Excursión al Pico de Santa Isabel |
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Excursión al Pico de Santa Isabel |
Oct 12 2009, 12:16 AM
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EXCURSIÓN AL PICO DE SANTA ISABEL Durantes las clases se venía comentando la idea de subir al Pico de Santa Isabel entre el director de la Normal y unos cuantos voluntarios, aprovechando las vacaciones navideñas para subir unos días a la altura más elevada de toda la isla de Fernando Poo, con sus 3.007 metros. La idea fué acogida al principio con diferentes opiniones, en pro y en contra; por fin, un grupo formado por jóvenes optimistas y llenos de ilusiones, la hicieron posible, y se decidieron emprender el viaje. Tras recibir instrucciones y orientaciones, se confeccionóun programa base del viaje y comisiones con objetivos propios a seguir por las necesidades durante el trayecto. La última concentración se hizo en la víspera de la salida, en una de las aulas de la Normal, el día 19 de diciembre, con reparto de víveres y demás útiles necesarios para la expedición. Nuestro agradecimiento al presidente de la federación de montañismo, Luis Jimenéz Marhuenda, por su colaboración prestada, ya que nos orientó sobre la subida, útiles y nos dejó algo del material empleado. Así mismo nuestro agradecimiento a la delegación de juventudes, por facilitarnos tiendas de montaña, mochilas y algunos útiles más. A las 5 y cuarto de la mañana, todos los excursionistas fueron concentrados en la Santa Iglesia Catedral, para asistir a la Santa Misa dominical, hasta las 6 menos cuarto, hora que emprendimos viaje a Basilé, en dos coches facilitados por la Conserjería de Educación, conducidos por Leoncio Rondo y el ingeniero jefe de Industrias, Sr. Izquierdo. Por su gentileza puso a nuestra disposición y ofreciéndos él mismo, en acompañarnos hasta el último punto transitable por vehículos, de la finca del Sr. Estrada. Eran las 7 y media de la mañana del domingo día 20 de diciembre. Aquí nos despedimos de los Sres. Izquierdo y Rondo, después de pasarse ante la cámara fotográfica del Sr. Director, cada uno se hizo con su mochila, y a las 8 menos veinte, camino al Pico. Lo más curioso fué ver aquellas tres muchachas, cargadas de mochilas, cuando en días anteriores, en los momentos de recibir las instrucciones del viaje, nos parecían unas simples oyentes impasibles y que nada tenían que ver con la excursión. Ahora al igual que los muchachos, estaban ellas llenas de decisión, ánimo y valor, para ver las heronínas del Pico y que sus nombres quedasen inscritos como unas de las pocas personas de su edad y sexo, que han podido coronar el Pico de Santa Isabel. Pero, sin exagerar, muchos se apostaron por si llegarían ellas hasta el final. El camino fué de constanteascender y ascender, muy duro, pese a su acertada organización y dirección. A las 11 menos dos minutos, hicimos la primera parada en la posada de la Viregen de Fátima, unos minutos antes, nuestra curiosidad del bosque y sus habitantes, fué inagurada con la comtemplación de una ejemplar ardilla, cazada por el Director, cuya destreza en la caza nos hará patente en varias ocasiones durante la excursión. Aquí el altímetro marcaba 1.110 metros, hubo cambio de impresiones, recogida de agua, etc. Con ánimo de triumfar, continuamos el camino. Eran ya las 11 menos cinco minutos de la mañana. Estábamos en la mitad de nuestra primera etapa de camino hasta la "casa de la banana", empezamos a sentir los efectos del caminar ascendente, todo iba tomando un aspecto serio; ya hacía falta bastante esfuerzo para resistir la subida con mochila a cuestas y pegando bastante calor. Todos un poco sidados, llegamos a la "casa de la banana", a la una menos veinticinco minutos. Después de un fuerte almuerzo y café caliente, acompañados de un buen descanso reparador y necesario de una hora y veinticinco minutos, reanudamos el camino, animosos todos, y gritando: "¡al Pico, al Pico todos!". A las cinco y quince minutos, llegamos "al albergue de los alemanes". Con toda presteza de autómatas, cada se puso al frente de su misión encomendado en el programa: limpieza del terreno, montaje de tiendas, servicio de agua, cocina, etc.; y en pocos minutos el campamento ya estaba en forma y orden. Una riquísima cena fué dispuesta y consumida con buen apetito, al lado de una buena hoguera alimentada con trozos de madera. Se cambian impresiones y comentarios sobre la primera jornada del camino. Las muchachas, más animadas aún por vencer esta primera etapa, conservando sus alegrías y optimismo, si dar muestras de cansancio. Aquí tuvimos un recibimiento caluroso por una gran cantidad de abejas poco hospitalarias, y nos tomaron por intrusos en su morada. Ya cerrada la noche, cada grupose retiró a su tienda y entregarse a un merecido descanso nocturno. La noche fresca y corta, y pronto amaneció el día 21, con un sol radiante. Nuestro puesto de observatorio metereológico ambulante, marcaba las siete en punto, doce grados sobre cero, y a 1.975 metros de altura. El frío aquí era verdadero, porque las faenas de servicio de abandono del campamento, eran algo duras, por la baja temperatura. A lo lejos y hacia el Sur iluminado por el resplandor matutino veíase el Pico de Santa Isabel, como el lomo gris oscuro de un gran elefante. Allí estaba la meta de nuestros propósitos. La caravana normal, a las siete y media de la mañana decidida a llegar hasta el Pico. Todo empezó y siguió siendo como un paseo por las plazas del antílope durante varias horas, con ligeras ascensiones y desniveles propios del terreno, pero con todo, el organismo iba resistiendo poco a poco hasta las dos en punto, hora que llegamos a la entrada del cráter de Bonyoma a 2.200 metros de altura. Desde aquí el camino sufrió un brusco cambio; se convirtió en verdadero calvario para nosotros, una etapa verdaderamente dura. La subida era tan aguda y pronunciada, hasta tocar las narices al mismo suelo. El esfuerzo duró varias horas. Las risas se acabaron en este tramo. Pudiomos salvar la primera fase hasta el "monte de los monos". Aquícazamos un gran ejemplar de ellos; descansamos un buen rato sobre el césped, hasta que se concentró toda la expedición. Reanudamos la marcha, haciendo mayor esfuerzo aun, bordeando peligrosos barrancos y precipicios, llegando al primer cráter. Las muchachas, seguían con mucho valor, imponiendo la voluntad sobre la debilidad física de sus miembros, y casi eran imitadas en el ejemplo por los muchachos. A las cinco en punto de la tarde, estuvimos ya en el último refugio, en el borde del segundo cráter y al pie mismo de la loma del Pico. El viento fuerte, la niebla intensa y la baja temperatura: 8, 7, y 5 grados sobre cero, pusieron muy difícil la instalación del campamento y los servicios. Por fin, las inclemencias climatológicas fueron vencidas por el esfuerzo humano, instalando el campamento, y media hora después todo funcionaba normalmente. Parecía que todos los excurrsionistas estaban hechos de una sola pieza, funcionando con presteza y exactitud admirable. No hubo ningún obstáculo invencible. A las siete y media, una buena hoguera ardía ya, soplada por el viento fortísimo de la altura más elevada de la isla fernandina, y a su calor, un grupo de intrépidos alumnos con su director, daban cuenta de una formidable cena preparadaa base de carne fresca, de tres faisanes cazados con admirable puntería de nuestro director durante el trayecto. A las ocho y media, y debido al cansancio y el intenso frío, todos los excursionistas se metieron en sus respectivas tiendas, debidamente instaladas y distribuidas; y cada uno se apretaba más fuerte contra su manta o saco de dormir. El día 22 amaneció muy claro, pero poco tiempo. La densa niebla lo cubrbió todo y como consecuencia, descendió la temperatura, seguido de un intenso frío. Preo ya íbamos aclimatándonos. El desayuno se hizo sin novedad y gustoso, a base de café, pan, mantequilla y todo lo que cada uno quiso añadir de bueno; sin faltar una prudentísima dosis de coñac. Bajo la temperatura de cuatro grados sobre cero, el campamento fué ordenado, y se colocó las señales de presencia en un sitio muy visible para que el avión que nos iba a traer las provisiones, tuvieran fácil conocimiento de nuestra posición y echar con seguridad los víveres. Había que esperar larguísimo tiempo porque la "blanca bufanda" con la que se envuelve el Pico, impedía la visión y la avioneta no pudo llegar hasta nosotros, por cuyo motivo nos dispusimos a salvar los pocos decámetros que nos separaban de la cumbre; pero nuestro director quiso dar un rodeo alreeddedor del Pico, y de paso poder cazar alguna cabra de bosque, que aquí abundan, y así se adelantó él con nuestro experto guía. A las doce en punto nos encontramos con el director y el guía en el mismo Pico, y como producto de su rodeo, yacían a sus pies dos grandes cabras que él pudo conseguir. Ya estábamos en el punto más alto, en nuestra deseada meta que nos había costado tanto esfuerzo físico y moral. Intentamos abarcar con la vista desde aquí, a toda la isla, pero la niebla todo lo impedía para ver más alla´. Contemplamos con júbilo de victoria a la gran cruz y al monumento erigido allí para perpetuar la presencia de la religión cristiana y España en la Guinea Ecuatorial. Tras rezar unas oraciones en acción de gracias por nuestro triunfo, nos retratamos más de dos veces, todos sentados sobre el césped enano del Pico. Celebramos el acontecimiento con varios paquetes de peladillas y dulces. Acto seguido, procedimos a depositar como recuerdo de nuestra presencia de excursionistas al Pico, una botella cerrada conteniendo la relación de los doce mienbros, que empezando por el director, todos estampamos nuestras firmas y que a continuación facilitamos: Teodoro Sáez - Director de la Escuela Normal y jefe de la expedición. Pedro Malets - Guía de la expedición. Vicente Castellón Ntayo - Cartógrafo y encargado del servicio de meteorológico. Clara Mª Tomás Almeida - Encargada de cocina. Julia Gómez Barra - " " Mª Carmen Zambonino - " " Pelayo Engona Michá - Cronista de expedición y servicio de agua. Carlos Pastor López - Montaje de campamento. Juan Ramón Sanz - " " Clementino Moqueira - Encargado de aprovisionamiento. Ignacio Ballovera - Porteador. Antonio Majeda - " Después de gozar largo rato de la belleza del paisaje y de nuestro triumfo, depositamos una corona de flores al pie de la gran cruz y regresamos al refugio a las dos de la tarde, cargados con dos grandes cabras de bosque. Hicimos una comida formidable a las tres de la tarde. Los platos de carne eran de distintos guisos y gustos, y se comió hasta no poder más. A las cuatro en punto, abandonamos el refugio de camino de regreso; rebosantes de alegría y ganas de contar cosas del Pico. El descenso fue menos penoso y más rápido, porque todos íbamos ya ligeros de carga y de cansancio fisico; y después de tres horas y media de andar ininterrumpidamente, pudimos llegar al refugio de los "alemanes", a las siete y media de la tarde, ya de noche, tuvimos que usar linternas. Después de uná buena cena, nos metimos en las tiendas para esperar un nuevo amanecer del dia siguiente. El día 23, fue alegre y con menos frío. A las ocho en punto todo estaba listo para salir después del desayuno. Desde aquí se adelantó el director al resto de la caravana para poder gozar con más tanquilidad. No le encontramos hasta la "posada de la Virgen de Fátimta', ya cargado con más de cinco piezas que había cazada. Concentrados todos los componentes de la expedición; entre descanso, bromas, chistes y risas, comimos cada uno una gran cantidad de carne de aves, con arroz, sopa y especies. Esta fue nuestra última comida que hicimos en conjunto. Terminamos el descanso, que duró dos horas y media, y a las tres en punto, emprendimos el descenso, felices pese al cansancio y a las cuatro y media, llegamos a nuestro punto de partida: la finca Estrada. Esperamos un buen rato con impaciencia hasta las cinco y quince minutos, hora que nos recogieron los Sres Izquierdo y Rondo, sanos y salvos hasta nuestros hogares. Así fue el feliz término de la excursión llena de éxitos, que realizó el grupo de alumnos de la Escuela Normal del Magisterio de Santa Isabel; por la que merece especial felicitación el director de la misma, por su glan espíritu organizador, valor y sacrificio por el bien común. Y a las muchachas Clara Tomás, Julia Gómez y Carmen Zambonino, que con gran esfuerzo de voluntad, unido al fisico, han escrito sus nombres en el libro de escaladores del Pico de Santa Isabel. ¡ Viva las heroínas del Pico y viva la expedición Normal entera al Pico. EPILOGO.- Todas las empresas, todas las acciones que realiza el hombre, con, más o menos esfuerzos y sacrificios, persiguen un fin; este fín es el fruto o bien producido. Ahora nos preguntamos ¿Cuál es el fin o el fruto de la excursión al Pico?. Lo aprendido o la moraleja. Respondemos categóricamente, que los frutos y la enseñanza han sido óptimas. Con la excursión al Pico, hemos gozado: La belleza del paisaje, disfrutando así un bien espiritual: hemos aprendido mucho de la convivencia social, y el espíritu de trabajo y sacrificio para el bien común, se ha puesto en práctica; y por último hemos elevado nuestras aspiraciones nobles hacia la superación a base de sacrificios propios hasta la altura más superior de toda nuestra Guinea Ecuatorial, que es el Pico de Santa Isabel. De verdad dijo uno como un suspiro: ¡ A cuanta más altura estoy, más me encuentro cerca de Dios! |
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Feb 2 2010, 02:03 PM
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Usuario registrado Grupo: Miembros Mensajes: 1101 Desde: 28-August 03 De: Barcelona/Madrid Usuario No.: 12 |
Expedición al Pico de Santa Isabel de 1862
__________________________________ ...continuación Por fin, el teniente Rodriguez, a pesar de su cansancio, salió con seis krumanes a recorrer el camino que habíamos andado. La lluvia no había cesado ni un momento siquiera. Dos horas despues oimos el cuerno de caza de Rodriguez que nos anunciaba su regreso; le contestamos con los nuestros, pues cada uno además de nuestras armas íbamos provistos de un cuerno de caza y de un frasco de ron o brandi. Al poco tiempò vimos entrar en el campamento al teniente Estrada en hombros de cuatro krumanes tendido sobre un col. Todos le rodeamos, y despues de darle a beber agua y brandi y sentarle al lado de la hoguera, le preguntamos que le había sucedido. - Agobiado por el cansancio y la lluvia, nos dijo, me sentí de pronto acometido por un vértigo o bahido, y sin fuerzas para continuar me senté, mejor dicho, me dejé caer bajo un inmenso cedro. Los bahidos me acometían sin cesar, mi vista se desvanecia, quise gritar y no pude; las fuerzas me faltaron y quedé como aletargado; cuanto tiempo ha durado mi letargo, no lo puedo decir, he vuelto en mi y me he encontrado al lado de mi amigo y compañero el teniente Rodriguiez. - Le he encontrado, dijo Rodriguez, completamente desmayado como a media legua de aquí, y gracias a los ladridos del perrito que siempre le acompaña, he podido descubrirlo tendido bajo un cedro. Unas gotas de brandi y unas fricciones, le han hecho volver en si, y colocado en el coi lo he traido hasta aquí. - ¿ Como no llamó V. en su auxilio? dijo Noeli. - Desde el momento que me vi acometido del bahido y que caí al suelo, me vi privado de la vista y de la voz, así es que me fué imposible llamar en mi socorro. El calor de la hoguera y una buena comida reanimó por completo, y le puso en disposición de poder seguir la marcha con nosotros al día siguiente. La noche fué tranquila y dormimos bastante bien a pesar del cansancio. A las cinco de la mañana estaban plegadas las tiendas, y emprendimos nuestra marcha, pasando por sitios deliciosos y bajando y subiendo pequeños montes, pudiendo muy bien decir que nuestra planta era la primera que hollaba aquellos bosques vírgenes. Los krumanes que habrían la marcha tenían cuidado de ir haciendo señales en los árboles que pudieran servirnos de guias para nuestra vuelta, y al mismo tiempo de señales para el capìtán Tejero, que debía reunirse a nosotros aquel día. LLegamos por fin sobre las cuatro de la tarde a un magnífico bosque de cedros y de helechos arbóreos, donde plantamos nuestras tiendas. El Getma, capitán de los krumanes, nos vino a avisar que el agua que se encontraba más próxima apenas era potable. El comandante Noeli y mister Wilson, se brindaron a buscar en los alrededores agua potable, y acompañados de ocho krumanes con barricas, salieron regresando al cabo de poco tiempo con la agradable noticia de haber enciontrado a un cuarto de legua del campamento, un magnífico riachuelo de agua cristalina ty pura. Mientras tanto, el teniendo Estrada completamente repuesto, Rodriguez y yo, cogimos las escopetas y fuimos a ver si cazábamos algo. Tres palomas azules y una cutia fué el producto de nuestra cacería,. Yo tiré a una ardilla de grandes dimensiones que trepaba por una palmera, pero cual no sería mi asombro al ver desprenderse del árbol después de haber tirado y venir revoloteando sobre mi cabeza, era una polaluca, ardilla voladora, especie muy común en la costa de África, pero que yo por primera vez veia. El perro de Estrada se apoderó de ella y la trajo a mis piés. Su forma es como la de una ardilla comun, solo que a ls patas delanteras vienen unidas unas membranas parecidas a las del murciélago en forma de alas, su piel es más oscura que la de una ardilla de Europa y más fina y sedosa, su carne blanca y esquisita, sobre todo con arroz. Los krumanes por su parte, no habían perdido el tiempo tampoco; habían matado a machetazos una culebra, y cuatro puercoespines, cuya carne les gusta con pasión. La culebra divida en trozos y los puercos-espines formaron el regalo del rancho. . ..continuará... Fernando el Africano |
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