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Invitado_Pepin_*
mensaje Dec 8 2008, 04:38 PM
Publicado: #1876





Invitado






Un mundo de cine

Relaciones internacionales y séptimo arte

Martín Ortega
 
 
POLÍTICA EXTERIOR
núm. 118. Julio / Agosto 2007

 
Ya sabíamos que se puede viajar en el tiempo instalados en un cómodo sillón. Todos los que contemplamos con asombro las superproducciones de romanos o de temas bíblicos hechas en los años cincuenta y sesenta compartimos el placer de vivir, aunque solo fuera un momento, en aquellas épocas remotas. Ahora también se puede viajar en el espacio a través de un sinfín de películas y documentales recientes, que muestran cómo se vive y piensa en tras latitudes. El cine es un medio poderoso de explicación del mundo y, a veces, uno entiende mejor lo que ocurre en otros países viendo una película de hora y media que metido en una biblioteca durante semanas devorando gruesos libros.

La producción cinematográfica ha crecido en todas partes al socaire de la globalización económica. En los más diversos rincones se realizan películas, y la coproducción se ha generalizado e internacionalizado. Esta expansión geográfica ha coincidido con el éxito del documental como instrumento de expresión. Las cintas documentales ya no son meros informes periodísticos sino que añaden, en grado variable, el punto de vista, las posiciones políticas y hasta las obsesiones del realizador, además de su capacidad artística. En muchos casos las fronteras entre ficción y documental se han difuminado, lo que a la hora de la verdad importa poco al espectador si la cinta aporta intelectualmente y se ve con placer. Por ejemplo, Gandhi, una película redonda que recibió nueve Oscars en1982, quiso ser fiel a la biografía del líder hindú hasta el punto de recrear en color imágenes de época tomadas en blanco y negro. Gandhi puede verse hoy como un documental histórico.


Uno de los espacios más fértiles para la creación de filmes internacionales es la frontera entre California y México, muy cerca del que todavía es el centro neurálgico de esta industria cinematográfica mundial. Allí, recientemente se ha producido la película que quizá mejor sintetiza el nuevo cine global: Babel. El director, Alejandro González Iñárritu, y el guionista, Guillermo Arriaga, han dado lugar a una obra que recuerda a veces el documental, que disecciona pequeños dramas en diversos países y que también refleja la interdependencia de nuestro mundo.


El título hace referencia al mito bíblico según el cual el orgullo humano es castigado con la dispersión de las lenguas a partir de un lenguaje común universal (Génesis, 11). Pero la impresión que deja el filme no es de incomprensión o falta de comunicación entre las diferentes historias. Los problemas se encuentran dentro de cada sociedad. La joven sordomuda japonesa sufre por el rechazo de los suyos. Su padre, lógicamente preocupado por ella, no hizo mal al dar su fusil a un guía durante el viaje a Marruecos. El tiroteo que enfrenta a los míseros pastores y la policía en los riscos del Atlas se produce entre compatriotas, y los turistas norteamericanos se pelean entre ellos sobre cómo salir de aquel atolladero. Es cierto que el guardia de fronteras norteamericano es cargante, pero también es verdad que la decisión de Amelia, la criada, de viajar con los niños a México es temeraria, y la reacción de Santiago es una locura. Antes que la incomunicación entre culturas, lenguas o países que sugiere el título de Babel, la película subraya la similitud de los problemas humanos en todas partes del mundo.


Si la globalización añade algo es precisamente una nueva visibilidad de esos problemas, y el hecho incontestable de que estamos condenados a compartirlos. Curiosamente, la comedia española La gran final, otra película global, parte de tres historias en diferentes lugares del planeta para mostrar también que todas las civilizaciones tienen puntos de encuentro, en este caso el fútbol.


Muchas producciones recientes analizan nuestro mundo. Aunque no puede hacerse aquí un catálogo, a modo de ilustración, conviene citar un puñado. La realidad de África aparece en El jardinero fiel, La intérprete o El último rey de Escocia, y también en cintas más cercanas al documento visual como Bamako, sobre el drama de la pobreza visto desde Malí, Sisters in law, sobre la lucha de las mujeres por sus derechos básicos en Camerún, y La pesadilla de Darwin, un crudo reportaje sobre el desastre ecológico del lago Victoria, discutible en su argumento pero que refleja el desgarramiento de las sociedades africanas.


En el mundo árabe, la dulce El edificio Yacoubian, la película egipcia más cara de la historia, es un fresco maravilloso de una sociedad en transición, que fue exhibida en Egipto a pesar de tocar cuestiones como la corrupción política y el islamismo radical. La coproducción argelino-francesa Bled number one, de Rabah Ameur-Zaimeche, retrata de forma lírica y descarnada las tensiones de la sociedad magrebí. Ésta es una de las pocas películas que he visto, junto con Japón, del mexicano Carlos Reygadas, ante la cual los espectadores abandonaban molestos la sala de proyecciones. El conflicto árabe-israelí ha inspirado filmes como La novia siria, que relata en clave de boda las enormes dificultades para atravesar una frontera, o Paradise now, sobre el problema de los suicidas palestinos, que fue candidata al Oscar como mejor película extranjera en 2005, así como la magnífica Vete y vive (Va, vis et deviens en su título original en francés), con la historia de un joven judío negro, perteneciente a los falasha, rescatado de Etiopía en los años ochenta, que rehace su vida en Israel.


Los realizadores de cine en América han creado obras muy interesantes en los últimos años. Diarios de motocicleta, una producción de 2003 en la que participaron Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos y Perú, muestra el viaje iniciático de Ernesto Guevara a través de los Andes, en el que descubre una llamada moral y humanista ligada a su vocación de médico, todavía lejos de la actividad política o guerrillera del Che. Nadie cuestiona la fuerza actual del cine argentino, con obras como El hijo de la novia o El abrazo partido, o la potencialidad del cine brasileño con Ciudad de Dios, que explora la vida en las favelas de Río de Janeiro. Pero son las dos fronteras entre el norte y el sur americanos, Cuba y México, las que mejor alimentan la imaginación de los artistas.


La producción norteamericana Antes que anochezca (2000), de Julián Schnabel, sobre la vida del poeta homosexual cubano Reinaldo Arenas y su huida a Nueva York es una obra sobrecogedora que le valió a Javier Bardem la nominación al Oscar como mejor actor de ese año. Desde esas cotas de tragedia a la autocrítica, una coproducción cubano-hispano-alemana dio lugar a Guantanamera en 1995, una comedia de carretera que sirve para poner al régimen castrista (y a todos los regímenes comunistas) en evidencia, hasta el reciente documental Balseros, de Carlos Bosch y Josep María Doménech, reconocido también con una nominación al Oscar de 2003.


La frontera mexicana con EE UU ha propiciado trabajos llenos de energía, que demuestran la riqueza del mestizaje cultural en esa zona, así como las controversias que produce, por ejemplo en Traffic, 21 gramos, Los tres entierros de Melquíades Estrada, y la ya mencionada Babel. Una cuestión emerge entre todas las demás: los desastres provocados por la droga y el crimen organizado. En ese mundo transfronterizo, la descripción realista de los estragos de la criminalidad poco tiene que ver con la imagen idealizada a la que nos tenían acostumbrados las películas de gánsteres o sobre la mafia.


En Asia, tres zonas cuentan con cines de características definidas. Las historias de Bollywood y de otros centros de producción indios sirven sobre todo para entretener, pero también aparecen obras interesantes que, gradualmente, se ven cada vez más en el exterior. Lagaan relata un conflicto antiguo, las relaciones con la potencia colonial (incluida una decisiva confrontación de críquet), que no obstante sigue presente en el imaginario indio, como en todos los del Tercer Mundo. Veer-Zaara, en cambio, cuenta los amores imposibles en el presente entre una pakistaní y un piloto sij indio. Los cines de India y de su diáspora también tratan las dificultades de adaptación de las comunidades hindúes en el extranjero.


Otra región con un cine sorprendente es el sureste asiático. Hace años, como secuela de la guerra de Vietnam, algunas películas occidentales marcaron la toma de conciencia sobre los abusos internacionales. Apocalypsenow, El cazador, El año que vivimos peligrosamente y The killing fields (traducida, vaya usted a saber por qué, como Los gritos del silencio) son películas que no han perdido el interés de sus respectivas denuncias. Las dos últimas son precursoras del cine global, pues, en ambos filmes, los periodistas de otros países son quienes descubren los excesos de la represión y la guerra, lo que anuncia la vigilancia externa sobre el respeto de los derechos humanos que se ha generalizado desde entonces.


El cine actual del sureste asiático, lejos de continuar esa orientación política, describe la vida cotidiana en esa zona con gran sutileza y perfección estética, como El olor de la papaya verde y Pleno verano, de Tran Anh Hung.


El cine reciente de China puede sintetizarse bien a través de la carrera de un maestro, Zhang Yimou, que ha pasado desgraciadamente de lo sublime a la superproducción. Sus trabajos tempranos, como Semilla de crisantemo (Ju Dou, 1990), son tragedias tan clásicas como Hamlet. Aunque muestran el corazón de China, igual podrían haber ocurrido en la Grecia antigua o en la España profunda del siglo pasado. De ahí su capacidad de comunicar con espectadores de cualquier país. Yimou, quien siempre trabaja con la actriz Gong Li, rueda Héroe (2002), una gran película que ensalza el patriotismo, pero luego degenera hacia epopeyas bélicas llenas de saltos imposibles y sangre a borbotones, como La maldición de la flor dorada (2006).


Frente a este proceso imparable de transformación de un director de cine en funcionario, otros autores surgen, como Jia Zhang Ke, cuya película El mundo (Shijie, 2004) fue autorizada con reticencias por el gobierno chino a pesar de ser crítica con el sistema. La historia ronda en torno a un parque de atracciones cerca de Pekín en el que se reproducen en miniatura todos los prodigios monumentales del planeta, de las pirámides de Egipto a Manhattan, con el trasfondo de la difícil adaptación de la sociedad al desarrollo vertiginoso de la China actual. La urbanización acelerada es un asunto perenne, que ya comenzó en películas realistas clásicas, como las españolas Surcos o El pisito, y continúa en otros escenarios como el Estambul de hoy con la muy lograda película turca Uzak (2002).


Para terminar, bastan un par de ejemplos del cine europeo. La vida de los otros, ambientada en el Estado policial que era la Alemania del Este, es un espejo en el que podemos mirarnos para comprobar cuánto ha cambiado el continente en solo un par de decenios. Viendo esta película, es difícil creer que en 1984, tiempo en el que transcurre el grueso de la historia, se estuviese tan lejos de la actualidad del siglo XXI.


Por otro lado, la atormentada existencia de los Balcanes ha sido reflejada en obras un tanto surrealistas, porque quizá no había otra forma de hacerlo, pero muy sugerentes, como Underground o La vida es un milagro, de Emir Kusturica. El cine ruso también genera piezas interesantes, como El italiano (2005), que narra las peripecias de un huérfano de seis años que en vez de aceptar la adopción de una pareja italiana huye del orfanato para recorrer Rusia en busca de su madre.


Este repaso al cine de autor en las cuatro esquinas del mundo se refiere en muchos casos a películas que no tienen un gran público. Sin embargo, junto con la explosión de obras cinematográficas minoritarias que se inspiran en la realidad internacional, hay que subrayar que el cine comercial ha cambiado significativamente en los últimos años para prestar más atención a inquietudes globales.


Desde luego, Hollywood ya no es lo que era. Es evidente que algunos grandes géneros o bien se han transformado o simplemente han desaparecido. Las películas bélicas, que dieron lugar a cintas deslumbrantes, están ahora llenas de dudas morales: Tres reyes explica los problemas de soldados norteamericanos que se lanzan por su cuenta a la búsqueda de un tesoro escondido tras la primera guerra contra Sadam Husein; Salvar al soldado Ryan incide en el lado más duro de la guerra, y Cartas desde Iwo Jima, dirigida por Clint Eastwood, contempla la guerra del Pacífico desde el punto de vista japonés.


Pero además, en los últimos años, las listas de las candidaturas al Oscar muestran una tendencia hacia la crítica política y las cuestiones internacionales. Las películas de entretenimiento puro con presupuestos astronómicos siguen apareciendo en esas listas, pero las producciones de contenido se cuelan entre ellas cada vez más. Así, en las últimas ediciones de los premios de la academia de cine de EE UU, sorprende ver, además de algunas mencionadas más arriba, obras como Hotel Ruanda y Diamante de sangre (otra vez África en su estado sangriento), Syriana ( espías e intrigas en el mundo del petróleo), El buen pastor (más espías con problemas humanos) o María, llena eres de gracia (coproducción de Colombia y EE UU sobre el tráfico de drogas) entre los filmes seleccionados. Todo esto sin hablar de las categorías de mejor película extranjera y documental, que se han llenado de historias espinosas provenientes de países remotos. Lo cual marca un claro cambio de actitud con respecto a la historia de Hollywood, dominada por la homogeneidad de pensamiento y el americano-centrismo.


Es la cara opuesta a los gobiernos de George W. Bush y su política internacional, reducida a la lucha contra un mundo exterior peligroso desde el 11 de septiembre. En Hollywood también –como en el resto de EE UU y hasta puede decirse en el mundo occidental– la vida política se encuentra polarizada, pero lentamente una visión más abierta y liberal del mundo se va abriendo paso frente a una concepción retrógrada. Un punto de inflexión en la entrega de los Oscar lo marcó el premio al mejor documental de 2002 que se concedió a Michael Moore por Bowling for Columbine. La obra sirve al espectador una ensalada de ideas poco coherente, porque mezcla la guerra de Vietnam con la intervención en Kosovo en 1999, o la situación de la minoría afroamericana en EE UU, pero tuvo el mérito de llamar la atención de una forma insolente sobre el problema de las armas en manos privadas y las matanzas repetidas que se producen en ese país. Otra de las obras posteriores de Moore, Fahrenheit 9/ 11, que incide contra las políticas interior y exterior de Bush de manera más sólida, fue premiada en Cannes.


La tendencia a la apertura de la academia se ha continuado desde entonces porque, entre otros, se eligieron candidatos a los Oscar los documentales Super size me (2004), sobre la comida basura, y Jesus camp (2006), sobre los cristianos evangelistas radicales que adoctrinan a niños menores de 10 años para morir por la causa si es preciso. En la última entrega de los Oscar se entronizó con la estatuilla Una verdad incómoda, la película en la que Al Gore ha clamado en el mundo entero que, de no poner soluciones rápidamente, nuestra civilización puede terminar destruyendo el planeta.


El cine es un instrumento único de comunicación y de expresión. Durante mucho tiempo monopolio de unos pocos, hoy se realizan películas en cualquier parte del mundo. A las obras de ficción se ha sumado en los últimos 10 años el auge del documental. En un mundo globalizado y con los medios técnicos de que disponemos, capturar en imágenes realidades, sentimientos o ideas se ha convertido en una práctica universal, como muestra el éxito meteórico de Youtube. La prensa ha adquirido también una dimensión visual imprescindible.


Frente a estos fenómenos, debemos plantearnos cómo reaccionar. En primer término, la falta de acceso público a obras cinematográficas internacionales interesantes constituye un problema que las autoridades españolas deberían tratar y resolver. Para visionarlas películas mencionadas en este artículo (o cualquier otra lista similar que puede proponerse) uno tiene dos opciones: o bien gasta una fortuna adquiriendo los DVD, o bien recurre a la descarga ilegal por Internet, si está disponible, y ninguna de estas opciones es satisfactoria. Del mismo modo que existen bibliotecas públicas donde pueden leerse los clásicos universales, no disponemos de videotecas suficientes donde consultar el cine de otros países, y hay que tener en cuenta que los clásicos en este arte no datan de siglos sino que se están haciendo en este momento.


En segundo lugar, la promoción de un cine distinto al puramente comercial debe continuar, pero esta promoción debería incluir no solo el cine europeo, sino también el de otros orígenes. Según las cifras del Observatorio Europeo de lo Audiovisual (www.obs.coe.int), en 2006 las películas producidas en EE UU tenían todavía un 64 por cien de cuota de pantalla en los cines europeos, mientras las producciones europeas llegaban al 27,6 por cien, frente a un 25 por cien en 2005, gracias sobre todo a películas alemanas, españolas y francesas.


En España se alcanzó en 2006 la cifra récord de 150 largometrajes. Tanto los esfuerzos oficiales, en España y en Europa, como el genio de nuestros artistas van abriéndose paso. No obstante, la promoción del cine internacional debería reforzarse. Una vía adecuada podría ser la coproducción, como muestra el ejemplo de numerosos filmes recientes en el continente americano. Producir películas multinacionales (entre europeos o entre europeos y otros países) enriquece el proyecto y, eventualmente, puede redundar en su éxito comercial. Es triste ver el número de películas europeas que triunfan en su país de origen pero son invendibles en los vecinos por el simple hecho de que han sido realizadas pensando exclusivamente en el mercado nacional.


Por último, en los estudios internacionales, el cine y el documental son percibidos todavía, desafortunadamente, como obras de creación artística o productos periodísticos que no deben cruzarse con los análisis teóricos. Esto es un error. Las universidades y los centros de estudios internacionales europeos deberían mostrar más interés por el cine global. Junto a libros y artículos, podrían asimismo ofrecer vídeos, películas de ficción y documentales que sin duda ayudan a entender la complejidad de un mundo en permanente evolución.


 
Martín Ortega es investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea en París y autor de “Building the future. The EU’s contribution to global governance” (Chaillot Paper, núm. 100, abril 2007).
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Invitado_Katharina Von Strauger_*
mensaje Dec 8 2008, 08:17 PM
Publicado: #1877





Invitado






CITA
El Gobierno califica por primera vez los comicios en G.Ecuatorial como "un paso más" en la democratización del país

MADRID, 8 Dic.
(EUROPA PRESS)


El Gobierno ha calificado por primera vez las últimas elecciones municipales y legislativas celebradas el 4 de mayo pasado en Guinea Ecuatorial como "un paso más en el proceso de democratización del país" y considera que se produjeron "mejoras palpables" en la organización con respecto a los comicios de 2004.

En una respuesta parlamentaria a la diputada de UPyD, Rosa Díez --a la que ha tenido acceso Europa Press--, el Ejecutivo coincide con la opinión vertida por la delegación de parlamentarios españoles desplazada en misión de observación electoral al país africano.

No obstante esa delegación, constituida por los diputados Fátima Aburto (PSOE), Francesc Ricomá (PP) y Jordi Xuclà (CiU), denunció ante las autoridades del país su decisión de no autorizar la presencia en los comicios de la prensa española.

La respuesta constituye la primera valoración por escrito del Gobierno con respecto a las elecciones en Guinea Ecuatorial, ya que el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación no emitió ningún comunicado tras los comicios, a pesar de que es habitual que lo haga cuando se produce algún proceso electoral en aquellos países donde España tiene intereses especiales.

Sólo el PSOE denunció a finales de mayo en un comunicado que el resultado de las elecciones parlamentarias del pasado 4 de mayo en Guinea Ecuatorial y que conceden al partido del presidente, Teodoro Obiang Nguema, 99 de los 100 escaños, "no refleja en absoluto la realidad plural del país" y expresó su apoyo al partido opositor Convergencia para la Democracia Social (CPDS), el único que ha conseguido un escaño.

El Ejecutivo añade en su respuesta que, "aunque quede mucho margen para mejoras" se han podido constatar en Guinea "algunos avances en materia de buen gobierno que deben ser reconocidos y alentados, como la aprobación de una ley contra la tortura, la liberación e indulto de presos políticos, la modernización del sistema judicial y penitenciario o la lucha contra la corrupción".

No obstante, el Gobierno reconoce que "subsisten aún importantes vacíos y carencias que hacen necesario que Guinea Ecuatorial profundice la vía de las reformas democratizadoras y modernizadoras".

El Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero recuerda que desde la pasada legislatura viene manteniendo una política "firme" de apoyo al fortalecimiento del pluralismo democrático, la construcción de un Estado de derecho y la defensa de las libertades públicas y los derechos humanos en Guinea Ecuatorial "a través de un diálogo crítico y constructivo y el establecimiento de una relación de mayor confianza con las autoridades ecuatoguineanas".

Además, está "convencido" de que la democracia y el fortalecimiento de las instituciones, así como el respeto a los derechos humanos, constituyen "la mejor garantía de estabilidad a largo plazo para ese país". Para la consecución de estos objetivos, añade, abogará por una "mayor presencia e implicación de la UE" en el país africano.


http://www.europapress.es/nacional/noticia...1208122132.html



Bueno, ahi estan, mas vale tarde que nunca. Esto recuerda a las estaciones de tren cuando anuncian por el altavoz "El rapido electrotren con destino a Madrid-Chamartin deambula por el norte con seis horas de retraso"
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Invitado_Maripili_*
mensaje Dec 8 2008, 08:42 PM
Publicado: #1878





Invitado






La guinea de Macías. El despertar del monstruo

Libro de Notas

08 de diciembre de 2008


El monstruo

La monstruosidad política y moral que España cometió con Guinea y sus habitantes, dejó sumida a esta en la profunda negrura de la noche de los tiempos, en el breve periodo de seis meses.

Macías, agotada la fe en sus delirios de pocos meses atrás, fracasado y aislado, masacró, persiguió y asesinó a un ingente número de guineanos de todas las etnias, incluida la suya propia, la Ntumu. Quedó sumido en la espiral de su paranoia enfermiza que, parcialmente contenida hasta ahora, se manifiesta somática y mentalmente de forma acelerada hasta el final de sus días. López Ibor, con la excusa de un chequeo general en la clínica Ruber en el año 1967, ya había informado confidencialmente al gobierno español de que Macías sufría de “paranoia esquizoide”.

Guinea quedó sumida en un estado de terror y delación durante una década completa, que la retrotrajo instantáneamente al primitivismo atávico de dos centurias anteriores. Atavismo respetable, en su tiempo y circunstancias naturales, pero perversamente contaminado en el siglo XX con los peores códigos de la civilización moderna. Códigos aportados por España en los últimos cien años de su historia, aceleradamente aprendidos, y no asimilados aún, ni de lejos, en 1968.

En este sentido, el caso de Guinea es único en toda el África negra. En Guinea, en los últimos cien años se había disfrutado de un bienestar económico y social bastante aceptable, muy superior al de los países de su entorno e incluso al de la propia España peninsular. Nunca habían existido grupos políticamente organizados ni ningún tipo de activismo reivindicativo.

Las primeras experiencias de ejercicio político de los nativos guineanos, impuestas paradójicamente desde Madrid, se pusieron en práctica a partir de 1964, cuando comenzó el llamado periodo de autonomía, diseñado por España como preámbulo a una independencia aún no fijada en el tiempo. Aquel experimento fue totalmente teatral y nada docente para los guineanos.

España en ese momento no era el tutor más idóneo para aleccionar a los noveles políticos guineanos en la práctica democrática. Políticos por otra parte creados al efecto artificialmente de la nada. Este periodo, que acabó bruscamente en cuatro años, fue absolutamente estéril.

Estas circunstancias y la escasa extensión territorial de Guinea, pusieron en bandeja a Macías los resortes para aniquilar de raíz cualquier oposición política organizada, capaz de enfrentarse a él a partir de 1969.

Macías utilizó la demagogia mediática, aprendida, de que disponía, radio y prensa, para dar forma y disfrazar sus actos bajo una apariencia política, formal, y moderna; léase: “métodos y códigos aprendidos de la modernidad española”. Pero realmente utilizó, de facto, los métodos que su atavismo tribal le dictaba para defender su “trono” y su propia vida: la persecución cruenta, la aniquilación, y el asesinato de los oponentes a su poder.
Actuó como lo habría hecho un jefe de tribu en el siglo XIX.

Molestas obviedades


En 1969 comienza la década negra guineana, esta vez con escasos testigos ya que, después del éxodo masivo de españoles blancos que acabó aproximadamente en abril, solo quedó una población de retén de unos trescientos españoles.

Respecto a los foros internacionales, sesudos, paternalistas y democráticos, ya sabemos cual fue su actitud y seguramente por qué. La malévola dependencia de la loada ONU respecto de los gobiernos de los estados fundadores, ya entonces era evidente, nada nuevo bajo el sol.
Las operativas respecto a las independencias de las colonias africanas no fueron diferentes a las presiones sufridas por este organismo al autorizar la invasión de Irak en la actualidad, pongo por caso.

EEUU había decidido que África fuera la despensa de sus reservas de futuro y nadie osó impedírselo. Interesaba un África abandonada por los antiguos europeos, perdedores en la segunda guerra mundial. Un África desvalida, desorientada y retrotraída al caos de sus atavismos ancestrales. Presa fácil de manipular, sobornar y expoliar nuevamente. EEUU no tuvo la necesidad de poner ninguna bandera en el continente negro. No era necesario, todo el mundo sabía de quien era el petróleo del golfo de Guinea.

Occidente se lamenta y entona un coro de plañideras cuando el tribalismo resurge en África y cuando las fronteras trazadas a escuadra y cartabón, y decididas por otros, obligan a convivir a Hutus y Tutsis, a Ibos y Haussas.

Las masacres inundan de rojo las pantallas de los televisores. Declaraciones pomposas, oropel y lamentaciones, para unos hechos predecibles, consentidos, y que venían muy bien a las poderosas multinacionales, léase EEUU, para sobornar a los dictadorzuelos de turno, a cambio de unas materias primas a precio de ganga. Actas condenatorias de la ONU, discursos, fanfarrias y rasgado de vestiduras en el salón de plenos.

Durante la década de la abominable dictadura tribal de Macías, ningún país limítrofe fue capaz de invadir Guinea, cuestión esta muy temida por él. Estamos hablando de Nigeria, Camerún y Gabón, que ancestralmente habían tenido esas apetencias por su proximidad geográfica y por la similitud de troncos étnicos comunes. Cualquiera de estos países poseía unos ejércitos inmensamente superiores al inexistente ejército guineano.

Macías, por tanto, actuó durante diez años en la más absoluta impunidad y sin que el petróleo guineano saliera al mercado, por razones estratégicas de EEUU.

El pequeño matiz del petroleo


En nuestro país, hoy, no hay día en el que, hablando de guinea, los medios de comunicación no mencionen que el petróleo de Guinea se descubrió en la década de los noventa, demostración evidente de varias cosas:

1ª- La declaración de materia reservada referente a Guinea declarada por Franco, tuvo una eficacia fulminante. Varias generaciones de españoles no han oído ni hablar de Guinea en las aulas de los colegios.

2ª- Esto ha venido muy bien a los gobiernos posteriores. Posiblemente porque sea un trapo demasiado sucio y plagado de responsabilidades que nuestros gobernantes se cuidan de ocultar.

3ª- Los medios de comunicación se surten de noticias prefabricadas de agencia, como yo de Carrefour a primeros de mes. Murieron la libertad de expresión, el periodismo de investigación, los corresponsales, y los cronistas con más aprecio a su cultura personal, que al medio que le financia la hipoteca.

Por cierto, el petróleo en Guinea se descubrió en 1965 como muy tarde. Lo descubrieron, como no, los americanos, y obviamente en territorio español. No hay más que tirar de hemerotecas, incluidos el B. O. E. y las órdenes del Ministerio de Industria de la época.

Las prospecciones las realizó una sociedad mixta americana y española. (Enlace)

Todos los que vivíamos allí lo sabíamos y nuestro gobierno de entonces, también. Parece que respecto a este tema, nuestros gobiernos actuales no saben, no contestan. Tal vez esté ahí el quid del complaciente secretismo, versión 2008, de los asuntos de Guinea y de su historia; que en parte es la nuestra, queramos o no, lo sepamos o no.

Cronicas del absurdo kafkiano


La declaración de materia reservada sobre Guinea se produce en 1972. Hasta entonces, y precariamente, la prensa española se hace eco de algunos de los sucesos de Guinea esporádicamente. El diario Informaciones y la Gaceta Ilustrada, publican noticias durante el éxodo de españoles blancos a España. Es, como siempre, la prensa extranjera, la que con más detalle da cuenta de las atrocidades cometidas en Guinea, especialmente la agencia France Press.

Dicha agencia informa, por ejemplo, de la detención de 200 personas en Kogo, simplemente por ser el lugar de origen de Armando Balboa, presunto partícipe del golpe de marzo de 1969. Dieciocho de ellos son internados en el hospital de Bata después de ser torturados y mueren por efecto de la gangrena.

Este clamor de la prensa extranjera incomoda a España, cuyo prestigio en los foros internacionales queda en entredicho. Tal vez por eso, y tal vez por alguna dosis de conciencia moral, España vuelve a intentar un arreglo con Macías. Y otra vez actúa cicateramente y de cara a la galería.

En agosto de 1969, España concede a Guinea un crédito de 6 millones de dólares, cuando ya es sabida la personalidad criminal de Macías y cuando apenas quedan españoles en Guinea; solo un retén de algunos cientos de empresarios que tratan de sobrevivir y salvar su patrimonio. España se limita a dar dinero a Guinea con la total seguridad de que solo servirá para engrosar la cuenta corriente de un asesino paranóico esquizoide.

En Octubre, Villar Palasí visita Guinea para presenciar los actos del primer aniversario de la independencia. En dichos actos aparece García Trevijano junto a Macías, que le condecora con la Gran Cruz de la Orden de la Independencia.

Se inaugura el Banco Central de la República de Guinea, administrado por funcionarios españoles, y se pone en circulación la peseta guineana o “Ekuele”, que la F. N. M. T. de España ha fabricado a coste cero, por importe de 500 millones, como obsequio a Guinea. Hasta entonces, Guinea no tenía moneda propia y funcionaba, a pesar de lo ocurrido, con la peseta española y con la misma paridad internacional, cuestión esta absolutamente incomprensible dadas las circunstancias, y delatora de la improvisación y la urgencia del gobierno de España en la gestión de la independencia guineana, que no previó este asunto.

El señor García Trevijano es nombrado consejero de la presidencia y es encargado por Macías, de relanzar la economía guineana. Redacta para este: la Ley sobre la “Presidencia Vitalicia”; la supresión de artículos de la Constitución de 1968; los estatutos del PUNT (partido único nacional de los trabajadores); los estatutos del Banco Central de Guinea Ecuatorial; la legislación sobre “Penas de Muerte”; la Ley de Transportes, que otorga el monopolio económico personal a Macías; y el decreto que priva de la nacionalidad a los exiliados guineanos.

No está nada mal para un señor que, hoy, trata de vendernos su purista convicción demócrata republicana y, entonces, en España, se alzaba en paladín contra la dictadura franquista.

En diciembre, el consejo de ministros guineano acuerda la creación del partido único nacionalista, según los estatutos redactados por García Trevijano, y en enero de 1970, a cinco años sólo de la muerte de Franco, Macías publica un decreto de supresión de los partidos políticos. Se obliga a inscribir a los niños en el PUNT desde temprana edad y el carnet del partido es exigido para cualquier gestión administrativa. Tribalismo de facto y modernidad tecnócrata para la galería.

Macías utiliza modos políticos aprendidos de la España de Franco, para dar un burdo aspecto legal a la situación, mientras en las calles, los poblados y en la selva, prepara una purga sanguinaria al más puro estilo de las luchas tribales por el poder. Macías a estas alturas se hace acompañar habitualmente por un brujo de su etnia Ntumu de Mongomo.

La producción de cacao guineano, desciende de las 40.000 toneladas, hasta las 11.000. El café cae a las 1000 T.

En un año de independencia, Guinea carece de base económica.

Mientras Villar Palasí y García Trevijano se hacen fotos con Macías, en diciembre se celebra un juicio de opereta contra Enrique Gori Molubela, Norberto Balboa, Vicente Ntutumu, Luis Angue Bacale, Santiago Osa y otros, por el golpe de estado del mes de marzo del 69.

El juicio se lleva a cabo cuando los principales implicados ya habían sido torturados, asesinados o como muchos otros, desaparecidos, y cuyas ejecuciones se decretaron, sin juicio, después de producirse. La sentencia menciona a los “rebeldes”, ayudados por “colonialistas españoles”.

Cuanto más aumenta la barbarie y el despotismo de Macías, más dinero le da España, y él lo sabe.

Enrique Gori es condenado a 25 años de prisión militar y muere asesinado en 1972. Los demás, no corren con mejor suerte

___________

La mayoría de las fotos aportadas, provienen del fondo fotográfico de: http://www.raimonland.net


http://librodenotas.com/cartasdesdeelexili...ar-del-monstruo

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Invitado_Francisco Alegre_*
mensaje Dec 9 2008, 11:02 AM
Publicado: #1879





Invitado






A TRAVÉS DE UNA ENTIDAD BANCARIA NORTEAMERICANA

El Gobierno de Guinea Ecuatorial 'blanquea' dinero en España

Obiang desvió 26,5 millones de dólares a EEUU y después lo lavó en España

Usó el dinero para adquirir fincas y chalés en Canarias, Asturias y Madrid

El Mundo
Actualizado martes 09/12/2008 05:48 (CET)
ANTONIO RUBIO


MADRID.- La Fiscalía Anticorrupción está estudiando una querella criminal contra el Gobierno de Guinea Ecuatorial por "un delito de blanqueo de capitales" en España. La querella, presentada por la Asociación Pro Derechos Humanos de España, documenta con detalle "las numerosas transferencias millonarias procedentes de la Cuenta de Petróleo de Guinea Ecuatorial en el Banco Riggs [de EEUU] con número 17-164-642 depositadas en la cuenta a nombre de la sociedad Kalunga Company SA, del Banco Santander, Madrid, entre los años 2000 y 2003, con un importe total de 26.483.982,57 dólares americanos".

La denuncia de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) va dirigida contra un total de 11 personas, todas ellas familiares directos o políticos de Teodoro Obiang Nguema, actual presidente de Guinea Ecuatorial. Gabriel Nguema Lima, hijo; Virginia Esther Maye, nuera; Teodoro Biyogo, cuñado, y Elena Mensa, cuñada política, son los familiares del presidente. Y entre los querellados también figuran destacados dirigentes del Gobierno de la ex colonia española como el ministro de Asuntos Exteriores y su esposa, Pastor Mincha y Magdalena Ayang, y el ex ministro de Minas Anatasio Ela.

La querella se basa en un exhaustivo trabajo de investigación realizado por la fundación estadounidense Soros junto con la Open Society Institute (ISO) -que se dedican a la defensa de los Derechos Humanos y a luchar contra la corrupción en todo el mundo- y la APDHE, en el que se demuestra y acredita que los querellados han ido adquiriendo una serie de casas, chalés y edificios entre el año 2000 y 2003 en el territorio español con el dinero que de forma irregular salía de Guinea, llegaba al Banco Riggs de Washington y después terminaba en la oficina central del Santander de Madrid.

La mayoría de las propiedades adquiridas en España con el dinero del Estado guineano se encuentran entre Canarias, Asturias y la Comunidad de Madrid y los beneficiarios son: Teodoro Obiang Nguema, presidente de Guinea Ecuatorial; Miguel Abia, ex primer ministro; Atanasio Eca, ex ministro de Minas; Teodoro Biyogo, cuñado del presidente y embajador en Brasil; Pastor Micha, ministro de Exteriores; Marcelino Owono, ministro de Minas y Gabriel Nguema, hijo del presidente.

El Subcomité de EEUU concluyó, tal como se recoge en la querella de la APDHE, que "el Banco Riggs había incumplido sus obligaciones anti-blanqueo de capitales en relación con... las cuentas de Guinea Ecuatorial y que, sin ningún género de dudas, tenían su origen ilícito penal en la corrupción (malversación) practicada en ese país".

Y en ese mismo informe también se plasma el resultado de las investigaciones sobre Guinea y sus gobernantes: "A lo largo de tres años se habían realizado diferentes transferencias desde la Cuenta de Petróleo de Guinea Ecuatorial en el Banco Riggs número 17-164-642 a una cuenta a nombre de Kalunga Company S.A. domiciliada en una sucursal del Banco Santander de Madrid, por un valor de 26.483.982, 57 dólares americanos".


http://www.elmundo.es/elmundo/2008/12/09/e...1228792673.html

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Invitado_Pepin_*
mensaje Dec 10 2008, 10:46 AM
Publicado: #1880





Invitado






CITA
Anticorrupción investiga la compra de un chalé en Somió por el presidente guineano

Teodoro Biyogo, cuñado del mandatario, adquirió en 2001 la vivienda en la urbanización Verdesol con dinero de supuestos sobornos de petroleras

LaNuevaEspaña
Miércoles 10 de diciembre de 2008
M. C.


La fiscalía anticorrupción está analizando la querella que la Asociación Pro Derechos Humanos de España ha presentado contra once familiares del presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, por el supuesto blanqueo en España de 26,5 millones de dólares procedentes de supuestos sobornos de petroleras estadounidenses al mandatario de la antigua colonia española, según una información que ayer publicó el diario «El Mundo». El blanqueo se hizo entre los años 2000 y 2003 mediante la compra de inmuebles, uno de ellos un chalé en Gijón, en la urbanización Verdesol del barrio de Fuejo, en Somió.

La compra del chalé, con una parcela de 600 metros cuadrados, se escrituró el 15 de mayo de 2001 a nombre de Teodoro Biyogo, que es cuñado de Obiang y embajador en Brasil de Guinea Ecuatorial.

La vivienda gijonesa fue adquirida cuatro días después de que se hiciera una transferencia de 1.349.700 dólares desde la cuenta de petróleo de Guinea Ecuatorial en el Banco Riggs, de Washington, Estados Unidos, a la cuenta de la sociedad Kalunga Company, S. A. del Banco Santander en Madrid. Según la querella, el dinero de esa transferencia se podría haber destinado a la adquisición del chalé de Somió y a dos viviendas más en Madrid (a otro chalé en Alcalá de Henares y un piso en Móstoles). Los otros inmuebles supuestamente adquiridos por familiares de Obiang con dinero procedente de una cuenta bancaria del Estado guineano son dos pisos más en la comunidad de Madrid (Móstoles y Torrejón de Ardoz), un garaje en Madrid y otro en Móstoles y un apartamento y un garaje en Las Palmas de Gran Canaria.

La querella de la Asociación Pro Derechos Humanos de España se basa en una investigación realizada en colaboración con la Fundación Soros y la Open Society Institute. También recoge datos del informe elaborado en junio de 2004 por el Senado de Estados Unidos sobre blanqueo de dinero y corrupción extranjera, que descubrió las cuentas que tienen en el Banco Riggs el Gobierno de Guinea Ecuatorial, altos cargos del mismo y familiares de Obiang destinadas al blanqueo de capitales por la malversación «practicada en ese país», según el informe del Senado estadounidense.

Según ese informe, el Banco Riggs ayudó a Obiang y a sus hijos a crear dos empresas fantasma, Kalunga Company y Apexside. Según la querella, los fondos que se transfirieron al Banco Santander y con los que supuestamente se compró el chalé de Gijón, entre otros inmuebles, procedían de supuestos pagos ilícitos de las petroleras estadounidenses Exxon Mobil y Maraton, para poder explotar petróleo en Guinea.



http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pR...idente-guineano


Un chale en Somio. Aqui no se respeta nada y seguro que despues se habran ido a La Pondala a comer menestra, arroz con bogavante y roastbeef. Y de postre arroz con leche.
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Invitado_Julian Navascues_*
mensaje Dec 10 2008, 11:55 AM
Publicado: #1881





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Lo que pasa en el Congo oriental


Miguel Fernández-Palacios M


POLÍTICA EXTERIOR
Núm. 121
Enero / Febrero 2008


Un 80 por cien de las reservas mundiales de coltán está en África, la mayor parte en los Kivus de la República Democrática del Congo. Milicias hutus, tutsis y de diversa composición étnica se reparten el territorio y protagonizan una nueva guerra en los Grandes Lagos.

Te lo pido por favor, de rodillas, sólo por esta vez: publica algo, lo que sea, para contar al mundo lo que pasa en el Congo oriental”. Esta súplica no provenía de la dirección de POLÍTICA EXTERIOR, pidiéndome una colaboración sobre la situación en la República Democrática del Congo (RDC) y, más concretamente, sobre la crisis –la permanente crisis– del este del país. No. Es el ruego de Bruno Salvador –Salvo para sus pocos amigos y muchos enemigos–, el personaje de John Le Carré en La canción de los misioneros, a Penélope, su mujer, periodista de éxito en uno de los grandes diarios británicos.


Pero, ¿qué pasa en el Congo oriental? ¿Qué es lo que debe conocer el mundo? ¿Por qué no terminamos de entender en Europa la crisis de la parte oriental de este inmenso país? ¿Por qué la RDC aparece y desaparece de los informativos de todo el mundo sin que seamos conscientes de cuáles son los motivos por los que aparece y desaparece? ¿Por qué desde nuestro Occidente, tan preocupado a veces y tan despreocupado otras, seguimos sin entender –o quizá sin querer entender– lo que sucede en un país casi inabarcable? Las respuestas a estas preguntas no son sencillas.


En las próximas páginas intentaré contar “lo que pasa en el Congo oriental”, una región que no conoce la paz desde hace más de una década, donde términos como asesinato, violación, extorsión, mutilación, niños-soldado, desplazados o pillajes forman parte del vocabulario diario de millones de congoleños. Lo que pasa hoy en una región en la que, desde diciembre de 2006, se registra casi medio millón de desplazados internos –cifras éstas que convierten en estadística menor las de otras crisis humanitarias que sí merecen nuestra atención mediática y política–. Lo que pasa en una región donde la violación, y otras formas de violencia sexual, se ha consolidado como la más potente de las armas de guerra, en la medida en que a través de ella, y combinada con toda clase de abusos y mutilaciones, se logra, en palabras de Amnistía Internacional, “intimidar, conquistar y controlar a las mujeres y a sus comunidades”. Lo que pasa hoy en una región en la que los intereses puramente económicos y comerciales se disfrazan de conflictos étnicos. En definitiva, lo que pasa en una región cuya pacificación se ha convertido en el principal desafío del gobierno democrático de la RDC, presidido desde diciembre de 2006 por Joseph Kabila.


Situada en el corazón de África y con enormes recursos minerales en su subsuelo, la RDC es, por extensión, potencial económico y situación geoestratégica, un país crucial para el futuro del continente y, más concretamente, de la región de los Grandes Lagos. Sin embargo, la historia de este inmenso país desde su independencia, en 1960, no ha sido pacífica: a un convulso proceso de independencia, con procesos secesionistas internos, le siguió una larga dictadura que culminaría con dos guerras devastadoras. El hartazgo nacional e internacional a una situación insostenible y en la que la población civil –como suele ser habitual– era la principal víctima, aceleró un proceso de transición a la democracia en el que fue determinante el compromiso de la comunidad internacional. De hecho, la celebración a finales de octubre de 2006 de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y de los comicios legislativos puso fin a un proceso de transición iniciado en 2002, tras la firma de una serie de acuerdos de paz y transición política entre los contendientes de la denominada “primera guerra mundial africana” (1998-2003). Este conflicto bélico, en el que participarían hasta ocho países africanos, se saldaría con un balance humanitario devastador: casi cuatro millones de muertos, tres millones de desplazados internos, violaciones masivas de los derechos humanos y destrucción de las pocas infraestructuras útiles del país. Con la aprobación, el 18 de diciembre de 2005, de la Constitución de la República y la celebración de las elecciones presidenciales en 2006 culminaba, al menos parcialmente, un proceso de transición extremadamente complejo.


Hoy, el nuevo Congo democrático tiene multitud de retos: la lucha contra la corrupción, la reforma del sector de seguridad, la construcción de infraestructuras viales, sanitarias y educativas, la creación de un sistema judicial sólido capaz de acabar con la impunidad o la lucha contra la exclusión y la pobreza. Pero la pacificación del este del país se está convirtiendo en el
desafío más acuciante para las autoridades de Kinshasa. El Este no es un problema. El Este es el problema. El problema que impide, limita y condiciona el resto de las acciones de gobierno que las autoridades de la RDC tienen que poner en práctica, sin mayor dilación, para hacer frente a los desafíos planteados.


Pero volvamos al inicio: ¿Qué es lo pasa en el Congo oriental? ¿Por qué la opinión pública europea permanece indiferente ante unos hechos cuyas cifras sólo invitan al escalofrío y al horror? La respuesta –al menos a esta última pregunta– parece sencilla: la crisis del este de la RDC es demasiado compleja; en ella intervienen multitud de actores nacionales e internacionales y en ella confluyen intereses de diversa naturaleza –económicos, políticos, étnicos, geoestratégicos–. Demasiados elementos, componentes, intereses, actores. Demasiadas complicaciones que no hacen atractivo el seguimiento de una crisis en un continente que, salvo en casos muy concretos y por un escaso periodo de tiempo, no despierta la atención de las opiniones públicas de Occidente. Si a estos hechos añadimos una agenda internacional saturada (la crisis nuclear iraní, el futuro de Oriente Próximo tras la reunión de Annapolis, las nuevas tensiones entre Rusia y Occidente, las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, el cambio climático, las amenazas globales del terrorismo yihadista, Afganistán o Irak), encontraremos la causa de la indiferencia, si no indolencia hacia esta crisis, por parte de nuestras opiniones públicas y publicadas.


La falta de articulación de fuerzas armadas y policía


Una de las prioridades de las autoridades congoleñas –si no la máxima prioridad en un país de prioridades– es la reforma del sistema de seguridad nacional para lograr que ejército y policía pasen a cumplir las funciones que le son propias en los Estados democráticos y de Derecho. Pasar, en definitiva, de un ejército desorganizado, mal preparado y peor equipado a unas fuerzas armadas y una policía nacional profesionales, neutrales y con vocación de servicio a la sociedad. La comunidad de donantes tiene como prioridad absoluta esta reforma y dedica grandes esfuerzos y fondos a la tarea. Occidente es consciente de que sin seguridad, no hay desarrollo y que todos los procesos de reformas estructurales iniciados no pueden culminar con éxito si no se dota al país de una sólida arquitectura nacional de seguridad.


Es precisamente en el este del país donde las limitaciones de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) se manifiestan claramente. A la falta de preparación y de estructura de mando y control, se suma la escasez de los medios más elementales –armamento, munición, combustible–, sin olvidar un hecho determinante: los soldados no recibían hasta hace poco de forma periódica y regular sus salarios (la inexistencia de un sistema de retribuciones independientemente de la cadena de mando hacía que la tropa no cobrara, por lo general, sus salarios a fin de mes), lo que les llevaba a utilizar, en algunos casos, sus armas reglamentarias para realizar asaltos, saqueos, extorsiones y robos…


Por otro lado, el proceso de integración en las FARDC de elementos provenientes de los antiguos grupos armados –proyecto casi obsesivo de la comunidad internacional tras la firma de los acuerdos de paz y con resultados discutibles– ha sido un fracaso en la región de los Kivus. Frente a la fórmula del brassage (integración y despliegue) que ha primado en gran parte del país, en los Kivus ha imperado, por un criterio político demasiado preocupado por los resultados a corto plazo, la fórmula del mixage (integración sin despliegue), lo que llegó a determinar que las brigadas integradas de las FARDC estacionadas en ambas provincias llegaran a estar controladas, prácticamente en su totalidad, aunque desde fuera, por un general que no respondía al Estado Mayor de las FARDC: el general tutsi disidente Laurent Nkunda. A Nkunda me referiré posteriormente.


Multiplicidad de grupos armados


Especial atención debemos dedicar a los grupos armados que operan en ambas provincias y en el norte de las mismas: Provincia Oriental y, en particular, el territorio de Ituri. Se trata de grupos armados de diverso origen étnico y geográfico que constituyen una auténtica galaxia de hombres en armas que responden a intereses diversos, si bien las reivindicaciones étnicas o políticas que pudieran perseguir en el momento de su creación han evolucionado a planteamientos de defensa de intereses de carácter puramente económico. Los más destacados –el orden expositivo no lo es de importancia– son los siguientes:


– Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR). Se trata de una milicia hutu anti-Kigali, también conocida como ex FAR-interhamwe, ya que históricamente su composición la garantizaban ex soldados ruandeses de las Fuerzas Armadas de Ruanda (FAR) y milicianos interhamwe, responsables ambos del genocidio ruandés de 1994. Actualmente lo forman hutus ruandeses y congoleños que operan en el territorio de los Kivus y que lanzan sus ataques tanto contra intereses ruandeses como contra las tropas e intereses de Nkunda. Kinshasa los ha tolerado históricamente, en la medida en que a través de las FDLR se evitaba un enfrentamiento directo con Kigali. Las FDLR han sido y siguen siendo una especie de cordón sanitario de la RDC en sus complicadas relaciones con Ruanda. De hecho, algunas fuentes han llegado a afirmar que las FDLR apoyaron militarmente en el pasado a las FARDC en sus operaciones contra Nkunda. Son conocidos sus abusos contra la población local (violaciones, chantajes, robos) y la explotación ilegal de minerales para su financiación.


– Interhamwe. Si bien es cierto que gran parte de ellos están integrados en las FDLR, algunos siguen operando de forma autónoma en los Kivus y, en particular, en el Kivu Sur, donde desempeñan el papel de retaguardia del FDLR.


– Fuerzas Nacionales para la Liberación de Burundi (FNL, en sus siglas en francés). Movimiento de etnia también hutu cuya presencia en la RDC es actualmente limitada. Se han denunciado numerosos delitos cometidos por el FNL en colaboración con fuerzas Mai-Mai y, de hecho, su presencia en el Kivu Sur constituye un grave riesgo para la comunidad banyamulengue –tutsis congoleños–. Se estima que el número de sus efectivos oscila entre los 1.000 y los 3.000 y que menos de 300 estarían desplegados de forma irregular en el Kivu Sur. A pesar del acuerdo firmado en septiembre de 2006 por el FNL con las autoridades de Burundi, la desmovilización acordada no es total, de forma que algunos elementos seguirían activos en el este de la RDC.


– Consejo Nacional para la Defensa de los Pueblos (CNDP). El CNDP, la milicia tutsi más importante, es el nombre del partido político del general disidente Nkunda. Éste, un tutsi con importantes conexiones en Kigali, manda sobre unos 10.000 hombres en ambos Kivus. En el CNDP confluyen tutsis ruandófonos –provenientes del Kivu Norte y de Ruanda– y banyamulengues –tutsis congoleños–. Los analistas coinciden en que en los últimos meses el apoyo de algunos actores ruandeses a los hombres de CNDP ha sido muy activo. Ese apoyo sería de diversa naturaleza: desde económico o de material hasta humano, fomentando, según algunas fuentes, que jóvenes ruandeses crucen la frontera y se alisten en el CNDP de Nkunda. Evidentemente las autoridades de Kigali niegan estas acusaciones. Sin embargo, no cabe duda de que los tutsis del CNDP garantizan que las FDLR y los interhamwe –ambos grupos de etnia hutu– no crucen la frontera entre la RDC y Ruanda y permanezcan –¿por cuánto tiempo?– en territorio congoleño. No olvidemos que el presidente tutsi de Ruanda, Paul Kagame, dirige un país con una composición étnica en la que su grupo no es el mayoritario. De hecho, un 85 por cien de los ruandeses son hutus, un 14 por cien tutsis y un uno por cien pigmeos twa. Nkunda y sus fuerzas, los tutsis del CNDP, hacen de parachoques y sus enfrentamientos con los hutus de las FDLR tienen lugar fuera de las fronteras ruandesas. Tampoco olvidemos que el enfrentamiento FDLRCNDP (hutus-tutsis) tiene un origen étnico que esconde numerosos intereses de carácter económico. Por el momento, valga un apunte: esta crisis no puede ser entendida sin tener en cuenta el papel de las milicias que operan en el este de la RDC en la explotación ilegal de coltán y otros minerales.


– Banyamulengue (literalmente “habitantes de Mulenge”, munyamulengue, en singular). Son tutsis de origen ruandés asentados en el Kivu Sur desde finales del siglo XIX. Si bien gran parte de los banyamulengues se encuentran integrados en el CNDP de Nkunda, también hay disidentes banyamulengues que operan autónomamente. Los enfrentamientos de éstos –operando de forma autónoma o en el CNDP– con las FARDC son frecuentes en ambas provincias.


– Mai-Mai o Mayi-Mayi. Mención aparte merecen estas milicias tribales de autodefensa creadas por Laurent Kabila, padre del actual presidente, a raíz de la guerra de 1998, y cuyo objetivo era defender las aldeas apartadas de las incursiones tutsis y ruandesas. Siguen operativos, aunque su cometido actual es dar protección a determinadas explotaciones mineras, y su presencia es significativa en Kivu Sur, Maniema y la Provincia Oriental. A su vez, dentro de estas milicias, pueden distinguirse diversos componentes, entre los que destacan Jackson Mai-Mai, con vínculos con las FDLR, y los Fontaine Mai-Mai, vinculados a Nkunda. Otros grupos Mai-Mai son los Baleine Mai-Mai, que operan en Kivu Norte, los Alexander Mai-Mai, los Vurondo Mai-Mai, los Gideon Mai-Mai, o los Simba Mai-Mai. Todos estos grupos armados están acusados de numerosas violaciones de los derechos humanos. Los Mai-Mai carecen de una dirección centralizada.


– Fuerzas Democráticas Aliadas de Uganda/Ejército Nacional de Liberación de Uganda (ADF/NALU, en sus siglas en inglés). Se trata de un grupo armado de origen ugandés que opera, fundamentalmente, en la Provincia Oriental y, en ocasiones, al norte de ambos Kivus. Sus acciones se dirigen contra el régimen de Kampala y su presencia en la RDC es excusa frecuente para justificar la incursión de tropas ugandesas en territorio congoleño. Sus enfrentamientos con las FARDC son consecuencia de los intentos de éstas por expulsarlos de territorio congoleño.


– Ejército de Resistencia del Señor (LRA, en inglés). Es una milicia ugandesa que opera, en ocasiones, desde territorio congoleño contra el régimen de Yoweri Museveni en Uganda. Si bien desde 2003 se encuentran en una fase de declive y en junio de 2007 firmaron con el gobierno de Kampala el Acuerdo sobre Principios Básicos de Reconciliación y Responsabilidad, disidencias internas y dificultades en la culminación del proceso de paz mantienen al LRA operativo. Por otro lado, cabe señalar que Unicef ha denunciado sus frecuentes secuestros de niños para ser utilizados como niños-soldado o esclavos sexuales. Sus enfrentamientos con las FARDC son, una vez más, consecuencia de los intentos del ejército regular congoleño de expulsarlos de su territorio.


Los citados serían los ocho grupos armados principales pero, junto a éstos, existe una constelación de pequeños grupos que siguen operativos en los dos Kivus y en el territorio de Ituri. Dentro de los que podríamos denominar “grupos menores” destacan seis. El Frente de Resistencia Patriótica de Ituri (FRPI), en el que, a su vez, se distinguen dos facciones: el FRPI-Yuda, con vínculos con el CNDP de Nkunda, y el FRPI-Cobra Matata que opera autónomamente. El Frente de Nacionalistas e Integracionistas, milicia de la tribu Lendu que opera en Ituri. Los Rastas, grupo armado que opera en Kivi Sur y cuyo origen parece ser una disidencia interna del FDLR. Las Naciones Unidas los considera responsables de gravísimas violaciones de derechos humanos en la más meridional de las provincias del Kivu. Los Mboboro, milicia activa en la Provincia Oriental y, en particular, en tres territorios de ésta. Los Rahiya Mutumboki, grupo armado desplegado en Kivu Sur, con vínculos con los Mai-Mai y acusados, asimismo, de violaciones de los derechos humanos. Y el Movimiento Revolucionario del Congo (MRC) con lazos con el FNL y el CNDP. Junto a ellos, aparecen otros mucho menores y con vinculaciones territoriales concretas –operan en una aldea o conjunto de ellas– que conforman, junto a los principales, una auténtica sopa de siglas.


Un subsuelo demasiado rico en un país sin Estado


Pero la “pluralidad” mencionada de grupos armados tiene una razón de ser específica. La riqueza del subsuelo en la que operan. Los objetivos políticos o étnicos que determinaron, en su día, la creación de estos grupos armados han dejado paso hoy a la defensa de intereses de carácter económico-comerciales como causa última de existencia de los mismos. Difícilmente puede entenderse esa diversidad de actores si los Kivus tuvieran un subsuelo pobre.


Al oro y la casiterita hay añadir el preciado coltán. La utilización de este mineral estratégico –coltán es la contracción de columbita-tantalita– es esencial en las nuevas tecnologías. Está presente en los teléfonos móviles y en los misiles balísticos, pero también en diferentes elementos de la ingeniería aeroespacial, en los airbags de los coches o en las consolas de videojuegos. Los microprocesadores, las baterías, los microcircuitos o los condensadores de los componentes electrónicos de todos los elementos citados necesitan de este superconductor de energía capaz de soportar grandes cambios de temperatura. El 80 por cien de las reservas mundiales de este mineral se encuentra en África, y en su gran mayoría en los Kivus. En definitiva, en el control de los yacimientos de este mineral estratégico para las nuevas tecnologías está la razón última de la existencia de una galaxia de grupos armados en el este de la RDC. Un dato resulta esclarecedor: el despliegue territorial de los grupos coincide con los principales ejes de producción minera en los Kivus.


Uno de los catalizadores de la crisis en el este de la RDC son los intereses comerciales de algunas multinacionales occidentales. Los principales asentamientos tanto de las fuerzas de Nkunda como del FDLR se encuentran precisamente en el corredor económico y de explotación minero de los Kivus. A diario despegan una multitud de pequeños aviones desde el aeropuerto de Goma y de otras pistas diseminadas en el territorio. Es curioso que Ruanda sea uno de los principales exportadores mundiales de coltán, cuando su producción nacional es mínima. Y todos estos movimientos se producen sin control aduanero alguno. Es evidente que el coltán, el oro o la casiterita no se venden solos en los mercados occidentales. Los grupos armados controlan y garantizan la seguridad de las explotaciones mineras y la salida de los minerales a las rutas internacionales. Otros –¿quiénes?– garantizan la puesta en los mercados internacionales de esos minerales. De hecho, la dependencia mundial de la producción de coltán en los Kivus es de tal magnitud que en 2000 la multinacional japonesa Sony tuvo que retrasar el lanzamiento de la consola Play Station 2 debido a la escasez de coltán en el mercado, en un momento crítico de las operaciones militares en ambos Kivus durante la “primera guerra mundial africana”.


La falta de vertebración nacional en la RDC es un elemento que no puede dejarse de lado en este análisis. En los Kivus, simplemente, no hay Estado. Kinshasa está demasiado lejos y, si la ausencia de Estado es patente en la capital de la república, en los Kivus su inexistencia es total. Ni control de fronteras, ni seguridad ciudadana, ni seguridad social, ni sanidad pública, ni infraestructuras viales, sociales, sanitarias o educativas básicas. El Estado es la gran asignatura pendiente del Congo democrático. Esta ausencia de Estado es aprovechada por Nkunda y sus seguidores para establecer una administración paralela a la de Kinshasa (recaudación de impuestos, seguridad, servicios sociales, etcétera) en las zonas que controlan.


¿Y las soluciones?


Hasta aquí hemos visto los catalizadores de una crisis donde la población civil es la principal víctima: asesinatos étnicos; más de medio millón de desplazados internos en los últimos meses, según la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA); más de un millar de violaciones denunciadas mensualmente –la gran mayoría de los abusos sexuales no son ni siquiera denunciados–, según datos del Comité Internacional de la Cruz Roja; la extorsión y el robo como forma de vida… ¿Hay solución? ¿Qué puede hacer el presidente Kabila? ¿Y la comunidad internacional?


Afrontar una crisis tan compleja exige la intervención coordinada de numerosos actores, internacionales, regionales y nacionales. Todos ellos deben perseguir –incluso por un interés egoísta– un único objetivo: el reforzamiento de la RDC como Estado, para que la ley se imponga en cada una de las aldeas de esas alejadas provincias. Estado que recaude impuestos, porque sólo hay desarrollo con impuestos, que preste servicios sociales básicos como salud o educación, que no tolere las violaciones a los derechos humanos ni la impunidad, que no permita que la corrupción generalizada acabe con un proyecto de nación. Asimismo, es necesario que el Estado cuente con un ejército profesional y dotado, capaz de impermeabilizar las propias fronteras nacionales, y unos cuerpos y fuerzas de seguridad garantes de los derechos fundamentales y las libertades públicas de los congoleños. Estado, en definitiva, que ejerza de Estado.


En un país en el que todo está por hacer y en el que todo son prioridades, el escaso año transcurrido desde la toma de posesión de Kabila –el 6 de diciembre se celebró el primer año de esta III República– no ha sido tiempo suficiente para construir un esquema institucional como el que el país necesita. Aunque tímidamente, los primeros pasos empiezan a darse.


La comunidad internacional ha desempeñado en todo el proceso de transición a la democracia un papel esencial. A través de tres polos de acción preferentes –ONU, Unión Europea y Suráfrica– ha sabido ayudar a poner las bases de lo que hoy es la democracia congoleña. Los pasos coordinados de estos tres actores permitieron el desarrollo de un complejísimo proceso electoral en un país sin infraestructuras. Los fondos de la UE, la logística de la ONU, el esencial acompañamiento político de Suráfrica –que aportó también fondos al proceso– y de la Unión Africana permitieron el desarrollo de unas elecciones legislativas y presidenciales en las que pocos confiaban cuando en 2003 se firmaron los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra y abrieron un proceso de transición en el que las partes del conflicto adquirían un particular protagonismo político que incluía responsabilidades de gobierno.


Ahora, una vez alcanzada la meta –la celebración de las elecciones y la organización de los comicios locales previstos para el próximo verano–, la comunidad internacional no puede desentenderse de un necesario proceso de consolidación democrática. Consolidar la democracia no es otra cosa que consolidar el Estado en la RDC. Las elecciones no hacen la democracia, son parte de ella. Queda, posiblemente, lo más difícil: ayudar a las autoridades legítimas del país a construir un sistema institucional que, a través de su eficacia, sea garante de derechos y libertades para todos los congoleños. El esfuerzo político y financiero de la UE en las elecciones de 2006 poco sentido tendría si no se redoblara en la actualidad para garantizar la viabilidad de la democracia congoleña mediante la consolidación de los resortes de poder estatal. Ese nuevo esfuerzo es esencial para la RDC, pero también para la Unión. El fracaso de la democracia congoleña sería un enorme fracaso para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión. La UE, consciente del desafío, ha elaborado un 10º FED que responde a las necesidades de construcción del Estado. Se precisa un apoyo institucional en todas sus vertientes –ejército, policía, justicia, sistema tributario, educación, empleo, sanidad, infraestructuras– como requisito para la consolidación de un Estado que no debe limitarse a garantizar su presencia en la capital de la república, sino en todo el territorio.


La aportación española


España no ha permanecido al margen del compromiso internacional con la RDC. Por ello, el país está incluido en el Plan África –que identifica los objetivos de la acción exterior española en África subsahariana para 2006, 2007 y 2008– como País de Especial Seguimiento (PES), categoría que engloba a los Estados en los que España apuesta de manera activa, con iniciativas y esfuerzos concretos, en los procesos de transición política y de normalización democrática. Un ejemplo de este compromiso con la RDC fue el despliegue entre julio y diciembre de 2006 de una compañía reforzada de La Legión en el marco de la fuerza europea (Eufor) de apoyo al proceso electoral. El trabajo de los legionarios, particularmente durante los combates de los días 20, 21 y 22 de agosto, fue reconocido por todos. Sin su intervención en la crisis de agosto, posiblemente la segunda vuelta de las elecciones presidenciales no hubiera tenido lugar.


Por otro lado, el vigente Plan Director de la Cooperación Española considera a la RDC como País de Atención Especial (PAE). De hecho, hemos pasado en los últimos cuatro años de contar con una cooperación no reembolsable de carácter meramente testimonial a más de 20 millones de dólares anuales en la actualidad, bien a través de la financiación directa de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), bien con fondos de la AECI canalizados por los organismos y agencias especializadas de la ONU, o a través de las cooperaciones descentralizadas.


El compromiso está muy presente en el este del país. Con financiación de la AECI, Unicef está ejecutando proyectos de lucha contra la violencia sexual y el VIH/sida en la región (tres millones de dólares); el Programa Mundial de Alimentos (PMA) garantiza la seguridad alimentaria de miles de desplazados internos afectados por el conflicto armado (dos millones de dólares); el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo lleva a cabo un ambicioso plan de desmovilización y reintegración de ex combatientes en Ituri (un millón de dólares); y OCHA gestiona un fondo común para la ayuda humanitaria en RDC que socorre a los más desfavorecidos de esa parte del país y al que España acaba de aportar cinco millones de dólares. A estas cantidades habría que añadir los más de seis millones de dólares de la AECI a proyectos de ONG españolas que trabajan en la protección de menores afectados por el conflicto, en ámbitos como violencia sexual, educación, desarrollo agropecuario y proyectos sociales o de salud. Evidentemente podemos hacer más, pero España se ha convertido en muy poco tiempo –así lo reconocen el gobierno de Kinsasha y la comunidad de países donantes– en referente de compromiso y solidaridad en la RDC, y en el este del país en particular.


Un futuro estable para la región


Junto a los actores internacionales, es preciso que los regionales sean conscientes del papel que les corresponde en la estabilidad de la democracia congoleña. Quizá algunos puedan sacar tajada de la inestabilidad de este inmenso país, pero no cabe duda de que los beneficios lo serán a muy corto plazo. La estabilidad de la RDC es esencial para el futuro de la región. En este sentido, hay que reconocer que algunos pasos importantes se han dado, si bien aún queda mucho por avanzar. Los acuerdos y consensos alcanzados en diálogos políticos como los que se desarrollan en el marco del denominado “Tripartito Plus”, foro en el que además de Uganda, Ruanda, Burundi y la RDC, intervienen la UE, EE UU y la UA, o el Comunicado Conjunto de Nairobi, del 9 de noviembre entre la RDC y Ruanda para poner fin a la crisis en los Kivus, son avances en la buena dirección.


No obstante, el revés sufrido por las FARDC durante diciembre en sus combates contra los tutsis del CNDP no invita al optimismo a corto plazo. Sin embargo, ese revés debe servir de revulsivo para que todos los que consideran –consideramos- que sólo a través de la fórmula “Estado” –Estado garante de seguridad, de fronteras y de derechos de las minorías– se puede llegar a una solución duradera, tomen cartas en el asunto y apuesten decidida y definitivamente por construir el armazón de Estado, de Estado democrático, que este nuevo Congo necesita.


Por último, una mención a la labor que cabe esperar de los actores internos. Comenzando por la oposición, la sociedad congoleña desea un ejercicio responsable de su acción política. Con los espacios de oposición adecuados –y esto corresponde garantizarlo al propio gobierno–, los partidos deben saber combinar los conceptos de control y responsabilidad. Que el control al ejecutivo sea responsable y que su acción sea de aportación permanente al proceso de construcción estatal.


Por su parte, el gobierno de Kabila tiene ante sí numerosos retos. En este primer año, aún no se ha avanzado lo suficiente en el proceso de reformas. El compromiso del presidente –reiterado en su discurso ante el Parlamento congoleño con ocasión del primer aniversario de su toma de posesión– de luchar contra la impunidad, perseguir a los violadores de los derechos humanos –particularmente, a los que cometen estos abusos desde dentro del ejército– y acabar con los grupos armados que impiden la estabilidad de la III República debe ser bienvenido.


Kabila sabe que sólo haciendo palpable la presencia del Estado en ambas provincias orientales se puede garantizar la paz y, posteriormente, el desarrollo. Pero sabe también que la fórmula es global: no hay solución parcial a la crisis. Es decir, no hay solución duradera si ésta se basa en expulsar a los miembros del CNDP de los Kivus permitiendo que los hutus de las FDLR ocupen sus posiciones. No hay solución si ambos grupos son expulsados o desmovilizados del territorio de ambas provincias mientras permanezca armada la constelación de otros grupos. No hay solución si el Estado no asume una obligación esencial a todo Estado multiétnico de defensa de sus minorías, eso sí, minorías desarmadas, pero efectivamente protegidas.


La solución ha de ser global y la comunidad internacional no puede permitir que el gobierno de Kinshasa fracase en su búsqueda. Si lo permitiéramos, estaríamos garantizando la inestabilidad –que probablemente dure lustros– de la RDC y de toda la región de los Grandes Lagos.


Miguel Fernández-Palacios M. es diplomático.

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Invitado_Katharina Von Strauger_*
mensaje Dec 10 2008, 03:11 PM
Publicado: #1882





Invitado






¿El Haití africano?

Aprender de los errores del pasado

Juan Velarde Fuertes


POLÍTICA EXTERIOR
99. Mayo / Junio 2004




Cuando tomé contacto físico con Guinea Ecuatorial en 1962, en los preludios de la independencia, resplandecía su alto nivel de consumo, público y privado. Me correspondió la responsabilidad, como presidente de la Comisión del Plan de Desarrollo Económico y Social de Guinea Ecuatorial, de calcular, por primera vez, sus macromagnitudes esenciales, con la ayuda del estadístico facultativo Darío Martínez Esteras y del economista del Estado Rafael de Cossío. Ratificaban lo que se contemplaba en las entonces “dos provincias”, y especialmente en la de Fernando Poo.


Todo esto se encuentra en el volumen Plan de desarrollo económico de la Guinea Ecuatorial (comisaría del Plan Económico y Social. Presidencia del gobierno, 1963), con dos largos artículos míos de complemento. Uno titulado “Problemas de empleo en Guinea Ecuatorial”, que apareció en el número 2 (1964), de la Revista de Trabajo, y otro, “El Plan de Desarrollo económico y social de Fernando Poo y Río Muni”, que se publicó en un número especial (julio 1964), de Archivos del Instituto de Estudios Africanos.


La descolonización se hizo mal. Alguna vez habrá que contar por qué el tirano, Francisco Macías Nguema, se hizo con el poder. Cuando fue depuesto, tras el llamado “golpe de libertad”, por el actual presidente, Teodoro Obiang Nguema, dejaba como fruto de su política un país hundido en la miseria. Con la información que existía me fue posible redactar dos ensayos. Uno, largo, que se publicó en el Boletín de la Real Sociedad Geográfica, enero-diciembre 1979, pensando en el futuro, que titulé “Problemas económicos de Guinea Ecuatorial”. Después hubo otro, más breve, basado en un libro qué entonces parecía de cierto interés, que apareció en Ya (23 de agosto de 1980) y que también pensaba en el futuro. Cuando pasó este país del área de la peseta a la del franco CFA, en la reunión franco-española –asombrosamente, para los que saben un poco de historia– de La Granja de San Ildefonso, a causa, daba la impresión, de una exigencia francesa que se relacionaba con nuestro ingreso comunitario, o quizá con la lucha contra el terrorismo de ETA, llamé la atención sobre lo que podía suceder después, casi con un grito de angustia, en el editorial en Ya“¿Adiós a Guinea Ecuatorial?”. Finalmente, preocupado por ciertas tendencias que podrían asentarse en Guinea Ecuatorial, recopilé, como una especie de escalofriante enseñanza del pasado para el futuro, todas las numerosas informaciones que había recogido como representante del gobierno español en las dos visitas que hice a este país nada más caer Macías, y las publiqué, bajo el título de “La economía del terror ”en el tomo Homenaje al profesor Sampedro (Fundación Banco Exterior,1987), ensayo que de algún modo se relaciona con mi editorial en ABC (4 de marzo de 1987).


Después vino lo que algunos habíamos profetizado muchos años antes: la conversión de Guinea Ecuatorial en uno de los países más ricos en hidrocarburos, con lo que experimentó un choque que todos esperábamos que hubiera servido para convertir a esta nación en una maravilla de la costa occidental africana. Sin embargo, como se comprueba, la evolución del PIB –una de las más altas del mundo– provocada por el alza por la extracción de las empresas petrolíferas que allí tienen concesiones no parece marchar paralela con el bienestar material de sus habitantes.


En la etapa de la administración española hubo un buen desarrollo del PIB por habitante. En 1950, el PIB por habitante ecuatoguineano, con 540 dólares internacionales Geary-Khamis de 1990, era el 25,6 por cien del español. En 1968, al otorgar España su independencia, este PIB por habitante fue de 1.424 dólares. Su porcentaje respecto al español era un 25,5 por cien. Como España, tuvo en esta etapa (1950-68), un ritmo vivísimo de progreso económico, al mantenerse su diferencial con Guinea Ecuatorial, se prueba que en este país también existía un fuerte desarrollo. A continuación, el mencionado régimen de terror de Macías, originó un derrumbamiento colosal entre 1969 y 1978. Incluso la caída de la población –que amortigua el descenso del PIB por habitante– se debió a una huida masiva provocada por la brutalidad de aquel régimen. La recuperación apareció en la etapa de la presidencia de Obiang, que en lo económico tuvo tres partes: la presidida por la reorganización del nkuele en el área de la peseta (1979-84); después, el ingreso de Guinea Ecuatorial en el área del franco CFA, que dio paso, en 1995, a la etapa de la explosión petrolífera hasta la actualidad.


Para poder explicar esta última, se deben sintetizar una serie de informaciones que dan sentido a las cifras. De ellas se desprende que, efectivamente, existe en estos momentos por parte del actual gobierno ecuatoguineano, el deseo de que, a través de diversos proyectos, el sector público sea un motor decisivo del desarrollo económico y social del país. Sin embargo, se observa que este deseo está empañado porque los proyectos efectivamente acometidos son escasos por un lado y, por otro, no han fructificado del modo que se esperaba, porque nunca se ha hecho ni seguimiento serio de los mismos, ni en aquéllos que suponían obras de infraestructura se ha financiado de modo correcto su mantenimiento.


La contestación a todo esto es bastante clara. Por un lado, existen serios problemas de ineficacia administrativa, no porque los funcionarios de la administración ecuatoguineana estén poco preparados, sino porque sobre ellos, rompiendo cualquier sentido de jerarquía y de orden, existe el poder de esa especie de PRI ecuatorial que es el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), que en realidad actúa como un partido único. Por otro, no es posible olvidar el alto grado de corrupción que existe. Los proyectos que deben desarrollarse por particulares se adjudican a dedo, en relación con amistades y, obviamente, en participaciones de lo conseguido por el empresario que logra la adjudicación de un proyecto. Lo que sí parece bastante claro es que las grandes multinacionales del petróleo, norteamericanas y francesas, no se encuentran sometidas a esa especie de protectorado del PDGE. Ha surgido así, con éstas y otras empresas– por ejemplo, las de la construcción– un dualismo: el mundo laboral y empresarial que no se encuentra sometido a las decisiones del PDGE y el que sí lo está.


Es necesario también tener en cuenta la tensión originada en una población muy compleja étnicamente, que intenta unificar una administración esencialmente controlada por una de esas etnias. Conviene recordar que no es posible entender los problemas ecuatoguineanos sin considerar esto. La presencia española, en el reinado de Isabel II, se vinculó, esencialmente, en colaboración en la isla de Fernando Poo –hoy Bioko– con la etnia bubi. Además de ésta, como consecuencia dé las relaciones con el Caribe español, en esta isla, y muy relacionada con la cultura europea, surgió un grupo negro, pero de arraigo americano y español. Pero igualmente, derivada de la llegada de inmigrantes del África británica –primero, sobre todo, de Sierra Leona y, al final, de Nigeria–, se creó otro grupo, que incluso ocupó puestos económicos y políticos muy importantes, denominado el “fernandino”.


Aparte de ello existe el grupo annobonés en esta isla –que por cierto habla un español perfecto– y con características culturales singulares, al que Macías intentó liquidar físicamente, con un claro designio genocida.


En el continente, en la zona de la costa, con contactos fuertes y tradicionales con Europa, se encontraba una serie de tribus que en su conjunto eran conocidas como los “pueblos playeros”. Precisamente en torno a algunos islotes de ese ámbito, es donde han surgido serios conflictos político-económicos, sobre todo con Gabón, para explotar sus recursos petrolíferos. En el resto del territorio, una etnia guerrera, que parece que comenzó a moverse hacia el Oeste a partir de la región de los Grandes Lagos en el siglo XVIII, el pueblo fang, es la que predomina. Tiene enlaces tribales con Gabón y Camerún y, siendo la misma etnia, se divide en dos fracciones: los okak y los ntumu. En algunos aspectos, es el grupo cultural y políticamente más africano, y también de él surgieron los núcleos políticos que capitanearon tanto la autonomía –recordemos al presidente Bonifacio Ondó–, como la independencia– en la figura de Macías– y el golpe de libertad, del que fue protagonista el actual presidente Obiang.


En estos dos últimos años, el núcleo del poder político más fuerte de esta etnia fang se agrupa en torno al denominado “clan de Mongomo”, por vincularse, en una red de parentescos y amistades muy tupida, con esta localidad, situada en la raya oriental limítrofe con Gabón, donde había sido alcalde, en la época de la provincia española de Río Muni, Macías.


Es preciso tener en cuenta todo esto, así como la existencia de algunas otras influencias, para comprender que un reto fundamental es conseguir que todos esos grupos, algunos de los cuales manifiestan claras tendencias separatistas, actúen conjuntamente, dado, además, lo reducido de su población, únicamente medio millón de habitantes.


Finalmente, en la realidad política construida tras la independencia, no existe seguridad jurídica en el sentido que se entiende en España. Todos los puestos políticos han de pasar por un finísimo tamiz creado por el aparato de información y vigilancia del sistema, control que es bastante eficaz. Aumentan estas coacciones cuando se aproximan las elecciones legislativas y presidenciales.


Esta inseguridad jurídica se acentúa por un alud de órdenes, normas, protocolos que sirven para aumentar el intervencionismo por parte de los mecanismos de control más absurdos, para que quienes los manejen los empleen para obtener ventajas. Así, se crea una cleptocracia basada en que el intervencionismo no tiene otro sentido que hacer posible que quienes ostentan él poder consigan rentas a través de sobornos.


El presidente Obiang se encuentra, pues, en una encrucijada. Si mediante una opción hacia una seria democracia destruye todas estas malas prácticas, quedará en la memoria de los ecuatoguineanos como alguien que impulsó la economía de este pequeño país, como hizo Lee Kuan Yew y el Partido de Acción Popular (PAP) desde1959, que han basado la enorme riqueza de ese opulento dragón oriental llamado Singapur en la limpieza y la eficacia administrativa, para aprovechar así su favorable situación geopolítica en el sureste asiático, exactamente como sucede en esa encrucijada de naciones y de riqueza petrolífera que centran las dos porciones mayores de Guinea Ecuatorial. Seguir como hasta ahora supone convertirse, a corto plazo, en otro Haití. Recordemos que desde hace 200 años, una mezcla de ineficacia, corrupción y terror, con periódicos “emperadores Jones” al frente, ha engendrado en el Caribe una de las zonas de mayor pobreza de todo el mundo.


Los errores del pasado aconsejan a Obiang seguir la senda de Lee Kuan Yew y apartarse de todo lo que significaron el presidente Jean Claude Doc Duvalier, sus tonton macutes y sus herederos, hasta la actualidad. Afortunadamente para Guinea Ecuatorial aún puede estarse a tiempo.


Juan Velarde Fuertes es consejero del Tribunal de Cuentas


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Invitado_Pepin_*
mensaje Dec 10 2008, 07:25 PM
Publicado: #1883





Invitado






Itziar Ruiz-Giménez
Presidenta de Amnistía Internacional España
Miércoles, 10 de Diciembre de 2008


En su 60 aniversario, la Declaración Universal de Derechos Humanos es una promesa traicionada. A pesar de los innegables avances que han tenido lugar desde 1948, los Gobiernos del mundo han fallado en su obligación de hacer realidad el disfrute de los derechos humanos para todas las personas. Itziar Ruiz- Gimenez lleva como activista de la sección española de Amnistía Internacional en casi 20 años habiendo trabajado en diversas áreas relacionadas con el refugio, inmigración, derechos de las mujeres inmigrantes, menores no acompañados, trata de seres humanos, racismo y discriminación, tortura y malos tratos por agentes del estado. Itziar ha charlado con los lectores de estos y otros asuntos.


CITA
Ataulfo16.
10/12/2008
13:34h



Ante un caso como el de Guinea Ecuatorial en donde las multinacionales campan a sus anchas; ¿Qué puede hacer un gobierno o un país ante el poder de las multinacionales? ¿Por qué se ocultan casos como el de Guinea en la prensa española? Gracias.

Pues puede hacer mucho. Primero no suboordinar su relación con ese gobierno a los intereses de esas empresas y presionar para que Obiang deje de reprimir a la oposición política pacifica, a los defensores DDHH, etc. Según puede exigir rendición de cuentas a esas empresas para que su actuación no vulnere los DDHH. Es muy importante que se adopten normas vinculantes para las empresas para que respeten los DDHH y el gobierno debe apoyar esa iniciativa en NNUU.


http://www.elpais.com/edigitales/entrevist...ar_Ruiz-Gimenez
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Invitado_Maripili_*
mensaje Dec 11 2008, 01:51 PM
Publicado: #1884





Invitado






CITA
Pro Derechos Humanos sospecha que Obiang tiene más propiedades en Asturias

11.12.08 -
J. A. GARCÍA
GIJÓN



La investigación judicial analizará el alcance del supuesto blanqueo de dinero en la región del presidente guineano


«Comprar inmuebles es una práctica común entre los dictadores», dice Manuel Ollé, presidente del colectivo denunciante


La investigación judicial determinará el alcance de la supuesta operación llevada a cabo por el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, para blanquear dinero, procedente del petroleo, a través de la compra de diversas propiedades en España y más concretamente en Asturias. Según se explicita en la denuncia presentada por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE), el presidente guineano utilizó la sociedad Kalunga Company para comprar propiedades en el Principado, Madrid y Canarias con el dinero que salía de forma irregular de su país. El presidente de este colectivo, Manuel Ollé, cree que existen razones para pensar que Obiang tiene «más propiedades» en Asturias.

En la documentación que estudia ya la Fiscalía Anticorrupción queda constancia de que once personas, entre familiares y dirigentes políticos afines, compraron propiedades en España entre los años 2000 y 2003 por un importe cercano a los 26,5 millones. En el caso de Asturias, en la denuncia consta que el presidente guineano habría adquirido supuestamente una vivienda unifamiliar en Gijón de 600 metros cuadrados, situada en la urbanización Verdesol, del barrio de Fuejo, en Somió.

«Van a salir más cosas», advierte Manuel Ollé, presidente de APDHE, que confía en que la investigación de la justicia profundice en este presunto caso de corrupción que tiene como protagonista a Teodoro Obiang. «Nosotros -prosigue- hemos puesto encima de la mesa el caso y ahora es el momento de dar un paso más y poner fin a este tipo de corruptelas».

El colectivo denunciante cree que de la investigación que desarrolle la policía judicial pueden salir «datos muy relevantes», ya que dispone de muchos más medios para indagar sobre las presuntas propiedades del dictador.

El inmueble que Obiang posee en Gijón figura a nombre de su cuñado, Teodoro Biyogo, que en la actualidad es representante diplomático de Guinea en Sudamérica, y de su esposa, Elena Mensa. La transacción se realizó en mayo de 2001. En apenas seis días se efectuó una transferencia bancaria desde una cuenta de Petroleo de Guinea Ecuatorial en el Banco Riggs a una cuenta a nombre de Kalunga Company, domiciliada en una sucursal del Banco Santander de Madrid, por un importe de 1.349.400 dolares. Un sistema que también se ha utilizado en otras adquisiciones llevadas a cabo en Madrid o Canarias. Además de Obiang, su sobrino y su hijo, son los únicos que tienen firma autorizada en la citada cuenta.

Ollé considera probable que el dictador tenga más de una posesión en Asturias. «Cuando alguien pone su punto de mira en un enclave determinado lo normal es que tenga más de una propiedad en esa zona y no una sola», explica el presidente de APDHE. No obstante, corresponderá a la Fiscalía Anticorrupción determinar si existen más propiedades de Teodoro Obiang en el Principado.

Adquirir propiedades para desviar fortunas es una «práctica común» desarrollada por los dictadores, expone Ollé, que toma como ejemplo la actuación llevada a cabo por Pinochet.

Corrupción y pobreza


Uno de los principales motivos de la pobreza es la extrema corrupción y malversación de los gobernantes. Así lo indica APDHE, que lamenta cómo un país con grandes recursos y con pocos habitantes como Guinea vive sumido en la pobreza, sin olvidar, asegura, la privación de las libertades y los derechos civiles de los ciudadanos.


http://www.elcomerciodigital.com/oviedo/20...g-20081211.html






CITA
L’eldorado immobilier des dictateurs africains


Tribune des Droits Humains
Genève
Switzerland
11 décembre 08


Deux ONG, Transparency International et Sherpa, révèlent l’étonnante collection d’appartements de luxe amassée à Paris par quelques chefs d’Etat au long cours


Sylvain Besson/Le Temps, Paris

Branle-bas de combat chez les potentats africains. Le dépôt d’une plainte isant leur patrimoine immobilier à Paris, pour « recel de détournement de fonds publics », suscite une prodigieuse irritation chez les chefs d’Etat concernés, le Gabonais Omar Bongo, le Congolais Denis Sassou Nguesso et l’Equato-Guinéen Teodoro Obiang, tous au pouvoir depuis des décennies.

D’où vient l’argent ?

« Ça les agace énormément », commente Antoine Glaser, directeur de la Lettre du continent , une publication spéSpamée. William Bourdon, l’avocat des ONG Transparency et Sherpa, à l’origine de la procédure, affirme même avoir reçu, en échange du retrait de sa plainte, une offre de don sur un compte en Suisse de la part d’un émissaire gabonais. Les avocats du Gabon contestent et annoncent le dépôt d’une plainte en diffamation.

Longtemps, pourtant, l’ouest parisien a été une oasis de tranquillité pour les autocrates du continent noir. Dans ces beaux quartiers des VIIe, VIIIe et XVIe arrondissements, il est encore bien vu d’afficher des signes extérieurs de richesse : voitures de sport, gros cigares et bronzage toute l’année. Mais aussi de beaux et grands appartements, dans des immeubles haussmanniens en pierre de taille. Les dirigeants africains en possèdent toute une collection, ce qui, venant de pays très pauvres malgré leurs richesses pétrolières, amène à s’interroger : d’où vient l’argent ?


Il est peu probable que la plainte déposée la semaine dernière réponde à cette question. Une procédure similaire avait été classée sans suite en 2007. Et l’Etat français n’a aucune envie d’embarrasser ses alliés africains par un excès de zèle judiciaire. « Ça m’embête beaucoup, commente le secrétaire d’Etat à la coopération, Alain Joyandet. C’est un dossier qui complique les relations. Je préférerais qu’on ne stigmatise pas le continent africain. »


Mais l’activisme des ONG a permis de se faire une idée du patrimoine détenu par les trois dirigeants visés. Selon la plainte, les familles Bongo et Sassou détiendraient une cinquantaine de biens immobiliers dans les quartiers les plus chers de Paris. La palme de la somptuosité revient sans doute au président congolais, dont la villa du Vésinet serait décorée de tapisseries d’Aubusson, de dallages de marbre blanc et de robinetterie en or.

« Bien mal acquis »

A quoi servent ces résidences dont la valeur peut dépasser le million d’euros chacune ? A passer du bon temps, mais aussi à loger des enfants ou, dans le cas d’un 219 m² au nom de Pascaline Bongo, la fille d’Omar, à héberger une bonne dizaine de femmes de ménage. Certains appartements ne servent à rien du tout : dans le XVIIe arrondissement, le 400 m² d’Antoinette Sassou Nguesso, la femme du président congolais, est en travaux depuis plus d’un an. « Tous les mois, un chauffeur passe relever le courrier », précise une habitante de l’immeuble.

Pour des dirigeants de ce niveau, les chefs d’Etat africains restent étonnamment accessibles. Leurs adresses se trouvent dans l’annuaire, à la portée de tous. Mais Omar Bongo, fils et homonyme du président gabonais, déconseille de venir frapper à leur porte. « On le ressent comme une agression », explique-t-il à l’entrée de son loft du XVIe arrondissement.

Décontracté, vêtu d’un sweat-shirt à l’américaine, il assure que ce lieu encombré d’objets design n’est pas un « bien mal acquis », comme l’affirment les ONG, mais le fruit de son travail : « Je gagne très bien ma vie et ce n’est pas mon père qui m’a trouvé mon job ! » Son appartement se serait retrouvé dans la presse par la faute de « journalistes qui ne savent pas faire leur boulot ».

Selon l’un des avocats du Gabon, François Meyer, Omar est économiste et l’un de ses frères, Arthur, pilote de ligne. Il estime que le patrimoine de la famille Bongo aurait été surévalué – moins de dix appartements, contre plus de 30 selon les plaignants. Le président gabonais aurait commencé à les acheter quand les prix de l’immobilier étaient beaucoup plus bas, soit dès son accession au pouvoir, en 1967. La longévité a décidément du bon



http://www.droitshumains-geneve.info/L-eld...bilier-des,3899





CITA
El dorado inmobiliario de los dictadores africanos


Tribune des Droits Humains
Genève
Switzerland
11 diciembre 08


Dos ONG, Transparency International y Sherpa, revelan la asombrosa colección de apartamentos de lujo amasada en París por algunos jefes de Estado a lo largo de su carrera.


Sylvain Besson
Le Temps, Paris


Zafarrancho de combate entre los potentados africanos. La presentación de una demanda requiriendo explicaciones sobre su patrimonio inmobiliario en París, por “encubrimiento de desvío de fondos públicos", suscita una prodigiosa irritación entre los jefes de Estado implicados, el gabonés Omar Bongo, el congolés Denis Sassou Nguesso y Ecuatoguineano Teodoro Obiang, todos ellos en el poder desde hace décadas.


¿De donde viene el dinero?

Esto los irrita muchísimo", comenta Antoine Glaser, director de la Lettre du continent, una publicación especializada. William Bourdon, el abogado de la ONG Transparency y Sherpa, que ha iniciado el procedimiento, afirma haber recibido, a cambio de la retirada de su demanda, una oferta de soborno por parte de un emisario gabonés que iría a parar a una cuenta en Suiza. Los abogados de Gabón contestan y anuncian la presentación de una demanda por difamación.


Durante mucho tiempo, sin embargo, el oeste parisino fue un oasis de tranquilidad para los autócratas del continente negro. En estos bellos barrios de los distritos VII, VIII y XVI, son todavía bien vistos los signos exteriores de riqueza: coches deportivos, gruesos puros y bronceado todo el año. También se pueden encontrar bellos y grandes apartamentos, en edificios de piedra tallada como los del Boulevard Haussmann. Los dirigentes africanos poseen toda una colección, lo que, viniendo de países muy pobres a pesar de sus riquezas petroleras, lleva a preguntarse: ¿de donde viene el dinero?


Es poco probable que la demanda presentada la última semana responda a esta cuestión. Un procedimiento similar había sido archivado en 2007. El Estado francés no tiene ninguna gana de enfrentarse a sus aliados africanos por un exceso de celo judicial. “Esto me aburre mucho, comenta el Secretario de Estado de la Cooperación, Alain Joyandet. Es un expediente que complica las relaciones. Preferiría que no se estigmatizara el continente africano. "


“Bienes mal adquiridos”.

¿Para qué sirven estas residencias cuyo valor puede sobrepasar el millón de euros cada una? Para pasar una buena temporada, pero también a alojar los hijos o; y es el caso de uno de 219 m² en nombre de Pascaline Bongo, la hija de Omar, para tener una decena larga de asistentas. Ciertos apartamentos no sirven para nada en absoluto: en el distrito XVII, de 400 m² propiedad de Antoinette Sassou Nguesso, la mujer del presidente congolés, está en obras desde más de un año. “Cada mes, un chófer pasa a recoger el correo ", precisa una vecina.


Para dirigentes de este nivel, jefes de Estado africanos están asombrosamente a la vista. Sus direcciones se encuentran en el anuario, al alcance de todos. Pero Omar Bongo, hijo y homónimo del presidente gabonés, desaconseja de venir a llamar a su puerta. “Lo sentimos como una agresión ", explica a la entrada de su loft del distrito XVI.


Relajado, vestido con una sudadera al estilo americano, asegura que este lugar lleno de objetos diseño no es un “Bien mal adquirido”, como lo afirman las ONG, que es el fruto de su trabajo: " ¡me gano el pan trabajando y no es mi padre quien me encontró mi trabajo!” Su apartamento se encuentra en la prensa por culpa de " periodistas que no saben hacer su trabajo”


Según uno de los abogados de Gabón, Francisco Meyer, Omar es economista y uno de sus hermanos, Arthur, piloto de línea aérea. Considera que el patrimonio de la familia Bongo habría sido sobrevalorado - menos de diez apartamentos, en contra de los más de 30 que estiman los demandantes. El presidente gabonés habría comenzado a comprarlos cuando los precios de los bienes inmuebles eran mucho más bajos, es decir desde su llegada al poder, en 1967. La longevidad decididamente tiene su recompensa.



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Invitado_Julian Navascues_*
mensaje Dec 11 2008, 05:10 PM
Publicado: #1885





Invitado






Reflexiones sobre África subsahariana y España

Ramón Gil-Casares

La emergencia de África en el contexto internacional es imparable. Por el crecimiento de su población, la importancia de sus recursos y los riesgos derivados de la fragilidad estatal y la expansión del sida, España no puede seguir ausente de este continente vecino.

POLÍTICA EXTERIOR, 99
Mayo / Junio 2004


África subsahariana continúa siendo la hija pobre de la política exterior de muchos países de Occidente, y –¿por qué no decirlo?– también de España. Es frecuente oír a líderes europeos o americanos, como recordaba en un artículo el profesor Juan Manuel Riesgo, (1) que África simplemente no existe.

En nuestro país, pese a los recientes esfuerzos del ministerio de Asuntos Exteriores, a los intentos de algunas ONG y a la labor no suficientemente conocida del gobierno de Canarias, el llamado “continente negro” ocupa el último lugar en las preocupaciones exteriores del español medio. Únicamente cuando se producen tragedias, como las inundaciones del río Zambeze en Mozambique en 2000, o cuando, con motivo de uno de los muchos conflictos africanos, nos bombardean los medios de comunicación con imágenes de cientos de cadáveres flotando en los ríos, se produce una reacción de interés –que suele durar pocas semanas– por parte de la opinión pública. Y, además, este tipo de reacción in extremis no hace sino alimentar una imagen del continente distorsionada, injusta y peligrosa.

A la opinión pública española rara vez se le acerca a la verdadera historia africana o a su rica y variada cultura. En pocas ocasiones se trata de explicar la compleja realidad de muchos de esos países, de Estados en formación que conviven con realidades tribales que no acaban de desaparecer; de un mundo en plena explosión demográfica que, según todos los datos, sobrepasará en población a China antes de mediados de siglo; de un continente lleno de oportunidades, pero también de riesgos, al que un país de las características y de la proximidad geográfica de España no puede seguir considerando “inexistente”. Lo que ocurre en África no es que nos debiera afectar más, es que, querámoslo o no, nos está afectando ya y va a afectarnos aún más en el futuro.


Algunos datos para una primera reflexión


La oficina del censo de Estados Unidos, en su último informe sobre la población mundial,(2) señala que en las próximas cinco décadas, el mayor incremento porcentual de la población del planeta tendrá lugar en África subsahariana. La región, que en la actualidad tiene la mitad de habitantes que China, tendrá para entonces, según estas previsiones, más población que la gran nación asiática. Cinco de los diez países del mundo que más crecerán en población durante estos años son africanos. Y, en términos absolutos, se espera que la población negroafricana aumente en más de 800 millones de aquí a 2050, superando para entonces, la cifra de un billón y medio de habitantes.

No es difícil suponer, como así confirma el citado estudio, que el porcentaje de población más joven (menos de 30 años) crecerá en África subsahariana a un ritmo superior al cuatro por cien anual, mientras en el mundo desarrollado descenderá aproximadamente medio punto por año.

Como corolario de todo lo anterior parecería justo deducir que hay que prepararse para una inmigración inevitable. Si no se mantiene una política eficaz a nivel internacional contra el tráfico de seres humanos, vamos a ser testigos, en nuestro suelo, de un incremento de situaciones de explotación insoportables para nuestra opinión pública, lo que en algunos casos ya está ocurriendo; o que se puede producir en un corto plazo un aumento de la delincuencia o una multiplicación de casos de enfermedades contagiosas o poco conocidas debido a esa inmigración, lo que aun siendo exagerado, comienza ya a oírse. En definitiva que podamos no ver más que peligros.

Creo, sin embargo, que hay otra reflexión que debemos hacer. Hace más o menos 30 años cuando nos enfrentábamos a las cifras de población mundial, y se estudiaba el crecimiento de la República Popular China, se acuñó en Occidente la expresión “el peligro amarillo”, que no era sino el reflejo del temor e inseguridad que producía una realidad poco conocida y de unas dimensiones difícilmente abarcables que “se pensaba” podría poner en peligro nuestro modo de vida. Es cierto que entonces el riesgo de conflagración nuclear influía en estos temores. Pero era sobre todo la imparable multiplicación de los chinos lo que causaba incertidumbre.

Treinta años después, asistimos a una carrera entre todos los países occidentales por estar presentes en el desarrollo de China. Todos queremos ser los primeros en recibir a los miles de ciudadanos chinos que, alcanzado el alto nivel de bienestar, quieren hacer turismo en el exterior. En los últimos tiempos se han multiplicado los “sinólogos”. No hay ya universidad o centro de estudios que se precie que no cuente con un departamento de estudios orientales, o no tenga en su nómina algún especialista en China. La revolución que ha supuesto un país de más de un billón de habitantes creciendo al ocho o nueve por cien anual durante cerca de 20 años ha hecho olvidar nuestros temores, y nos ha despertado a una realidad que, simplemente por su magnitud y lejanía geográfica y cultural, asustaba. Algo parecido, mutatis mutandi, va a acabar ocurriendo en el caso de África subsahariana y no debemos ser los españoles los últimos en darnos cuenta.


Motivos para el optimismo


Es verdad que el índice de pobreza al sur del Sahara es el más alto del mundo, y que el número de personas que vive por debajo de este umbral pasó de 241 millones en 1990, a 323 millones en 2000, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).(3) Sin embargo, en los últimos años, ha aparecido un dato esperanzador: la tasa de crecimiento del conjunto de las economías africanas es superior a la tasa de crecimiento de su población. De acuerdo con las previsiones de la Comisión Económica para África, el continente habrá crecido alrededor del 4,2 por cien en 2003. Aún estamos lejos del objetivo del siete por cien anual, establecido en la Cumbre del Milenio, necesario para reducir a la mitad los niveles de pobreza para 2015. Pero parece claro que se ha emprendido un camino de recuperación con difícil vuelta atrás.

Paralelo a este desarrollo económico, se están produciendo avances de consideración en el terreno político. En la década de los noventa asistimos con horror al genocidio de Ruanda, a la guerra del Congo, a los conflictos de Liberia y Sierra Leona. Durante años nos acostumbramos a las permanentes guerras civiles de Angola y Etiopía. Y aunque se produjeron los éxitos de la independencia de Namibia y, sobre todo, del fin del apartheid en Suráfrica, el continente parecía incapaz de liberarse de la maldición de los enfrentamientos tribales y de las sangrientas luchas por el control de los recursos minerales. Con la llegada del nuevo milenio se alcanzan esperanzadores acuerdos de paz en Angola y Congo. Comienzan a cristalizar procesos de re conciliación en Sudán, Ruanda y Burundi. Desaparecen de escena, por muerte o destierro, algunos de los líderes culpables de la situación de sus países, como Foday Sankoh, Charles Taylor o el propio Jonas Savimbi. Y, sobre todo, se da un hecho desconocido hasta ahora: el protagonismo de los propios africanos en la resolución de sus conflictos.


En efecto, liderados por Suráfrica y Nigeria, como potencias regionales, los países africanos asumen un papel protagonista para la solución de los conflictos en su región. Estos dos países, principalmente, realizan labores de mediación en los conflictos o envían tropas para hacer efectiva la pacificación. Se crean fuerzas regionales con la participación de varios países para responsabilizarse de distintas operaciones de mantenimiento de la paz. Es cierto que la comunidad internacional acompaña en este proceso. Basta recordar que más del 60 por cien del trabajo del Consejo de las Naciones Unidas está dedicado al continente o a iniciativas como “todo menos armas” o el proceso Kimberly sobre el comercio de diamantes. Pero es indudable que sin este protagonismo de los propios africanos no se hubieran logrado estos éxitos.

Figuras como Thabo Mbeki, en Suráfrica, u Olusegun Obasanjo, en Nigería, alcanzan un nivel de reconocimiento y de peso internacional desconocido en presidentes subsaharianos. Junto a ellos, surgen líderes como Me Abdoulaye Wade, en Senegal, o Mwai Kibaki, en Kenia, salidos de unas elecciones democráticas, en las que los partidos en el gobierno desde la independencia pierden, por vez primera, el poder. O como Meles Zenawi, en Etiopía, que acepta –primer caso en la historia del continente– la independencia de una antigua región de su país, Eritrea, y es capaz de firmar una paz generosa tras ganar una guerra con la nueva nación. ¿Es ésta, por fin, una nueva manera de entender la política en África? ¿Estamos ante la aparición de esa esperada tercera generación de líderes, tras la independencia, que va a dar el salto definitivo hacia la modernización y el desarrollo político y económico del continente? Creo, sinceramente, que hay que apostar por que esto sea así.

En 2001 y 2002 se han puesto en marcha dos iniciativas africanas que, con todas las reservas, suponen sendos hitos en el proceso de desarrollo de la región. Me refiero a la Nueva Estrategia de Cooperación para el Desarrollo Africano (Nepad) y a la constitución de la Unión Africana. En ambas se pone de manifiesto la voluntad de los africanos en hacerse cargo de sus propios problemas y la decisión de los líderes más destacados de crear mecanismos efectivos para reforzar la estabilidad del continente y hacer frente a los retos de su desarrollo.

No voy a entrar en el contenido de estas iniciativas, de sobra conocidas, pero sí quiero referirme a dos de sus instituciones concretas: el Consejo de Paz y Seguridad de la Constitución y el Mecanismo de Revisión Paritaria de la Nepad (APRM, en sus siglas en inglés). Y lo hago porque representan esa nueva manera de entender la política en África y entre los africanos. La Constitución otorga al Consejo de Paz y Seguridad el derecho a intervenir en un país miembro en caso de grave violación de los derechos humanos, y el APRM es un órgano de fiscalización, por parte de los propios líderes africanos, de los criterios de buen gobierno político, económico y hasta empresarial de los Estados parte.

Cierto que son dos iniciativas recientes que no se han probado todavía. Cierto que el APRM es un mecanismo de carácter voluntario al que un país se somete no al que es sometido. Pero ya Ruanda, Kenia, Ghana y Mauricio han pedido y van a comenzar a ser evaluados, y hay una lista de hasta 16 Estados que lo serán entre 2004 y 2006. Y, en todo caso, ésta es la primera vez que los dirigentes africanos reconocen el derecho a la intervención humanitaria por parte de otros Estados de la región en sus propios países, y ponen su prestigio personal a prueba con la creación de un mecanismo de supervisión, en el que los supervisores son ellos mismos.


Causas de preocupación


No quiero ocultar que siguen existiendo problemas –¡y cuántos!– que han causado la imagen negativa del continente, y que nos preocupan a todos. Muchos de los países se encuentran en ese estadio de premodernidad del que habla Robert Cooper. La colonización no pudo hacer desaparecer la identidad tribal de los africanos. La independencia llegó antes de que se consolidara una clara conciencia nacional. Y 30 años después, en los africanos conviven tres sentimientos: una nítida conciencia de africanidad, un sentimiento de lealtad a una tribu, organización que ya no da respuesta a sus necesidades en la vida moderna, y finalmente un vínculo a un Estado que ya existe, y que ha surgido del reparto colonial.

Este vínculo estatal, en muchos de los casos, es más débil que el tribal. Y así nos encontramos con Estados que son instrumentos en manos de un grupo étnico y que éste utiliza en beneficio propio y contra sus connacionales de otras tribus.(4) En otras ocasiones la necesidad de reparto entre multitud de tribus hace del Estado un instrumento con escasa operatividad, incapaz de cumplir con sus funciones por falta de control real. Pero en todos los casos existe un sentimiento nacional, acaso no tan fuerte como el occidental, pero ya irrenunciable para cualquier africano.

La dualidad de sentimientos tribu-nación ha sido, a veces, causa de las más atroces violaciones de derechos humanos. El enfrentamiento entre hutus y tutsis es el ejemplo paradigmático. Pero es, sobre todo, lo que ha motivado los elevados niveles de corrupción del continente, durante las primeras décadas tras la independencia, y la aparición de esa clase que algunos han denominado la “cleptocracia africana”.


Esta endeblez del Estado africano, en general, no le ha permitido hacer frente a los grandes retos del desarrollo de sus poblaciones. Que un país como Etiopía, que debía ser autosuficiente en agricultura, sufra constantes catástrofes alimentarias; o que una nación ahora rica, como Guinea Ecuatorial, no disponga de un solo hospital digno –por citar dos casos– dan buena muestra de lo que expongo.

Pero es que, además, esta fragilidad de la institución estatal no hace sino aumentar la extensión de los llamados “riesgos transnacionales”. El crimen organizado, las enfermedades de rápido contagio, el tráfico de seres humanos, reclaman sin duda la cooperación internacional, pero ésta únicamente puede hacerse sobre la base de cierto nivel de control del territorio, por parte de los Estados, y de una suficiente lealtad de la población hacia ese mismo Estado.

Quiero señalar, como hecho esperanzador, que entre los campos en los que ha iniciado sus acciones la Nepad en primer lugar está el relativo a la paz y la seguridad, con miras, entre otros aspectos, a hacer frente a las situaciones de inestabilidad del continente.

Confiemos en que estas iniciativas, junto con los esfuerzos en agricultura, infraestructuras, medio ambiente o turismo, que también se han puesto en marcha en el marco de la Nepad, tengan pronto resultados visibles.


Oportunidades en el momento actual


Tanto por solidaridad, como por interés propio, los principales actores de la escena internacional están acompañando a los africanos en su esfuerzo por lograr esa estabilidad necesaria sobre la que basar su futuro desarrollo. España no debe quedarse atrás.

Durante los últimos años, la acción exterior española ha iniciado nuevas líneas de actuación para hacer frente a desafíos esenciales para nuestro país, como la inmigración o el terrorismo. Aunque no pensadas para África subsahariana, las experiencias adquiridas en estos dos campos pueden ser de utilidad para esos países, y para el nuestro. Suráfrica sufre como pocos la realidad de una inmigración ilegal imparable. Muchos otros países, origen de inmigración, han comenzado programas de cooperación y firmado acuerdos en esta materia con España.


En relación a la lucha antiterrorista no hay que olvidar que países como Kenia, que ha sufrido macroatentados por parte de movimientos ligados a Al Qaeda, o como los del cuerno de África recibirían con agrado cuanta colaboración se les pudiese prestar. La acreditada experiencia española en este ámbito, máxime ahora que estamos desempeñando un papel protagonista en el comité contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad y en las reuniones del Grupo de Acción Antiterrorista del G-8 (CTAG, en sus siglas en inglés) sería muy valorada.

Por otro lado, una de las innovaciones recientes de nuestra cooperación al desarrollo ha sido la concentración en los asuntos de refuerzo institucional. Guinea Ecuatorial, Cabo Verde o Mozambique son algunos de los Estados que se han beneficiado de estos programas. La importancia que tiene, como he señalado anteriormente, la consolidación de los países en este momento hace tanto más valiosa esta clase de actuaciones.

Pero además se da la circunstancia de que, por compromisos internacionales establecidos en la cumbre de Monterrey,(5) nuestro país deberá dedicar entre el 0,15 y el 0,20 por cien del PIB a la ayuda a los países menos avanzados, entre los que están la mayoría de los africanos. Es evidente que nuestra prioridad en lo que se refiere a cooperación es y debe seguir siendo América Latina. Lo es, también, que debemos por tanto defender los intereses de los países de renta media. Pero es, asimismo, evidente que no podemos dejar de hacer un esfuerzo y aumentar la parte de nuestra ayuda dirigida a los países menos adelantados (PMA). Esto ha sido además reclamado –entiendo que con justicia– por muchas ONG españolas.

Asimismo, en la actualidad se está abriendo camino de forma imparable la exigencia de desligar las ayudas financieras a los países en desarrollo. Nuestro Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD), que ha desempeñado un papel importante en proyectos sanitarios, educativos y energéticos en algunos de estos países, deberá someterse a cambios. El componente donación se verá, con toda seguridad, incrementado. Y ello valdrá, no sólo para aumentar nuestra ayuda oficial al desarrollo (AOD), sino también para incrementar nuestra presencia y prestigio. Es el momento de estudiar sectores y países hacia los que dirigir estos nuevos fondos y hacernos presentes en África de forma efectiva. Y digo efectiva en toda la extensión de la palabra. Efectiva para el desarrollo socioeconómico de los países receptores, pero efectiva también para una mayor proyección de nuestras ONG en ellos, y efectiva para aumentar nuestra presencia empresarial e inversora, en esta etapa del despegue de sus economías.


Algunas opciones


No sé cuáles serán las decisiones de política exterior que nuestros gobiernos tomarán en el futuro, pero considero que de aquí a 20 años España debería haber consolidado una posición de aliado preferencial en Guinea Ecuatorial. Puede que a corto plazo subsistan recelos por ambas partes que hagan imposible esta relación especial. Pero hay que mantener la presencia en ese país hasta que se den circunstancias que permitan esa consolidación. Nuestra imagen en el continente depende en gran medida de cómo llevemos nuestras relaciones con nuestra única ex colonia africana.

Suráfrica debe, desde luego, ser otra de nuestras opciones de futuro. España es medianamente conocida y apreciada. Han sucedido ya algunos malos entendidos y discrepancias que nos permiten establecer nuevas bases a la relación bilateral. Nos unen hechos como procesos de transición a la democracia y que, salvadas las distancias, que son muchas, han condicionado nuestro pasado reciente; o como ser destino de flujos de inmigración ilegal, terreno en el que habrá que cooperar en el futuro. Varias de nuestras grandes empresas (Aceralia, Dragados) han realizado inversiones rentables, y son muchos los inversores españoles interesados en estar presentes en este país, no sólo por él, sino por ser la mejor puerta de entrada al resto del continente. Suráfrica cuenta con universidades y centros de investigación de primer nivel al que nuestros centros deberían prestar especial atención.

En Angola y Mozambique llevamos años de presencia y esfuerzo. Como en Suráfrica, España tiene una buena imagen de partida. Llegada la paz y la democracia en proceso de consolidación se debería aumentar nuestra cooperación e incentivar la presencia de nuestros empresarios en ambos.

No voy a seguir con la enumeración de posibles países objetivo. Creo evidente que Nigeria y Etiopía son apuestas que uno no puede dejar de hacer. Pero lo importante debe ser establecer planes por grupos de países y sectores.

El gobierno de Canarias ha comenzado, por razones obvias, un interesante proceso de acercamiento a los países de la fachada atlántica. Muchos de ellos necesitan inversiones en proyectos generadores de empleo y ven el turismo como primera elección. Al igual que ha ocurrido en el Caribe, algunos de estos países se convertirán a medio plazo en destino preferente del turismo internacional, y buscarán la experiencia española.

En sanidad, éste es el momento en que nuestros especialistas en enfermedades tropicales y nuestros investigadores tienen que recurrir, para formarse, a instituciones europeas como el Instituto Pasteur que cuenta con instalaciones y laboratorios en África. ¿No sería hora ya de que Estado, universidades e instituciones privadas hiciesen un esfuerzo de inversión e imaginación y creasen en alguno de estos países un centro hospitalario, que diese prestigio a España, y que además de curar enfermos sirviese para formar a nuestros especialistas, y donde éstos pudiesen colaborar a la formación del personal médico local?

Hay tantas oportunidades como se quiera. La experiencia de Unión Fenosa en Kenia o de Elecnor en otros países demuestra que en el terreno de la energía está casi todo por hacer y nuestros empresarios pueden hacerlo.

Actuaciones eficaces en todos estos terrenos o en cualquier otro ayudarán a mejorar la imagen de España en el continente, aun poco valorada, y redundarán en beneficio de los ciudadanos de esos países y de los nuestros.


Conclusión


No es cierto que África no tenga solución. Sería trágico que los árboles del sida, la corrupción, los conflictos o el hambre nos impidiesen ver el bosque del despegue del continente. Los principales países y organizaciones del mundo han apostado por África. Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania o Reino Unido han situado al continente negro entre sus prioridades. España no puede y no debe estar ausente.

La emergencia de África es imparable. Con los cambios vendrán riesgos y oportunidades. Los africanos lo saben y han puesto en marcha mecanismos para hacer frente a los primeros y aprovechar las segundas. Pero necesitarán acompañamiento en el proceso, y aquéllos que estén desde el principio serán los más beneficiados. Tanto si miramos a esos riesgos, como si lo hacemos a las oportunidades, a nuestro país le va mucho en la apuesta.

Ayudar a la consolidación de los Estados, evitar los riesgos de la expansión del terrorismo, colaborar a una salud y una educación mejores, fomentar el respeto de los derechos humanos no hacen sino reforzar una estabilidad que, aunque sólo sea por proximidad geográfica, nosotros somos los más interesados en que se dé.

Sería ceguera no apoyar desde un principio los proyectos de desarrollo económico de una región que va a contar, en un plazo no lejano, con un billón de habitantes y que cuenta ya con importantes recursos naturales.
Otros ocuparían nuestro lugar.

Es cierto que España tiene poca tradición en África. Pero también lo es que en acciones emprendidas tanto por la administración como por las ONG en la ayuda al desarrollo, así como por nuestras empresas en distintas operaciones hemos sido acompañados por el éxito. Aprovechemos la experiencia. No lleguemos tarde esta vez.


Ramón Gil-Casares es ex secretario de Estado de Asuntos Exteriores.

1.Ministerio de Defensa. Panorama Estratégico 2003/2004.

2.Oficina del censo de EE UU, Global population profile: 2002. Washington D.C., marzo 2004.

3. Oficina Internacional del Trabajo, Decent work for Africa’s development. Tenth AfricanRegional Meeting (Addis Abeba, diciembre 2003).

4. Naciones Unidas. Informe de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo. Monterrey (México),
18-22 de marzo de 2002.

5. Véase Role of the State and Governance. Africa Seminal: –Beyond Adjustment– Maastrich 1990
.
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John Enki
mensaje Dec 12 2008, 12:46 PM
Publicado: #1886


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Ilustrísimo Señor Don Antonio Rubio:

En primer lugar, y tal y como a mi me enseñaron en segundo de bachillerato, cuando se habla en plural (26,5 millones), el artículo ha de ser también en plural, (los lavó, en lugar de, lo lavó).
De nada.

En segundo lugar ilustrísimo:

Filesa
B. O. E.
Banco de España
Gal y los fondos reservados
El señor Julián Muñoz
El señor Roca de Marbella
EL 3% DE SOBORNOS DE LOS CONTRATISTAS DE OBRA PUBLICA EN LA COMUNIDAD CATALANA
Los pelotazos de Felipe González en Venezuela
Los pelotazos del hermanisimo de Guerra
Los escándalos urbanísticos en la Comunidad Balear
Y un larguísimo etcétera, que no cabría en la enciclopedia Espasa.

Es facilísimo ir a buscar pecados, en aquellos lugares que nos pillan de lejos y con los que el lector medio no está familiarizado.
Sin mencionar que del gobierno de Guinea Ecuatorial, ilustrísimo, no espera tener usted ningún perjuicio (¿).
Otra cosa es poner el dedo en la llaga y ser una china en el zapato, para algún preboste patrio. Ahí, ilustrísimo, se juega usted el carrito de Carrefour y la hipoteca.
Le podría dar pistas, ilustrísimo, acerca de los blanqueos de dinero de más de una docena de capitostes patrios, pero ese, ilustrísimo, es su trabajo, no el mío, y en cualquier caso, dudo mucho que publicara usted una letra al respecto. También dudo mucho, que su editor se lo permitiera.

Si les importaría a los españoles, y mucho precisamente, aquellos casos de prebostes patrios, de los que jamás usted, ilustrísimo, nos hablará.
Puede usted, ilustrísimo, seguir buscando en los hipermercados de no-noticias, las no-interesantes, no-impactantes, no-ciertas, anodinas, y edulcoradas portadas de artículos somníferos.

Siga usted, ilustrísimo no pensante, trayéndonos no noticias de ninguna parte, yo, me voy a ver mira quien baila, que eso si que mola.
tongue.gif laugh.gif huh.gif


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Invitado_Maripili_*
mensaje Dec 12 2008, 06:17 PM
Publicado: #1887





Invitado






CITA(Julian Navascues @ Dec 5 2008, 08:39 PM) *
Guinea Ecuatorial en perspectiva

POLITICA EXTERIOR. 54, X
Noviembre / Diciembre 1996


PESE a su recurrente y con frecuencia espectacular aparición en los medios españoles de comunicación, las relaciones con Guinea Ecuatorial constituyen uno de los capítulos paradójicamente menos conocidos de la política exterior de nuestro país. El convencimiento de que en el origen del problema existe una descolonización plagada de errores, realizada bajo la presión de las Naciones Unidas y llevada a cabo en medio de fuertes tensiones en el interior del régimen de Franco, parece haber excusado cualquier análisis que intente, no ya explicar las razones de una crispación permanente desde la misma fecha de la independencia en 1968, sino sobre todo fundamentar una política de largo alcance que, a falta de resolver el contencioso, lo reduzca al menos a sus justas proporciones y permita, al mismo tiempo, gestionarlo con eficacia para nuestros intereses reales y de acuerdo con las exigencias del respeto a los derechos humanos y la democratización.


Uno de los hechos que quizá más ha marcado la situación política y económica del continente africano tras la descolonización ha sido la contradicción ideológica que subyacía a los planteamientos nacionalistas: éstos no reivindicaban la salida del colonizador para recuperar las estructuras políticas previas a la ocupación, sino para erigir un Estado sobre el modelo europeo, fuera en su variante socialista o, más raramente, liberal. La consecuencia más inmediata de esta paradoja en origen, y que sigue determinando en gran medida la evolución actual de los países al sur del Sáhara, es que se establece una coexistencia en muchos casos aberrante de la reciente estructura estatal y formas de organización precoloniales, normalmente de carácter familiar o tribal. De este modo, un buen número de Estados africanos sólo lo son hacia el exterior, mientras que hacia el interior conservan una estructura de poder que nada tiene que ver con la fachada externa. Si se tiene en cuenta que en Guinea Ecuatorial existen zonas como Mongomo y otras poblaciones próximas a la frontera continental, que no tuvieron ningún contacto con la cultura europea hasta bien entrado el siglo XX, se comprenderá la compleja naturaleza de la estructura del poder guineano: la fórmula estatal acaba de cumplir veinticinco años, en tanto que las instituciones tribales han sido las únicas que existían en el interior del país hasta pocas fechas antes de la independencia.

.............................................



José María Ridao, diplomático, ha sido consejero de la embajada de España en Malabo (1992-94).



CITA(Katharina Von Strauger @ Dec 10 2008, 03:11 PM) *
¿El Haití africano?

Aprender de los errores del pasado

Juan Velarde Fuertes


POLÍTICA EXTERIOR
99. Mayo / Junio 2004




Cuando tomé contacto físico con Guinea Ecuatorial en 1962, en los preludios de la independencia, resplandecía su alto nivel de consumo, público y privado. Me correspondió la responsabilidad, como presidente de la Comisión del Plan de Desarrollo Económico y Social de Guinea Ecuatorial, de calcular, por primera vez, sus macromagnitudes esenciales, con la ayuda del estadístico facultativo Darío Martínez Esteras y del economista del Estado Rafael de Cossío. Ratificaban lo que se contemplaba en las entonces “dos provincias”, y especialmente en la de Fernando Poo.


Todo esto se encuentra en el volumen Plan de desarrollo económico de la Guinea Ecuatorial (comisaría del Plan Económico y Social. Presidencia del gobierno, 1963), con dos largos artículos míos de complemento. Uno titulado “Problemas de empleo en Guinea Ecuatorial”, que apareció en el número 2 (1964), de la Revista de Trabajo, y otro, “El Plan de Desarrollo económico y social de Fernando Poo y Río Muni”, que se publicó en un número especial (julio 1964), de Archivos del Instituto de Estudios Africanos.


La descolonización se hizo mal. Alguna vez habrá que contar por qué el tirano, Francisco Macías Nguema, se hizo con el poder. Cuando fue depuesto, tras el llamado “golpe de libertad”, por el actual presidente, Teodoro Obiang Nguema, dejaba como fruto de su política un país hundido en la miseria. Con la información que existía me fue posible redactar dos ensayos. Uno, largo, que se publicó en el Boletín de la Real Sociedad Geográfica, enero-diciembre 1979, pensando en el futuro, que titulé “Problemas económicos de Guinea Ecuatorial”. Después hubo otro, más breve, basado en un libro qué entonces parecía de cierto interés, que apareció en Ya (23 de agosto de 1980) y que también pensaba en el futuro. Cuando pasó este país del área de la peseta a la del franco CFA, en la reunión franco-española –asombrosamente, para los que saben un poco de historia– de La Granja de San Ildefonso, a causa, daba la impresión, de una exigencia francesa que se relacionaba con nuestro ingreso comunitario, o quizá con la lucha contra el terrorismo de ETA, llamé la atención sobre lo que podía suceder después, casi con un grito de angustia, en el editorial en Ya“¿Adiós a Guinea Ecuatorial?”. Finalmente, preocupado por ciertas tendencias que podrían asentarse en Guinea Ecuatorial, recopilé, como una especie de escalofriante enseñanza del pasado para el futuro, todas las numerosas informaciones que había recogido como representante del gobierno español en las dos visitas que hice a este país nada más caer Macías, y las publiqué, bajo el título de “La economía del terror ”en el tomo Homenaje al profesor Sampedro (Fundación Banco Exterior,1987), ensayo que de algún modo se relaciona con mi editorial en ABC (4 de marzo de 1987).

..................................



Juan Velarde Fuertes es consejero del Tribunal de Cuentas


Este asunto de que Obiang y familia esta sacando dinero de Guinea y lo esta invirtiendo en propiedades inmobiliarias en España, Francia y los Estados unidos no es un invento de periodistas españoles sino que lo dicen también los periodistas franceses y norteamericanos.

Es cierto que la prensa española no dice nada de los negocios que se hacen en África por parte de empresas o particulares, pero no es menos cierto que Guinea cuando era colonia española tenia una mejor gestión que ahora, en educación, sanidad, administración.

Lo que nadie dice es lo que ocurrió inmediatamente antes y después de la independencia y parece ser que lo sabe mucha gente pero no lo dicen; Juan Velarde, Ridao, Padilla (que no dice ni pio), Ataulfo (que sabe de que va esto y no lo cuenta)

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Invitado_Pepin_*
mensaje Dec 13 2008, 08:59 PM
Publicado: #1888





Invitado






CITA
Françafrique : les dinosaures n’ont pas perdu toutes leurs dents (I)

africamix
LA CASE A PALABRES
13 décembre 2008


(Paris) - Omar Bongo Odimba (à la tête du Gabon depuis 1967…), Denis Sassou Nguesso (au pouvoir au Congo de 1979 à 1992, puis depuis 1997), et Teodoro Obiang Nguema Mbasogo (aux commandes de la Guinée équitoriale depuis 1979) n’aiment pas du tout que l’on s’occupe de leurs “petites” affaires.

Depuis le 2 décembre 2008, une nouvelle plainte a été déposée contre ces messieurs pour “recel de détournement de fonds publics, blanchiment, abus de biens social, abus de confiance et complicités” par Transparence International, Sherpa et Grégory Mintsa, citoyen gabonais. Le tribunal de grande instance de Paris ne s’est pas encore prononcé sur la recevabilité de la plainte et désignera, s’il la juge recevable, un juge d’instruction. Cette plainte est la troisième, après celles infructueuses de mars 2007 et juillet 2008.

Malgré les batteries de casseroles et marmites sanglantes que traînent ces dirigeants (Omar Bongo, Denis Sassou Nguesso, Teodoro Obiang), ce nouveau dossier dérange. Le site Médiapart vient en effet de diffuser un enregistrement téléphonique, reçu par Benjamin Toungamani. “Tu te mets bien dans la tête, tu retires ta plainte (…) Ton petit-fils et ta femme n’ont rien à voir là-dedans (…)“.

Benjamin Toungamani vit en France depuis vingt-cinq ans. Il est l’une des personnes qui accusent avec le plus de pugnacité les dirigeants africains et préside la Plate-forme congolaise contre la corruption et l’impunité. Son épouse Béatrice avait participé à la première plainte de mars 2007

Lors du dépôt de cette première plainte, au fil des procès-verbaux, les patrimoines mobiliers et immobiliers de ces dirigeants africains “amis de la France”, apparaissent. Omar Bongo et sa famille sont propriétaires de 33 appartements, hôtels particuliers et villas à Paris et sur la Côte d’Azur. Denis Sassou Nguesso et sa famille possèdent 17 propriétés dans les quartiers les plus chers de Paris. Des patrimoines évalués à plusieurs dizaines de millions d’euros, voire plusieurs centaines de millions d’euros.

Sans oublier des dizaines de comptes bancaires ouverts rien que dans des établissements français, hors paradis fiscaux que connaissent bien ces personnes. Et puis, le luxe se vit également au volant de voitures somptueuses : Ferrari, Bugatti… Un seul exemple : la Bugatti Veyron 16.4 de Teodoro junior, fils du chef de l’Etat guinéen Obiang, d’une valeur d’un million d’euros, achetée par la Somagui Forestal, société d’exploitation forestière dirigé par… Teodoro Obiang.



http://africamix.blog.lemonde.fr/2008/12/1...-leurs-dents-i/

http://www.africaintelligence.fr/lc-/default.asp

http://www.mediapart.fr/journal/france/081...rigeants-africa



CITA
Françafrique: los dinosaurios no han perdido todos sus dientes (I)

africamix
LA CASE A PALABRES
13 décembre 2008


París) - A Omar Bongo Odimba (preside Gabón desde el 1967), a Denis Sassou Nguesso (en el poder en el Congo de 1979 al 1992, luego desde 1997), y a Teodoro Obiang Nguema Mbasogo (preside Guinea ecuatorial desde 1979) no les gusta en absoluto que se ocupen de sus "pequeños" asuntos.


Desde el 2 de diciembre de 2008, una nueva demanda ha sido presentada contra estos señores por "encubrimiento de desvío de fondos públicos, blanqueo de capitales, abuso de bienes sociales, abuso de confianza y maquinación fraudulenta" por Transparencia Internacional, Sherpa y Grégory Mintsa, ciudadano gabonés. El Juzgado de Primera Instancia de París todavía no se pronunció sobre la admisibilidad de la demanda y designará, si lo considera pertinente, un juez de instrucción. Esta demanda es la tercera, después de las fallidas de marzo de 2007 y julio de 2008.


A pesar de las protestas y de los asuntos turbios que arrastran estos dirigentes (Omar Bongo, Denis Sassou Nguesso, Teodoro Obiang), este nuevo expediente molesta. Médiapart acaba en efecto de difundir una grabación telefónica, recibida por Benjamin Toungamani. “a ver si te enteras, tu retiras la demanda (…) Tu nieto y tu mujer no tienen nada que ver en este asunto (…) ".


Benjamin Toungamani vive en Francia desde hace veinticinco años. Es una de las personas que acusan con más tenacidad los dirigentes africanos y preside la Plataforma congolesa contra la corrupción y la impunidad. Su esposa Béatrice había participado en la primera demanda de marzo de 2007.


Desde la presentación de esta primera demanda, en el curso de los juicios orales, los patrimonios mobiliarios e inmobiliarios de estos dirigentes africanos "amigos de Francia ", han salido a la luz. Omar Bongo y su familia son propietarios de 33 apartamentos, casas particulares y villas en París y en la Costa Azul. Denis Sassou Nguesso y su familia poseen 17 propiedades en los barrios más caros de París. Patrimonios evaluados en varias decenas de millones de euros, quizás centenas de millones de euros.


Sin olvidar decenas de cuentas bancarias abiertas en establecimientos franceses, o en paraísos fiscales que conocen bien estas personas. Y luego, el lujo también se vive en el volante de coches suntuosos: Ferrari, Bugatti… Un solo ejemplo: El Bugatti Veyron 16.4 de Teodorin, hijo del jefe de Estado guineano Obiang, que cuesta un millón de euros, comprada por Somagui Forestal, sociedad de explotación forestal dirigido por..... Teodoro Obiang.


En francia se aplica la diplomacia paralela igual que aqui.
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Invitado_Bruce Beelher_*
mensaje Dec 14 2008, 10:40 AM
Publicado: #1889





Invitado






Coltán, el regalo envenenado de Congo


ORIOL GÜELL

EL PAIS SEMANAL
14-12-2008


En un lugar plagado de injusticias, la más cruel es la que obliga a los niños mineros del este de la República Democrática del Congo a dejar la escuela para escarbar en las minas artesanales que proliferan en las provincias de Katanga y los Kivus. Por menos de un dólar al día, casi desnudos y a menudo malnutridos, estos menores alimentan el mercado mundial de coltán, cobre, estaño y cobalto mientras hacen aún más profundo el agujero humano en el que habitan. En un país incapaz de sacar partido a sus enormes riquezas naturales, una nueva generación se pierde condenada a trabajar a una edad en la que, en el resto del planeta, los niños van a la escuela y juegan con videojuegos que funcionan con los minerales que ellos arrancan del subsuelo. "Están atrapados en un círculo del que es casi imposible salir", asegura François Philippart, cooperante belga que lleva cuatro años en la provincia de Katanga tratando de devolverles a una vida de educación y familia. "Sin dinero para pagar la escuela y sin otra forma de mantenerse, muchas familias se ven obligadas a poner a trabajar a los niños. Muchas veces nos encontramos a familias enteras, padres, hijos y sobrinos, trabajando juntos en las zanjas".

El colapso de Congo como Estado ha dejado a muchos de sus ciudadanos en una situación de extrema vulnerabilidad. Como en ningún otro rincón del mundo, en este país de 66 millones de habitantes, tan grande como Europa occidental, se hace evidente que vivir sobre una tierra llena de riquezas puede ser la mayor de las condenas para un pueblo y sus niños


1. Historia de un expolio. La promesa de una tierra llena de riquezas fue la que atrajo a Leopoldo II, rey de Bélgica, a tomar posesión de este rincón de África cubierto de selvas y surcado por caudalosos ríos en 1884. Congo no pasó a ser una colonia más, sino la única propiedad particular de un monarca obsesionado en extraer tanto oro, maderas y café -entre otros productos tropicales que la metrópoli estaba ansiosa por consumir- como fuera posible. Las cosas apenas cambiaron a partir de 1908, cuando el Gobierno belga asumió la soberanía del país, y Congo llegó a la independencia en 1960 con 16 millones de habitantes y menos de 20 licenciados universitarios. ¿A dónde podía ir un país así?, se pregunta el periodista Stephen Smith, corresponsal en la zona del diario francés Le Monde, en el libro Negrología. Por qué África muere. La respuesta es que iría a una de las dictaduras más corruptas y salvajes que han existido en un continente casi tan rico en minerales como en regímenes despóticos.

Tras cinco años de convulsiones y en un golpe promovido por los Gobiernos de Estados Unidos y Bélgica, Mobutu Sese Seko se adueñó del poder en Congo en 1965, se enriqueció tanto como pudo y no lo soltó hasta que Laurent Kabila, padre del actual presidente, Joseph Kabila, le echó del país en 1997. Pero la vida sin Mobutu no fue mejor para los congoleños, que pasaron otros siete años sumidos en una guerra en la que se vieron implicados siete países y que, con más de cuatro millones de muertos, fue la más sangrienta desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora, la revuelta contra el Gobierno de Kabila del general tutsi Laurent N'Kunda amenaza con poner fin a la frágil paz que la comunidad internacional intenta imponer desde 2003. En estos casi 135 años han pasado los reyes, los gobiernos y las guerras, pero todos han tenido en común el expolio de un país y el trabajo infantil en las minas, que han financiado los sistemas que les explotan.



2. La pesadilla del coltán. Las nuevas tecnologías llegaron a finales del siglo XX al este de Congo en forma de un nuevo mineral que arrancar de las montañas: el coltán. El país cuenta con las mayores reservas mundiales conocidas (hasta el 80%, según algunos cálculos) de esta extraña aleación de la que se extrae el tantalio, metal de gran resistencia al calor y unas propiedades eléctricas que lo hacen insustituible en los teléfonos móviles, consolas de videojuegos y todo tipo de equipos electrónicos. Fácil de extraer y muy valioso -a principios de esta década se llegó a cotizar a más de 700 euros el kilo-, el coltán fue el combustible que engrasó las múltiples facciones que protagonizaron la gran guerra entre 1997 y 2003.

Con el país sumido en una complejísimo conflicto, con hasta seis facciones que en ocasiones llegaron a luchar todos contra todos, millones de personas se vieron desplazadas de sus cosechas y, en una nueva vuelta de tuerca, las mismas minas que financiaban a los grupos en lucha se convirtieron en focos de atracción para familias enteras que allí encontraban su única fuente de ingresos.

Pero el mismo mineral que les permitía subsistir era el que envenenaba todo el sistema político del centro de África. El pueblo congoleño podía ser pobre, estar malnutrido y presentar unas tasas de analfabetismo superiores al 33%, pero quienes estaban detrás de la guerra y la explotación del coltán eran eficientes ministros, generales y políticos. Un informe elaborado por expertos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2002 puso nombre y apellidos a decenas de militares y gobernantes de Congo, Uganda, Ruanda, Burundi y Zimbabue que, perfectamente organizados, se lucraron con la exportación del coltán a Europa, Asia y América.

La explotación del coltán se mantiene hoy en Congo, aunque ha perdido peso debido al descenso de precios que ha sufrido en los últimos años. "Hoy es la casiterita la que está dando los mayores casos de explotación infantil y trabajos forzados", explica Carina Tertsakian, de la ONG Global Witness, especializada en denunciar la explotación de los recursos minerales en Congo. Este mineral, del que se extrae el estaño, componente esencial de múltiples aleaciones, predomina en la parte este de Congo, la más sacudida por la intervención extranjera y las luchas fratricidas en el país.

Los precios fijados en los mercados internacionales pueden tener su impacto en las explotaciones minerales en Congo, pero "poco cambiará sobre el terreno a efectos prácticos", asegura François Philippart. "La casiterita y el coltán, por ejemplo, suelen encontrarse en los mismos sitios y, mientras se mantengan las estructuras de poder y los sistemas de explotación fuera de la ley, por milicias o el propio Ejército, los niños seguirán siendo explotados", añade.


3. El Estado que no protege. Tras el fin de la guerra, y con el apoyo de la comunidad internacional, Congo celebró elecciones presidenciales en 2006. Se abría así un periodo de esperanza que hoy ha defraudado a casi todo el mundo. Los ejemplos están por todas partes en Goma, capital del Kivu Norte, una ciudad tomada por el Ejército de la República Democrática del Congo y los cascos azules de la ONU, pese a lo cual los rebeldes del general N'Kunda llegaron el pasado 30 de octubre a sólo 10 kilómetros de su trazado urbano. Los soldados del Ejército han incurrido en múltiples violaciones de los derechos humanos contra la población a la que deben proteger, el último episodio tras la ofensiva de N'Kunda en Goma, cuando en su retirada se dieron al saqueo, mataron a decenas de civiles y violaron a miles de mujeres. Los soldados llevaban meses sin cobrar su salario, que se pierde en la maraña de corrupción de los oficiales.

Tampoco las escuelas del sistema público funcionan. "Menos de la mitad de los profesores cobra su salario y los centros se ven obligados a cobrar a los alumnos para pagar al resto y mantener las instalaciones", afirma Juanjo Aguado, del Servicio Jesuita al Refugiado, ONG que trata de suplir las carencias de la educación pública en la zona del Rutshuru, en Kivu Norte. "Muchas familias no pueden pagar estas contribuciones, aunque sean pequeñas, lo que aboca a los niños al trabajo infantil", alerta Tasha Gill, de Unicef en Congo.

La violencia sexual es la otra gran lacra que se ceba con la infancia en el país. Sin fuerzas del orden que les protejan ni educación con la que labrarse un futuro, jóvenes de ambos sexos quedan expuestos a todas las formas de explotación, desde las violaciones en masa a la prostitución. "Para ellos es un trauma que les marca por toda la vida", explica Gill. "La vergüenza, las enfermedades de transmisión sexual y el golpe brutal que sufren desde muy pequeños en su autoestima hace que en muchos casos sólo sean capaces de sobrevivir adoptando para la edad adulta los hábitos adquiridos de violencia y falta de respeto que ellos han sufrido".

Congo se encamina hacia otra generación perdida, la séptima u octava consecutiva desde la llegada del poder colonial. Los datos de Unicef hablan de un sistema sanitario público apenas existente, de casi la mitad de los niños sin escolarizar, de un 31% de menores de cinco años con malnutrición y de una mortalidad infantil antes del primer año que alcanza a uno de cada doce menores bebés. Un informe de Médicos Sin Fronteras alerta de que, en las zonas en conflicto, cada año mueren uno de cada ocho menores de cinco años. Unas cifras que no mejoran desde hace dos décadas. Mientras, los niños siguen trabajando en las minas.




http://www.elpais.com/articulo/portada/Col...elpepspor_9/Tes
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Invitado_Francisco Alegre_*
mensaje Dec 14 2008, 05:10 PM
Publicado: #1890





Invitado






Los ‘nuevos líderes africanos’ se convierten en dinosaurios

Gonzalo Sánchez-Terán

Considerados por Estados Unidos y Reino Unido como la esperanza de paz y progreso para África a finales de los años noventa, los presidentes de Eritrea, Etiopía, Ruanda y Uganda han desvelado sus ambiciones regionales y su carácter autoritario.


POLÍTICA EXTERIOR, 112
Julio / Agosto 2006


En marzo de 1998, Bill Clinton emprendió una larga gira por el continente africano. Este viaje configuró la historia de África en el arranque del nuevo milenio. Sería el pistoletazo de salida de un nuevo orden; desdichadamente en sentido literal. Ni el momento ni el itinerario habían sido elegidos al azar: la enorme popularidad del presidente demócrata empezaba a resquebrajarse por los escándalos sexuales, y la política exterior –como un cuarto de siglo antes para Richard Nixon– parecía el mejor burladero donde resguardarse de las embestidas de la prensa estadounidense y recuperar la estima de los votantes. Clinton decidió que su visita fuera un acto de contrición pública por los pecados del pasado, los colectivos y los personales.


El presidente eligió tres de los lugares más dramáticamente significativos de la historia africana para pedir perdón: la isla de Gorée, frente a Dakar, Senegal, durante siglos uno de los epicentros del tráfico de esclavos; Soweto, donde Estados Unidos debía expiar sus décadas de apoyo al régimen del apartheid surafricano; y sobre todo Ruanda, la visita más dura para un hombre cuya decisión personal, no su raza o su país, había impedido en abril de 1994 que las Naciones Unidas emplearan el término “genocidio” para definir lo que allí estaba sucediendo y que una fuerza de paz internacional detuviera la matanza de 800.000 seres humanos.


Pero la gira africana de Clinton tenía un segundo objetivo, recuperar un continente que EE UU había abandonado voluntariamente tras la catástrofe de la operación Restaurar la Esperanza en octubre de 1993, saldada con 18 soldados estadounidenses muertos en las calles de Mogadiscio y un país, Somalia, empozado en un conflicto del que aún no ha salido. Como gato escaldado, la primera reacción de la inexperta administración fue retirarse de un África que, en el mundo posterior a la guerra fría, había perdido gran parte de su valor geoestratégico. Sin embargo, Clinton pronto comprendió lo que sus predecesores: que era mucho más fácil y menos expuesto proteger los intereses estadounidenses en el continente negro a través de intermediarios. El viaje de marzo de 1998 sirvió para nombrar a esos intermediarios. A lo largo de la gira, Clinton acuñó la expresión “nuevos líderes africanos” para referirse a los dirigentes de Eritrea, Issaias Afewerki, Etiopía, Meles Zenawi, Ruanda, Paul Kagame, y Uganda, Yoweri Museveni. Estos nuevos líderes serían los adalides del “renacimiento de África”, jóvenes que habían tomado el poder luchando durante años contra viejos dictadores y que defendían la democracia. Lo primero era cierto. Lo segundo, como trágicamente ya habían comprobado millones de africanos, no.


Ciertamente, Afewerki, Zenawi, Kagame y Museveni representaban una nueva generación de líderes. A excepción de Museveni, quien no cobraría relevancia en la escena continental hasta los años noventa, los demás habían tomado el poder acabada la guerra fría. Desaparecida la Unión Soviética, la época del apoyo de las superpotencias a mandatarios fuertes y corruptos parecía haber terminado: los grandes dinosaurios nacidos de la política de “puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”(1) tenían los días contados.


La caída del más carismático de esos dinosaurios, Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire, hoy República Democrática del Congo, fue el último acto de una era. El 29 de abril de 1997, con las tropas de Laurent Desiré Kabila a las puertas de Kinshasa, una delegación enviada por Clinton visitó en su mansión a un Mobutu mortalmente enfermo de cáncer y cuyas tropas se batían en retirada ante el avance de una guerrilla armada y dirigida por la Ruanda de Kagame. La delegación trató de convencer al anciano dictador congoleño de que aceptara la derrota y buscara el exilio para evitar más derramamiento de sangre. Mobutu, confuso, creyendo hablar con los representantes del país que le había mantenido en el poder durante casi 40 años, les dijo: “Si hacéis intervenir a vuestro ejército, esto se puede parar”.(2) Pero Mobutu no comprendía que la historia había pasado página: dos semanas después partía a morir lejos del Congo, y 11 meses más tarde Clinton llegaba a África para sancionar el nuevo orden.


Los nuevos líderes africanos que Clinton proponía como modelo para todas las naciones del continente por su compromiso con los Derechos Humanos y las libertades presentaban una ventaja extraordinaria: eran anglófonos. Mientras durante buena parte del siglo XX, en el resto del mundo la URSS y EE UU se repartían las esferas de influencia, en África, la auténtica división se producía –y se produce– entre los gobiernos aliados de Francia y los aliados de EE UU y Reino Unido. Esta rivalidad, que hunde sus raíces hasta el incidente de Fashoda,(3) ha hecho de África un tablero de ajedrez en el que anglófonos y francófonos luchan por la preponderancia. El ascenso de Kagame, cuyo idioma es el inglés, a la jefatura de un país francófono como Ruanda suponía un jaque mate en la turbulenta región de los Grandes Lagos a favor de EE UU.


Los cuatro nuevos líderes, limpios de las cicatrices de la guerra fría y llegados al poder tras una larga lucha por la libertad, mostraban un contraste enorme con los presidentes progalos, Paul Biya en Camerún, Omar Bongo Ondima en Gabón, Denis Sassou-Nguesso en Congo-Brazzaville, Gnassingbe Eyadema en Togo o Blaise Compaore en Burkina Fasso, también dinosaurios que habían adoptado a principios de los años noventa un multipartidismo de atrezo y se aferraban al poder con el respaldo de París. Todos ellos lucían un largo historial de desprecio por los Derechos Humanos y represión de grupos opositores. Los nuevos líderes, promocionados y financiados por EE UU y Reino Unido, eran el futuro, un futuro próspero y democrático que debía extenderse por todo el continente. A ojos de Clinton, el eje Ruanda-Uganda pasaba a dominar el África central del mismo modo que el eje Etiopía-Eritrea estaba destinado a estabilizar el cuerno de África. De regreso a Washington, el hombre más poderoso del planeta poco podía imaginarse que en menos de año y medio las dos parejas estarían en guerra y, más aún, que ninguno de los cuatro líderes tenía la más mínima intención de caminar hacia la democracia. O quizá sí lo imaginaba, pero no le importaba.


Eritrea y Etiopía: por un pedazo de desierto


El sueño del “renacimiento” en el cuerno de África no duró ni seis semanas. El 13 de mayo de 1998, el Parlamento etíope, en manos del primer ministro, Zenawi, declaraba la guerra a Eritrea, dirigida desde la independencia por Afewerki, a causa de un conflicto territorial en torno a la aldea de Badme, una población insignificante rodeada de desierto. Zenawi y Afewerki tienen biografías paralelas: ambos se sumaron a la rebelión contra las dictaduras de Haile Selassie y Mengistu Haile Mariam al terminar la universidad, ambos ocupaban puestos de mando en sus respectivos grupos rebeldes con veintipocos años, ambos compartieron amistad y estrategias militares, y ambos suprimieron cualquier conato de oposición cuando alcanzaron el poder tras la victoria en 1991.



Si bien después de la pacífica independencia de Eritrea, en 1993, parecía que la relación entre los dos Estados era cordial, con una moneda común y acuerdos comerciales preferentes, el encono fue creciendo: la separación había dejado a Etiopía sin litoral y la competencia económica llevó a Eritrea a crear su propia moneda, el nafka, en 1997. Enardecidos los ánimos, bastó una chispa para desencadenar la guerra. En junio de 1998 Zenawi ordenó a su aviación bombardear con napalm el aeropuerto de Asmara. EE UU, desconcertado ante una guerra entre sus dos principales aliados regionales, trató de mediar en el conflicto ayudado por Ruanda, pero los enfrentamientos continuaron hasta que Afewerki, dos años después, superado militarmente, se vio obligado a firmar el alto el fuego y a poner en manos de una Comisión de Fronteras la soberanía sobre la región de Badme. La guerra entre los dos nuevos líderes africanos, en la que lucharon 500.000 soldados, había costado 80.000 vidas, desplazado a 600.000 personas y destruido la economía de ambos países.


Mirando hacia atrás, lo que sorprende no es la guerra sino el cheque en blanco que el padrinazgo de Washington había otorgado a dos líderes cuyo compromiso con los Derechos Humanos y las libertades había sido escaso desde sus tiempos como guerrilleros. Entre la independencia de Eritrea y la guerra con Etiopía, Afewerki había mostrado su belicosidad en escaramuzas contra Yemen y Sudán. No solo cobijaba a los grupos opositores sudaneses, como deseaba EE UU, sino que pensaba que únicamente la victoria militar pondría fin al conflicto entre el norte y el sur. Cuando Kabila padre le visitó en julio de 1997 (por aquel entonces Kabila concitaba el respaldo de los cuatro nuevos líderes, algo que no tardaría en cambiar) Afewerki le condujo a la frontera con Sudán para convencerle de que apoyara una solución militar.


Desde el final de la guerra de Badme, Eritrea ha pasado de ser un régimen autoritario a convertirse en una auténtica dictadura. Criticado por 15 altos miembros de su partido, el 18 de septiembre de 2001, de espaldas a un mundo hipnotizado por los atentados contra las Torres Gemelas, Afewerki mandó atacar las casas de quienes habían sido sus compañeros durante la lucha por la libertad, encarceló a los que estaban en el país, clausuró los periódicos independientes y arrestó a los periodistas no afines.(4) Al hostigamiento contra toda forma de oposición se suma la persecución religiosa. En 2003 el gobierno aprobó una ley que obliga a todo ciudadano a dar información al Estado acerca de sus creencias religiosas para poder practicar su fe: aquéllos que no practican uno de los cuatro credos autorizados –islam, catolicismo, cristianismo ortodoxo y cristianismo evangélico– son golpeados y torturados hasta firmar su conversión a una religión legal. En marzo de 2004, la Comisión de Derechos Humanos de la Unión Africana (UA) condenó al régimen de Asmara, y en noviembre de ese año lo hizo la Unión Europea, confinando a Eritrea al aislamiento diplomático. Las consecuencias reales de este aislamiento quedan muy lejos de la diplomacia: cuando la hambruna golpeó Eritrea en el verano de 2005, los países donantes fueron reacios a aportar una ayuda que la población necesitaba desesperadamente.


Meles Zenawi ha desvelado su verdadero rostro más lentamente. Durante 15 años ha construido un país donde el desarrollo económico sombreaba el inmovilismo político. Gran amigo del primer ministro británico, Tony Blair, y apoyado incondicionalmente por EE UU, pese a las atrocidades cometidas durante la guerra contra Eritrea, Zenawi es considerado un intelectual progresista que trabaja por el bienestar de su pueblo. Sin embargo, los informes que denuncian las violaciones de los Derechos Humanos en Etiopía se han sucedido en los últimos años. Genocide Watch publicó un informe en febrero de 2004 donde sacaba a luz la matanza por parte del ejército etíope de miles de civiles de la etnia anuak, cuyo territorio es rico en petróleo y diamantes.


La intimidación a opositores y críticos era práctica habitual en Etiopía cuando Blair invitó a Zenawi a formar parte de la Comisión África. Con la tinta aún fresca del informe de la comisión, las elecciones parlamentarias de mayo de 2005 fueron amañadas por el presidente para dar la mayoría a su partido. Esto desencadenó una oleada de indignación en las calles, aplastada a fuerza de balas y detenciones por el gobierno: en pocos meses, 40.000 personas fueron detenidas y más de 80 murieron después de que los soldados dispararan contra una multitud que protestaba por el arresto de los principales líderes de la oposición. Miles de detenidos fueron hacinados en el campo de Dedesa. En noviembre de 2005, Reino Unido y el Banco Mundial retiraron la ayuda a Etiopía. En enero de este año, la Comisión de Derechos Humanos de la UA condenaba a Etiopía, y en febrero la UE rechazó la petición etíope de ayuda presupuestaria hasta que no libere a los presos políticos y acepte la creación de una comisión que investigue las matanzas del último año.


Acosados en el interior y aislados en el exterior, Zenawi y Afewerki intentan que el ruido del nacionalismo acalle la represión y la pobreza, aprestándose para la guerra una vez más alrededor de Badme. Etiopía no ha acatado la resolución de la Comisión de Fronteras que, en abril de 2002, concedía el territorio disputado a Eritrea, y este país, pese al alto el fuego de 2000, permanece movilizado para la guerra con un ejército de 320.000 hombres sobre cuatro millones de habitantes.(5) Ante la mirada atónita y cómplice de sus valedores, los nuevos líderes del cuerno de África se han convertido en feroces dinosaurios.


Uganda y Ruanda, por un pedazo de continente


La historia reciente de Uganda y Ruanda tiene muchas semejanzas con la de Etiopía y Eritrea. Sus líderes combatieron juntos contra un dictador (Kagame se curtió como guerrillero en el grupo rebelde que dirigía Museveni en los primeros años ochenta y que finalmente logró derrocar a Milton Obote), y sus tropas también, tiempo después, acabaron enfrentándose. Pero en los Grandes Lagos todo queda magnificado porque la presa disputada no son unos cientos de kilómetros cuadrados de secarral, sino el inmenso y opulento Congo. El apoyo entusiasta de Clinton a Museveni y a Kagame en marzo de 1998 y su inclusión entre los nuevos líderes africanos destinados a reconducir el continente hacia la paz y el desarrollo bajo el amparo de EE UU es, si cabe, más incomprensible que el brindado a Zenawi y Afewerki.


Para entonces, Museveni llevaba más de 12 años en el gobierno, y no parecía dispuesto a renunciar a su “democracia sin partidos” que le mantenía en el poder; como jefe de las fuerzas armadas ugandesas desde Kampala había muñido dos guerras en seis años, la invasión de Ruanda en 1990 y la de Congo en 1996, que provocaron la muerte de millones de personas.


Por su parte, Kagame, dos años después de alcanzar el poder tras el genocidio ruandés, había ordenado y dirigido lo que ha sido descrito como “el segundo genocidio”: la destrucción de los campos de refugiados hutus de Goma y Bukavu entre octubre y noviembre de 1996. Después de las matanzas cometidas en los campos, el ejército ruandés persiguió implacablemente a los supervivientes por el interior del Congo, entonces Zaire: más de 200.000 hutus murieron. El apoyo de Clinton a Museveni se explica por el juego de intereses geopolíticos de EE UU en la región. El respaldo ciego a Kagame tenía unas motivaciones más profundas y turbias: desde el genocidio de 1994, el mundo occidental, con EE UU a la cabeza, sentía, justificadamente, la vergüenza colectiva de no haber movido un dedo para impedirlo o pararlo, y Kagame pronto se descubrió como un genio a la hora de explotar ese sentimiento de culpa para silenciar a sus críticos y justificar sus masacres.


El 26 de marzo de 1998, Clinton se fotografiaba con Museveni y Pasteur Bizimungu (6) en la Cumbre de Entebbe para la Paz y la Seguridad y anunciaba un futuro venturoso para África central. Esta vez el sueño duró algo más: cuatro meses. El 2 de agosto, Uganda y Ruanda se aliaron para invadir Congo y deponer a su antiguo protegido, Kabila, que cinco días antes, informado de la preparación de un atentado contra su persona, había expulsado de Kinshasa a los militares ruandeses que le habían llevado al poder 14 meses antes. Bajo una capa de motivaciones políticas y étnicas, a nadie se le ocultaba la verdadera causa de la guerra: el dominio de las inconmensurables riquezas mineras del Congo. Gracias al apoyo apenas velado de estadounidenses y británicos a la operación, el Consejo de Seguridad de la ONU tardó un mes en hacer un llamamiento al cese de la guerra y a la retirada de las tropas extranjeras, y ocho más en aprobar una resolución, la 1234, pidiéndole a Uganda y a Ruanda que abandonaran el Congo. Lo que debía ser una campaña relámpago se convirtió en una contienda continental que arrastró a siete países africanos y costó la vida a más de tres millones de personas en los casi cinco años que duraron los enfrentamientos y a raíz de la violencia que perduró en el este del Congo, incluso después de los acuerdos de Pretoria de diciembre de 2002.


En este tiempo, Museveni y Kagame, mientras muchedumbres de hombres, mujeres y niños perecían a causa de la guerra que ellos habían iniciado, con la connivencia de políticos y empresarios occidentales, se dedicaban a repartirse las reservas de minerales que guarda su colosal vecino: coltán, diamantes, oro, casiterita, niobio. Según un informe de la ONU, este expolio ha generado anualmente 320 millones de dólares de beneficio a los nuevos líderes de los Grandes Lagos, y el destino de esta mercancía son 17 países industrializados, fundamentalmente Alemania, Bélgica, Japón, Holanda, Reino Unido y EE UU.(7) El reparto del botín entre Museveni y su antiguo lugarteniente no siempre fue pacífico: en agosto de 1999, los ejércitos ruandés y ugandés se enfrentaron en Kisangani por el control de la explotación minera ante el silencio cómplice de la comunidad internacional. Durante los siguientes años, la rivalidad por los recursos congoleños se transformó en una política activa de desestabilización mutua. Una vez más, EE UU y Reino Unido asistían a la lucha entre sus dos grandes aliados regionales. Finalmente, la mediación de Londres consiguió zanjar la querella y ambos países pudieron continuar con el expolio. Tras la firma de los acuerdos de Pretoria, Ruanda y, en menor medida, Uganda han seguido minando el proceso de paz.


Kagame ha amenazado repetidas veces con invadir Congo con la excusa de la seguridad. Como respuesta al belicismo ruandés, en una rara e insuficiente muestra de firmeza, a lo largo de 2004, Reino Unido suspendió dos veces su ayuda financiera al régimen de Kigali. La responsabilidad de Kagame y Museveni en la guerra más devastadora del último medio siglo ha llevado a que numerosas organizaciones de Derechos Humanos hayan pedido que sean juzgados por crímenes contra la humanidad en el Tribunal Penal Internacional.


Los crímenes de ambos líderes no se limitan a las guerras del Congo. En 2005 Museveni, siguiendo el ejemplo de los dinosaurios francófonos, hizo aprobar una reforma constitucional que le permitía presentarse a las presidenciales de febrero de 2006 por tercera vez. Todo estaba preparado para una aplastante victoria, pero la oposición arracimada en torno a Kizza Besigye, que regresó a Uganda tras cuatro años de exilio, iba ganando popularidad día a día. Un mes después del inicio de la campaña electoral, las fuerzas de seguridad ugandesas detuvieron a Besigye acusándolo de violación, traición y terrorismo. A raíz de estos incidentes, Noruega, Irlanda, Suecia y Reino Unido anunciaron en diciembre de 2005 la congelación de una parte de su ayuda presupuestaria. Finalmente Museveni ganó las elecciones entre denuncias de fraude y, si nada lo remedia, cumplirá 25 años en el poder.


Pese a estar al frente de uno de los países del mundo que más ayuda exterior recibe, el presidente tiene pocos éxitos que mostrar: Uganda está situada en el puesto 158 de 172 en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la esperanza de vida es de 42 años y el 38 por cien de los niños menores de cinco años padece desnutrición. Firmada la paz en el sur de Sudán y desprovista de petróleo, Uganda tiende a ser una pieza cada vez menos relevante en el tablero continental, y Museveni va convirtiéndose en otro mandatario africano perpetuado en el palacio presidencial de un país que se estanca: otro dinosaurio más.


Por su parte, Kagame, que en 2004 obtuvo la victoria en unas elecciones en las que los principales oponentes estaban fuera del país o en la cárcel, ha convertido Ruanda en un Estado policial de partido único en la práctica. En 2003, una comisión parlamentaria acusó al principal partido de la oposición de “divisionista” y reclamó su disolución. Un año después, otra comisión parlamentaria pidió la disolución de la Liga para la Protección de los Derechos Humanos en Ruanda y de cuatro organizaciones más de la sociedad civil bajo los mismos cargos. Decenas de líderes religiosos y opositores políticos han sido arrestados y encarcelados o han tenido que marcharse al exilio. Desde el poder se considera que toda crítica al gobierno es una incitación al genocidio.(dirol.gif Sin embargo, la mayor sospecha que persigue a Kagame se centra en lo sucedido el 6 de abril de 1994, cuando dos misiles tierra-aire derribaron el avión en el que viajaban los presidentes de Ruanda, Juvenal Habyarimana, y Burundi, Cyprian Ntaryamira, desencadenando el genocidio ruandés.


Hasta hoy, los innumerables artículos y libros sobre ese genocidio pasan de puntillas sobre este crimen. En marzo de 2004, Le Monde publicó extractos del informe del juez antiterrorista francés, Jean-Louis Bruguière, en el que se atribuye a Kagame la autoría del atentado que acabó con la vida de los dos presidentes. Los datos del informe, que nunca se llegó a publicar oficialmente, parecen concluyentes. Sin embargo, para la comunidad internacional el episodio que marcaría a fuego el destino de África central continúa siendo un misterio. Si alguna vez se comprobase su implicación en el atentado, Kagame no podría escapar a la justicia internacional. Entretanto, acusado por los paneles de la ONU y por cientos de informes de grupos de Derechos Humanos de ser uno de los máximos responsables de la guerra del Congo, el mandatario ruandés se reunió el 31 de mayo pasado en la Casa Blanca con George W. Bush, que lo recibió como a uno de los mayores amigos de EE UU en África y lo calificó como “un hombre de acción que sabe hacerse obedecer”, las mismas palabras que hace un cuarto de siglo empleó Ronald Reagan para calificar a Mobutu.


La deriva de los que fueron saludados como nuevos líderes africanos hacia el autoritarismo, la represión política, la violación de los Derechos Humanos y la guerra no expone trágicamente la falta de acierto en sus juicios de EE UU y de otros países occidentales, sino los criterios que el Norte emplea para favorecer a unos líderes africanos frente a otros. Mientras el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y las agencias de cooperación hablan de buen gobierno, lo cierto es que intereses económicos y geopolíticos determinan aún la política africana de los países del Norte. Esta realidad nos hace, a quienes sacamos provecho de esos intereses, cómplices de cada asesinato y de cada muerte evitable que se produce en África.





1. Algunos atribuyen la expresión a Franklin D. Roosevelt refiriéndose al militar nicaragüense, Anastasio Somoza, y otros al secretario de Estado, Cordell Hull, sobre el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.

2.Michela Wrong, In the footsteps of Mr. Kurtz. Fourth Estate, 2000.

3. Enfrentamiento entre las fuerzas coloniales británicas y francesas a finales del siglo XIX por el pequeño puesto avanzado de Fashoda, en Sudán, que concluyó con la confirmación de la hegemonía británica en el valle del Nilo.

4.Michela Wrong, No lo hice por ti. Intermón, 2006.

5.Ethiopia and Eritrea: preventing war. International Crisis Group (diciembre de 2005).

6. Bizimungo era entonces el presidente títiere hutu que Kagame había puesto al frente del país para dar una imagen conciliadora, mientras él manejaba los hilos del poder. En marzo de 2000, Kagame se haría elegir presidente por el Parlamento.

7.Ramón Arozarena, Del Zaire a la República Democrática del Congo.

8.Human Rights Watch World Report, 2005.



Gonzalo Sánchez-Terán trabaja desde 2002 para el Servicio Jesuita a los Refugiados (JRS) en Guinea-Conakry, Liberia y Costa de Marfil.
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