
La trampa de la luz de gas y cómo Trump ha conseguido manipular a todo el mundo: "El sentido común es un concepto fascista"


La filósofa francesa Hèléne Frappat publica el manual definitivo sobre el 'gaslighting', la manipulación psicológica que durante siglos ha servido para silenciar a las mujeres y ahora se ha convertido en la herramienta perfecta de la posverdad






El Mundo
Noa De la Torre
Actualizado Viernes, 21 febrero 2025 - 00:05



La mitología griega guarda siempre una respuesta. Y hay un mito, el de Casandra, que no sólo explica por qué todas en el fondo somos un poco como la sacerdotisa de Apolo: ¿a quién no la han llamado loca alguna vez? Casandra nos desvela también por qué Donald Trump es -a su manera- heredero del dios Apolo. A la joven, por cierto, nunca la creyeron cuando advirtió del peligro que escondía el caballo de Troya, de la misma manera que el presidente estadounidense pretende que no creamos ni lo que ven nuestros propios ojos.


Si Casandra fue una de las primeras víctimas de la historia del gaslighting, hay quien advierte ahora de que Donald Trump nos está haciendo a todos luz de gas. Es decir, confundirnos para que pensemos que, como diría su antiguo abogado, el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, «la verdad no es la verdad». El gaslighting o manipulación psicológica, que se ha usado tradicionalmente contra las mujeres, se emplea ya contra el conjunto de la sociedad.


A juicio de la escritora y filósofa Hélène Frappat, que acaba de publicar Luz de gas o el arte de enmudecer a las mujeres (Editorial Paidós), esta manipulación «históricamente tiene una marca de género». Sin embargo, ahora ha devenido en un «fenómeno sistémico». Todas y todos podemos ser hoy Casandra.


Cuenta la leyenda que el dios Apolo, embelesado con la belleza de la joven, le concede el don de la profecía a cambio de acostarse con ella. El pecado de Casandra fue aceptar el regalo, pero negarse luego a ser poseída por Apolo. Que no consintiese provocó la ira del dios griego, que quiso vengarse escupiendo sobre ella una maldición: dijese lo que dijese, nadie la creería.


Y así es como hicieron luz de gas a la joven para «silenciar su sabiduría». La invención de que una mujer hermosa es al mismo tiempo una estúpida a la que no hay que prestar atención arrancó con Casandra. «El gaslighting es la herramienta del patriarcado, el mecanismo para ejecutarlo, donde lo primero es matar el lenguaje y matar la capacidad de hablar, como hizo Apolo con Casandra», afirma Frappat por videoconferencia. ¿De qué le servía a ella hablar si nadie la escuchaba?


Pero el gaslighting ha pasado del campo de la psicología al del debate público gracias justamente a Trump, al que la autora francesa describe como un gaslighter de manual. No es la única, porque ya en 2018 la psicoterapeuta Stephanie Sarkis publicó un artículo en el diario USA Today donde señalaba que el republicano es un experto en la técnica clásica de la luz de gas: «Decir a las víctimas que los demás mienten y están locos, de modo que el agresor es la única fuente de información verdadera». Como diría Trump, «lo que ven y lo que leen no existe».


La técnica del engaño psicológico es tan vieja como Casandra, pero el concepto de gaslighting lo acuñó Hollywood en 1944. Fue Ingrid Bergman la que puso rostro, en la película Gaslight de George Cukor, al terror del matrimonio. La luz de gas era la que le hacía su marido que, sin que ella se diese cuenta, bajaba la luz de las lámparas de gas para luego negarlo y confundirla. Ella enloquece al no poder fiarse ni de lo que le dicen sus cinco sentidos.



Según Frappat, el concepto de luz de gas como técnica de manipulación psicológica ha pasado en cuestión de décadas «del cine al psicoanálisis, del feminismo a la política, del espacio privado al público, del dormitorio a la empresa, de la cultura pop a la teoría política, de la familia al Estado, del matrimonio heteronormativo a la diplomacia internacional».


Como ya apuntó la escritora Rebecca Solnit, la inventora de la teoría del mansplaining, lo llamativo del gaslighting como intento de distorsión de la realidad es que «es una forma de violencia no contra los cuerpos, sino contra los hechos y contra la verdad». Y en esa trampa podemos caer (¿hemos caído?) todos.


A estas alturas, con Trump instalado por segunda vez en la Casa Blanca, ya ha quedado claro que su estrategia pasa por señalar las fuentes fiables de información... como fuentes poco fiables de desinformación. La pregunta es cómo hemos llegado hasta aquí. O, si se prefiere, cómo ha engañado a (casi) todos.


Responde Frappat: «Se llama fascismo». «Todo fascista empieza cambiando el significado de las palabras y se apropia de ellas para usarlas con el significado contrario, tal y como describió George Orwell en su novela». Es el doblepensar de 1984, con el que se retuerce el lenguaje para deformar la realidad. La guerra es la paz y la esclavitud es la libertad como el sentido común es hoy... ¿Qué es el sentido común en boca de Trump?




"Trump te hace dudar de los hechos para que no dudes de él"






Toni Aira, profesor de comunicación política y autor de 'La política de las emociones' «El sentido común es un concepto fascista», advierte la autora francesa, para quien no es casualidad que se haya convertido en el «concepto clave» de su segundo mandato. Donald Trump, de hecho, lo arrancó prometiendo restaurar el «sentido común» en el gobierno federal. Lo que en su neolengua viene a ser cargar contra las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) que tanto mal han causado.



Toni Aira, autor del libro La política de las emociones y profesor de comunicación política de la UPF-BSM, ve también a Trump como un «acosador de patio de colegio» que se vale de la luz de gas para construir una realidad paralela en la que se sientan cómodos quienes perciben el mundo como algo hostil. «Los hechos alternativos son mentiras, pero Trump te dice que son sus hechos y que, si no te gustan, son alternativos. Pero gustan a un público que se siente un outsider, que se siente atacado por lo políticamente correcto», explica.



Según Aira, la luz de gas llega cuando «Trump te hace dudar de los hechos para que no dudes de él». Es decir, lo que haría un agresor psicológico. «Él es quien te va a guiar y quien ejerce ese poder para que se anulen en ti todo tipo de mecanismos de raciocinio alternativo»


Todo empezó con la primera toma de posesión como presidente de Estados Unidos en 2017. Si los medios de comunicación se empeñaron en señalar con datos e imágenes que a la ceremonia de Barack Obama en 2009 había ido mucha más gente, ahí estaba la entonces asesora de Trump, Kellyanne Conway, para defender a su jefe y esbozar lo que vendría: «Él lo que hizo fue presentar hechos alternativos. No hay manera de contar las personas».



Para Aira, esta táctica no es exclusiva de Trump, sino que desde entonces la han replicado especialmente los nacionalpopulismos. Frappat, de hecho, considera a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, como «una de las mayores manipuladoras de nuestro tiempo». Y la prueba del «contagio de la verdad alternativa en Europa».


Frappat está convencida de que los dos términos que definen el espíritu de nuestro tiempo son gaslighting y posverdad. Por algo el primero fue elegido palabra del año en 2022 por el diccionario Merriam-Webster, seis años después de que el diccionario Oxford entronizase el segundo. «La posverdad se expresa mediante la invención de hechos alternativos», escribe. «Y para que esta toma de poder sobre el lenguaje funcione, hay que contar con la fe (¿la incredulidad?) de un ser humano que acepta la falsificación de la realidad». «Hay que negar el sentido común», resume la filósofa.


Y así es como, por ejemplo, los papeles de víctima y agresor pueden intercambiarse. Como si de un truco de magia se tratara, que es a lo que juega la luz de gas. El agresor acaba convenciendo a su víctima de que la mala es ella y de que actúa contra él por no creerle. Llevado al extremo, Frappat defiende que hacer luz de gas permite cometer el «crimen perfecto»: «Sólo hay que convencer a la víctima de que nunca existió y convencer al mundo de que la víctima nunca existió». Además de contra la lógica, es un crimen contra el sentido común.



Por eso la luz de gas se ideó como un crimen contra las mujeres. Para silenciarlas y borrarlas del mapa. Según sostiene Frappat, la manipulación psicológica fue concebida para obstaculizar su emancipación. Al fin y al cabo, de eso iba el misterioso malestar de las mujeres, ese «que no tiene nombre» y sobre el que teorizó Betty Friedan en su famosa obra de La mística de la feminidad.



El malestar era ese vacío existencial de las amas de casa norteamericanas de la década de los 50. ¿Cómo era posible que se sintieran mal si sus maridos les compraban los últimos electrodomésticos y vivían en la casa ideal? Porque la mujer mistificada», en palabras de Frappat, «llega a dudar de su personalidad, de su inteligencia, de su existencia como ser humano adulto».



La monotonía de la vida cotidiana, de la que no pueden esperar más que criar a unos hijos sanos y hacer feliz al marido, las hunde en un estado de desconcierto. A juicio de los médicos, el extraño cansancio de las amas de casa era algo propio de los nervios. La histeria de las mujeres, ya se sabe.



Frappat hurga en la leyenda de la histeria para señalar justamente que no puede separarse de la genealogía del gaslighting: «La invención de la histeria es una etapa crucial de la marginalización y la exclusión de la palabra de las mujeres». La idea de que el mal tiene su origen en el útero femenino se remonta, de nuevo, siglos atrás. No en vano, la palabra histeria proviene del término griego hystéra, que significa útero.



Ya lo decía Aristóteles en su Tratado sobre la reproducción de los animales: la voz aguda de la mujer demuestra su inferioridad frente a los hombres. El filósofo griego lo argumentó así: «La voz grave parece propia de una naturaleza más noble». Ahora bien, frente a la descalificación y el silenciamiento de la voz femenina, Frappat propone tirar de ironía. Ironía para combatir la luz de gas. Reírnos de la artimaña del gaslighting para demostrar que no nos creemos su trama. Y lo que no es creíble, se desvanece.
El fantasma del Blog
Autosuficiencia o mirar hacia China: el agujero que deja Trump en ayuda exterior obliga a África a buscar alternativas




La congelación de las ayudas de Estados Unidos pone en alerta a las ONG y a los gobiernos subsaharianos, y abre más la puerta a la cooperación china






Josep Catà Figuls
Kigali (Ruanda)
21 FEB 2025 - 05:30 CET



En la entrada del hospital de distrito de Masaka, a poco más de media hora en coche del centro de Kigali, en Ruanda, un gran cartel que detalla los servicios médicos de las instalaciones está presidido por unas siglas que lo han sido todo para muchos gobiernos africanos durante años: USAID. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional está detrás de multitud de programas para hacer accesible la sanidad a muchos ciudadanos, pero ahora profesionales y pacientes ya se están haciendo a la idea de que nada es para siempre. A principios de febrero, el presidente Donald Trump decidió congelar todos los fondos de USAID, y anunció que retirará a su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dos bandazos que dejan a la intemperie a las ONG y los gobiernos de todo el mundo, especialmente en África.



Jean Damascene, director general del hospital, explica que los recursos de USAID les apoyan en áreas como la formación de doctores y enfermeras. Ahora, teme que el centro empiece a cojear. “Quizá ahora no vemos el impacto, pero tendremos un gran agujero en el futuro, y tenemos que prepararnos”, lamenta Damascene. Esta preparación, según distintas organizaciones y gobiernos, pasa por intentar ser autosuficientes y financiarse con herramientas como impuestos específicos.



Sin embargo, cuando alguien deja un agujero, otro va a querer llenarlo. El hospital de Masaka se está ampliando, y las grúas que están construyendo esta expansión tienen otra inscripción: China Aid. Y un eslogan: “Por un futuro compartido”.



El agujero que puede dejar USAID es de enormes dimensiones según el país. En 2023, el último año fiscal completo, la agencia norteamericana desembolsó 72.000 millones de dólares en todo el mundo y en ayudas en todos los ámbitos, tanto económicas como militares, según los datos publicados por la propia entidad gubernamental. De este monto, más de 16.200 millones de dólares fueron a los países del África subsahariana. Y en concreto, algo más de 5.600 millones se destinaron a programas sobre salud en esta región. Por otro lado, Estados Unidos es el principal contribuyente en la OMS, con un 14,39% de la financiación, según los datos de la entidad. Y África, en su conjunto, recibe de la OMS un 26,52% de los fondos disponibles. Así que el anuncio de la retirada de la OMS por parte de Estados Unidos añade tanta o más angustia que la congelación de USAID a los gobiernos subsaharianos y a los trabajadores en programas de desarrollo en salud en el continente. El impacto en empleos amenazados se cuenta por miles, y existe un temor fundado de que la salud de los usuarios de estos programas ya se esté resintiendo.



En 2023, los países que más dinero recibieron de USAID para temas de salud fueron Tanzania y Nigeria, y de los diez primeros programas que más dinero estadounidense obtuvieron, siete tenían que ver con el VIH, otro con la malaria y otro con emergencias por virus de la gripe. Es decir, que los mayores desembolsos se llevan a cabo para luchar contra las enfermedades transmisibles. Esto preocupa especialmente a quienes abogan por conceder prioridad también a la contención de las enfermedades no transmisibles como el cáncer, la hipertensión o la diabetes, unas dolencias que se están convirtiendo en una fuente de presión cada vez mayor para las infraestructuras sanitarias de muchos países en África, donde la esperanza de vida va en aumento y por lo tanto, también la prevalencia de este tipo de enfermedades.



La semana pasada se celebró en Kigali el foro NCD Alliance, al que fue invitado EL PAÍS, inicialmente con el objetivo de debatir sobre las enfermedades no transmisibles y las herramientas para controlarlas, y para preparar un frente común de cara a la reunión de alto nivel que la OMS celebrará en septiembre alrededor de este tema. Pero el foco, en todas las sesiones del foro, era otro: ni el virus de la fiebre Marburgo, que obligó a posponer este congreso cuando debía haberse celebrado el pasado mes de octubre, ni el conflicto entre milicias que tiene lugar a tres horas de Kigali, en la frontera con la República Democrática del Congo, suscitaron tanta preocupación como lo que pueda hacer Trump. “La congelación de los fondos tendrá un gran impacto en África. No de forma directa en las enfermedades no transmisibles, porque aquí la ayuda no era tan grande, pero sí que estas sufrirán una repercusión: los presupuestos en salud serán más pequeños, y las enfermedades no transmisibles serán la última prioridad”, señala Katie Dain, consejera delegada de la NCD Alliance. También identifica la retirada de Estados Unidos de la OMS como una gran amenaza: “Una OMS débil implica que será más difícil obtener datos, habrá menos asistencia técnica y menos cooperación multilateral. Y las enfermedades no transmisibles no conocen fronteras, el gran riesgo es que se vaya erosionando el multilateralismo”.



El gran reto, pues, es conseguir una financiación alternativa para llenar el hueco. “Este es un contexto muy complicado, y más que nunca tenemos que escuchar a la gente para saber cómo tenemos que adaptar las intervenciones, conseguir mayor eficiencia... y todo ello pasa por la financiación”, señala Guy Fones, director del departamento de enfermedades no transmisibles, rehabilitación y discapacidad en la OMS. Una de las formas de conseguir financiación es que las entidades de filantropía asuman mayor responsabilidad. Gina Agiostratidou, directora del programa sobre diabetes tipo 1 en la fundación benéfica Helmsley, cree que los anuncios realizados por Trump “son devastadores”. “Nosotros continuaremos enfocándonos en las prioridades, escuchando las necesidades de nuestros socios, pero no podemos reemplazar al gobierno. Es todo muy incierto, pero tenemos que ir todos a una”, resume. Mary-Ann Etiebet, presidenta y consejera delegada de Vital Strategies, cree que la solución “tiene que ser local y sostenible, y la primera herramienta tienen que ser los impuestos específicos”, como los que gravan el tabaco o el alcohol.



Autosuficiencia




Pero en lo que la mayoría de ONG y portavoces coinciden durante el congreso, es en encontrar la manera de ser autosuficientes con financiación doméstica en cada país. Esto, en muchas de las naciones subsaharianas donde una parte muy importante del presupuesto está ligada a la cooperación internacional, y donde existe la dificultad añadida de que los fondos sorteen la corrupción y lleguen a su destino, es complicado. “La financiación doméstica tiene que llenar el hueco, pero esto es muy fácil de decir. ¿Y si, de entrada, no hay financiación?“, se pregunta Pierre Cooke, de la ONG Healthy Caribbean Coalition.



Para Nomathemba Chandiwana, no hay elección. Esta investigadora, que forma parte de la fundación Desmond Tutu, adquirió protagonismo cuando demostró que los medicamentos para el VIH tienen un efecto secundario que deriva en casos de obesidad especialmente en mujeres de países subsaharianos. Así que conoce de primera mano la necesidad de vincular los programas sobre enfermedades transmisibles y sobre las no transmisibles, que a menudo coinciden en un mismo paciente. ”Lo que ha ocurrido en las últimas semanas es muy impactante, y muestra cuan vulnerables son nuestros sistemas de salud. La congelación de los fondos es desastrosa, y ya está implicando pérdida de vidas. Pero esta es la oportunidad para buscar más colaboración publico-privada, y el ejemplo de los programas sobre VIH de las últimas décadas es muy bueno", explica.



Fortalecer el sistema de salud, integrar todos los programas, buscar eficiencia y más colaboración son algunas de las soluciones propuestas durante el congreso. “Pero no hay ninguna bala de plata, la clave es el liderazgo político y el compromiso”, dice Mercy Mwangangi, secretaria administrativa jefa del Ministerio de Salud de Kenia. Otros en el congreso ven a China como esta bala de plata que necesitan, aunque no lo dicen en público. El pasado mes de septiembre, el gobierno de Xi Jinping garantizó una ayuda económica de 45.000 millones de euros a los países africanos, y lo que hace unos años se destinaba fundamentalmente a infraestructuras y obras públicas, ahora ya se extiende a programas humanitarios como la salud. A cambio, los contratos de empresas chinas en África van en aumento y las relaciones comerciales se han estrechado, ampliando el déficit comercial de las naciones africanas con China. Las inscripciones en chino que se leen en camiones, muros de obra, grúas o andamios por Kigali dan buena cuenta de ello.

El fantasma del Blog
¿A dónde va el pantalón que tiramos a un contenedor de ropa usada?




Planeta Futuro ha seguido el rastro de 15 prendas geolocalizadas y ha podido comprobar el coste ambiental y social del consumo masivo de moda barata. Bautizada en África como “ropa de hombre blanco muerto”, contamina los países del Sur Global, alimenta redes comerciales opacas y deja a su paso una huella de carbono kilométrica








ANA CARBAJOSA
PATRICIA R. BLANCO
BEATRIZ LECUMBERRI
Acra / Nador / Madrid / Johanesburgo
23 FEB 2025 - 05:30 CET






En las playas de Acra, la marea vomita ropa vieja. La arena en Akuma Village es hoy una alfombra de zapatos y plásticos enmarañados en camisetas, cordones y pantalones. Es apenas la punta de un iceberg que flota mar adentro. Pocos kilómetros más allá, ya en tierra firme, asoma una hilera de colinas de mil colores. No es ningún paisaje idílico. Son gigantescas montañas de ropa vieja, llegadas desde Europa, China y Estados Unidos. Algunas arden y desprenden humo negro y tóxico de fibras sintéticas que espesa un aire que huele agrio.



Ghana es un caso extremo, pero no es único. Países del Sur Global como Pakistán, Kenia o Marruecos son piezas fundamentales de un sistema de hiperproducción de ropa barata. Son los lugares que hacen posible que compremos camisetas que no necesitamos y vestidos que nos vamos a poner una vez, o ninguna. Son el basurero textil que sustenta un sistema de “moda rápida”, la llamada fast fashion, que en países como Ghana ha provocado un desastre ambiental y de salud pública. En África se la conoce como “ropa de hombre blanco muerto” y algunos países como Uganda, Ruanda o Zimbabue han prohibido o restringido la importación de lo que denominan “neocolonialismo textil”.



Para saber cómo llega hasta allí y qué pasa después de depositar una prenda en un contenedor de ropa usada con toda nuestra buena intención, en Planeta Futuro nos embarcamos hace casi un año en un experimento que nos ha permitido comprobar que de 15 prendas a las que hemos seguido el rastro gracias a la geolocalización. El resultado es muy revelador. La mayoría sigue dando vueltas o están en naves y descampados. La mitad ha salido al extranjero dejando a su paso una monumental huella de carbono, contaminando el sur global o alimentando redes comerciales opacas. Es decir, la ropa no siempre acaba en el lugar que deseamos cuando la desechamos y en los casos en los que llega, la huella ecológica del viaje es inmensa.


El problema de fondo, insisten los expertos es la producción desbocada de ropa barata e insisten en que pese a las deficiencias del sistema, depositar ropa en los contenedores sigue siendo la opción más sostenible. En España, las exportaciones de ropa usada se han disparado en los últimos años, ante la incapacidad de absorber la cantidad de ropa que se compra y se deshecha


15 ‘airtags’ escondidos en prendas que han dado la vuelta al mundo



El pasado marzo pedimos a la redacción de EL PAÍS que trajera ropa que ya no usaba. Cosimos 15 airtags (dispositivo de localización) a cada una de las prendas en dobladillos y bolsillos para que no pudieran verse a simple vista. Esos aparatos nos han permitido geolocalizar esos pantalones, camisetas y abrigos gracias a una señal que emiten cada vez que se cruzan con un teléfono. Solo había un problema: el pitido desvelaría la presencia del aparato. Un técnico de la asociación ecologista Greenpeace nos facilitó el trabajo al extirpar la alarma y los airtags se convirtieron a partir de entonces en nuestro aliado silencioso.


Repartimos las prendas por toda España. Con ayuda de las delegaciones del diario, cada una se depositó en un contenedor de ropa de segunda mano. Además del equilibrio territorial, tratamos de que estuvieran representados los distintos canales de distribución de este tipo de residuos. Contenedores de grandes almacenes, ONG, municipios... Enseguida comenzaron a emitir la señal y pudimos ver a partir de entonces dónde estaban en cada momento.


Once meses después, muchas de las prendas siguen dando vueltas y siete de ellas han viajado al extranjero, a África y a Asia. Tres prendas pasaron o se estancaron en un punto de distribución en Emiratos Árabes. Como un pantalón de pijama de Minnie Mouse fabricado en China, que depositado el pasado abril en un contenedor en Zamora y tras pasar por Madrid voló a los Emiratos, donde se encuentra en el almacén de The Cloth, un gigante de la compraventa de ropa usada que asegura que gestiona y clasifica 1.200 toneladas de ropa al mes.


Una torerita negra hecha en Marruecos, se tiró en Madrid, en un contenedor de H&M y después de pasar por Países Bajos, terminó en Reino Unido en una fábrica que trocea ropa para convertirla en otro tejidos. Unos pantalones beige fabricados en China se encuentran en una zona comercial en Sudáfrica, según pudo comprobar un colaborador de este periódico, después de pasar por Italia, Abu Dhabi, India y Mozambique. Unos vaqueros azules claros rasgados hechos en Turquía, se tiraron en un contenedor en San Sebastián y meses después aparecieron en Emiratos y de allí llegaron hasta Ghana. Dieron después el salto a Costa de Marfil, donde se encuentran a las afueras de la capital. Otras siguen en naves industriales en España o en descampados, como un abrigo de paño negro cuyo airtag lo sitúa en polígono industrial de Montaverner (Valencia), en un recinto vallado al aire libre en mitad de un montón de fardos de ropa, informa Andrés Herrero Gutiérrez.



Este experimento es apenas una muestra minúscula, pero muy ilustrativa del trasiego de toneladas de ropa por todo el mundo. Varias de las prendas prosiguen su andadura, pero hasta ahora, las siete que han salido de España han recorrido más de 65.000 kilómetros desde que las enviamos. Eso sin contar los más de 36.200 que ya habían recorrido estas siete prendas desde el lugar en el que fueron fabricadas hasta Madrid.





Depositamos 15 prendas con geolocalizadores en contenedores de distintas ciudades españolas para seguir su rastro.



Ocho se quedan dentro de España, la mayoría almacenadas en naves. La última señal de una de ellas la sitúa muy cerca de una planta de gestión de residuos en Barcelona.



Siete salen de España y recorren en total 65.000 kilómetros hasta llegar a Reino Unido, Marruecos, Costa de Marfil, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos y Pakistán.



Unos vaqueros depositados en San Sebastián llegaron a Abiyán, en Costa de Marfil, el 6 de diciembre, tras pasar por Emiratos y Ghana. Recorrieron 17.500 kilómetros, sin contar los 4.200 entre Turquía, donde fueron fabricados, y Madrid, donde fueron comprados.



Un abrigo de paño rojo que fue arrojado en un contenedor de Guadalajara hizo un recorrido de unos 1.600 kilómetros por Murcia, Cádiz, Algeciras, Tánger, Rabat y Mequínez hasta llegar el pasado noviembre a Nador, a los almacenes de antiguos contrabandistas.



Unos pantalones beige de mujer recorrieron 17.000 kilómetros (sin contar los 8.700 entre España y China, donde fueron fabricados) tras pasar por Palencia, Italia, Emiratos, India, Kenia, Mozambique y Sudáfrica. Desde enero, están en una zona industrial de Johannesburgo.








Estas son todas las prendas a las que Planeta Futuro ha seguido el rastro:


Unos pantalones beige fabricados en China fueron depositados el pasado abril en un contenedor de Cáritas de Palencia y salieron de España por el puerto de Valencia. Pasaron por Italia, por Abu Dhabi, por India y por Mozambique. Ahora se encuentran en a las afueras de Johanesburgo. Contactamos con Mervin Canham, un sudafricano que posee una tienda de ropa de segunda mano, para que fuera hasta el lugar indicado en los geolocalizadores y encontró una tienda de matrículas de coches y de letreros publicitarios en la zona industrial Roodepoort. Su dueña le mostró unas cajas de ropa usada que había heredado de una persona fallecida, donde presuntamente se encontraría el pantalón. Sumando las distancias en línea recta, esta prenda ha recorrido al menos 17.000 kilómetros, sin contar la distancia entre China, donde fue fabricada, y Madrid. MOEH ATITAR








Los resultados concuerdan con los del estudio europeo que indica que, a pesar de que la ropa se done a ONG, normalmente entra en un circuito comercial. El precio por cada kilo de ropa de segunda mano ronda los 0,76 euros. En Asia, se agrupan en zonas industriales donde se vuelven a exportar a otros países asiáticos o africanos. El 40% de las exportaciones a África acaba en vertederos, según estas mismas fuentes. El 89% de esas prendas, además, contiene fibras sintéticas, que se descompondrán en microplásticos con químicos tóxicos que contaminan el suelo, el agua y el aire provocando un serio problema de salud pública.


“Como la capacidad para reciclar en Europa es limitada, una gran parte de los textiles usados y recogidos se comercia y se exporta a Asia y a África y su destino es muy incierto”, indica un documento de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), que sostiene que “la percepción pública de que donar ropa usada es un regalo generoso a la gente que lo necesita no concuerda con la realidad”.


Las cifras son claras. Compramos más ropa, más barata y la utilizamos durante menos tiempo. Solo la Unión Europea (UE) generó unas 6,94 millones de toneladas de desechos textiles en 2022 —unos 16 kilogramos por persona—. De ellos, el 15% fue depositado en puntos de reciclaje, el resto acabó mezclado con residuos domésticos, según datos adelantados por la Agencia Europea de Medio Ambiente y el Centro Europeo de Economía Circular y Recursos, que se harán públicos en marzo.


Mientras, la cantidad de textiles usados exportados desde la UE se triplicó en las últimas dos décadas y pasó de 550.000 toneladas en el año 2000 a 1,4 millones de toneladas en 2019. Se prevé que el volumen recolectado y enviado a otros países aumente considerablemente debido a la obligación de recoger de manera separada los residuos textiles en la UE, según la EEA. Esta nueva directiva, que entró en vigor en enero de 2025 y que en España se aplica en virtud de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, obliga a ayuntamientos y a empresas a instalar más contenedores para una recogida selectiva de textiles usados con el fin de fomentar la reutilización y el reciclaje.


España es el octavo país de la UE que más residuos textiles genera. Las cifras del comercio exterior indican que la exportación de ropa usada sumó 191.631.276 kilos, según datos hechos públicos esta semana. Eso supone un fuerte aumento frente a los 129.705.188 kilos de 2023 y más del doble de los 68.352.187 de 2019. Emiratos Árabes Unidos (un polo desde donde después vuelve a exportarse la ropa hacia África como hemos podido comprobar también con algunos de los trackers de nuestra investigación), Marruecos y Pakistán son los principales destinos.


Albert Alberich, director de Moda re-, una cooperativa de iniciativa social promovida por Cáritas por la que han pasado tres de las prendas que Planeta Futuro depositó en contenedores, estima que entre 700.000 y 800.000 toneladas de residuos textiles acaban en vertederos. “Es una barbaridad, el reto a nivel de sociedad es brutal, porque hay que reducir el consumo e ir a prendas de más calidad”, añade el directivo, que asegura que no tienen capacidad para dar salida a todas las prendas que les llegan y eso les obliga a exportar.


La Agencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que entre el 2% y el 8% de las emisiones contaminantes proceden del sector textil y las proyecciones indican que esa cifra va camino de dispararse en las próximas décadas. La industria textil consume además 215 billones de litros de agua al año, el equivalente a 86 millones de piscinas olímpicas, y genera el 9% de los microplásticos que contaminan los océanos.


El impacto ambiental se dispara si tenemos en cuenta las prendas de ropa que se destruyen en Europa antes de ser usadas, lo que supone otro efecto perverso del sistema de moda rápida actual. Las cifras indican que entre el 4% y el 9% de todas las prendas que se venden en Europa se destruyen antes de ser usadas, lo que supone entre 264.000 y 594.000 toneladas de textiles destruidos cada año. Este fenómeno tiene mucho que ver con la devolución de prendas adquiridas online. En Europa devolvemos cerca del 20% de la ropa que compramos por internet, una cantidad tres veces mayor que cuando compramos en una tienda física. Cerca de un tercio de la ropa devuelta termina destruida.


Además, los expertos alertan de la pérdida de la calidad de las prendas, que son cada vez menos reciclables y menos duraderas. “Por un lado está el aumento de la cantidad de ropa que se ha producido en los últimos 20 años, que está generando una multiplicación de los residuos que se generan”, indica Sara del Río, investigadora de Greenpeace. Las cifras desvelan, por ejemplo, que el año pasado, la producción de fibras textiles alcanzó un máximo histórico. “Pero, por otro lado, está la cuestión de la calidad, cada vez menor y eso tiene claras consecuencias para el medio ambiente”, apunta Del Río. Su organización calcula que la mitad de las prendas que llegan por ejemplo a Ghana son de mala calidad, sin posibilidad de ser vendidas de nuevo, y están fabricadas con fibras sintéticas.



La responsable de Greenpeace celebra la nueva ley que obliga a separar los residuos textiles, pero teme que se trate de soluciones que afectan solo “al final de la tubería”. “Si nos centramos en los residuos, pero no atacamos un sistema de producción que genera cada vez más bienes contaminantes, el problema no se va a solucionar”, estima.



Ghana, el gran vertedero de ropa usada



Chiles, jengibre, estropajos, chancletas de plástico, cordones y toneladas de ropa usada. La humedad y el calor dentro del bullicioso mercado de Kantamanto es sofocante. Es un laberinto de callejones estrechos llenos de gente y mercancías apiladas por todas partes. El traqueteo de cientos o miles de máquinas de coser operadas a pedal es el hilo musical de este mercado donde desembarcan cada semana toneladas de ropa usada procedente de países industrializados. El trasiego de pacas de ropa prensadas y apiladas en camionetas es continuo. Vienen de Corea, de Estados Unidos, de Canadá, de Reino Unido... En los precarios y abigarrados puestos se exhibe el material. Un abrigo tres cuartos, a pesar de la calorina que no da tregua. Un plumífero, junto a una montaña de ropa militar. Una vía de tren abandonada cruza el mercado de punta a punta. Sobre las traviesas, vaqueros reteñidos y desteñidos se secan al sol.


Los dueños de los puestos compran los fardos al peso, sin saber qué hay dentro y sin garantías. “Es como una lotería. No tienes derecho a devolverlo y no sabes cuál va a ser la calidad hasta que lo abres”, dice Vida Oppong, de 43 años. Anoche llegaron los camiones cargados con las grandes balas de ropa usada y hoy viernes, Oppong las abre una a una. Ella compra a los mayoristas, que a su vez compran a los intermediarios que lo obtienen de las ONG y otras organizaciones. Este es el negocio que Oppong heredó de su madre. Ella publicita la ropa que le llega en sus grupos de WhatsApp y en redes sociales.


Llega un fardo nuevo de 55 kilos, que le ha costado 20 cedis (1,25 euros). Es muy pesado porque la ropa está prensada. Corta el fleje negro y abre el gran paquete, que viene de Reino Unido. Después, las cinchas de plástico las utiliza para hacer cestas, porque aquí no se tira nada. Dentro del paquete hay cazadoras vaqueras. La primera es una chupa negra de Primark. Luego otra de Next. Una tercera de Zara. Y luego una que se supone que es blanca, pero en realidad está amarillenta. Otra, que todavía tiene un bolígrafo dentro del bolsillo. Oppong prefiere de lejos el tejido vaquero oscuro porque el más claro hay que llevarlo a menudo a la tintorería. Si no está en buenas condiciones, lo rasga para hacerlo “más punk”. A veces, usa solo la tela para hacer bolsas vaqueras. Como ella, otros comerciantes aseguran que en los últimos cinco años, la calidad de la ropa que llega ha disminuido mucho.



“Antes, cuando ibas al mercado, te podías encontrar hasta un Chanel. Ahora en el Norte se quedan con lo mejor y nos envían la basura. Es puro colonialismo textil”
Kwamena Boison, cofundador de Revival




Kantamanto se considera el gran modelo de circularidad en el que miles de emprendedores trabajan dando una segunda vida a lo que en otros países no quieren. El problema es que los ingentes esfuerzos de los comerciantes de Kantamanto son a todas luces insuficientes. Llega mucho más de lo que se puede reutilizar y, además, junto con la ropa usada se reciben toneladas de prendas baratísimas nuevas, que son excedentes de producción con los que es imposible competir. Lo que no se procesa allí, termina incinerado en gigantescos vertederos. La capacidad de reciclar se redujo aún mucho más el pasado 1 de enero, cuando el mercado ardió y miles de personas se quedaron sin su medio de vida, que tratan ahora de recomponer.


Kwamena Boison, cofundador de Revival, una organización ghanesa dedicada al reciclaje de la ropa, habla de cómo “la fast fashion está destrozando la industria textil local. La ropa de segunda mano es tan barata…”, se lamenta. Cree que hay que regular la calidad de la ropa que entra en el país. “Antes, cuando ibas al mercado, te podías encontrar hasta un Chanel. Ahora en el Norte se quedan con lo mejor y nos envían la basura. Es puro colonialismo textil”, piensa. Ellos trabajan mano a mano con los emprendedores de Kantamanto, para intentar interceptar la ropa que si no, acabaría en el océano. Su organización calcula que entre el 10% y el 40% de lo que llega es inutilizable, aunque la asociación de comercios de ropa usada rebaja esa cifra. Boison tiene claro que estamos ante un problema global. “Las sociedades tienen que implicarse para encontrar una verdadera solución. Tiene que haber un plan global del Norte y del Sur”.


Branson Skinner, cofundador de la Fundación Or, que lucha contra la basura textil, defiende en su sede del centro de Acra el trabajo de los emprendedores de Kantamanto. “Ellos no son el problema. Hay que atacar la raíz, que es el modelo de negocio”. Y piensa que “si Europa fuera seria respecto al reciclaje, apoyaría a esta gente. Ellos hacen el trabajo sucio”. Su organización calcula que antes del incendio en Kantamanto se reciclaban 25.000 millones de prendas al mes. Hoy han venido a las oficinas de la Fundación Or representantes de varias ciudades europeas para ver qué pueden hacer para asegurarse de que las empresas que operan en sus urbes cumplen con su responsabilidad de hacerse cargo de los residuos que generan. Liz Ricketts, directora de la fundación, piensa que el único camino es ampliar la responsabilidad de los productores y que haya más transparencia en las cifras de producción de las empresas. “En 2011, cuando empezamos, no había basura textil en la playa. Ha sido todo muy rápido”, asegura Ricketts.


La fundación de Ricketts, financiada por la cadena de moda ultrarrápida Shein, ha instalado en Kantamanto un centro de reciclaje de ropa usada donde experimentan con fibras para fabricar perchas, marcos de fotos, cojines y hasta altavoces. Recogen ropa de la playa y la dividen por colores, la trituran y la mezclan con almidón de mandioca. Con ese material fabrican entre 100 y 150 productos al día, lo que supone sin duda oportunidades de empleo. El problema es que se trata de una gota en el océano.


Las toneladas de ropa que no se procesan en Kantamanto acaban en la playa o incineradas en vertederos. Análisis realizados con infrarrojos por Greenpeace en Ghana revelan que al menos la mitad de las prendas están fabricadas con plásticos que no son biodegradables y que terminan convertidos en microplásticos contaminantes. En el caso de los vertederos de Acra, parte de la energía que libera la combustión de las montañas de ropa se utiliza para calentar el agua en baños públicos. Al menos tres de ellos han registrado la presencia de sustancias tóxicas, incluidos elementos cancerígenos.



El negocio del paso del Estrecho



Las aguas mediterráneas que bañan Nador no traen hasta la orilla prendas que ya nadie quiere. En esta ciudad marroquí, a menos de 20 kilómetros de Melilla, el negocio que genera la ropa usada y desechada en Europa tiene un rostro diferente al de Ghana: alimenta un negocio heredado del contrabando que enriquece solo a unos pocos y explota a muchos. Pero ha producido un tercer efecto tan perverso como el del trato laboral abusivo: condena al comercio fraudulento, y también a la lucha por la mera subsistencia, a miles de personas que vivieron del tráfico de ropa entre España y Marruecos hasta que en 2018 Rabat cerró unilateralmente la frontera comercial entre Beni Enzar y Melilla.


“Unas 15.000 personas vivían de trabajar entre Melilla y Marruecos”, entre ellas, miles de porteadoras, mujeres marroquíes que mercadeaban con ropa entre ambos países, recuerda Omar Naji, miembro y antiguo coordinador de la Asociación de Marruecos de Derechos Humanos (AMDH) en Nador. Sin apenas alternativas económicas en una región que “había vivido siempre del contrabando”, el cierre de la frontera ha sumido Nador en una profunda crisis. El último censo de población confirma, según Naji, que la provincia pierde habitantes. “La gente está emigrando porque la situación socioeconómica es lamentable”, añade el activista.


El recorrido que ha hecho un abrigo de paño rojo que Planeta Futuro depositó en un contenedor de Guadalajara, gestionado por East West, una empresa que se presenta como promotora del cuidado del medioambiente, ilustra esta historia de antiguos estraperlistas empujados de nuevo a la economía informal para sobrevivir. Tras viajar unos 1.600 kilómetros por tierra y mar y pasar por Murcia, Cádiz, Algeciras, Tánger, Rabat y Mequínez, la prenda llegó a mediados del pasado septiembre a Nador, a una de las naves de un mercado informal de excontrabandistas.


Desde entonces, su airtag sigue emitiendo una señal que indica que no se ha movido de allí. Faruq vigila quién entra y sale de este recinto solitario, construido con el dinero de los propios contrabandistas “sobre un terreno que alquilan al Estado”. Solo el sonido de las verjas metálicas de alguno de los almacenes rompe el silencio reinante. Es la señal de que algún comerciante está cargando o descargando fardos de ropa. Como el hermano de Faruq, que coloca sobre un motocarro un enorme saco por el que asoma una zapatilla granate.


Las miradas de periodistas resultan incómodas. Pero Faruq, a quien todos tratan como el jefe del lugar, no llamará a la policía, a diferencia de lo que sucede en otros lugares de Nador ante la sola presencia de una cámara de vídeo. No lo hará porque no puede. “La policía nos tiene muy oprimidos”, reconoce este hombre que trabajó durante más de 20 años en el contrabando de ropa entre Nador y Melilla y que prefiere utilizar un nombre falso y no mostrar su rostro. “Las empresas a las que compramos no nos hacen factura”, afirma, para justificar por qué intenta mantener lejos a los agentes, mientras abre uno de sus almacenes repleto de pacas de ropa “de 75 kilos”.


El modo de vida de Faruq y los suyos ha evolucionado del contrabando a otro negocio informal en el que su única salida es adquirir de forma irregular las prendas que después revenderán. No pueden importar por las vías legales la ropa de segunda mano sin licencia. El Gobierno de Marruecos solo las ha concedido a un puñado de empresas, según confirma Naji, mientras que los antiguos contrabandistas, constituidos en una especie de sindicato que lidera Faruq, intentan desde hace años lograr uno de estos permisos. Y apenas pueden comprar ropa usada de forma legal a las compañías marroquíes con licencia, porque la concesión implica que solo pueden vender en territorio nacional en torno al 20% del producto —el porcentaje puede variar en cada concesión— para no perjudicar la producción textil marroquí, explica Naji. Así que la salida, reconoce Faruq, es comprar sin factura. Ambas partes salen ganando: los excontrabandistas se nutrirán de mercancía más barata y los importadores darán salida a su producto en Marruecos, donde proliferan los mercados de ropa de segunda mano.


En el de la Yutiya, uno de los muchos que hay en la región, Faruq tiene varios puestos de venta. Entre las pilas de prendas de estos zocos se puede encontrar desde un jersey 100% algodón en perfecto estado por 10 dirhams (algo menos de un euro), hasta vestidos de novia y botas Dr. Martens por 50 (menos de cinco euros). Todo —o casi— es susceptible de ser revendido: hay pijamas, cazadoras, cinturones e incluso montañas de sujetadores y bragas. En un puesto de mochilas cuelga la que usó un niño llamado Hugo, según recuerda el nombre escrito con rotulador negro en uno de los bolsillos. De otra percha, un uniforme de la multinacional de logística DHL y una camiseta de una empresa española de escayolas. La cantidad de ropa es tal que un vendedor extiende un vestido gris como alfombra para evitar que en una tarde de lluvia los compradores entren con los pies mojados en el recoveco que forma su establecimiento.


El precio varía en función de la calidad y el estado. Faruq desgrana los tipos: la ropa “crema”, de la expresión francesa crème de la crème, “es la de primer nivel” y los comerciantes la compran a unos 150 dirhams (14,3 euros) el kilo para vender después cada pieza a unos 400. “Son marcas caras”, argumenta. A partir de ahí, las vestimentas se dividen en grupo “uno”, “dos” y “tres”, con precios que varían de 70 a 15 dirhams el kilo.


Fatima ha ido con sus sobrinas al mercado del Aroui, junto al aeropuerto de Nador, desde Oujda, situado a unos 150 kilómetros. “Encuentro ropa de segunda mano de buena calidad”, afirma. Ese día, tras cuatro horas de búsqueda, se hace con unas botas Timberland, que “nuevas cuestan unos 1.200 dirhams, por tan solo 150”, dice con cierto orgullo.



Pero la turbiedad que rodea el negocio de la ropa de segunda mano en Nador va más allá de la venta de productos sin pagar impuestos. Meses después del cierre de la frontera, se construyó en un terreno frente al puerto de Beni Enzar Karama Recyclage (de la palabra árabe “generosidad”), una compañía de gestión de ropa usada financiada en gran parte con dinero público para dar una salida a quienes ya no podían contrabandear. “La licitación [para importar prendas de segunda mano] exigía que diera empleo a entre 800 y 1.500 personas afectadas por ese cierre, en su mayoría mujeres porteadoras”, explica Naji. Pero la realidad contrasta con las expectativas iniciales. Esta empresa es la única con licencia de la provincia de Nador para la importación de prendas usadas, lo que el activista denuncia por el “monopolio que implica”. Además, “la mitad de quienes trabajan allí nunca se dedicaron al contrabando”, afirma Naji, que asegura que las porteadoras, en su mayoría mujeres con más de 50 años, han quedado excluidas, lo que las ha dejado sin apenas salidas para sobrevivir.


Y los que trabajan en Karama no se encuentran mucho mejor. “No todos cobran el salario mínimo ni están declarados a la seguridad social, tienen problemas con las horas extras, les prohíben ir al baño y sufren agresiones verbales”, describe Naji, con base en los testimonios de empleados de Karama recogidos por su asociación. Cuatro mujeres, según el activista, denunciaron ante la AMDH de Nador abusos sexuales y registros corporales abusivos por parte de vigilantes, sin que la empresa hiciera nada. “Utiliza además la estrategia de no pagar a los empleados durante dos o tres meses e incluso de despedirlos para que protesten y poder presionar así a la Administración Pública y al Ministerio de Comercio e Industria para que les renueven la licencia”, que se debe volver a conceder cada seis meses.


Un extrabajador de Karama, Saleh, nombre ficticio, confirma estas críticas. “Hay mucha explotación, te registran de forma abusiva y luego te acusan de haber robado ropa que incluso es tuya”. Después de cuatro años, dejó ese trabajo tras sufrir una lesión con una máquina de prensar ropa y sin percibir, siempre según su versión, ninguna indemnización por sus heridas. Ante las graves acusaciones contra Karama Recyclage, este diario ha intentado recabar la versión de la compañía de forma reiterada, a través de teléfono, correo electrónico e incluso acudiendo a la puerta de la empresa, donde los periodistas no fueron recibidos.


Faruq no adquiere mercancía de Karama. “Lo que antes comprábamos por 30 dirhams ahora nos lo vende por 120”, protesta el hombre que recurre a compañías de Tánger, de donde precisamente procede el abrigo de paño rojo que ha seguido Planeta Futuro. Faruq vuelve a mirar a los fardos.


—¿A veces encuentran prendas rotas?

—Claro, y de muy mala calidad.

—¿Y qué hacen con ellas? ¿Las reciclan?

—Las tenemos que tirar a la basura.


Separar por ley



Desde el 1 de enero de 2025, la recogida de textiles usados es obligatoria en los países de la UE, con el fin de reducir el desperdicio y estimular el reciclaje. Uno de los objetivos es que los productores de textiles sean responsables del ciclo de vida completo de sus productos, desde su diseño hasta cómo se gestionan las prendas que se desechan. En España, esta normativa se enmarca en la Ley de Residuos y Suelos Contaminados y exige que en 2025, al menos el 55% de los residuos domésticos, incluyendo los textiles, deberán ser preparados para su reutilización o el reciclaje. Este porcentaje aumentará al 60% en 2030 y al 65% en 2035. A efectos prácticos, los ayuntamientos y las marcas de ropa tendrán que instalar más contenedores para recoger residuos textiles de forma separada. A ellos se suman los gestionados por las entidades sociales. Paralelamente, los comercios no podrán tirar los excedentes no vendidos, que deberán destinar “en primer lugar a canales de reutilización”.


Algunas empresas llevan años recogiendo ropa usada. En 2015, Inditex lanzó un programa con contenedores en todas las tiendas para facilitar el reciclaje de ropa. “Las prendas las recogen las entidades sociales con las que colaboramos, aunque nuestro socio principal es Cáritas, que gestiona la ropa a través de Moda re-”, explican fuentes de la compañía. Precisamente, una sudadera que Planeta Futuro depositó en una tienda de Zara del centro comercial de Madrid Isla Azul llegó el pasado mayo a una nave de Moda re- en el polígono industrial de la Atayuela, en la capital. Desde entonces sigue allí, aunque otras dos de las prendas geolocalizadas que acabaron en el mismo lugar viajaron hasta Emiratos Árabes Unidos. “Una de las condiciones de nuestro acuerdo con Moda re- es que nuestras prendas no pueden terminar en un vertedero ni en un determinado número de países donde no se puede garantizar un tratamiento adecuado ”, aseguran las mismas fuentes, que no confirman cuáles son los países vetados.


También H&M cuenta con un programa de recogida de ropa similar con contenedores en tiendas. “La ropa que se puede volver a usar se vende como ropa de segunda mano. Esto representa aproximadamente el 60%. La ropa y los textiles que no pueden ser revendidos se reutilizan o se reciclan mecánicamente en nuevos productos y fibras, por ejemplo, en productos para industrias como la automotriz, la construcción o trapos de limpieza”, explican fuentes de la compañía. Una de las 15 prendas, una torerita negra terminó en Ossett, en Reino Unido, en Edward Clay Woods,sede de unos fabricantes de fieltro.


Moda re-, la cooperativa en cuyas instalaciones terminaron tres prendas geolocalizadas, dispone de cuatro plantas de tratamiento de ropa usada, en Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid. “En 2024 recogimos más de 45 millones de kilos de ropa”, afirma Alberich. El directivo aclara, según el último estudio con el que cuenta, que instituciones como la suya recogen en total en España “entre 105 y 110 millones de kilos” cada año. “Pero es todavía muy poco si se tienen en cuenta las estimaciones que se han hecho en los vertederos, donde se calcula que acaban entre 700.000 y 800.000 toneladas de residuos textiles”, lamenta.


“Nosotros no tenemos la capacidad de clasificar toda la ropa que llega a Moda re-, aunque ese es nuestro objetivo”, cuenta el director de la cooperativa. De hecho, la cantidad de prendas que reciben es tal que se han trasladado en Barcelona de una planta de 6.000 metros cuadrados a otra de 24.000. Pese a ello, siguen sin poder dar salida a muchas de las prendas que les llegan. Aquellas que no pueden procesar y clasificar las “exportan mayoritariamente a Emiratos Árabes Unidos porque el país se ha constituido en un hub de tratamiento de ropa usada”. De las tres prendas de Planeta Futuro que llegaron a Moda re-, una de ellas sigue almacenada en la nave de Madrid, mientras que las otras dos han sido trasladas a Emiratos. De ellas, una viajó hasta Johanesburgo.


Según Alberich, entre el 50% y el 55% de la ropa que pueden gestionar en Moda re- es reutilizable y entre el 30% y el 40% se recicla y se reconvierte en otros productos, porque no tiene “dignidad para ser usada”. Pero de la ropa reutilizable, solo el 10% termina en uno de sus casi 180 establecimientos distribuidos por toda España, un país en el que, según explica, “hay poca tradición de utilizar ropa usada”, que sigue asociada a un “cierto estigma”.


De nuevo, recurre a las cifras para comparar contextos: “En España, no hay más de 300 tiendas de ropa usada sumando las de Moda re-, Humana u otras entidades sociales”, mientras que, en Reino Unido, solo las entidades sociales gestionan unos 11.000 establecimientos”. “En España se podría reutilizar mucho más la ropa de lo que se hace”, lamenta. La ropa clasificada como reutilizable que no venden en España se exporta a África. “Es muy difícil evitar que las prendas terminen en África mientras no se cambie la jerarquía de residuos [de la Unión Europea] que hace que no podamos reciclar una prenda que es reutilizable”, explica Alberich. Aunque el “gran secreto”, dice convencido, está en la “primera ‘r’, la de reducir el consumo”.


Siguiendo con los cambios de normativas, en mayo de 2024, también entró en vigor el nuevo Reglamento europeo sobre traslados de residuos, textiles incluidos. Tiene como objetivo acabar con el impacto del traslado de desechos a terceros países y fomentar la trazabilidad de los traslados de residuos dentro de la UE y facilitar su reciclado y reutilización.


Las ONG celebran estos límites, pero temen que sean estériles si la capacidad de gestionar el reciclaje de los residuos no aumenta, lo cual provocará que una parte importante de estos desechos sea enviada a países fuera de la UE. El problema de fondo, además, cómo decía Sara Del Río de Greenpeace, es que el modelo de sobreproducción de ropa sigue sin cuestionarse.


Pese a todo, las entidades sociales insisten en que el consumidor no debe dejar de donar su ropa usada y que los contenedores previstos para ello son la alternativa más sostenible. “Reciclar y reutilizar funciona y hay un montón de camino hecho: trabajamos en red con empresas de moda y con la administración pública. No tenemos todas las respuestas, pero lo que no podemos es frenar. Todos somos parte del problema y parte de la solución”, dice Nati Yesares, jefa del departamento de medio ambiente de la entidad social Solidança, que recoge anualmente 7.700 toneladas de ropa, que vende posteriormente en sus tiendas de segunda mano y exporta a clientes, principalmente africanos. “Son productos, no desechos”, insiste la responsable de esta organización, que ha creado más de 300 puestos de trabajo, 180 de ellos de inserción laboral. Para Yesares, uno de los desafíos más urgentes ahora es encontrar soluciones para poder reciclar mejor los desechos textiles, “de forma circular y en Europa”.


Pensar que los países del Sur Global van a ser capaces de reciclar materiales que Europa exporta ante su incapacidad de procesarlos de forma sostenible es poco realista. La baja calidad de la ropa que llega a estos países impide además a menudo su segundo uso. Pero mientras las leyes surten efecto y el sistema de producción corrige sus excesos, a las afueras de Acra, montañas de ropa pestilentes siguen ardiendo sin control ni incineradora a la vista. Y las prendas geolocalizadas por este diario siguen desvelando a su paso las lagunas de un sistema cada vez más insostenible. Desde aquí, seguiremos informando de sus próximos destinos.

El fantasma del Blog
Se trata de elegir entre la humanidad o la barbarie




Cuando se cumplen dos años de la aprobación de la Ley de Cooperación en el Congreso, hay que avanzar en al financiación. España solo destina el 0,24% de su Renta Nacional Bruta a cooperación, un porcentaje que nos deja a la cola de Europa






Javier Ruiz Gaitán
24 FEB 2025 - 05:30 CET





“Lo importante no es mantenerse vivo, es mantenerse humano”.
George Orwell.





Hace un par de semanas, Donald Trump decidió echar el cierre a la agencia de cooperación de Estados Unidos (USAID). Las consecuencias de esta decisión fueron inmediatas: oficinas cerradas, personal despedido, ayuda humanitaria paralizada y, lo que es más grave, millones de personas en situaciones extremas abandonadas a su suerte. La voz de alerta fue inmediata, como una sirena avisando del peligro que esta medida suponía. Esta alarma generalizada olvidaba, sin embargo, que, en otros muchos lugares, la cooperación, las políticas responsables con los derechos humanos y la paz llevaban tiempo siendo ninguneadas.



Vivimos tiempos oscuros donde las tropelías de unos pocos arrasan sin escrúpulos y alimentan la rueda de su beneficio insaciable a costa de cercenar los derechos humanos y la vida. Los discursos belicistas, de conflicto y confrontación se abren camino y llegan a ser abrazados justificando lo injustificable. Los presupuestos militares no paran de crecer en todo el mundo y el número de conflictos es el mayor desde la II Guerra Mundial. La desigualdad aumenta de manera obscena con multimillonarios que dan el salto al poder político; la emergencia climática ahoga al planeta; más de 120 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus casas. Se recortan los derechos de las mujeres y de las personas con identidades diversas. El multilateralismo y el derecho internacional son cuestionados y hacen aguas. Palestina sufre lo que desde muchos sectores se denomina el “mayor genocidio reciente narrado en directo” sin que se tomen medidas contundentes para frenarlo. Muchas familias no llegan a final de mes, otras ni siquiera comen dos veces al día… Vivimos una guerra contra la vida en todas sus formas.



La obscenidad de las cifras es insoportable: en gasto militar mundial en 2023 ascendió a 2,44 billones de dólares y mientras tanto, se estima que el déficit en la financiación para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible está en 4 billones. Dinero hay, el problema es dónde, para qué y para quién.



Recientemente, la columnista del diario The Guardian Naomi Klein denunciaba la capacidad humana de vivir con este tipo de atrocidades “de hacer las paces con ellas y beneficiarse de ellas”. ¿Dónde queda Afganistán, Sudán, República Democrática del Congo? ¿Dónde el Mediterráneo convertido en la mayor fosa común del planeta? ¿Cómo podemos vivir mientras el mal campa a sus anchas de forma impune?



Leyes que garanticen la humanidad



Ante esta banalidad generalizada del mal, tenemos dos posibilidades: ignorarla (o, en el mejor de los casos, tomar alguna medida tibia para mostrar que algo se hace) o enfrentarla desde una humanidad radical. Es simple: se trata de elegir entre políticas de paz o políticas de guerra; entre la humanidad o la barbarie.



Este mes se cumplen dos años de la aprobación de la Ley de Cooperación en el Congreso. Entonces, a pesar del clima de confrontación, se consiguió un apoyo casi unánime a una ley cuyo objetivo es contribuir a la garantía de vidas dignas en todo el planeta. Se entendió, de este modo, como una política de Estado. Un consenso nada desdeñable en un contexto en el que, como hemos dicho, los valores esenciales de la humanidad se desmoronan.



En este tiempo, se ha avanzado mucho en la consolidación de su contenido y eso es motivo de alegría; pero hay una cuestión clave que debe avanzar de manera urgente: la financiación. Los enormes desafíos globales que afrontamos no pueden ser respondidos tan solo con palabras; tomar medidas que estén a la altura exige recursos que sirvan para garantizar derechos y abrir caminos de esperanza. España solo destina el 0,24% de su Renta Nacional Bruta a cooperación, un porcentaje que nos deja a la cola de Europa (con un 0,51% de media) y muy lejos del histórico 0,7%, contemplado también en la Ley. Sevilla acoge a finales de junio la IV Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo; la sociedad civil de todo el mundo mirará hacia acá y exigirá medidas que pongan fin a las reglas fiscales injustas que rigen el planeta. No podemos esperar más, el momento es ahora.



La realidad exige también estructuras fuertes y eficaces que lleven a la práctica el contenido de la Ley; en ese sentido, es fundamental reforzar a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la AECID, que aún arrastra la profunda reducción de recursos que sufrió la década pasada y que han derivado en una situación de debilidad preocupante. Su presupuesto y capacidades deberían multiplicarse; y esto tampoco puede esperar.



Una oportunidad ineludible



Al acabar la II Guerra Mundial, la comunidad internacional se puso de acuerdo para que las barbaridades ocurridas no volvieran a suceder. No podemos olvidar ese “never again”; un nunca más para nadie, en ningún lugar del mundo. Cada quien tiene que asumir las responsabilidades que le corresponden. Este mes, acudiremos al Congreso y al Senado a recordárselo a los partidos políticos; tomar este tipo de medidas no es una opción sino una obligación.



Los cumpleaños deberían servir no solo para festejar, sino también para analizar el camino y seguir mejorando a cada paso. Los dos años de la Ley de Cooperación son una excelente oportunidad para valorar el trabajo bien hecho, pero sobre todo para apostar por esa humanidad radical que tanta falta nos hace. El Gobierno y los partidos políticos tienen en su mano la posibilidad de apostar por políticas coherentes con la solidaridad, paz y derechos humanos. Los malos vientos que todo lo inundan no pueden llevarnos a desesperanza. Como dice la activista antirracista Angela Davis, tenemos el deber de “asumir la esperanza como disciplina”. Existen medidas políticas que abren puertas de luz en medio de la barbarie; como ciudadanía debemos exigirlas y los gobiernos deben llevarlas a la práctica. Y así, siempre; hasta que la paz, el bienestar global, la dignidad y la humanidad sean costumbre.



Javier Ruiz Gaitán es presidente de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo.
El fantasma del Blog
Argelia reaviva el debate por las explosiones nucleares francesas en el Sáhara 65 años después



Argel reclama a París que descontamine las zonas donde Francia efectuó sus primeras pruebas atómicas y compense a miles de civiles afectados por la radiación






Juan Carlos Sanz
Rabat
25 FEB 2025 - 05:40 CET




El general Charles De Gaulle ordenó en febrero de 1960 la detonación de la primera bomba atómica francesa en el desierto del sur de Argelia. Aquella prueba fue un alarde de poderío, de la “grandeur” con la que el héroe de la Francia antinazi quiso marcar su presidencia (1959-1969). Y también fue una exhibición de colonialismo sin escrúpulos ni ambages, según sus críticos. El entonces presidente de Francia urgió el estallido en la atmósfera de un artefacto nuclear de 70 kilotones, cuatro veces más potente que el de Hiroshima, ante la cercanía de la independencia argelina, que el Gobierno de París acabó reconociendo en 1962 tras ocho años de sangrienta guerra colonial. Francia siguió efectuando pruebas atómicas subterráneas hasta 1966 en Argelia, en virtud de un acuerdo secreto, y abandonó después el país norteafricano, dejando un rastro de contaminación nuclear perdurable y a unos 40.000 civiles, en su mayoría nómadas, afectados por la radiación.




En medio de una de las peores crisis diplomáticas con París desde la independencia, el presidente argelino, Abdelmayid Tebún, ha advertido de que resulta “imperativo” que Francia deje de “ocultar bajo la alfombra” su obligación de descontaminar las zonas donde efectuó pruebas nucleares en territorio argelino. El mandatario declaró a comienzos de mes al periódico francés L’Opinion que es preciso evitar que se convierta en “irreparable” la actual ruptura diplomática con la antigua potencia colonial, agravada tras el reconocimiento francés de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, expresado el pasado octubre en Rabat por el presidente francés, Emmanuel Macron.




La escalada entre París y Argel no ha dejado de crecer desde el giro de Macron en favor del plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental, donde Argelia respalda al Frente Polisario, que defiende la independencia del territorio de la antigua colonia española tras un referéndum de autodeterminación. La detención y encarcelamiento el pasado noviembre del escritor franco-argelino Bualem Sansal, crítico con el Gobierno de Tebún, a su llegada al aeropuerto de Argel disparó la tensión bilateral hasta cotas no alcanzadas en las dos décadas anteriores.



El pasado día 13, coincidiendo con el 65º aniversario de la primera prueba atómica, que se llevó a cabo en Reganne, 1.800 kilómetros al sur de Argel, el presidente del Parlamento argelino, Ibrahim Bugali, reclamó a Francia “un compromiso moral” para reconocer oficialmente su responsabilidad en los “crímenes contra la humanidad y el medio ambiente” de las 17 explosiones nucleares (4 en superficie y 13 subterráneas) efectuadas en Argelia, según informa EFE.



“Esta página oscura de la historia colonial”




En un inusual acto conmemorativo organizado en la sede del legislativo, Bugali recordó que los franceses abandonaron grandes cantidades de residuos radiactivos sin limpiar las tierras contaminadas, y que tampoco dejaron un registro para localizar los lugares afectados. “Esta página oscura de la historia colonial que aún proyecta sombras no puede cerrarse sin que Francia asuma su responsabilidad histórica y legal”, advirtió el presidente de la Asamblea Nacional Popular.




Un informe secreto de la Comisión de Energía Atómica francesa, desclasificado en 2013, fijaba en 150 kilómetros el diámetro de la zona más afectada por la contaminación causada por la primera prueba atómica, y afirmaba que los efectos de la nube radiactiva habían sido detectados en áreas de África y el sur de Europa. Francia recurrió después a las pruebas subterráneas en el macizo del Hoggar, también en el sur argelino. En 1962, sin embargo, se produjo una gran fuga radiactiva en un perímetro donde residían numerosos grupos de nómadas y alguna población sedentaria, según un informe militar declarado entonces como de alto secreto.



El presidente de la Asociación de Víctimas de las Pruebas Nucleares Francesas, Ahmed Mahmudi, recuerda que durante su servicio militar fue destinado en 1992 a tareas de vigilancia en túneles donde se efectuaron explosiones atómicas. “No se sabía que esa zona estaba contaminada, y se produjeron robos de placas metálicas. Nuestra asociación ha registrado 2.225 afectados, con numerosos casos de cáncer, especialmente de leucemia”, aseguró en el acto organizado por el Parlamento argelino, según informa el diario El Watan.



El Consejo de la Nación argelino, equivalente al Senado, votó también el día 13 un texto legal que impone a Francia la “responsabilidad” en la limpieza de las zonas donde se registraron pruebas nucleares en el Sáhara. La ministra argelina de Medio Ambiente, Nayiba Yilali, afirmó que “Francia debe asumir plenamente sus responsabilidades históricas, morales y jurídicas en la eliminación de los residuos radiactivos”.



La abogada argelina Fatma-Zohra Benbraham acusa a Francia de haber cometido “crímenes contra la humanidad” al haber utilizado a civiles argelinos como “cobayas”. “Argelia debe obtener una reparación material y moral para las víctimas”, asegura esta historiadora del derecho, que ha estudiado los documentos secretos desclasificados por el Gobierno francés, citada por el diario El Muyahid. La jurista defiende la concesión de “una indemnización para los supervivientes de las pruebas nucleares y los descendentes de las familias afectadas”.




Nicolas Sarkozy ya buscó en 2007 durante su mandato presidencial un acuerdo con Argelia para llevar a cabo estudios sobre contaminación radiactiva. En 2012, el presidente François Hollande también intentó avanzar en una solución al contencioso de los centros de experimentación atómica, donde los niveles de radiactividad siguen siendo superiores a los normales 65 años después.




Cáncer y anomalías congénitas





Historiadores y organizaciones de la sociedad civil han documentado las consecuencias de las pruebas nucleares francesas en Argelia, que dejaron un rastro de casos de enfermedades oncológicas, embarazos malogrados y anomalías congénitas entre la población civil. Solo un ciudadano argelino figura entre las 545 víctimas indemnizadas (en su mayoría de la Polinesia Francesa, otro escenario de explosiones nucleares galas) por el llamado Comité de Indemnización de las Víctimas de Pruebas Nucleares creado 2009, según una información publicada por Le Monde. Militares y funcionarios franceses destinados en las zonas de las detonaciones de bombas atómicas — 11 de las cuales se efectuaron tras la independencia de Argelia— también se vieron afectados. Las autoridades siguen manteniendo vallados en el desierto los puntos más contaminados, a los que solo se puede acceder con medidas de protección por un corto periodo de tiempo.




“Si Francia plantea una reconciliación [diplomática], no podrá lograrse si no se tiene en cuenta seriamente la cuestión [de la experimentación] nuclear”, concluye el historiador argelino Hosni Kituni, en declaraciones a la agencia EFE. “El clima es dañino. Estamos perdiendo el tiempo. Es indispensable acometer la descontaminación desde un punto de vista humano, moral, político y militar”, ha puntualizado el presidente Tebún en su entrevista publicada en Francia. “Podíamos haberlo hecho con los estadounidenses, los chinos o los rusos”, puntualiza, “pero Argelia debe hacerlo junto con Francia para saber con precisión dónde están enterrados los materiales [radiactivos]”.
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La locura médica y sádica de Francisco Macías, el 'monstruo español' que se escapaba a la López Ibor perseguido por la Policía




Antonio Caño, corresponsal en Guinea Ecuatorial durante la detención, juicio y ejecución de Francisco Macías Nguema, conoce como nadie al sátrapa africano, ferviente admirador de Franco e hijo de un brujo fang del clan de los Esangui. Desequilibrado y paranoico, su expediente médico explica sus comportamientos extremadamente crueles





El Mundo
ANTONIO CAÑO
25/02/2025 00:32




Solo una mente enferma puede explicar cierto proceder en algunas ocasiones. Todos los dictadores están locos, en el sentido popular del término. Ningún ser humano que responda a la pauta que damos por normal puede ordenar a otro hundir un clavo en la sien de su enemigo y seguir con su almuerzo sobre el mantel de hilo francés. Cuando Teonesto, sin duda mi mejor fuente sobre Francisco Macías, me contaba alguna de las escenas familiares en la sala de estar de su casa o en el campo, durante el fin de semana, me resultaba imposible reconocer, en aquel individuo que quizá sentaba alguna vez a mi alumno sobre sus piernas para contarle un cuento o una anécdota de su niñez, a la bestia que acudía en persona a la prisión para comprobar que sus órdenes macabras habían sido cabalmente ejecutadas y que su rival, en efecto, yacía sobre un río de sangre.
Puede haber dudas de si Macías fue siempre un loco o lo volvió loco el uso arbitrario del poder, algo que sucede más de lo que imaginamos, y no solo entre tiranos de países primitivos y remotos. Pero lo que es evidente por lo que conocemos de él es que estamos ante un auténtico desequilibrado, un paranoico que sospechaba de todos, que sintió la necesidad de eliminar a todos y cada uno de sus rivales por miedo a que acabaran con él, que fue reduciendo el círculo de confianza hasta el límite de su familia más cercana, su mujer y sus hijos, y que acabó solo, rumiando su odio, rodeado de muros y alambres de espino, encerrado en su palacio, convertido en su propia prisión.
Muchos de sus contemporáneos han hecho esfuerzos para penetrar en su personalidad, buscando ángulos positivos o explicaciones que sean capaces de justificar una conducta tan dañina.




Se le reconocen dotes de mando, firmeza, energía para movilizar a su pueblo; carisma, si queremos traducirlo a un lenguaje político más reciente. Puedo admitir que nos faltan, como mentes occidentales que somos, recursos culturales que pueden ser inherentes al lugar de procedencia, y que eso nos puede hacer difícil apreciar cualidades que no son comunes o necesarias en nuestro propio entorno. Quiero decir que, en efecto, lo que sirve en Europa no necesariamente tiene que ser válido en África y viceversa. Pero tampoco es aceptable disfrazar de cultura nativa la negación o el incumplimiento reiterado de lo que tiene que ser exigible a cualquier ser humano: el respeto a la vida y la libertad de los demás. Algunas de las virtudes que se mencionan de Macías, se le achacaban también a Idi Amin, otro maestro en el arte del exterminio de oponentes.
Pura bazofia argumental: durante años han pasado por productos indígenas y antioccidentales quienes solo eran déspotas y salvajes.
En el caso de Macías, su brutalidad no está justificada por su locura, pero sí pueden hallarse algunas explicaciones a su conducta en su ficha médica. En el caso de que esta fuera conocida, por supuesto, porque lo cierto es que, aunque se sabe que fue sometido a tratamiento psiquiátrico, jamás se ha desvelado cuál era en realidad su enfermedad. Tampoco él llegó a contar nunca a nadie de qué exactamente se estaba tratando.




Durante los días que pasó en Madrid como miembro de la delegación guineana en la Conferencia Constitucional desaparecía de vez en cuando con cualquier excusa creíble para asistir a la consulta del doctor López Ibor, entonces el más reputado psiquiatra de España. Macías era permanentemente seguido por la policía cada vez que visitaba nuestro país. Existe, por tanto, constancia documental sobre esas visitas, al menos tres a lo largo de 1967.
No fue el único médico al que consultó. Seguro que por consejo del embajador español en la ONU, Jaime de Piniés, se hizo examinar al menos en un par de ocasiones por su hermano, el doctor Félix de Piniés, que trabajaba entonces en una clínica psiquiátrica en Nueva York. Tampoco de allí se obtuvo información sobre el tratamiento aconsejado. Lo que cuentan sus acompañantes y colaboradores en diferentes etapas de su vida es que sufría frecuentes dolores de cabeza, tan fuertes que en ocasiones le hacían perder el sentido. El suplicio se le prolongaba durante horas y era de tal grado que algunos a su alrededor lo creían ver a veces a punto de quitarse la vida. Él mismo estaba convencido de que sufría un cáncer cerebral, pero debía de estar equivocado porque nunca se le desarrolló esa enfermedad.




En todo caso, era frágil de salud. En la infancia había padecido una tuberculosis que estuvo cerca de impedirle llegar a la vida adulta. Eso le dejó secuelas respiratorias que se le sumaron a sus malas digestiones y su continuo malestar estomacal.
Puesto que daba por seguro que los dioses no le enviarían ningún mal, los reproches y sospechas por sus problemas físicos tenían destinos puramente terrenales. Todo ello agudizó su desconfianza con quienes estaban a su servicio y lo obligó a permanecer alerta ante un posible intento de envenenamiento o cualquier adulteración de los alimentos y las medicinas que tomaba.
Estaba obsesionado con la idea de que, de una u otra forma, todos querían matarlo. Tal era el miedo que tenía a la enfermedad, recuerda Agustín Nze, que en una ocasión sancionó con la pérdida de tres meses de salario a uno de sus ministros por haberle enviado un escrito manchado por error con la tinta del papel carbón que se usaba para hacer copias en la máquina de escribir. La falta fue descrita como «intento de contaminación de la salud del jefe del Estado». No se conoce el castigo, pero probablemente fue mayor para el delegado del Gobierno que se atrevió a toser a su lado y al que se acusó de «intento de pasar microbios al jefe de Estado». Es fácil imaginar la angustia del funcionario que tenía que encontrar los cargos apropiados para los hechos punibles que le describía el presidente. Y más aún, el pavor de quienes desempeñaban su actividad cerca de él, siempre al albur de un destino incierto.




Sus ataques de rabia coincidían en ocasiones con episodios de quebranto de su salud y los hacían doblemente peligrosos.
Todo el mundo sabía que había que quitarse de enmedio cuando estallaba uno de esos arrebatos porque era capaz de cualquier cosa. En ese estado apareció más de una vez en la cárcel de Bata para ultimar a una víctima con su propia pistola, sin que nadie, desde Mónica al carcelero, osara cruzarse en su camino o recomendarle recuperar la compostura. Fuera cual fuera su demencia, se traducía de forma habitual en la persecución obcecada de un grupo concreto. Si antes habían sido los españoles, en el arranque de 1971 serían los portugueses y así sucesivamente los nigerianos, los religiosos o los estudiantes.




Este texto es un extracto de 'El monstruo español. Francisco Macías y el fin de la aventura colonial en Guinea' (La Esfera de los Libros), el nuevo libro del periodista Antonio Caño, a la venta desde el 26 de febrero.
El fantasma del Blog
La ofensiva del M-23 en el este del Congo afianza el expolio de los minerales de sangre por parte de Ruanda



El avance del grupo armado apoyado por tropas ruandesas en la región de Kivu ofrece a ese país un control directo de la explotación de materias primas congoleñas que Kigali exporta como propias





Trinidad Deiros Bronte
Madrid - 26 FEB 2025 - 05:40 CET




Ruanda exportó oro por valor de 852 millones de euros a los Emiratos Árabes Unidos en 2023, un 75% más que los cinco años anteriores, según datos de la ONU analizados por la agencia Reuters. El misterio de que un país más pequeño que Bélgica y sin grandes depósitos conocidos de ese mineral pudiera quintuplicar de repente esas exportaciones, siguió a una secuencia temporal reveladora. En noviembre de 2021, en la vecina República Democrática del Congo (RDC), una vieja milicia apoyada por Ruanda, el M-23, inició una ofensiva por la que se fue apoderando de gran parte de la región histórica oriental de los Kivus y que culminó el 16 de febrero con la toma de Bukavu, capital de Kivu del Sur, tres semanas después de que los rebeldes se hicieran también con el control de Goma, capital de Kivu del Norte. El este de la RDC concentra el grueso de las enormes reservas minerales del país: cobalto, casiterita, diamantes, tungsteno, manganeso, coltán. Y oro, entre otros. Estas claves explican cómo Ruanda, a través del M-23, se asegura un acceso directo a esos minerales definidos como “de sangre” por su papel clave en la perpetuación de la guerra en la RDC.



¿Cuál es el origen del conflicto que afecta al Congo?



Entre 1996 y 2003, Congo vivió dos guerras sucesivas. El origen del conflicto tuvo inicialmente tres causas principales, según un análisis de Jason Stearns, director del Grupo de Estudios sobre el Congo: el colapso de 32 años de dictadura de Mobutu Sese Seko; el contagio del genocidio de 1994 en Ruanda —cuando muchos de sus perpetradores, disimulados entre un millón de refugiados hutus, huyeron a la RDC—, y conflictos locales por la tierra, la ciudadanía y el poder. Especialmente entre quienes se definen como “autóctonos” y congoleños hutus y tutsis de origen y habla ruandesa, asentados en Congo desde hacía generaciones. Los sucesivos grupos armados tutsis apoyados por Ruanda en Congo, como el M-23, se presentan como defensores de esa comunidad discriminada, a cuyos miembros se conoce en la RDC como “transplantés” (trasplantados). El presidente ruandés, el tutsi Paul Kagame, justifica la actual ofensiva del M-23 con ese argumento, aunque niega que su país esté detrás.



¿Cómo empezó el saqueo?



La huida de genocidas al entonces Zaire provocó que el Ejército Patriótico Ruandés, liderado por Kagame, invadiera el Congo en 1996 so pretexto de darles caza y en apoyo de la rebelión de Laurent-Désiré Kabila, que derrocó a Mobutu. El expolio empezó con el saqueo de grandes cantidades de estaño y oro almacenadas en el este de la RDC, pero fue en la segunda guerra de Congo (1998-2003) cuando se hizo sistemático, algo que tuvo mucho que ver con el gran aumento a finales de esa década del precio de la columbita-tantalita o coltán, un mineral del que se calcula que el Congo tiene entre el 7% y el 8% de las reservas mundiales. El coltán posee propiedades superconductoras de la electricidad y se utiliza en móviles y ordenadores, pero también para fabricar armas de última generación. Kigali empezó entonces a exportar ese mineral congoleño etiquetándolo como ruandés.



Un informe de 2001 del grupo de expertos para el Congo de la ONU describía cómo los mismos camiones y aviones que llevaban armas y soldados desde Ruanda a la RDC volvían cargados de coltán, diamantes y oro. En un segundo informe, de 2022, se detallaban los vínculos del régimen ruandés con organizaciones criminales internacionales como la del traficante de armas ruso Viktor Bout, y el uso de compañías aéreas vinculadas con el entorno de Kagame, como Jambo Safari, propiedad de Modeste Makabuza, un consejero del presidente. El director de la empresa Eagle Wings Resources International, que comerciaba con coltán congoleño, era Alfred Rwigema, cuñado del mandatario.



Una fachada comercial



Tras los acuerdos de paz de 2002, Ruanda y Uganda retiraron sus tropas del Congo, pero ambos siguieron beneficiándose del contrabando de minerales. Kigali, que se aprovechó de la fragilidad del Estado congoleño y de la corrupción, estableció una explotación indirecta del coltán al utilizar “mecanismos de control económicos” por los que reemplazó a “los directores congoleños de entidades paraestatales” con hombres de negocios ruandeses para dar a su actividad una fachada comercial, explica el informe de 2002. Otro mecanismo ha consistido en dar apoyo a sucesivos grupos armados que le han ofrecido acceso al maná minero.



Incluso antes de que el M-23 se apoderara el pasado abril de la mina de coltán más grande de los Grandes Lagos —la de Rubaya (Kivu del Norte)—, camiones con el mineral salían de ella hacia Ruanda, explica bajo anonimato a este diario un congoleño tutsi. Congo exportó 1.918 toneladas de coltán en 2023; Ruanda, 2.070 toneladas, según datos oficiales recopilados por Ecofin. Ese año fue el quinto desde 2014 en que Kigali exportó más coltán que su vecino. En agosto, el propietario de la empresa que explotaba la mina de Rubaya, Bisunzu Mining Company, el diputado Édouard Mwangachuchu, fue condenado a muerte, conmutada a cadena perpetua, por traición por su complicidad con el M-23. Mwangachuchu es un tutsi con doble nacionalidad congoleña y ruandesa.


Territorio y riquezas



La región histórica de Kivu es un espacio de confrontación geopolítica por el territorio y sus riquezas entre la RDC, Ruanda y Uganda. Kigali la considera una zona de expansión natural para su economía, su población e incluso su ganado, que escapa del control del frágil Estado congoleño. Antes de esta ofensiva del M-23, Ruanda había mostrado su irritación por la decisión de Kinsasa de permitir operaciones militares conjuntas con tropas ugandesas en el este del Congo para luchar contra un grupo armado islamista de origen ugandés, las Fuerzas Democráticas Aliadas. Ese temor a la influencia ugandesa tiene varios motivos, entre ellos el acceso al oro congoleño. Uganda también exporta más cantidad de ese metal precioso de la que produce.



La ofensiva del M-23 otorga a Ruanda ventaja sobre Uganda. Le asegura el control de sitios mineros cruciales y un corredor de transporte entre Kigali y las ciudades orientales de la RDC, claves en su objetivo de convertir a su capital en el centro regional de comercio y procesamiento de materias primas estratégicas. Para ello está construyendo varias plantas de refinado, entre ellas de coltán, lo que aumentará su valor añadido. Este plan depende en parte de ese “acceso privilegiado a los recursos minerales congoleños” y la conversión de “la frontera ruandesa en el principal punto de entrada y salida de las materias primas congoleñas”, destaca la Iniciativa Mundial contra la Delincuencia Organizada Transnacional.



Desde que el M-23 controla minas como la de Rubaya, al menos 150 toneladas de coltán “son exportadas de manera fraudulenta cada mes hacia Ruanda y mezcladas con la producción ruandesa”, según el último informe del grupo de expertos de la ONU. Los beneficios son de 800.000 dólares mensuales (773.000 euros).



Una reacción tardía



Hasta el 40% del presupuesto ruandés procede de la ayuda internacional. En 2012, cuando el M-23 tomó también Goma, la suspensión de 240 millones de dólares para Ruanda de varios donantes por su respaldo a la guerrilla forzó la retirada de esta en una semana. Kigali apoya ahora al M-23 con hasta 4.000 soldados, según la ONU, pero la reacción internacional ha tardado. El pasado jueves, Washington sancionó a James Kabarebe, ministro ruandés para la Integración Regional y mano derecha de Kagame, y al portavoz del M-23 Lawrence Kanyuka. El viernes, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó la ofensiva del grupo en Congo e instó a Kigali a dejar de apoyarlo, y este lunes la UE anunció futuras sanciones contra Ruanda, que condicionó a la “evolución sobre el terreno”. La jefa de la diplomacia comunitaria, Kaja Kallas, precisó que los Veintisiete no revocarán el polémico memorando que Bruselas firmó con Ruanda en 2024 para facilitar la importación de minerales como el coltán, sino que lo “revisarán”.



Jason Stearns atribuye en otro análisis esa actitud ante Ruanda, que puede considerarse tibia, al declive del multilateralismo o a la multiplicación de crisis en el mundo, pero cita otra causa: el régimen de Kagame “ha sabido hacerse útil” a Occidente. Por ejemplo, proporcionando casi 6.000 soldados a la ONU u ofreciéndose a acoger a migrantes expulsados del Reino Unido. En la guerra sin fin del este del Congo, al menos 7.000 personas han muerto solo desde enero, según el Gobierno del país.
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Hallada la presencia más antigua de nuestra especie en una selva: hace 150.000 años en Costa de Marfil



El anterior registro en el continente era de hace apenas 18.000 años. El descubrimiento de herramientas en bosques tropicales cuestiona que ‘Homo sapiens’ tenga un único origen en las llanuras africanas




Nuño Domínguez
26 FEB 2025 - 17:00 CET



A principios de los años 80, una expedición científica de la Unión Soviética y Costa de Marfil tuvo éxito en una misión que parecía imposible. Encontraron rastros humanos en plena selva tropical: herramientas de piedra esculpidas por el Homo sapiens hacía miles de años. La tecnología del momento no pudo precisar la fecha exacta. Pasaron los años, el lugar de las excavaciones quedó olvidado, y las herramientas encontradas se perdieron en 2011 durante la segunda guerra civil que azotó Costa de Marfil.



En 2020, otro equipo guiado por uno de los científicos que hicieron el descubrimiento original volvió a localizar el yacimiento y a excavarlo. Los trabajos han permitido datar con precisión el lugar original en el que se hallaron las herramientas y determinar que las más antiguas son de hace 150.000 años. Es un hallazgo impresionante, porque hasta ahora la presencia más antigua de nuestra especie en zonas boscosas de África era de hace apenas 18.000 años.



Los nuevos datos cuestionan la teoría clásica sobre la evolución de Homo sapiens. Esta narrativa mantiene que los primeros miembros de la especie surgieron hace unos 300.000 años, probablemente en un paisaje abierto de sabana, pues los fósiles más antiguos se hallaron en estos entornos del este de África. Esa población original se extendió por el resto del continente y saltó a Asia y Europa. Hasta ahora se pensaba que las selvas tropicales actuaron como una barrera natural y quedaron fuera de esa expansión hasta fechas relativamente recientes.



“En los últimos años, gracias a nuevos datos genéticos y arqueológicos, nos hemos dado cuenta de que esa visión es falsa, y nuestro estudio es una prueba más de ello”, explica a este diario la paleoantropóloga Eslem Ben Arous, investigadora del Centro Nacional de Evolución Humana de Burgos, y primera autora del estudio, que se publica este miércoles en Nature, referente de la mejor ciencia mundial.



Parisina de 32 años, Ben Arous es experta en dos nuevas técnicas de datación de cristales de cuarzo en los sedimentos, que se han aplicado en las dos capas de terreno del yacimiento marfileño. Los resultados muestran que una de ellas indica presencia humana continuada desde hace 150.000 años hasta hace 50.000. La franja más reciente arroja presencia sapiens hace entre 20.000 y 12.000 años. El análisis del polen y otros compuestos demuestran que esta zona de Costa de Marfil estaba cubierta por bosques lluviosos.



Bea Arous explica: “Durante décadas, la investigación sobre el origen de nuestra especie en África se ha centrado en áreas con un alto potencial de descubrimiento de fósiles: entornos abiertos como pastizales y sabanas abiertas, y zonas costeras”. “Estos dos entornos son particularmente importantes para comprender la dispersión de las poblaciones humanas dentro de África y más allá. Sin embargo, la sobrerrepresentación de estas regiones ha dado lugar a una visión dominante que siempre hemos aprendido en nuestros libros de texto escolares: nos expandimos desde un único origen”, añade. Además, es prácticamente imposible que fósiles humanos de hace decenas de miles de años se conserven en estos terrenos húmedos y cálidos. Muy pocos equipos osan excavar en la selva y por eso se sabe tan poco sobre la evolución humana en este entorno.



El nuevo hallazgo demuestra que nuestra especie habitó la espesura africana durante decenas de miles de años. También que, como era lógico pensar, estas fueron las primeras selvas del mundo en poblarse, aunque hasta ahora la presencia de sapiens más antigua en bosques lluviosos estuviese en Asia, hace unos 70.000 años. La conclusión principal del trabajo es que nuestra especie no tiene una única cuna, sino que hubo evolución conjunta de diferentes grupos en ambientes muy distintos, incluidas las selvas tropicales, resaltan los autores del hallazgo.



El yacimiento original, Bété 1, estaba situado a unos 20 kilómetros de la capital Abiyán, pero quedó destrozado en 2022 por la apertura de una mina. A pesar de ello, el marfileño Yodé Guedé, investigador del Instituto de Historia y Arqueología de Costa de Marfil, resalta: “Este descubrimiento es solo el primero de los que habrá, pues hay más yacimientos en bosques lluviosos del país esperando a ser estudiados”. Guedé fue uno de los líderes de la expedición soviético-marfileña de los 80, y uno de los autores principales de la investigación actual, junto a Eleanor Scerri, del Instituto Max Planck de Geoantropología, en Alemania.



El paleoantropólogo del CSIC Antonio Rosas, que no ha participado en el estudio, cree que este hallazgo apoya la idea de que Homo sapiens es una especie “panafricana”. “La imagen evolutiva típica de nuestra especie dando un paso después de otro no es correcta”, destaca. En realidad, habría muchos grupos en ambientes distintos, algunos aislados, otros en contacto, que fueron aportando diferentes rasgos físicos, cognitivos y culturales hasta conformar la fisonomía y el intelecto único del Homo sapiens, apunta. La “gran aportación” del nuevo estudio en Costa de Marfil, añade Rosas, es que ha realizado un sofisticado análisis de polen antiguo y otros compuestos bioquímicos de las plantas que demuestran fuera de toda duda de que esa zona era un bosque lluvioso hace 150.000 años.



Rosas destaca una paradoja: sabemos más sobre la evolución de los neandertales en Europa en esta época que de nuestra propia especie en África. Pero nuevas campañas en zonas inexploradas del oeste del continente están abriendo una nueva ventana a la evolución en paralelo de sapiens y neandertales. Hace poco más de un mes, Rosas anunció el descubrimiento de herramientas humanas de hace 40.000 años en Guinea Ecuatorial. El hallazgo, llevado a cabo en Río Campo, reveló que nuestros ancestros no solo sobrevivieron, sino que prosperaron en uno de los ecosistemas más desafiantes del planeta, gracias a una tecnología lítica avanzada y una notable capacidad de organización social. Las herramientas de los sapiens africanos eran muy parecidas a las de los neandertales coetáneos. Lo interesante es que los grupos sapiens de las selvas africanas “persistieron mucho en el tiempo”, hasta hace unos 20.000 años o incluso menos, resalta Rosas. Mientras, los neandertales se extinguieron hace unos 40.000 años, precisamente cuando Homo sapiens llegó a Europa.









Descubrimiento en Guinea Ecuatorial: Herramientas de piedra de hace más de 40.000 años revelan la adaptación humana a la selva tropical



Un hallazgo excepcional en Río Campo liderado por investigadores del CSIC y el IPHES aporta pruebas de la avanzada capacidad tecnológica y cultural de los primeros Homo sapiens en uno de los entornos más hostiles del planeta




Fecha de noticia:
Viernes, 10 Enero, 2025



Un equipo internacional de investigadores liderado por el profesor Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) con la destacada participación del Dr. Juan Ignacio Morales, del IPHES-CERCA, experto en tecnología lítica, ha documentado por primera vez la ocupación sistemática de las selvas ecuatoriales africanas por parte de Homo sapiens hace más de 40.000 años. Este descubrimiento, llevado a cabo en los yacimientos de Río Campo, en Guinea Ecuatorial, revela cómo nuestros ancestros no solo sobrevivieron, sino que prosperaron en uno de los ecosistemas más desafiantes del planeta, gracias a una tecnología lítica avanzada y una notable capacidad de organización social.



El estudio, publicado en la prestigiosa revista Quaternary Science Reviews, describe el hallazgo de herramientas de piedra que evidencian una tradición tecnológica sofisticada. Estas herramientas no solo reflejan un alto nivel técnico, sino también estrategias culturales y adaptativas que permitieron a estas comunidades humanas afrontar las dificultades de un entorno de densa vegetación, altas temperaturas y recursos impredecibles.



“Estas evidencias transforman nuestra comprensión de cómo los humanos modernos se adaptaron a entornos tan complejos como las selvas ecuatoriales africanas. Las herramientas encontradas reflejan tanto un conocimiento técnico avanzado como una capacidad extraordinaria de adaptación cultural”, explica el profesor Antonio Rosas, autor principal del estudio.



Un yacimiento excepcional en una región poco estudiada




Durante las prospecciones arqueológicas realizadas en la región de Río Campo, el equipo examinó 30 afloramientos estratigráficos correspondientes al Cuaternario. De ellos, 16 proporcionaron herramientas líticas de gran complejidad, datadas entre hace más de 76.000 y 20.000 años mediante técnicas de radiocarbono y luminiscencia estimulada ópticamente (OSL). Este intervalo sitúa la ocupación de la zona en la segunda mitad del Pleistoceno superior.



El Dr. Juan Ignacio Morales, investigador del IPHES-CERCA y experto en tecnología lítica, destaca la importancia de este hallazgo: “Las herramientas recuperadas en Río Campo evidencian una tradición tecnológica que conecta con otras industrias líticas del centro y sur de África, como el Achelense y el Sangoense. Esto apunta a una transmisión de conocimientos técnicos sostenida durante milenios y una herencia cultural profundamente arraigada”.



Entre los 418 artefactos líticos recuperados, destacan puntas bifaciales, núcleos Levallois y herramientas de gran tamaño asociadas a actividades de caza y procesamiento de materiales. Estas piezas no solo ilustran una gran destreza técnica, sino que también reflejan una planificación y organización que resultaron cruciales para la supervivencia en un entorno tan hostil.



África Central: un nuevo foco en la evolución humana



Tradicionalmente, las investigaciones sobre evolución humana se han centrado en regiones áridas o semiáridas de África. Sin embargo, este estudio pone de relieve la importancia de África Central como un escenario clave para entender la diversidad de estrategias adaptativas de Homo sapiens.



“Con los resultados de Río Campo, ampliamos el mapa del comportamiento humano prehistórico y situamos África Central como una pieza fundamental en la evolución cultural y biológica de nuestra especie”, afirma Rosas. El descubrimiento, además, demuestra que las selvas tropicales, a pesar de sus condiciones ambientales adversas, fueron escenarios esenciales en la historia evolutiva de los humanos modernos.


Perspectivas futuras




Este hallazgo abre nuevas líneas de investigación sobre cómo los primeros Homo sapiens se adaptaron a contextos ambientales extremos y complejos. El equipo planea continuar con excavaciones y análisis detallados en Guinea Ecuatorial para profundizar en la comprensión de las primeras ocupaciones humanas en África Central y su relevancia en la evolución de nuestra especie.



“La fabricación de herramientas tan complejas no solo implica un conocimiento técnico avanzado, sino también una transmisión cultural estructurada a lo largo del tiempo”, concluye Morales. Este descubrimiento refuerza la idea de que África Central fue un crisol de innovación y adaptación tecnológica, desempeñando un papel crucial en la historia de Homo sapiens.




IPHES Comunicación / CSIC Comunicación

comunicacion@csic.es





Referencia científica:
Rosas, A., Tabernero, A., Fidalgo, D., Fero, M., Ebana, C., Ornia, M., Fernández, J., Sánchez, S., Morales, J.I. (2024). Middle Stone Age (MSA) in the Atlantic rainforests of Central Africa. The case of Río Campo region in Equatorial Guinea. Quaternary Science Reviews, 349 DOI: 10.1016/j.quascirev.2024.109132

El fantasma del Blog
Los refugiados en Goma, obligados de nuevo a desplazarse: “Aquí podemos morir fácilmente”



Las cerca de 700.000 personas que vivían en los campamentos en los alrededores de esta ciudad de República Democrática del Congo se ven forzadas a regresar a sus hogares ahora que el M23 consolida su control en el territorio





Joost Bastmeijer
Goma (República Democrática del Congo)
27 FEB 2025 - 05:30 CET



En las calles de Goma, al este de la República Democrática del Congo, la vida parece continuar con normalidad. Sin embargo, junto a los numerosos mototaxis que circulan y las pequeñas tiendas que han vuelto a abrir, todavía hay cascos vacíos en las cunetas. Todos los días se encuentran bombas y granadas sin explotar: son restos de la sangrienta batalla entre la milicia rebelde del M23 y el ejército congoleño que tuvo lugar en estas calles hace apenas unas semanas. Tras el asedio de Goma, el M23, un grupo armado bien entrenado, ha estado a cargo de la ciudad, que trata de reponerse del horror. Los enfrentamientos de enero dejaron cerca de 3.000 fallecidos, según cálculos de la ONU, y a decenas de miles de desplazados que se debaten si continuar en los campos de refugiados vecinos o regresar a sus pueblos para estar más seguros.



Sin embargo, en las afueras de Goma, todavía se producen tiroteos, saqueos y robos por las noches. Los transeúntes enfurecidos prenden fuego a los ladrones. Por lo que, a lo largo de la ruta principal occidental hacia Sake, otra ciudad de la provincia, yacen varios cuerpos carbonizados.



Esa carretera también pasa por el campamento de Bulengo, en el lado oeste de la ciudad. El ambiente es caótico. Muchas de las 700.000 personas desplazadas que huyeron a Goma desde principios de año por la violencia asociada al avance del M23, al que la ONU acusa de haber cometido ejecuciones y asesinatos en masa de civiles, se han alojado aquí y al norte de la ciudad en tiendas de campaña. Ahora, la milicia teme que los campamentos densamente poblados sean un caldo de cultivo para la rebelión contra sus nuevos líderes. Según los desplazados, se les ha dado un ultimátum para que abandonen el campamento; una afirmación que el M23 niega. Las pocas organizaciones humanitarias que aún están presentes en los campamentos (muchos trabajadores humanitarios huyeron en la toma de Goma) se han visto obligadas a cesar sus actividades.



La clínica del campamento funcionó hasta mediados de febrero, según cuenta Thierry Allafort-Duverger, director de programas de Médicos Sin Fronteras Francia en Goma. “El 14 de febrero por la tarde, lo retiramos todo; de lo contrario, lo habrían saqueado”. Allafort-Duverger dice que hombres desconocidos siguen atacando y saqueando letrinas, clínicas y otras estructuras de las ONG en los campamentos. “Se llevan todo lo que pueden: hierro, acero, tanques de agua y láminas de acero”.



Allafort-Duverger, que describe el panorama en los refugios como “realmente tenso”, teme que la situación humanitaria se deteriore rápidamente. “Si los estadounidenses deciden recortar una gran parte de los fondos de USAID que llegan a las ONG y a la agencia de refugiados ACNUR aquí, tendrá consecuencias”, afirma.



“Algunas personas han pasado dos años en los campamentos”, dice, y alerta de que habrá quienes regresen a sus pueblos y no encuentren nada. “¿Seguirán allí sus casas? ¿Seguirán siendo dueños de sus tierras de cultivo? ¿Cómo van a vivir si no pueden cosechar nada en un futuro próximo? ¿Habrá violencia? Si las ONG y los organismos de la ONU no pueden hacer realmente su trabajo, será un gran desastre”, advierte Allafort-Duverger.



La sangrienta toma de Goma, la capital provincial de Kivu Norte, es un hito en un conflicto que ha estado asolando la región durante décadas. Las tensiones étnicas y la lucha por materias primas provocaron dos guerras devastadoras entre 1996 y 2003, que costaron la vida a millones de personas. Durante las guerras, se formaron más de un centenar milicias en la zona, entre ellas el M23 que es, ahora, la más grande y recibe apoyo de Ruanda. El movimiento rebelde afirma proteger a los tutsis del este del Congo de las milicias hutus, que huyeron a través de la frontera tras el genocidio de Ruanda de 1994. La magnitud del conflicto es tal, que ya se han sumado Burundi y Uganda, y aumenta la amenaza de una tercera guerra regional.



“¿A dónde vamos?”




Hay conmoción en todo el campamento Bulengo, mezclada con el martilleo de hombres y mujeres que desmontan sus tiendas de campaña hechas a mano. Las huellas de miles de ellas aún son visibles en el suelo negro. Al menos la mitad de los desplazados ya han empacado sus pertenencias y se han ido. “¿A dónde vamos?”, pregunta un hombre. Una mujer responde: “No importa, si no nos vamos, dijeron que la Cruz Roja vendrá y nos llevará”. Todo el mundo parece saber lo que significa la alusión a la Cruz Roja, que ha sido la organización que ha estado despejando las calles de Goma de cadáveres.



Si los estadounidenses deciden recortar una gran parte de los fondos de USAID que llegan a las ONG y a la agencia de refugiados ACNUR aquí, tendrá consecuencias

Thierry Allafort-Duverger, director de programas de Médicos Sin Fronteras Francia en Goma





“Aquí podemos morir fácilmente”, dice Nikuze Habimana, de 33 años, aunque no menciona a quién le tiene miedo exactamente. Una venda se extiende alrededor de su frente con un gran fardo de todas sus pertenencias atado a ella. Su hijo está sentado en su cuello y sus pies están cubiertos de llagas y cicatrices. La familia regresa a su aldea de Mitumbala. El M23 ha dicho que ese ya es un lugar seguro, pero Habimana lo duda. Sin embargo, se va. “No tenemos otra opción”, lamenta.



Habimana se une a una interminable procesión de personas que avanza lentamente por las colinas y a lo largo de una extensión del lago Kivu hacia Sake, situada más al oeste. Muchos de ellos no saben si las casas de su pueblo natal siguen en pie, después de años de guerra. La carretera a Sake está llena de balas y un vehículo blindado quemado está parado al borde de la carretera.



Después de recorrer unos 20 kilómetros a través de una zona pantanosa, los desplazados llegan a Bambiro, un suburbio de Sake. Esta fue una de las principales líneas de defensa de Goma. Más vehículos blindados averiados en la antigua base del ejército congoleño y un edificio escolar con agujeros en el techo delatan los feroces combates que tuvieron lugar allí.



Unos cientos de metros más adelante, aparecen las primeras casas que han sido destrozadas a tiros. Después de que las bombas, granadas y morteros penetraran en los techos de chapa ondulada y explotaran, poco quedaba de las estructuras de madera. Un fuerte llanto viene de un patio de una de las casas. “Oh, mamá, ¿por qué te dejamos volver?”, llora Faida, de 32 años. Faida regresó del campo con sus hijos la semana pasada. Su madre ya había abandonado el campamento, justo antes de que comenzara el ataque a Goma. Cuando el resto de la familia llegó, encontró a la anciana muerta en su cama, alcanzada por una granada que había atravesado el techo. Ahora está enterrada junto a su casa, que fue bombardeada. “Esto es culpa de [Félix] Tshisekedi [el presidente de la RDC]”, solloza Faida. “Si hubiera estado dispuesto a hablar con los rebeldes, nunca se habría salido tanto de control”.



“¡Trrr, trrr, bam!”. Los hijos de Faida juegan a los soldados con los fragmentos de madera de la casa. El suelo está cubierto de trozos de metal y astillas de madera. Junto a la casa, en la tumba de su abuela, hay cascos, botellas de agua y uniformes del ejército abandonados. “No dejamos que los niños jueguen con ellos”, dice Faida. “Estas cosas son peligrosas”.
El fantasma del Blog
Los agricultores sudafricanos a los que una multinacional del tabaco dejó en la estacada



Pequeños productores denuncian que fueron utilizados por la multinacional British American Tobacco, que les apoyó financieramente para cambiar sus cultivos hace una década, pero les abandonó de repente, hundiéndolos en la pobreza




Christina Pitt
Thohoyandou, Sudáfrica
18 AGO 2023 - 05:30 CEST




Rabelani Mamagwa, de 37 años, inspecciona las coles en medio de la tierra que heredó de su abuela en Mianzwi, a las afueras de la ciudad de Thohoyandou, en el norte de Sudáfrica. Estos cultivos son su única y frágil fuente de ingresos y todavía faltan cerca de dos meses para la época de cosecha. Otros cuatro agricultores intentan ayudarla a averiguar por qué las hojas están salpicadas de pequeños agujeros. “Son las larvas de la polilla de la col”, asegura uno de ellos. “Necesitas químicos, si no estas coles no van a durar”, agrega otro. Mamagwa entorna los ojos hacia un sol implacable. Antes, la vida era mucho más fácil: el tabaco que crecía en sus tierras le aportaba unos ingresos mayores y más seguros que los que generan ahora sus coles.



Hablar de esa bonanza del pasado llena de rabia y tristeza a los habitantes de la zona. En 2011, la multinacional British American Tobacco South Africa (BATSA, por sus siglas en inglés) ofreció a Mamagwa y a los agricultores de la región una oportunidad con la que prometía mejorar sus vidas. “Un hombre nos dijo que BATSA estaba buscando agricultores negros a través de la Iniciativa para Nuevos Agricultores (EFI, por sus siglas en inglés) sudafricana, así que acudí a la reunión que se celebraba en un pueblo cercano. Dijeron que nos ayudarían a cultivar tabaco y que nos lo comprarían. Los únicos requisitos eran tener tierras de cultivo y acceso al agua”, explica la mujer.



Mamagwa firmó un contrato, pero no entendía todas las condiciones. “No lo leí y nunca nos dieron una copia”, se lamenta. “No volví a pensar en ello porque BATSA nos lo dio todo: equipos, fertilizantes, productos químicos, graneros para secar el tabaco y formación sobre gestión agrícola”, agrega. La mujer tenía hasta un mentor a su disposición.




Pero, en 2021, todo se esfumó de repente. “En enero de aquel año nos dijeron que recogerían parte de nuestra cosecha por última vez, pero que después tendríamos que dejar de cultivar tabaco por completo”, relata la mujer.



Las grandes tabacaleras han culpado al mercado ilícito de la disminución de sus ventas y de los despidos de trabajadores. Según Johnny Moloto, el portavoz de la filial sudafricana de BATSA, la Iniciativa para Nuevos Agricultores “se creó para formar y apoyar a personas desfavorecidas que querían cultivar tabaco y otras hortalizas”.



Dijeron que nos ayudarían a cultivar tabaco y que nos lo comprarían. Los únicos requisitos eran tener tierras de cultivo y acceso al agua


Rabelani Mamagwa, ex cultivadora de tabaco




Corne van Walbeek, director de la Unidad de Investigación sobre la Economía de los Productos Sujetos a Impuestos Especiales de la Universidad de Ciudad del Cabo, afirma que la utilización de los agricultores negros es una herramienta poderosa: “‘Transformación’ es una palabra de moda, y cuando a eso se le añaden los cultivadores negros de tabaco, puede hacer que la opinión pública simpatice con el sector tabacalero”.



“Agricultores incultos”



Moloto explica que, con el tiempo, BATSA decidió “que todos los agricultores se dedicaran exclusivamente a cultivos no tabacaleros” y asegura que en 2022, su programa apoyó a 79 agricultores, que plantaron 98 hectáreas de hortalizas mixtas.



“Este proyecto estaba destinado a mejorar la situación de los agricultores, pero BATSA no fue transparente con nosotros. Nos necesitaban y se aprovecharon de los agricultores incultos”, responde el exagricultor Lucky Ramabulana. Según él, la ayuda no fue suficiente para que muchos de los pequeños productores hicieran la transición, planificaran y ahorraran para pasar a otros cultivos. “Algunos nos endeudamos para poder seguir cultivando”, remacha.


Shadrack Sibisi, presidente de la Asociación de Cultivadores Negros de Tabaco (BTFA, por sus siglas en inglés), coincide con Moloto en que la grave situación de los agricultores se debe al crecimiento del mercado ilícito de tabaco. Los estudios muestran que, cuando el Gobierno sudafricano impuso una prohibición temporal del tabaco en 2020, algunos fabricantes locales llegaron a duplicar su cuota de mercado vendiendo cigarrillos ilegales.



Simplemente nos olvidaron. Tengo la sensación de haber sido utilizada

Rabelani Mamagwa, agricultora



Investigadores independientes estiman también que el mercado clandestino ha aumentado notablemente desde 2009 y ha experimentado un fuerte repunte en los últimos cuatro años debido, en parte, a la ineficacia del control fiscal. Una legislación más estricta sobre el tabaco, como la que se prevé en Sudáfrica, donde está sobre la mesa un proyecto de ley sobre Productos del Tabaco y Sistemas Electrónicos de Liberación de Nicotina, también será perjudicial para las empresas. El 7,5% de las muertes en Sudáfrica están vinculadas con el consumo de tabaco.


Francois van der Merwe, director de la compañía Limpopo Tobacco Processors, asegura que, si se aprueba esta nueva normativa, “el comercio ilícito aumentará y la demanda de tabaco legal disminuirá, mientras que el consumo global aumentará, como ha sucedido en los últimos siete años”. Su empresa lanzó a principios de este año una campaña para parar el proyecto de ley porque de esta forma se podrá controlar más efectivamente el comercio clandestino.


Moloto, de BATSA, también culpa a las autoridades de la precariedad de estos trabajadores. “Creemos que es importante que las grandes empresas colaboren y apoyen, pero es una pena que los agricultores de nuestro sector no reciban más protección y apoyo del Gobierno”, asegura.



Mamagwa recuerda la situación desesperada en la que quedó cuando perdió el apoyo de BATSA. “Fue muy duro. Pensé que BATSA mejoraría las cosas, pero ha hecho que sean peores”, recuerda. La agricultora mantiene a sus seis hermanos y, cuando cultivaba tabaco, logró pagar estudios a tres de ellos. Después, el dinero dejó de entrar y ahora todos intentan ganarse la vida como pueden. Mientras Mamagwa se prepara para ir a comprar los productos químicos que necesita para fumigar su cosecha de coles, señala un diploma que está enmarcado en una pared de su casa. “En 2016, conseguí el tercer premio de jóvenes Aspirantes a Agricultores. Me sentí muy orgullosa”, recuerda. “Pero ahora simplemente nos han olvidado. Tengo la sensación de haber sido utilizada”.
El fantasma del Blog
África abraza la energía nuclear



El continente cuenta con una única central en Sudáfrica y otra en construcción en Egipto. Sin embargo, ahora hasta 17 países desarrollan planes atómicos, sobre todo con apoyo de Rusia y China





José Naranjo
Nuakchot
26 FEB 2025 - 05:45 CET





Unos 700 millones de africanos, la mitad de la población, no tienen acceso a la electricidad. Con un proceso de industrialización a gran escala pendiente y una demografía explosiva —pasará de 1.400 millones de habitantes en la actualidad a unos 2.400 en 2050—, la brecha energética es uno de los grandes retos de África en este siglo. En la búsqueda de soluciones, hasta 17 países ha mostrado interés por desarrollar centrales nucleares. Ahora, solo Sudáfrica cuenta con una planta y otra se está construyendo en Egipto, pero naciones como Ghana, Nigeria y Kenia avanzan con rapidez en sus planes, y otras como Túnez, Argelia y Marruecos están en las últimas fases de desarrollo de proyectos, muchos de ellos con apoyo ruso o chino.



Producir energía nuclear necesita de un enorme esfuerzo previo: creación del marco jurídico y administrativo, protocolos, medidas de seguridad y gestión de residuos son algunos de los requisitos que deben cumplir los gobiernos. Pese a ello, muchos países consideran que puede ser una parte importante de su mix energético junto a las energías renovables como la hidroeléctrica, la solar o la eólica a medida que decaiga el uso de los combustibles fósiles. Hoy, el 55% del consumo de energía en África ya procede de fuentes renovables, lo que convierte al continente en líder mundial, según el Grupo de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, pero la clave de la apuesta por las nucleares es, una vez más, la pobreza energética actual y las necesidades futuras.



“La energía nuclear ofrece la oportunidad de construir un mundo sostenible y más igualitario en el que todo el mundo tenga acceso a una energía limpia, fiable y económica, y a una alta calidad de vida. Tenemos numerosos miembros y asociaciones activas a lo largo del continente africano y un creciente número de países reconocen el enorme potencial de la energía nuclear para apoyar el crecimiento sostenible y el desarrollo en el panorama energético continental”, asegura Harry Preston, portavoz de la Asociación Nuclear Mundial.



La central sudafricana, construida con tecnología francesa, se conectó a la red en 1984 y cubre el 5% de las necesidades del país. Situada en Koeberg, cerca de Ciudad del Cabo, cuenta con dos reactores de 900 megavatios (MW) cada uno. Sin embargo, en unos años se verá superada por la central nuclear de Dabaa, en Egipto, que comenzó a construir en 2022 el gigante ruso Rosatom gracias a un acuerdo entre El Cairo y Moscú. Rusia ha financiado el 85% del coste total del proyecto, unos 30.000 millones de euros, mediante un préstamo. Sus cuatro reactores tendrán capacidad para generar 1.200 MW cada uno. Unos 20.000 obreros trabajan para que comience a funcionar en 2031.



Si se cumplen las previsiones, habrá pasado casi medio siglo entre la primera y la segunda central nuclear africana. Sin embargo, detrás de Egipto hay un puñado de países que se apresuran para terminar sus proyectos. Entre ellos destacan Ghana, que ya ha identificado la localidad de Nsuban como la mejor ubicación y está a punto de adjudicar sus obras; Kenia, que prevé empezar la construcción de su central de 1.000 MW en 2027 con un coste de unos 5.000 millones de euros, y Nigeria, que en 2017 firmó un acuerdo con Rosatom para levantar una planta nuclear de 2.400 MW en Geregu, para abastecer sobre todo a la capital del país.



Además de estos cinco países, otros 12 están elaborando sus planes nucleares y parece realista que algunos de ellos consigan contar con su primera central nuclear en una o dos décadas. Se trata de Argelia, Etiopía, Marruecos, Níger, Namibia, Ruanda, Senegal, Sudán, Tanzania, Túnez, Uganda y Zambia. Todo apunta a que en 2040 África tendrá 18.000 MW de energía nuclear instalada, según la Asociación Nuclear Mundial. “Los países y las organizaciones nucleares tienen acuerdos para el intercambio de información, la creación de redes y de capacidades, todos ellos componentes clave de la preparación de un programa de energía nuclear”, insiste Preston.



Pese al notable empuje de los planes nucleares africanos, no todos coinciden en su idoneidad. Uno de los principales detractores es la organización ecologista Greenpeace. “Las centrales nucleares son notoriamente costosas, con plazos y presupuestos que a menudo se hinchan mucho más allá de las promesas. Para cuando esta planta pueda estar operativa, las tecnologías solares y eólicas se habrán vuelto más baratas y eficientes. A este ritmo, Kenia estará gastando años y miles de millones en una solución de alto riesgo, a pesar del hecho de que ya poseemos una alternativa probada, asequible y más sostenible”, aseguraba recientemente el activista y experto en desarrollo sostenible Sherie Gakii respecto al proyecto keniano que se implementará en Kilifi, cuyo rico litoral podría verse dañado si se lleva a cabo, añadió. De igual modo, la problemática gestión de los residuos es uno de los principales elementos que destaca Greenpeace.



Avances tecnológicos




Sin embargo, algunos ambientalistas africanos destacan que la nuclear es una energía limpia, que apenas produce emisiones de gases de efecto invernadero, y que la tecnología ha evolucionado y es cada vez más segura. La directora de RePlanet y activista ambiental, Patricia Nanteza, pidió a Greenpeace en 2023 que reconsiderara su posición contra las nucleares, al creer que combinan a la perfección con las energías solar y eólica, “limitadas por las condiciones geográficas y meteorológicas, lo que expone a las economías africanas al suministro intermitente de energía”.



En los últimos años, la emergencia de nuevos modelos como los pequeños reactores modulares (SMR, por sus siglas en inglés), que no superan los 300 MW de potencia instalada, se configura incluso como una alternativa mejor adaptada para países que no cuenten con una red eléctrica muy desarrollada o específicamente destinados para la minería o la desalación de agua. “Muchas personas en África siguen sin electricidad, por lo que es necesario ampliar la capacidad de la red tanto para ellos como para los aumentos previstos en la electrificación. Tal expansión, evitando el uso de carbón y otros combustibles fósiles, requerirá de la energía nuclear, tanto modelos de reactores grandes como pequeños”, concluye Preston.
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Ruben Um Nyobé: Héroe de la Independencia de Camerún y defensor de la libertad



Ruben Um Nyobé, nacido en 1913 en Song Mpeck, es una figura emblemática de la lucha por la independencia y un ferviente defensor de la libertad en Camerún.






Actucameroun.com




Procedente de una modesta familia de agricultores, fue introducido a la cultura Bassa por su padre y muy pronto tomó conciencia de las injusticias cometidas por la administración colonial. Ruben Um Nyobé fue un luchador por la libertad y un líder antiimperialista camerunés. Nacido en Song Mpeck en 1913, Um Nyobé fue un estudiante brillante criado en una modesta familia de agricultores.



Orígenes y conciencia




Introducido a la cultura Bassa por su padre quien era un experto en ella, Um se percató muy tempranamente de todos los crímenes cometidos por la administración colonial sobre las poblaciones indígenas, crímenes como servidumbre por deudas, trabajos forzados, deshumanización, azotes, palizas, etc. Lo que más tarde le haría escribir: “la colonización es esclavitud; "La colonización es esclavitud; es la esclavización de poblaciones por un grupo de individuos cuyo papel es explotar las riquezas y los hombres de las poblaciones esclavizadas".



La Fundación UPC




El 10 de abril de 1948 se fundó la Unión de Poblaciones de Camerún (UPC), dirigida primero por Léornard Bouli y luego Um Nyobé fue elegido secretario general. El objetivo principal del partido era la independencia y la reunificación de Camerún (británica y francesa). Sus símbolos eran una bandera roja con un cangrejo negro sobre ella: rojo por la sangre de los patriotas que perdieron la vida, el cangrejo en referencia a la reunificación de Kamerun, y negro para simbolizar el color del continente negro, de África, de la cuna de la humanidad.


El partido fue inicialmente la rama camerunesa del RDA, del cual Um Nyobé se convirtió en uno de sus vicepresidentes en 1949. Sin embargo, el RDA de Houphouët-Boigny decidió cooperar con la administración colonial francesa, mientras que la UPC de Um Nyobé se negó a unirse en esta traición y optar por continuar la lucha por el reconocimiento inmediato de la nación camerunesa (independencia) y su reunificación.


Un líder carismático



Um Nyobé, el líder de la UPC, era particularmente carismático, valiente y un muy buen orador. Para la juventud intelectual camerunesa de la época, era sin duda el líder que encarnaba el patriotismo camerunés y, para las masas, era el héroe que traería un nuevo amanecer. Su aura era tal, que su nombre recorría todo el campo, todo el campo. Lo apodaban cariñosamente “Mpodol” o “el que lleva la voz o defiende la causa”, “el que lleva las demandas”. Fue particularmente activo: escribió artículos políticos, organizó reuniones a las que asistieron decenas de miles de personas, se reunió con las masas y viajó por todo el país.


Como líder carismático de la UPC, Ruben Um Nyobé (1913-1958) defendió la causa de Camerún tres veces (1952, 1953 y 1954) en las Naciones Unidas en Nueva York. El 22 de abril de 1955, la UPC publicó la "Proclamación Común", considerada una declaración unilateral de independencia y una provocación por parte de las autoridades francesas. El 19 de mayo, Um Nyobé pasó a la clandestinidad y el 22 de mayo, los gendarmes franceses dispersaron las reuniones de la UPC y el partido anunció que ya no reconocería la autoridad francesa.


Represión y prohibición de la UPC




El 13 de julio de 1955, tras violentos disturbios, las autoridades francesas prohibieron la UPC y sus filiales. Como la UPC era entonces el principal partido político de Camerún, las autoridades francesas decidieron apoyar a otros partidos menos provocadores, en un intento de dividir y conquistar. En diciembre de 1956, la UPC, a la que se le prohibió participar en las elecciones generales, creó un brazo armado llamado "Comité de Organización Nacional" y lanzó una lucha armada.


Asesinato de Ruben Um Nyobe



El ejército francés llevó a cabo una campaña de pacificación que en realidad fue un genocidio perpetrado contra el pueblo camerunés y que culminó con el asesinato de Um Nyobé el 13 de septiembre de 1958.



Fue asesinado por el ejército francés, cerca de su pueblo natal de Boumnyebel, en el departamento de Nyong-et-Kéllé, en el maquis de Bassa. La muerte de Um Nyobe desencadenó acontecimientos que decapitaron totalmente a la UPC (hasta el día de hoy) como el partido de oposición más poderoso de Camerún. En esencia, su asesinato permitió a los franceses crear un estado neocolonial en Camerún, que todavía hoy sigue existiendo como un estado títere al servicio de los intereses occidentales.


En ese momento, sin embargo, su lucha incansable obligó a la potencia colonial francesa a abusar de sus poderes, a cometer un genocidio (aún mal documentado casi 50 años después) en las tierras altas occidentales y en el maquis de Bassa, y finalmente a conceder la independencia. en Camerún.



La independencia de Camerún, bajo total control francés, fue proclamada el 1 de enero de 1960 y algunos dirigentes de la "UPC legal" se unieron al presidente Ahidjo. Sin embargo, otros miembros de la UPC continuaron la lucha dentro del país y en el extranjero. Félix Moumié , sucesor de Um Nyobé, fue envenenado con talio el 3 de noviembre de 1960 en Ginebra por un agente secreto francés (William Bechtel).


Abel Kingue murió en Argelia en 1964, mientras que Osende Afana fue arrestado y decapitado en 1966. Una lucha postcolonial de los rebeldes de la UPC contra el nuevo ejército camerunés (entrenado y armado por Francia) continuó hasta agosto de 1970, cuando el último batallón de la UPC, comandado por Ernest Ouandié, fue arrestado. Ouandié fue condenado a muerte y fusilado por un escuadrón de la muerte en un mercado el 15 de enero de 1971, en Bafoussam. Se estima que la guerra civil, que incluyó la destrucción de aldeas y el uso de napalm, dejó al menos entre 30.000 y 500.000 muertos. Fue borrado convenientemente de la historia oficial, tanto en Camerún como en Francia.



El legado de Rubén Um Nyobé




En su libro, Richard A. Joseph afirma: “Él [Ruben Um Nyobé] fue, sin duda, uno de los pensadores y organizadores políticos más brillantes que surgieron del África posterior a la Segunda Guerra Mundial. Si hubiera sobrevivido para conducir a su país a la independencia, casi con toda seguridad hoy estaría al mismo nivel que Julius Nyerere y los difuntos Kwame Nkrumah y Patrice Lumumba.
El fantasma del Blog
Banda sonora para un golpe de Estado’: jazz y anticolonialismo en un documental candidato al Oscar



El belga Johan Grimonprez teje en esta cinta un apasionante ‘collage’ de música, citas históricas e imágenes sobre la África que soñó el primer presidente del Congo libre, Patrice Lumumba






Elsa Fernández-Santos
28 FEB 2025 - 05:30 CET




Banda sonora para un golpe de Estado es un intrincado y apasionante collage de imágenes, jazz y citas históricas alrededor del infructuoso sueño de un continente africano libre de la codicia y el expolio extranjeros. En el centro de todo está la memoria de Patrice Lumumba, el primer presidente del Congo independiente, que apenas pudo gobernar unos meses antes de ser ejecutado, con la connivencia de la CIA y del poder colonial belga, en enero de 1961 por el militar y futuro sátrapa Mobutu Sese Seko.



Dirigida por el artista multimedia, comisario y ensayista belga Johan Grimonprez, este documental candidato al Oscar propone un febril montaje de dos horas y media que indaga en ese instante de la Guerra Fría en el que otra África —dueña de su destino, su riqueza y sus recursos— fue brevemente posible. En esos años, el jazz ejerció de arma política, pero también, en una retorcida estrategia, de embajador del poder blanco estadounidense en África. El país que negaba sus derechos a los afroamericanos utilizó su música para acercarse a un continente que empezaba a independizarse de las fuerzas coloniales con el ideal de crear los Estados Unidos de África.



Grimonprez teje una tela de araña deslumbrante con archivos documentales históricos, corporativos y domésticos, como esa inquietante secuencia de un bebé elefante zarandeado en el aire mientras es transportado a un barco por una grúa o mientras se mueve bajo el agua, imágenes que evocan la desgracia de un continente que ha sufrido el robo indiscriminado de personas, animales y minerales. Grimonprez conecta el asesinato de Lumumba con la explotación de las minas congoleñas de uranio, que sirvieron para fabricar la bomba de Hiroshima y Nagasaki, y que convirtió a este país del África central en una víctima más de la carrera nuclear estadounidense.



El documental resulta menos brillante en su descarga de citas, que establecen un diálogo entre los extractos de las voces narradoras y todo tipo de apuntes históricos que aparecen escritos en la pantalla. Así, el audio con las palabras de las memorias de Nikita Jrushchov se mezcla con teletipos de la época; el encuentro en Harlem entre Fidel Castro y Malcolm X, con frases entresacadas de ensayos políticos; y las novelas de la escritora afroamericana Maya Angelou, con los versos de Octavio Paz: “Cuando la historia duerme, habla en sueños”. Este doble asalto de palabras dichas y escritas resulta por momentos innecesariamente enrevesado, aleccionador y gratuito.



Ante este bombardeo de información, la música marca algo más que el ritmo, como ya ocurría en When We Were Kings —el fascinante documental de 1996 sobre el histórico combate entre Muhammad Ali y George Foreman en Zaire (es decir, en el Congo de Mobutu)— y, en menor medida, en el más convencional Soundtrack for a Revolution (2009), sobre el lugar medular de la música en la lucha por los derechos de los afroamericanos. Si Amampondo, también conocida como “la canción de la respiración” de la sudafricana Miriam Makeba, se adueñaba con su ritmo sincopado del montaje de When We Were Kings, aquí el pico de intensidad llega con Nina Simone, sobre todo con su versión de la dylaniana Ballad of Hollis Brown.



Como decía el famoso líder abolicionista Frederick Douglass, “los esclavos cantan su tristeza y esas canciones que nacen de las lágrimas de su corazón son a la vez su consuelo”. Esta idea, retomada años más tarde por Martin Luther King, recorre de principio a fin un documental que recuerda el papel del batería y compositor Max Roach y su esposa, la cantante Abbey Lincoln, en la denuncia ante la ONU del asesinato de Lumumba. La pareja, señalada y vigilada por el FBI, se cruza en la pantalla con Ornette Coleman, Duke Ellington, John Coltrane, Melba Liston o Dizzie Gillespie, algunos de ellos embarcados en un problemático acercamiento a África como embajadores del jazz, encargo que Gillespie tacha, en un juego de palabras en inglés, como la “cool war” frente a la “cold war”. La labor más ingrata le toca a Louis Armstrong, que en su papel de embajador sirvió sin saberlo de cortina de humo del golpe contra Lumumba.



Al final, y entre tantos materiales e historias olvidadas, Banda sonora para un golpe de Estado bucea en estos sucesos y en otros muchos eventos (como el papel de los mercenarios o de la llamada Pasionaria negra, Andrée Blouin) para conformar un formidable puzle de imágenes, palabras y música sobre la infinita tragedia del pueblo africano.




Banda sonora para un golpe de Estado

Dirección: Johan Grimonprez.

Género: documental. Bélgica, 2024.

Duración: 150 minutos.

Plataforma: Filmin.

Estreno: 28 de febrero.
El fantasma del Blog
Des actes plutôt que des mots:

INTERDISONS LES ARMES NUCLEAIRES !

sp-ps.ch
Initiative pour l'interdiction des armes nucléaires



Le PS aspire à un monde sans armes nucléaires. L'utilisation de ces armes de destruction massive pourrait faire des millions de mort-es. Seule une interdiction des armes nucléaires peut nous préserver de ce cauchemar. Le traité d'interdiction des armes nucléaires initié par l'ONU poursuit précisément cet objectif : un monde sans armes nucléaires. Alors que de plus en plus de pays signent ce traité, le Conseil fédéral refuse encore de le signer, bien que le Parlement se soit prononcé en faveur de sa ratification. Avec l'initiative pour l'interdiction des armes nucléaires, nous veillons à ce que le Conseil fédéral signe enfin le traité et donne ainsi un message fort de paix dans une époque marquée par les guerres.



Voici les raisons pour lesquelles la signature du traité d'interdiction des armes nucléaires est importante:


- La Suisse doit assumer ses responsabilités en matière de promotion de la paix.



En tant que dépositaire des Conventions de Genève et acteur respecté de la diplomatie internationale, la Suisse a le devoir de soutenir activement l'interdiction des armes nucléaires.
Celles-ci provoquent des destructions indiscriminées, violent le principe de proportionnalité et causent des souffrances inutiles. L'adhésion à ce traité n'est pas seulement un impératif moral pour protéger les générations futures et notre environnement, mais aussi un moyen de consolider le rôle de la Suisse en tant que leader dans la promotion de la paix et du désarmement mondial. L'initiative renforce la crédibilité et l'influence internationale de la Suisse. Il est temps que la Suisse assume ses responsabilités humanitaires!




- La Suisse ne pourrait se protéger des conséquences humanitaires de l'utilisation d'armes nucléaires.



Même un conflit nucléaire limité entraînerait des conséquences mondiales désastreuses: des perturbations climatiques massives, des famines à grande échelle et une crise mondiale des réfugié-es. Le rayonnement radioactif provoquerait la maladie et la mort pendant des générations. Même si la Suisse n'était pas directement impliquée dans un tel conflit, elle ne serait pas épargnée par les conséquences globales. Avec des pays voisins, comme la France et l'italle, qui possèdent ou déploient des armes nucléaires, la Suisse a un intérêt direct à promouvoir l'abolition de ces armes.



- La dissuasion nucléaire est un danger, seule une interdiction nous protège réellement.



La dissuasion nucléaire, qui repose sur la menace de tuer en masse des civiles innocent-es, est contraire au droit international et aux droits humains. Cette soi-disant dissuasion nucléaire conduit à une spirale de l'armement nucléaire. L'abolition complète des armes nucléaires est donc la seule solution efficace pour éliminer cette menace. En adhérant au Traité d'interdiction des armes nucléaires, la Suisse contribuerait à promouvoir une politique de sécurité basée sur la paix plutôt que sur la menace de destruction massive.










Acciones en lugar de palabras:

¡PROHIBICIÓN DE LAS ARMAS NUCLEARES!

Sozialdemokratische Partei der Schweiz (SP). Confederación Helvética

Iniciativa para la prohibición de las armas nucleares


El PS aspira a un mundo sin armas nucleares. El uso de estas armas de destrucción masiva podría causar millones de muertes. Solo una prohibición de las armas nucleares puede preservarnos de esta pesadilla. El tratado de prohibición de las armas nucleares iniciado por la ONU persigue precisamente este objetivo: un mundo sin armas nucleares. A medida que más y más países firman este tratado, el Consejo Federal todavía se niega a firmarlo, aunque el Parlamento se ha pronunciado a favor de su ratificación. Con la iniciativa para la prohibición de las armas nucleares, nos aseguramos de que el Consejo Federal finalmente firme el tratado y envíe así un fuerte mensaje de paz en una época marcada por las guerras.


Estas son las razones por las que la firma del Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares es importante:


- Suiza debe asumir sus responsabilidades en materia de promoción de la paz.



Como depositario de los Convenios de Ginebra y actor respetado de la diplomacia internacional, Suiza tiene el deber de apoyar activamente la prohibición de las armas nucleares. Estas provocan destrucción indiscriminada, violan el principio de proporcionalidad y causan sufrimiento innecesario. La adhesión a este tratado no es solo un imperativo moral para proteger a las generaciones futuras y nuestro medio ambiente, sino también una forma de consolidar el papel de Suiza como líder en la promoción de la paz y el desarme mundial. La iniciativa refuerza la credibilidad y la influencia internacional de Suiza. ¡Es hora de que Suiza asuma sus responsabilidades humanitarias!


- Suiza no podría protegerse de las consecuencias humanitarias del uso de armas nucleares.




Incluso un conflicto nuclear limitado conllevaría consecuencias globales desastrosas: perturbaciones climáticas masivas, hambrunas a gran escala y una crisis mundial de refugiados. La radiación radiactiva causaría enfermedades y muerte durante generaciones. Incluso si Suiza no estuviera directamente involucrada en tal conflicto, no se libraría de las consecuencias generales. Con países vecinos, como Francia e Italia, que poseen o despliegan armas nucleares, Suiza tiene un interés directo en promover la abolición de estas armas.



- La disuasión nuclear es un peligro, solo una prohibición nos protege realmente.




La disuasión nuclear, que se basa en la amenaza de matar en masa a civiles inocentes, es contraria al derecho internacional y a los derechos humanos. Esta supuesta disuasión nuclear conduce a una espiral de armamento nuclear. La abolición completa de las armas nucleares es, por tanto, la única solución eficaz para eliminar esta amenaza. Al adherirse al Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, Suiza contribuiría a promover una política de seguridad basada en la paz más que en la amenaza de destrucción masiva.
El fantasma del Blog
Ucrania hoy, como ayer España; Trump como Eisenhower


Trump no hace en Ucrania nada distinto de lo que sus antecesores hicieron en el mundo. Como Eisenhower, por ejemplo, en la España de Franco




FERNANDO PALMERO
27/02/2025 00:08


"¡Putin asesino!". Pero sus voces se perdían entre el rumor del tráfico y la indiferencia de quienes paseaban por la calle Alcalá, camino de Cibeles. Fue el sábado. A esa hora en que la penumbra empieza a enseñorearse de la tarde. Los miraban, les mirábamos, con una honda tristeza culpable mientras ellos recordaban a gritos que Rusia lleva ya tres años asesinando a sus familias y destrozando sus ciudades. Ondeaban sus banderas nacionales y sostenían pancartas en las que acusaban a Europa de mantenerse expectante y casi temerosa ante la posibilidad de que Rusia (potencia nuclear con una de las mayores reservas de hidrocarburos del mundo) pueda ser derrotada. Paradojas de la geopolítica. Y lo hacían por la calles de la capital de un país cuyo Gobierno de coalición progresista decidió, desde que comenzó la invasión de Ucrania, duplicar la compra de gas natural al tirano, colaborando así al esfuerzo bélico de Putin, como hizo la OPEP, liderada por la integrista islámica Arabia Saudí, al reducir su producción de crudo para subir los precios, o la comunista China, que ha fortalecido sus alianzas comerciales con la dictadura rusa.



"La política internacional no suele tener entrañas; en ella, amistades y sentimentalismos no cuentan. Jamás un país suele llevar su celo por otro más allá de sus propios intereses. Eso es la moneda corriente, y debemos sujetarnos a ella"

Jakim Boor (Francisco Franco)




No hace mucho (imposible no recordarlo viendo a ese puñado de exiliados que tan ajenos nos resultan) eran los españoles los que, como espectros extraños (así los veían), organizaban manifestaciones en París gritando "¡Franco asesino!", ante la misma indiferencia de los franceses. Pero para entonces, EEUU había optado por dejar a su suerte al pueblo español y consolidar la dictadura franquista por meros intereses geoestratégicos. Muchos españoles de entonces habrían agradecido que el amigo americano hubiese desembarcado en España con sus ideales de democracia liberal y defensa del Estado de derecho. No fue posible. Ni con Truman (el genocida de Hiroshima), ni por supuesto con Eisenhower, que se paseó por Madrid para simbolizar los acuerdos que mantuvieron a Franco en el Pardo. Pero tampoco los demócratas Kennedy y Johnson hicieron nada por los españoles ni, por supuesto, los republicanos Nixon y Ford. Franco murió en su cama como, probablemente morirá Putin en la suya, habiendo roto Ucrania y condenado a sus habitantes a la miseria. Porque Trump no es distinto a sus predecesores. Tampoco a Reagan, que financió a Sadam Hussein y a los talibanes e hizo fortuna con las armas iraníes. Un imperio se sostiene sólo mediante la potencia del dinero y la amenaza de la sangre.



Apareció en España en 1952 un libro con el concreto título de Masonería, firmado por un enigmático Jakim Boor. Más allá de la retórica falangista, en su Introducción podía leerse: "La política internacional no suele tener entrañas; en ella, amistades y sentimentalismos no cuentan. Jamás un país suele llevar su celo por otro más allá de sus propios intereses. Eso es la moneda corriente, y debemos sujetarnos a ella". Como los españoles de ayer, lo sufren hoy los ucranianos. Boor (seudónimo de Franco) sabía muy bien de lo que hablaba.





Controlar e intimidar a la prensa


Trump busca sembrar una desconfianza generalizada sobre los medios que impida discernir la verdad de la mentira



El Mundo
28/02/2025 00:21




En su primer mes al frente del Gobierno, Donald Trump está acaparando la atención a lo largo y ancho del mundo por sus constantes declaraciones, explosivas y a menudo contradictorias, sobre los aranceles a Europa, el conflicto en Oriente Medio o la guerra de Ucrania. Mientras hacia fuera de EEUU aboga por debilitar las organizaciones supranacionales, hacia dentro los ataques del presidente se centran en los contrapoderes que ponen límite a sus actuaciones: los jueces, pero también la prensa crítica. En nombre de la libertad, Trump está llevando a la práctica una concepción autoritaria de la libertad de prensa protegida por la Constitución estadounidense mediante la descalificación de los medios de comunicación, la intimidación a los editores y periodistas no afines y el control de su trabajo.



A las demandas judiciales contra empresas informativas por coberturas desfavorables, y a los insultos y amenazas personales a periodistas, se suma ahora el anuncio de que será su Gobierno quien escoja qué medios pueden formar parte del pool de medios que cubre la Casa Blanca, en lugar de la Asociación de Corresponsales. Las asociaciones profesionales no son infalibles y sus criterios pueden ser cuestionados. Pero que el poder decida es siempre la peor alternativa. La Casa Blanca afirma que le están devolviendo «el poder a la gente», cuando lo que hace es devolverle el poder al poder.



El sectarismo con la prensa se da en todas las administraciones, en distintos grados. Trump lo exhibe como un triunfo. Su equipo explica con naturalidad que ha echado a Associated Press de las coberturas presidenciales porque la agencia se niega a llamar «Golfo de América» al «Golfo de México». A su vez, pone la alfombra roja a presentadores de podcasts o blogs del universo MAGA. El mundo ha cambiado y ampliar la pluralidad de voces con acceso a los actos informativos de un Gobierno es razonable, pero no si es a cambio de excluir a medios y periodistas incómodos.



La campaña de acoso no cesa. Hace solo unas horas Trump ha asegurado que denunciará a los periodistas que usen fuentes anónimas para informar sobre él. La estrategia de fondo es infundir miedo y estrangular la independencia de los medios tradicionales mientras se los deslegitima ante la opinión pública como máquinas del fango destinadas a morir ante la irrupción de las redes sociales. Y en eso Trump está teniendo éxito. A diferencia de Joe Biden, que apenas se expuso a preguntas, el republicano explota sus apariciones en una perfecta adaptación al nuevo ritmo informativo: la inmediatez, el impacto, el consumo rápido.



La tarea de los medios es hercúlea. En la primera democracia del mundo, y no solo allí, un Gobierno ferozmente populista busca sembrar una desconfianza generalizada sobre ellos que impida discernir la verdad de la mentira. El momento es crítico y la sociedad civil no puede mantenerse al margen: de ella depende en buena medida la pervivencia y la independencia de los periódicos o medios audiovisuales honestos y rigurosos como espacios representativos de sus valores, y como vigilantes imprescindibles ante los abusos de quienes mandan.







Putin en el Despacho Oval


El presidente ruso cuenta con el arma más formidable que pueda imaginarse: ha conseguido situar en la cúpula de la superpotencia rival a alguien que comparte sus puntos de vista, sus ideas y su amoralidad




Lluís Bassets
28 FEB 2025 - 21:27 CET



Putin está ganando. Esta guerra no se juega en los campos de batalla, sino en los cambios de alianzas en la escena internacional. Y cuenta con el arma más formidable que pueda imaginarse: ha conseguido situar en la cúpula de la superpotencia rival a alguien que comparte sus puntos de vista, sus ideas y su amoralidad. Por si quedaba alguna duda, ha exhibido a sus agentes en Washington, es decir, Donald Trump, el presidente, y su secuaz, el vicepresidente J. D. Vance, que sometieron al jefe del Estado de Ucrania, Volodímir Zelenski, a una ceremonia de pública humillación, una auténtica victoria propagandística y diplomática en la cuenta triunfal del Kremlin, siguiendo el manual de técnicas del poder más genuinas del Kremlin.



Putin y Serguéi Lavrov en persona no lo habrían hecho mejor. Muchas escenas como las de este viernes conoce la Rusia imperial, luego soviética y ahora putinista a lo largo de la historia. Era insólito que fuera el Despacho Oval donde se produjera la escena de aire policial en la que se somete a presión a un hombre solo. Es el dirigente de una nación europea, soberana e independiente que lucha por su supervivencia frente a una potencia nuclear invasora. Fue convocado a capítulo a la Casa Blanca como Stalin o Breznev convocaba a los vasallos del bloque soviético y Putin a Aleksandr Lukashenko y pretenderá hacerlo con quien sustituya a Zelenski si consigue echarlo.



Zelenski resistió la presión, no firmó el acuerdo con Trump y contestó con coraje y sufrida dignidad a quienes le organizaron la encerrona. A nadie faltó el respeto y a quien menos a Estados Unidos. Al contrario, fueron Trump y Vance quienes faltaron indignamente a la consideración que merece un jefe de Estado extranjero hasta ahora aliado de Washington. Y también faltaron al respeto que se deben a ellos mismos como presidente y vicepresidente de Estados Unidos. Se diría que Trump y Vance, tan ignorantes de la historia, conocen al dedillo el manual de interrogatorio de disidentes de aquel KGB que en su día dirigió Putin.



El acuerdo para la explotación de minerales en Ucrania, que debía preceder al alto el fuego, ha quedado sin la firma de Zelenski. Sin garantías de seguridad suficientes era papel mojado o algo peor, la entrega de recursos ucranios a cambio de la siguiente invasión rusa. Romper el alto el fuego cuando está fresca la tinta del acuerdo es una especialidad de Putin. Su palabra y su firma no valen nada. Ucrania solo puede firmar si sabe que Rusia no lo aprovechará para preparar el siguiente ataque, como ha hecho tantas veces desde 2014, cuando empezó propiamente la guerra en el Donbás y con la anexión de Crimea.



No son una garantía los acuerdos económicos que pueda firmar Ucrania con Trump, interesado también en los negocios con Rusia y preparado para cambiar de socios si lo exigen las circunstancias. Únicamente la disuasión puede garantizar que Putin no volverá a las andadas y eso solo puede darlo Washington directamente, la OTAN a través del artículo 5 que prevé la intervención de los socios ante un ataque enemigo, o una profunda implicación militar europea respaldada por la logística, los satélites y la inteligencia de Estados Unidos. Nada de todo esto estaba en el documento y ha hecho bien Zelenski en no firmarlo.



Ahora todo está más claro. No hay que contar con Trump. Es Putin quien cuenta con Trump. Está de la mano de los europeos tomar cartas en un asunto en el que va la libertad y el futuro del continente, sean miembros de la UE o de la OTAN o de ambas. Dejar caer a Zelenski es un error, además de un crimen político.



El fantasma del Blog
Pankaj Mishra, ensayista: “Trump y Putin son dos ‘gangsters’ poniéndose de acuerdo entre ellos”



El ensayista indio, uno de los pensadores que de manera más brillante da voz al sur global, sostiene que la “limpieza étnica” que Israel está ejecutando es el presagio de una nueva cultura de la crueldad y la impunidad. Su nuevo libro disecciona el mundo que viene después de la invasión de Gaza





Rafa de Miguel
27 FEB 2025 - 14:59
ACTUALIZADO:02 mar 2025 - 05:30 CET




Pankaj Mishra (Jhansi, India, 56 años) pertenece a esa categoría de intelectuales como Edward Said o Arundhati Roy que utilizan con virtuosismo las herramientas de la cultura occidental para desmontar prejuicios y convencionalismos históricos. Para demostrar que otras partes del mundo, mucho más vastas y pobladas que Europa o Estados Unidos, tienen una perspectiva y una visión de los acontecimientos completamente diferente y propia.



Con un estilo preciso y profundamente creativo, Mishra ha sido capaz, durante una trayectoria de tres décadas, de crear novelas muy premiadas, como Los románticos (2000) o Corre a esconderte (2022), y volcarse además en el estudio de los grandes acontecimientos de la época actual con ensayos que han marcado el debate público, como La edad de la ira (2017), en el que ahonda en los orígenes de la gran oleada de odios que pueblan el mundo, o Fanáticos insulsos (2020), donde analizó por qué se impusieron el liberalismo y el capitalismo anglosajones como única alternativa posible.



Decide charlar con EL PAÍS en una mañana londinense gris y húmeda. El encuentro se produce en los alrededores de Oxford Circus. Mishra tiene hambre, y sugiere ir a comer algo a un restaurante indio muy popular. Apenas tocará su masala dosa, una crepe con relleno de patata y curry muy popular en el sur de la India.



Durante hora y media, hablará con pasión de su nuevo ensayo, El mundo después de Gaza. Una breve historia (de Galaxia Gutenberg, editorial que ha publicado gran parte de su obra), de su relación sentimental y crítica con el sionismo israelí y de su visión de la destrucción de Gaza como el presagio de una nueva cultura de la impunidad. Será el arranque de una conversación que incidirá en otros asuntos, como la crisis de Ucrania, la irrupción de Donald Trump o el ataque de la derecha contra lo que despectivamente llaman lo llamab lo woke para referirse al feminismo, la lucha contra el cambio climático o a la defensa de un discurso razonable frente a la inmigración irregular.



Pregunta. Donald Trump pide ahora que se limpie la franja de Gaza de gazatíes, para que Estados Unidos construya allí una nueva Riviera.




Respuesta. Ni siquiera yo pude imaginar que el presagio de la destrucción de Gaza iba a resultar todo lo oscuro que parece hoy. Las primeras traumáticas semanas del mandato de Trump han puesto el mundo patas arriba. Han instituido una especie de imperialismo global depredador. Ya sea Trump codiciando Groenlandia o Gaza, o Putin codiciando Ucrania. Son dos gangsters poniéndose de acuerdo entre ellos.



“Los países no occidentales no se sienten implicados en la batalla contra Rusia. No ven argumentos para situarse en contra de Putin”




P. ¿Le asombra la falta de reacción de Occidente ante la tragedia de Gaza?




R. La sensibilidad moral de nuestra clase política, en Occidente, y por supuesto en Estados Unidos, se ha visto adormecida. Hasta el punto de que han dejado de detectar el grado de ruptura de las normas internacionales o de la moralidad básica que ha supuesto la destrucción de Gaza. La verdadera sacudida de terror inaugurada por Trump no ha sido todavía detectada.



P. Gaza, como el comienzo de una era más oscura…




R. No paro de pensar que, cuando echemos la vista atrás, dentro de 20 o 30 años, Gaza será el mismo presagio de la llegada del fascismo por todo el mundo occidental que supuso la guerra civil española en la pasada década de los años treinta. Ya entonces, aquellos que vivieron aquel conflicto, como George Orwell, se dieron cuenta de inmediato de la presencia de otros países como Alemania. Fueron las bombas alemanas las que destrozaron Gernika. No era una guerra confinada al territorio español. Fue el comienzo de un periodo de destrucción de las normas, los valores, los principios de todo un continente. Y de nuevo creo que nos dirigimos hacia tiempos mucho más oscuros.




P. Pero usted no quiere hacer una enmienda a la totalidad al sionismo. Defiende sus causas originales…




R. Hubo un tiempo en el que Israel fue capaz de inspirar otro tipo de esperanza: la idea de que un grupo de europeos sería capaz de crear en medio de Oriente Próximo un Estado socialista. Por eso tanto personajes ilustres, como Primo Levi o Jean Améry, sentían tal atracción hacia la causa israelí. Eran gente de izquierdas convencida de que se estaba creando un Estado socialista igualitario y humanista. Hoy los grandes defensores de Israel son personajes como el maniaco presidente de Argentina, Javier Milei, el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, o Donald Trump. Son algunos de los antisemitas más notorios de Occidente, como Viktor Orbán, Marine Le Pen, Matteo Salvini o Santiago Abascal.



P. Son los herederos de aquellos que veían por todas partes conspiraciones judeo-masónicas, y hoy demuestran un respaldo incondicional al Gobierno de Israel.




R. Se sienten atraídos hacia Israel porque este país representa hoy un desprecio total hacia la legalidad, hacia las normas de las democracias liberales. Cada uno de ellos, en su contexto nacional, lucha por derribar esas normas, que suponen una restricción a su capacidad de desplegar aquello que han prometido. Para todos ellos, Israel representa una posibilidad estimulante. Les demuestra que es posible en 2025 llevar a cabo la limpieza étnica de toda una población. Que son posibles las deportaciones masivas. Por eso creo que la cultura de la crueldad y la impunidad que hoy representa Israel es muy peligrosa, porque está capacitando el surgimiento de culturas similares de crueldad e impunidad por todas partes.



P. Denuncia usted que gran parte de estos extraños aliados de Israel siguen siendo profundamente antisemitas…




R. Nunca se han alejado de la convicción de que los judíos son una fuerza profundamente disruptiva, de que simbolizan el tipo de liberalismo moderno que odian. De que representan un liberalismo, un capitalismo o un marxismo cultural que detestan. Básicamente, que son de izquierdas. Que son un pueblo que en su día nos dio el socialismo o los movimientos marxistas revolucionarios. Toda esa sospecha no ha desaparecido del todo en los últimos 50 o 60 años. No les interesa el componente judío de Israel. Lo que les atrae es un país que se muestra dispuesto a romper todas las normas y todos los protocolos. En casa seguirán lanzando sus mensajes antisemitas.



P. En cualquier caso, la grotesca entrega de los cadáveres de los rehenes israelíes escenificada por Hamás predispone a la opinión pública internacional contra la causa palestina.




R. Por supuesto que fue un acto de barbarie la entrega de los cadáveres de los niños secuestrados [Kfir y Ariel Bibas], pero también lo es el bombardeo de universidades palestinas o el asesinato de niños por francotiradores israelíes. Los palestinos siempre han sufrido la falta de un liderazgo capaz de defender de modo persuasivo su causa, no solo ante los israelíes, sino ante una audiencia internacional. Esto era algo que preocupó mucho a alguien como Edward Said, y por eso acabó rompiendo con Yasir Arafat. Aunque también hoy vemos claramente que Israel ha hecho todo lo posible por aplastar el surgimiento de un liderazgo palestino decente y viable. No tuvieron ningún problema en promocionar a Hamás, financiando a esta organización durante mucho tiempo. Era el modo de seguir sosteniendo esa idea de que la existencia del Estado de Israel estaba en peligro, presentando a Hamás como la amenaza real de un nuevo Holocausto.



P. Defiende usted que Israel ha impulsado su nacionalismo desde la memoria del Holocausto.




R. La memoria personal de la Shoah [el Holocausto] existió, obviamente, en las mentes y almas de todos los supervivientes y de aquellos que perdieron a sus seres queridos. Pero la memoria colectiva es algo muy diferente. Se trata de algo creado y construido literalmente por las instituciones, por las entidades educativas, por el Estado, por los medios de comunicación y hasta por la cultura popular. Israel no comenzó como una comunidad nacional homogénea o natural. Gran parte de sus habitantes procedían de Oriente Próximo, de países árabes. No tenían experiencia ni memoria alguna de lo que había supuesto la Shoah. Su propia identidad era muy fluida. El idioma de muchos de ellos era el árabe. La narrativa de la Shoah fue una construcción de los judíos europeos, sobre todo de sus políticos, que decidieron que este era el pegamento que podría unir a los diferentes componentes de la población judía, cada uno de ellos con una experiencia histórica diferente.



P. Usted ha defendido siempre que el gran proceso que ha definido la segunda mitad del siglo XX fue la descolonización, y que sigue presente.




R. Todo lo que vivimos hoy muestra cómo las estructuras y la mentalidad de un cierto tipo de imperialismo racial del siglo XIX no han sido eliminadas del todo. Siguen ahí. Apropiémonos de Groenlandia, obliguemos a los ucranios a entregar sus minerales raros, convirtamos Gaza en una nueva Riviera. Imperialismo básico consistente en arrebatar lo que te interesa sin preguntar, y degradar a la gente de piel oscura. Mucha gente pensaba que habíamos dejado atrás todo esto, para invertir en un progreso moral y social y en un avance del liberalismo.



P. Y en estas guerras culturales de los últimos años, que incluyen el estudio crítico de ese pasado imperial, la izquierda parece en retroceso. Hoy se atacan sin cuartel las políticas identitarias que se conocen peyorativamente como lo woke
.



R. Si hoy hablas en el Reino Unido sobre los restos del imperialismo, te señalan como woke; si defiendes a las personas trans, te denunciarán como woke; es el modo de excusarse por parte de muchas personas que han sido cómplices de los fracasos y desastres de los últimos años, que no se han parado a pensar demasiado en cierto tipo de capitalismo global que ha creado profundas desigualdades y un enorme resentimiento en la población de Europa Occidental. No se dan cuenta de que el voto a favor de Trump es un voto contra el sistema, no necesariamente contra lo woke. Es una maniobra bastante interesante la de desviar la conversación de los verdaderos problemas económicos y de la desigualdad.



“El voto a favor de Donald Trump es un voto contra el sistema, no necesariamente contra lo woke”




P. Desde un primer momento usted fue de los que advirtió a Occidente de que gran parte del mundo, el sur global, no estaba tan comprometido en la ayuda a Ucrania.




R. El mundo no occidental nunca se ha sentido implicado en esta batalla contra Rusia. Por muchas razones. Varios de estos países, como India, dependen de Rusia en el suministro de armas o en el suministro de petróleo. No van a romper esa relación. O mire a China, por ejemplo, que tiene su propia relación especial con Moscú y sus propios intereses. Pero además, muchos de ellos no entienden los argumentos morales para situarse en contra de Putin. Contemplan a la OTAN como una potencia agresiva y expansiva, y creen que llevar su alcance hasta la misma frontera rusa es una terrible provocación. Pueden pensar que Putin es un loco imperialista, pero no creen que haya sido él quien se haya inventado la amenaza de la OTAN. Ya lo dijo Gorbachov, y Boris Yeltsin se quejó de lo mismo.



P. Y en ese sentido, usted cree que la crisis de Ucrania ha revelado que el emperador estaba desnudo.




R. Lo que ha demostrado la crisis de Ucrania ante los ojos de muchas personas de todo el mundo, tanto con el ineficaz régimen de sanciones desplegado contra Rusia como con la propia guerra, que no ha infligido serias derrotas a Moscú, es que Occidente es hoy mucho más débil de lo que era. Que ya no puede sostener su aspiración a liderar el resto del mundo, ni económica ni militarmente. Que sin la participación de China o de la India, las sanciones contra Rusia no producen ningún efecto. Tanto el caso de Ucrania como el de Gaza han mostrado la debilidad diplomática, militar y moral de Occidente.



P. Finaliza usted su libro con un cierto atisbo de esperanza, al contemplar las movilizaciones estudiantiles contra la destrucción de Gaza.




R. En un clima actual de codicia, violencia y expansión, ver a jóvenes manifestantes que defienden valores como la compasión, la solidaridad, la empatía y sentimientos por los débiles y los pobres no deja de ser toda una declaración de intenciones radical. Nos estamos alejando de un lenguaje de izquierdas tecnócrata que hablaba de redistribución e igualdad para reivindicar a cambio ciertos principios morales básicos que siempre han estado en la filosofía y en las religiones, y que habíamos olvidado por completo.
El fantasma del Blog
Jeffrey Sachs: ‘Ucrania debería haber entendido desde el principio que no podía ganar’



El profesor Jeffrey Sachs conversa sobre un posible diálogo entre Trump y Putin, los ataques con armas de largo alcance contra Rusia y la victoria aplastante de los republicanos en las elecciones estadounidenses.





Por Leonid Samuna
13/11/2024


Donald Trump y Vladimir Putin tienen la intención de conversar y discutir formas de resolver el conflicto en Ucrania. ¿Existe realmente alguna perspectiva de solución a la crisis ucraniana con el regreso de Trump a la Casa Blanca?




No hay duda de que a Donald Trump y [el futuro vicepresidente] J.D. Vance les gustaría poner fin al conflicto si se puede llegar a un acuerdo aceptable. Creo que entienden que la expansión de la OTAN fue probablemente el principal detonante del conflicto en Ucrania. Y creo que Trump y Vance no están muy interesados en una guerra basada en la expansión de la OTAN.


En mi opinión, la esencia de la solución es que termine y la OTAN no se expanda, y que un tratado en estos términos se convierta en el principal tipo de acuerdo que se pueda alcanzar. Por supuesto, hay muchos detalles sobre el territorio, las medidas de seguridad posconflicto, la desmilitarización, etc. Pero, en mi opinión, la razón principal de esta guerra fue la intervención de Estados Unidos en la situación en Ucrania, el derrocamiento de Viktor Yanukovich, la expansión de la OTAN o el intento de expansión de la OTAN. Y creo que a Trump le gustaría encontrar una solución que abordara estas causas fundamentales del conflicto.



¿Ve perspectivas de mejorar las relaciones entre Moscú y Washington bajo la administración Trump?




Washington está dividido. Los neoconservadores han gobernado Washington durante 30 años. La mentalidad general, la retórica, los documentos, los think tanks: los sentimientos antirrusos gobiernan en todas partes. Y no hacen más que crecer. Pero hay quienes en Washington y en el campo de Trump no quieren esto, y eso es lo que espero.


La primera administración Trump fue una mezcolanza de neoconservadores y no neoconservadores. En al menos una señal de una futura administración Trump en los últimos días, descartó el regreso de Mike Pompeo y Nikki Haley. Estos fueron los dos neoconservadores más destacados. El hecho de que les hayan dicho públicamente en las redes sociales: “No volverán a la administración” es una muy buena señal.


Esta no es una señal final, hasta donde tengo entendido, hay mucha gente que está corriendo, y la mayoría de la gente en Washington, en la costa este, es bastante dura con la Federación Rusa.


Pero no creo que Trump sea de línea dura. Es un factor decisivo. No quiere guerra, quiere negocios. Esto es bueno. Si realmente adoptas la línea empresarial, entonces estás a favor de poner fin a la guerra. Pero no sólo para detenerlo, sino también para encontrar nuevos acuerdos comerciales y también para restablecer las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Rusia: eso es lo que espero.


Y estoy seguro de que hay quienes en el campo de Trump les gustaría eso. Pero hay muchos otros en Washington y más allá que estarían absolutamente conmocionados y en contra de tal desenlace, por ejemplo Europa. Pero al adoptar una línea dura casi al 100% durante los años de Biden, Europa ha perdido toda su identidad, con la excepción de Viktor Orbán, Robert Fico y muy pocos políticos europeos más.


Por lo tanto, surge otra pregunta: ¿Europa logrará cambios y logros? Toda esta aventura en Ucrania era completamente evitable, debería haberse evitado y la guerra debe detenerse ahora. Y debo subrayar que esto concierne principalmente a los ucranianos. Ahora están muriendo en grandes cantidades. Esta no es una guerra a su favor, es un desastre para Ucrania. Esta es una guerra neoconservadora que nunca debería haber ocurrido.



The Telegraph afirma que el primer ministro británico Starmer y el presidente francés Macron quieren convencer a Estados Unidos de que permita a Kiev lanzar ataques con misiles profundamente en territorio ruso. ¿Puede la administración saliente resolver esto? Todo este tiempo, Biden se negó a hacer esto. ¿Este permiso significa una escalada grave si se concede?




En primer lugar, si se concediera ese permiso, significaría una escalada muy significativa y muy peligrosa. Keir Starmer vino a Washington para intentar convencer a Joe Biden de esto, y al menos hasta las elecciones, Biden dijo que no. Estas son las últimas semanas de la administración Biden. Espero que no hagan nada estúpido o imprudente, y dudo mucho que lo hagan. Pero en este mundo nunca se sabe nada con seguridad.


La administración Biden ha terminado y no deberían tomar ninguna medida que fuera extremadamente peligrosa o que pudiera implicar a Estados Unidos en una escalada cada vez mayor. Por lo tanto, espero que todas esas historias no sean ciertas.


Si, por cierto, Starmer y Macron siguen insistiendo en esto, demuestra su desprecio por la realidad y su imprudencia. No me sorprenden los británicos, siempre abogan por nuevas guerras, pero esto realmente va demasiado lejos.




¿Cómo valora ahora la situación en torno al conflicto ucraniano?




Ambas partes están perdiendo gente. Esto es trágico e innecesario. Ucrania está siendo derrotada paso a paso en el campo de batalla. Las fuerzas armadas rusas están estableciendo control sobre nuevos territorios cada día. Rusia tiene superioridad en todos los sistemas de armas. También domina en términos de número de militares. El frente ucraniano se derrumbó en parte del sur de Donbass y en algunas otras zonas.


La situación es muy sombría para Kyiv y sus esperanzas de un milagro. Esperan que Estados Unidos envíe tropas, que la OTAN envíe tropas, esperan lanzar ataques con misiles contra Rusia para que la guerra se intensifique. Esto es una completa imprudencia. Esto es vergonzoso y, en mi opinión, bastante vil, porque pone al mundo entero en riesgo incluso de sufrir una guerra nuclear.


Este conflicto debe terminar y Ucrania debería haber comprendido desde el principio que no puede ganar esta guerra. Hace muchos años les dije a mis colegas ucranianos: no se conviertan en el nuevo Afganistán de Europa. Con esto quise decir que Estados Unidos vino y destruyó Afganistán, y dije: si siguen a Estados Unidos, Ucrania se convertirá en el Afganistán de Europa.


Es triste, pero eso es exactamente lo que está pasando. Fue muy predecible. Todo se encamina hacia el colapso. Ucrania perdió cientos de miles de personas, millones de residentes se convirtieron en refugiados o abandonaron el país. La economía está en completo declive. Mientras no haya paz, no habrá seguridad.


Espero que Trump y Putin arreglen las cosas entre ellos. Este nunca fue un conflicto entre Ucrania y Rusia, fue un conflicto entre Estados Unidos y Rusia. En la gran mayoría de los casos, las negociaciones deberían realizarse entre los Estados Unidos y la Federación de Rusia. Por lo tanto, me alegro de que las comunicaciones estén abiertas.


En mi opinión, es absolutamente terrible que Biden no haya considerado necesario comunicarse con el presidente Putin ni una sola vez, al parecer, desde 2022. Esto me sorprende y me pone muy triste. Sé que algunos en el campo de Trump ciertamente entienden esto.




¿Ucrania ha conseguido algo con su ataque a la región de Kursk?




Fue un desastre. Abrir un frente en una zona irrelevante y exponerla a las fuerzas dominantes de Rusia resultó ser un error táctico y estratégico de primer orden. Esta es mi interpretación. Creo que no se ha conseguido nada.


No sé cuáles son sus verdaderos motivos. Ya sea un sabotaje, una apropiación de tierras, un ataque planificado a una planta de energía nuclear en la región o, de hecho, desde su punto de vista, ganar cierta influencia para las negociaciones. Es un poco confuso porque no recibimos informes honestos al respecto, pero yo diría que los resultados fueron bastante desastrosos.


Transfirieron muchas de sus unidades más fuertes a esta región, que no estaba en la primera línea de contacto de combate. Debilitaron sus frentes. Ahora Rusia está logrando avances muy significativos. De hecho, las líneas del frente ucranianas se están derrumbando en muchos lugares de Donbass, y creo que la opinión de muchos analistas de que a estas alturas esto fue un gran error es correcta.



¿Cómo valora las perspectivas de desescalada en Oriente Medio con la llegada de Trump? Es conocido por sus opiniones proisraelíes y es probable que apoye al Estado judío…




Rusia, China, los BRICS, la Liga de Estados Árabes y la Organización de Cooperación Islámica pueden desempeñar un papel de liderazgo en el acuerdo. Si esperas a Estados Unidos, no habrá paz. Si se espera a Israel, sólo habrá guerra y su propagación.


Las ideas de Benjamín Netanyahu son: «Controlaremos todo en Israel y ocuparemos Palestina, y si a alguien no le gusta, lo derrocaremos». Otra de sus ideas: “Los derrocaremos con la ayuda del ejército estadounidense”.


Esta ha sido su estrategia durante 25 años. Fue él quien arrastró a Estados Unidos a la guerra en Irak, fue él quien arrastró a Estados Unidos al intento de derrocar a Bashar al-Assad, fue él quien arrastró a Estados Unidos al derrocamiento de Muammar Gaddafi, fue él quien intentó arrastrar a Estados Unidos a la guerra con Irán. Así que, en mi opinión, Israel está completamente fuera de control desde el punto de vista diplomático. Estados Unidos es una especie de tonto porque hasta ahora ha seguido la línea israelí.


Sólo hay un camino hacia la paz, y es el Estado de Palestina junto al Estado de Israel, y las fronteras al 4 de junio de 1967 de acuerdo con el derecho internacional. Todo observador objetivo comprende esto. Y creo que la Iniciativa de Paz Árabe, la OCI y los BRICS realmente pueden decirle a Estados Unidos: «Vamos, es hora de la paz, detengamos el juego y detengamos la imprudencia israelí, no sólo la imprudencia israelí, sino la imprudencia de utilizar la Ejército estadounidense durante 20 años para librar guerras contra Israel, ya es suficiente».


Trump tiene un trasfondo sionista muy significativo. Espero que el hecho de que no le guste la guerra pueda prevalecer sobre todo lo demás. Pero no espero que Estados Unidos encuentre una salida a esta situación. Espero que los árabes sugieran una salida, explicando todo una vez más, como lo hicieron durante 22 años con la iniciativa de paz europea. Sí, existe un camino claro e inequívoco hacia la paz, a saber, una paz basada en una fórmula de dos Estados.




Donald Trump obtuvo una victoria aplastante en las elecciones estadounidenses. ¿A qué se debe esta derrota del Partido Demócrata?





A la gente no le gustaba la dirección que estaba tomando el desarrollo del país. La clase trabajadora sentía que su nivel de vida se estaba estancando en el mejor de los casos y disminuyendo en el peor. No les gustaban las guerras. Las políticas internas y exteriores de Biden no han sido populares. Y la gran mayoría de los estadounidenses dijo que Estados Unidos va en la dirección equivocada.


Aunque Donald Trump es una figura dominante, ésta no fue una elección para Donald Trump. Fue la elección de Joe Biden y Kamala Harris. Porque las elecciones estadounidenses tienen que ver con el status quo, o la falta de él. Votaron sobre si continuar con el curso actual o cambiarlo. Fue un voto por el cambio.


Donald Trump tiene un gran electorado de clase trabajadora. Si inicia una guerra comercial con China y una lucha arancelaria en general, y también reduce los impuestos a los súper ricos, esto no traerá resultados a su base electoral, por lo que en dos o cuatro años habrá un veredicto diferente, para otros cambios. , porque la prueba será nuevamente si su dirección ya era correcta.


Trump necesita descubrir cómo no decepcionar a las personas que votaron por él. Si quiere que sea un cambio político duradero, no sólo una victoria sobre una presidencia impopular.
En resumen, fueron unas elecciones contra la administración Biden-Harris. Al público no le agradaba. Por cierto, Trump no recibió más votos que en 2020, cuando perdió. Pero Harris recibió muchos menos votos. Éste es el punto.




¿Qué podemos esperar en general de la nueva administración Trump, tanto política como económicamente?





Siempre espero, pero no espero. ¿Podemos hacer cambios positivos? Ciertamente. ¿Puede la administración hacer un buen trabajo? Realmente lo espero. Creo que el hecho de que Elon Musk sea muy influyente es algo bueno en términos del dinamismo tecnológico de Estados Unidos, nuevos sectores, etc. Pero la política estadounidense se ha vuelto muy plutocrática, muy corrupta, muy unilateral, y no estoy seguro de que eso pueda superarse.


Así que esto es, por un lado, una victoria para Silicon Valley, el principal sector tecnológico de Estados Unidos. Por otro lado, es una victoria plutocrática porque toda nuestra elección es una campaña de una clase de gente rica contra otra clase de gente rica. En este sentido, no ofrece grandes perspectivas, porque en los últimos 30 años Estados Unidos no ha podido resolver ningún problema interno. Este es un sistema paralizado.


Actualmente, el déficit presupuestario es de alrededor del 7% del PIB. Eso es bastante. Nuestra deuda es el 100% del PIB. Hemos gastado tanto dinero en guerras, hemos concedido tantas exenciones fiscales a los ricos, y esa es la manera estadounidense de las últimas décadas. ¿Cambiará esto bajo Trump? Por supuesto, realmente espero que esto cambie. Pero hay razones para creer en la continuidad más que en el cambio.



Esta entrevista fue publicada originalmente en idioma ruso en Izvestia y traducida al castellano para NR.
El fantasma del Blog
La libertad de expresión ya no se expresa libremente



Nos llevó mil años conquistar el derecho revolucionario a pensarlo y decirlo todo, y ahora asistimos a una contrarrevolución liderada por la oligarquía tecnológica de Donald Trump






Juan Gabriel Vásquez
02 MAR 2025 - 05:00 CET




Durante las seis horas del vuelo que me llevó a Nueva York me encontré preguntándome, con más inquietud de la que había previsto, qué me encontraría al llegar. Todo ha cambiado en los últimos dos meses, desde que un gobierno de fanáticos reaccionarios y oligarcas de la tecnología les ha declarado la guerra a las libertades civiles de un país que siempre se ha jactado de defenderlas. Uno de los blancos más notorios de los ataques ha sido lo que en Estados Unidos se llama free speech: la libertad de expresión. Los ataques pueden ser ridículos pero alarmantes, como retirarle a la Associated Press el ingreso a la Casa Blanca por no llamar “golfo de América” al golfo de México, o pueden tomar formas abiertamente dictatoriales, como prohibir el uso de palabras —por ejemplo, “diversidad”, “inclusión”, “género” y “justicia ambiental”— en los documentos oficiales. Si a finales del siglo pasado me hubieran dicho que eso ocurriría aquí, en la tierra de la Primera Enmienda, no habría dado crédito. Pero aquí estamos.




Por razones que no vienen al caso, en el vuelo estuve releyendo las Seis propuestas para el próximo milenio, la colección incompleta de conferencias que Italo Calvino habría debido pronunciar en Harvard si la imprevisible muerte no se lo hubiera impedido. Calvino murió el 19 de septiembre de 1985, poco antes de viajar a Estados Unidos, y ni siquiera llegó a escribir la última de las seis conferencias que había planeado. Las que llegó a terminar se quedaron sobre su escritorio, cada una en su propio sobre transparente, y las cinco en una carpeta rígida, listas para el viaje; y esas versiones son las que nos han llegado a los lectores de lengua hispana en la traducción de la gran Aurora Bernárdez. Ahora bien: las Seis propuestas son un prodigio de erudición e inteligencia como hay pocos en nuestras épocas recientes, y están además escritas con gracia, una virtud que no se aprende ni puede enseñarse; pero yo, que en los años noventa las leí con admiración despreocupada, ahora me encontré leyéndolas con algo que sólo puedo llamar melancolía.





La culpa la tuvieron unas pocas líneas de la presentación que escribió Calvino: un párrafo breve que justifica las conferencias. “El milenio que está por terminar”, se lee allí, “vio nacer y expandirse las lenguas modernas de Occidente y las literaturas que han explorado las posibilidades expresivas, cognoscitivas e imaginativas de esas lenguas. Ha sido también el milenio del libro; ha visto cómo el objeto libro adquiría la forma que nos es familiar. La señal de que el milenio está por concluir tal vez sea la frecuencia con que nos interrogamos sobre la suerte de la literatura y del libro en la era tecnológica llamada postindustrial”. Quince años antes del fin del milenio, Calvino carecía de los medios, las informaciones y los conocimientos necesarios para aventurar siquiera lo que nos ha ocurrido, y es casi conmovedor sentir en sus palabras la ignorancia de lo que la “era tecnológica llamada postindustrial” acabó significando. Pero Calvino añade que no quiere aventurarse en previsiones de este tipo. “Mi fe en el futuro de la literatura”, dice, “consiste en saber que hay cosas que sólo la literatura, con sus medios específicos, puede dar”.




¿Es eso cierto? Yo me he pasado media vida tratando de averiguar cuáles son esas cosas, y, aunque este espacio es demasiado breve para discutirlas, puedo con alguna certeza decir que existen: allí están esas cosas, yo las he visto, yo he constatado su presencia fantasmal entre nosotros. La gente extraña que lee novelas o poesías las sigue leyendo, y la hay incluso que las considera de cierta utilidad, si no como espacio de rebeldía, por lo menos como mecanismo de defensa contra las imperfecciones del mundo (su falta de forma, su fealdad inevitable, su tosca crueldad o su crasa estupidez). Después de que Calvino escribiera sus consideraciones, la muerte de la literatura y del libro se ha declarado varias veces; pero ahí siguen, la una igual que el otro, como el dinosaurio de Monterroso. Y, sin embargo, en mi vuelo me encontré preguntándome si lo que ha enfermado no es más bien ese sistema de libertades que asociamos con el libro porque el libro nos ayudó a conquistarlas. Sí: la libertad de expresión es una de ellas.




Escojo mis palabras con cuidado para evitar los riesgos de tocar estos temas: la cursilería, el catastrofismo a la moda, el pesimismo ingenuo o el buenismo nostálgico. Pero a veces me parece difícil no sentir que, si nos pasamos buena parte del milenio pasado conquistando el derecho revolucionario a pensarlo todo (o a que no estuviera prohibido pensar nada) y aun a decirlo, ahora asistimos a una contrarrevolución en toda regla, liderada desde la oligarquía tecnológica de Trump. Desde luego que en Estados Unidos siempre ha estado muy viva una pasión por la censura de todo lo que resulte incómodo, pero yo no pensé nunca llegar a ver que en este país los Estados permitieran y aun normalizaran la censura de libros, y que el Gobierno rechazara las quejas con esa frase frívola y despectiva al mismo tiempo, esa frase hipócrita que niega la existencia misma de la censura mientras todo el mundo la está viendo: Biden’s book ban hoax. En traducción libre: “El bulo de Biden sobre los libros prohibidos”.




Y sí: este es el mismo Gobierno que declaró, en una orden ejecutiva, que la censura de cualquier forma de expresión era “intolerable en una sociedad libre”. Si usted ha seguido estos debates, ya sabrá a qué se refiere realmente la comunicación del Gobierno de Trump: se trataba de quitarles a las redes sociales las responsabilidades que alguna vez se echaron encima. En el universo de los nuevos oligarcas, la libertad de expresión equivale al poder impune de desinformar o mentir, y hacerlo no sólo por intereses políticos, sino porque la desinformación y la mentira se monetizan mejor que la información y la tediosa verdad. Cuando Zuckerberg y Musk desmantelaron sus sistemas de confirmación de datos o de control de noticias falsas, estaban rociando con gasolina el incendio de la posverdad; pero fue muy fácil disfrazar la jugada de defensa de la libertad de expresión, y contar con la infinita capacidad del trumpismo para lo que en inglés se llama gaslighting: negar lo evidente, confundir hasta que la gente cuestione su propia percepción de la realidad. Ahora Jeff Bezos ha enviado un memorando al equipo del Washington Post para informarle de que las páginas de Opinión defenderán siempre la libertad de mercado y las libertades personales; y, en nombre de la libertad, cualquier opinión que no las defienda será eliminada.




Italo Calvino no alcanzó a ver el milenio de las redes sociales y su impacto nefasto, el milenio de millonarios infantiloides con motosierras en la mano, el milenio del culto que les dedican los imbéciles de medio mundo, el milenio de libertades que se van deshaciendo ante nuestra impotencia o con la complicidad de muchos. No hubiera podido imaginar las formas en que una serie de revoluciones tecnológicas se han convertido en contrarrevoluciones humanistas, guerras abiertas contra las lentas conquistas del milenio precedente, todo disfrazado de defensa de esas conquistas. Es imposible saber dónde acabará todo esto, pero en mis conversaciones de este viaje asoma con frecuencia una palabra, resistencia, y eso es lo único que puede postergar el desconsuelo.



Juan Gabriel Vásquez es escritor. Su último libro es Los nombres de Feliza (Alfaguara).
El fantasma del Blog
‘Conspiralandia’ está en ebullición, ¿cómo ponemos freno a las teorías de la conspiración?


El atentado contra Trump ha puesto en marcha todo tipo de narrativas estrafalarias. Atajarlas no es cosa fácil: su propia condición complotista las hace casi inmunes a su desactivación





Mar Padilla
21 JUL 2024 - 05:30 CEST




Es un juego de espejos que devuelve una imagen cada vez más turbia. Al otro lado de la realidad, en la esfera digital, la desconfianza y la sospecha se expanden. Un caldo de cultivo de la irrealidad que el atentado contra Donald Trump el fin de semana pasado ha elevado a límites insospechados. Los disparos contra el candidato republicano han propulsado aún más la proliferación de teorías conspirativas. “Kim Cheatle, Directora del Servicio Secreto de los Estados Unidos debería responder algunas preguntas y luego renunciar, ya que no protegió y supuestamente fue parte del complot del Estado Profundo para asesinar al Presidente Trump”, se lee en la cuenta Trump Troopers, de X. Como un virus en el ojo de un huracán, las redes impulsan el vuelo de las teorías conspirativas, un tipo de alucinación parecida a la paranoia, pero de carácter colectivo: mientras en la primera el sujeto que la padece cree que el mundo entero va a por él, en la segunda es un grupo el que imagina que hay una conjura contra ellos. “La realidad consensuada —nuestra comprensión amplia y compartida de lo que es real y verdadero— se ha hecho añicos y estamos experimentando una explosión cámbrica de realidades subjetivas y a medida”, advierte Renée DiResta, analista especialista en desinformación en Invisible Rulers (Gobernantes invisibles, de Hachette, 2024; sin edición en español).




“Es complejo saber hasta qué punto hay más personas que creen en este tipo de teorías, pero está claro que su presencia online sí ha aumentado con el tiempo”, explica Estrella Gualda, catedrática de Sociología de la Universidad de Huelva, que participa desde hace años en una investigación de la Unión Europea sobre estas creencias. “A veces se comparten por morbo o por diversión. Pero también por intereses políticos, usándolas como discursos de odio hacia políticos concretos”, advierte.



Las ideas conspirativas existen desde siempre, a modo de respuesta al poder. En siglos pasados, cuando las decisiones políticas eran territorio exclusivo de las élites, la población intentaba adivinar los motivos de sus decisiones, según el historiador Gordon S. Wood. El peligro estriba en que las teorías conspirativas aseguran —sin prueba alguna— que un hecho ha sido generado secretamente por fuerzas poderosas con intenciones negativas hacia la mayoría de gente.



Y si cada época tiene sus individuos, gobiernos u organizaciones pérfidas con propósitos ocultos, algunos de los malos de ahora —magnificados estratosféricamente en la caja de resonancia de internet— son Bill Gates, George Soros, la farmacéutica Pfizer, el Gobierno “comunista y terrorista” de Pedro Sánchez, el partido demócrata estadounidense o Naciones Unidas, hasta el punto de que el pasado 24 de junio, su secretario general, António Guterres, alertó de que el personal de la ONU “se enfrenta a un tsunami de falsedades y absurdas teorías conspirativas”.



Son historias ante las que se nos puede escapar alguna risa pero dan miedo, porque inciden en el lado más oscuro de la política y alimentan posiciones maniqueas y extremistas, según el estudio Quiero creer: La relación entre creencias conspirativas y actitudes populistas en España, de Carolina Galais, investigadora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), y Marc Guinjoan, investigador de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).



El pasado mayo, el Parlamento británico publicó una guía para diputados y miembros del Gobierno alertando sobre las teorías conspirativas de mayor calado, como la de la covid (la epidemia fue creada por farmacéuticas para introducir una vacuna con microchips de control); Qanon (una cábala satánica y pedófila quiere controlar el mundo); la tiranía verde (la crisis climática es un bulo creado por la industria verde para recortar derechos y libertades); el gran reemplazo (un plan oculto para que la población cristiana europea sea reemplazada por árabes, norteafricanos y subsaharianos); el gran reinicio (el plan de recuperación económica elaborado por el Foro Económico Mundial en respuesta a la pandemia de la covid-19 es en realidad un plan de control global de la población), o el plan secreto judío (la madre de todas teorías conspirativas y que unifica las anteriores: los judíos son un grupo que busca hacerse con todo el poder en el mundo), entre otras. Siendo tan diferentes entre sí, todas están interconectadas, dividen el mundo entre buenos y malos, utilizan a personas o grupos como chivos expiatorios y creen que nada ocurre por accidente, advierte la guía.




Los cambios radicales de los últimos años, acelerados por la revolución tecnológica, “han provocado un efecto acumulativo demasiado abrumador en amplios sectores de la sociedad. Gente que echa de menos el viejo mundo”, reflexiona Noel Ceballos, autor de El pensamiento conspiranoico (Arpa, 2021). De ahí que la mayoría de esas narrativas coincidan en el miedo al otro y la desconfianza patológica en el sistema, “en todo lo que huela a versión oficial, pues da la sensación de que las estructuras estatales que debían protegernos nos han abandonado”, según Ceballos.




Los creyentes en teorías conspirativas tienen en común que perciben el mundo como un lugar amenazante y peligroso; comparten su fe en creencias y experiencias extrañas; se sienten antagonistas con respecto a la población común y se creen superiores a ellos, según un estudio de la Universidad de Emory, el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Regina.



Por su parte, una investigación publicada en abril en la revista Socius: Sociological Research for a Dynamic World apunta que este tipo de creencias son más comunes entre la población menos y más educada, y entre la que tiene ingresos más bajos y más altos. Esto se debe a que este tipo de creencias a veces se dan como respuesta a una supuesta amenaza de cambio en el estatus social: “Los grupos e individuos favorecidos suelen preocuparse por la posibilidad de perder sus posiciones y recursos sociales”, subraya el estudio.





Estados Unidos de paranoia




El atentado contra Trump puede haber disparado el ambiente conspirativo entre la población estadounidense, pero hace años que este es una sensación casi mainstream. Una encuesta de la Universidad de Cornell de 2020 alertaba de que el 73% de los estadounidenses cree que las teorías conspirativas están actualmente “fuera de control”, y el 59% opinaba que la gente era más propensa a creer en estas teorías que 25 años atrás.



En 2013, en el libro The United States of Paranoia: a Conspiracy Theory (Los Estados Unidos de la paranoia: una teoría de la conspiración, sin edición en español), Jesse Walker advertía de que ese tipo de creencias son casi fundacionales en el país, hasta el punto de existir una subcultura popular obsesionada con el fenómeno. Es lo que en 1964 el historiador Richard Hofstadter llamaba en su ensayo The Paranoid Style in Americans Politics (El estilo paranoico de la política americana), creencias irracionales con fuertes raíces populares que interpretan cualquier cambio como un acto premeditadamente destinado a “socavar una determinada forma de vida”: un peligro de aniquilación al que enfrentarse.




Las teorías pueden ser distintas y sus grupos de apoyo, diferentes, pero coinciden en funcionar “como una comunidad religiosa, particularmente parecida a la del protestantismo evangélico. Es la creencia en el bien contra el mal, el apocalipsis y las creencias mesiánicas”, detalla Jenni M. Whitmer, especialista en el tema y autora junto con Meggan M. Jordan de la investigación Why Believe Conspiracy Theories? (¿Por qué creer en teorías conspirativas?, Sage Journals, 2024).



Así, muchos de los creyentes de QAnon —una teoría conspirativa nacida en 4chan (un foro en internet que empezó como espacio para compartir imágenes de anime y manga), alimentada después por sectores de la extrema derecha— han comparado a Donald Trump con la figura bíblica del rey Ciro, que venció a los babilonios y puso fin al exilio de los judíos. A su vez, Trump usa esa teoría en su favor, reenviando y promoviendo cuentas relacionadas con QAnon. Lo ha hecho más de 800 veces según un análisis de la organización Media Matters.



“Siempre ha habido una relación directa entre cambio comunicacional y cambio político, y ahora estamos viviendo una época nueva en ese ámbito”, afirma Ignacio Ramonet, autor de La era del conspiracionismo (Clave Intelectual, 2022). Es un contexto inédito donde las reglas están cambiando radicalmente, porque en la esfera digital, alimentada por bots, identidades falsas y anónimas, el concepto de la verdad ha pasado a ser irrelevante. Y eso lleva a “un ecosistema disruptivo que está moldeando la opinión pública, reescribiendo la relación entre la sociedad y sus gobernantes”, según el periodista y ensayista español.



El caso Trump es modélico para entender cómo funciona el nuevo ecosistema que relaciona la política y la comunicación. El neoyorquino tiene más de 150 millones de seguidores en las redes, un hilo de comunicación directo, sin intermediarios ni fact-checkers, que, por ejemplo, le permitió faltar a la verdad 30.500 veces durante su mandato presidencial. Un tipo de comportamiento al que cada vez va a ser más complicado seguirle el rastro: el Consorcio por la Integridad de las Elecciones (Election Integrity Partnership), una iniciativa liderada por Renee DiResta desde el Observatorio de Internet de la Universidad de Stanford, ha dejado de funcionar después de numerosas demandas por parte de la derecha estadounidense.



El problema añadido en el caso Trump es que sucede en la primera democracia de la historia moderna, en un país con una extraordinaria capacidad de influencia, “lo que está teniendo un efecto de mimetismo importante”, alerta Ramonet.



Tras lo ocurrido en Pensilvania, la influencia de Elon Musk en este nuevo ecosistema comunicativo ha dado un paso de gigante al anunciar su apoyo oficial al candidato republicano y al conminar a sus más de 188 millones de seguidores en la red X —de la que es propietario— a abandonar la lectura de los medios tradicionales para informarse solo a través de su canal.



Este nuevo escenario favorece a un cierto tipo de personajes políticos (“aventureros”, los llama Ramonet) que usan las creencias conspirativas en su favor, valiéndose de la comunicación directa, sin comprobación alguna, donde la mentira campa a sus anchas. “El tradicional discurso democrático, en el que un partido presenta un programa y la gente decide qué votar en función de lo que le conviene a él o a su clase, tiene hoy mucha dificultad en escucharse frente al ruido de las redes”, advierte Ramonet en conversación telefónica.



Qué hacer



En 2013, el matemático italiano Alberto Brandolini apuntó lo que ya es conocido como el principio Brandolini: la cantidad de energía necesaria para refutar una estupidez es de un orden de magnitud mayor que la necesaria para generarlas. Pero hay que hacerlo.



A la hora de combatir la proliferación de las ideas conspiranoicas, la primera regla de oro es no darles voz ni recorrido, y no compartirlas, subraya al teléfono Gualda.También hay que reforzar un ecosistema informativo que apele a la confianza y resistencia de la sociedad, que fomente la capacitación crítica del público, con medios de comunicación independientes, libres y plurales, según Guterres. “Hay que promover la alfabetización mediática, aprender a identificar y rechazar la mala información. Debemos entender más y mejor cómo funcionan las redes y aprender a usarlas con todo su potencial democrático”, apunta Ramonet.




También hay que fomentar la vida más allá de internet. “Si se quiere evitar que la gente caiga en esa especie de madriguera del conejo conspiracionista, es fundamental encontrar formas alternativas de que satisfagan sus necesidades de propósito, socialidad y autoestima”, advierte Whitmer en conversación por correo electrónico.





Pero no es fácil. La condición conspirativa de dichas teorías las hace inmunes a su total desactivación. “Por eso, para enfrentarse a ello es clave entender el concepto del marco conspiracional”, detalla al teléfono Arieh Kovler, analista político y colaborador en la elaboración de la guía para el Parlamento británico. A la hora de intentar atajarlas, más allá de la especificidad de cada teoría, es crucial entender que todas coinciden en intentar perjudicar al sistema democrático de representación plural, y que es un tipo de ruido altisonante ejercido por una minoría. Un análisis de más de dos millones de comentarios en el sitio de Reddit encontró que, aunque solo el 5% de usuarios exhiben pensamiento conspiranoico, estos eran responsables del 64% de los comentarios. El autor más activo escribió hasta 896.337 palabras, el doble de longitud de la trilogía El Señor de los Anillos, según se puede leer en La guía para las teorías de la conspiración (Unesco, 2020).



Según esta guía, es importante que la población sea consciente de la intención de engaño para desarrollar resistencias a los mensajes conspiranoicos, utilizando fuentes profesionales y fiables para informarse. También hay que reconocer cómo nuestros propios prejuicios y opiniones políticas pueden hacernos susceptibles de creer en este tipo de teorías. Porque el problema es que cuando las personas sienten que han perdido el control de una situación, sus tendencias conspiranoicas aumentan. Pero lo contrario también sucede: cuando la gente se siente empoderada es más resistente a estas teorías, según la Unesco.



En todo caso, no hay que pensar que las personas que apoyan estas teorías viven en el planeta Conspiralandia. Están entre nosotros. La experta en desinformación de la BBC, Marianna Spring, aporta desde la cadena pública británica cinco consejos a la hora de enfrentarse a una persona creyente: mantener la calma, no desesperarse, preguntar sobre las presuntas fuentes de información que dan lugar a esas interpretaciones, animar a confrontar los hechos con pensamiento crítico y fuentes contrastables, y no esperar resultados a corto plazo.




El humor puede ser una infalible arma pedagógica.


En 2017, Peter McIndoe y Connor Gaydos pusieron en marcha Los pájaros no existen, una campaña que destapaba un plan del Gobierno de Estados Unidos para aniquilar 12.000 millones de pájaros y sustituirlos por robots pájaro para espiar a los ciudadanos.

Una serie de anuncios,

vídeos trucados

y una calculada difusión en redes hicieron el resto:

en varias ciudades del mundo se celebraron pequeñas manifestaciones —algunas en serio, otras no tanto— denunciando que “los pájaros no existen”.

Cuatro años después, McIndoe confesó que la campaña era en realidad un experimento para alertar sobre lo asombrosamente fácil que es impulsar una creencia conspiranoica.









CITA
MINISTERIO DE EDUCACION Y CIENCIA

DIRECCIÓN GENERAL DE INVESTIGACIÓN

SUBDIRECCIÓN GENERAL DE PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN

Dr/Dra:IGNACIO MARTIN SANZ

UNIVERSIDAD POLITECNICA DE MADRID

ESCUELA UNIVERSITARIA INGENIERIA TEC. FORESTAL. MADRID

CGL2007-29835-E/BOS

Madrid, a 28 de Enero de 2008

Estimado/a amigo/a,

En relación con la acción complementaria de refª CGL2007-29835-E/BOS y título: III EXPEDICION CIENTIFICA A LA CALDERA DE LUBA (GUINEA ECUATORIAL), presentado por ud. como investigador principal a la Convocatoria de acciones complementarias de I+D 2007 en el marco del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2004-2007, lamento comunicarle que su solicitud no ha alcanzado prioridad suficiente para ser financiada, habida cuenta de los recursos económicos disponibles y el conjunto de solicitudes presentadas. La acción complementaria alcanzó una puntuación de 30, mientras que la puntuación de corte correspondiente a su programa/subprograma ha sido de 70.

En virtud del apartado Sexto de la Resolución de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación de 8 de enero de 2007, (BOE de 15 de enero de 2007), desarrollada al amparo de la Orden ECI/1155/2005, (BOE de 29 de abril de 2005), podrá si usted lo desea, en un plazo máximo de quince naturales, manifestar las alegaciones que considere oportunas. Dichas alegaciones deberán ser presentadas con el visto bueno del representante legal de su Organismo.

En caso de que usted decida presentar alegaciones es obligatorio que a la mayor urgencia y dentro del plazo, utilice la aplicación web disponible y después las envíe al número de fax que figura al pie de página y posteriormente el original con las firmas por correo urgente.

Con la resolución definitiva se podrá interponer recurso potestativo.

En la confianza de que podamos considerar de nuevo una solicitud suya que alcance mayor prioridad, le saluda atentamente.



Félix García -Ochoa Soria



Observaciones de la Comisión de Selección (si las hubiere):

La III EXPEDICION CIENTIFICA A LA CALDERA DE LUBA (GUINEA ECUATORIAL) es continuación de una iniciativa que ha sido subvencionada en sus dos primeras fases a través de la convocatoria de acciones complementarias, al entenderse como prospectivas, necesarias para abordar un territorio mal conocido .


Sin embargo, se entiende que la actual propuesta debería articularse ya en un proyecto de investigación reglado, con objetivos concretos y debidamente pormenorizados tanto en la metodología a utilizar como en los costes necesarios para su logro, para lo cual existen convocatorias específicas del Plan Nacional. Consecuentemente, se estima que la propuesta carece de prioridad alguna en el marco de esta convocatoria de acciones complementarias.



DIRECCIÓN GENERAL DE INVESTIGACIÓN

SUBDIRECCIÓN GENERAL DE PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN

Departamento Técnico de Medio Ambiente y Recursos Naturales
Dpcho: Pl. 5 Norte Tel: 916037725
Fax: 916037026 E-Mail: berta.caballero@mec.es
Albacete, 5
28027 Madrid.









El fantasma del Blog
El milagro del equipo de golbol para personas con discapacidad visual de Yemen



Un club en la ciudad de Adén entrena a atletas en este deporte paralímpico sin financiación y en un estadio sin electricidad con la esperanza de aumentar su visibilidad en la sociedad de un país castigado por años de conflicto




Kayan Shugoun
Adén (Yemen)
03 MAR 2025 - 05:30 CET


En la ciudad portuaria de Adén, un grupo de atletas de golbol, un deporte paralímpico para personas con discapacidad visual, está superando las barreras sociales y la escasez de medios materiales, vinculada en gran parte a la guerra que castiga Yemen desde hace una década, para entrenar y competir.



La ONU calcula que alrededor de 4,5 millones de personas, aproximadamente el 15% de la población del país, tienen alguna discapacidad. La guerra civil, que según la ONU había dejado unos 377.000 muertos a finales de 2021, un 60% de ellos indirectos, debido a la desnutrición, enfermedades y falta de acceso a cuidados médicos, ha convertido a las personas con discapacidad en uno de los grupos más marginados del país. El acceso a servicios esenciales como la atención sanitaria y la rehabilitación es un problema para muchas de ellas.



En 2019, se fundó el Club Deportivo Estrellas de Adén para Ciegos, que ofrece a los atletas con discapacidad visual una plataforma para jugar al golbol, un deporte especialmente pensado para personas con baja visión, en el que cada equipo está formado por tres jugadores que utilizan una pelota con tres cascabeles incrustados y que dependen de su oído para seguir su movimiento por una pista marcada. El objetivo es anotar goles mediante el lanzamiento del balón con la mano.



La idea del club se le ocurrió a Shaker Barahma, que contactó a Arwa al-Amri, la actual presidenta del club, para proponerle “una idea audaz”. “Era algo que no se había visto antes en Adén”, señala Al-Amri. “Acepté inmediatamente porque sabía que llenaba un vacío evidente”, agrega.



Los fundadores, sin respaldo financiero, según Al-Amri, confiaron en sus propios recursos y determinación. “Nos pusimos en contacto con otros compañeros discapacitados visuales como Amr Saleh y Mohammed Ali”, recuerda Al-Amri. “Celebramos varias reuniones y fundamos oficialmente el club. Desde el primer día, fue un esfuerzo autofinanciado”, agrega. Pero cree que, después de casi seis años, su inversión “ha merecido la pena”. Hoy, el Club Deportivo cuenta con cerca de 120 integrantes entre administradores y atletas que también practican otros deportes como carreras y ajedrez.



Pero la joya de las Estrellas de Adén es el golbol, que se jugó por primera vez en unos juegos paralímpicos en 1972. “Es un deporte importante”, afirma Akram Ali, entrenador de unos 20 atletas.



Para todos ellos, la rutina de ejercicios está cuidada al detalle: “Empezamos con calentamientos y ejercicios individuales para corregir errores y evaluar a cada jugador”, explica Ali. “Luego pasamos a sesiones de grupo para fomentar el trabajo en equipo y familiarizar a los jugadores con las distintas posiciones en la cancha”, añade. Hay dos entrenamientos por semana en el Estadio 22 de Mayo de Adén, pero Ali espera ampliar el horario.




Sin instalaciones, transporte y electricidad





Pero los retos son muchos. El club no dispone de instalaciones específicas ni de transporte privado para atender las necesidades de los jugadores. “El pabellón actual no está debidamente equipado para jugadores con discapacidad visual”, lamenta Ali, explicando además que a menudo tienen que interrumpir los entrenamientos porque hay otras actividades o torneos agendados en el estadio. Eso sin contar la falta de electricidad, algo que complica las sesiones, especialmente durante los sofocantes veranos.



“Las largas horas sin electricidad agotan nuestra energía e interrumpen nuestros entrenamientos. Pero nuestro amor por este deporte nos da fuerza para seguir adelante”, asegura Abdulrahman Sultan, de 25 años, que perdió la vista por las heridas que le causó la explosión de un coche bomba cerca al Club Al-Wehda de Adén cuando él pasaba caminando.



Pese a los obstáculos, el equipo tiene razones para celebrar. En 2024, consiguieron una licencia temporal concedida por la Oficina de Juventud y Deportes de Adén, tras cinco años de intensas solicitudes. También recibieron apoyo financiero de Moamen al-Saqqaf, jefe de la dirección local del Consejo de Transición del Sur en Adén, el grupo independentista que defiende la separación del sur yemení. Pero hasta entonces, según Al-Amri, “ni el Gobierno ni las entidades privadas” los apoyó en sus inicios.



Sultan se unió al club en 2019 y rápidamente encontró satisfacción y crecimiento personal a través del golbol. “Ha mejorado mi forma física y aumentado la confianza en mí mismo”, aseguraba. Sin embargo, los horarios de entrenamiento irregulares, como consecuencia de la escasez de recursos, han frenado su progreso. Por lo pronto, él y sus compañeros de equipo aspiran a participar en torneos árabes e internacionales y esforzarse por alcanzar los niveles más altos. Subraya que para ellos el deporte no es solo una fuente de confianza, sino también de bienestar mental.



Para seguidores como Mutasim Tareq Saleh Sarour, el golbol es algo más que un juego. “Es un deporte especialmente adaptado a las capacidades de los jugadores ciegos, que les ofrece la oportunidad de demostrar sus habilidades”, afirma. Sarour asiste regularmente a partidos y eventos y considera que su presencia es un estímulo y una muestra de solidaridad. “Estar allí no solo es divertido, sino también una manera de apoyar y motivar a los jugadores. Sensibiliza a la comunidad y demuestra que la discapacidad no es una barrera para la excelencia”, afirma.



Ali al-Saadi, residente en Adén, considera que el club representa un paso vital en la integración de las personas con discapacidad visual en la sociedad. “Esta iniciativa debería haberse llevado a cabo hace años, pero las circunstancias de Yemen la retrasaron”, recuerda. Para Al-Saadi, el club es un segundo hogar donde los jugadores pueden explorar sus aficiones y compartir sus talentos con el mundo. También lo ve como una puerta de entrada para representar a Yemen en acontecimientos internacionales. “Necesitamos más clubes como este para los discapacitados. Tienen talentos que están esperando a ser descubiertos y merecen nuestro apoyo y nuestros recursos”, insiste Al-Saadi.




Este artículo se publica en colaboración con Egab, una plataforma que trabaja con periodistas de Oriente Próximo y África.
El fantasma del Blog
¿Los pájaros no son reales?



En las entrañas de una teoría de la conspiración de la generación Z?






The New York Times
Por Taylor Lorenz
9 de diciembre de 2021



Recientemente aparecieron enormes vallas publicitarias en Pittsburgh, Memphis y Los Ángeles que declaran: “Los pájaros no son reales”.


En Instagram y TikTok, las cuentas de Birds Aren’t Real (Los pájaros no son reales) han acumulado cientos de miles de seguidores, y los videos de YouTube al respecto se han vuelto virales.


El mes pasado, los seguidores de Birds Aren’t Real incluso protestaron frente a la sede de Twitter en San Francisco para exigir que la empresa cambiara su logotipo, en el que aparece un pájaro.


Todos estos acontecimientos están relacionados con una teoría de la conspiración impulsada por la generación Z, que sostiene que los pájaros no existen y que en realidad son réplicas de drones instaladas por el gobierno de Estados Unidos para espiar a los estadounidenses. Cientos de miles de jóvenes se han unido al movimiento, llevan camisetas de Birds Aren’t Real, acuden a concentraciones y difunden el eslogan.


Puede que huela a QAnon, la teoría de la conspiración según la cual el mundo está controlado por una élite de demócratas traficantes de niños. Excepto que el creador de Birds Aren’t Real y los seguidores del movimiento son cómplices de una broma: saben que los pájaros son, de hecho, reales y que su teoría es inventada.


Lo que realmente es Birds Aren’t Real, dicen, es un movimiento social paródico con un propósito. En el mundo de la posverdad, dominado por teorías de la conspiración en línea, los jóvenes se han unido en torno a este esfuerzo para criticar, combatir y burlarse de la desinformación. Es el intento de la generación Z de desbaratar la madriguera del conejo con el absurdo.


“Es una forma de combatir los problemas del mundo que no se pueden combatir de otra manera”, dijo Claire Chronis, de 22 años, organizadora de Birds Aren’t Real en Pittsburgh. “Mi forma favorita de describir la organización es combatir la locura con locura”.


En el centro del movimiento está Peter McIndoe, de 23 años, un muchacho de pelo lacio que abandonó la universidad en Memphis y creó Birds Aren’t Real por capricho en 2017. Durante años, se mantuvo en el personaje como el principal creyente de la teoría de la conspiración y ordenaba a los acólitos a montar en cólera contra aquellos que desafiaban su dogma. Pero ahora, dijo McIndoe en una entrevista, está dispuesto a revelar la parodia para que la gente no piense que los pájaros son realmente drones.



“Al lidiar con el mundo de la desinformación durante los últimos años, hemos sido muy conscientes de la línea que pisamos”, dijo. “La idea pretende ser muy absurda, pero nos aseguramos de que nada de lo que decimos sea demasiado realista. Eso es algo que hay que tener en cuenta al salir del personaje”.


La mayoría de los miembros de Birds Aren’t Real, muchos de los cuales forman parte de una red de activismo en el terreno llamada Brigada de los Pájaros, crecieron en un mundo invadido por la desinformación. Algunos tienen familiares que han sido víctimas de las teorías de la conspiración. Por eso, para los miembros de la generación Z, el movimiento se ha convertido en una forma de enfrentarse colectivamente a esas experiencias. Al disfrazarse de teóricos de la conspiración, han encontrado una comunidad y una afinidad, dijo McIndoe.


“Birds Aren’t Real no es una sátira superficial de las conspiraciones desde fuera. Es una sátira desde lo más profundo”, dijo. “Mucha gente de nuestra generación siente la locura en todo esto, y Birds Aren’t Real ha sido una forma de que la gente lo procese”.


Cameron Kasky, de 21 años, una activista de Parkland, Florida, que ayudó a organizar la protesta estudiantil March for Our Lives contra la violencia armada en 2018 y participa en Birds Aren’t Real, dijo que la parodia “te hace parar un segundo y reír. En un momento singularmente sombrío para alcanzar la mayoría de edad, no está de más tener algo de lo que reírse juntos”.


También McIndoe ha estado empapado en conspiraciones. Durante sus primeros 18 años, creció con siete hermanos en una comunidad profundamente conservadora y religiosa en las afueras de Cincinnati, y después en la zona rural de Arkansas. Fue educado en casa y le enseñaron que “la evolución era un plan de lavado de cerebro masivo de los demócratas y que Obama era el Anticristo”, dijo.


Leyó libros como Remote Control, sobre, según argumenta el libro, mensajes ocultos anticristianos de Hollywood. En la secundaria, las redes sociales le ofrecieron una puerta de entrada a la cultura convencional. McIndoe empezó a ver a Philip DeFranco y a otros youtuberos populares que hablaban de la actualidad y la cultura pop, y entró en Reddit para encontrar nuevos puntos de vista.


“Fui criado por internet, porque ahí es donde acabé encontrando gran parte de mi educación real, a través de documentales y de YouTube”, dijo McIndoe. “Toda mi comprensión del mundo se formó gracias a internet”.


Cuando McIndoe dejó su casa para ir a la Universidad de Arkansas en 2016, dijo, se dio cuenta de que no era el único joven obligado a vivir a caballo entre múltiples realidades.


Entonces, en enero de 2017, McIndoe viajó a Memphis para visitar a unos amigos. Donald Trump acababa de jurar como presidente y había una marcha de mujeres en el centro de la ciudad. También había contramanifestantes pro-Trump. Cuando McIndoe los vio, dijo, arrancó un afiche de una pared, le dio la vuelta y escribió unas palabras al azar: “Los pájaros no son reales”.


“Fue una broma espontánea, pero era un reflejo del absurdo que todos sentían”, dijo.



Entonces McIndoe empezó a caminar y, mientras tanto, improvisó la base de la conspiración Birds Aren’t Real. Dijo que formaba parte de un movimiento mayor que creía que los pájaros habían sido sustituidos por drones de vigilancia y que el encubrimiento comenzó en la década de 1970. Sin saberlo, fue filmado y el video se publicó en Facebook. Se hizo viral, especialmente entre los adolescentes del sur de Estados Unidos.


En Memphis no tardaron en aparecer grafitis de “Birds Aren’t Real”. Aparecieron fotos de la frase garabateada en pizarras y paredes de secundarias locales. La gente hizo calcomanías de Birds Aren’t Real.


McIndoe decidió abrazar Birds Aren’t Real. “Empecé a encarnar al personaje y a construir el mundo al que pertenecía”, dijo. Él y Connor Gaydos, un amigo, escribieron una historia falsa del movimiento, inventaron elaboradas teorías y produjeron documentos y pruebas falsas para apoyar sus afirmaciones descabelladas.


“Se convirtió básicamente en un experimento de desinformación”, dijo McIndoe. “Fuimos capaces de construir un mundo totalmente ficticio que los medios de comunicación locales informaron como un hecho y que el público cuestionó”.









Lo que hay detrás de 'Los pájaros no existen', el movimiento que se ha manifestado en España


'Los pájaros no existen' es una teoría de la conspiración que afirma que las aves no son reales, pero lo que hay detrás va mucho más allá





ABC
MARINA ORTIZ
26/05/2024
Actualizado a las 17:34h.



'Los pájaros no existen' es la afirmación sobre la que se basa el movimiento homónimo que parece coger fuerza a través de las redes sociales. Derivado del movimiento original 'Birds Aren´t Real', que viene de Estados Unidos, esta teoría conspiranoica se basa en que las aves que vemos por el cielo y las calles son, en realidad, drones y máquinas con una perfeccionada forma de paloma, gaviota, gorrión y un largo etcétera.


«¿Tú tampoco has visto una cría de paloma?» reza una de las frases que se pueden leer en su página web. «El gobierno ha sustituido los pájaros que conocíamos por drones de vigilancia, ¡despierta!», indican. El modo de propagar estas ideas son las redes sociales, con cuentas en TikTok, X (antes Twitter) e Instagram, donde comparten supuestas pruebas de esta loca teoría.


La última de las 'hazañas' del movimiento ha sido celebrar una manifestación en Barcelona este sábado 25 de mayo, en la que, según las imágenes compartidas por los perfiles de redes, han acudido numerosos jóvenes con pancartas y carteles en los que se pueden leer afimaciones como «los pájaros nos fumigan», «las palomas nos vigilan» o «si tiene plumas es un dron del gobierno».


¿Qué hay detrás de 'Los pájaros no existen'?



En una actualidad totalmente digitalizada y marcada por una vorágine de información en la que, paradójicamente, es fácil caer en la desinformación, este movimiento 'antipájaros' podría ser una realidad más que se suma a la ya larga lista de teorías conspiranoicas que existen hoy en día en todo el mundo.



Sin embargo, atendiendo a la relación que guarda 'Los pájaros no existen' con 'Birds Aren´t Real' (es la única cuenta a la que sigue en Instagram el perfil español), estaríamos ante una de las mayores 'troleadas' de las nuevas generaciones, en concreto de la generación Z. Así lo prueban las afirmaciones recogidas por el artículo del New York Times '¿Los pájaros no son reales? En las entrañas de una teoría de la conspiración de la generación Z'. En él, Peter McIndoe, el creador del movimiento viral Birds Aren't Real, reveló de qué se trata toda esta locura en realidad.



Así, cuenta que el movimiento surgió como una broma ante la ola de ideas conspiranoicas que existen y la forma en la que la desinformación se cuela cada día en las mentes de más personas. Siendo una movimiento un tanto surrealista, Peter McIndoe creó y alimentó la teoría con la intención de hacer una sátira profunda sobre ello, la cual se ha estirado tanto y la ha hecho parecer tan real que ha tenido que explicarla, ante la posibilidad de que muchas personas, relamente, estén convencidos y apoyen esta teoría de que los pájaros no son de verdad.



«Ave: Aparato Volador de Espionaje»




Aunque la versión del movimiento en España parece estar expandiéndose poco a poco y no tiene tanta fuerza como en EE.UU, la 'broma' que se basa en esta teoría conspirativa surrealista está construida alrededor de cuentas en redes sociales que parecen ir muy en serio, una tienda online de camisetas con mensajes 'antipajaristas' o una página web propia en la que se insta al 'despertar' de la verdad sobre las aves, a las que llaman, por siglas 'Aparato Volador de Espionaje'.



Aunque la 'manifestación' de Barcelona no se haya difundido a modo de broma explícita, la presencia de gorros de papel de plata, máscaras de palomas y la media de edad de los asistentes prueba que se trata de una sátira que intenta burlarse, desde dentro, de los bulos, teorías negacionistas y conspiraciones varias que parecen cobrar cada día más fuerza en nuestra sociedad.
Habrá que esperar para ver si 'Los pájaros no existen' sirve para el fin con el que se creó, concienciar sobre la proliferación de las teorías de la conspiración, o si el monstruo termina comiéndose a sí mismo y se establece de manera firme otro movimiento más de conjeturas, confabulaciones y conspiraciones con bases de dudosa procedencia y poca o ninguna lógica.
El fantasma del Blog
El caos humanitario desatado por la suspensión de USAID se siente ya en el terreno



Las ONG en países receptores de ayuda de Estados Unidos describen el impacto para las personas más vulnerables que ha causado la congelación de los fondos del mayor donante del mundo hasta enero




José Naranjo
Alejandra Agudo
Nuakchot / Madrid
03 MAR 2025 - 05:40 CET





De la más grande a la más pequeña de las ONG humanitarias se han visto afectadas por la decisión de Donald Trump de suspender los fondos de asistencia internacional que canalizaba hacia un centenar de países a través de USAID (la agencia estadounidense para el desarrollo internacional) y Pepfar (Plan de Emergencia del Presidente para la Atención de Sida). La medida es temporal, 90 días desde el 20 de enero; plazo en el que Estados Unidos evaluará si reanuda la financiación, en qué cuantía y para qué programas. Pese a que después se dejó fuera de sus efectos a Egipto e Israel, así como programas nutricionales en contextos de extrema necesidad, el impacto del caos desatado en el terreno ha sido directo e inmediato, provocando despidos en las organizaciones, paralización de cadenas de suministros y cancelación de proyectos.



El juez de distrito de Columbia, Amir Ali, emitió el 13 de febrero una orden en la que emplazaba a la Administración a desembolsar los fondos previamente comprometidos ―unos 2.000 millones de dólares o 1.900 millones de euros― antes del 26 de febrero. El presidente del Tribunal Supremo de EE UU, John Roberts, suspendió esa orden horas antes de que venciera el plazo. Las organizaciones de ayuda internacional se manifiestan en las calles y apelan a la justicia para que arregle el desaguisado. En un escrito presentado el pasado viernes ante el Supremo, argumentaron que “se enfrentarían a un daño extraordinario e irreversible” de mantenerse la congelación.



Más de 300 millones de personas dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir en el mundo, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Estados Unidos cubría el 47% de la financiación global en esta partida. También es el mayor donante en el ámbito de la cooperación y organismos multilaterales para el desarrollo. A falta de cálculos precisos y un registro pormenorizado de los efectos de la congelación, las organizaciones denuncian que millones de niños quedan sin acceso a la educación, refugiados sin sustento, mujeres sin garantías para salud sexual y reproductiva, enfermos sin tratamiento. Sobre todo, en África.



El continente africano recibe unos 17.000 millones de dólares al año en ayudas procedentes de EE UU. Y las consecuencias de la suspensión ya se están dejando sentir. En Gambia, gracias en gran medida a los fondos procedentes de USAID, la Asociación de Mujeres por el Empoderamiento de las Víctimas (WAVE, por sus siglas en inglés) presta desde 2019 apoyo social, psicológico y jurídico a minorías religiosas oprimidas por la dictadura de Yahya Jammeh y, sobre todo, a cientos de mujeres que sufrieron violaciones, abusos sexuales y torturas. “Es una catástrofe para nuestros proyectos y un paso atrás en la reparación del daño causado. Se envía la señal de que las violaciones de derechos humanos pueden quedar impunes”, asegura Majabou Ceesay, coordinadora de programas de la organización.



El 24 de enero, el Departamento de Estado de Estados Unidos y USAID comenzaron a enviar órdenes de suspensión a miles de socios ejecutores, contratistas y beneficiarios en todo el mundo. La activista gambiana fue una de las que recibió un correo electrónico con la fatal noticia. Freedom House, la ONG estadounidense que canalizaba los fondos USAID a su organización, le advertía de que debía detener de inmediato sus actividades, y la asociación ya está informando a sus beneficiarios de la nueva situación. “Vamos a tener serios problemas para mantener a nuestro personal. Esto es un varapalo para el proceso de transición democrática y para la cohesión social en Gambia. El Gobierno no está haciendo mucho por las víctimas de la dictadura y somos las ONG quienes prestamos ese apoyo. Sin este sostén económico están en peligro la paz y la convivencia”, asegura rotunda.



Si el dinero estadounidense ha desempeñado un papel fundamental en el refuerzo de la democracia, la libertad de expresión y la gobernanza, aún más importante es su apoyo a la salud pública, capítulo en el que también es el mayor donante del mundo. Es hasta la fecha el principal contribuyente al Fondo Mundial para la Malaria, la Tuberculosis y el VIH, con 26.300 millones de dólares aportados desde su fundación en 2002, y 6.000 millones comprometidos para el período 2023-2025. En este momento están bajo amenaza programas de vacunación rutinarios y millones de tratamientos antirretrovirales contra el VIH. En Nigeria, que en 2023 recibió 1.000 millones de dólares estadounidenses, la mayoría de USAID, reina la incertidumbre acerca de la viabilidad de numerosos proyectos de salud materno-infantil y la lucha contra el sida, en un país que cuenta con 1,3 millones de enfermos, según las cifras del Ministerio de Sanidad.



Sudáfrica, con 8,5 millones de personas con VIH, es el principal receptor de ayuda a través del Plan de Emergencia del Presidente para la Atención de Sida (Pepfar, por sus siglas en inglés), puesto en marcha en 2003 por el presidente George W. Bush y que ha permitido el acceso generalizado y gratuito a tratamientos. La congelación de los fondos ha supuesto el cierre de clínicas de salud sexual en este país, donde se realizaban pruebas gratuitas y se trabajaba la prevención y la atención a pacientes.



“La suspensión de los proyectos de prevención de la transmisión del VIH de madre a hijo ha resultado ya en más de 2.800 infecciones adicionales en el mundo, que no habrían ocurrido si la congelación no se hubiera producido”, estima la organización Human Rights Watch.




“Despiadada y caótica”




“Estamos evaluando la situación”, fue la respuesta cauta inicial de la mayoría organizaciones receptoras de fondos de USAID o Pepfar. Mantenían el silencio. Cáritas Internacional es una de las que primero ha roto el mutismo con un duro mensaje contra la “imprudente” decisión de Washington. “La forma despiadada y caótica en que se está implementando esta decisión insensible amenaza la vida y la dignidad de millones de personas”, advierte la ONG. “Detener USAID abruptamente matará a millones de personas y condenará a cientos de millones más a vidas de pobreza deshumanizante. Esto es un ultraje inhumano a la dignidad humana otorgada por Dios, que causará un sufrimiento inmenso”, señala Alistair Dutton, secretario general de la entidad, en un comunicado.



En India, la Clínica Mitr, el primer centro de atención sanitaria del país dedicado a atender a la comunidad transgénero, ha cerrado sus puertas debido a la suspensión de los fondos de USAID, informaron fuentes próximas a la organización a EFE.



Por su parte, Acción contra el Hambre ha publicado un análisis del impacto sobre la operativa de esta ONG. Un 30% de su financiación proviene de fondos estadounidenses y la pérdida de este donante “afectaría a unos 50 programas en países como Níger, Etiopía, República Democrática del Congo, Colombia, [países de] Centroamérica o Afganistán”, detalla. Por ejemplo, en Níger, unas 560.000 personas dependen de la ayuda de la entidad. “La congelación de fondos dejaría a comunidades vulnerables sin acceso a centros de salud con profesionales formados”, concluye. En Honduras, 30.000 beneficiarios de esta ONG podrían verse afectados, y en Colombia, 28.000.



Bangladés fue el tercer país receptor de ayuda internacional en 2023, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), principalmente porque alberga uno de los mayores campos de refugiados del planeta. En Cox’s Bazar viven más de un millón de rohinyás que han huido de Myanmar desde 2017 y dependen completamente de la asistencia humanitaria. La respuesta para esta crisis ha sufrido un hachazo constante en los últimos años. Muchos servicios esenciales, incluidos la educación, la protección infantil y la atención médica, son financiados por USAID. Y, aunque el Gobierno interino de Bangladés, liderado por el premio Nobel Muhammad Yunus, ha afirmado que Washington no suspenderá su financiación para los rohinyás, el impacto de la congelación ya se siente, según los refugiados y los trabajadores humanitarios. “La gestión de residuos se ve obstaculizada, los programas de violencia de género se enfrentan a desafíos y el programa de vacunación está en riesgo”, explicó Mizanur Rahman, comisionado de ayuda y repatriación de refugiados de Bangladés, al portal especializado Devex.



Educo Bangladés es una de las entidades que despliega programas en el campo, principalmente educativos. No recibe fondos de USAID, pero la medida perjudica a sus beneficiarios: los niños y sus familias que dependen de programas gestionados por ONG financiadas por EE UU. “Además, podría impactar en nuestros donantes y cartera de recaudación de fondos al aumentar la competencia entre las ONG en su búsqueda de fuentes de financiación alternativas”, anota Abdul Hamid, director de Educo en el país asiático. “Conocemos muchas, incluida una de nuestras organizaciones socias, Eco Social Development Organisation, afectadas. Varios de sus proyectos han sido detenidos y más de cien de sus empleados han sido despedidos. Ahora están atentos a la próxima decisión de EE UU cuando hayan pasado los 90 días, y exploran soluciones alternativas para hacer frente a esta situación”.



“Es urgente que otros donantes ocupen el lugar de EE UU”, reclaman en un reciente análisis Ian Mitchell y Sam Hughes, expertos del Centro para el Desarrollo Global. El apoyo estadounidense es demasiado grande para ser reemplazado por completo, pero su ausencia debería alentar a otros países a intensificar sus esfuerzos. Citan al Reino Unido, Alemania, Francia, Japón y España, que acogerá la conferencia sobre financiación para el desarrollo en junio y “podría desempeñar un papel importante”. El otro gran actor es China, que el año pasado prometió aumentar su apoyo a África a más de 50.000 millones de dólares en tres años y podría incrementar la proporción de donaciones en lugar de préstamos, según los analistas.
El fantasma del Blog
La emancipación y la autodeterminación crecen en África, a pesar del terrorismo imperial



Bamako, Malí
Toni Antonucci
24.02.25

El sábado 15 de febrero de 2025 tuvo lugar en Bamako (Malí) la primera presentación oficial del nuevo y cuadragésimo libro del escritor panafricanista franco-camerunés Franklin Nyamsi, titulado «Impérial-Terrorisme» (Terrorismo Imperial).



El acto tuvo lugar en presencia de un numeroso público en la sala de conferencias del memorial Modibo Keita de Bamako, con la participación de los medios de comunicación nacionales y los de la Confederación del Sahel AES. La conferencia estuvo presidida por el Prof. Bouréma Kansaye, Ministro de Enseñanza Superior e Investigación Científica de Malí, que escribió el prefacio del libro.


La tesis principal de la obra afirma que: «Las organizaciones terroristas como Al Qaida, Estado Islámico, Boko Haram y otras, que hoy intentan desestabilizar los países africanos, no tienen como motivo la religión, puesto que muchos de los países en los que operan ya son musulmanes. Más bien, la tarea de estos grupos terroristas es desestabilizar sistemáticamente a los países africanos y debilitarlos para que las empresas multinacionales de fuera del continente africano puedan obtener más fácilmente sus riquezas naturales a bajo precio.»


Este libro no pretende imponer interpretaciones tendenciosas a priori, se limita a presentar las pruebas recogidas a lo largo de los años, corroboradas por declaraciones de destacados políticos occidentales como el ex presidente Jaques Chirac, que admitió en un discurso oficial: «parte de los recursos que contienen nuestros bolsillos procede de las riquezas obtenidas de los países africanos».


Las pruebas mencionadas en el libro son numerosas y están bien enumeradas. Una de las más recientes es la aportada por la nueva directora de la inteligencia estadounidense, Tulsi Gabbard. En la entrevista previa a su nombramiento ante el Senado, criticó el apoyo de los gobiernos anteriores de su país a la formación terrorista Al Qaida que se extiende por Asia y África.


Otra conexión probada de países de la OTAN con formaciones terroristas resulta de los correos electrónicos de Hillary Clinton publicados por Wikileaks sobre la agresión militar de la OTAN contra Libia en 2011.


Muchos observadores e intelectuales de los 54 países de África son conscientes de los proyectos panafricanos de infraestructuras, agua y finanzas que Libia había emprendido y que conducirían a aumentar la soberanía del continente más rico en recursos naturales del mundo. Muchos de ellos estiman que el ataque de la OTAN contra Libia ha retrasado entre 10 y 15 años la emancipación de África.


La independencia de los países africanos en la década de 1960 podría sugerir que el colonialismo ha terminado, pero algunas economías occidentales han seguido vinculadas a los recursos naturales baratos de África incluso después de la independencia.


El acto de Bamako es el primero de una gira que en los próximos días llevará al profesor Nyamsi a presentar su libro también en Uagadugú (Burkina Faso) y Niamey (Níger).







¿África en el punto de mira de la OTAN?



Bamako, Malí
Toni Antonucci
02.07.24 -



La independencia de los países africanos en la década de 1960 podría sugerir que el colonialismo ha terminado, pero algunas economías occidentales han seguido vinculadas a los recursos naturales baratos de África incluso después de la independencia.


Los países occidentales tienen una necesidad vital de minerales estratégicos africanos baratos, como petróleo, uranio, oro, bauxita, metales raros, etcétera. El uranio extraído en Níger alimenta un gran número de centrales nucleares en Occidente y en todo el mundo. Los metales raros del Congo (RDC) son necesarios para fabricar componentes de telecomunicaciones. Las fuentes de petróleo de Nigeria abastecen de hidrocarburos al mercado mundial.


Al día de hoy persiste una paradoja: Varios países occidentales pobres en recursos naturales se encuentran entre los más ricos y desarrollados, mientras que varios países africanos ricos en recursos naturales siguen empobrecidos y luchan por desarrollarse.


Las riquezas de África han sido objeto de codicia por parte de las élites occidentales durante siglos. Recordemos la Conferencia de Berlín de 1884, en la que los países europeos se repartieron África en torno a una mesa, utilizando gobernantes para trazar las fronteras que aún hoy vemos en varios países africanos.


A pesar de la llegada de la independencia a África, las élites coloniales occidentales nunca renunciaron a las fabulosas riquezas del continente, sino que tuvieron que encontrar nuevos métodos para obtenerlas. Estos métodos se denominan neocolonialismo. El neocolonialismo pretende mantener a África empobrecida y dividida para seguir obteniendo sus riquezas a bajo precio. Los instrumentos desplegados por el neocolonialismo son numerosos.



Por ejemplo, se han instalado decenas de bases militares de países de la OTAN en suelo africano para vigilar y proteger el flujo de recursos naturales baratos. Los movimientos populares y las personalidades africanas que se oponen al neocolonialismo han sido neutralizados muy a menudo. La lista es larga.


Una forma de empobrecer África es controlar su economía. Unos quince países francófonos no tienen moneda propia. Utilizan una moneda gestionada por instituciones financieras occidentales, el franco CFA.


Se anima a los países africanos a endeudarse con el Banco Mundial y el Fondo Monetario, a menudo con la complicidad de las propias élites africanas, que, por interés propio, juegan al juego neocolonial a costa de sus propios pueblos. Una vez endeudados, los países se convierten en presa fácil de las presiones para obtener recursos naturales baratos.


Una de las curiosas condiciones impuestas por los ajustes estructurales del FMI ha sido reducir el tamaño de los ejércitos africanos, dejándolos incapaces de defender a sus países.


Cuando Libia propuso la creación de un banco panafricano en 2008, que liberaría a África de su endeudamiento sistémico con Occidente, el iniciador del proyecto y jefe de Estado libio fue asesinado en una operación de la OTAN, llevada a cabo al margen de la ley y sin resolución de la ONU.


En aquella ocasión, Libia fue infiltrada por grupos terroristas con entrenamiento, equipamiento e inteligencia militar similares a los de los países de la OTAN. Posteriormente, la infiltración terrorista traspasó las fronteras de Libia y se extendió al Sahel.


Desde hace años, algunos países africanos ricos en recursos naturales se ven afectados por las incursiones de grupos terroristas de origen indeterminado, que cometen graves crímenes contra poblaciones indefensas en zonas adyacentes a las fuentes de recursos naturales baratos, que se extraen fuera del control institucional de los Estados africanos. Organizaciones como la Unión Africana y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) no cuestionan el modelo neocolonial. Son sospechosas de complicidad y están siendo cuestionadas por sectores cada vez más amplios de la población, especialmente los jóvenes. Los dirigentes africanos bajo influencia neocolonial, que no responden a los intereses de sus pueblos, también están siendo cuestionados.


Los medios de comunicación más populares en África remiten a grupos mediáticos occidentales para los que la liberación del neocolonialismo no es una prioridad. Pero el creciente acceso de los estudiantes africanos a la educación y la información está elevando el nivel de concienciación y dificultando la manipulación de los medios.


En respuesta a las continuas incursiones terroristas, tres países del Sahel han decidido tomar la iniciativa. Los líderes militares de Mali, Burkina Faso y Níger, respaldados por un amplio apoyo popular, tomaron temporalmente el poder para restablecer la seguridad y la soberanía en sus respectivos países. Juntos han creado la AES (Alianza de Estados del Sahel), un acuerdo de defensa mutua e integración económica que pronto podría desembocar en una federación.



Los Estados de la AES han pedido a las bases militares de los países de la OTAN que abandonen su territorio. En Níger, se está trasladando la mayor base de aviones no tripulados de Estados Unidos en África. En Mali, las bases francesas se han cerrado en 2023.


Tras el cierre de las bases militares extranjeras, la población del Sahel teme represalias, venganzas y desestabilización por parte de la OTAN. Se han producido intentos de golpe de Estado contra los líderes de la transición en los países de la ESA, el presidente de Mali, coronel Assimi Goïta, el presidente de Burkina Faso, capitán Ibrahima Traore, y el presidente de Níger, general Abdourahamane Tchiani. Todos sobrevivieron gracias a la comprensión de los riesgos por parte de la población y a la protección física de sus líderes emancipadores.


Las redes panafricanistas activas en África y en todo el mundo desempeñan un papel fundamental en la movilización del pueblo africano. Se trata de individuos, movimientos, medios de comunicación e instituciones que aspiran a la liberación de los pueblos africanos. El panafricanismo define posiciones y acciones concretas sobre cuestiones de soberanía cultural, militar, financiera, minera y tecnológica.


El fantasma del Blog
El matrimonio infantil impide la educación de las niñas en el noroeste rural de Nigeria: “Cuando supe que mis padres planeaban casarme, me escapé de casa”



Esta práctica sigue siendo un problema grave en el país, especialmente en el Estado de Kano, impulsada por una mezcla de tradición, pobreza y falta de formación. Para los expertos, asistir a la escuela es clave a la hora de romper el ciclo




Abdulwaheed Sofiullahi
Abuya (Nigeria)
04 MAR 2025 - 05:30 CET



Aisha Ahmadu era una niña brillante y ambiciosa que crecía en la comunidad de Zogarawa, en el Estado de Kano, ubicado al noroeste de Nigeria. Era una de las mejores alumnas de primaria de su comunidad. Aunque sus padres nunca fueron a la escuela, ella soñaba con ser médico para salvar vidas. Recuerda a menudo la alegría de ganar los concursos escolares locales y lo mucho que deseaba estudiar ciencias en el instituto. Pero cuando cumplió 17 años, pocos días después de celebrar su graduación en la escuela de primaria como la mejor de su clase, su mundo dio un vuelco. Su padre le dijo que se preparara para una pequeña ceremonia porque un pretendiente había venido a pedir su mano. Abrumada, Ahmadu se fue llorando a su habitación.



“Antes de que mi padre me dijera que me casaba, había planeado presentarme al examen de acceso a la escuela secundaria, y él había prometido apoyarme”, cuenta. “Pero aquel día, apenas unas horas después de mi cumpleaños, me casó con el hijo de su amigo”. Ahora es madre a los 21 años, y dice que el dolor de ver cómo se esfumaba su sueño de recibir una educación ha hecho mella en su salud mental.




Nigeria, como país más poblado de África, soporta la carga del mayor número de niñas casadas. Según datos de Unicef de 2023, 24,38 millones de niñas y mujeres del país se casaron por primera vez o vivieron en pareja antes de los 18 años




“Estoy triste cuando me veo en casa, sin hacer nada más que cuidar de mis dos hijos”, dice. “Ahora mismo no puedo hacer otra cosa porque mi marido no apoya que vuelva a estudiar. Pero estoy decidida a que, cuando mis hijos crezcan, reciban la educación que yo no pude tener”, añade.



El matrimonio infantil sigue siendo un problema grave en el norte de Nigeria, especialmente en el Estado de Kano, impulsado por una mezcla de tradición, pobreza y falta de formación. Creencias muy arraigadas empujan a menudo a las familias a casar a sus hijas cuando son jóvenes, ya sea para preservar el honor de la familia o para conservar tradiciones culturales. “Algunas familias creen que casar a sus hijas a una edad temprana es la mejor manera de garantizar su futuro y proteger su reputación”, afirma Oluwatumininu Adedeji, experta en protección a la infancia y directora ejecutiva de la Fundación para el Desarrollo Sostenible Balm in Gilead (BIGIF, por sus siglas en inglés).



La pobreza también desempeña un papel importante. Muchas familias ven en el matrimonio una forma de reducir su carga financiera. “Cuando tienes dificultades para llegar a fin de mes, casar a tu hija parece una forma de tener una boca menos que alimentar”, explica Adedeji. Esta presión económica hace más difícil evitar los matrimonios precoces y que las niñas permanezcan en la escuela. Según la organización Girls not Brides, entre las familias más pobres de Nigeria, el 58% de las niñas se casa antes de cumplir los 18 años, mientras que únicamente el 4% de las niñas de familias más ricas corren la misma suerte. Alrededor del 71% de las mujeres sin educación formal se casaron antes de los 18 años, frente al 13% de las que completaron estudios superiores. Para muchas de estas niñas, seguir estudiando resulta casi imposible, por lo que no les queda más remedio que depender de sus maridos.



Cada año, según Unicef, 12 millones de niñas se casan en el mundo. Nigeria, como país más poblado de África, soporta la carga del mayor número de niñas casadas. Según datos de 2023 de la agencia de la ONU para la infancia, 24,38 millones de niñas y mujeres del país se casaron por primera vez o vivieron en pareja antes de los 18 años.



Cuando las niñas van a la escuela, adquieren conocimientos, confianza y opciones para su futuro. Esto es lo que puede romper el ciclo del matrimonio precoz

Oluwatumininu Adedeji , experta en protección a la infancia




En el norte de Nigeria, de acuerdo con Save the Children, el 48% de las niñas se casan antes de los 15 años y el 78% antes de los 18 años. Como consecuencia, millones de ellas acaban abandonando la escuela. Según el último informe de la organización Equality Now publicado en mayo de 2024, en 35 de los 36 Estados de Nigeria está prohibido el matrimonio infantil. Un delito que se castiga con penas de hasta cinco años de cárcel. De Kano es también Farida Salaudeen, una mujer que de pequeña soñaba con ser química. Su andadura comenzó en una pequeña escuela primaria de la comunidad de Kanwa, en la localidad de Warawa. Pero hace unos años, cuando estaba a punto de empezar cuarto de primaria, su familia puso fin bruscamente a sus estudios y la casó con 15 años.



“Cuando supe que mis padres planeaban casarme, me escapé de casa. Me buscaron durante días”, cuenta Salaudeen a EL PAÍS. “Cuando por fin me encontraron, mi madre me dijo que la escuela no era buena para mí y que podía afectar a mis creencias religiosas. No tuve más remedio que aceptar”. Los sueños de esta mujer, que ahora tiene 22 años, siguen sin cumplirse, ya que tiene que quedarse en casa cuidando de sus hijos y encargándose de las tareas domésticas.

Los expertos subrayan que el matrimonio infantil precoz interrumpe la educación y hace que los niños abandonen la escuela cuando deberían estar aprendiendo. De acuerdo con datos de Unicef de abril de 2024, un total de 18,3 millones de niños en Nigeria (10,2 millones en edad de asistir a la escuela primaria y otros 8,1 millones en edad de asistir a la escuela secundaria) no están escolarizados, predominantemente en las regiones del norte.




Matrimonios concertados que lastran la educación



Zainab Muhammadu también se enfrentó a una lucha similar. A los 13 años, sus padres se negaron a que asistiera a la escuela primaria pública de la comunidad de Warawa, a pesar de que aspiraba a convertirse en enfermera. Su pasión se veía avivada por la falta de personal y equipos sanitarios en el centro de salud local y los frecuentes problemas de salud de los residentes, que provocaban muertes maternas.



En lugar de ir a la escuela, Muhammadu pasó dos años ayudando a su madre a vender patatas fritas en la calle. No fue hasta que intervino el líder de la comunidad cuando por fin le permitieron asistir a clase. “Suplicó a mis padres que me dejaran ir a la escuela porque era mi pasión”, recuerda Zainab. Aun así, sus padres ya habían decidido que se casaría después de terminar la educación secundaria.


Cuando Muhammadu tenía 19 años, justo después de terminar los grados inferiores, su padre concertó su matrimonio sin que ella lo supiera y le impidió seguir estudiando. “Ni siquiera supe que habían planeado mi boda hasta dos días antes de que se celebrara”, relata. “Supliqué a mis padres que me dejaran terminar los estudios, pero se negaron. Lo único que hago ahora es quedarme en casa cuidando de los niños, sin trabajo ni oportunidades”.



Adedeji, la responsable de BIGIF, subraya que la educación es fundamental para acabar con el matrimonio infantil en Nigeria. El Estado de Kano, por ejemplo, ha registrado 989.234 niños sin escolarizar, según datos de la Unesco de 2022, y se encuentra a la cabeza de Nigeria en menores que no van a la escuela, a pesar de que la educación es gratuita y obligatoria.



“Si queremos ver un cambio real, tenemos que asegurarnos de que todas las niñas tengan acceso a una educación de calidad”, señala la experta a EL PAÍS. “Cuando las niñas van a la escuela, adquieren conocimientos, confianza y opciones para su futuro. Esto es lo que puede romper el ciclo del matrimonio precoz”.



Más allá de las razones culturales y económicas, la desigualdad de género es también un grave problema. En muchas comunidades, las niñas tienen menos derechos y opciones que los niños. Esto las hace más vulnerables a la obligación de casarse a una edad temprana. “El matrimonio infantil es una cuestión de control”, asegura Adedeji. “En estas sociedades, el futuro de una niña lo deciden otros, y el matrimonio se ve como una forma de limitar sus oportunidades”, añade la experta.



Aunque la prevalencia global del matrimonio infantil ha caído del 23% al 19% en la última década, aún queda camino por recorrer para poner fin a esta práctica en 2030, la meta establecida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para intentar lograrlo, Adedeji cree que es necesario un trabajo en equipo entre los gobiernos, los líderes locales y los grupos comunitarios. “Tenemos que reforzar las leyes contra el matrimonio infantil, crear más oportunidades de trabajo para las familias y asegurarnos de que las niñas conocen sus derechos”, remacha.
El fantasma del Blog
Hacer periodismo bajo la amenaza del M23 en la República Democrática del Congo: “O abres la radio y trabajas bajo su control, o te vas”



Los reporteros en la provincia de Kivu Norte se enfrentan a las amenazas de las milicias rebeldes, las presiones del Gobierno congolés y los cortes de internet





Nalova Akua
Yaundé (Camerún)
03 MAR 2025 - 05:30 CET



Simon Zuri, un periodista de 36 años (nombre ficticio por seguridad), no ha pisado las instalaciones de Radio Télévision Nationale Congolaise (RTNC-Goma) en la provincia de Kivu del Norte donde trabaja, desde el 18 de enero. Ese día, el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23), respaldado por Ruanda, lanzó una nueva ofensiva en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Ver a personas alcanzadas por balas perdidas y perder a un compañero en el conflicto hace dos años le han enseñado a ser más precavido.



“El M23 controla actualmente toda la ciudad de Goma; la población no tuvo más opción que aceptar la situación, lo que supuso un suspiro de alivio ante los constantes tiroteos que ya causaban daños materiales e incluso muertes entre los ciudadanos pacíficos”, dice Zuri en un mensaje de WhatsApp a este periódico. Aunque la situación sigue siendo incierta”, añade, “la mayoría de las emisoras de radio siguen cerradas. Cubrir mis necesidades y las de mi familia, como la comida y el transporte, ahora es un problema”.



Más de 7.000 personas han muerto en el este de RDC, de acuerdo con las cifras entregadas por el gobierno a finales de febrero, y casi medio millón de personas se han quedado sin hogar desde la escalada del conflicto este año. Aunque el conflicto lleva tres décadas, la última ofensiva de la milicia M23 ha vuelto a llamar la atención mediática del mundo. Tras la toma de Goma, a finales de enero, la ciudad sigue su cotidianidad entre la calma tensa y el temor por el futuro. Los periodistas también. Actualmente, la falta de acceso a la información y el aumento de la censura de la información disponible por ambas partes del conflicto, comprometen su trabajo.



La clasificación anual de Reporteros Sin Fronteras sitúa a RDC como uno de los países con más riesgos para ejercer el periodismo. En el índice de 177 países, que valora aspectos como la seguridad, la legislación y el entorno político, RDC queda en el puesto 123. “El panorama mediático congoleño está marcado por la fuerte presencia de políticos que poseen o crean medios para convertirlos en instrumentos de influencia y poder”, decía el informe de 2024 de Reporteros Sin Fronteras. Y especificaba: “El M23 exige a algunos medios de comunicación que reajusten su línea editorial”.



Tanto el Gobierno congoleño como los rebeldes del M23 enjuician y persiguen a los periodistas que dan voz a una de las partes en conflicto. El periodista Zuri afirma que conseguir fuentes fiables sobre el estado del conflicto se ha vuelto “extremadamente difícil”, ya que “todo el mundo tiene miedo”. “Mientras el Gobierno esgrime la pena de muerte contra los periodistas que colaboran con el enemigo, los rebeldes tampoco quieren que comuniquemos información que les acuse”, afirma. Zuri se refiere a declaraciones públicas que dio Constant Mutamba, ministro de Justicia de RDC, que aseguró que todo periodista que difunda las actividades del ejército ruandés y del M23 “será castigado con todo el rigor de la ley (pena de muerte)”.



Moussa Dunia, director general de Radio la Vérité, afirma que los periodistas que trabajan en las zonas controladas por los rebeldes se sienten ahora como “cautivos”. “Aquí, o abres la radio y trabajas bajo su control, o te vas. Es una decisión difícil de tomar”, cuenta Dunia, de 42 años, a este periódico en un mensaje de WhatsApp. Según él, tras tomar el control de Goma, los rebeldes se pusieron manos a la obra prohibiendo la difusión de ciertas noticias y suprimiendo completamente otras. “Ahora tenemos nuevos amos”, asegura Dunia. Reporteros Sin Fronteras, precisamente, ya había advertido en 2024 que esta milicia ordenaba a algunos medios que modificaran su línea editorial.



“Los rebeldes del M23 nos han pedido que sigamos trabajando con normalidad manteniendo la neutralidad y la independencia, pero esto es solo el principio. Aún no sabemos lo que nos dirán cuando por fin estén bien establecidos”, agrega Dunia. Para el director, la situación actual en Goma es de “decepción total” y “horror”. “¿Cómo vamos a vivir en esta zona bajo su control? ¿No nos llamarán periodistas pro rebeldes? ¿Aceptarán la difusión de algunos canales progubernamentales? ¿Tendremos garantizada la libertad de prensa? Después de haber controlado completamente la ciudad, ¿no será un momento de ajuste de cuentas con la búsqueda en los archivos de ciertos reportajes u otros elementos? Son muchas las preguntas que nos hacemos”, afirma.



Según el relato de Dunia, los rebeldes del M23 han pedido a los ciudadanos que desarrollen libremente sus actividades en las zonas que ahora controlan. Se han prohibido los robos, la embriaguez antes del mediodía y llevar armas o material militar. Pero la ciudad sigue siendo “totalmente insegura”, afirma Dunia.



Un periodista que trabaja en la emisora de radio UPDECO FM de Kiwanja, territorio de Rutshuru, en la provincia de Kivu Norte, que optó por el anonimato por miedo a ser objeto de ataques, ha declarado que la censura de guerra ha obligado a muchos periodistas a limitarse a “hablar solo de lo superficial”. “Varios periodistas también han dejado de trabajar y han aceptado otros empleos por miedo a los rebeldes”, explica este reportero de 28 años.



“El acceso a la información de guerra en una zona controlada por los rebeldes no es fácil. Con la guerra informativa que se vive actualmente en la RDC, es difícil equilibrar la información por miedo a glorificar a los rebeldes. El Gobierno restringe el acceso a la información. Me he limitado a informar solo sobre hechos sociales, evitando sumergirme en este conflicto”, añade.




La lucha por el control de la información





Durante una conferencia de prensa el 30 de enero, el mando del M23 pidió a los periodistas que siguieran ejerciendo su oficio, pero que mantuvieran la profesionalidad. “Hablar de profesionalismo en medio de una rebelión....es fácil entender el mensaje”, reprocha Chantal Kahashi, periodista independiente congoleña que colabora con Radio Colombe de Rutshuru, Panierdesinfos.net y miembro de la Sinergia de Periodistas Desplazados. La reportera ha perdido mucho en esta guerra: a su hermana, también periodista, y a una sobrina en 2013. Tras la toma de Goma, huyó de Rutshuru y perdió todo su equipo de trabajo.



Kahashi lamenta que el acceso a una información fiable se haya vuelto difícil. Los cortes de internet dificultan la publicación de contenido y los ciudadanos temen compartir información por miedo a ser objeto de ataques. “Lo mismo nos ocurre a los periodistas, que tenemos que tener cuidado para evitar detenciones o desapariciones. Pero la falta de información significa oscuridad total e incertidumbre para los ciudadanos”, afirma Kahashi.



El profesor Freedom Onuoha, coordinador del Grupo de Investigación sobre Seguridad, Violencia y Conflictos de la Universidad de Nigeria en Nsukka, afirma que el control y la manipulación de la información es una “estrategia integral” de la guerra. Según la naturaleza de los conflictos y los intereses en juego, prosigue, las partes en la violencia armada, como la guerra, deciden cuál es la mejor manera de controlar el acceso a la información o de estructurar la información que se difunde a un público global o específico.



“Lo esencial es asegurarse de que la impresión o la posición de la audiencia global sea una que apoye su causa. En el caso del conflicto en curso en la RDC, el control de la información o la operación informativa tiene como objetivo reforzar sus narrativas y su causa, y lo que es más importante, suprimir la información negativa sobre posibles violaciones de los derechos humanos y daños a civiles”, explica Onuoha a este periódico en un mensaje de WhatsApp. “Cualquier parte que sea capaz de controlar la información que circula desde el escenario del conflicto está en una posición mucho mejor para vender su narrativa al mundo, ganándose así los corazones y las mentes de la población y el apoyo de poderosos actores globales”.
El fantasma del Blog
Lucía Mbomío: “La nostalgia es tan grande que incluso la heredamos los hijos e hijas de migrantes”



La periodista publica ‘Tierra de la luz’, una novela donde retrata la realidad de las personas que viven y trabajan bajo los plásticos, en chabolas e invernaderos donde las condiciones laborales y los abusos se mezclan con historias de resistencia y amistad





Silvia Laboreo Longás
Madrid
05 MAR 2025 - 05:30 CET



Después de varios viajes a Haití, Líbano, Almería y Huelva, la periodista Lucía-Asué Mbomío Rubio (Madrid, 43 años) quiso retratar cómo era la vida de las personas que habitaban o trabajaban bajo un mar de plásticos. De ahí, de sus conversaciones con mujeres que vivían en chabolas construidas con plástico y palos o que trabajaban asfixiadas en los invernaderos del sur de España, surge Tierra de la Luz (Ediciones B.), una novela de ficción que, con toques de realismo mágico y con unas misteriosas desapariciones como telón de fondo, cuenta cómo es el día a día de miles de trabajadores migrantes. “El libro se llama así porque, en los sitios de luz, las sombras son muy pronunciadas”, explica la periodista. Unas sombras ejemplificadas en la explotación y los abusos que sufren sus protagonistas, tres mujeres que tejen alianzas para enfrentarlos.



Pregunta. Ngolo, una de las protagonistas, es de Guinea Ecuatorial, llega a España en avión para estudiar y acaba en situación irregular tras terminar sus estudios ¿Por qué quiso contar esa historia?




Respuesta. Tenía la necesidad de desmontar la idea monolítica que existe con respecto a la inmigración, no solo en cuanto a la manera de llegar, sino a los sueños, los porqués, las diferentes rutas, pero también expectativas y realidades migratorias estando ya aquí. También me parecía interesante desmontar esta idea, que ahora se está dando mucho, de ‘llegan y lo tienen todo’, cuando muchas veces es todo lo contrario, y explicar hasta qué punto depender de un papel es terrible. Contar que, incluso cuando has venido para estudiar, puede que las cosas se den mal. Cómo de repente buscar curro no solo es un imperativo económico, sino vital. No solo por el dinero, sino por la posibilidad de poder seguir siendo considerado un ser humano en términos de derechos.



P. El miedo y la nostalgia son dos personajes más.




R. Quería que se entendiera el peso que tienen en el día a día de la gente, porque son algo más que sentimientos, marcan sus vidas. De repente tú tienes miedo todo el rato. Miedo a ocupar los espacios públicos, a que te pillen, a que te cacen. A que puedas acabar en un CIE [centro de internamiento de extranjeros], que es una cárcel para personas que no han cometido delitos. Y luego está la nostalgia, que como persona migrante te acompaña toda la vida. Fíjate si la nostalgia es tan grande que incluso la heredamos los hijos e hijas de migrantes. Arrastramos la nostalgia de nuestros padres como una especie de melancolía constante por lo que pudo ser y no fue.




Cuando vives, incluso con normalidad, que haya zonas que están vetadas para gente como tú, no puedes olvidar que la extrema derecha existe, y no solo la de las siglas políticas, sino la que está en la calle




P. En la novela se cuentan aspectos concretos de cómo vive una persona migrante en asentamientos, desde cómo el padrón condiciona tu vida o cómo es ducharte en una chabola de plásticos.





R. Sentía que era una oportunidad de explicar a fuego lento y de aclarar ciertos conceptos. Pero, aparte de por todo eso, es porque creo que todavía sigo estando un poquito encarcelada en la narrativa de la réplica. Da rabia porque, muchas de las cosas que contamos no es para explicar qué somos, sino para explicar qué no somos. Y más, quizá, en este momento de ascenso de la extrema derecha, con un peso de los bulos brutal, con una asunción de mentiras que, de tanto repetirse, parece que se han convertido en verdad de uso común. Era importante dotar de herramientas a quienes vayan a leer esta novela para explicar que emigrar no es fácil en absoluto.



P. Hace unos meses, según el barómetro del CIS, la inmigración era considerada por los españoles el mayor de los problemas.




R. A mí me llamó la atención que a la gente le sorprendiera tanto. Ya en la calle lo notábamos muchas personas. En la hostilidad en el día a día. Lo que pasa es que lo cotidiano no siempre es medible. No puedes medir miradas o comentarios. Pero sí, en las redes sociales ya se estaba viendo. Lo que ha sucedido y lo que quizá llama más la atención es cómo se está dando en la juventud.



P. ¿Por qué cree que ocurre?




R. Lo que sí siento y, no soy socióloga, es que quizá pensábamos que, como lo natural hasta ahora ha sido que las nuevas generaciones fueran más progresistas, todo iba a seguir igual. Quizá nos hemos centrado mucho en los grandes discursos, en los medios convencionales, sin entender que la extrema derecha llevaba un montón de tiempo invirtiendo en redes sociales y que eran, además, sus dueños. A lo mejor nos habíamos parado a escribir muchos libros o a hacer grandes reportajes sin entender que las nuevas generaciones se están informando, sobre todo, en redes sociales. A lo mejor los movimientos requieren de más tiempo, más pausa y es muy difícil condensar ciertas ideas. En cambio, para la extrema derecha es supersencillo, es un sumatorio de eslóganes sin profundidad que calan con muchísima facilidad. Y aparte, a eso se suma la amnesia. La gente no sabe que, en los noventa, aquí había nazis en las calles.



¿Vamos a seguir sin hablar de Guinea hasta que haya pasado tanto tiempo que ya no tenga sentido hablar de Guinea? ¿Eso es lo que queremos?




P. Usted, que nació en los ochenta, vivió el asesinato de Lucrecia Pérez y otros crímenes racistas.




R. Hay muchas generaciones que no tienen ni idea de quién fue Ndombele Augusto Domingos, ni Richard, al que mataron en Alcorcón también, o quién fue Lucrecia Pérez. Mientras que yo no he podido olvidarla porque tenía 11 años y para mí fue un shock. Cuando tú ves eso, cuando sientes desde pequeña que tu cuerpo puede correr peligro, cuando vives, incluso con normalidad, que haya zonas que están vetadas para gente como tú, no puedes olvidar que la extrema derecha existe, y no solo la de las siglas políticas, sino la que está en la calle.



P. En 2012 se fue a vivir un año a Guinea Ecuatorial. ¿Cómo fue reencontrarse con sus raíces?




R. Yo tenía muy clara mi parte segoviana y la alcorconera, pero a mí me faltaba, más allá de los viajes, conocer Guinea. Cuando tienes un progenitor que habla cada día de su vida de ahí, sientes que necesitas volver. Cuando tú enfrentas racismo en tu día a día y tienes a alguien que te dice ‘hay un sitio en el que esto no va a pasar’, construyes tu Ítaca. Configuras tu lugar de origen como una especie de flotador al cual te agarras cuando sientes que te estás hundiendo, y luego vas para allá y te das cuenta de que es un sitio que no conoces, que eres mucho más españolita de lo que crees. En Guinea aprendí mucho. Me ha servido para entender muchas cosas, tanto de mi padre como mías, para desidealizar, también para comprender hasta qué punto la dictadura [en Guinea Ecuatorial] permea en absolutamente todo. Para no solo intuir la desigualdad, sino para verla y que te duela.



P. ¿Cree que en España hay desmemoria del pasado colonial en el continente africano?




R. Guinea se independizó en 1968. Todavía no han pasado ni 60 años. ¿Vamos a seguir sin hablar de Guinea hasta que haya pasado tanto tiempo que ya no tenga sentido hablar de Guinea? ¿Eso es lo que queremos? Hay una huella que está muy presente y que es dolorosa cuando se ve la asimetría a la hora del recuerdo. En Guinea todavía la gente ve Aquí no hay quien viva, y el informativo de las tres de la tarde de la uno es prácticamente una religión. España tenía un peso superimportante en cada una de las casas y, en cambio, aquí no se sabe absolutamente nada. Supongo que hablar de colonialismo implica hablar de abusos.



P. ¿Qué opina de la palabra integración?




R. He vivido dos olores, dos sabores, dos idiomas, dos músicas, dos mundos en mi casa. Y no ha pasado nada. Y soy los dos al mismo tiempo y no me da la gana renunciar a ninguno de ellos. Si por eso no me estoy integrando, pues lo lamento por todas aquellas personas que piensan que la cultura solo es de una forma o solo es una cosa, o que España es lo que digan ellos.
El fantasma del Blog
España promueve la suspensión temporal o el canje de la deuda de los países más pobres



El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo advierte de que 56 naciones dedican el 10% de su presupuesto al pago de intereses, casi el doble que hace una década y en detrimento de la educación, la sanidad y los servicios públicos




José Naranjo
Nuakchot (Mauritania)
05 MAR 2025 - 05:30 CET




Zeinab está un poco nerviosa. Lleva años con un problema de oído y es la primera vez que se somete a un escáner de la cabeza. Tras tumbarse, el técnico de radiología Ahmedou Bamba cierra la puerta mientras su compañero Abdel Malek arranca la máquina. En pocos minutos, concluye la prueba y pasa el siguiente: cada día, esta máquina contribuye de manera decisiva al diagnóstico de unos 15 pacientes en el Instituto Nacional de Hepatovirología de Nuakchot. Con 64 detectores, es el mejor escáner de toda Mauritania y llegó al hospital en 2019 gracias al programa de canje de deuda externa entre este país y España, que incluyó, además, la formación de tres manipuladores y un ingeniero biomédico.



El pago de la deuda externa por parte de los países más pobres del mundo alcanza “niveles alarmantes” y podría revertir los logros en materia de desarrollo de los últimos años, según un reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Hoy en día, el pago de los intereses supera el 10% del presupuesto público en 56 países, casi el doble que hace una década. Entre ellos, 17 naciones rebasan el 20%, cerca del límite de la suspensión de pagos.



Para aliviar el pago de esta deuda, el Gobierno español ha propuesto medidas como la suspensión del pago de la deuda durante un año en caso de crisis climática, sanitaria o natural, o canjear la deuda por proyectos de desarrollo, como ha hecho en Mauritania. “En octubre, España aumentó en casi un 40%, hasta los 400 millones de euros, su contribución para combatir la pobreza en el mundo y hemos adaptado las cláusulas de nuestros contratos de deuda para permitir a estos países deudores suspender pagos en caso de desastres naturales, una crisis sanitaria o alimentaria”, afirmó Carlos Cuerpo, ministro español de Economía, durante la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 celebrada la semana pasada en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.



En cuanto a los programas de canje por deuda, no son nuevos, surgieron hace décadas y España, que hasta 2023 tenía una deuda acumulada de 12.324 millones de euros, ha recurrido a ellos de manera muy activa: en los últimos 25 años, el Gobierno español ha desarrollado 47 programas en 28 países, lo que ha supuesto una conversión de 1.645 millones. En la actualidad hay 17 programas activos en 21 naciones africanas y latinoamericanas más Jordania, que suponen 982 millones.



Mauritania es un ejemplo de cómo los programas de canje por deuda mejoran la vida de un país. Además del escáner que España envió al hospital de Nuakchot, el país recibió un bloque operatorio completo y material de diagnóstico. “Hoy somos un centro de referencia nacional en endoscopias, tomografía computarizada y cirugía celioscópica, gracias a estas donaciones”, asegura Brahim Ahmed, director adjunto de este centro hospitalario, que recibe miles de enfermos al año y que cuenta con unos 140 trabajadores.



La salud no es el único ámbito donde el canje de deuda contribuye al desarrollo de Mauritania: en este momento se está llevando electricidad a 25 localidades rurales del país y se va a rehabilitar y dotar un centro de formación en energías renovables en Aleg, al sur. En los últimos años, se han fijado dunas, creado reservas de pastoreo, mejorado pozos, rehabilitado centros de salud y donado ambulancias.




Los efectos de la pandemia




De hecho, fue a partir de la pandemia de covid-19 cuando las cosas se pusieron mucho peor. Algunos países cayeron en suspensión de pagos de su deuda externa para poder hacer frente a los desafíos económicos de la crisis y otros, para evitarlo, comenzaron a destinar cantidades cada vez mayores de su presupuesto al pago de sus compromisos financieros. Todo ello suma para poner en serio peligro el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados para 2030 en materias como la educación, la pobreza, el hambre o la salud. En este contexto, el canje de deuda se perfila como un instrumento para que el Sur Global se realinee con los ODS, junto a la mejora de los mecanismos de liquidez y las cláusulas de suspensión del servicio de la deuda, y España está liderando los esfuerzos internacionales para que otros países se sumen a esta iniciativa.



Los programas de canje permiten a un país deudor convertir una parte de su deuda en proyectos de desarrollo o financiación de sus sistemas públicos en coordinación con el país acreedor




“La conciliación entre deuda y desarrollo podría causar la pérdida del progreso del desarrollo alcanzado en una década en muchas de las naciones más pobres del mundo”, dijó Achim Steiner, administrador del PNUD, durante la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20. “La comunidad internacional no debe esperar hasta el último momento para ofrecer soluciones financieras concretas. Una nueva iniciativa de alivio de la deuda tiene sentido, tanto desde el punto de vista financiero como político”, remarcó.



Precisamente Naciones Unidas ha elegido a España como sede de la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio de este año y que sigue a la que tuvo lugar en Adís Abeba hace una década. “El acuerdo alcanzado en Etiopía es muy bueno, pero carecía de medidas concretas. Lo que se busca ahora es analizar dónde estamos respecto a los ODS y tratar de acelerar su cumplimiento con decisiones claras. El canje de deuda no es el único elemento, pero juega un rol importante”, aseguran fuentes gubernamentales. A modo preparatorio de la conferencia de Sevilla habrá un encuentro en la sede de Casa África en Las Palmas de Gran Canaria el próximo 18 de marzo.



Dos de cada cinco personas en el mundo viven en un país que gasta más en el pago de los intereses de su deuda que en la educación o la sanidad

Carlos Cuerpo, ministro español de Economía





A dicha sesión, organizada por el Gobierno español y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), acudirán representantes de países como Francia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Mauritania, Alemania, Honduras, Guinea-Bisáu, Costa de Marfil, Egipto o Italia. “La idea es establecer un marco de comunicación para intercambiar todas estas experiencias, ver qué elementos se pueden mejorar en ámbitos como la gestión, los principios medioambientales o las lecciones aprendidas, así como establecer una alianza de países que quieran implementar programas de conversión de deuda”, explican desde el Gobierno de España.



Los expertos coinciden en que los programas de canje de deuda son iniciativas válidas y positivas, pero que plantean tres problemas. El primero es la escala, que normalmente es muy pequeña en relación con el importe de la deuda soberana de un país. En segundo lugar, están los costes de transacción, que suelen ser altos para operaciones relativamente modestas. Y, finalmente, si se trata de iniciativas aisladas su impacto se reduce.



España ha desarrollado alguna experiencia de canje de deuda en la que el dinero ha ido a parar a acciones en el país implicado de The Global Fund, organismo internacional que lucha contra la malaria, el VIH y la tuberculosis, lo que permite agilizar y reducir el coste de la operación. Sin embargo, esto no resuelve otra de las críticas que se dirigen a los programas de canje de deuda, la cuestión de la soberanía plena por parte de los países del Sur respecto al destino de los fondos.



Pese a todo, Carlos Cuerpo, ministro español de Economía, lo tiene claro. “Vivimos momentos de elevada incertidumbre, las tensiones geopolíticas y la amenaza de una guerra comercial generan temores sobre el futuro de la economía mundial. Esto nos afecta a todos, pero sobre todo a los países más vulnerables, muchos de ellos en África, que podrían enfrentar importantes limitaciones para proveer de servicios básicos a sus ciudadanos. Dos de cada cinco personas en el mundo viven en un país que gasta más en el pago de los intereses de su deuda que en la educación o la sanidad”, aseguró desde Ciudad del Cabo. Por ello, insistió Cuerpo, España llevó al encuentro del G20 “una agenda ambiciosa para reforzar la cooperación internacional y aumentar la financiación al desarrollo”, iniciativas que también llevará a la cumbre de Sevilla.
El fantasma del Blog
Sobrevivir al ébola en Liberia: 10 historias de dolor y esperanza, una década después



El virus del ébola se detectó por vez primera en 1976 en la República Democrática del Congo y provocó 40 brotes. El peor de todos mató a 11.300 personas entre 2013 y 2016. Liberia, uno de los 20 países más pobres del mundo, fue el más afectado. Los supervivientes hablan de la cicatriz física y mental que aún padecen.




Ana Pantaleoni
Monrovia (Liberia)
06 MAR 2025 - 05:30 CET


Josephine Karwah perdió a su madre, a su padre y a su hermana Salomé. Y su bebé nació muerto en la calle, cuando iba a dar a luz de camino a un hospital. Nadie quiso atender a alguien que había sufrido ébola, ese virus letal que se llevó a familias enteras. Josephine abre el teléfono móvil y muestra el grupo de WhatsApp sentada frente a la pequeña clínica que regenta en la capital de Liberia. Son 81 miembros y todos sufrieron el ébola menos uno, un médico que todavía forma parte del grupo. A veces les da consejos. Otras, solo comparten en el chat penas y alguna alegría. Han pasado 10 años desde que ese virus diezmó su país, pero ellos siguen en contacto. Los dolores permanecen en la mayoría de los pacientes, en sus articulaciones, y los problemas de vista. El grupo de Josephine se llama All Survivors. Estamos en Monrovia. El mar ha vuelto a hacer de las suyas y ha impactado en la costa liberiana y, en especial, en West Point, el barrio chabolista más grande de la ciudad, donde las calles son tan estrechas que tienes que pasar de lado. La arena es una manta de plásticos y suciedad donde juegan los niños mientras otros, más mayores, preparan pescado. Es domingo y no hay mercado.




En 1970, Liberia era uno de los países más prósperos de África. Hoy es uno de los más pobres y de los más corruptos. Liberia, único Estado negro de África que nunca estuvo sometido a un régimen colonial, es la república más antigua del continente: proclamó su independencia en 1847. Dos de sus presidentes fueron asesinados. Sufrió dos guerras civiles. La última finalizó en 2003 dejando más de 100.000 muertos. Al menos 40.000 menores fueron forzados a combatir como soldados. Ahora viven 5,4 millones de personas en el país, donde los restaurantes los regentan libaneses y las carreteras las construyen chinos. No existe el turismo. En el índice de corrupción de Transparencia Internacional de 2023, Liberia se situó en la posición 145ª de 180 países analizados, con 25 puntos sobre 100. Varios estudios lo colocan entre los 20 países más pobres y menos desarrollados del mundo. A pesar de un clima propicio y buenos suelos para la producción de cultivos, ha sufrido la inseguridad alimentaria debido a la pobreza extrema y las ineficiencias endémicas. Este país africano, dependiente durante años de las ayudas estadounidenses, ve con preocupación la nueva victoria de Donald Trump. Fue precisamente el presidente de Estados Unidos quien, durante su primer mandato, en 2018, retiró la protección migratoria a miles de liberianos y les dio un año para irse.




El virus del ébola se detectó por primera vez en 1976, cerca del río Ébola, en República Democrática del Congo, y desde entonces provocó al menos 40 brotes. El mayor de todos se inició en una aldea de Guinea-Conakry en diciembre de 2013 y se extendió rápidamente por Liberia y Sierra Leona. El virus mató a 11.300 personas en Liberia, Sierra Leona y Guinea, 500 profesionales sanitarios fallecieron y aparentemente desapareció en junio de 2016, dejando unos 17.000 supervivientes.



Los focos de contagio, cuenta el enfermero Luis Encinas, fueron los ritos funerarios, los cuidadores, los centros de salud donde los pacientes acudían y no existían al principio medidas de protección adecuadas y los puntos de encuentro masivo como mercados e iglesias. “Al no haber ambulancias suficientes y tener que ser trasladados los pacientes sospechosos en condiciones poco seguras, como por ejemplo en motos, donde no se puede mantener la distancia de seguridad, o en vehículos privados, que luego no eran convenientemente desinfectados, se multiplicó el número de contagios. Médicos Sin Fronteras (MSF) dio la voz de alarma, pero la alerta internacional no se decretó hasta muchos meses más tarde, cuando ya había miles de muertos”, añade Encinas.



Los años de guerra previos agudizaron el desierto sanitario liberiano. Un estudio de la Universidad de Washington reveló que hasta el 67% de la atención primaria esencial en Liberia desapareció durante e inmediatamente después de la epidemia. El 9 de junio de 2016 se declaró que en Liberia se había interrumpido la transmisión del virus. Aunque la capital fue la más afectada, cada uno de los 15 condados notificaron casos. Miles de personas sobrevivieron. Muchas pasaron por el centro de tratamiento del ébola que MSF construyó en Monrovia. Estos son solo algunos testimonios de aquel drama.




1. Josephine Karwah: “La tuvimos que enterrar de noche”






Josephine Karwah es una superviviente del ébola. Volvió a casa en septiembre de 2014, siendo una de las pocas embarazadas que logró vencer al virus. “Los vecinos no me querían ni ver, estaba traumatizada”, recuerda. Cuando se puso de parto decidió acudir a un centro de salud, pero no consiguió que nadie la llevara hasta allí. “Tuve a mi hijo en la calle, nadie quiso ayudarme pese a tener el certificado de que estaba curada. Al final, unas mujeres formaron un círculo a mi alrededor. Mi bebé nació muerto. Volví caminando a casa con él envuelto en una toalla”. Josephine perdió a sus padres por el ébola, a sus sobrinos, a su tío. Luego su hermana Salomé, su querida hermana pequeña, también murió. Trabajaba como enfermera en la clínica de sus padres, a una hora en coche de Monrovia. Venció el virus, pero tuvo el valor de regresar al centro, donde vio morir a sus padres, para ofrecerse a trabajar como cuidadora y consejera de salud mental.



La revista Time valoró el triple papel como superviviente, trabajadora sanitaria y sensibilizadora para llevar a Salomé a su portada. Fue nombrada por la revista personaje del año en 2014. Tres años más tarde, en febrero de 2017, Salomé murió. Solo habían pasado tres días desde que diera a luz a su cuarto hijo, Salomon, cuando empezó a sentirse mal. Su marido, James, la llevó inmediatamente hasta el hospital. Echaba espuma por la boca y, al saberse que era una superviviente del ébola, nadie se atrevía a atenderla. “Tardaron 45 minutos en ingresarla mientras se desangraba”, denuncia Josephine en el camino hacia el cementerio donde está enterrada su hermana. “Hubo irregularidades. Y tras su muerte, el caso se politizó. El Gobierno abrió una investigación. El medicamento que necesitaba mi hermana no estaba disponible. Esa fue la conclusión de la investigación. Nadie quería tocarla para vestirla para el entierro, pese a que el test de la autopsia dio negativo de ébola. La tuvimos que enterrar de noche”.




Josephine rompe a llorar. Mucho dolor. Demasiadas malas miradas. Como Salomé, ella es enfermera y se ocupa de la gestión de la clínica que montaron sus padres antes de fallecer, el Karwah’s Memorial Healthcare Center. En un viaje de prensa a Ámsterdam para contar su historia le trataron sus problemas en los ojos, pero ella cuenta que sigue perdiendo visión cada día. “El estigma sigue. Hace poco acudí a una boda y alguien me grabó: se escucha en el vídeo cómo hablan de mí como la enferma de ébola”, cuenta. En este pequeño cementerio, en la carretera hacia el aeropuerto, no están los padres de Josephine y Salomé. Ellos, como todos los fallecidos de ébola durante los meses más duros de la epidemia, fueron incinerados. Ante las críticas, la cooperación estadounidense compró un terreno para poder enterrar a los muertos. Hoy las cenizas están allí mezcladas con las de cientos de personas más junto a los cadáveres de los que sí pudieron ser enterrados. A pocos kilómetros, en la clínica de los padres de Josephine, una embarazada espera a ser atendida. Son las doce de la mañana y el sol golpea sus viejas paredes. En ellas cuelgan carteles con recomendaciones sobre cómo luchar contra la covid o evitar contagiarse de otra enfermedad, la fiebre lasa. Sobre el ébola ya no queda ni un cartel.





2. Zaizay Mulbah: “Me dijeron que no íbamos a vivir más de cinco años, pero ahora estoy más fuerte que nunca”






Zaizay Mulbah, 44 años, nació en el barrio de Congo Town, en Monrovia. Era un joven muy sano pero un día sus ojos aparecieron inyectados en sangre. No lo podía creer, pero dio positivo. Permaneció en el centro de internamiento durante dos semanas, se curó y al salir quiso ayudar a otros enfermos a superar el virus como parte del equipo de apoyo psicológico de Médicos Sin Fronteras. Contaba su historia para demostrar que el ébola no era una sentencia de muerte. “Yo mismo no estaría vivo si no hubiera recibido ese tipo de apoyo”, dice. Posteriormente, Zaizay participó en Prevail, el programa de investigación que desarrolló Estados Unidos junto con el Gobierno liberiano. “Iba cada semana, luego cada mes y después cada trimestre. Me sacaban sangre, me revisaban los ojos. Allí también trabajé ocho años haciendo el seguimiento de otros pacientes”. “¿Qué aprendimos del ébola cuando llegó la covid? Protocolos de higiene. Pero el sistema de salud liberiano es tan frágil que si llega una nueva enfermedad el desastre será mayor”, advierte.



Hoy trabaja como conductor para una entidad estatal que suministra petróleo en el centro de Monrovia. Tiene esposa y tres hijos. Empieza a trabajar a las cinco de la madrugada y acaba sobre las nueve de la noche, por 350 dólares al mes. Su mujer no trabaja. Dice que físicamente está mejor que nunca. Hoy forma parte del cuerpo técnico del equipo nacional de voleibol, deporte de cuya federación fue presidente su padre. “Me dijeron que no íbamos a vivir más de cinco años, pero ahora estoy más fuerte que nunca”, insiste.





3. Musu Kennedy: “He necesitado años para recuperarme del ébola. No tengo miedo”






Diez años sin volver a pensar en ello. Borrado de la memoria voluntariamente. Los recuerdos están tan enterrados que Musu Kennedy no puede ni llorar cuando se le muestra la foto en la que sale rodeada de médicos, enfundados en trajes de protección en el Elwa-3, el centro que MSF levantó en Monrovia para tratar a las personas contagiadas de ébola, que llegó a tener 250 camas.



Era noviembre de 2014 y los enfermos y muertos se contaban por miles: en Liberia hubo 10.212 casos confirmados y 4.573 fallecidos. Musu cuidó de Siah, una niña de 11 años, como si fuera su hija. Fue una paciente única: cuando se curó, decidió permanecer encerrada en ese infierno unos días más. Musu y Siah salieron juntas, ya negativas, para regresar a casa. Nunca se han vuelto a ver. “Si la encontráis, decidle que la echo de menos. Me quedé con ella esos días porque era muy pequeña, sus padres habían muerto, yo lo sabía, pero ella no; no dejaba de preguntar por su mamá”, cuenta esta mujer de 41 años, madre de tres hijos, de 24, 23 y 13 años.




Ya es abuela de un bebé que vive con ella, en una casa en la que un perro delgado da la bienvenida estirado sin moverse sobre una alfombra de Doraemon. Hablar de ébola para Musu es horrible. Ella cree que por culpa del virus no ha tenido más hijos: “Empecé a sangrar, perdí el apetito y me salieron costras en la piel. Al volver a casa, solo mi marido me apoyó”. Hace pocos meses que vive en una pequeña casa cercana a la carretera principal de la capital liberiana. Musu es cristiana y su vida es la iglesia, va todos los días. “Mi marido es el pastor, yo dirigí el coro y soy la mamá de la iglesia, cuido de los enfermos”, dice. Se pone a cantar con voz poderosa: “What is so hard that god cannot do for me” (qué es tan difícil que Dios no puede hacer por mí). Dice que hoy está especialmente contenta. Se siente bendecida por la visita: “He necesitado años para recuperarme del ébola. No tengo miedo”.





4. Comfort Paye: “Me gustaría que el Gobierno hiciera centros médicos”






Comfort Paye dice que nació en 1972. “Por lo tanto, tengo 53 años”, confiesa con un hilo de voz. “Y sí, soy superviviente de ébola”. Mientras su nieto de poca edad juega con un barreño de agua y el otro corretea chupando el cargador de un móvil por la parte del enchufe, Comfort cuenta su historia: primero se infectó su hermana, que murió; después el bebé y, finalmente, ella estuvo en el centro de aislamiento, allí tomó la medicación y días después pudo por fin regresar a casa. Entonces empezó otra pesadilla, tuvo que mudarse: “Me discriminaron y me marcaron como víctima de ébola”.



¿Y ahora? “Ahora todo el mundo lo ha olvidado”. Pero ella no: sus brazos y sus piernas le siguen doliendo, pero no va al médico porque no tiene dinero ni para pagar la consulta ni los medicamentos. Y aunque lo sigue pareciendo, Comfort asegura que antes del virus era una mujer más fuerte. “Ahora ya no. Me gustaría que el Gobierno hiciera centros médicos con unidades especializadas que pudieran tratar mi dolor”. Y mientras habla, sus tres nietos corretean y su marido la escucha en la retaguardia. ¿Hay mucho machismo en la comunidad? Comfort contesta siempre con la mirada baja: “Los hombres tienen más derechos. Si en una reunión en casa el hombre toma una decisión, esa es la decisión final”.



Los tres niños posan para la cámara orgullosos junto a su abuela. El silencio impera en esta comunidad a 40 minutos en coche del centro de Monrovia. Es la hora de comer, pero no hay nada preparado.





5. Beatrice Yardolo: “Fui la última superviviente del ébola en Liberia. El Gobierno me entregó un sobre con 200 dólares”






Beatrice Yardolo fue profesora de inglés durante 15 años. Nació y creció en Loyee Town, a unos 375 kilómetros al norte de Monrovia. Al principio quería ser enfermera, pero ese sueño se vio frustrado en parte debido a la guerra civil que asoló Liberia durante casi dos décadas, hasta el año 2003, y en parte debido a la falta de dinero.



Esta mañana, como todas las mañanas desde que superó el ébola, le duelen las articulaciones. En esas manos doloridas sostiene dos fotos, las de los dos hijos a quienes el virus se llevó, Elaisha y Steve. Fue su sobrina Amanda la primera que se infectó y falleció. Luego su hija enfermó también. Al poco, ella empezó a sentirse mal, con diarreas y vómitos. Ingresó en el centro de tratamiento, entre febrero y marzo de 2015. “Fui la última paciente del centro, estaba sola y asustada”, recuerda.



Es más fácil huir de las armas en una guerra que de este enemigo invisible

Beatrice Yardolo, superviviente





Beatrice fue oficialmente la última superviviente del gran brote en el país. Como a tantos otros, pese a estar curada, muchos la rechazaron. Al volver a casa, dormía sola en una habitación aislada. Los vecinos no le dejaban tocar el agua. Luego apareció en su casa la presidenta del Gobierno, Ellen Johnson Sirleaf. “Me dio un sobre con 200 dólares. Estuvo menos de una hora y se marchó”, cuenta. Beatrice tiene ahora 69 años e insiste: tiene mucho dolor en manos y piernas. “Esta enfermedad mortal ha causado muchísimos problemas a las familias. Es más fácil huir de las armas en una guerra que de este enemigo invisible”.





6. Jackson Slown: “Sufrí mucha discriminación y me quedé sin trabajo”





“Físicamente estoy bien, pero pierdo la memoria. Cuando contraje la enfermedad era guarda de seguridad. Después sufrí mucha discriminación y me quedé sin trabajo”. Jackson, de 58 años, perdió a su esposa por el ébola. Primero se infectó él. Ella lo llevó hasta la ETU (Unidad de Tratamiento del Ébola) y cuando regresó a casa estaba infectada. Tardó en volver al centro para tratarse y entonces ya era demasiado tarde. Llegó ya muy mal. A ella la llevaron directamente a la tienda donde estaban ingresadas las personas más graves. “De hecho, estuvimos juntos en el mismo lugar. Me pareció reconocerla desde el patio y pregunté si era ella. Un médico me dijo que sí. Y que lamentablemente acababa de fallecer. Ni siquiera pude despedirme”. Jackson explica que el miedo se apoderó de él al volver a casa, pese a que los promotores de salud le acompañaron para explicar a la comunidad que estaba libre del virus y no representaba ningún peligro para ellos. Era el protocolo.



Cuenta cómo los trabajadores le abrazaban frente a sus vecinos y cómo las autoridades le recomendaron quemar todo lo que tenía en casa para evitar nuevas infecciones. “Costó mucho que me aceptaran”, sentencia. Se volvió a casar en 2017 con una mujer más joven que se llama Jennet, tiene 40 años y es otra víctima del ébola. Para vivir, Jackson Slown cultiva maíz y hojas de cassava (yuca). Se despide con un mensaje y media sonrisa: “Cuento con vosotros para que le hagáis saber a la gente que seguimos necesitando ayuda”.





7. Tony Henry: “Hay que aprender de la historia”






Tony Henry, 49 años, superó el ébola. A pesar de ello, tras curarse tuvo que dejar su casa para escapar del estigma. Padre de cuatro hijos, fue hasta hace un tiempo vicepresidente de la red de supervivientes de ébola, que tiene 1.668 personas registradas. Y cuando se le pregunta, no esconde sus deseos: quiere crear un monumento en memoria de las víctimas, pero el Gobierno liberiano no le hace caso y por eso pide financiación y que se involucren las ONG. De religión cristiana, este hombre dice que no tenía miedo durante el peor momento del virus, pues su destino estaba en manos de Dios. Perdió a su madre y a su esposa y sigue padeciendo dolor en las piernas.



“Los virus se replican, no sabemos que nos traerá el mañana. Hay que aprender de la historia. La gran diferencia es que tenemos una vacuna ahora, pero tengo miedo por las nuevas generaciones”, explica. La inyección interrumpe la transmisión del virus, que puede llegar a matar al 50% de quienes se infectan, y aumenta la tasa de supervivencia entre quienes ya se habían contagiado antes de recibir la dosis, según una investigación de MSF. Él apunta que el impacto de la covid fue menor en Liberia: “Teníamos más experiencia y algunos protocolos ya aprendidos, como evitar el contacto y ponernos mascarillas”.




Tony mantiene contacto con el mundo a través de un viejo portátil. Lo último que ha leído es sobre los incendios en EE UU. Asegura que Liberia es un país pacífico: “Es fácil vivir aquí si tienes dinero, todo tiene que ver con tener un trabajo”.





8. Theophilius Fayieh: “Hay que ayudar a pagar la educación a los huérfanos del ébola”






Primero fue su amigo. Supo que era ébola porque le vomitó encima. Tras acompañarlo al centro de aislamiento, Theophilius Fayieh empezó a tener síntomas. Primero fue a la clínica del Gobierno, donde le dijeron que no tenía nada. Pero él sabía que estaba enfermo. Cuando llegó a pie desde su casa, tenía 41,6 de fiebre. Lo cuenta con una energía que desborda. Es optimista. Superó el ébola, se casó con su novia y se convirtió en embajador de la organización de ayuda humanitaria International Medical Corps. La inmunidad adquirida le llevó incluso a asistir partos que se producían en el centro, ya que nadie se atrevía a tocar las placentas porque eran altamente contagiosas.



“Para mí, el ébola se convirtió en una oportunidad para trabajar, estuve siete años en MSF”. En 2015 contó su historia junto a su esposa en un proyecto financiado por la UE en el que les dejaron cámaras de vídeo para que grabaran su día a día. Theo tiene 41 años y es el presidente de la Asociación Nacional de Asistentes Médicos de Liberia, ha cursado un máster en nutrición y se prepara para un programa de dirección en salud pública. “Hay que ayudar a pagar la educación a los huérfanos de ébola porque en este país, si no puedes pagar la escuela, no puedes seguir asistiendo a clase. También hay que crear programas para luchar contra enfermedades como la malaria e invertir en maternidades y pediatría. Tras el cierre del hospital pediátrico de MSF hace dos años, no hay alternativa de calidad gratuita para los niños. Pido a la comunidad internacional que ayude a construir nuevos hospitales”.





9. Watta Jabateh: “Perdí mi negocio”






Niños de todas las edades rodean a Watta Jabateh en una soleada tarde de enero en el centro de Monrovia. Hay mucha expectación y ella sale de la casa descalza luciendo vestido negro. Habla un inglés que resulta difícilmente comprensible para los de fuera. “Antes de que el ébola visitase a mi familia, trabajaba en un negocio de importación”, relata. Viajaba a Guinea y Sierra Leona para comprar ropa y traerla de vuelta a Liberia para venderla. “Cuando contraje el virus, perdí mi negocio”. Regresó a casa y los 50.000 dólares liberianos (unos 240 euros al cambio actual) que tenía ahorrados habían desaparecido.



No fue lo peor, nueve miembros de su familia habían muerto y los vecinos tardaron meses en dejarla volver a entrar en la mezquita. Como relatan otros pacientes, en el dolor en los ojos y las piernas sigue el rastro del ébola.





10. Benetta Coleman: “Por aquí, nadie sabe que soy una superviviente de ébola”






Benetta Coleman toma paracetamol para los fuertes dolores de cabeza que sufre tras el ébola. Eso cuando consigue que alguien le pague la medicación. Curarse supuso volver a empezar, pero las cosas ahora no van bien. Benetta, de 34 años, apenas gana un dólar al día vendiendo agua y hielo en las calles de Monrovia. Se ocupa de su hija de 8 años, Francia, su mayor tesoro, que tuvo con un hombre casado que intento convencerla que abortara y que nunca ha querido ayudarlas. “Me habían dicho que muy probablemente no podría tener hijos, así que cuando quedé embarazada no tuve ninguna duda: quería tener a mi niña”.



¿Cómo fue el volver al empezar? “Había perdido a 15 miembros de mi familia por el virus. Al poco de curarme, Atena, una trabajadora de MSF, me ofreció trabajo. Durante unos meses trabajé en Elwa-3 como asistente social. Con el dinero que me pagaron compré una tierra, pero con el ébola dando sus últimos coletazos MSF traspasó el centro al Gobierno y me quedé sin trabajo y no pude desarrollar la tierra”, cuenta Coleman. Hoy solo tiene una hermana, que le ayuda a sobrevivir. “Por aquí”, confiesa, “nadie sabe que soy una superviviente de ébola”.



Ella es una de los muchos infectados que se vio obligada a cambiar de casa por el estigma. Prevail cubrió sus gastos médicos durante seis meses. Ahora su problema es económico, como para la mayoría de supervivientes. El Índice de Desarrollo Humano o IDH, que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país, indica que los liberianos están entre los que peor calidad de vida tienen del mundo. El 83,8 % de su población vive por debajo del umbral de la pobreza (1,25 dólares al día). “Ser madre después de la epidemia es lo mejor que me ha pasado en estos últimos 10 años. Mi único deseo es que alguien me ayude para dar un futuro a mi hija. Solo puedo llevarla al cole cuando tengo algo de dinero.


El fantasma del Blog
Niños atrapados por el conflicto en el este de la República Democrática del Congo: “Mi hermana pequeña y yo estábamos en el salón cuando cayó una bomba”


Un responsable de Unicef describe cómo desde finales de enero, con la escalada de violencia, el repunte de casos de abuso sexual, reclutamiento infantil y los ataques a escuelas y hospitales han mermado la seguridad de la infancia congoleña




John James
Goma (República Democrática del Congo)
06 MAR 2025 - 05:30 CET




En la unidad de neonatología del Hospital General de Referencia de Virunga, Faraja, de 18 días de edad, permanece en cuidados intensivos con una orejita vendada por una bala perdida que atravesó su incubadora durante los recientes combates en Goma, en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Su madre, Amani, está a su lado. “Había dos bebés en la incubadora”, recuerda. “Pero la bala alcanzó a mi hijo. Sigue recibiendo cuidados, pero temo que esto pueda volver a ocurrir. Necesitamos paz”.



La historia de Faraja es solo una de las muchas que ponen de manifiesto la grave situación que se vive en el este del país, donde la rápida expansión del conflicto ha sumido a la región en un nivel de violencia y graves violaciones contra la infancia que no se veían desde hace muchos años.



Desde principios de 2025, la situación en el este de la RDC se ha deteriorado rápidamente, con importantes ciudades estratégicas como Goma y Bukavu capturadas por el grupo armado M23. Esto ha provocado desplazamientos internos masivos : alrededor de un millón de personas se han desplazado en un mes, algunas para huir de los combates y otras por el cierre de los campamentos de desplazados existentes.



Unicef está profundamente preocupada por el aumento significativo de las denuncias de violaciones graves contra los niños. El número de incidentes se ha triplicado desde diciembre, a raíz de la última escalada de violencia que comenzó el 24 de enero de 2025.



Durante este periodo, los datos revelan que los casos de violencia sexual han aumentado más de dos veces y media, los secuestros se han multiplicado seis veces, los asesinatos y mutilaciones hasta siete veces y los ataques a escuelas y hospitales se han multiplicado por 12.



Los servicios sanitarios, gravemente afectados




En los combates de Goma, entre el 26 y el 30 de enero, casi 3.000 personas buscaron asistencia médica, muchas de ellas niños. El Gobierno congoleño calcula que hasta ahora han muerto unas 7.000 personas. El Hospital General de Referencia de Virunga, apoyado por Unicef, se ha visto desbordado por los casos de violencia sexual y lesiones. Entre ellos, al menos 45 niños supervivientes de violencia sexual y 70 niños menores de cinco años heridos que fueron remitidos al hospital para recibir atención especializada.



Cynthia, una niña de 14 años, y su hermana pequeña resultaron heridas por la explosión de una bomba. “Mi hermana pequeña y yo estábamos en el salón cuando cayó una bomba”, relata Cynthia. “Me hice daño en la mano y mi hermana pequeña en el pie. Los jóvenes de nuestro barrio nos ayudaron a llegar hasta aquí”. Ambas hermanas están recibiendo atención médica y apoyo psicosocial gratuitos gracias a Unicef.




El conflicto ha afectado gravemente a los servicios sanitarios de la región. “Ha aumentado el número de heridos por armas de fuego”, explica el doctor Tchukudji Bahati Béat, jefe de personal del Hospital General de Referencia de Virunga. “En la unidad de maternidad aumentaron los casos de amenaza de parto prematuro y los nacimientos prematuros. Había mujeres que querían llegar a tiempo para dar a luz. Dado el estado en que se encontraba la ciudad, fue difícil, pero pudimos salvarlas, llegaron justo a tiempo”.



Las escuelas, espacios seguros cruciales para la infancia




El sistema educativo también se ha visto gravemente afectado. Se cerraron más de 2.500 escuelas y espacios de aprendizaje en Kivu Norte y Kivu Sur, lo que privó de educación a 795.000 niños.



“Mi mayor deseo es que mis hijos puedan ir a la escuela y crecer para ser grandes personas”, explica Ruth Musumba, madre de tres hijos, a quien conocimos en el hospital de Virunga. “Una bomba cayó en nuestra casa e hirió a los niños. Los llevé al hospital. Cuando llegamos, había médicos, pero no medicinas suficientes. Los niños no pudieron ser tratados hasta dos días después. Hoy vivo con miedo. Tengo miedo de las balas, de las bombas, tengo miedo de salir fuera”. “Pido al resto del mundo que rece por nosotros, porque vivimos en condiciones muy difíciles. Hemos perdido las ganas de vivir en el Congo debido a las guerras”.



Aunque las escuelas de Goma reabrieron el 10 de febrero de 2025, asistieron pocos alumnos, y los padres expresaron su temor de que la situación en materia de seguridad siguiera siendo demasiado peligrosa.



En tiempos de crisis, las escuelas desempeñan un papel crucial a la hora de mantener la estabilidad y proporcionar un espacio seguro que proteja a los niños del posible reclutamiento por parte de grupos armados y de la violencia sexual. Las escuelas también ofrecen a los niños que han sufrido traumas acceso a apoyo psicosocial. “Incluso en tu propia casa, ya no te sientes seguro”, explica Cassien, estudiante de segundo de secundaria en Goma. “He visto y oído las balas”.



Una bomba cayó en nuestra casa e hirió a los niños. Los llevé al hospital. Cuando llegamos, había médicos, pero no medicinas suficientes. Los niños no pudieron ser tratados hasta dos días después

Ruth Musumba, mujer congoleña afectada por la violencia



Cassien ha vuelto a la escuela, aunque la asistencia en la provincia de Kivu Norte es solo la mitad de los niveles de 2024, ya que muchas familias han huido. Al regresar a la escuela, los estudiantes reanudan las clases en medio de un reguero de cristales rotos, un autobús escolar dañado, agujeros de bala y cicatrices de impactos de misiles.



“Lo que viví fue horrible”, cuenta Lesly, que estudia en la misma escuela. “Tuve que ver cosas que nunca antes había visto: violaciones, robos, saqueos... fue horrible. Vi a mis amigos perder a sus padres, a sus seres queridos, a gente que les importaba. Es doloroso”. “Cuando estás estudiando, te preguntas si algún día podrás volver a vivir en paz”, añade.



Unicef está trabajando con socios locales para evaluar la magnitud de los daños, así como para reabrir las escuelas en la ciudad de Goma y en el territorio de Nyiragongo. Alrededor de 152 escuelas se vieron directamente afectadas por los combates, incluidas 68 que ahora acogen a familias desplazadas, 45 que han sufrido saqueos y 35 que han sido dañadas por proyectiles y balas, según el Grupo Sectorial de Educación. La respuesta a la crisis también incluirá la creación de espacios temporales de aprendizaje y protección, la distribución de materiales de enseñanza y aprendizaje a profesores y alumnos, y la organización de oportunidades de aprendizaje a domicilio y a distancia para los niños desplazados.



“El daño que puedo ver aquí es devastador”, dice Cassien mientras mira alrededor de su escuela. “Pero ante todo estoy muy contento de ver que mis compañeros han sobrevivido... es algo que no me hubiera atrevido a esperar. Con todo lo que he visto, pensaba que tal vez algunos de mis compañeros podrían morir en cualquier momento, pero verlos a todos vivos y en buen estado de salud nos da esperanza y nos da la fuerza para seguir adelante, por nosotros mismos, por nuestros amigos y por nuestra comunidad.”



En todo el mundo, los niños en conflictos prolongados tienen tres veces más probabilidades de morir por enfermedades relacionadas con el agua que por la violencia. Restablecer los servicios esenciales debe ser una prioridad, o correremos el riesgo de perder aún más vidas

Jean Francois Basse, representante en funciones de Unicef en la República Democrática del Congo



Varias escuelas y espacios de aprendizaje construidos por Unicef se encuentran ahora desiertos tras el rápido cierre de los campamentos para desplazados alrededor de la ciudad, que antes albergaban a unas 700.000 personas, principalmente niños.



El acceso a agua limpia, una prioridad urgente



Durante los combates en Goma, acceder a agua potable fue un reto, debido a la rotura de los cables que abastecen de electricidad a la ciudad, incluidos los que operan las bombas de agua. Las actuales epidemias de cólera y mpox, especialmente concentradas en los campamentos de desplazados, hacen que el acceso a agua limpia sea una prioridad urgente.



“El agua potable es un salvavidas. Con las continuas epidemias de cólera y mpox en el este de la RDC, los niños y las familias necesitan agua potable ahora más que nunca para evitar una crisis sanitaria más profunda”, explica Jean Francois Basse, Representante en funciones de Unicef en la RDC. “En todo el mundo, los niños en conflictos prolongados tienen tres veces más probabilidades de morir por enfermedades relacionadas con el agua que por la violencia. Restablecer los servicios esenciales debe ser una prioridad, o correremos el riesgo de perder aún más vidas”.



“Estamos observando señales preocupantes de un aumento en los casos de cólera, estrechamente ligado al incremento de los desplazamientos y a que la gente dependa de agua no potable. Aunque recopilar datos es difícil en estas circunstancias estamos extremadamente preocupados por una explosión de casos, con la principal temporada de lluvias acercándose”, explica Basse.



En los últimos 10 años, el cólera ha causado la muerte de 5.539 personas en la RDC, un país donde solo el 43% de la población tiene acceso a un servicio básico de agua y solo el 15% tiene acceso a servicios básicos de saneamiento.



La situación en el este de la RDC sigue siendo crítica. Miles de niños vulnerables en campamentos de desplazados han sido obligados a huir en múltiples ocasiones, y cientos de niños han sido separados de sus familias, lo que los expone a un mayor riesgo de secuestro, reclutamiento y violencia sexual.



Unicef hace un llamamiento a todas las partes en conflicto para que garanticen la protección de los niños y las infraestructuras civiles, que se abstengan de utilizar explosivos en zonas pobladas y pongan fin a todas las formas de violencia sexual y reclutamiento infantil. Mientras el conflicto continúa, las historias de Faraja, Cynthia, Ruth, Cassien, Lesly y de innumerables niños y familias son un recordatorio conmovedor de la urgente necesidad de paz y estabilidad en el este de la RDC.



John James es responsable de comunicación de Unicef en República Democrática del Congo.
El fantasma del Blog
La guerra en Sudán dispara las violaciones contra niños, algunos de tan solo un año


Unicef ha documentado más de 200 agresiones contra menores, pero se cree que la cifra real es muy superior. Las personas desplazadas son especialmente vulnerables y a menudo los ataques se silencian debido al estigma y la falta de servicios de atención




Marc Español
El Cairo
07 MAR 2025 - 05:30 CET



En la larga lista de abusos que se han cometido contra la población civil desde el comienzo de la guerra civil en Sudán, hace casi dos años, todavía quedan muchas zonas grises que no se han podido documentar lo suficiente como para conocer la magnitud de la tragedia. Uno de los ámbitos sobre los que menos información trasciende, en parte por su estigma social, la falta de servicios y el temor al ostracismo y a las represalias, es la violencia sexual, sobre todo las violaciones. Y la situación es particularmente delicada cuando las víctimas son niños.



Un informe publicado este martes por Unicef arroja nueva luz sobre esta crisis. Desde el inicio de 2024, un poco antes de que estallara la guerra, han documentado 221 violaciones contra niños, incluidos cuatro de solo un año de edad y otros 12 también menores de cinco. Del total de supervivientes, dos terceras partes son niñas y el resto son niños, y a ellos se suman 77 casos de agresión sexual más, sobre todo intentos de violación. Los datos recabados por la agencia de las Naciones Unidas para la infancia fueron recopilados por proveedores de servicios a víctimas.



Sulaima Ishaq, la directora de la Unidad de Lucha contra la Violencia contra la Mujer, afiliada al ministerio de Asuntos Sociales de Sudán, asegura por su parte que en su oficina han documentado 193 violaciones contra menores de 15 años desde el comienzo del conflicto, a menudo en el seno de matrimonios forzados, que afectan en su gran mayoría a niñas menores. No está directamente claro si algunos de sus casos coinciden con los recabados por Unicef.



“La violencia sexual contra niños es una crisis abierta y en desarrollo de la que, hasta ahora, desconocemos su magnitud, pero definitivamente es algo que merece mucha más atención”, constata Hala al Karib, directora regional de la Iniciativa Estratégica para las Mujeres en el Cuerno de África (SIHA), una de las organizaciones con mayor presencia y red en Sudán que también ha documentado numerosas violaciones contra menores desde el inicio de la guerra.



Desde el inicio de 2024, un poco antes de que estallara la guerra, Unicef ha documentado 221 violaciones contra niños, incluidos cuatro de solo un año de edad y otros 12 también menores de cinco




Ishaq señala que las violaciones de niños se enmarcan en un uso más extendido y sistemático de la violencia sexual como arma de guerra en el conflicto bélico del país, sobre todo por parte de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido. “La superviviente más joven [que hemos documentado] tiene 7 años y la mayor 76, así que no hay un patrón. Con el uso de la violencia sexual como arma de guerra se trata de atacar a mujeres independientemente de su edad y su condición social; no importa. Se trata de deshumanizar a comunidades y humillarlas”, señala.



Las 221 violaciones de menores registradas por Unicef tuvieron lugar en nueve Estados de Sudán, lo que sugiere que se trata de abusos extendidos. Se produjeron, además, en contextos muy diversos: durante invasiones de ciudades y asaltos a viviendas, en los que es frecuente que las violaciones se cometan delante de familiares de la víctima, o mientras los menores huían de la violencia o realizaban actividades cotidianas, como ir al mercado. Estos abusos se han documentado igualmente mientras los niños eran retenidos en casa o en centros de detención, así como a cambio de recibir suministros esenciales, por ejemplo comida.



El informe de Unicef subraya, además, que los desplazados internos, sobre todo las mujeres y niñas, están particularmente expuestos a sufrir violaciones en lugares donde buscan refugio y dentro de las comunidades de acogida, por las condiciones de hacinamiento, hallarse solos y tener que moverse constantemente para conseguir agua, comida o encontrar puntos de aseo. Su vulnerabilidad también es explotada por personas que les exigen sexo a cambio de refugio o suministros. A raíz de la guerra, Sudán es el país con más desplazados internos del mundo, con más de ocho millones de personas que se han visto obligadas a salir de sus hogares.



Ishaq coincide en que muchos de estos episodios se producen en zonas alejadas del frente y percibidas como seguras, donde muchas mujeres y niñas son víctimas de abusos sexuales y explotación, incluido por parte de familiares. “Por esto también se denuncia tan poco, porque la gente siempre trata de encubrir estas cosas si implican a sus propias familias o a su entorno. Porque [en estas zonas percibidas como seguras] la mayoría de veces las violaciones no las cometen extraños, sino que ocurren dentro de la propia comunidad de acogida”, señala.



Al rechazo familiar y aislamiento social que suele acompañar a las víctimas, especialmente en los casos de mujeres que han quedado embarazadas, se suma el trauma psicológico y a menudo infecciones de transmisión sexual y lesiones graves





Uno de los testimonios recogidos en el informe de Unicef es el de una mujer adulta superviviente de violencia sexual que fue retenida por hombres armados en una habitación junto con otras mujeres y niñas. En su relato, explica que, pasadas las nueve de la noche, un hombre con un látigo abría la puerta del cuarto en el que estaban, seleccionaba a una niña y se la llevaba a otra habitación. Allí la violaban. La mujer recuerda oír a las niñas llorando y gritando, y volver después del amanecer, casi inconscientes, cubiertas de sangre, llorando y hablando de forma incoherente.




Los perpetradores





El análisis de Unicef no detalla ni los lugares de Sudán donde se cometieron las violaciones ni los perpetradores. Pero Al Karib, de SIHA, afirma que, según los datos de su organización, alrededor del 90% de las violaciones, no solamente contra menores, las cometen miembros vinculados a las Fuerzas de Apoyo Rápido. Los casos perpetrados por soldados suponen en torno al 1,5% y sobre el 3% son atribuidos a miembros de grupos armados de Darfur o de un poderoso grupo armado del sur del país, el SPLM-N. En el resto, se desconoce la identidad del violador.



Las cicatrices que deja este tipo de violencia son muy profundas y duraderas. Al rechazo familiar y aislamiento social que suele acompañar a las víctimas, especialmente en los casos de mujeres que han quedado embarazadas, se suma el trauma psicológico y a menudo infecciones de transmisión sexual y lesiones graves, según Unicef. El informe alerta de que, en contextos de fragilidad, como en una guerra, la prevalencia de violaciones y de agresiones sexuales contra menores de edad es alrededor de dos veces superior a la media mundial.



Paralelamente, Ishaq lamenta que este pronunciado aumento de los casos de violencia sexual contra menores desde el inicio de la guerra ha provocado que un sector importante de la gente adopte medidas drásticas que consideran erróneamente de protección, como por ejemplo la mutilación genital femenina (MGF) y el matrimonio infantil. “Hay gente que cree que estas medidas van a dar protección [a las niñas] contra la violencia sexual, y no es el caso”, desliza.



Unicef advierte que los programas para hacer frente a este tipo de violencia en Sudán están alarmantemente infrafinanciados por la comunidad internacional, a pesar de solicitar unos presupuestos más bien bajos. En este sentido, el clúster o grupo de trabajo sobre cuestiones de género en el país necesitaría unos 83 millones de euros durante este 2025 para asistir a más de tres millones de personas, y el que trabaja en temas de infancia presenta cifras similares.



Por su parte, Ishaq asegura que desde su unidad han colaborado con la agencia de la ONU para la infancia para formar grupos de mujeres jóvenes de entre 13 y 16 años encargadas de concienciar sobre violencia, explotación y abuso sexual y trabajar en temas de salud mental dentro de sus comunidades. Afirma que les gustaría ampliar su proyecto, que de momento se ha realizado en un Estado del país. “Invertir en las jóvenes las ayudará y protegerá. Además, ellas también van a concienciar a su comunidad sobre prevención de la MGF y del matrimonio infantil”, confía.
El fantasma del Blog
Así se ha convertido Mindelo en sinónimo del carnaval en Cabo Verde



La ciudad más importante de la isla de São Vicente celebra desde hace 100 años una fiesta inclusiva que exhibe la gracia y la disidencia con las que se popularizaron estas fiestas paganas. El entusiasmo de la población se contagia a los turistas que quieran sumarse al desfile con brillos y plumas






Analía Iglesias
07 MAR 2025 - 05:25 CET



Hay lugares y celebraciones valiosas que hay que conocer antes de que cambien para siempre. En esa categoría de cosas auténticas se podría ubicar al carnaval de Mindelo, que se celebra en las calles de la principal ciudad de la isla de São Vicente, en Cabo Verde, envuelto en la reconocible arquitectura colonial portuguesa. Sus pobladores son aún los protagonistas absolutos de esta festividad en la que se vuelcan las calles del casco céntrico con un entusiasmo primordial, tras meses de ensayos, trabajo artesanal, confesiones y costuras en los talleres que brotan en los barrios populares, de Ribera Bote a Espia o Fonte Filipe.



Si algunas operaciones inmobiliarias en danza triunfan sobre el plácido encanto caboverdiano, esta escenografía de casas de colores atlánticos (amarillo sol, verdes y azules del mar), a cuyas ventanas se asoman los vecinos a ver pasar las comparsas, una vez al año, desde hace más de un siglo, podría cambiar en el futuro hacia los horizontes más amplios de costaneras con edificios altos y angulosos. Quizá el encanto de la madera rugosa que los pescadores protegen con celo de la humedad podría trocar por un fondo de cruceros acerados, con terminados acrílicos ultralisos, recortando las colinas de viejos volcanes que rodean la bahía.



Pero estamos a tiempo de revivir la morabeza (la hospitalidad, dicha en creóle) que popularizó con sus canciones la cantante Cesária Évora —oriunda de Mindelo— y de bailar las alegrías carnestolendas en sus desfiles. Porque estos se sofistican sin dejar de acoger las expresiones populares y de hacerse, año a año, más inclusivos. Mindelo es la capital cultural de Cabo Verde, reconocida por ser acogedora de diversidades, siempre disidente, y presta a la gracia y el entretenimiento.



En las siete calles por las que transcurre el desfile, el pueblo resiste con sus sillas, sillones y banquitos (de todos los estilos y materiales), atados en filas larguísimas, en primera línea de bordillo desde la mañana, guardando el sitio para cuando cae el sol. Se trata de la primera línea de calle de la orilla gratuita, porque enfrente, la entrada a las gradas se paga desde hace algunos años. De ahí que algún banco de madera del lado de acceso libre luzca proclamas populares, que conservan el espíritu reivindicativo del carnaval, una fiesta que nació para alterar las jerarquías. Mientras, los que defienden los ingresos generados por la reserva de asientos en las tribunas alegan que las tradiciones estaban declinando en los años ochenta y que las inversiones en infraestructura y brillos las han hecho revivir.



En efecto, los primeros registros del carnaval de Mindelo datan de la década de 1920, con un origen en los bailes de la alta sociedad que habitaba este archipiélago lusófono, de alma y cuerpo mestizo. A continuación, llegaron las manifestaciones populares, que lo sacaron fuera de las casas con máscaras, tambores callejeros, las armonías del género musical funaná y aires de la lejana mazurca, además de echar mano a instrumentos textiles de las mujeres que cultivan el arte percusivo del batuco.



En tiempos más recientes, la amplísima diáspora caboverdiana compone parte de las respuestas de su evolución. En los últimos 40 años, algunos hijos de padres emigrados a Europa o Estados Unidos antes de la independencia (declarada en 1975) han regresado a invertir en su tierra y, poco a poco, a instalarse en este rincón oceánico de clima suave y aire agradable. Estos emigrantes vuelven con posibilidades de recuperar tradiciones muy propias que recuerdan de su infancia. Estamos enfrente de Senegal, pero algo distantes del África continental.



Hoy son alrededor de 70.000 las personas envueltas en los carnavales de Mindelo, entre los asistentes, las estrellas y los técnicos. Una cifra similar al total de habitantes de la isla. Por supuesto, a los entusiastas locales se suman turistas europeos y viajeros que incluso vienen a disfrutar la experiencia de integrar alguna de las consolidades escolas que cubren el asfalto de danzas y fantasía glam. Durante tres jornadas señaladas —domingo, lunes y martes— se alternan el teatro del carnaval espontáneo de vecinos que se organizan al margen de las escolas y la gran competición de los equipos en el culminante Mardi Gras, el martes carnavalesco, a las vísperas del miércoles de ceniza.



Para llegar a su gran día, cada escuela ha preparado el desfile durante meses, pensando la narración, diseñando y ejecutando la dramatización de sus diferentes alas (los grupos temáticos que integran cada una de las columnas de una misma comparsa) que participan del relato coreografiado y que pueden sumar más de mil integrantes. Pero a pesar de la antelación en los preparativos, si uno se asoma a sus talleres en las últimas horas antes del debut, ve que todavía están las costureras hilvanando lentejuelas, añadiendo tules y encajando plumas en las coronas, mientras los bailarines y bailarinas se pasean nerviosos alrededor, inquietos por probarse los trajes de luces. Los talleres son casas de los suburbios con todas las puertas y las ventanas abiertas, con niños revoloteando, ansiosos por ponerse los prometidos disfraces. Todos los vecinos andan por la calle, llegan los parientes de visita, se cierran comercios y lo que no sea esencial para el carnaval.



En estos días, en Mindelo, no queda nadie al margen del corso. Hay sigilo y muchos cotilleos en torno a estas campañas cuidadosamente elaboradas para asombrar. En baldíos celosamente custodiados por la relevancia social del certamen (no se pueden escapar los secretos ni contarse las sorpresas entre escolas), los pintores y soldadores se afanan en que las carrozas sean escenarios móviles firmes; disimulan las penúltimas rugosidades del cartón piedra, moldean cabezotas de figuras gigantes y lijan manivelas para que los reyes y reinas del carnaval puedan moverse seguros por encima de la multitud que les aclamará. El carnavalesco, que es el arquitecto y director artístico de cada troupe, se pasea supervisando los trabajos.



David Leite es el carnavalesco de Samba Tropical, una escola fuera de concurso que este 2025 ha decidido honrar la vida social y la trayectoria del carnaval de Mindelo con una carroza que, como en la vida real, muestra fachadas de casas que exhiben rostros pintados de próceres como el Che Guevara (el otro retratado por excelencia en estas islas es Amílcar Cabral, gran exponente de la época de independencias en África). Sobresale de la carroza una estatua enorme de un héroe del carnaval espontáneo que fue Kakoy, un hombre del pueblo que solía desfilar disfrazado de mohicano y, como tal, terminaba los carnavales coronado. “La organización y el estilo de las comparsas proviene de Río de Janeiro, pero los temas y los símbolos son nuestros, para despertar a la sociedad y que se sienta orgullosa de sí misma”, sostiene Leite.



Antes de que llegue la hora del concurso habrán desfilado las escuelas de los barrios que se divierten imaginando bailes tradicionales, que evocan estéticas antiguas del continente, con cuerpos oscurecidos mediante la práctica del black face, ya que las tinturas de un negro profundo cubren las pieles melanizadas. En un ejercicio libremente inspirado en costumbres tribales mandingas, en algunos barrios se cultivan destrezas de personajes que encarnan a valientes guerreros. Milton Rodrigues —estibador y conductor de grupo de los mandingas de Ribera Bote— explica que, probablemente, los ancestros caboverdianos hayan conocido las danzas mandingas en las plantaciones de cacao en Santo Tomé y Príncipe, mientras compartían jornadas de trabajo con los guineanos, inmigrantes como ellos. “100 por ciento mandinga”, leemos en la camiseta de Milton mientras cuenta que, en los barrios más rezagados de Mindelo, la ayuda que reciben de turistas y participantes extranjeros en sus juegos escénicos resulta esencial. Este año, han conseguido juntar 200 kilos de comida y otras donaciones para una población que sufre especialmente la desatención en asuntos como la salud mental y el abandono escolar, admite.



Todo está preparado, por fin, para el gran martes. Y cuando llega el gran desfile competitivo, todos los bailarines rinden homenaje a las reinas y reyes de la vieja guardia carnavalera, los clowns se entremezclan con los músicos en vivo, el creóle se canta fuerte, los tambores percuten la tierra. Las carrozas se han vuelto mares y Poseidones, exuberancia vegetal amazónica, alegorías indígenas e historia caricaturizada entre tácitas peticiones e ironías que hacen a la vida comunitaria y los roces compartidos. El carnaval vuelve a ser una manifestación contra toda solemnidad, en favor de la disidencia de géneros, de cuerpos y de clases sociales. ¡Larga vida a Mindelo!
El fantasma del Blog
Kinshasa ofrece a Washington un acuerdo sobre minerales a cambio de ayuda militar




Rtbf.be
Bélgica
5 de marzo de 2025 a las 19:13 horas.




La República Democrática del Congo ha ofrecido a Washington acceso exclusivo a ciertos minerales y proyectos de infraestructura relacionados a cambio de ayuda militar.



Este país solicita, en una carta dirigida al secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio , una reunión urgente entre los presidentes Félix Tshisekedi y Donald Trump, informa la agencia Bloomberg.


Félix Tshisekedi quiere discutir con Donald Trump un pacto que permitiría a las empresas estadounidenses acceder a algunos de los minerales más codiciados para los sectores de defensa, tecnología y transición energética, podemos leer en esta carta fechada el 21 de febrero.


Las materias primas congoleñas son esenciales para la competitividad de la industria estadounidense y para la seguridad nacional, subraya un grupo afroamericano que representa los intereses de la RDC, recordando que este país es el primer proveedor mundial de cobalto y es rico en litio, tantalio, cobre y uranio.



Una asociación ofrecería " a Estados Unidos una oportunidad única de establecer una cadena de suministro fiable y exclusiva ", argumenta. Según Bloomberg, esta invitación demuestra que el presidente Tshisekedi está cada vez más desesperado por la situación en la que se encuentra su país.


Apoyado por tropas ruandesas, el M23, que volvió a tomar las armas en 2021, lleva desde enero una ofensiva relámpago en el este de la República Democrática del Congo, rica en metales estratégicos.


En un correo electrónico a la agencia de noticias, el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que la administración Trump está " abierta a discutir asociaciones ". Pero tal acuerdo no es para ahora.
El fantasma del Blog
Las reglas mafiosas del nuevo orden internacional



La diplomacia de Donald Trump sigue las normas y los ritos de las organizaciones mafiosas. El objetivo es repartirse el mundo con las otras dos superpotencias autoritarias: la Rusia de Putin y la China de Xi Jinping. Y queda la duda fundamental de si la Unión Europea podrá defender los valores de un orden liberal internacional.





Lluís Bassets
08 MAR 2025 - 05:30 CET





Cuando Volodímir Zelenski recibió a Scott Bessent el 12 de febrero no se dio cuenta de que el secretario del Tesoro de Trump, el primer miembro de la nueva Administración en viajar a Kiev, era portador de una “oferta que no podía rechazar”. El apresurado Bessent llegó con un contrato bajo el brazo para la explotación de las tierras raras de Ucrania y la alegre pretensión de llevárselo firmado a Washington el mismo día. Zelenski lo rechazó indignado, a los pocos días quiso negociar algunas enmiendas y, finalmente, una vez en la Casa Blanca para la firma, pretendió discutirlo ante los periodistas con Trump y su vicepresidente J. D. Vance. Le ha sucedido como a Jack Woltz, aquel personaje de El Padrino que se negó a contratar a Johnny Fontane, el cantante ahijado de Vito Corleone, y luego tuvo que corregir su error tras encontrar entre las sábanas de su cama la cabeza ensangrentada de Khartoum, su caballo de carreras favorito.




¿Tierras raras a cambio de la paz? Todo es insólito y de difícil explicación, incluidos los minerales, en las relaciones internacionales trumpistas. No es habitual un trato como este, un deal en el que la superpotencia pretende terminar con una guerra, cobrar por adelantado las rentas de la incierta paz y recuperar a la vez las inversiones en ayuda al país agredido, sin comprometerse ni siquiera a seguir prestando el apoyo necesario para evitar su derrota. Menos comprensible todavía es que ninguna concesión exija al agresor, cuyas condiciones para la paz ha aceptado íntegras de antemano. Hasta llegar al extremo de congelar el envío de armas y la inteligencia militar que necesita Ucrania para doblar el brazo a Zelenski, al igual que don Vito consiguió que Johnny fuera contratado por el productor de Hollywood.




Trump está sacando todo el jugo a la condición de Estados Unidos como superpotencia imprescindible que reivindicaba la difunta secretaria de Estado demócrata, Madeleine Albright. Para la guerra, para la paz y para un alto el fuego, sea en Ucrania o en Oriente Próximo, allí está el presidente que ha acumulado mayor poder desde hace al menos 80 años, rodeado de unos equipos tan atrabiliarios y extremistas como él mismo y con sus propias y naturalmente extrañas ideas que se abren paso ante la incredulidad incluso de muchos de sus partidarios. Una asociación entre ambos países para la explotación de recursos naturales en nada protegerá a Ucrania de una nueva agresión rusa si no va acompañada de firmes compromisos militares equivalentes al artículo 5 del Tratado Atlántico sobre la solidaridad entre los socios de la OTAN, a la que los ucranios quieren pertenecer para sentirse seguros.




Es lo de menos el contenido del contrato o los dudosos beneficios que puedan proporcionar los minerales, sino quién lo propone y para qué. De entrada, para demostrar quién manda. La firma es un acto inicial de vasallaje, de momento para sentarse en la mesa de negociación y solo a cambio de no contar con su abierta hostilidad. Trump quiere la paz a cualquier precio, aunque sea de la rendición y de los cementerios. La necesita porque la había prometido. Para dedicarse a la creciente confrontación con China, pero también para abrir las puertas a los prometedores negocios que atisba con una Rusia reincorporada a la familia internacional en su nuevo orden mundial.




Sin rubor proclama su equidistancia entre verdugo y víctima, pero ni siquiera se molesta en ocultar la simpatía y la confianza que le despierta Putin y la antipatía y la desconfianza hacia Zelenski. Proclama como un dogma que Putin quiere la paz y se ofende ante las suspicacias respecto al presidente ruso, acreditado como histórico vulnerador de tratados, acuerdos y treguas. Ni Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores ruso, lo haría mejor. La consagración de la reversión de alianzas y de un viraje ideológico mayor —ahora, propiamente antioccidentalista, como el pensamiento putinista— se expresó con escandalosa claridad en Naciones Unidas, donde Washington y Moscú votaron al alimón contra Ucrania y Europa junto a las peores dictaduras del mundo.




Queda siempre el margen de duda que ofrece el carácter del personaje, voluble y errático, hipersensible como pocos a la adulación, y atento al último interlocutor que se haya prodigado en masajes a su ego narcisista. Lo saben Macron y Starmer y lo ignoró Zelenski. Todos le corrigieron sus disparates respecto a la responsabilidad de la guerra, entera de Putin, o la proporción de la ayuda estadounidense, por debajo de la europea. Pero el presidente ucranio lo hizo sin la desenvoltura y el humor del francés y del británico y con el dramatismo y la tensión que corresponden al jefe de Estado de un país en guerra y parcialmente ocupado por el invasor. Fue el pretexto para la humillante emboscada que hizo temer por una ruptura definitiva, que sería también de la OTAN y conduciría muy probablemente a un callejón sin salida para Ucrania.




A la vista del discurso de Trump sobre el estado de la nación y de las distintas y convergentes iniciativas europeas, sería todavía prematuro dar por irreversible la ruptura. Hay que aprovechar los márgenes de comunicación con la Casa Blanca, si acaso quedan y por pequeños que sean, para evitar la derrota de Ucrania. Tal sería el caso si la negociación del alto el fuego fuera finalmente un mano a mano bilateral entre Putin y Trump, que pretende imponer sus condiciones a Ucrania y dar órdenes a los europeos para que emprendan tareas auxiliares. Sin Ucrania y sin Europa en la mesa, es inútil el acuerdo y plausible la victoria regalada por Trump a Putin.




Para la vigilancia y preservación del alto el fuego no bastan las fuerzas militares de la coalición de voluntarios que se está construyendo a las afueras de la OTAN y de la UE. Sin apoyo aéreo, satelital, antimisiles y de inteligencia de Estados Unidos, probablemente ni siquiera podrá realizarse tal despliegue tras un alto el fuego precario y precipitado, puesto que sería extrema su vulnerabilidad ante cualquier ataque y abriría las puertas a nuevos avances rusos o incluso a la derrota ucrania. Para que no sea una breve e inútil pausa, solemnizada por los delirios de grandeza trumpistas, debe ser sostenible, con garantías contra un nuevo ataque ruso y dirigido a que Ucrania mantenga su independencia, su soberanía y sus fronteras seguras.




Europa está despertando. Dos tabúes, vinculados a la historia alemana, el del rearme y el de la ruptura del rigor fiscal, se han roto a la vez. Han calado las palabras con las que Angela Merkel recibió al primer Trump, cuando conminó a los europeos a que asumieran la responsabilidad sobre su destino. Su próximo sucesor, Friedrich Merz, lo confirma con sus ideas en favor de la independencia europea respecto a Estados Unidos o su disposición a aceptar el paraguas nuclear francés, una curiosa versión alemana de las ideas de Charles de Gaulle.




Así está naciendo la Europa de la defensa, empujada por la inflamada retórica antieuropea del trumpismo y su indecente acoso contra el dirigente de un país en guerra como Zelenski.




No basta con las declaraciones de voluntad política respecto a Ucrania y a la seguridad del continente. Las dudas versan sobre la capacidad europea de pasar de las palabras a los hechos. No tan solo para evitar la derrota de Ucrania, sino también devenir fuerza de equilibrio y de preservación de la legalidad internacional y de las instituciones en el nuevo orden mundial. Son cosas que desbordan la autonomía estratégica y el protagonismo en el escenario internacional. Europa tiene ante sí el desafío de mantener vivo el legado de 80 años de multilateralismo y de orden liberal, convertida en reservorio del derecho y de la libertad ante la fragmentación multipolar y el reparto autoritario e imperial del mundo en áreas de influencia.




Apenas quedan márgenes y tiempo para que se constituya como actor de máximo nivel, primero en la mesa de la paz en Ucrania y luego en el tablero global frente a Rusia, China y Estados Unidos. Su presencia en las negociaciones de paz, su persistencia en la seguridad colectiva atlántica y su empeño federalista son la última trinchera ante los designios autoritarios e imperiales de Putin y Trump para el continente europeo.




De ahí el paso crucial que significa la constitución efectiva de la Europa de la defensa, casi 70 años después del primer intento. En sus inicios está la coalición de voluntarios, que desbordará los límites de la UE para eludir los vetos del putinismo enrocado en Hungría y Eslovaquia y contará, en cambio, con países como Canadá, Noruega, Turquía y el Reino Unido, la potencia militar indispensable, poseedora también del arma nuclear, que encuentra así la vía de su reintegración europea después del Brexit. También escapará de la estructura de la OTAN, ahora bajo entero control de Washington y abierta en canal en cuanto a su futuro. Sin confianza no hay solidaridad, y sin solidaridad pierde toda su fuerza disuasiva el artículo 5 sobre la seguridad colectiva. Gracias a Trump, ahora los aliados atlánticos vecinos de Rusia son más vulnerables.




La tan cacareada diplomacia transaccional de Trump se ha revelado una ristra de comportamientos abiertamente mafiosos. Responden al manual de la cosa nostra en todo, desde las decisiones más domésticas hasta los tratos al más alto nivel internacional. El único criterio para pertenecer a su gobierno es la lealtad personal, que en los medios del hampa se asegura con la comisión por encargo de alguna fechoría. No cuentan las afinidades ideológicas, sino la sumisión y la adulación. Como en las “malas calles”, hay matonismo y linchamientos, que son digitales, a cargo de Elon Musk y su equipo de “liquidadores”, una banda extorsionadora que contará también con los turbios personajes colocados por Trump en la cúspide del Departamento de Justicia, el FBI, el Pentágono y las agencias de inteligencia.




El poder mafioso tiene sus ritos, que en el caso del trumpismo son espectáculos televisivos con escenas de sumisión o de chantaje en directo, a veces en el plató del Despacho Oval. Gracias a las imágenes, podemos observar cómo los secuaces cambian de parecer con solo una mirada del jefe, dan muestras de rastrera obediencia o se entregan a la violencia verbal y al acoso de sus víctimas para complacerle. Como en las bandas de gánsteres, todos deben disparar a la víctima para compartir la autoría del crimen.




La diplomacia extorsionadora funciona como un reloj donde Trump tiene más palancas de chantaje, que son más potentes cuanto más cerca de Estados Unidos, como geográficamente es el caso de Canadá o de México, o históricamente el de los países europeos. Las primeras víctimas suelen ser los vecinos del hampón, que solo admite relaciones de sumisión o complicidad, nunca tratos justos y entre iguales. De ahí que sea incompatible con las alianzas y las instituciones multilaterales.




No hay nada pasajero en estos comportamientos, que configuran un orden global mafioso, organizado por tres superpotencias autoritarias, contando a Estados Unidos, que está en camino de serlo, si no lo es ya después de seis semanas con Trump. Entre ellas negociarán sus disputas y se repartirán las hegemonías, cada una con su propia región mundial. En el espacio euroasiático, Putin con el manual del KGB y Xi Jinping con el más secreto y desconocido de la Secretaría de Organización del Partido Comunista maoísta. Y resguardado y aislado por los océanos en las Américas, Trump con el de la mafia neoyorquina. Todos con el mismo tipo de presiones y extorsiones autoritarias e incluso violentas.




Al internacionalismo liberal predominante en Washington durante 80 años le ha sucedido bruscamente el más crudo realismo, que rechaza la posibilidad de un mundo regido por reglas y reclama la efectividad de la correlación de fuerzas.




Es decir, que los más poderosos actúen en consecuencia y el resto se someta o espabile como pueda. Nada encarna tan bien tal modelo como un mundo dividido entre los imperios en áreas de influencia, al igual que la ciudad dominada y dividida entre las mafias, donde no se pueden rechazar las ofertas extorsionadoras de las superpotencias que mandan en cada barrio.





CITA(Jose Eduardo Padilla @ Nov 3 2015, 11:23 PM) *
Pues, en definitiva, esto va de corrupción global.

El affaire de la Caldera de Luba no fue más que eso mismo. Con la salvedad, o la singularidad, de que se trataba de corromper la memoria histórica, el afecto de esta página por Guinea, una geografía espectacular y, además, corromper la integridad de la UPM que quedó bien servida.

Y desde entonces, la corrupción ha sido en España un tornado virulento tras otro, que ha devastado el país, a sus gentes y su economía.

Por tanto, aquí fuimos unos pioneros.......no se si afortunada, o desgraciadamente....

(......)

Saludos



Esta vez han ganado los EEUU a corrupción con comportamientos abiertamente mafiosos
El fantasma del Blog
América Latina, la violencia y la impotencia del poder



Javier Moreno, exdirector de EL PAÍS, hila en un ensayo una reflexión sobre los límites de la autoridad presidencial para hacer frente a la espiral de crímenes en la región





Francesco Manetto
09 MAR 2025 - 05:30 CET



La idea encierra un fatalismo desarmante. “Tienes que convivir con todo el mundo, con tirios y troyanos, con cabrones y con personas buenas”. Se lo confesó Vicente Fox a Javier Moreno más de una década después de dejar la presidencia de México. Pero este reconocimiento no era una reflexión sobre la tolerancia política, sino una descripción del estamento militar con el que trató entre 2000 y 2006, una institución donde, dijo, “muchos hacen trampa y se asocian con los carteles” para ganar más. Las palabras del exmandatario son solo una pieza que compone el rompecabezas del poder que le tocó ejercer. Al mismo tiempo, son una pista que refuta una serie de lugares comunes sobre las atribuciones de la autoridad presidencial, tanto en México como en buena parte de América Latina.




¿Quién manda aquí?




La pregunta que da título al libro de Moreno, exdirector de EL PAÍS y actual director de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS, es también, como todos los interrogantes de un reportero, una declaración de intenciones. A lo largo de tres décadas visitando y viviendo de forma intermitente en la región, la observación directa, las conversaciones con figuras públicas, el conocimiento de los engranajes institucionales y las charlas con colegas y amigos han dado pie a una tesis sugerente y poco transitada: la impotencia del poder. Esto es, como resume el autor, “la impotencia del Estado para imponerse, para hacerse valer y para hacer valer la ley en todo el territorio”.





La violencia está presente en cualquier debate serio en América Latina porque sus sociedades viven asfixiadas por las consecuencias del crimen organizado. La historia contemporánea del subcontinente es un viaje por las disfunciones de sistemas políticos permeados por la inseguridad y la corrupción, y los intentos por hacerles frente siempre dejan al descubierto el escaso margen de maniobra de los gobiernos. Más de 121.000 personas fueron asesinadas el año pasado, lo que sitúa el índice de homicidios por encima de 20 por cada 100.000 habitantes, según la organización InSight Crime. Más o menos como en 2023. En España, según el INE, ese valor fue de 0,68.




“Lo vemos en las cifras y lo vemos en lo que no son las cifras, en el dolor, lo que es probablemente más grave, en el sentido de que la primera obligación del Estado democrático y de derecho es preservar y proteger la vida de sus ciudadanos. No hay otra obligación mayor que esa. No. Y ahí es donde se ha fracasado de forma estrepitosa”, razona Moreno, quien llegó a Ciudad de México en 1994 como jefe de Redacción de EL PAÍS. Entonces empezó a observar algunas de las dinámicas del poder que relata en el libro (de la editorial Debate), donde la narración de sucesos relevantes se entremezcla con las vivencias, el análisis y los testimonios directos de siete expresidentes. Además de Fox, otro mexicano, Felipe Calderón; los brasileños Fernando Henrique Cardoso y Dilma Rousseff; los colombianos Juan Manuel Santos y César Gaviria, y la chilena Michelle Bachelet.




Todas las voces y las historias del ensayo articulan una hipótesis que desbarata la tradición que concedió a la figura del caudillo un lugar privilegiado en la América Latina de hoy. La idea de la omnipotencia no sirve, según el autor, para explicar los límites y los fracasos del ejercicio del poder. A eso se añade una intuición: explorar por qué suponemos que todo lo que no está en la superficie funciona mejor que la fachada de los políticos y de los Gobiernos, que son la autoridad formal. Es decir, qué papel desem­peñan los militares, los presupuestos secretos o los servicios de inteligencia. Y también hay un tercer vector que engarza con los otros:


“En los viajes, las estancias largas, los encuentros con amigos, te das cuenta de que pasan los años y sigues hablando de los mismos problemas”.





Ese eterno retorno está poblado de figuras que ilustran la tesis central. Por ejemplo, Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública de Calderón, que durante esos años (2006-2012) se erigió en paladín de la guerra contra las drogas emprendida por el Estado mexicano. Moreno rememora un encuentro con el político en el que este le dijo que el 25% o el 30% de lo que necesitaban sus policías para llegar a fin de mes no lo pagaba él. ¿Quién, entonces? El propio García Luna fue condenado el pasado mes de octubre en Nueva York a 38 años de prisión por colaborar durante décadas con el Cartel de Sinaloa.




La mala gestión del exministro colombiano de Defensa Guillermo Botero es otro de los episodios que muestran, por incompetencia e incapacidad de sobreponerse a las Fuerzas Armadas, el alcance del poder militar en América Latina. Una sucesión de escándalos en 14 meses acabó con la carrera del alto funcionario. Sin embargo, los efectos de la política de hechos consumados del Ejército acabó erosionando al Gobierno de Iván Duque, que como todos los mandatarios latinoamericanos, escribe Moreno, “dependen de ellos, sobre todo del máximo responsable militar, para tener información fiable sobre lo que pasa en el país en general y en el seno de las propias fuerzas de seguridad en particular”.




Además de abordar y diseccionar estos cortocircuitos que se producen en el corazón de los Estados de derecho, el análisis de Moreno deja un aviso. Las consecuencias de la impotencia del poder, latentes ya desde las primeras páginas, son las tentaciones autoritarias. “Nadie quiere ya emular a Nicolás Maduro o a Daniel Ortega. Pero bastantes políticos del continente comienzan a mirarse en el espejo de Bukele”, apunta el autor. Uno de esos imitadores es el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, que el próximo 13 de abril aspira a revalidar su cargo tras ganar por sorpresa las elecciones de 2023 en medio de una crisis de violencia sin precedentes.




Noboa se ha inspirado también en la guerra contra el narcotráfico de Calderón, en una síntesis que no ha logrado acabar con la espiral de violencia a pesar de la militarización del país andino. Bukele ha conseguido, en cambio, contener a las pandillas en El Salvador a costa de un profundo retroceso de las libertades individuales y de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. El periodista cita una frase del poeta británico Andrew Marvell sobre Oliver Cromwell. “Si estos son los tiempos, entonces este debe de ser el hombre”. Aplicada a Latinoamérica, la sentencia suena aciaga. Aunque el propósito de pensar la región solo puede ser uno: elaborar un diagnóstico, certero como en ¿Quién manda aquí?, que ayude a despejar el camino hacia la democracia.
El fantasma del Blog
Las amenazas contra España que vienen del Flanco Sur: yihadistas, mafias y los tentáculos de Rusia



La nueva situación internacional agrava los riesgos que proceden de África: la actividad de Marruecos, la alianza de Argelia con Putin, la desestabilización del Sahel y las rutas de la inmigración ilegal y el terrorismo





Marina Pina
Madrid
Actualizado Domingo, 9 marzo 2025 - 22:54




«Nuestros aliados deben saber que tanto Italia como España esperamos que el compromiso del resto de aliados con el Flanco Sur sea también incuestionable, como el nuestro lo es con el Flanco Este». Con estas palabras, el Rey Felipe VI resumió el pasado mes de diciembre durante el viaje de Estado a Italia lo que España espera de sus aliados tanto en la OTAN como en la Unión Europea. Tres años después de la invasión de Ucrania, cuando todas las fuerzas militares están volcadas en el Frente Este, España continúa afianzando el discurso de la necesidad de reforzar también esa frontera. Fue un triunfo el nombramiento del diplomático Javier Colomina como enviado especial de la Organización Trasatlántica. Y el pasado jueves, en la reunión extraordinaria del Consejo Europeo, Sánchez consiguió que en el primer punto del documento sobre la Defensa se redactara que «Europa debe ser más soberana, más responsable de su propia defensa y estar mejor equipada para actuar y afrontar de forma autónoma los retos y amenazas inmediatos y futuros con un enfoque de 360°». Ese «enfoque 360º» es el que habla sobre el sur, el lugar donde las amenazas son distintas a la invasión rusa de Ucrania y los desafíos mayores y con mucha más repercusión para España.




Sánchez reclamó el pasado jueves en la rueda de prensa que a la hora de redefinir las amenazas para la seguridad y defensa de Europa se lleve a cabo una reflexión «para hacer frente a las amenazas del sur», afirmó. El presidente del Gobierno recordó que son peligros «con matices diferentes» a los del este y enumeró los «ataques híbridos», el «terrorismo» y la «realidad climática» como algunos de los problemas de esa frontera sur.



Las amenazas que hay para España en esa frontera se podrían agrupar en tres: la inmigración ilegal, el avance de la influencia rusa en la región del Sahel y las disputas con Marruecos y Argelia.




Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales de Comillas Icade, divide los problemas entre tradicionales y no tradicionales en lo que atañe a los dos países del norte de África. Sobre Marruecos explica que las amenazas «son todas derivadas de una desigualdad económica y social que es la más grande entre dos Estados en el mundo: entre Marruecos y España. Eso provoca que la población tenga que inmigrar ilegalmente, que el tráfico de drogas sea atractivo para parte de la población, que haya poca inversión en la parte sur del Estrecho y que estén muy expuestos a la pluviosidad», describe.




Define el profesor a Argelia, por su parte, como una amenaza tradicional que está a 219 kilómetros de Almería en línea recta.

«Es un Estado complicado que tiene rivalidades con Marruecos, pero también con España. El mayor problema para España es la relación privilegiada con Rusia. Argelia tiene un acuerdo con Rusia desde los años 60 y una alianza militar que es poco conocida. De hecho, desde 2017 hay unos planes para establecer una base militar rusa y se han llevado a cabo ejercicios militares navales y terrestres, los últimos en la frontera con Marruecos».




Vladimir Putin tiene una base naval en la localidad siria de Tartús. Se desconoce qué va a suceder con ese acuerdo de Defensa tras la caída de Asad y los rumores sitúan una nueva base en Argelia. Su capacidad de operar en el Mediterráneo a través de Siria provoca que la OTAN y España, a nivel unilateral, desarrollen de manera permanente misiones de vigilancia, disuasión y defensa de la soberanía del territorio.



La Armada tiene desplegado en distintos puntos del Mediterráneo el portaeronaves Juan Carlos I, cuatro fragatas, un buque de aprovisionamiento de combate, otro de Acción Marítima y en pocos días se sumará el submarino Galerna a la operación Sea Guardian. Todos estos efectivos vigilan y controlan los movimientos de los barcos rusos, que se topan con el Estrecho para salir desde el Mediterráneo hasta el Atlántico.



De estas capacidades, varias forman parte de la misión naval permanente de la OTAN. Además, cinco buques españoles participan en misiones nacionales permanentes de vigilancia y disuasión en misiones españolas. Aunque rotan, uno siempre está dedicado al despliegue africano y otro en el Golfo de Guinea.



De momento, se desconoce por qué tipo de política apostará Donald Trump, si reforzará su relación con Marruecos, que provoca olas migratorias hacia Ceuta y Melilla; o por sugerencia de Putin se acercará a Argelia, desde donde hay una ruta de migración hasta las islas Baleares. Pero esos dos países -enfrentados entre ellos- son una amenaza tradicional para el frente Sur de la OTAN y de la Unión Europea.



Otro problema reside en el Sahel. La investigadora del Real Instituto Elcano Marta Driessen lo sitúa en el mapa: «Atendiendo a cuestiones geográficas, podemos considerar el Sahel una banda que va de extremo a extremo, desde Mauritania hasta Sudán. Pero atendiendo a definiciones más políticas se interpreta a países de África Occidental: Mauritania, Níger, Mali, Burkina Faso... El Sahel Central incluye a Burkina, Mali y Níger, que salieron de la CEDEAO, rompieron con sus socios tradicionales europeos acercándose a Rusia y China».



Desde el golpe de Estado sucedido en Mali en 2021, los gobiernos de esa zona han ido cayendo y siendo sustituidos por juntas militares. El Sahel es una zona de fuerte inestabilidad. «Hay una policrisis», describe Driessen, «hablamos de países con una composición étnica muy diversa y con una serie de tensiones y agravios preexistentes que están siendo explotados por grupos terroristas para ganar adeptos». Además del avance de Isis-Sahel, distintos grupos paramilitares financiados por Rusia -primero Wagner y después Afrika Korps- operan en la zona, consiguiendo influencia para Putin y la salida de Europa. «Los rusos consiguen promover una inestabilidad que hace que los europeos salgamos de allí», resume el profesor Priego. También provoca desplazamientos internos, que dan lugar al surgimiento de mafias que trafican con seres humanos y los envían a la inmigración irregular.



En el Sahel, y tras el fin de la misión francesa primero y después de la Unión Europea en Mali, Europa sólo colabora con Mauritania: « Hay un cierto temor a que se pueda provocar un cambio de régimen en Mauritania por parte de Mali. Esto generaría un corredor desde Argelia hasta Mauritania, comunicando el Mediterráneo con el Atlántico». Esta descripción de Priego resolvería un problema histórico de Rusia: la salida a mares cálidos. Pese a que Driessen opina que «los lazos entre Mauritania y Europa son sólidos, la diplomacia europea también reconoce que «sería grave perder Mauritania como aliado en la región».



La inmigración, la cercanía de Argelia y Marruecos y la influencia rusa son las tres grandes amenazas en el Flanco Sur. A pesar de que mientras continúe la guerra en Ucrania hay poca capacidad para avanzar en este frente, Priego reconoce dos triunfos de España con sus aliados. «En la OTAN, el diálogo mediterráneo. En Europa, la Unión por el Mediterráneo, una iniciativa que tiene que ser el marco en el que nos movamos».
El fantasma del Blog
Ces dignitaires de Guinée équatoriale qui versent des pots-de-vin en Espagne





 Ian Hamel, correspondant en Suisse 
Par La redaction de Mondafrique -
5 mars 2025


Pour blanchir les fonds qu’ils détournent, des personnalités politiques africaines, en l’espèce deux fils du président Teodoro Obiang Nguema, à la tête de la Guinée équatoriale depuis 46 ans, corrompent des fonctionnaires européens. En toute discrétion, ces forbans passent par une banque suisse. 
        

Cette fois, il s’agit des deux fils du président Teodoro Obiang Nguema, à la tête de la Guinée équatoriale depuis 46 ans : Teodorin Nguema Obiang Mangue, le vice-président, et Gabriel Mbega Obiang Lima, le ministre des Mines et des Hydrocarbures. Les deux frérots lorgnent sur la succession du papa (bientôt 83 ans). L’un aurait rémunéré un fonctionnaire espagnol pour espionner l’autre… Par ailleurs, afin de pouvoir introduire de très importantes sommes d’argent sans le déclarer, les dignitaires équato-guinéens savaient se montrer très généraux avec des employés de l’aéroport de Madrid.


Ces espèces ne sont pas versées de la main à la main. Pour complexifier l’opération, on retrouve GEPetrol, la compagnie pétrolière de Guinée équatoriale, Boway Holdings Limited, une société basée à Hong Kong, et un compte à la Compagnie Bancaire Helvétique (CBH), une ancienne société de courtage devenue banque à Genève en 1991. Comme à son habitude, le site suisse Gotham City, qui raconte l’actualité des affaires par les sources judiciaires, réussit à dénouer les fils de cette tortueuse histoire de pots-de-vin. On apprend ainsi qu’un ancien commissaire de police, qui dirigeait le poste frontalier de l’aéroport de Madrid, a tout de même écopé de trois ans de prison dans cette affaire. Un autre aurait perçu 1,9 million d’euros. Par le même circuit, des économies de GEPetrol ont pris le chemin de sociétés basées au Panama, en Uruguay, au Royaume-Uni.  


La Compagnie bancaire helvétique très sollicitée 
   


Dans cette histoire, la Compagnie bancaire helvétique, petite banque privée familiale spécialisée dans la gestion de patrimoine, n’est accusée de rien. Elle n’a jamais été condamnée pénalement en Suisse. Pourtant, par le plus grand des hasards, son nom revient assez régulièrement dans la presse. Le 5 novembre 2024, la Radio-Télévision suisse racontait « comment une banque suisse blanchit son nom sur Internet ». Grâce à l’utilisation d’une entreprise de e-réputation, la CBH nettoie son passé, « son nom est vierge de tout scandale sur Internet ». « Cette banque privée genevoise est pourtant citée dans de nombreux articles sur des scandales de corruption », écrit la RTS. L’Autorité fédérale des marchés financier, la FINMA l’a épinglée « à plusieurs reprises pour manquement à ses obligations dans le domaine de la lutte contre le blanchiment d’argent ».



En mai 2022, un juge de la Cour suprême des Bahamas avait estimé que la Compagnie bancaire helvétique [qui possède une filiale bahamienne) n’avait pas respecté les normes en vigueur… même selon les standards de la finance offshore. Par ailleurs, en 2015, la presse française écrivait que Jean-Marie Le Pen possédait un compte “caché“ en Suisse, crédité de 2,2 millions, dont 1,7 million sous forme de lingots et pièces d’or. Un compte géré par la Compagnie bancaire privée.


Le fondateur du Front National avait alors répondu qu’il n’était pas tenu de s’expliquer « sur ce que dit n’importe qui ». Plus tard « Le Point » rectifiait l’information, précisant que le compte de la société Balerton Marketing Limited, immatriculé aux îles Vierges britanniques, n’appartenait pas à Jean-Marie Le Pen… mais à son homme de confiance, Gérard Gérin .








Dignatarios de Guinea Ecuatorial pagan sobornos en España





Por la redacción de Mondafrique -
Ian Hamel, corresponsal en Suiza
5 de marzo de 2025



Para blanquear los fondos que malversan, personalidades políticas africanas, en este caso dos hijos del presidente Teodoro Obiang Nguema, al frente de Guinea Ecuatorial desde hace 46 años, sobornan a funcionarios europeos. Con total discreción, estos forbans pasan por un banco suizo.



Esta vez, se trata de los dos hijos del presidente Teodoro Obiang Nguema, al frente de Guinea Ecuatorial desde hace 46 años: Teodorin Nguema Obiang Mangue, vicepresidente, y Gabriel Mbega Obiang Lima, ministro de Minas e Hidrocarburos. Los dos hermanos están mirando la sucesión del padre (pronto 83 años). Uno habría pagado a un funcionario español para espiar al otro... Además, para poder introducir grandes sumas de dinero sin declararlo, los dignatarios ecuatoguineos sabían ser muy generosos con los empleados del aeropuerto de Madrid.



El efectivo no se vierte de mano en mano. Para complicar la operación, encontramos GEPetrol, la compañía petrolera de Guinea Ecuatorial, Boway Holdings Limited, una empresa con sede en Hong Kong, y una cuenta en la Compagnie Bancaire Helvétique (CBH), una antigua empresa de corretaje que se convirtió en banco en Ginebra en 1991. Como de costumbre, el sitio suizo Gotham City, que cuenta la actualidad de los casos a través de fuentes judiciales, logra desatar los hilos de esta tortuosa historia de sobornos . Nos enteramos de que un ex comisario de policía, que dirigía el puesto fronterizo del aeropuerto de Madrid, fue condenado a tres años de prisión en este caso. Otro habría recibido 1,9 millones de euros. A través del mismo circuito, las economías de GEPetrol se dirigieron a empresas con sede en Panamá, Uruguay y Reino Unido.




La compañía bancaria suiza muy solicitada




En esta historia, la Compañía Bancaria Helvética, un pequeño banco familiar privado especializado en la gestión de patrimonios, no esta acusada de nada. Nunca fue condenada penalmente en Suiza. Sin embargo, por casualidad, su nombre aparece con bastante frecuencia en la prensa. El 5 de noviembre de 2024, la Radio-Televisión Suiza contó “cómo un banco suizo blanquea su nombre en Internet”. Gracias al uso de una empresa de reputación electrónica, la CBH limpia su pasado, “su nombre está libre de cualquier escándalo en Internet”. “Sin embargo, este banco privado de Ginebra se cita en numerosos artículos sobre escándalos de corrupción”, escribe la RTS. La Autoridad Federal de Mercados Financieros, la FINMA, la ha señalado “en varias ocasiones por incumplimiento de sus obligaciones en el ámbito de la lucha contra el blanqueo de capitales”.



En mayo de 2022, un juez del Tribunal Supremo de las Bahamas consideró que la Compañía Bancaria Suiza [que posee una filial bahameña) no había cumplido con las normas vigentes... incluso según los estándares de las finanzas extraterritoriales. Además, en 2015, la prensa francesa escribió que Jean-Marie Le Pen tenía una cuenta “oculta” en Suiza, acreditada con 2,2 millones, de las cuales 1,7 millones en forma de lingotes y monedas de oro. Una cuenta gestionada por la Compañía Bancaria Privada.



El fundador del Frente Nacional respondió entonces que no estaba obligado a explicarse “lo que dice cualquiera”. Más tarde, “Le Point” rectificó la información, especificando que la cuenta de la empresa Balerton Marketing Limited, registrada en las Islas Vírgenes Británicas, no pertenecía a Jean-Marie Le Pen... sino a su hombre de confianza, Gérard Gérin.
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La Audiencia Nacional condena a 5 años y 8 meses de cárcel al excomisario del aeropuerto de Madrid-Barajas por recibir de empresarios coches de alta gama, relojes de lujo, viajes y dinero. El otro acusado, empresario y abogado, ha sido condenado a la pena de tres meses de prisión por un delito de cohecho activo cometido por particular con la atenuante analógica de colaboración, en grado de muy cualificada





Autor
Comunicación Poder Judicial
miércoles, 17 de abril de 2024



La Audiencia Nacional ha condenado a 5 años 8 meses de cárcel al que fuera comisario jefe en el aeropuerto de Madrid-Barajas Carlos S. por haber recibido entre 2010 y 2015 dádivas en especie y en metálico, entre ellas coches de alta gama, relojes de lujo o dinero, por parte de empresarios como recompensa para dar “el mejor trato y consideración” a los clientes y familiares de dichos ejecutivos.


Al otro acusado en esta pieza 1 del caso Tándem, el empresario y abogado Francisco M., los magistrados de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal le condenan a la pena de tres meses de prisión por un delito de cohecho activo cometido por particular con la atenuante analógica de colaboración, en grado de muy cualificada.


La Sala condena a Carlos S. a cinco años y 1 meses de cárcel por delito continuado de cohecho pasivo y a otros 7 meses de prisión por cohecho pasivo impropio. Además, ordena que restituya al Estado la cantidad de 457.298,52 euros y el comiso de los relojes de las marcas Rolex modelo Oyser Perpetual Date GMT-Master II, de oro amarillo con brazalete y esfera verde index, y Hublot modelo Geneve.


El Tribunal absuelve a ambos acusados del delito continuado agravado contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, en su modalidad de favorecimiento de la inmigración ilegal, y delito continuado de prevaricación administrativa.


Para la Sala no ha quedado acreditado que el excomisario haya infringido las normas reguladoras del control de inmigración con abuso de su cargo como comisario jefe del puesto fronterizo de Madrid Barajas, del que la acusación le atribuía para favorecer el tráfico ilícito de personas procedentes de Guinea y que trabajaban en la empresa vinculada a Francisco M.


La sentencia explica que, del examen de la prueba practicada en relación con esos delitos, atribuidos a ambos acusados, aunque con distinto título de imputación (autoría material a Carlos S. y cooperación necesaria a Francisco M.), no se infiere “acreditación alguna acerca de la comisión, por uno o por los dos, de los delitos mencionados”.


Añade que no se ha acreditado el tráfico ilícito de personas, con vulneración de la normativa de entrada de Extranjeros. Y tampoco se constata, apunta, que se haya dictado una resolución administrativa arbitraria con infracción del deber de obrar de conformidad con el ordenamiento jurídico.


La sentencia considera probado que el excomisario aceptó regalos, pagos en efectivo y viajes que en el caso del empresario Francisco M. lo fueron como recompensa para que el comisario dispensara un mejor trato a los clientes ecuatoguineanos del ejecutivo que tenían puestos de responsabilidad en Guinea.


Para la Sala, no se trata de actos aislados, sino que está constituido por una trama delictiva donde se entrega una pluralidad de dádivas a un funcionario público a lo largo de un dilatado periodo de tiempo en cuantías importantes para obtener la satisfacción de los intereses personales y patrimoniales de determinados sujetos.


En el caso del empresario ya fallecido Fernando L., la Sala considera acreditado que entregó a Carlos S. como mera atención y en consideración a sus cargos policiales un Porsche Cayenne. El caso de Francisco M., se considera probada la entrega de un Porsche Panamera, dos relojes de lujo, un viaje familiar a Londres y distintas cantidades económicas.


El Tribunal indica que por la cantidad de las dádivas y por su elevada cuantía “no puede concebirse que las entregas y correlativas recepciones de dinero y otros efectos se traten de meros regalos efectuados entre personas unidas por una relación de amistad, como pretende hacer ver el último de los acusados nombrados en su larga declaración”.


Para los jueces, el cohecho pasivo continuado cometido por el excomisario se ha acreditado en las actuaciones porque no supo dar explicaciones razonables sobre la pertenencia y permanencia en su domicilio de la ingente cantidad de objetos suntuarios y suministros gourmets que se intervinieron, ni del viaje a Londres con que fueron agasajados él y su esposa, habiendo admitido ciertos abonos. Uno de esos pagos, según la sentencia, aparece en la conversación mantenida con Francisco M. para que fuera espléndido a la hora de regalar al hijo del primero con motivo de su boda (25.000 euros en total), “no pudiendo negar los abonos que se hacían de los gastos de los vehículos que utilizaba, ninguno de los cuales estaba a su nombre. Tales gastos, por su cuantía y su constancia, exceden de los que un simple amigo efectúa, especialmente cuando el que los realiza niega que se trataran de meras liberalidades, pues tendían a buscar un trato de favor en el aeropuerto de Madrid-Barajas para sus clientes relacionados con la empresa nacional de petróleo de Guinea Ecuatorial (GEPetrol)”, concluye.
El fantasma del Blog
El denunciante del ‘caso Villarejo’ delata al comisario responsable de fronteras de Barajas


Francisco Menéndez detalla entregas de efectivo y regalos de lujo al policía para que dejara entrar sin control a directivos de una compañía estatal guineana




J. J. Gálvez
Madrid
08 ENE 2024 - 16:04 CET



El relato de Francisco Menéndez, el abogado y empresario que acudió en 2017 a la Fiscalía Anticorrupción para denunciar la trama del caso Villarejo, ha puesto contra las cuerdas este lunes al comisario Carlos Salamanca, quien fuera responsable de fronteras en el aeropuerto madrileño de Barajas. Durante el segundo juicio sobre la red corrupta, que ha comenzado esta mañana en la Audiencia Nacional, Menéndez ha descrito con profusos detalles la intensa relación que tejió con Salamanca, al que supuestamente regó con dinero y regalos (coches de alta gama, relojes de lujo, viajes, fiestas...) para que hiciera la vista gorda y facilitara la entrada sin control en España de altos cargos de la petrolera estatal guineana Gepetrol, vinculada al régimen dictatorial de Teodoro Obiang. “Yo he sido el pagafantas de todo”, ha resumido Menéndez, a preguntas del ministerio público: “Él me daba un trato privilegiado en el aeropuerto”.



En esta vista oral, que versa sobre la línea de investigación bautizada como Pieza 1 de la macrocausa, el comisario jubilado José Manuel Villarejo no se encuentra entre los acusados. En esta ocasión, Anticorrupción se centra exclusivamente en la relación entre Menéndez y Salamanca, que eran respectivamente cliente y “amigo íntimo” de Villarejo. “Salamanca fue el que me presentó a Villarejo y [a su socio] Rafael Redondo. Salamanca y Villarejo eran íntimos amigos”, ha dicho el empresario este lunes durante su interrogatorio como acusado.



La Fiscalía pide 10 años de cárcel para el antiguo comisario de Barajas, y solo seis meses de prisión para Menéndez por haber colaborado con la justicia. El ministerio público incide en que Salamanca “abusó” de su condición de jefe de la comisaría del aeropuerto de Madrid-Barajas y “aceptó regalos de carácter suntuario” como “recompensa por servicios que prestaba” para favorecer a los guineanos de Gepetrol, para los que trabajaba el empresario. Una tesis que ha respaldado este lunes el propio Menéndez: “Él sabía que yo era un pozo sin fondo de dinero [...] Yo era para él y su familia como una vaca lechera”. El comisario Salamanca lo ha negado todo después: “No hay ningún documento que acredite [las imputaciones]”.



Durante tres horas, el denunciante del caso Villarejo ha desgranado la presunta trama del aeropuerto. Menéndez era el hombre de Gepetrol en España. Según ha confesado en el juicio, se relacionaba con el “director general” de la compañía, “cuñado del presidente Obiang”, y con otros directivos, que eran “casi todos familia”. Él se encargaba de “comprarles” casas y hacerles “inversiones”. “El dinero en efectivo circulaba con fluidez”, ha asegurado, antes de contar que los guineanos viajaban a Madrid con grandes cantidades de dinero “en sus maletas”. “Ese efectivo no se declaraba en aduanas porque sería difícil demostrar su origen lícito”. Y en ese punto, según Menéndez, entraba en juego Salamanca, que iba a convertirse en una pieza clave para “facilitar” el paso por la frontera.



El empresario Fernando Luengo, ya fallecido, los presentó. Así ha descrito Menéndez ese primer contacto: “Él me dijo que tenía que conocerlo. Que le hacía favores a él. Me dijo que Salamanca le dejaba pasar con facilidad por el aeropuerto. Me decía que él era un facilitador. Que yo le tenía que cuidar y tratar bien”. “Cuando lo conocí, me di cuenta de que el comisario era un hombre muy amante del lujo”, ha apuntado el antiguo representante de Gepetrol. Desde ese momento, comenzaron a tratarse asiduamente y, según el denunciante, regaba de regalos al comisario para que les ayudara. “Él me decía: ‘Yo doy para que me des’ o ‘se lo estarás cobrando a los clientes”, ha apuntado Menéndez, que ha insistido en lo importante que era para él mantener esa relación por el poder que Salamanca tenía en Barajas: “Para mí era como conocer a Dios”.



El empresario ha descrito al comisario como un agente corrupto: “Él se quejaba de su sueldo. Y yo le decía: ‘Lo que necesites’. Yo veía que le cuidaba mucha gente y que le daban mucho cariño”. “Le gustaba aparentar”, ha proseguido. Y ha subrayado que le entregó numerosas dádivas, como coches de alta gama (dos Porsche), relojes y viajes de lujo, cesiones de un palco del estadio Santiago Bernabéu para ver partidos del Real Madrid, comidas y cenas... “Yo me hacía cargo de todo”, ha añadido. Incluso, según ha apostillado, entregó dinero en efectivo a Salamanca. Según la versión de Menéndez, la primera vez fueron 25.000 euros: “Se lo di en Barajas. Me sorprendió que lo cogiera. La verdad es que se emocionó el hombre. Me dijo: ‘Nadie me ha tratado como tu”.



La relación empezó por “interés”, en palabras del empresario confeso, y progresivamente se fue afianzando una “amistad”. Acudió a la boda del hijo del comisario de Barajas. ¿Contribuyó a los gastos? “Sí. Salamanca me dijo: ‘Mi hijo espera mucho de ti”. “Yo le doraba la píldora. A él le encantaba. Él me llamaba compadre”, ha remachado Menéndez, que ha afirmado que estaba aterrorizado cuando acudió a Fiscalía a denunciar la trama de Villarejo y del aeropuerto: “[Mi] primer abogado me dijo: ‘Cuidado, porque he visto a gente como tú morir en accidentes de coche”.



Salamanca ha negado todas las irregularidades: “Yo nunca me he quejado de si gano mucho o gano poco. Y he tenido varias ofertas para irme a la empresa privada, pero a mí lo que me gusta es la policía”. ¿Menéndez le pidió algo? “En absoluto”, ha recalcado el comisario, que ha descrito su vinculación con el empresario como una intensa “amistad” mutua, en la que comían y hacían viajes juntos. Ha señalado que no recibía dádivas a cambio de facilitar el paso por Barajas. Y según él, solo se hacían regalos caros entre ellos como prueba de esa cercana relación. En ese sentido, Salamanca ha admitido que Menéndez le dio un reloj Rolex, y ha tratado de contrarrestar ese indicio apuntando que él le regaló un collar de 60.000 euros a la pareja de Menéndez, y una pulsera de oro y brillantes a su hija.





—¿Y de dónde sacó el dinero para ello? —ha contraatacado el fiscal Serrano.

—De un sorteo... La verdad es que no me acuerdo... —ha esquivado entonces Salamanca.





Durante la fase de cuestiones previas y antes de que arrancaran los interrogatorios a los procesados, la defensa de Salamanca ha tratado de tirar abajo la acusación de Anticorrupción y ha puesto en duda su “neutralidad”. El abogado del comisario ha cuestionado el origen de la causa, que nació con una denuncia anónima que posteriormente se atribuyó a Menéndez. Sin embargo, la Audiencia Nacional ya le dio validez en la sentencia que dictó en julio de 2023 sobre el primer juicio del caso, que acabó con una condena a 19 años de cárcel para Villarejo. “La Fiscalía lo que hizo fue, una vez recibida esa denuncia, depurar que no hubiera ninguna irregularidad”, ha recordado el ministerio público este lunes: “Se actuó de forma irreprochable”.



La magistrada Ángela Murillo, presidenta del tribunal, ha dado por finalizada la primera sesión de la vista sobre las 15.00. El juicio continuará el martes con la declaración de los testigos.
El fantasma del Blog
El cólera, la diarrea, el sarampión o la malaria, nuevos enemigos de los desplazados en el Congo



Centenares de miles de personas se vieron obligados a huir de los combates en la región de Goma y a volver a sus lugares de origen, donde malviven en condiciones insalubres que están multiplicando las enfermedades





Laetitia Kasongo
Sake, República Democrática del Congo
11 MAR 2025 - 05:30 CET



“Todos bebemos agua de este riachuelo. No hay opción. Pero el agua nos hace enfermar”. Jean-Pierre ha pasado dos años desplazado en el campo de Bulengo, en la ciudad de Goma, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), y tuvo que volver a Sake, una pequeña localidad situada a 25 kilómetros. Forma parte de los miles de personas que se vieron obligadas a regresar a sus lugares de origen en enero, tras recibir un ultimátum del M23, grupo rebelde armado que cuenta con el apoyo de Ruanda, que tras intensos enfrentamientos contra el ejército congoleño y sus aliados, se ha hecho con el control de Goma, capital de Kivu del Norte, y de Bukavu, capital de la región de Kivu del Sur.



Para algunos, el retorno era una buena noticia. Para otros, una angustia total: ¿Qué quedaba de su pasado? ¿Qué peligros entrañaba volver? “Antes, en el campo, recibíamos comida y agua en condiciones gracias a las ONG. Aquí, nos tenemos que valer por nosotros mismos y no sé cómo hacer, de verdad para dar de comer a mis hijos”, afirma este padre de familia, que como el resto de personas entrevistadas para este reportaje no da su nombre completo por temor.



Según cifras de la ONU, Goma albergaba a más de 650.000 personas desplazadas en asentamientos improvisados en las afueras de la ciudad, un número casi igual al número de personas residentes en la zona que se han tenido que desplazar desde enero debido al conflicto en el área, que ha provocado más de 7.000 muertos, según el Gobierno congoleño. Esta región, fronteriza con Ruanda, es rica en minerales como el oro o el coltán, fundamental en la industria tecnológica y en la fabricación de teléfonos móviles.



Me acuerdo de las noches en que la fiebre subía y yo temblaba de frío y de dolor. Cada crisis me hacía perder la esperanza de poder volver a jugar e ir al colegio como antes

Amina, niña desplazada




En Sake, la vida se instala poco a poco y sus habitantes, la mayoría de ellos ganaderos y agricultores, intentan recuperar sus vidas pese a la falta de recursos: desde fertilizantes hasta ganado. Los enfrentamientos lo han destruido todo. Además, la población también se ve ahora amenazada por las enfermedades. El cambio de alimentación y sobre todo el consumo de agua no potable aumentaron de manera alarmante los casos de diarrea y la desnutrición, sobre todo entre los niños.



Amina tiene 12 años y enfermó de malaria tras regresar a Sake. “Me acuerdo de las noches en que la fiebre subía y yo temblaba de frío y de dolor. Cada crisis me hacía perder la esperanza de poder volver a jugar e ir al colegio como antes”, recuerda. Sus padres lograron entrar en contacto con los equipos móviles de Médicos Sin Fronteras (MSF) y la pequeña recibió tratamiento. “Pero la malaria me ha marcado y me da miedo volver a sufrir alguna enfermedad y no tener acceso a los cuidados que se necesitan”, afirma.



Unicef y sus socios locales en la RDC han logrado suministrar agua potable a 700.000 personas al día, más de la mitad de ellas niños y niñas, en la región de Goma, tras las interrupciones en el suministro de agua durante los combates. La agencia de la ONU explicó el traslado de personas desde la localidad a otros puntos de la zona como Sake han multiplicado la necesidad de agua potable y saneamiento, ya que las personas se instalan en lugares con escasos servicios e infraestructuras.



“El agua limpia es un salvavidas. Con las continuas epidemias de cólera y mpox en el este de la RDC, los niños, niñas y familias necesitan agua potable ahora más que nunca para protegerse y evitar una crisis sanitaria más profunda”, ha dicho Jean Francois Basse, representante en funciones de Unicef en la RDC. “En todo el mundo, la infancia que vive en contextos de conflictos prolongados tiene tres veces más probabilidades de morir por enfermedades relacionadas con el agua que por la violencia”, agregó.




“No sabemos por dónde empezar”




Chantal también bebió agua contaminada cuando regresó a Sake y comenzó a tener dolores insoportables que le impedían trabajar y cuidar de sus hijos. El diagnóstico fue una infección urinaria severa. “A principio no tenía acceso a ningún tratamiento ni cuidado porque las estructuras sanitarias están destrozadas o muy dañadas por los combates. Luego llegó una clínica móvil de MSF y me atendió”, explica. Pero la mujer se dice “angustiada” por las enfermedades que parecen campar a sus anchas por el lugar. “Espero que se dediquen más recursos a los centros de salud y hospitales para que no haya otras mujeres que sufran lo mismo que yo”, confía.



Los centros de atención sanitaria, ya muy frágiles antes de esta crisis, han sido abandonados, destruidos o saqueados. Ahora reciben a muchos pacientes debido a las enfermedades que se están propagando

George Mulomba, MSF




En esta región, MSF ha adaptado su actividad para asistir a esta población desplazada con equipos móviles y apoyando a instituciones locales como el Centro de Salud de referencia de Sake. “La situación humanitaria sigue siendo muy complicada. No sabemos por dónde empezar”, explica, impotente, George Mulomba, responsable de la atención de enfermería en una estructura sanitaria apoyada por la ONG. “Los centros de atención sanitaria, ya muy frágiles antes de esta crisis, han sido abandonados, destruidos o saqueados. Ahora reciben a muchos pacientes debido a las enfermedades que se están propagando con más fuerza, como el cólera o el sarampión”, agrega, en un correo electrónico enviado a este periódico.



En un comunicado publicado a finales de febrero, MSF explicó que se reconstruyó la unidad de tratamiento del cólera, “que actualmente trata a unos 20 pacientes al día”. “En todo el centro de salud de Sake se realizan un total de casi 200 consultas diarias, principalmente por infecciones respiratorias y enfermedades diarreicas. Pero también estamos viendo casos de mpox y a pacientes que buscan atención médica después de sufrir violencia sexual”, explica Anthony Kergosien, responsable de las actividades móviles de MSF en Goma.



En el mercado de Sake, Kavira, una madre de familia de unos 40 años, intenta recuperar su vida tras haber pasado un año y medio en un campo de desplazados. Ella siempre ha sido agricultora y ha retomado su huerta. “Volví hace un mes y he empezado a vender alguna fruta en el mercado, pero enfermé. Era malaria. Recibí tratamiento y ya estoy mejor. Pero muchos no han tenido esa suerte”, lamenta.
El fantasma del Blog
La suspensión de USAID da el golpe de gracia a la catástrofe humanitaria en Sudán



La congelación de fondos ordenada por Trump en enero ha obligado a cerrar cientos de cocinas comunitarias y centros sanitarios, y otros muchos podrían verse forzados a hacer lo mismo pronto





Marc Español
El Cairo
11 MAR 2025 - 05:30 CET


La profunda crisis humanitaria en la que vive sumida Sudán desde el inicio de la guerra civil en el país, hace casi dos años, parece no acabar de tocar nunca fondo. El último gran revés se lo ha propinado la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de congelar a finales de enero y durante 90 días todos los programas de ayuda al desarrollo exterior a fin de someterlos a revisión. En el país africano, esta orden ha paralizado muchas de las últimas iniciativas que quedaban en pie brindando servicios esenciales a millones de personas.



La devastación de la guerra y los obstáculos de las partes beligerantes a la provisión de ayuda han empujado a Sudán a la mayor crisis humanitaria del mundo. A las miles de bajas que está dejando la contienda, entre muertos y heridos, se suman unas condiciones incompatibles con la vida en muchos territorios del país, como la malnutrición extrema y el colapso del sistema de salud, que están contribuyendo a disparar la mortalidad por causas que se podrían prevenir.



La ayuda que Sudán ha recibido del exterior para afrontar esta crisis ha sido en todo momento exigua. Pero el año pasado, Estados Unidos fue el mayor donante individual a Sudán tanto de forma directa como a través de la acción humanitaria de la ONU. La paralización de casi toda esta ayuda ha tenido ahora un impacto inmediato y ha llevado al cierre de cientos de cocinas comunitarias y ha dejado a cientos de centros de salud con los días contados en todo el país. Hay millones de personas afectadas; muchas de ellas, sin ninguna alternativa a la que agarrarse.




Paralización de cocinas comunitarias




Actualmente, más de 24 millones de personas —en torno a la mitad de toda la población— se enfrentan a altos niveles de inseguridad alimentaria en Sudán por causas como los combates, la caída de producción agrícola, una inflación desbocada, la disrupción del sistema financiero y la poca ayuda humanitaria. Al menos cinco zonas del país sufren condiciones de hambruna, otras cinco las padecerán pronto y 17 más se hallan en riesgo. Son los peores datos del mundo.



Las personas con problemas para acceder a comida han dependido hasta ahora de tres grandes formas de socorro: la distribución de alimentos de agencias humanitarias, que ha sido escasa y esporádica por las trabas de las partes beligerantes y el poco compromiso de la comunidad internacional; el envío de dinero para poder comprar; y una red de cocinas comunitarias gestionadas por grupos de voluntarios conocidos como unidades de respuesta de emergencia.



Al menos cinco zonas del país sufren condiciones de hambruna, otras cinco las padecerán pronto y 17 más se hallan en riesgo




Inicialmente, estos grupos, surgidos muchas veces de círculos de activistas y revolucionarios, contaron con donaciones locales y de la diáspora para hacer funcionar las cocinas comunales, pero con el tiempo fueron recibiendo más financiación de agencias internacionales. En total, han llegado a abrir 1.696 cocinas en todo Sudán, con cerca de tres millones de beneficiarios. Pero a raíz de la suspensión de fondos de Estados Unidos, alrededor del 72% de estas cocinas (1.220) han dejado de funcionar, según los datos de un documento interno al que ha tenido acceso EL PAÍS.



En seis Estados, incluido en Kordofán del Sur, uno de los que sufre los niveles más alarmantes de malnutrición y donde 88.000 personas acudían a estas cocinas, han tenido que cerrar todas. En la capital, Jartum, donde los beneficiarios superaban los 800.000, el 64% de cocinas han dejado igualmente de funcionar en las últimas semanas. El presupuesto de todas estas cocinas de Sudán no llega a 4,5 millones de dólares (4,14 millones de euros), pero hoy tienen un agujero de fondos del 77%.




Hajooj Kuka, un portavoz de las unidades de respuesta de emergencia de Jartum, explica que las zonas de la capital más afectadas son las que siguen bajo control de los paramilitares, ya que allí la gente depende más de estas cocinas por la falta casi total de alternativas. “En este momento es la única comida que están recibiendo muchas personas”, nota, y “ahora mismo sobrevivir en Ramadán [que este año coincide con marzo] es todo lo que tenemos en la cabeza”.



Hasta ahora, la ayuda de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) llegaba a estos grupos informales a través de agencias de la ONU y de ONG que eran las que recibían la donación, aunque se estaba estudiando un apoyo directo antes de la decisión de Trump. “[Estos grupos] reconocieron muy rápido que la comunidad internacional no podría llegar a Jartum a corto plazo”, nota Andrea Tracy, una exfuncionaria de la USAID.



Tras la decisión de la Casa Blanca de congelar todos los programas de ayuda al desarrollo, el Departamento de Estado emitió una exención para “la asistencia humanitaria vital existente”, incluidos alimentos y servicios médicos, aunque sin extenderlo a nuevos contratos. Algunas de estas exenciones han beneficiado a programas en Sudán, pero el proceso de revisión no es claro y, según han explicado varias ONG internacionales a EL PAÍS, ha creado aún más confusión.



Ante esta situación, Kuka explica que están tirando adelante con donaciones, aprovechando que estas aumentan en Ramadán, a la espera de que alguna organización pueda intervenir de forma más directa y cubrir el vacío pronto. Una de las plataformas creadas para canalizar estas donaciones es la Coalición de Ayuda Mutua de Sudán, que también adopta los valores no jerárquicos y voluntarios que han caracterizado a las unidades de respuesta de emergencia.




Amenaza a los centros de salud




El otro ámbito más castigado por la congelación de fondos de Estados Unidos es el sanitario, que ya se encontraba en una situación de extrema fragilidad por el colapso del sistema de salud de Sudán. Más de dos tercios de los principales hospitales en zonas afectadas por la guerra ya están fuera de servicio y el resto están desbordados y sufren una grave escasez de personal y de suministros básicos. Alrededor del 65% de la población no tiene acceso a una atención sanitaria adecuada.



La Oficina de Ayuda Humanitaria (BHA, por las siglas en inglés) de la USAID proporcionaba asistencia a 335 centros sanitarios en Sudán para garantizar servicios sanitarios mínimos. En 2025, el plan de respuesta humanitaria de la ONU pretendía llegar a 9,6 millones de personas, pero ahora se estima que alrededor de cinco millones podrían perder su acceso por la interrupción de fondos de Estados Unidos. Se espera que esto empiece a obligar a interrumpir actividades desde finales de abril, apunta Fawad Khan, de la Organización Mundial de la Salud (OMS).



Más de dos tercios de los principales hospitales en zonas afectadas por la guerra ya están fuera de servicio





“La congelación de la financiación estadounidense ha afectado significativamente a todos los socios del clúster de salud de Sudán, especialmente a la OMS, que es un proveedor clave de kits médicos esenciales para los socios del clúster y el ministerio de Salud”, constata Khan, que coordina el grupo. “Los esfuerzos por conseguir financiación alternativa todavía no han dado resultados prometedores”, advierte, “lo que deja un vacío crítico en todo el país”.



Una de las regiones donde más se sentirán los efectos es en Darfur, que es además una de las más impactadas por la guerra y acoge un tercio del total de sudaneses que necesitan asistencia sanitaria este año. Allí, sin embargo, la congelación de fondos afecta a 57 centros sanitarios, que representan el 7% de toda su infraestructura médica y sobre el 21% de su capacidad de respuesta sanitaria, lo que limitará servicios como vacunaciones y la salud materno-infantil.



Los principales damnificados por esta paralización de fondos serán los desplazados internos, ya que se estima que en torno a 1,5 millones de ellos se benefician directamente de programas sanitarios que han sido apoyados por la BHA. “Estos servicios son cruciales para satisfacer las necesidades sanitarias de las poblaciones vulnerables de diversas regiones de Sudán caracterizadas por la inestabilidad y los desplazamientos”, señala Khan.



El impacto de la congelación de fondos ha sido todavía más rápido en el caso de las ONG, que en muchas ocasiones implementan sobre el terreno los programas que financia la USAID directamente o a través de otros organismos, como agencias de la ONU. Una de estas es la Asociación de Médicos Americanos de Sudán (SAPA, por sus siglas en inglés), que trabaja sobre todo en atención primaria en 10 Estados del país, incluido Darfur Norte, Jartum y Jazira.



En Darfur Norte, la SAPA operaba hasta hace poco cuatro clínicas, incluidas dos en Tawila, una localidad bajo el control por un grupo armado que no se ha alineado con ninguna parte beligerante, lo que ha contribuido a mantenerla más segura y a recibir muchos desplazados. En su caso los fondos venían de una subvención de la USAID a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y los efectos de la decisión de Trump fueron inmediatos.



“En cuanto el presidente Trump emitió su orden ejecutiva, la OIM nos dijo que ya no podían financiar las clínicas. Con un crowdfunding pudimos garantizar la financiación de las cuatro [en Darfur Norte] por un mes. Pero luego, lamentablemente, tuvimos que tomar la decisión de cerrar dos”, explica el presidente de la SAPA, Yasir Yousif Elamin, que afirma que una de las clínicas cerradas atendía al menos a 3.000 personas al mes. Ahora, lamenta, la gente tendrá que desplazarse entre una hora y una hora y media para poder recibir atención médica básica.




Recrudecimiento de los combates




Toda esta debacle se está viendo agravada, además, por la intensificación de los combates desde septiembre en zonas densamente pobladas como Jartum, la capital de Darfur Norte, El Fasher, y el cercano campo de desplazados internos de Zamzam, el mayor del país. En todas estas zonas, y sobre todo en las que permanecen asediadas u ocupadas por los paramilitares, los ataques también están azotando algunos de los pocos mercados y centros de salud activos.



La situación es especialmente crítica en Zamzam, donde se calcula que viven medio millón de personas bajo el asedio y hostigamiento de los paramilitares, que recientemente saquearon y quemaron su mercado central. Debido a la intensidad de la violencia, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) anunció en febrero la interrupción de la distribución de alimentos en el campo, donde ya se declaró una hambruna en agosto, la primera en todo el país.



“Los desplazados que viven en el campo sufren una grave escasez de alimentos por la falta de suministros en el mercado debido al asedio impuesto por las Fuerzas de Apoyo Rápido”, señala por teléfono Saddam Abkar Safi, miembro de la unidad de respuesta de emergencias formada en el campo, que advierte igualmente de una “grave escasez de agua potable”.



Además de la asistencia alimentaria, el recrudecimiento de los combates también ha agravado la prestación de ayuda médica en Zamzam. A finales de febrero, fue Médicos Sin Fronteras (MSF) el que se vio forzado a suspender sus actividades, incluido un hospital de campaña –el principal en el lugar– desde el que estaban haciendo frente a la crisis de desnutrición local.



“El hospital de MSF se considera el principal de Zamzam”, señala Safi. Y advierte: “La suspensión de su actividad supone una catástrofe humanitaria [que podría acarrear] la muerte de miles de desplazados por la falta de puestos de tratamiento [alternativos en el campo]”.

El fantasma del Blog
Cédric Bakambu, futbolista: “Todo el mundo mira para otro lado cuando hay miles de muertos en el Congo”



El deportista franco-congoleño del Betis protesta a través del fútbol contra la guerra en su país que ya se ha cobrado la vida de al menos 3.000 personas desde finales de enero según Naciones Unidas




M. Fernanda Lattuada
J. M. Benítez
Madrid - 12 MAR 2025 - 05:30 CET



Una mano cubriendo la boca y la otra apuntando a la sien. Así es como el futbolista franco-congoleño Cédric Bakambu (Vitry-sur-Seine, Francia, 33 años) protesta al anotar un gol contra el conflicto que asola la República Democrática del Congo (RDC). La toma de Goma y Bukavu, en el este del país, a finales de enero ha exacerbado de nuevo la violencia de un conflicto armado que dura casi tres décadas y que en su última espiral de violencia se ha cobrado la vida de más de 7.000 personas, según las cifras oficiales del Gobierno congoleño. “La mano en la sien representa la muerte y hago eso para decir que nos están matando a través de esta guerra. Y la mano en la boca es que nadie habla de ello”, explica el delantero del Real Betis, durante una entrevista por videollamada con este medio.



Bakambu se siente congoleño. A pesar de haber nacido y crecido en Francia, después de que sus padres migraran por la dictadura de Joseph Mobutu (1965-1997), en su casa siempre estuvo presente la cultura, las tradiciones y la comida congoleñas. Pero tampoco ha vivido ajeno a las consecuencias de un conflicto, que aunque ha sufrido desde la distancia, le ha dejado una profunda impronta como hijo de expatriados.



Desde que los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23), apoyados por Ruanda, tomaron la ciudad de Goma el 27 de enero, las protestas del futbolista han aumentado y ha repetido el gesto cada vez que marca. La última vez que lo hizo fue durante el partido contra el Vitoria Guimarâes en Conference League el pasado 6 de marzo.



“Es un orgullo poder representar a los míos con este gesto”, cuenta Bakambu, quien no fue el creador de esta seña, pero asegura que ha sido el primero que la hizo en público. “Ahora todo el mundo la conoce y lo hace”, añade. Recuerda que el año pasado, en la Copa África de Naciones, mientras sonaba el himno de RDC antes de comenzar el partido contra Costa de Marfil, los 11 jugadores titulares sobre el césped hicieron esa seña en contra de la guerra.



Bakambu comparte que el conflicto responde a ciertos intereses internacionales. Aunque el enfrentamiento tiene un largo trasfondo, está motivado en gran parte por el control de minerales en el suelo congoleño, principalmente el coltán y el cobalto —necesarios para la fabricación de aparatos tecnológicos como los teléfonos móviles u ordenadores—. El Congo tiene el 60% del cobalto de las reservas mundiales, y entre el 60% y el 80% de coltán, según un borrador de resolución del Parlamento Europeo sobre la escalada de violencia en el país africano. No obstante, otras estimaciones, como la del experto Michael Nest en su libro Coltán, reducen sus reservas mundiales al 9%, tras el descubrimiento de nuevos yacimientos en otras zonas del planeta.



Sin embargo, Ruanda se ha convertido en uno de los principales exportadores de estos minerales de sangre. Durante 2023 el país africano oriental exportó más minerales que el Congo, según el documento del Parlamento. Y al menos 150 toneladas de coltán se exportaron de forma “fraudulenta” hacia Ruanda mensualmente. “Todo el mundo es consciente de lo que pasa y mira para otro lado cuando hay miles de muertos [en RDC]. A todos les da igual con tal de tener un teléfono móvil. No les importa el trasfondo de saber de dónde viene esto y cómo están pasando las cosas. Lo que me enfada es la hipocresía de que se mire para otro lado y que nadie diga nada”, sentencia el jugador.



Ni el alto el fuego declarado por el M23 el 4 de febrero —que duró menos de una semana— ni las demandas para acabar con el conflicto por parte de otros países han servido para detener esta crisis humanitaria. Bakambu se muestra contrariado y piensa que solo son discursos vacíos. “Puede salir el presidente de Francia a dar un discurso de que la situación no puede seguir así, pero si luego no hay ninguna sanción…”, critica. “Yo no soy político, solo soy un futbolista, y lo único que puedo hacer es que el mundo entero vea lo que ocurre, pero hay hechos muy probados de que hay intereses”, añade.



“Ayudar a Goma a ponerse de pie”




Bakambu se sentía “en deuda por la suerte” que tuvo tras el paso que dieron sus padres al migrar y las oportunidades que ha tenido en Francia. Por esa razón, creó una fundación hace cinco años —que lleva su nombre— para distribuir alimentos, modernizar las escuelas y construir refugios temporales para las personas desplazadas en los alrededores de Goma. La ONU calcula que hasta la reanudación de las hostilidades el pasado enero, unas 700.000 personas habían buscado refugio en las proximidades de la capital de Kivu del Norte.



No solo tener raíces congoleñas le unen al país centroafricano. Aún tiene familia en Kinshasa —capital de RDC—, donde se encuentra la sede de la fundación, con quienes mantiene comunicación a diario y le ayudan a coordinar la entrega de ayuda.



“Ayudemos a Goma a ponerse de pie”, fue una de las primeras campañas de su fundación para recaudar fondos y, según afirma, asistir a 200 familias y 10.000 niños. “Recibo muchísimos vídeos, fotos y mensajes de gente que pide ayuda. Las personas no piensan en el conflicto político, ni en el largo plazo, sino que piensan en dónde duermen cada noche, si sus hijos van a poder desayunar o cenar, si una persona está enferma... Son necesidades mucho más locales y directas”.



Tras este nuevo estallido de violencia y la toma del aeropuerto de Goma por parte del M23 —punto de acceso crucial para la ayuda humanitaria—, la fundación ha tenido que buscar alternativas para enviar suministros, que en estas circunstancias llegan con cuentagotas. El aeropuerto de Kigali (Ruanda) es la nueva ruta más accesible que tienen, para después transportarlos por carretera.



Aunque algunos refugiados que habitan los campamentos han sido obligados a desplazarse de nuevo, el de la Fundación Bakambu aún tiene varias familias acogidas, asegura Pascal Safari, representante de la institución en Goma. “Muchos siguen aquí porque, si sus casas fueron destruidas, aún no tienen adónde regresar y la situación de seguridad sigue siendo inestable”, agrega a través de WhatsApp.



Safari detalla que la situación actual tras la toma de Goma es caótica por los “saqueos a los que ha sido sometida la ciudad”. Asegura que es urgente intervenir en los campos de desplazados: “De lo contrario nos dirigimos a una crisis humanitaria sin precedentes”.



El continuo enfrentamiento y la alargada inestabilidad de seguridad ha provocado el desplazamiento de 6,5 millones de personas por todo el país, de los cuales 2,6 millones son niños, según Unicef. Este organismo de la ONU advierte de que la infancia es la que más sufre las consecuencias de la guerra: casi 800.000 niños están ahora sin escolarizar, tras el cierre de más de 2.500 escuelas y espacios de enseñanza en Kivu del Norte y Kivu del Sur, desde principios de año.



La educación es uno de los objetivos principales de la Fundación Bakambu, para que los jóvenes tengan las mayores oportunidades posibles. “Son los que integrarán la sociedad o tomarán las decisiones del futuro, si no tienen conciencia de lo que está pasando, las posibilidades de educarse y desarrollar una cabeza que piense por uno mismo…”, reflexiona Bakambu.



Una de las apuestas a largo plazo de Bakambu es construir una aldea para los desplazados y las víctimas de la guerra: la cité de l’Espoir (Ciudad de la Esperanza), una ciudad donde los niños irán a la escuela, asegura. Dice que es optimista y espera que las cosas “puedan equilibrarse y evitar tantas muertes, injusticias y tanta crueldad”.
El fantasma del Blog
Los jóvenes ‘queer’ africanos se movilizan ante la ola de homofobia en el continente



Cinco activistas LGTBIQ+ cuentan cómo afrontan el retroceso de sus derechos en los últimos tiempos, con legislaciones muy severas y una normalización del odio. Su respuesta pasa por crear un frente de acción para desmontar el relato que asocia ser homosexual con una traición a las esencias africanas





Rodrigo Santodomingo
Madrid
12 MAR 2025 - 05:30 CET




Por videoconferencia, un activista LGTBIQ+ tanzano que se hace llamar Mufasa prefiere mantener la cámara apagada. Habla con voz firme y precavida, como si estuviera contando un secreto que ya no quiere callar. Miembro de la Iniciativa de Jóvenes Queer Africanos (AQYI, por sus siglas en inglés), Mufasa trufa sus palabras con breves silencios mientras narra que, desde hace año y medio, la persecución a la comunidad queer en Tanzania ha ido de mal en peor. El detonante no fue un acontecimiento interno, sino la presentación de una severa ley anti-LGTBIQ+ en Uganda, su vecino del norte. El efecto contagio, en un país que ya penalizaba las relaciones íntimas entre persona del mismo sexo, explica Mufasa, se intensificó de inmediato: “Aumentó mucho la represión, con arrestos, condenas de cárcel y acoso a las organizaciones”. Añade que, desde entonces, “trabaja con mucha presión” y ha de “cambiar de domicilio cada poco tiempo”.



El caso de Mufasa ejemplifica los resortes de la feroz ola de homofobia que está viviendo África. Retórica envenenada campando a sus anchas en medios y redes sociales. Histeria colectiva azuzada por líderes religiosos (locales y foráneos, en especial de la derecha cristiana de EE UU) que compiten en agresividad frente a una supuesta querencia por lo que consideran el pecado más abyecto. Legislaciones punitivas —sobre todo en Uganda y Ghana, y con proyectos normativos en otros países— y gobernantes que no quieren ser menos en dedicarse a lo que llaman la caza de pervertidos que, según alertan, hasta reclutan niños para su causa.



Desde Kenia, Stephen Okwany confirma este fenómeno de “polinización transfronteriza” en la expansión de los discursos de odio. Y Trinah Kakyo, que se resiste a abandonar Uganda, epicentro del terremoto homófobo africano, admite que la situación “antes de 2023 no era fácil” en casi ningún país del continente, pero subraya que aquel año marcó el paso entre una “lenta mejoría” y una “oposición abiertamente violenta”. Okwany y Kakyo dirigen sendas organizaciones (Talanta y Kakyoproject) que buscan dar voz a las minorías sexuales africanas mediante las artes. “A través de la música, la pintura, el cine o la escritura, queremos contribuir a que la gente cambie su percepción y dude de esas historias conspiranoicas sobre la gente queer ”. Queda mucho por hacer, a tenor de una encuesta de la Ichikowitz Family Foundation publicada a finales del pasado año: solo un tercio de jóvenes africanos opina que habría que proteger los derechos del colectivo.



Es obvio que la homosexualidad no se importó en África, pero la homofobia sí

Omar van Reenen, fundador de Equal Namibia




En esta lucha por el relato, coinciden los cinco activistas entrevistados, se antoja esencial desmontar la patraña que los voceros de la pureza heteronormativa repiten sin cesar: lo queer como un constructo inoculado en África por Occidente. Dice Okwany que “la homosexualidad era una realidad aceptada en muchas tribus de la actual Kenia”. Kakyo menciona a los mudoko daka, hombres del pueblo lango (norte de Uganda), que asumían roles femeninos y se casaban con otros hombres. Y Omar van Reenen, fundador de Equal Namibia, recuerda que la diversidad sexual no solo se toleraba en muchos lugares de África, sino que “era en ocasiones reverenciada como prueba de altura espiritual”.



Aunque la investigación sobre realidades homosexuales en el África precolonial está viviendo un apogeo, el libro de referencia sobre el asunto data del siglo pasado. Boy wives and female husbands (Esposas chico y maridos femeninos), publicado en 1998 por Will Roscoe y Stephen Murray (hoy disponible en versión pdf gratuita), registró más de 50 ejemplos de prácticas LGTBIQ+ antiguamente aceptadas a lo largo del continente. Muchas fueron documentadas por colonizadores escandalizados ante tal flexibilidad pecaminosa.




“La homosexualidad no se importó en África, pero la homofobia sí”, estima Van Reenen. “Cristianos y musulmanes nos criminalizaron diciendo que éramos indecentes. Tenemos que descolonizarnos de ese concepto de indecencia, independizarnos del pensamiento impuesto desde fuera, incluidos la Biblia y el Corán”, añade Okwany. Arlana Shikongo, jefa de comunicación en la división africana de ILGA, una organización global pro-derechos LGTBIQ+, matiza que “no se puede asegurar que no existiera homofobia” antes de la llegada de europeos y árabes, pero sí que “las sociedades africanas precoloniales eran mucho más tolerantes” con la no heterosexualidad.



Chivos expiatorios




Otro frente de acción dialéctica, sostiene Shikongo, pasa por sacar los colores a los gobernantes africanos que están cargando contra la diversidad sexual para camuflar su propia incompetencia. “Nos utilizan como una maniobra de despiste para esconder su fracaso económico. Apuntar hacia nosotros como chivo expiatorio ayuda a consolidar su poder creando una especie de unidad en el odio hacia una minoría”, argumenta. Van Reenen suscribe que la fiebre anti-LGTBIQ+ sirve como “forma de distracción ante el alto desempleo o la inflación desbocada”, y apunta que “siempre es más fácil embarcarse en guerras culturales que plantear soluciones para los problemas reales de los ciudadanos”.



Los cinco activistas se muestran pesimistas ante un contexto mundial regresivo que, como enuncia Shikongo, “ha animado a muchos políticos a quitarse la careta y expresar sin tapujos sus ideas retrógradas”. El triunfo de Donald Trump, prosigue esta activista, no dibuja un horizonte precisamente halagüeño. Porque está envalentonando a los homófobos de todo el mundo y por el tajo a la financiación de EE UU hacia organizaciones LGTBIQ+ africanas. “A varios de nuestros miembros ya se les han cortado fondos de un día para otro”, lamenta Shikongo.



Apuntar hacia nosotros como chivo expiatorio ayuda a consolidar su poder creando una especie de unidad en el odio hacia una minoría

Arlana Shikongo, jefa de comunicación en la división africana de ILGA



La batalla de los jóvenes queer africanos tiene también una vertiente legal, con iniciativas que tratan de neutralizar las embestidas de homofobia legislativa que arrecian en el continente. Van Reenen y su organización están jugando un papel protagonista en el frente judicial contra un proyecto de ley que amenaza con invertir los progresos logrados en Namibia.



Lo cierto es que, mientras se acentúa la intolerancia en el grueso del continente, el sur va consolidándose como un oasis de relativa libertad. Van Reenen recuerda que “Botsuana, Lesoto, Mozambique y Angola han despenalizado en los últimos años las relaciones íntimas entre personas del mismo sexo”. En su opinión, el país que más protege los derechos de las personas LGTBIQ+ en el continente, Sudáfrica [que en 2006 se convirtió en el quinto país del mundo en aprobar el matrimonio homosexual], debería enarbolar la bandera arcoíris en la Unión Africana, cuya Comisión aprobó en 2014 una resolución que condena todo tipo de violencia ejercida por motivos de orientación sexual. “¿Quiere ser un referente mundial en la lucha por los derechos humanos, como ha demostrado en su apoyo a los palestinos? Con las personas queer africanas tiene una gran oportunidad”, afirma Van Reenen.



Para Mufasa, el activista tanzano que pide ocultar su nombre y su rostro, las prioridades de lucha son más acuciantes. Tienen que ver con la seguridad y la manutención, con sortear la violencia y poder pagarse comida y un techo. “Intentamos concienciar a los miembros de la comunidad sobre cómo están las cosas y darles apoyo psicológico, así como alternativas para que puedan adquirir una cierta estabilidad financiera”.



Mufasa se mueve entre las sombras del anonimato y se comunica por Signal, la aplicación de mensajería que mejor salvaguarda la privacidad de los usuarios. Indirectamente, Van Reenen le envía un mensaje de apoyo: “Son tiempos difíciles en África, pero los atravesaremos. Intentan empujarnos a los márgenes, quitarnos visibilidad, que es nuestra principal arma. Por eso resulta tan importante seguir ampliando espacios aquí en el sur, donde es más o menos seguro organizar eventos, celebrar el orgullo o simplemente aparecer en la arena pública”.
El fantasma del Blog
Aulas vacías: el enorme coste oculto del oro nigeriano



La pobreza empuja a muchos niños a trabajar en las minas del país africano, donde la mayoría de la población está en edad de estudiar. El Gobierno y las instituciones educativas intentan atraer a los niños a clase, pero piden más medios y voluntad política





David Arome
Estado de Níger (Nigeria)
13 MAR 2025 - 05:30 CET



La vida de Isah Aliyu cambió radicalmente hace dos años, cuando se vio obligado a abandonar la escuela secundaria para mantener a su familia tras la repentina muerte de su padre. Aliyu, que ahora tiene 18 años, cambió el bolígrafo por el pico para trabajar en una mina de oro en Níger, uno de los 36 Estados de Nigeria, y renunció a su sueño de convertirse en médico. Bastan algunas cifras para entender la emergencia que vive el sistema educativo de este país africano, donde datos de Unicef afirman que hay 10,5 millones de niños de entre 5 y 14 años que no están escolarizados. Esta agencia de la ONU estima que solo un 61% de los nigerianos de entre 6 y 11 años asisten regularmente a la escuela y las cifras son peores en la región del centro-norte, donde vive Aliyu, ya que la tasa de asistencia no supera el 53%.



“Me siento atrapado”, resume este joven, que admite que realiza un trabajo “peligroso y difícil”. Sin embargo, el atractivo del dinero rápido de la minería de oro, piedra caliza y tantalita hace que muchos niños abandonen el colegio, queden expuestos a estas condiciones de trabajo peligrosas y dejen de lado sus sueños profesionales.



La mayoría de los mineros del oro del Estado de Níger son jóvenes y adolescentes. Allí sufren abusos, amenazas e incluso son perseguidos y detenidos por la policía
Aisha Usman, maestra



Los ingresos de Aliyu y jóvenes que trabajan con él son impredecibles. Él gana una media semanal de 3,65 euros y la mitad se le va en mantener a su madre y sus dos hermanos. Hadiza, la madre de Aliyu, se vio obligada a sacar de la escuela a dos de sus tres hijos. “Solo uno de ellos ha podido completar la enseñanza secundaria con el apoyo de una ONG”, explica Hadiza, conteniendo las lágrimas, mientras relata que los demás tuvieron que irse a las minas. Los ingresos del trabajo de sus hijos y de su pequeño negocio de arte corporal y tatuajes, que le reporta 4,26 euros a la semana, apenas cubren sus necesidades.



Nigeria es el país más poblado de África, con más de 230 millones de habitantes, la mayoría de ellos muy jóvenes. La media de edad del país ronda los 18 años, apunta la ONU, y más del 40% de la población tiene menos de 14 años, según cifras del Banco Mundial.



“La mayoría de los mineros del oro del Estado de Níger son jóvenes y adolescentes. Allí sufren abusos, amenazas e incluso son perseguidos y detenidos por la policía”,

Aisha Usman, maestra de la comunidad de Chanchaga, ubicada a 150 kilómetros de la capital, Abuya.



Los adolescentes recorren diariamente largas distancias hasta llegar a las minas de oro y pasan cerca de ocho horas cavando y lavando la arena en tamices en el río para encontrar el metal precioso. En las minas subterráneas, los niños se introducen en pozos estrechos y túneles inestables de hasta 25 metros de profundidad, donde puede haber derrumbamientos, desprendimientos de rocas y hundimientos. Además, en las minas también están expuestos al mercurio, un metal muy tóxico que puede provocar discapacidades y daños cerebrales de por vida.



A pesar de que hay una Ley de Derechos del Niño de Nigeria de 2003, que prohíbe el trabajo infantil y establece la edad mínima para trabajar en 14 años —con condiciones muy específicas— su aplicación sigue siendo deficiente. Y aunque el país africano ratificó los convenios internacionales sobre trabajo infantil, entre ellos el Convenio 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la edad mínima y el 182 sobre las peores formas de trabajo infantil, su aplicación se ve obstaculizada por la pobreza, las prácticas culturales y la insuficiencia de recursos para las inspecciones de trabajo.



“En todas partes hay niños sin escolarizar. Ninguna comunidad se libra de esta lacra”, lamenta Abdulmalik Abduljalil Adinoyi, coordinador de la Fundación Rose of Sharon, en esta región del centro-norte de Nigeria.



Nigeria cuenta desde 2004 con una ley que establece que la educación debe de ser gratuita y obligatoria para los niños de hasta 15 años. “La mayoría de los Estados de Nigeria la han incorporado”, reconoce Adinoyi, pero matiza que en la práctica no se aplica del todo.


Nos damos cuenta del enorme impacto que tiene la falta de una educación, que va desde el analfabetismo hasta la delincuencia y la pobreza, y se convierte a la larga en un enorme lastre para la sociedad

Israel Chukwuma, director de la Escuela Internacional de Tecnología Ab de Chanchaga




Más presupuesto




Mariam Umar, de 15 años, también tuvo que parar los estudios e ir a las minas hace un año, tras la muerte de su padre, lo que truncó su ambición de convertirse en maestra. Aunque la educación pública sea gratuita, esta joven no puede costearse el uniforme, los cuadernos, los libros de texto, el transporte y otros gastos. “La vida se volvió amarga para la familia, ya que mi madre de repente tuvo que hacerse responsable de mí y de mis tres hermanos”, cuenta. Además, Umar gana la mitad de lo que ganan los varones a la semana lavando arena. “Algunos días no tenemos nada para comer”, se lamenta.



Mohammed Baba, funcionario del Ministerio de Educación del Estado de Níger, explica que las autoridades locales tienen un plan para devolver a las aulas a los alumnos que han abandonado los estudios. “El Gobierno estatal ha destinado más del 50% de su presupuesto para 2025 a la educación y la sanidad”, declara Baba, citando que en 2024, por ejemplo, la provisión presupuestaria para educación era del 14,55%. Además, el presidente del país, Bola Tinubu, ha asegurado que el Gobierno federal está decidido a reducir el abandono escolar del país mediante iniciativas de regreso a clase y programas de desarrollo de habilidades.



A su vez, las escuelas e instituciones educativas redoblan sus esfuerzos. Israel Chukwuma, director de la Escuela Internacional de Tecnología Ab de Chanchaga afirma que los centros escolares ayudan a los niños que pierden a sus padres y muestran buenos rendimientos académicos, ofreciéndoles becas y descuentos en las tasas. “Nos damos cuenta del enorme impacto que tiene la falta de una educación, que va desde el analfabetismo hasta la delincuencia y la pobreza, y se convierte a la larga en un enorme lastre para la sociedad”, explica Chukwuma.



Pero los padres siguen quejándose de las tarifas poco asequibles, de la falta de personal y del mal estado de las infraestructuras de las escuelas públicas, que carecen de material tan simple como sillas y mesas.

Este artículo se publica en colaboración con Egab, una plataforma que trabaja con periodistas de Oriente Próximo y África.
El fantasma del Blog
Una operación secreta para salvar las semillas de Sudán de la guerra: “Los laboratorios fueron robados o destruidos”



Tras la ocupación por parte de paramilitares de la ciudad de Wad Madani, donde se encontraba el Banco Nacional de Germoplasma, se trazó un plan para rescatar los duplicados de las simientes y enviarlas a la bóveda mundial de Svalbard, en Noruega




Ana Puentes
Madrid
14 MAR 2025 - 05:30 CET




Cuando Ali Zakaria Babiker vio depositar las 1.884 semillas de sorgo, mijo perla, cacahuete, sésamo, sandía y melón Vigna, provenientes de Sudán, en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard (Noruega), en los confines del mundo, respiró aliviado. El depósito del pasado 25 de febrero era el último episodio de un titánico rescate de semillas y recursos genéticos de Sudán del desastre de la guerra civil. El 15 de diciembre de 2023, pocos meses después del estallido del conflicto, el Banco Nacional de Germoplasma de Sudán, que lidera Babiker, fue atacado y saqueado. “Es la primera vez que somos objeto de un ataque como este. El banco de semillas, los laboratorios y la sección de gestión de información de recursos genéticos fueron robados o destruidos”, relata, desde Sudán, el también director del Centro de Investigación y Conservación de Recursos Fitogenéticos Agrícolas de Sudán (APGRC, por sus siglas en inglés) a EL PAÍS en un intercambio de correos electrónicos.




Las Fuerzas de Apoyo Rápido, el grupo paramilitar que se enfrenta al ejército, arrasaron con la sede del banco genético y del APGRC, en la ciudad de Wad Madani, ubicada a unas tres horas en coche de Jartum. El personal huyó a lugares seguros dentro o fuera del país, explica Babiker, y hubo pérdidas y daños en 30 congeladores en uso y en cinco más que estaban por estrenar. “Se vació el contenido de todos los congeladores, y los paquetes de semillas de germoplasma quedaron esparcidos por el suelo dentro y fuera de las salas de los edificios”, detalla el investigador. Se perdían, así, décadas de trabajo y se ponía en riesgo el patrimonio genético de los cultivos de Sudán.




La colección de semillas comenzó en 1982 con 235 accesiones de semillas ―lotes recolectados en un lugar y momento concreto― y creció hasta tener más de 17.000 de unas 30 especies de cultivos. El sorgo, advierte la organización internacional Crop Trust, dedicada a la protección de la diversidad genética de los cultivos, “se ha cultivado en lo que ahora llamamos Sudán durante miles de años y está profundamente ligado al patrimonio cultural sudanés”. La organización, que también trabaja con el banco de semillas de Svalbard, resalta que proteger las variedades de cultivos asegura la alimentación de las poblaciones vulnerables del futuro. “El sorgo es un salvavidas para la seguridad alimentaria en el país, ya que su capacidad para resistir la sequía lo hace crucial para la adaptación al cambio climático”, indica en un comunicado.



Una travesía por un país en guerra



Tras el ataque, el APGRC decidió que lo mejor era trasladar los duplicados de seguridad de semillas que tenían en la ciudad de El Obeid a un lugar seguro: el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, a 7.300 kilómetros de distancia. La bóveda funciona desde 2008 en el archipiélago de Svalbard, en el Ártico, y, hasta la fecha, ha recibido 1,3 millones de muestras de semillas de 85 países. Parte de los objetivos de ese banco mundial, impulsado por el gobierno Noruego, el Centro Nórdico de Recursos Genéticos (NordGen) y Crop Trust, es proteger los diversos recursos de desastres naturales y conflictos armados. En cualquier momento, los países pueden pedir una devolución de las semillas. Esto solo ha pasado una vez, cuenta Asmund Asdal, coordinador de operación del banco de Svalbard. “El único que ha solicitado la devolución es el ICARDA, que tenía su banco y su sede en Alepo, Siria. Afortunadamente, habían depositado 116.000 muestras antes de que estallara la guerra civil”, recuerda Asdal.




Para proteger los recursos sudaneses, se activó una discreta operación para sacar las semillas de El Obeid por el Puerto de Sudán y transportarlas hasta Noruega, con apoyo de la Reserva de Emergencia para Bancos de Germoplasma, un fondo de financiación gestionado por el Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos y el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos de la FAO. Nelissa Jamora, líder de uno de los componentes del proyecto BOLD de Crop Trust, que también apoyó el rescate, cuenta que fue una misión larga, difícil y costosa. “Las fuerzas armadas podían detener [el cargamento] en las carreteras, era muy peligroso. Y tampoco fue barato, los camiones tenían que viajar con escoltas [...] Además, nadie quiere hacer envíos marítimos en Sudán”, relata Jamora, desde Bonn (Alemania), en una entrevista por videollamada. “Lo mantuvimos en secreto hasta que confirmamos que las semillas estaban en Noruega. Temíamos las reacciones de las fuerzas locales”, afirma. Solo ha sido ahora cuando se han conocido detalles de esa operación.



Tras el traslado, Nordgen se encargó de clasificar, empaquetar y documentar correctamente las semillas para preparar su ingreso en Svalbard. El depósito del pasado febrero era el sexto que hacía Sudán, cuya primera entrega por parte de un banco genético data de 2010.


Antes del estallido de la guerra, la sede en Wad Madani del APGRC ya se enfrentaba a cortes de energía, dificultades para obtener combustible para poner a funcionar el generador de respaldo, a problemas para reparar equipos y congeladores y a carencias en los recursos humanos. Sin embargo, no había sido blanco de ataques directos hasta ese 15 de diciembre de 2023. “El trabajo diario está detenido desde entonces”, confirma Babiker.





Las fotos son desalentadoras. Tienen que empezar de cero

Nelissa Jamora, líder de uno de los componentes del proyecto BOLD




El APGRC y su banco genético habían hecho esfuerzos por perfeccionar su labor a partir del apoyo del proyecto BOLD. Este programa busca apoyar la conservación de la diversidad de cultivos en varias etapas, desde el trabajo con bancos genéticos, la creación de duplicados de seguridad de semillas hasta la formación de agricultores e investigadores. El objetivo, explica Nelissa Jamora, es que la conservación de semillas sea un proyecto sostenible, que involucre a varios actores y que vaya mucho más allá de los depósitos en Svalbard. En el APGRC sabían cómo conservar las semillas y cómo sistematizar la información en plataformas de datos. Pero, ahora, todos los esfuerzos se concentrarán en atender la emergencia. “Ellos han hecho solicitudes de fondos, necesitan congeladores y paneles solares”, describe Jamora y suspira: “Las fotos son desalentadoras. Tienen que empezar de cero”.




Labores como la del Banco de Germoplasma de Sudán permitían conservar la diversidad genética de los cultivos, que cae en picado. En 1999, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) advertía que en el siglo XX se había perdido el 75% de la diversidad del material genético de origen vegetal. Datos más recientes alertan de que no se está aprovechando toda la biodiversidad para la alimentación humana. De las 6.000 especies que se han cultivado en el mundo para alimentación, menos de 200 tienen niveles de producción significativos y solo nueve representan el 66% de toda la producción agrícola, indica la FAO en un informe de 2019. Menos diversidad significa menos oportunidades de garantizar la alimentación del ser humano.




De ahí que los ataques a bancos genéticos, como el de Sudán, enciendan las alarmas. “Antes de la creación del banco nacional de genes, puede que Sudán ya hubiera perdido muchos de sus cultivos autóctonos, y después de este conflicto también puede haberse perdido parte de la diversidad genética”, explica Babiker, su director.


El fantasma del Blog
La escasez de agua en Sudáfrica y el difícil acceso a licencias afecta a los agricultores negros y blancos



Pese a que desde 2023 está permitido transferir e intercambiar derechos sobre el agua, los campesinos se enfrentan a barreras legales en un contexto de sequía






Ashley Simango
Bloemfontein (Sudáfrica)
14 MAR 2025 - 05:30 CET



La lucha por el agua es infernal. Sipho Ngwenya, un agricultor negro de 48 años de la provincia de Free State, el cinturón sudafricano del maíz, el trigo y la carne de vacuno, quiere ceder voluntaria y temporalmente sus derechos sobre el agua a un agricultor sudafricano blanco a cambio de ayuda económica, equipamiento agrícola y asesoramiento para acceder a los mercados de productos agrícolas. “Me dijeron ‘No está permitido y punto”, cuenta a EL PAÍS Ngwenya.



El Gobierno sudafricano bloqueó su solicitud de transferencia de derechos sobre el agua en enero porque, como agricultor negro, considerado “previamente desfavorecido”, no se le permite transferir sus derechos sobre el agua a un agricultor blanco, porque se le considera “históricamente privilegiado”. Según las evaluaciones del Banco Mundial, Sudáfrica es el país del mundo con mayor desigualdad económica.



Aunque el Tribunal Constitucional de Sudáfrica dictaminó en 2023 que está permitido transferir e intercambiar derechos sobre el agua, explica Camile Habib, abogada de Sipho Ngwenya, la decisión se enfrenta a una dura oposición política y burocrática dentro del Ministerio del Agua del Estado. “Sipho no es el único. Represento a otros ocho agricultores negros que se ven frenados por la oposición irracional al comercio de derechos sobre el agua”, señala la letrada.




El agua tras el ‘apartheid’




Tras el fin del apartheid en 1994, el nuevo gobierno, presidido por Nelson Mandela, declaró el acceso al agua como un derecho. A finales de esa década, se expidió la llamada “ley del agua”, que reglamenta su manejo, usos y licencias, con el fin de promover un acceso justo al recurso, explica a EL PAÍS Godfrey Sozwana, responsable de tierras y licencias ribereñas en el Ministerio del Agua sudafricano. El objetivo, dice, era corregir la histórica discriminación racial en lo relativo al agua y crear una nueva clase de agricultores negros.



“Nuestra evaluación muestra que de los 400 millones de metros cúbicos de agua disponibles y asignados en Sudáfrica desde 1998, más del 70% se ha asignado a sudafricanos blancos. Es una injusticia histórica”, afirma Sozwana. Los tiempos han evolucionado, pero los modelos de propiedad del agua no, añade.



Desde 1998, más del 70% del agua disponible se ha asignado a sudafricanos blancos. Es una injusticia histórica

Godfrey Sozwana, responsable de tierras y licencias ribereñas en el Ministerio del Agua sudafricano



Decidido a corregir lo que considera un agravio colonial, el izquierdista Congreso Nacional Africano, que gobierna Sudáfrica desde 1994 y que libró una encarnizada insurgencia anticolonial en la década de 1980, ha ido más allá y redactó un proyecto de norma en 2023: todo agricultor sudafricano blanco que desee adquirir nuevas licencias de agua ―no aplica a las renovaciones de licencias― debe ofrecer el 25% del capital de su explotación a los agricultores negros. La ley se denomina “Ley del Agua”, y afecta a cualquier explotación que tenga 250.000 hectáreas o más. Esto ha provocado preocupación en la prensa de derechas occidental, que considera que Sudáfrica está “limitando” el agua a los blancos. El partido Alianza Democrática, dirigido por blancos y cuyo líder es ahora el ministro de Agricultura del Gobierno de coalición sudafricano, afirma que las normas sobre el agua propuestas constituyen una discriminación racial a una escala sin precedentes.



Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha acusado al Gobierno sudafricano de racismo contra los blancos. Aunque no se ha pronunciado específicamente sobre los derechos del agua, sí ha criticado una nueva política agraria que facilita expropiar propiedades privadas en interés público. La medida también busca atajar algunas de las desigualdades dejadas por el apartheid. Por estos y otros desacuerdos, Trump suspendió la asistencia financiera de Washington a Sudáfrica, que ascendía a 440 millones de dólares (404 millones de euros) anuales. Además, ordenó poner en marcha un plan para acoger a los agricultores blancos y sus familias como refugiados en Estados Unidos.



El Gobierno, por su parte, ha defendido la nueva regulación y recordó que, actualmente, el 98,5% de los recursos disponibles en Sudáfrica ya están asignados. Por lo que esta nueva norma aplicaría solo sobre el 1,5% restante.



Sin embargo, algunos agricultores afirman que, en una época de cambio climático y escasez de agua, estas leyes basadas en la raza están anticuadas y resultan contraproducentes. “Denotan estrechez de miras”, opina Ngwenya.



Varias ciudades sudafricanas se han enfrentado a la escasez de agua y los cortes en los últimos años. Ciudad del Cabo, la metrópolis sudafricana del océano Atlántico, afrontó su famoso “Día Cero” del agua, el día en el que la urbe se quedaría sin suministro, en 2018. En 2024, Johanesburgo y Durban también se han enfrentado a restricciones y sus ciudadanos se han visto obligados a comprar el recurso de camiones cisterna privados.



Como agricultores negros con poca experiencia estamos históricamente en desventaja a la hora de conseguir préstamos bancarios y asesoramiento

Sipho Ngwenya, agricultor sudafricano



“Sudáfrica ya se convirtió hace años en un país con escasez de agua, por no decir con estrés hídrico”, señala a EL PAÍS Neil Macleod, exjefe del Departamento de Aguas del municipio de Durban (la tercera ciudad más grande de Sudáfrica).



Para el agricultor Ngwenya, la normativa es una mala solución que pretende ser universal, pero ignora la realidad pasada y presente. “Como agricultores negros con poca experiencia estamos históricamente en desventaja a la hora de conseguir préstamos bancarios y asesoramiento. Dependemos de nuestros colegas blancos para que nos aconsejen, nos presten equipos y nos faciliten el acceso al mercado”, explica. Intercambiar temporalmente sus licencias de agua con agricultores blancos más ricos a cambio de financiación, asesoramiento y acceso al mercado agrícola es clave para triunfar en el sector, remacha.



Según Kevin Winter, científico geográfico del Instituto del Futuro del Agua de la Universidad de Ciudad del Cabo, las leyes sobre el agua propuestas por el Gobierno no traerán necesariamente la equidad. Solo el 10% de las tierras agrícolas sudafricanas son de regadío; el resto depende de las precipitaciones naturales, afirma. Dado que el regadío abastece a una cantidad menor de tierras de cultivo, las leyes del agua no harán que los sudafricanos negros tengan más derechos sobre ella. “Esto es política, pero lo urgente ante el cambio climático es utilizar cada gota de agua de Sudáfrica de forma más productiva”, asegura.



Marais de Vaal, responsable de asuntos medioambientales de Afriforum, el grupo de presión dirigido por blancos que apoya a los agricultores negros como Sipho Ngwenya para que se opongan a las normas sobre el agua, va más allá y afirma que “el politiqueo del Gobierno” podría perjudicar la seguridad alimentaria. “Hemos recibido consultas de inversores agrícolas extranjeros que se preguntan si es sostenible comprar granjas en Sudáfrica”, señala.



Sin embargo, Jabu Nkosana, presidente de un grupo de presión de agricultores negros en la provincia de Free State y comisario del ala juvenil del partido gobernante, afirma que hay que intensificar las leyes sobre el agua basadas en la raza. “¿Qué pasará si permitimos a los agricultores negros transferir brevemente los derechos sobre el agua a los agricultores blancos, estos se arruinan después y los derechos desaparecen para siempre?”, se pregunta.
El fantasma del Blog
Obiang tiene un fondo “especial” para secuestros y asesinatos de opositores, según la Policía




Un informe aprecia “fuertes” indicios de blanqueo y corrupción en el ingreso de 800.000 euros en España de un hijo del dictador





José María Irujo
Madrid
15 MAR 2025 - 05:40 CET




El Gobierno de Teodoro Obiang Nguema, presidente de Guinea Ecuatorial, dispone desde 2005 de un “fondo especial” para secuestros y asesinatos de opositores en Europa, según señala textualmente un informe de la Comisaria General de Información de la Policía española. La Audiencia Nacional investiga el secuestro y torturas de cuatro opositores residentes en Madrid y dictó la orden de búsqueda y captura internacional de sus presuntos responsables: un hijo del dictador, el ministro del Interior y el director general de Seguridad de la Presidencia.



“La Comisaría General maneja informaciones que apuntan a la existencia de un fondo especial creado en 2005 para sufragar el secuestro y asesinato de opositores en el exilio”. La contundente frase sobre la persecución de Obiang a sus opositores en el exterior aparece reflejada en un informe de la Policía, al que ha tenido acceso EL PAÍS. El documento ha sido enviado al Juzgado Central de Instrucción número cinco de la Audiencia Nacional que investiga este caso de terrorismo.



Los agentes investigan en secreto la existencia de este fondo y su utilización en casos de intento de asesinato y secuestro ocurridos en España. Entre ellos, el del empresario y opositor Germán Pedro Tomo, que en 2005 sufrió un intento frustrado de asesinato que casi le cuesta la vida a su hermano Manuel. Dos sicarios colombianos contratados por dos españoles que residían en Guinea Ecuatorial lo confundieron con el opositor y lo apuñalaron en la puerta de su casa de Alcorcón (Madrid).



La Policía se refiere a los numerosos casos de secuestros e intentos de asesinato perpetrados por ese régimen y los define como “más propios del crimen organizado que de una organización política que tiene atribuido el gobierno de un país”. Desde 1997 han sido raptados por el servicio secreto del dictador 34 disidentes, la mayoría exiliados en Europa. Y destaca que Transparencia Internacional sitúa a la antigua colonia española como uno de los países más corruptos del mundo.



El dictamen analiza un informe del Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales (Sepblac) sobre las cuentas y el movimiento de dinero en metálico en España de Carmelo Ovono, alias Didi, secretario de Estado, viceministro de Seguridad Exterior y principal implicado en la investigación que instruye el juez Santiago Pedraz.



El Sepblac, unidad de inteligencia financiera dependiente de la Secretaría de Estado de Economía, emitió un informe confidencial en el que reveló que Ovono Obiang utilizó a una persona de su confianza para introducir en España 793.000 euros en billetes de 200 euros e ingresarlos en una cuenta en el BBVA. El hijo del sátrapa recibió, además, transferencias desde un banco guineano por 300.000 euros. En solo 10 meses movió 1.100.000 euros, cuyo origen se desconoce. El departamento de Cumplimiento del banco alertó de estos movimientos y le bloqueó una de sus cuentas ante la sospecha de un posible blanqueo de capitales.



El informe policial señala que de esos movimientos no se ha podido acreditar su utilización en pagos de este secuestro, pero añade que el manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo “es absolutamente compatible con los pagos realizados para ejecutar vigilancias a opositores, consideradas estas como actos preparatorios para su secuestro”. El Gobierno guineano contrató a 15 despachos de detectives privados en Madrid para espiar a los miembros de la oposición que un año después fueron secuestrados en Sudán del Sur, trasladados a Malabo y torturados en la cárcel. Julio Obama, de 61 años, uno de los secuestrados, murió en circunstancias que no han sido aclaradas. La Policía ha identificado a un alto cargo de seguridad guineano como la persona que pagó en Madrid 35.000 euros a los detectives por el espionaje.




Dinero en bolsas




Los investigadores policiales concluyen que Ovono ha manejado junto a su entorno “notables cantidades de dinero en metálico”, que ese dinero se ha utilizado para “enriquecer notablemente” su patrimonio en España y que “la situación de riesgo de blanqueo es tal que incluso existen bloqueos preventivos previos a los judiciales” en sus cuentas en el BBVA. La Policía señala al abogado guineano Erick Mercader Penda como el hombre clave en la introducción del dinero y asegura que la sociedad española Dereck Edita Hermanos SL “parece estar instrumentalizada a los efectos de ocultar y derivar notables cantidades de dinero incluyendo el uso de paraísos fiscales”. Ovono creó esta sociedad instrumental y sin actividad con sede en Marbella.



Asimismo, pone el foco en la compra de cinco coches de alta gama por 350.000 euros y en la adquisición de un piso en Barcelona, junto a dos plazas de garaje. Una vivienda que le produce rentas de alquiler a cargo de una sociedad denominada Orion Mobility LLC, establecida en Delaware, considerado un paraíso fiscal en el corazón de EE UU. La Policía duda que Frank Smits, el nombre del supuesto inquilino, sea real. Para los agentes, las explicaciones que dio Ovono Obiang al banco sobre el uso del dinero que introdujo en España son “inverosímiles”.




Residencia española





El hijo del presidente guineano tiene 46 años, fue el primer jefe de las Fuerzas Especiales de Bata y obtuvo la residencia en España en 2020. Está casado con una española y tiene una hija. Vivía entre Marbella y Malabo hasta que el juez Santiago Pedraz le trasladó la querella de las familias de los secuestrados y renunció a detenerlo. Desde entonces no ha vuelto a España. Para obtener el certificado de residente presentó una cuenta con un saldo de 431.378 euros en el BBVA.



En su informe, los agentes entienden que existen “fuertes indicios” de delitos de blanqueo de capitales y corrupción del hijo de Obiang, de su colaborador Erick Mercader, el hombre que introdujo en España bolsas con los 793.000 euros y de la citada sociedad instrumental con sede en Marbella.



A petición de la Policía y por orden de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, el juez Pedraz ha enviado al decanato de los juzgados de Marbella este informe y el del Sepblac por si esa jurisdicción considera la apertura de diligencias previas contra Carmelo Ovono Obiang por los delitos de corrupción internacional y blanqueo de dinero. Anteriormente, Pedraz había dictado autos en los que aseguraba no apreciar indicios de blanqueo en los ingresos del alto cargo guineano.



Pese a la orden de búsqueda y captura y en su condición de jefe de la seguridad exterior, Carmelo Ovono ha acompañado a su padre en sus últimos viajes a Rusia y China.
El fantasma del Blog
Cientos de zapatillas y huesos: un campo de exterminio horroriza a México



Criminales presuntamente vinculados al CJNG usaron un rancho en Jalisco para deshacerse de cuerpos y entrenar reclutas. La Fiscalía local lo cateó a medias en 2024. Sheinbaum señala que la Federación podría atraer el caso




Pablo Ferri
México
11 MAR 2025 - 05:30
ACTUALIZADO:12 mar 2025 - 00:30 CET



En medio de la resaca por la discusión de los aranceles, con medio México mirando hacia la frontera norte, el horror se ha hecho paso discretamente por el centro del país. Un grupo de familiares de personas desaparecidas de Jalisco ha denunciado estos días el hallazgo de un centro de exterminio del crimen, en Teuchitlán, un pueblo a poco más de una hora de Guadalajara, la capital estatal. En el rancho, de algo más de media hectárea, las buscadores han encontrado hornos crematorios, fosas, restos… Una imagen ha recorrido las redes sociales, una foto de centenares de zapatillas abandonadas, sugerencia de la misma cantidad de ausencias, personas que pudieron pasar por allí.



Sucede lo de tantas veces en México. No se trata de un predio desconocido, de un lugar apartado, de un espacio fuera del radar de las autoridades. Al contrario. En septiembre, la Fiscalía de Jalisco inspeccionó el lugar, tras la detención de 10 personas, y el rescate de dos, secuestradas y retenidas en el rancho. La dependencia encontró allí el cuerpo sin vida de una persona, decenas de fragmentos óseos quemados, armas, casquillos… Ya entonces, las autoridades tenían la idea de que aquello, además de un centro de exterminio, había sido un campo de entrenamiento de reclutas para el grupo criminal imperante en la zona, el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Pero, por algún motivo, se quedaron a medias.



El rancho, conocido como La Estanzuela o Izaguirre, cobró actualidad de nuevo la semana pasada, cuando integrantes del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco llegaron allí, alertados por una llamada anónima. No les costó encontrar pruebas del horror, ignoradas en su día por la Fiscalía local. El colectivo ha informado de sus hallazgos cada día, colgando fotos en sus páginas de redes sociales, los hornos, los tenis, los restos… El caso ha llegado este lunes a la conferencia de prensa matutina de la presidenta, Claudia Sheinbaum, que ha calificado el asunto de “terrible”, además de pedir una investigación de lo ocurrido. La mandataria ha abierto la puerta a que la Fiscalía General de la República atraiga el caso.



Algunos medios han documentado además que los criminales usaban este espacio como campo de entrenamiento para sus reclutas, en muchos casos jóvenes en busca de trabajo, que llegaron allí engañados, obligados a convertirse en mano de obra barata para el grupo criminal. En uno de los casos, compartido por Reforma, un joven cuenta que vio las publicaciones de Guerreros Buscadores y reconoció el rancho, donde había estado secuestrado, tiempo atrás. Dice que llegó allí cuando contestó a un anuncio de trabajo que vio en la central de autobuses de Tlaquepaque, en la zona metropolitana de Guadalajara.



El reclutamiento forzado de jóvenes por parte del crimen organizado en esa zona de Jalisco se conoce desde hace más de una década. En 2019, EL PAÍS informaba del caso de varias víctimas, contactadas de la misma manera, a través de anuncios de trabajo falsos, en 2017. Las víctimas eran convocadas a unas jornadas de entrenamiento en Tala, pueblo vecino de Teuchitlán, con la promesa de un pago de 4.000 pesos, unos 200 dólares. El grupo criminal los recogía y llevaba al lugar en cuestión, pero, una vez allí, los sometía a un régimen cuasi castrense, con el objetivo de integrarlos a su estructura. Cualquier queja se zanjaba con la muerte.




Luis, uno de los reclutados, logró escapar y dio su testimonio, después de que las autoridades irrumpieran en el campo de entrenamiento y exterminio de Tala. “Todo el día hacíamos ejercicio y decían que, quienes obedecían, salían de vacaciones o descanso. Estábamos clasificados por nuevos, seminuevos y viejos. A los nuevos nos golpeaban todo el tiempo, siempre había hombres armados vigilando (...) No podíamos dormir hasta las 12 de la noche, quien lo hacía lo ponían para darle con gotcha o lo mataban. Los que cuidaban le tiraron balazos a dos porque se fueron al Oxxo sin permiso”, explicaba.



El caso de Tala era solo el último de varios, campos de concentración y exterminio del CJNG, instalados en pueblos en la ruta entre Guadalajara y Puerto Vallarta, municipios como Tala, Teuchitlán, Ameca, Ahuisculco, la sierra de Talpa… El hallazgo ahora de un nuevo campo interpela a las autoridades, no solo por los operativos fallidos de septiembre, sino por la tranquilidad del crimen para tomar regiones enteras y usarlas a discreción para el horror. La explicación, cuando la dan, resulta tan descorazonadora como la misma realidad. La semana pasada, el fiscal de Jalisco justificó la falta de minuciosidad en el Rancho Izaguirre, porque “es bastante grande”.



El corredor entre Guadalajara y Puerto Vallarta, particularmente los municipios que figuran pasado el Bosque de La Primavera, Tala, Ameca, Teuchitlán, etcétera, son territorio del CJNG desde hace años. Así lo señalaba el Ejército, ya en 2022, en documentos hechos públicos gracias al hackeo masivo del colectivo Guacamaya. En un documento sobre el panorama delictivo de Jalisco en ese año, la Secretaría de la Defensa señalaba que las regiones de Valles y Sierra Occidental estaban a cargo de un lugarteniente del líder del grupo criminal, Nemesio Oseguera, alias Mencho. Se trata de Gonzalo Mendoza Gaytán, alias Sapo.



En la nota que publicó este diario en 2019 sobre reclutamiento forzado, una de las víctimas ya mencionaba al Sapo. La víctima, de nombre Luis, recuerda el asesinato de 14 muchachos, por indicación suya. ¿Su delito? Que El Sapo pensaba que habían dicho que se querían ir de allí. Primero los obligaron a pelear entre sí y fueron matando a los que caían. Luego asesinaron al resto. “A los que por miedo no manifestamos querer irnos nos hicieron llevar los cuerpos”, dice Luis. “Duramos hora y media porque había unos muy pesados, teníamos que arrastrarlos para echarlos a los elotes”. Esto es, incinerarlos.


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