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Versión Completa: Leyendas de la caldera de Lubá
FORO DE CRÓNICAS DE LA GUINEA ECUATORIAL > FORO GENERAL > HISTORIA DE GUINEA ECUATORIAL
fernando el africano

Primera parte - Extraido de la revista Oráfrica 2006 , escrito por Mª Caridad Riloha Ebuera ( una bubi auténtica como indican sus apellidos.)
La primera parte de su descripción se supone la redactó en 2005.

La caldera de Lubá, un cráter desmoronado hacia la bahía de Lubá en lo que constituye el cauce del río Tudela, sigue siendo uno de los parajes inexplorados de la isla de Bioko, ya que nadie ha logrado hasta hoy completar su recorrido. No obstante, los excursionistas y biólogos que lo han visitado siempre han declarado que es hábitat de raros especimenes animales y vegetales.
Este hecho no es una realidad desconocida por los habitantes de la región de Balachá, cuyos poblados están enclavados en las laderas de dicha caldera. Incluso los más jóvenes en sus comunidades saben que habita en la caldera una raza de hombres de pequeño tamaño, divertidos, medio-espíritus, medio-humanos, y con facultades extraordinarias: los Togüere.

A decir verdad, nadie parece haber visto a estos personajillos; no existe descripción alguna de su aspecto físico, ya que incluso los que aseguran haberlos tenido cerca no son capaces de explicar su fisonomía. Se sabe que su aspecto es de humanos de pequeño tamaño porque sus huellas coinciden en forma y tamaño con la de nuestros infantes.

Los Tögüere gustan de la compañía de los hombres, a los que se muestran de vez en cuando protagonizando anécdotas que resultan divertidas una vez superado el susto de la experiencia: su forma incorpórea, sus sonidos claramente humanos aunque inteligibles, sus risas infantiles, su gran rapidez de movimientos, la ingravidez de la que gozan, constituyen razones más que suficientes para bloquear la voluntad incluso de los iniciados en el secreto de la existencia.

Los cazadores de la región aseguran que el asentamiento de los Tögüere, enclavado en una enorme y extensa oquedad en las paredes verticales de la caldera, es visible en días claros; aseguran que se ven tierras cultivadas, pudiéndose adivinar plantas semejantes a las que cultuivan los lugareños; y hay de los que aseguran haber visto este poblado misterioso iluminado momentáneamente por luz eléctrica en noches oscuras de espera para la hora del Ëvéchi.

Ëvëchi = Caza que se lleva a cabo al amanecer o atardecer, aprovechando el desplazamiento de los animales a los lugares de comida, bebida y a sus madrigueras.



CONTINUARÁ

Fernando El Africano

P.D. Lo transcribo ya que me parece interesante para todos nosotros, no sé si he acertado.
fernando el africano
Segunda parte- extraido del libro Orálfrica año 2006 , escrito por Mª Caridad Riloha Ebuera

Ö TÖGÜERE

Evoidjë era un anciano bien amado por su gente; respetado en todo Balachá, en donde había iniciado a muchos jóvenes en el arte de la cacería; y admirado por los hijos de su löva ( patio particular del clan familiar), a quienes dejaba siempre boquiabiertos o alborozados, ya en atenta escucha de sus fantásticas narraciones, ya intentando ser los primeros en acertar sus ocurrentes adivinanzas.

Quizás por tantas horas de soledad compartida en los bosques de Balachá, Riaambá y Ureka, había terminado adoptando algunas costumbres de sus perros: en este preciso instante olfateaba el aire, lo cual indicaba que algo estaba fuera de su natural orden. Hacía rato que se había quedado ensimismado , cabeza y troncos apoyados en un evodà ( tronco de helecho arborescente utilizado en la construcción)de la pared de la cocina, la mirada fija en el zinc renegrido del techo, disfrutabndo de su pipa después de cenar. No había recibido ninguna señal de alarma, y sin embargo....

Estaban los amigos de sus hijos y uno de sus hijos le dijo :
- Papá cuéntanos algo ¿no?

- A ver que os cuento hoy. Pues voy a contar algo que me sucedió un día en el bosque siendo joven, aunque no tan joven porque ya estaba casado y era padre de dos hijos.

Un día salí de ëvëchi a la zona de nuestra gran caldera. Puse mi despertador a las dos y media de la madrugada. Me vestí con la ropa de bosque, calcé las altas y fuertes botas de goma, lavé mi cara con agua bien fría, entré en la cocina donde comí algo de las sobras de la cena, cogí mi escopeta calibre 12 y mi mochila, y me puse en camino hacia la caldera. Aproximadamenrte a doscientos metros de casa, me di cuenta de que mi fiel perro Blaki no me seguía y lo llamé con el silbido habitual. Se presentó al final del pueblo, apenas me introduje en la oscura selva, sendero arriba.

No me pareció que hubiéramos andado más rápido que otros días. Sin embargop la oscuridad del firmamento y los ruidos del entorno indicaban que aún faltaba tiempo para amanecer cuando llegamos a nuestro destino. Decidí encender una hoguera para calentarnos durante la espera.

Busqué por los alrededores ramas secas para leña, que amontoné adecuadamente para encender el fuego. Con la rodilla hincada en el suelo metí mi mano en la mochila y extraje un envoltorio, lo abrí y separé la cantidad de mënno ( fibra seca del dátil de la palma una vez escurrido el aceite del mismo, tras ser machacado. Es muy útil para encender fuego.)que necesitaba para encender, volví a meter mi mano en la mochila, esta vez para sacar el mechero; pero justo cuando iba a hacer el gesto de encenderlo, quedé paralizado ante la maravilla que contemplaban mis ojos porque allá, en el gran hoyo aún oscuro de la caldera, se veia un lugar iluminado.

Instintivamente me erguí y, cuando había dado dos pasos hacia el ojeto de mi curiosidad, se desvaneció la luz, tan repentinamente como había aparecido. Volví sobre mis pasos y retomé la actividad interrumpida pensando, no obstante, en lo raro de esa iluminaci8ón en medio del bosque y en un lugar tan inhóspito; porque no podía provenir de la hoguera de otro cazador- nadie era tan loco para encender una hoguera tan grande- además una hoguera no se encendía y apagaba así, tan rápidamente como lo había hecho aquella iluminación. <<¡ Eso es, ha sido una iluminación..., diría yo eléctrica!>>- me dije-, << pero, ¿ en medio del bosque?>>.

Continuará........

Fernando El Africano
fernando el africano
Tercera y última parte, extraido del libro Oráfrica año 2006 , escrito por Mª Caridad Riloha Ebuera

Ö TÖGÜERE

Después de varios intentos conseguí encender el fuego. Blacki y yo nos sentamos al calor de la lumbre. Justo cuando empezaba a quedarme transpuesto, noté movimientos rápidos alrededor; después ví una leña elevarse del fuego y alejarse por el bosque, acompañada por una risa infantil y alegre. Me froté ambos ojos para despejar el sueño que posiblemente empezaba a adueñarse de ellos. Apenas separé las manos, vi frente a mi otra leña flotando en el aire, como sostenida por una mano invisible, que se alejaba también bajo el bosque seguida de otra risita infantil. En mi perplejidad sólo se me ocurrió exclamar:

- ¡Ö a Talé mö vöriiimue! ¿ Kàa nà élé òchieña cho lamma lenà opa'ane lo eña?. ( << ¡Dios mío! ¿ No has visto otra cosa que mostrarme?>>)

Un coro de risas estalló alrededor mío y las pocas leñas que quedaban en el fuego desaparecieron en volandas bajo el bosque.

A Blacki lo descubrí quejándose con aullidos quedos, temblando y acurrucado entre mis piernas. Decidí no molestarme en hacer otro fuego; faltaban unos quince minutos para el amanecer y lo dediqué a reanimar al perro.

Llegado a este punto de su narración , Evoidjë pasó revista a las caritas que le observaban. De repente, alguien rebulló cerca de la puerta. Evoidjë volvió su mirada a ese punto. Su hijo Mooba, cabeza erguida, pecho desafiante, haciendo gala de su naciente hombría, le espetó:

- Pero papá, los tögüere no existen ¿ verdad?

Por toda respuesta, Evoidjë giró su cabeza hacia su esposa, a la que fulminó con una dura mirada que obligó a aquélla a bajar la suya. Mujer de recursos que era, una vez asumido aquel reproche silencioso no quiso desaprovechar la ocasión para, una vez llamar la atención a ese hijo atrevido. Miró a Mooba, al que dijo:

- Mooba, te he dicho muchas veces que en este mundo que vivimos no sólo existimos los seres que tú conoces y ves. Deja de hablar inconveniencias y lleva a tus hermanos a la cama.

Mientras Mooba iba primero a coger al benjamín del regazo de su madre, Evoidjë dió por terminada la velada diciendo:

- Recordad siempre que los tögüere no hacen daño a los hombres, son inofensivos. En nuestras comunidades nunca hemos oído contar nada malo de esos seres. ahora, ¡ a casa todos y a la cama!, que ya es tarde.

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Mi comentario : Es delicioso que escritores africanos narren los cuentos de su entorno, transmitan las mitologías y leyendas que hasta hace poco eran orales y las puedan plasmar para conocimiento de las nuevas generaciones.

Fernando El Africano
Jose Eduardo Padilla
Una gozada leer los cuentos, Fernando.
Primero, porque son tan bellos como los más conocidos por aquí.
Segundo, porque son nuestros y cuando hablan del bosque, el fuego, la Calderoa, etc. .... ¡lo vivimos! y lo entendemos.
Gracias figura.
Un abrazo.
JEP
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Vicente
Mi querido primo Fernando,que preciosa leyenda nos has contado,pero puede ser,que realmente existan estos seres,las leyendas se basan en algo,y esa,nuestra caldera de Luba, ha pesar de tantos años alli vividos,algunas expediciones efectuadas a la misma,nunca se ha llegado al corazon de la misma,por lo que desconocemos todavia hoy,los secretos que en ella se guardan.Eres todo un "crak",en estos temas de Guinea,esperamos que nos sigas contando,historias,leyendas,cuentos de ese nuestro pais.Un abrazo.
fernando el africano
Queridos amigos :

Especialmente Vicente amigo y primo y José Eduardo Padilla gran narrador y persona activa.

Vuestras palabras me alientan para seguir haciendo de trasmisor de lo que llega a mí, y considero que puede ser interesante para otras personas. Aunque lo hago de corazón si no se recibe esta vitamina del aliento, uno se desanima.

Gracias y un abrazo

Fernando El Africano
rosen
Fernando, estupendo tu relato. Menos mal que sigues contando cosas.
Hay un refrán que dicen es guineano. "Cada gallo canta en su solar" que quiere decir que cada uno en su casa hace lo que quiere. ¿Tú crees que es guineano o es español?
fernando el africano
Querida Rosen :

´Mi esposa Ángela que tiene una memoria prodigiosa, no recuerda ese refrán como español, por otra parte encaja más con la filosofía africana. Si canta fuera de tu solar, o se lo come una serpiente o se lo lleva el primero que pasa, no por mala intención sino porque en África hasta hace muy poco, no ha empezado a asentarse el sentido de la propiedad.

La mayoría de pueblos africanos, llegaban a un terreno lo preparaban para cultivar su huerta y su pequeña ganadería, talando árboles y construyendo viviendas con materiales vegetables, y cuando ya no producía o se había trminado la caza en el entorno, se trasladaban a otro terreno. Quiere decir que no consideraban aquello como propiedad permanente. Esa forma de vivir influía en su concepto de propiedad, consideraban que las cosas son para aprovecharlas y sacar fruto de ellas y qpropiedad.
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