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Publicado:
#1
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![]() mismamente yo ![]() ![]() ![]() Grupo: Admin Mensajes: 1474 Desde: 23-March 04 De: Madrid provincia Usuario No.: 102 ![]() |
SEÑORAS Y SEÑORES .... CON USTEDES ....
Una bella declaración ... ![]() GRACIAS -------------------- |
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Publicado:
#2
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![]() mismamente yo ![]() ![]() ![]() Grupo: Admin Mensajes: 1474 Desde: 23-March 04 De: Madrid provincia Usuario No.: 102 ![]() |
Hace años descubrí INTERNET ... hace años eso me permitió conocer a mucha gente estupenda, entre ellas una maestra, que tras la independencia de Guinea fue enviada alli para continuar la enseñanza en el Instituto .... hoy revisando algunas cosas he encontrado esto que os dejo aqui .... sobre todo porque salvando las distancias, mi amiga quedó igual de embrujada que nosotr@s y fue igualmente expulsada con el resto de sus compañer@s ..... por espias de la CIA!!!! ... eran los tiempos del MACIAS.
<< ... Tienes razón, yo llegué a Malabo en el año 1977, y el 2 de marzo del 78 me marché de allí (como tú, sin ganas de irme) y ya no he vuelto más. Yo tenía 22 años y acababa de terminar la carrera. Junto a unos compañeros fuimos contratados como profesores en el Instituto Rey Malabo . ¿Recuerdas el Instituto?, ¿estudiaste allí? Mi casa estaba en el recinto de Afripesca (donde guardaban el jurel congelado que los rusos daban al pueblo guineano a cambio de un expolio total), por eso te di como pista la metáfora "donde tiritaban los peces". El hotel al que me refería no era el Bahía, que estaba tal y como tú recuerdas, sino el Ureka. No debía estar hecho cuando tú te fuiste, sin embargo yo lo conocí en un abandono total. Al lado estaba también la Embajada de España, sin embajador: en aquella época, la última de Macias recluído en Mongomo, estaban rotas las relaciones diplomáticas con España. Hay tantas cosas para contar. Seguiré mañana. Sólo te avanzaré que la gente era encantadora. Nos querían simplemente por ser españoles. Yo me llevaba muy bien con todo el mundo. En muchas ocasiones gente que no conocía le daban a mi querida $$$ -la chica que cuidaba la casa y guisaba- piñas y papayas para mí. ¿Y qué te puedo decir de mis alumnos -los primeros que he tenido-, eran geniales. Ah, yo también he estado en esa playa que dices. Era de arena blanca y los cocoteros llegaban hasta la orilla. No sé si recuerdas que por el camino de acceso había que protegerse los brazos y las piernas para evitar las picaduras de los mosquitos. ¿Recuerdas los mosquitos? ¿y las arañas mona o arañas peludas, la mamba verde y la mamba negra? .... >> << ..... Es verdad, no pensé que los nombres que se usaban durante la colonia ya no se usaban cuando estuve yo. Fíjate que Macías incluso había prohibido poner nombres españoles a los niños. En el Instituto los alumnos tenían un nombre español, que era el que preferían usar, y otro del país de uso "oficial" para las listas de clase. Recuerdo a una alumna, por ejemplo, que se llamaba $$$$ , y su nombre local era Moñongo. La pobre lo odiaba. ( aqui vendría el nombre de una persona que oculto por seguridad de ella misma .. por si un pos si acaso ) , de la que ya te he hablado, tenía un hijo y quiso que yo lo bautizara. Lo hicimos a escondidas con varias familias más, el oficiante era un sacerdote blanco muy viejo y con problemas evidentes de vista. La elección del nombre por parte de &&& (ella era Pagalu, es decir de Annobón) fue muy curiosa: eligió como nombre español Toribio; Jangus como nombre del país; y Jean Paul porque a ella le gustaba y además porque decía que el padre era un marinero camerunés. Era tremenda . Yo la quería mucho y ella me adoraba. Cuando Macias (y Teodoro, claro) nos expulsaron del país por considerarnos espias de la CIA y agentes del Imperialismo Internacional (pero esto ya es otra historia ...), $$$ me pedía que me la trajese a España metida en una maleta. Era estupenda. Si vieras la ilusión con que besaba las cosas que yo le traía de España, ropa interior, jabón, colonia,.. Volviendo a los topónimos. No sabía cuál escoger para la contraseña. Dudé entre el pico Basilé; la aldea de Moka, en el valle del mismo nombre; Ureka, al sur; o tal vez el nombre del espíritu que habita la cueva de Moka, el Morimó..... >> << ... El mercado de Malabo era todo un espectáculo. Aunque te puedo asegurar que nunca iba allí a comprar. Sólo a ver, a observar, por pura curiosidad. Y no demasiadas veces. Había cosas allí que me quitaban las ganas de comer: ratas de bosque (grombif en pichinglis -el inglés pidgin que hablaban casi todos-) muertas y colgadas del rabo, o asadas enteras como un cochinillo; algún mono -era lo que más me impresionaba-; aceite de palmiste; algo de malanga, yuca, ñame; topé y malamba; y macarrones sueltos: montoncitos de 5 o 6 macarrones. Nosotros nos traíamos casi toda la comida de España. Íbamos cargados al máximo en el avión, pagando siempre -claro está- el exceso de equipaje. Unos 150 kilos cada uno de los compañeros cada tres meses: llevábamos huevos -unas 8 docenas-, pasta, leche en polvo, aceite, chorizo, atún, galletas, azúcar, sal, legumbres, jabón, detergente, lejía, estropajos, bayetas, champú, gel de baño, detífrico, cepillos.... en fin, todo lo necesario, y además muchas, muchísimas sopas de sobre. En mi temporada en Malabo no había tiendas, ni bares, ni restaurantes, ni electricidad (nos arreglábamos, por suerte, con grupos electrógenos), ni apenas nada de lo que acostumbramos a usar aquí. Pero también consumíamos productos autóctonos: naranjas de color verde ¿te acuerdas?, deliciosas papayas para desayunar (decían que una vez que te has acostumbrado al sabor de la papaya ya no puedes olvidar Guinea), mangos, coco tierno, bananas de toda clase (de sabor espectacular y textura inolvidable), plátanos para freír; cangrejos de bosque (deliciosos con grin), grafish -una especie de gambas un poco sosas-, sopa de hoja de malanga y pescado fresco que encargábamos a unos valientes pescadores que con un mango de paraguas afilado practicaban la pesca submarina: nos conseguían ejemplares de hasta 10 kilos -colorao y palometa-, les pagábamos con ekuelé, nos lo limpiaban y lo repartíamos después con ellos. Nuestra parte la congelábamos para ir sacando, ya que no era muy frecuente la pesca (en Malabo estaba prohibido pescar con cayuco -por si se escapaban- y los tiburones hacían peligrosa esta clase de pesca). Una vez, después de mucho tiempo sin probar la carne, un cazador nos proporcionó un antílope. Fue tremendo, al volver a casa, me encontré el antílope dentro de la casa vivo y encaramado en una butaca. Me costó mucho probarlo, no es fácil asumir que te vas a comer un animal que has visto vivo poco antes. También comimos una vez tortuga carey. Para variar la trajeron viva también. El mismo nativo que la cazó, la mató y nos la cocinó. Estaba buena, no sabía a carne ni a pescado. Nos propusieron comer serpiente, pero hasta ahí no llegamos.... >> Dicen que el mundo es un pañuelo, no?? KSS -------------------- |
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