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Alberto Antuña, el seleccionador español que ha clasificado para su primer Afrobasket a Sudán del Sur, donde “no hay ni un pabellón” El técnico murciano dirige al equipo que afrontará en julio el primer torneo continental de la historia del club Marta Cifuentes 14 MAY 2025 - 05:15 CEST Alberto Antuña (Murcia, 33 años) siempre tuvo claro que su pasión era el baloncesto. Empezó jugando como base a los 12 años en su Murcia natal. De ahí saltó a otros equipos y jugó en la LEB Oro (segunda liga de baloncesto profesional en España), aunque su carrera se truncó cuando a los 24 años sufrió una lesión de rodilla que le obligó a dejarlo. Dejó la competición, pero no el baloncesto: “Llega la lesión y en ese momento, el entrenador que tenía en Ferrol me comenta de terminar la temporada con él. Le dije que sí porque la manera que tuve de estar conectado al baloncesto fue esa”, asegura Antuña. Ahora, después de diez años ejerciendo como entrenador y de pasar por varios equipos, afrontará otro nuevo reto el próximo mes de julio: el Afrobasket con la selección femenina de Sudán del Sur. El murciano logró clasificar al equipo en marzo, una hazaña que el club no había conseguido nunca. Este éxito comenzó cuando Antuña estaba entrenando en Alicante. Alcanzó la LEB Oro con el Lecentum Alicante y, gracias a aquello, le llegó una oferta a través de su agente: ser el primer entrenador de la selección femenina de Montenegro. Un puesto que le abrió muchas puertas. “La mayor diferencia con los chicos es física y muchas veces no valen las mismas cosas en el baloncesto masculino que en el femenino, como tampoco es lo mismo gestionar un club durante nueve meses que una selección un solo mes”, dice Antuña. Después de tres años con Montenegro en los que vivió dos Eurobasket, le contactaron vía email desde Uganda y, durante los primeros meses, Antuña compaginaba ambas selecciones. En febrero de 2022 clasificó a Montenegro para el Eurobasket y como también consiguió el puesto con Uganda para el Afrobasket tuvo que decidirse por uno de los dos equipos. Eligió continuar en el país africano a partir de 2023. “Fue un cambio brusco, el baloncesto en África es diferente, es mucho más físico, pero de menos nivel táctico”. El 29 de julio de 2023, Uganda ganó a Senegal en la primera jornada del campeonato de África por 85-83, algo que no había ocurrido nunca. “Senegal ha ganado 11 o 12 veces el campeonato y Uganda siempre había perdido de mínimo 30″, cuenta Antuña, “fue un boom”. Ese resultado fue un trampolín hacia todo lo que le vino después. Gorgui Dieng, exjugador profesional de baloncesto y exvicepresidente de la Federación de Senegal, le contactó para entrenar a Senegal. “Él estaba trabajando en los San Antonio Spurs y tener dos llamadas con un tío que ha sido jugador de la NBA, que tiene ese bagaje detrás, te crea comodidad”, asegura Antuña. Finalmente, llegó Sudán del Sur, donde entendió que sigue habiendo grandes diferencias entre países: Antuña cuenta que el proceso de selección de las jugadoras es muy diferente dependiendo del país: “En Senegal se podía elegir entre cerca de 80 jugadoras, y en Sudán del Sur posiblemente serían unas 14”, dice Antuña. La mayoría de las chicas se conocen, muchas de ellas están en Colleges americanos y canadienses y eso facilita el proceso de selección. “Muchas veces las propias jugadoras nos dicen: ‘Oye, ¿tenéis controlada a esta chica? Juega en tal división en tal sitio”, comenta el técnico sursudanés. Además, el apoyo mutuo entre ellas y los recientes récords de la selección hace que sientan arraigo por su país de origen y cada vez más quieran participar en el equipo. En los últimos tres meses, la selección femenina de Sudán del Sur ha subido 15 puestos en el ránking FIBA, del 101 al 85, siendo la segunda que más ha mejorado en el último año (la primera es Suiza, que ha ascendido 16 posiciones). “Es una selección que en su historia no había ganado un partido y en el último torneo ha ganado tres, además contra equipos posicionados por delante en el ránking. Eso es lo que nos ha hecho subir tanto y haber conseguido el bronce ante Kenia en los clasificatorios del Afrobasket ha hecho que nos diesen la Wild Card para ir al campeonato”, dice orgulloso Antuña. El partido ante Kenia al que se refiere el murciano se disputó el pasado mes de febrero. Las sursudanesas consiguieron el bronce en los clasificatorios del Afrobasket tras imponerse por 80-63 a la selección keniata, un equipo que el año pasado consiguió la medalla de plata en el campeonato africano. En julio, Sudán de Sur competirá por el título, algo histórico para una selección que no puede entrenar en su país ante la inexistencia de canchas. “A día de hoy no existe un pabellón, solo hay pista de calle. Están haciendo uno que creo que estará terminado a finales de este año. La selección masculina siempre ha tenido que hacer todos los entrenamientos previos a mundiales, olimpiadas, etc., en otros continentes. Nosotros vamos a intentar que se haga en España el preparatorio”, afirma Antuña. El técnico compaginaba hasta hace pocos meses el entrenamiento de la selección femenina de Sudán del Sur con su labor de segundo entrenador en el Movistar Estudiantes, que decidió terminar tras el despido del primer técnico, Pedro Rivero. Ahora, a Antuña no le preocupa su futuro. Su prioridad es el Afrobasket y, después, coger cualquier oportunidad que se le presente. “El club decide no contar con Pedro y obviamente yo considero que al ser él la persona que me trajo debía salir yo también con él. Lo hice por respeto y lealtad deportiva. Ahora, a partir de mayo empezaré a preparar el Afrobasket y todo lo que salga después será bienvenido, independientemente de si es baloncesto masculino o femenino”, concluye Antuña. La historia de Sudán del Sur pasa por su pizarra. |
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El hijo de un académico etíope asesinado tras ser señalado en Facebook: “No hicieron nada y tres semanas después, mataron a mi padre” El Tribunal Supremo de Kenia dictamina que tiene jurisdicción para juzgar el caso, ya que los moderadores encargados de supervisar el contenido de los mensajes que incitaban a la violencia contra el hombre en la red social de Meta operaban desde Nairobi Diego Menjíbar Nairobi (Kenia) 15 MAY 2025 - 05:30 CEST El 3 de noviembre de 2021, Meareg Amare Abrha, un reputado profesor de química con más de 40 años de experiencia, regresaba de la Universidad Bahir Dar, en el norte de Etiopía, cuando un grupo de hombres armados le disparó por la espalda a escasos metros de la casa donde vivía con su familia. Abrha quedó tendido en el suelo con múltiples heridas de bala en el pecho y las piernas mientras los agresores, que rodearon su cuerpo, advertían a los transeúntes que harían lo mismo con ellos si intentaban brindarle atención médica a aquel hombre, al que acusaban de haber cometido actos violentos contra la población de la región etíope de Amhara. Tras siete horas agonizando, Abrha finalmente murió desangrado. Aquellos hombres habían identificado y encontrado al profesor a través de una publicación en la red social Facebook. El Tribunal Superior de Kenia, en una decisión sin precedentes adoptada el pasado 5 de abril, dictaminó que tiene compentencias para procesar a Meta, la empresa matriz de Facebook, pues en el momento en que los mensajes que apuntaron a Abrha fueron publicados, la supervisión de su contenido se llevaba a cabo en el centro de moderación de África Oriental, cuya sede se encontraba en Nairobi. “Mi padre estaba desvinculado de la política. Pasaba la mayoría de su tiempo en el laboratorio de la universidad o en casa, y estaba completamente dedicado a su labor académica”, explica Abrham Meareg, el hijo del profesor, en la primera entrevista que concede para un medio en español. Sin embargo, el 9 de octubre de 2021, tres semanas antes del asesinato, una cuenta anónima de Facebook llamada “BDU Staff” —que en aquel momento contaba con más de 54.000 seguidores— publicó información relativa al profesor Abrha. La primera publicación contenía una foto de su rostro con las acusaciones de violencia contra población etíope y de esconderse en la universidad. Cientos de comentarios incitando al odio y a la violencia contra él llenaron las redes. Era un momento en el que Etiopía sufría una brutal guerra civil que enfrentaba al Ejército de Etiopía y el Frente de Liberación Popular de Tigray. Los ciudadanos de la región de Tigray, de donde era el profesor, vivían bajo una persecución generalizada y sistemática durante el conflicto, que duró desde 2020 hasta la firma del alto el fuego, en noviembre de 2022. Al día siguiente, una nueva publicación desde la misma cuenta compartía otra foto suya con la dirección exacta de su casa, y alegaba que había participado activamente en masacres, que había colaborado con incursiones militares de los rebeldes de Tigray y que había robado grandes sumas de dinero. En tan solo dos días, las publicaciones alcanzaron a miles de usuarios, pero no a Amare Abrha porque ni siquiera tenía una cuenta de Facebook. Tras la publicación de los mensajes, el hijo del profesor recibió una llamada de un amigo avisándole de que prestara atención a los comentarios. “Al principio, algunas personas intentaron defender a mi padre diciendo que solo era un profesor de química. Sin embargo, muchos otros empezaron a llamar a la acción, alentando a la gente a que dejaran de perder el tiempo en Facebook y lo atacaran directamente. En Etiopía, las publicaciones online tienen consecuencias muy reales fuera de internet”, explica a través de una videollamada desde Mineápolis, Estados Unidos, donde huyó después del trágico evento. Consciente del peligro real que corría su padre, Abrham Meareg denunció inmediatamente las publicaciones: “Presenté decenas de denuncias a través del sistema de reporte en línea de Facebook. Hice todo lo que estaba a mi alcance para advertirles, pero Facebook no hizo nada. Tres semanas después, mataron a mi padre”. Ocho días después del asesinato, Meta finalmente respondió a la solicitud de Meareg. La plataforma reconoció que las publicaciones violaban sus normas comunitarias, tras lo cual retiraron el post, pero para entonces ya era demasiado tarde para salvar la vida de su padre. La segunda publicación tardó un año en ser eliminada. Jurisdicción transfronteriza En diciembre de 2022, Abrham Meareg, junto a Fisseha Tekle —exinvestigadora de Amnistía Internacional que fue blanco de campañas de odio en internet por su labor en defensa de los derechos humanos— y el Instituto Katiba —una organización keniana especializada en la protección de los derechos constitucionales—, demandaron conjuntamente a Meta por promover contenidos nocivos durante el conflicto armado en el norte de Etiopía. Lo hicieron ante un tribunal de Kenia a través de una petición constitucional, el mecanismo legal que este país establece para denunciar posibles vulneraciones de derechos fundamentales. La denuncia se efectuó en Kenia porque los moderadores de contenido de Facebook para África Oriental trabajan desde Nairobi, la capital del país. En la denuncia, los demandantes expusieron que los algoritmos de Meta promocionaron contenido que condujo a la violencia étnica en la vecina Etiopía entre 2020 y 2022. Tras ser presentada, la empresa liderada por Mark Zuckerberg argumentó que los tribunales de Kenia, donde se encontraban los moderadores etíopes de Facebook en ese momento, no tenían jurisdicción sobre el caso. Sin embargo, el Tribunal Supremo de Kenia ha dictaminado que sí tiene competencias para procesarlo en el país. Este periódico ha contactado con Meta para incluir su versión de los hechos sin obtener, hasta el momento, ninguna respuesta. “El hecho de que el caso se presente en Kenia tiene sentido ya que todas las decisiones relacionadas con la moderación de contenidos tenían lugar en Nairobi”, explica Alia al Ghussain, investigadora y asesora del equipo de Responsabilidad de las Grandes Tecnológicas de Amnesty Tech. Al Ghussain es la autora de ‘Una sentencia de muerte para mi padre’: la contribución de Meta a las violaciones de derechos humanos en el norte de Etiopía, un informe publicado por el departamento de Amnistía Internacional que se encarga de exigir responsabilidades en materia de derechos humanos a las grandes empresas tecnológicas. “Durante la investigación descubrimos que Meta no moderó adecuadamente el contenido antitigrayano que circulaba ampliamente en Facebook durante el conflicto en el norte de Etiopía”, apunta Al Ghussain. Sin embargo, destaca de que “lo más preocupante es que los algoritmos favorecieron la difusión del contenido debido a su modelo basado en la interacción”. “El sistema prioriza las publicaciones que generan más reacciones, comentarios y compartidos, sin tener en cuenta si el contenido es perjudicial”, afirma. El sistema [de Meta] prioriza las publicaciones que generan más reacciones, comentarios y compartidos, sin tener en cuenta si el contenido es perjudicial Alia al Ghussain, investigadora de Amnistía Internacional Meta ha explicado públicamente que tiene la intención de apelar la decisión del Tribunal Supremo keniano. “En lugar de enfrentarse en los tribunales y defender sus acciones —o su inacción—, Meta ha retrasado y esquivado sistemáticamente el proceso argumentando que el tribunal no tiene jurisdicción. No se trata solo de una estrategia legal, sino que es una forma de eludir su responsabilidad. El juicio permitirá que los argumentos se evalúen por su verdadero fondo”, explica Tom Hegarty, director de comunicación de Foxglove, una organización británica que ha respaldado el caso de Meareg y Tekle. “Lo que le pasó a mi padre no fue solo una tragedia, fue algo que se podría haber evitado. Facebook debe asumir su responsabilidad directa por incitar al odio y permitir la violencia contra él”, explica Abrham Meareg. Los demandantes exigen cuatro puntos a Meta: modificar el algoritmo que alimenta el odio y la violencia a través de la plataforma; invertir en moderadores de contenido locales que comprendan el contexto político y cultural; una disculpa pública por su falta de acción; y una compensación de unos 2.150 millones de euros para las víctimas para reparar el daño causado. “No podemos cambiar lo que le ocurrió a mi familia, pero sí podemos ayudar a evitar que le pase a otras personas”, expone Meareg. Un precedente global Esta no es la primera vez que Facebook recibe acusaciones de este tipo. Quien desveló por primera vez el rol de la organización en avivar la violencia étnica en zonas de conflicto fue Frances Haugen, una extrabajadora de la compañía que en octubre de 2021 reveló frente al Congreso de Estados Unidos cómo Facebook contribuyó a las masacres de musulmanes rohingyas ocurridas en Myanmar en 2017, lo cual la compañía admitió. Haugen filtró los conocidos como Facebook Papers, una serie de documentos que señalaban específicamente a los algoritmos de personalización de contenido de Meta como el principal factor de difusión de discursos de odio que incitaron a la violencia, la hostilidad y la discriminación en países como Myanmar, Etiopía, India y Sri Lanka. En un informe publicado por Global Witness en 2021 se dio también a conocer que el algoritmo de Facebook estaba amplificando contenido que violaba sus propias políticas sobre violencia y desinformación tras el golpe de Estado del ejército de Myanmar, en un momento en que este asesinaba a centenares de manifestantes en las calles. Otra clave en la moderación de contenido es el idioma, un factor que organizaciones de derechos humanos atribuyen a una actitud neocolonial por parte de la compañía. “Meta ha sido criticada en múltiples ocasiones por el trato desigual que brinda a los países angloparlantes del Norte Global frente a los países no angloparlantes del Sur Global, lo que hace que los usuarios en algunos de los países más vulnerables del mundo estén aún más expuestos a la violencia”, reza el informe de Amnistía Internacional. Haugen puso sobre la mesa un dato atronador: “El 87 % del gasto destinado a combatir la desinformación en Facebook se invierte en contenido publicado en inglés, a pesar de que solo el 9% de los usuarios son angloparlantes”. Precisamente los posts que llevaron a la muerte del profesor Meareg estaban escritos en amárico, el idioma oficial de Etiopía. Facebook distingue entre sus moderadores en Estados Unidos y algo que la compañía llama “el resto del mundo”. En 2023 Meta cerró el centro de moderación de contenido de África Oriental. En aquel momento, la compañía contaba con 260 trabajadores que moderaban el contenido para una población superior a 500 millones de habitantes. Ahora, el caso presentado por Meareg puede sentar un precedente mundial: “Que las grandes tecnológicas estadounidenses no puedan andar por el mundo haciendo lo que les da la gana sin rendir cuentas. El derecho internacional también se les aplica, y los tribunales africanos, al igual que cualquier otro tribunal, tienen todo el derecho de aplicarlo”, sentencia Hegarty. |
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Te regalo un avión. Porque sí Donald Trump quiere aceptar un Boeing 747 de la dictadura qatarí. Pero no pasa nada porque Trump es incorruptible, o eso dice él Jaime Rubio Hancock 15 MAY 2025 - 05:45 CEST El filósofo de Al-Ándalus Averroes (1126-1198) bebía vino de vez en cuando. Según recoge Ian Gately en Drink (Bebe), una historia cultural del alcohol, el filósofo admitía que el islam lo prohibe por peligroso: “Pero yo estoy protegido de esos excesos por mi sabiduría. Lo tomo solo para afilar mi ingenio”. Trump no bebe, pero sigue una forma de pensar parecida cuando dice que quiere aceptar un pequeño regalo de Qatar, un Boeing 747 valorado en unos 375 millones de euros, y que no es más que un detalle que no afectará en nada a las relaciones entre los dos países. El avión servirá para sustituir a los dos avejentados Air Force One, y al final del mandato de Trump se donará a su biblioteca presidencial. Es decir, a Trump, aunque dice que no lo usará. A él le parece normal, según ha explicado con su habitual tono comedido en redes, donde se ha quejado de que los “Corruptos Demócratas” quieren que el Gobierno estadounidense pague “un MONTÓN DE DÓLARES por el avión. ¡Cualquiera puede hacer eso! ¡Los demócratas son unos perdedores de clase mundial!”. El razonamiento es espectacular y su descaro me da hasta envidia: ¿pagar 375 millones de dólares por un avión? Por favor, no seamos cutres, lo que realmente tiene mérito es que te lo regalen. Además, es posible que el avión venga con cámaras y micrófonos incorporados, algo que seguro que incrementa su valor. Por supuesto, a muchos de sus votantes también les parece estupendo que una dictadura extranjera con la que el país mantiene relaciones comerciales y de defensa, y que no tiene ningún respeto por los derechos humanos, le regale un avión a su presidente. O eso dicen en X, aunque a estas alturas no sé si van en serio, si lo dicen para enfurecer a los votantes demócratas o, lo más probable, si se trata de ambas cosas a la vez. Algunos aseguran que el presidente se merece algo mejor que un avión de hace 35 años y le dan la razón a Trump cuando dice, en la Fox, que Estados Unidos debe tener “el avión más impresionante”. Y otros, como la periodista Ann Coulter, aseguran que no tiene nada de raro aceptar presentes de países extranjeros: por ejemplo, la estatua de la Libertad fue un regalo de Francia. Aunque no al presidente, Grover Cleveland, sino al país, pero eso son detalles. También hay que recordar que Trump no se deja impresionar tan fácilmente como nosotros, que somos más bien pobretones. En su primer mandato ya explicó que es insobornable porque es millonario. Al fin y al cabo, todos sabemos que no ha habido ningún caso de millonarios corruptos y, dicho sea de paso, es absolutamente normal que un presidente en ejercicio haga negocios con criptomonedas, incluyendo un acuerdo con un fondo de Abu Dabi. Es decir, Trump se cree inmune a la corrupción igual que Averroes al vino, con la gran diferencia de que el vino solo perjudicaba, como mucho, a la salvación de Averroes. Además, la creencia de que los sobornos y regalos no nos afectan es un error, y no hace falta irse a aviones privados, basta con aceptar que un lobby te invite a una comida, como escriben los psicólogos Carol Tarvis y Elliot Aronson en Mistakes Were Made (But Not By Me). Queramos o no, los regalos “despiertan el deseo implícito de reciprocar”, a lo que sigue la justificación: “Solo me han invitado a comer, eso no va a influir en nada”. Ponen el ejemplo de más de 160 estudios que analizaron los efectos de productos químicos: un 14% de los trabajos subvencionados por empresas del sector encontraron efectos negativos, frente al 60% de los independientes. Por eso hay límites a los regalos que se pueden aceptar en muchos empleos, de periodistas a médicos y presidentes del Gobierno. Todos creemos formar parte de ese 14%, pero no hay ninguna necesidad de poner a prueba nuestra fuerza de voluntad o nuestro deseo inconsciente de quedar bien con los demás. El mejor avión regalado es el que no se acepta. A ver si encima se va a poner de moda y Qatar se dedica a regalar Boeings. Justo lo que necesitábamos en España, un Falcon de lujo. |
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Versión Lo-Fi | Fecha y Hora Actual: 15th May 2025 - 02:07 PM |