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Versión Completa: La Tragedia- Asesinato de D. Gustavo Sostoa
FORO DE CRÓNICAS DE LA GUINEA ECUATORIAL > FORO GENERAL > HISTORIA DE GUINEA ECUATORIAL
Chila

BREVE ESTUDIO DE PSICOPATOLOGÍA TROPICAL

Dr. Sievert.
Santa Isabel 6 de enero de 1933


LA TRAGEDIA

El escenario todos lo conocen, una isla situada a 369 millas de la Capital de estos Territorios, de unas 24 de perímetro, diez de largo por seis de ancho y de 46 millas cuadradas de superficie (unos 18 km cuadrados) próxima a la línea ecuatorial a 1º, 24´, 39´latitud S. y 9º 20´Long. E. del meridiano de Madrid.

Isla que si bien pertenece a España, y es en la que mas se habla el español, parece no pertenecernos, dado el abandono en que se la tiene hasta el punto de estar totalmente incomunicada con el resto del mundo, a veces hasta seis meses.

Clima el mismo de todas estas latitudes, si bien puede decirse que es bastante mejor que el de la Isla de Fernando Póo. Temperatura que en agosto no sube de 38,5 º, pero clima húmedo al fin como el de toda isla de las regiones tropicales.

Población indígena escasa, poco mas del millar, y europea: un practicante blanco, dos misioneros y un cabo de la Guardia Colonial, que asume el cargo de Delegado del Gobierno, y nadie mas. (Ahora se ha destinado a un médico que será Delegado Gubernativo).

Una vida lánguida, monotona, sin variantes de ningun género, sin la comunicación espiritual del menor trato social que nos diferencia del ser irracional. Siempre el mismo paisaje, las mismas imagenes, solo interrumpidas por una constante ansiedad por la llegada del barco español, que nunca llega, y que ha de traer las noticias familiares y de la Patria lejana.

Tedio, mucho tedio, misantropía, egocentrismo creado por una soledad espantosa. Aburrimiento en una palabra, unido a las demas causas deprimentes. Cerebros adormecidos, oxidados, anquilosados por su poca movilidad, aún cuando en ellos se van sucediendo una serie de fenómenos dependientes de la constitución psicologica del individuo y en los que la causa mas insignificante, es productora de intensa emoción psicológica. Y así un día tras otro, un mes igual que el anterior, hasta que llega el fin de la campaña y entonces extraño y curioso fenómeno, el individuo no quiere dejar la isla, se ha adaptado al medio anormal en que vive y si marcha desea volver.

Llega un momento en el que el barco español no llega, ese barco en que si cifra la única esperanza, y alrededor del cual, puede decirse, gira toda la vida colonial; lo mismo para el agricultor que para el funcionario, que para cualquiera de los que aqui vivimos. ¡Cuando llegue el barco¡ ¡Cuando se marche el barco¡ Estas dos frases son las que se oyen constantemente, como si ellas fuera la expresión del único anhelo que nos domina.

El agricultor se impacienta con la espera del barco en el que le llegarán noticias de sus negocios. El funcionario ansía saber quién llega que pueda sustituirle en su campaña cumplida, o las mejoras que puedan traerle en su situación oficial; pero todos siempre en ese estado de espera ansiosa tan bien estudiado en Psico-patología. El particular, en la espera de la solución de sus asuntos y todos con el ansia natural de noticias de los seres queridos, que allá quedaron en espera de la codiciada fortuna que en aventurero impulso vinieron a buscar todos.

Transcurren seis meses de absoluto aislamiento y llega por fin el barco. Tiene que ser el. Seguramente ha de serlo pues no hay otro que llegue a la abandonada isla.

Así lo anuncian unos indígenas al Sargento de la Guardia Colonial, Restituto Castilla, primera autoridad en la isla.

El Sargento Castilla se prepara para ir al barco y dispone un cayuco para ello. Al fin llega el “Vapor Legazpi” y fondea. Se dirige al costado del mismo, llevando una mala noticia: el practicante que estaba destinado en la isla hace dos meses que ha fallecido, solo, sin asistencia (no es la primera vez que ha ocurrido)

Cuando el Sargento Castilla se dispone a trepar por la escala, le comunican que no puede hacerlo, pues en Fernando Póo hay epidemia de viruela. Sin duda hay el temor de que pueda…. contagiarse de dicha enfermedad el referido sargento.

Esto no es obstáculo para que al día siguiente desembarque el Gobernador acompañado de su séquito y escolta.

Aqui se produce la primera contrariedad al Sargento Castilla y así lo hace constar en sus “memorias”. Para él es una gran decepción, sabiendo que llega la primera autoridad de la colonia.

Al día siguiente, a las seis de la mañana, desembarca dicha autoridad con los que le acompañaban. El peligro había desaparecido como por encanto, pues previsoramente se había hecho desembarcar la tarde de la llegada al Practicante Sr. Fernandez, a fin de que preparase todo para empezar a vacunar muy temprano. Además S.E. se hacía acompañar de un médico, el Dr. Ramirez.

En este viaje es cuando se remueve la tierra en la que ya había caido la semilla, que meses más tarde había de dar su amargo fruto: el asesinato del Gobernador D. Gustavo Sostoa.

Acompañan al Sr. Gobernador, su Secretarío Auxiliar Sr. Soler, Doctor Ramirez Lorenzana, Dr. Calderon, Medico del Legazpi, practicante del barco y algunas personas mas, y después de revistar a un grupo de exploradores, creados por el Sargento Castilla, y de visitar lo poco que allí existe, se dirigen a la Casa de la Delegación para comer.

Al visitar dicha casa, se entera S.E. de que este pequeño edificio en el cual vive el Sargento Castilla, era la casa del Practicante, por lo que le pregunta al primero, por qué vivía en ella y al manifestarle que porque era mejor y por haber estado mucho tiempo sin practicante la isla, el Gobernador le ordena que se traslade a la que le corresponde, pero ante las manifestaciones del Practicante Sr. Fernandez de que le daba lo mismo vivir en una que en otra S.E. accede a que la siga viviendo el Sargento.

Llama la atención S.E. al Sargento, al entrar en la casa en que vivió el Practicante fallecido, Sr. Sanjuán, y ver que después de dos meses de la muerte de dicho funcionario, aún continuaba la cama en que falleció, en desorden su ropa, lo mismo que su equipaje, y en una mesa situada en la galería, continuaban aún unas gafas, un periódico que estaba leyendo en sus últimos momentos, una gorra que usaba el finado Sr. Sanjuán, por lo que le preguntó por que no había dispuesto que fuese recogido el equipaje para enviarlo al barco, contestándole el Sargento que tenía entendido que el Sr. Sanjuán no tenía herederos directos y a lo que parece respondió su excelencia, diciéndole que no era él quien tenía que decidir este extremo, sino el Juzgado.

El equipaje fue recogido y enviado al barco.

Al ir a comer a la casa de la Delegación, se sientan a la mesa con el Gobernador el Dr. Ramirez, Dr. Calderon, Practicante Sr. Fernandez, Practicante del Legazpi y secretario auxiliar Sr. Soler.

Sirve a la mesa el enfermero de a bordo.

A proposito de esta comida, dice el Sargento Castilla en sus “memorias”:

“El Secretario, persona amabilisima me indica que por falta de cubierto no puedo comer con ellos, pero que comida hay suficiente. El detalle me parece indigno no ya de un Gobernador Excmo. Sr. Cónsul General de España, sino de un Alcalde de Castilblanco. Tengase en cuenta que en la isla no hay mas que siete blancos (ya he dicho que los frailes son incoloros) y comen seis en la mesa, del septimo que ese soy yo, primera autoridad local y Delegado del Gobernador, que hace la comida, no cabe en cabeza humana” (textual de sus “memorias”)

Después que han comido S.E. y sus acompañantes, le dice el Sr. Soler que coma, consignando el Sargento en sus “memorias” que come poco y añadiendo:
“Después el barco se marcha, y como en la fábula de Los Dos Amigos y el Oso, he creido oir que alguien me ha dicho al oido- Visto está, que el que trabaja debería comer paja”

¿Qué ocurrió en esta primera visita de S.E. el el Gobernador Sr. Sostoa a la isla de Annobón, en cuanto se relaciona con el Sargento Castilla?

Lo ignoro en detalles, pero bien pudiera ser, que en dicha visita no quedase muy conforme, cuando mas tarde disponía el relevo del Sargento Castilla.

Bien pudiera ser, que informado de la actuación de la referida autoridad insular, creyese conveniente su traslado, influenciado quizá por la información que recibiera, ya que sabemos que el Sr. Sostoa tenía la costumbre de hacerse informar por los indígenas, escuchando sus quejas, que como es lógico, siempre eran contrarias a las autoridades.

Esta era una costumbre, que si bien en muchos casos pudo ser útil, la mayor parte de las veces ha sido contraproducente, pues todos conocemos las especiales dotes del indígena para la fabulación y tendencia a la mitomanía.

Lo cierto es, que esta primera visita quedó mal impresionado el Sargento Castilla.

Esto ocurría en el mes de julio y hasta noviembre en que vuelve otra vez el Gobernador a la isla de Annobon, han transcurrido cuatro meses, cuatro meses de aislamiento, cuatro meses en los que se va incubando el germen de lo que mas tarde había de ocurrir.

CONTINUARÁ….
fernando
Estimada Chila:
Mi más sincera bienvenida a este foro y gracias por la interesantísima transcripción del relato de tu abuelo el Dr. Siervet, que deja casi en pañales lo que hasta hoy 'oficialmente' sabíamos aquí del tenebroso episodio ocurrido en Annobón, que le costó la vida al primer Gobernador General de la 2ª República.
Nada de lo que habíamos leído hasta hoy aquí sobre este caso relata con tanta precisión los antecedentes del tremendo suceso, ni retrata mejor el ambiente local 'administrativo' de los lejanos y casi ignorados Territorios Españoles del Golfo de Guinea.
A la fidelidad de los detalles en el relato se le añaden un amplio concimiento del medio en aquella remota pequeña isla, -en la que tuve ocasión de vivir un año medio- así como un profundo análisis psicológico del turbio personaje autor del asesinato, al que sólo el pudor en la aplicación de unas tibias Ordenanzas evitó que casi lo condecoraran.
En el libro "La Guinea incógnita (vergüenza y escándalo colonial)", de Francisco Madrid escritor y periodista, publicado en el mismo año (1933) que el estudio de tu abuelo, se cuenta -entre otras muchas cosas- que: "Los funcionarios de la colonia, al saber del asesinato de D. Gustavo de Sostoa, celebraron la noticia con un banquete. En las listas de pésame se hallaban inscripciones como éstas: "Me alegro." "¡Olé los tíos!" Es que D. Gustavo de Sostoa imponía el orden republicano a los funcionarios monárquicos. No se ha hecho un expediente a los del banquete; no se ha averiguado quiénes eran los autores de aquellas frases..."
En la espera de próximas nuevas entregas del manantial de tus valiosas fuentes te saluda,

Fernando Galindo.-
malé chillida
Bienvenida CHILA .... interesante y emocionante relato que me ha dejado con el corazón un poco encogido al recordar - como bien dice Fernando - las condiciones tan adversas en las que tuvieron que vivir aquellos primeros españoles que al paso del tiempo nos dejaron un paraiso a quienes fuimos llegando y naciendo en esa tierra bastantes años después.

Seguiré atentamente este hilo ...... GRACIAS
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