Apéndice 3: Memoria de Guillemard de Aragón, Letra A “De los habitantes de Fernando Po; Sus usos y costumbres”,Madrid, 1 de Junio de 1846, A.G.A., África-Guinea, Caja683.
El 15 de Noviembre levantamos ancora y salimos de Sierra Leona, con direccion al Golfo de Guinea. A su tiempo tuve el honor de manifestar al Gobierno de S.M. la honrosa acojida que merecí de las autoridades de aquella posesion Inglesa, y participarle el cuadro de los trabajos que me disponia á publicar para que en España se juzgase con acierto de lo que pasa sobre la Costa de Africa. Esta obra, en el momento que escribo (10 de Marzo de 1846) esta casi terminada. Diseña el estado politico y comercial de la costa de Africa desde Sierra Leona hasta el Ecuador. Para que fuese exacto era necesario visitar en una estacion poco sana todavia, como la presente, los puntos mas importantes; no he tituveado sin embargo en visitarlos, penetrado de la idea de que, la existencia de cada individuo debe consagrarse al bien estar del mayor número, con tal que de este beneficio resulte su bien positivo.
Bajamos la costa occidental en medio de tempestades espantosas; enteramente parecidas á las que duarante 45 dias pasados en Sierra Leona, nos vertieron columnas de agua 15 ó 20 horas seguidas; alumbrados por relámpagos que no dejaban un segundo de intérvalo entre ellos y haciendo centellear el rayo á nuestra izquierda y derecha en numero de
á 100 en las 24 horas, sin caer sin embargo sobre nuestra pobre Corbeta, la cual esperaba con sus velas aferradas y en un estado admosférico perfecto y temiendo que alguno de ellos rompiese sus palos ó nos matase á todos.
He visitado todas las posesiones estrangeras establecidas en las costas de Oro de Granos y Marfil, todas las plantaciones de los Comerciantes y he entablado con ellos relaciones de la mas alta trascendencia para el porvenir de la Colonia de Fernando Poo. En todos los puntos he recibido los obsequios mas espléndidos, y el Comercio en general me dio convites en los cuales el nombre de S.M.C. recibio aclamaciones, y mi llegada fue saludada por brindis del mayor entusiasmo. En fin del 16 de Diciembre dejamos la costa y el 24 descubrimos la Isla de Fernando Póo, hacia la punta llamada Aquillejos [sic].
Para llegar a Clarens necesitábamos andar 18 leguas la costeabamos á tiro de pistola con una brisa ligera, cuando a las 2 de la tarde, un rayo se desprendio de una nube á 20 pasos de nuestra popa, un instante despues otro rayo se precipita sobre nuestro palo de trinquete, rompe el martolezo, abre el palo, penetra en el sollado y sale de la Corbeta sin matar á ninguno de sesenta marineros entre quienes pasó; la conmocion sin embargo fue terrible para todos.
Al encaminarnos lentamente hacía la bahia de Clarens examiné todos los terrenos y hablaré de ellos mas adelante.
Cuando distinguimos algunas casas, una canoa vinó hacia nosotros, era el Gobernador Beecroft, quien nos sirvio de práctico hasta el desembarcadero.
La bahia llamada de Clarens, por los Ingleses, tiene forma de herradura, esta cerrada a la izquierda por la punta William y á la derecha por la punta Adelaida. La ciudad queda establecida á 200 pies en el alto y algunas casas de los habitantes estan edificadas en el mismo seno de esta herradura, para respirar la brisa que viene del mar refrescando la temperatura abrasadora que ahoga á los que estan anclados 200 pies abajo.
A la punta Adelaida hay una rambla baluarte, bien formada y sin fortificacion alguna, el desembarcadero esta formado de tierra y de arena que separan el mar del pie de la rambla; sobre este terreno se han elevado ocho ó diez barracones que sirven de almacenes á algunos Comerciantes y depósitos de carbón para los buques de Vapor de la estacion Inglesa.
Se sube á la ciudad de Clarens por un caminito vertical de izquierda á derecha, cortado en la rambla y se llega á una plaza redonda y bastante grande: dos calles anchas y rectas se estienden desde la Plaza hasta 1000 pies en la selva, que circunda a Clarens, y de cada lado en una direccion vertical salen otras dos calles muy anchas que conducen, la de la izquierda, larga de 400 pies, a una ensenada; y la de la derecha, larga de 600 pasos, hacia la Selva.
Clarens esta formado de unas 300 casas aproximadamente todas de madera, entre las cuales se distinguen por su lujo las de los misioneros ingleses protestantes y las de algunos comerciantes; estando elevadas en la curba que se estiende desde la punta William á la punta Adelaida.
Los habitantes son en la mayor parte colonos Ingleses negros libertos que la Inglaterra mandó á Fernando Póo cuando en 1827, quiso principiar su colonizacion; no se hallan mas que cinco blancos, tres mulatos de la Jamaica y ricos negociantes. El pueblo inteligente es de los Camerones del Príncipe, del Viejo Calabar, Sierra Leona en fin compuesto de toda la Costa de Africa. La lengua inglesa es la sola hablada y comprendida en aquellos paises. Las costumbres son enteramente las mismas de Inglaterra, todos profesan á excepción de 20 ó 30 el protestantismo; son religiosos fanatizados, no faltan a la oracion todas las noches ni al sermon de los misioneros que eran sus dueños y amos. Observan el Domingo como en Londres, es decir que todo queda en silencio este dia en Clarens, y se lee la Biblia en las casas particulares. Desde el sabado á las diez de la noche hasta el lunes a las 5 de la mañana los almacenes, en los cuales se vende aguardiente, tabaco y géneros, estan cerrados por orden de Beecroft (iba á decir de los misioneros). El orden público rara vez se altera, hay una carcel en la cual se encierran los que la turvan por dos, cuatro ó seis meses; la policia se compone de 12 negros y cada blanco está armado con 5 ó 6 fusiles para su defensa personal. Es una pequeña república con su dictador en nombre de S.M.C. Enteramente separados de los verdaderos habitantes de la isla y que desprecian estos colonos, viven reunidos en un pais que no es suyo, que quieren mucho y que será de buena política y de mucho interes de hacerselo querer mas, bajo nuestro mando.
Al dejar la ultima casa de cada calle (el numero de estas el de 12) se entra en las selvas por unos senderos que en la distancia de dos leguas, se hallan cortados por dos fuentes arroyos de agua dulce preciosa y que me traen á la memoria la esistencia de un pozo en la arena á la izquierda del desembarcadero, cuya entrada se halla resguardada de la marea por un tonel de hierro, lo que no deja de ser digno de observacion para un geologista; pues el terreno en el cual esta el pozo es arena pura á dos pies del mar; que en el flujo sube hasta 10 pies y lo encierra sin hacerlo perder nada de su dulzura y suavidad de sus aguas. El terreno sobre que esta edificada la Ciudad es de arcilla pura hay puntos inhabitados tras la casa del Sr. Linslager y otros comerciantes; he dado orden para que no se edifique sobre él debiendo reservarse para las miras de un Gobernador previsor.
Beecroft como todo el pueblo ansiaba el saber lo que haria, y mis contestaciones á sus preguntas, fue que tenia carta blanca.
A la mañana siguiente fui á visitar las cercanias de Clarens para juzgar de su importancia bajo el punto de vista de los establecimientos á edificar y del sitio que cada uno de ellos debia ocupar para su mayor ventaja ó servicio, y observe, con mucha satisfaccion, que todo lo que se podia pedir con respecto á esto y á su defensa se hallaba en la mano.
Me apliqué al mismo tiempo á captar la confianza del pueblo y en mi dictamen sobre los metodistas podrá el Gobierno juzgar los medios de que me he valido. Por un sol ardiente, con un sombrero de paja por todo preservativo, contra sus rayos, se me veia a todas horas, visitando las factorias de los Comerciantes negros establecidos en Clarens, persiguiéndoles de cuestiones, sobre los diferentes puntos de la costa que habian recorrido con el fin de corroborar mi opinion sobre el Comercio que se podria establecer en la Costa é indagar los medios para la espedicion del Niger que debe hacer el Gobernador de las posesiones Españolas en el Golfo de Guinea, si es hombre de alta instrucción en la economia Comercial y de resolucion: de su esploracion pues, nuestro comercio sacará una riqueza incalculable.
Al mismo tiempo que arreglaba el asunto de los metodistas quise conocer a los naturales de la Isla, llamados Bubis.
Cuando el Sr. Lerena vino á Clarens, vio á un solo Gefe Glorio, hombre enérgico que tiene del negro solo la mitad de la facies. Se llamó Glorio por sus victorias sobre otras Tribus que lo inquietaban: es de edad de 55 años y sus facciones pintan perfectamente su audacia y su talento.
Al presentármelo lo traté con mucha distincion y franqueza, le dí muchos regalos á los cuales le han acostumbrado los Ingleses, y como habla bastante bien la lengua de esta nacion, conferenciamos largo tiempo. Me entretuvo con mucho calor de su adhesion á España y hablandome de los Gefes de las otras tribus me dijo que á escepcion de Banapa, todos eran unos imbeciles, que me tenian mucho miedo y a quienes los habitantes de Clarens habian hecho creer que me llevaria sus mugeres y comeria sus niños y al decirme esto se reia a carcajadas; cuando nos separamos eramos buenos amigos y me aseguro que haria saber a los otros Gefes lo que habia hecho con el.
Cuando estos supieron que habia sido muy bueno con Glorio al segundo parte que Beecroft embió un Gefe llamado Basily llego una mañana con sus Gentiles hombres y sus mugeres: espresar el miedo que le sobrecogió cuando le di un apreton de manos, seria demasiado risible pero no puedo menos de dar a conocer su vestir y el de su sequito.
Estaba enteramente desnudo untado de arcilla roja por todo el cuerpo y encima de esta primera capa de pintura el aceite de palma, se veian unas manchas de tierra verde y amarilla, grandes círculos del mismo color estaban dibujadas alrededor de sus ojos y de su boca; su sombrero de paja era cubierto de plumas de gallo y fijado en su cabeza por dos huesos de pescado; al redodor de su cuello y de su brazo eran pieles de víbora é instestinos de mono, llenos de tierra; sus pies y sus manos estaban encerrados en unos brazaletes de conchitas de marisco, en tal número que lo impedian materialmente de andar. Los Gentiles
hombres estaban lo mismo, su cuerpo no tenia otra cosa que su cutis untado de tierra roja y de aceite de palma, así como sus cabellos que llenan de tierra remojada en este; las mugeres para hacerse coronas que pesan lo menos 10 libras y los hombres pelucas rizadas de 15 con la cola; las mugeres, así como los hombres, cubren sus partes sensuales con algunas hojas ó alguna cola de mono.
Es el pueblo mas niño y mas primitivo que sea posible ver y el mas perezoso de la tierra por todo lo que no es sus yames: no cultiva nada, no quiere nada sino aguardiente y ron, sus dos pasiones favoritas. Es imposible dar una idea de lo que mi barba roja y larga de 10 pulgadas me ha traido de afecciones bubianas. En la del Comandante Manterola y en la mia pasaban sus dedos y se friccionaban despues la cara para que se pegase, se la mostraban unos a otros con gestos de admiracion apasionada, algunos mas tímidos aprovechaban el momento que estaba de perfil, alargaban la mano para tocarla y la retiraban vívamente como si fuera fuego.
Las mugeres son finas y delicadas; esas horribles preparaciones de aceite y de barro no pueden alterar sus graciosas formas: son dulces hasta lo infinito y reducidas á ser el esclavo, y por mejor decir, el perro y la mula de carga del hombre; cuando alguna de ellas hace algun desliz conyugal se la corta el puño derecho por la primera vez cuya curacion se obtiene dejando la herida por dos minutos en aceite hirviendo; á la segunda vez se la corta el brazo izaquierdo, y muy amenudo la cabeza.
Se han pintado los Bubis como feroces y guerreros ¡pobres Bubis que calumnia! Los creo valientes entre si, pero con los Europeos son grandes niños. He pasado cuatro dias solo en dos pueblos sin armas y sin palo y dormiria en los caminos como debajo de sus techos seis meses sin una sombra de temor.
Me ofrecieron vino de palma, fruta y huevos, absolutamente lo mismo que los pastores de Virgilio: “Castaneae molles et pressi copia lactis”, siendo la costumbre en toda la costa que el que ofrece beba el primero del licor para evitar los envenenamientos tan frecuentes, al momento que Basilí tomo la calabaza la agarre diciendo al interprete “dile que no tengo miedo” y bebí. Este acto insignificante en apariencia hizo una impresión tan grande que gritaron á la vez, ah! ah! con unos gestos indecibles y agrupandose alrededor mio, me dieron el saludo de estrecha amistad, que se hace pasando los dedos entre los suyos, repitiendo con ellos Sesse âlli! sesse alli (es bueno).
Aproveché esta ocasión para decirles por el Intérprete ingles, que mi Soberana me mandaba á Fernando Póo para traerles palabras de bondad y de mansedumbre: que pronto vendran aquí los españoles; que serian muy buenos para el y su pueblo; que tenia encargo de hacerles regalos y le ofrecí pañuelos de seda y algodón, aguardiente y tabaco; se negaron a recibir este último por malo; y asi se verifico lo que desde Cadiz habia tenido el honor de representar a S.M.
Mandó manifestase el intérprete cuan contento estaba de haber venido; pues le habian dicho en la ciudad que queria cortarles el pescuezo, pero que viendo que era tan bueno, estaba muy dispuesto para los Españoles: que me rogaba le dejase marchar para que su Tribu, oyese de su propia boca como lo habia tratado. Al despedirse les tomé la mano á todos con la mas fina amabilidad, traté sus mugeres y sobre todo á una hija suya pequeñita con mucho cariño, les puse al cuello unos collares de vidrio á los cuales estaban agregados duros y pesetas al efigie de S.M. con el milesimo de 1845.
Habia ganado dos ya; este era el mas potente y me prometió ganar los otros Gefes con mucha dulzura y una franqueza cariñosa. No temía ensuciarme las manos ni las mangas con el aceite de palma y el barro rojo, y me dejaba tirar de la barba sin hacer gestos.
Dos dias despues á la mañana, muchos Bubis de esta tribu vinieron a visitarme; bajé á tierra al momento que se me hubo anunciado como Gefe de ellos, un hombre de 30 años bien hecho que no estaba untado de aceite y que llegó hacia mi con mas resolucion que Basili; mandó decir por el interprete que era hermano del valiente Banapá, que queria saber quien era, á lo que venia, cuales eran mis proyectos y si era verdad que queria robar á sus mugeres y comerme sus niños.
A medida que hablaba, su cara se animaba como sus gestos; escuchó con mucha impaciencia lo que decia el Interprete; hice cuanto pude para serenarlo, le mandé decir las mismas palabras que habia pronunciado á Basili y le ofrecí presentes; los rechazó bruscamente y al cabo de 10 minurtos se marchó haciendome decir que referiria todo á su hermano quien solo podia recibir lo que le ofrecia; que veria á este dentro de dos dias, si le daba la gana de venir.
Al oir los Bubis espresar temores que los cuentos de los habitantes de Clarens les inspiraban, comprendia perfectamente quienes podian ser los interesados á alejar de mi á los naturales y me era facil avisarlos si no los castigaba; pero comprendia tambien toda la importancia de la cuestion que iba á tratar con los S.S. metodistas, y cuanto los que trabajaban contra mi estaban interesados en ella, para desentenderme de la prudencia que me aconsejaba.
Me permitia, lo repito, emplear toda la paciencia, toda la dulzura posible, con el fin de ganar una gente tan candida; no me costaba ser manejable, atractivo cariñoso, como lo és uno con animalitos tímidos que se quiere domesticar, y no desesperaba conducirlos á la confianza que queria inspirarlos, por que generalmente el primer momento de terror superado, sobre todo cuando lo que parecia un monstruo, á primera vista, era al contrario agradable ó dulce al tocar, es dificil recaer en el primer error.
Pasaron muchos dias antes que se presentasen Banapa. Le despache un Interprete mandandole decir que si no queria venir a Clarens me lo manifestase: que teniendo orden de mi Soberana de ver a todos los Gefes de la Isla y de hacerles regalos, iria a su casa sin temor, persuadido de que me rebiria bien. Me contesto que dentro de dos dias vendria el mismo para conocerme.
Efectivamente dos dias despues á las 9 de la mañana se presentó en Clarens, apenas avisado de su llegada me embarqué y me subí á casa de Beecroft, en donde estaba con un gran número de su pueblo armado de grandes picas en forma de flecha. En el acto de verme, lebantó vino sobre mi y me consideró de pies á cabeza con un mirar agitado pero firme. Lo saludé sonriendome, alargardánde la mano que apreto fuertemente, lo que imitaron unos 20 de sus Gentiles hombres. Banapá es un elegante mozo de 38 años, cinco pies y diez pulgadas, sus cabellos estaban pintados con barro blanco y aceite, con un círculo amarillo alrededor de sus ojos, llebaba una ancha cintura de conchas blancas y brazaletes á los pies y á las manos de lo mismo, un sombrero de paja con plumas y un bastón muy largo á la mano como los majos andaluces, su cara es enérgica, sus ojos brillantes pero su mirar es duro.
Me ofrecio al momento vino de palma, tomé la calabaza en mi mano y bebi á la catalana, diciendole que bebia el primero para que viese que á ninguno tenia miedo; quedo de pie, la cabeza inclinada sobre el pecho, dos minutos á lo menos, y cogiendome bruscamente las dos manos en una de las suyas y apoyandome la otra sobre la espalda me dijo: sessi alli con un indecible sonreir, me habló cinco minutos con volubilidad sin pensar que no le comprendia, reparándolo, se pega una plamada en la frente y habló con mucha imperiosidad al intérprete para que me repitiera en sustancia, que gente de la ciudad habia venido á decirle que mi llegada tenia por objeto el robarle sus yames y cargar mi barco de
niños y mugeres para venderlos; que habia tenido varias conferencias con otros Gefes para tomar medidas cuando Basili dijo en la conferencia que yo era bueno; que se disponia a venir para asegurarse por si mismo de lo que era, cuando un Europeo le mandó avisar que mis palabras y mis maneras eran muy dulces pero para engañarlos y que no se fiase de mi; que al recibir mi otro mensage, por el cual le participaba mi determinacion de irlo á ver, habia comprendido que no podia ser malo, por que los malos temian ir solos y de ser matados por los justos.
Le contesté que le daba las gracias por haber venido, que solo era malo con los malos; que mi Sobeerana era buena para todos, y que me habia recomendado espresamente ser bueno para él, cuyo nombre conocia; que por consiguiente queria ser su amigo, y comer sus yames y beber su vino de palma en su casa. El interprete estaba religiosamente escuchado por el pueblo, quien espresó sus sentimientos de alegria con unos gestos y unos ruidos de nariz, particular al negro cuando quiere manifestar una cosa que le agrada, y que no se puede imitar.
Le hice regalos de pañuelos de algodón y de seda: de aguardiente, ron y tabaco; su Gentiles hombres no quisieron admitir este por que no era bastante largo, se lo compre en una tienda y añadi los cigarros que traia en mi bolsillo, se despidieron muy contentos y enteramente persuadidos de que no eramos malos.
Banapa me gustó sobre manera por la nobleza de su andar, la autoridad de sus palabras, que hicieron nacer en mi sentimientos de amistad. En las dos veces que he ido á su casa hemos hablado como dos amigos. Estoy seguro de que tiene los mismos sentimientos para mi, pues á la última vez con M. Lanslager, conversando sobre la venida de los Españoles y la Colonizacion de la Isla, le dijo este “ahora cuando vengan no tendra Vd. Miedo” volviendose con mucha rapidez hacia mi, Banapá gritó con mucha resolucion “Oh! Con este no tendria miedo en ninguna parte”.
Cuando el Almirante frances y Almirante ingles vieron á Fernando Póo me manifestaron el deseo de oir los cantos de guerra y los egercicios de los naturales; me apresuré á mandar un parte á Basilí y á Banapa; siendo ellos los mas vecinos de Clarens, Basili no se atrevio pero Banapá me contesto al momento que se presentaria con 1000 hombres si le daba mi palabra de no dejarle un momento; se la di, y á los dos dias se presentó en la plaza de Clarens en la cual cantaron sus cantos á hicieron sus evoluciones, las cuales bien que risibles para los Europeos, eran imponentes; la musica del Almirante frances habiendo principiado a tocar, renuncio al describir el terror que se apodero de todos y Banapá pegado á mi me agarraba las dos manos á rompermelas; le quise traer hacia los instrumentos, lo cual se rehusó enérgicamente: viendo que se me escapaba la recordé sus palabras á Mr. Lanslager, su amistad y la confianza que yo habia tenido en el: me miró atentamente y diciendome algunas palabras en su lengua que no comprendí y cogiendome del brazo marchamos juntos a palpar un Oficlüde; al retirarse su rostro y su cuerpo, estaban empañado en sudor.
Narro todos estos hechos particulares para dar un a idea del caracter de ese pueblo; con quien deberán vivir los primeros colonos aislados; para hacer entender con que pulso y maña debera gobernar el que se encargue del inmenso peso de la colonizacion.
Dos semanas despues, Bassapáu, Otily y otros tres Gefes se presentaron; los recibí con las misma consideracion y la misma dulzura, serené sus espíritus, pero ninguno me inspiró la amistad que tengo con Banapa.
Quise ir á sus pueblos: Beecroft conociendo muy bien los peligros que se debian pasar en unos senderitos inestricables é impracticables, se negaba con rodeos; pero yo que no conozco obstáculos á una cosa que creo conveniente, aproveche una semana que estaba en la costa de en frente para coger á sus dos caballitos del Niger, altos como dos cabras y acompañado de un negociante holandes de mucho valor me puse un dia en camino, á las cinco y media, al momento de aparecer el alba.
Debo a la suerte solo el haber vuelto por que mi caballo y yo hemos caido de 15 á 20 pies de alto, una vez en un arroyo, dos veces en un barranco y otra vez con Mr. Lanslager en unas malezas de las cuales no me relevé sino magullado, contusionado, esputando la sangre por la boca y las narices. El Comandante de la corbeta puede decir el estado lastimoso en el cual entré á bordo el primer dia, despues de esta caida ande encima de los hombros de 4 negros durante ocho horas. Habia visitado á Basili y Banapa con un sol de 92 grados: este último, viendome al punto de perecer, me hizo una cama de hojas de palmera y sosteniendo mi cabeza encima de un brazo alargaba á mis labios el vino de palma fresco que mandó sacar en el acto del arbol enfrente de su casa, y echado sobre mi me llamaba y preguntaba á Mr. Lanslager si iba á morir con unos gestos de desesperacion que no sé como recompensarlos.
No puedo alabar demasiado el valor de ese caballero que me siguió a todas partes; bien que llevase una pierna de madera y quien estuvo á punto de romperse la otra en la caida.
No me desanimé, se puede creer por esas cosas y la antevispera de mi salida de Clarens fui á visitar a Bassapú, no me sucedió nada por que el pais es mas llano: el sol y los vapores de la tierra no me dejaban respirar.
Las habitaciones de los Bubis son chozitas de perros en las cuales un niño de seis años puede apenas entrar de pie: de 10 á 12 pies cuadrados, se acuestan en tierra, no poseen utensilios de cocina, nada de lo que constituye una morada: calabazas para vino y aceite de palma son los solos basos de que se sirven: tiene todo el año, noche y dia fuego encendido; comen bíboras, lagartos, monos y yames, raiz nutritiva de toda la costa de Africa estimada sobre todo en Fernando Póo.
Tienen en las piernas muchas úlceras y muchas llagas en el cuerpo: son propensos á elefantiasis; estas enfermedades provienen de la humedad y de sus comidas que destruyen su constitucion y contribuyen á esas flecmasis pútridas.
Las opiniones reunidas hacen subir de 16 á 20.000 el número de los habitantes de Fernando Póo.
Cuando huve ganado su confianza, cuando llegó a tal estremo que esperaban mi bajada a tierra 2 ó 3 horas para conversar conmigo; y que algunos de ellos vinieron a bordo y que Basili y Glorio me hicieron juez de una disputa entre ellos; me vino á la idea de inculcarles el respeto que se debe á una bandera.
Les mandé venir á todos y despues de haberles hecho una alocucion, tomé en mis manos las banderas que tenia preparadas y en presencia de Beecroft y del consejo de la Isla, reunido al efecto con miras que se comprenden, se las remiti, diciendoles que en cualquiera parte que estuvieran y los llamase, cualquiera que fuese la autoridad Española que viniese como yo habia venido, debian presentarla intacta; conservarla en el mejor lugar, enarbolarla en medio de sus fiestas, asegurándoles que era un talisman contra cualquiera que se atreviese á causarles algun daño.
Las aceptaron y me prometieron guardarlas cuidadosamente: cada vez que volvieron á verme, las llevaba el Gefe y cuando fui á su casa me mostraron en donde la colocaban y era en un hoyo entapizado de maderas.
La religion de los Bubis es tan sencilla como absoluta su obediencia, creen en un Dios del bien y otro del mal que no adoran bajo ninguna forma material.
No hay Gefe superior en toda la Isla, no hay tampoco representacion de república federativa; cada Gefe manda una Tribu mas ó menos numerosa. La eleccion de este la llamare eleccion patricia, por cuanto se hace entre los miembros de la familia del Gefe que acaba de morir: no es su hijo el que sube al Trono, sino su sobrino ú otro de la familia, lo que sucede tambien en muchas tribus de la Costa de Africa, particularmente desde el Reino de Warsans hasta el fondo del golfo de Biafra.
He visto Tribus en una circunferencia de 12 leguas. Las del interior y del sur son mas salvajes todavia. Ahora que he dado al Gobierno la idea verdadera de lo que es Clarens y un retrato fiel de lo que es el pueblo Isleño, tendré el honor de darle á conocer mi opinion sobre los terrenos y sobre sus relaciones comerciales en la costa adyacente.
Madrid 1º de Junio de 1846
Adolfo Guillemard de Aragon.