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Versión Completa: La Descolonización española
FORO DE CRÓNICAS DE LA GUINEA ECUATORIAL > FORO GENERAL > HISTORIA DE GUINEA ECUATORIAL
Vértigo
Estoy estudiando la descolonización de Guinea.Me parece muy interesante la polémica entre Herrero de Miñón y García Trevijano. He encontrado algunos artículos que espero sean vuestro interés.

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La Conferencia Constitucional y la independencia de Guinea Ecuatorial en las "Memorias de estío" de Miguel Herrero de Miñón (*).



  "En enero de 1968 terminaba los estudios de filosofía en Lovaina cuando, a través de la embajada española en Bruselas, recibí el recado de ponerme en comunicación con el ministro de Asuntos Exteriores. Castiella me pidió que volviese inmediatamente a Madrid a fin de asesorar la preparación y celebración de la segunda fase de la Conferencia Constitucional para la independencia de Guinea Ecuatorial. Su jefe de gabinete, Marcelino Oreja, le había hablado de mis investigaciones sobre el derecho constitucional de la descolonización. Así lo hice el 21 de febrero de 1968, tras despedirme apresuradamente de mis asombrados maestros Antoine Vergote y Alphonse de Waelhens, reacios a comprender aquel rápido paso de la fenomenología a la política.

  Conocía a Castiella como amigo que era de mi padre; en varios encuentros veraniegos, había tenido ocasión de charlar con él o, más bien, de escucharle; y con Marcelino Oreja tenía una buena relación que los años han transformado en respeto mutuo y amistad. Pero es claro que nunca había visto trabajar a un equipo ministerial como aquél y en el que se integraban personas de diversa valía y talante. Sin duda se puede discrepar de muchos aspectos de la política exterior de Castiella y el juicio, atendiendo a los resultados, no puede ser optimista. Pero es preciso reconocer que, merced a una tenacidad ejemplar, puesta al servicio de una altísima idea de la dignidad del Estado y de su servicio en el exterior, el ministro y su equipo consiguieron dar a luz una concepción del interés nacional todavía vigente y crear en nuestra carrera diplomática una escuela de pensamiento.

  El proyecto de Castiella, tal como, una noche de aquel mes de febrero, me lo expuso en su despacho de Santa Cruz, no carecía de cierta grandeza e indudable viabilidad, aunque hubiera requerido una política interior muy diferente. Se trataba, según el ministro, de conducir rápidamente hasta la independencia a Guinea Ecuatorial primero y al Sahara después, y establecer con ellos íntimos lazos de cooperación de modo que, asumiendo un coste económico no pequeño, España pudiera, en gran medida, determinar su política exterior. Con ello, el político bilbaíno confiaba en obtener tres objetivos: dos votos más para España en las Naciones Unidas, importante baza a jugar en contenciosos presentes y futuros; contrapesar desde el Sur las apetencias marroquíes, estableciendo una alianza entre el futuro Sahara, vinculado a España, y Mauritania, y, en fin, no sólo dar muestras de buena voluntad hacia el Tercer Mundo, sino conseguir dos vías de entendimiento con él. Sin duda el problema de Gibraltar, que ya entonces obsesionaba a Castiella, pesaba mucho en este diseño estratégico y no dejó, a mi juicio, de contribuir a su frustración. Pero si estas bazas se pensaban jugar indudablemente en pro de la reivindicación española, su alcance se pretendía mucho más permanente.

  Desde mi llegada hasta mediados de abril estuve dedicado a preparar, a más de la fórmula de acceso a la independencia (1), dos extremos claves.

  Ante todo, la elaboración de un anteproyecto de constitución donde tuve ocasión de aprovechar materiales recopilados y utilizados en las investigaciones anteriores ya mencionadas. Recuerdo que con la ayuda de hombres de buen criterio como Oreja, Cañadas y Moro conseguí descartar las peores opciones, entre otras la de exportar las instituciones del régimen español, y establecer, como postura de reserva, un texto muy simple. Sin otra parte dogmática que la Declaración Universal de Derechos del Hombre; un sistema de gobierno neoparlamentario de ejecutivo prácticamente monocrático, equilibrado por un vicepresidente del Gobierno sin específicas competencias; un gabinete dependiente del presidente; y una estructura regional con competencias autonómicas amplias y tasadas y una participación en el Gobierno, como ministros sin cartera, de los dos presidentes regionales.

  El segundo extremo, ya planteado al elaborarse la Constitución, era el sistema electoral y que, según el criterio del Gobierno, debía consignarse en una Ley Electoral a elaborar en la propia Conferencia.

  Mis conocimientos en la materia no eran grandes y comprobé que los de los supuestos expertos que se movían en torno de aquella tarea eran todavía menores que los míos. Yo conocía desde hacía años, por razones familiares y académicas, a un diplomático excepcionalmente inteligente y que había dedicado mucho tiempo y energía al estudio de los sistemas electorales, Francisco Condomines. Reclamé su venida en comisión de servicios y colaboramos íntimamente durante varios meses hasta el final de la Conferencia Constitucional.

  Condomines me convenció de las ventajas del sistema proporcional para afrontar una situación como aquélla. Yo estaba bajo la influencia de las tesis de Duverger y de Rae (2), según las cuales, mientras el sistema electoral mayoritario simple conduce al bipartidismo, el sistema proporcional fomenta la proliferación de partidos y evita las mayorías absolutas. Ahora bien, Condomines me demostró que lo primero conducía al partido único si el sistema mayoritario era de lista nacional y aun provincial, y que la alternativa no podía ser otra que los distritos uninominales, muy convenientes cuando ya existía un sistema de partidos, pero que, en caso contrario, atomizarían la representación, eliminando cualquier gran fuerza política y dando el poder a los notables locales. Por otra parte, el sistema proporcional permitía la representación de diversas minorías territoriales o étnicas, sin necesidad de acudir a la tosca fórmula de reserva de escaños, y si se exigía listas electorales completas, cerradas y bloqueadas, simplificaba extraordinariamente el escrutinio y fortalecía la estructura de los partidos.

  Todo eso nos parecía deseable para Guinea y así lo hicimos aceptar por la parte española. Pero esta opción que, al final, fue fútil en Guinea Ecuatorial resultó trascendental, y sus consecuencias llegan a la vigente Constitución y legislación electoral española, como explicaré en capítulos posteriores.

  Los instrumentos legales de la independencia estaban ya preparados y los borradores constitucional y electoral listos. Yo trabajaba en un despachito del palacio de Santa Cruz redactando una nota informativa final, cuando la puerta se abrió, con cierta violencia, y entró en mi cubil el ministro Castiella seguido a respetuosa distancia por Marcelino Oreja. Dejé de teclear y me levanté. «No soy Napoleón», dijo Castiella, y yo lo confirmé, como hubiera hecho un personaje de Wodehouse: «No, señor ministro; no lo es.» «Pero como Napoleón», continuó nuestro canciller, «condecoro a mis hombres en el campo de batalla». Abrió un estuche. Me prendió en el pecho la encomienda de número del Mérito Civil, alegando mi juventud para no darme la Gran Cruz. Me rogó continuara trabajando durante la fase de la Conferencia Constitucional que comenzaba días después. Me abrazó y se fue dejando que Oreja me felicitase y entregase un sobre con cincuenta mil pesetas.

  Para mí, aquel episodio, por minúsculo que sea, retrataba bien a Castiella y a muchos hombres de su generación. La indudable experiencia se diluía en exceso de ingenuidad. El sentimiento de la grandeza de la propia función se realzaba por una dosis de modestia que hoy es inimaginable. No creo que Castiella se sintiera importante de suyo ni por ser ministro, sino por la alta función que quería y creía ejercer.

*  *  *

  La segunda fase de la Conferencia Constitucional comenzó, formalmente, el 17 de abril con un discurso solemne de Castiella y, de hecho, en dos sesiones de mañana y tarde el día 19 del mismo mes. La mesa la constituían Sedó, en representación del ministro, Mañueco y Cañadas; la delegación española se componía de representantes ministeriales, entre los que destacaba, por vocación y dedicación, un jurista excelente, Marcelino Cabanas, los militares, siempre racionales, y el ya prometedor político Rodolfo Martín Villa, escindido entre su fidelidad a López Bravo, del que era director general, y su comprensión y simpatía hacia la política aperturista de Castiella. La delegación guineana agrupaba a representantes de las instituciones de autogobierno, organizadas desde 1963, y de las fuerzas políticas de hecho existentes. Condomines y yo asistimos desde la tarde del día 19 de abril hasta el 27 de mayo, en calidad de Comité Técnico.

  Pese a su alto nivel económico de entonces sobre la media africana, la situación de Guinea no era muy alentadora. Las instituciones de gobierno estaban desprestigiadas y sus dirigentes tachados de colaboracionistas (v. gr. el presidente Ondo Edu). Existía un movimiento nacionalista de organización prometedora e implantación global, con un programa occidentalizador y unos dirigentes y cuadros aceptables (el MONALIGE, con Atanasio Ndongo y Saturnino Ibongo a la cabeza). Había movimientos personalistas y oportunistas de todo tipo (agrupados en el MUNGE) y pseudoorganizaciones étnicas múltiples. La minoría más importante eran los bubis, autóctonos de Fernando Poo y temerosos de la mayoría pamwe del continente. Y todo ello, claro está, envuelto en una humanidad lamentable, siempre dispuesta a la corrupción y al charloteo, en la que palpitaba dramáticamente el tránsito entre la magia y la ciencia, la tribu y el partido, el oficio tradicional y la profesión occidental. Pero habituado como estaba, desde la elaboración de mi tesis doctoral, a leer-los discursos de Lumumba, no tuve por qué extrañarme demasiado de los de Macías, y si había admirado a un dogmático como Julius Nyerere, no podía dejar de hacerlo con un pragmático como Ndongo.

  Por parte española la situación no era menos compleja. En el Gobierno ya había quedado claro que España no tenía interés político, económico o estratégico alguno en permanecer en Guinea Ecuatorial. Pero sí había dos posiciones contrapuestas en el proceso descolonizador. Por un lado la de Castiella y, por sintonía con él, los ministros que pudieran ser considerados como aperturistas, inclinados a jugar la carta descolonizadora como baza, modesta pero eficaz, de transformación del régimen. En lo exterior para realinearlo en la esfera de las relaciones internacionales; en lo interior para predicar las ventajas del sufragio universal .y de los partidos políticos. En todo caso, para jugar el éxito del proceso como carta de prestigio personal en una sucesión, cuya apertura parecía cada vez más próxima. De otro lado y por razones exactamente opuestas, el almirante Carrero y su entorno, de cuyo Ministerio de la Presidencia dependía la Dirección General de Plazas y Provincias Africanas.

  En este panorama incidían las fuerzas de terceros tanto interiores como exteriores. Aunque Guinea era una carga económica para el Estado, los madereros de Río Muni y los cultivadores españoles de café y cacao en Fernando Poo obtenían notables ventajas de la situación colonial y no regatearon esfuerzos para dificultar la descolonización primero y obtener, cuando ésta ya era irreversible, la secesión de Fernando Poo. A este primer factor de perturbación hay que añadir la intervención de ciertos sectores de oposición al régimen que, en connivencia con los más ultramontanos de éste, trataron de frustrar, no tanto el proceso, como el éxito gubernamental en la conducción del mismo. Por último, yo nunca descarté que algún servicio especial de los países con los que la política de Castiella había creado tensiones innecesarias e imprudentes explotara la situación para desacreditarlo y provocar la crisis, como ocurrió meses después.

  Todos estos elementos gravitaban en torno a la Presidencia del Gobierno como polo opuesto al palacio de Santa Cruz. Personajes cercanos al almirante Carrero tenían conexiones varias, sea con los madereros o con ciertos supuestos elementos de la oposición democrática. Más adelante mencionaré al notario García Trevijano y su intervención en estas cuestiones. Baste ahora relatar un episodio paradigmático.

  Carrero y Castiella no se hablaban, y menos sobre problemas como el de Guinea, en el que mantenían actitudes dispares. Sus relaciones, al menos las que yo conocí, eran por intermediario. Y una tarde de mayo de 1968, Francisco Condomines y yo mismo fuimos al despacho del primero para plantearle, por encargo del segundo, problemas surgidos en el curso de la Conferencia. En un momento dado y poniendo por delante nombres concretos, dije: «Señor vicepresidente, en el círculo de esta casa existen personas que, bajo la protección de V. E., realizan una contrapolítica que podría calificarse perfectamente de traición y que yo considero de lesa patria.» El almirante se demudó y, probablemente, yo también al repensar lo que acababa de decir. « ¿Tiene usted pruebas de lo que afirma?», me preguntó Carrero. «Sí, señor vicepresidente, las tengo y, además, plenamente documentadas.» Yo jugaba de farol a todas luces; pero el vicepresidente del Gobierno hizo un gesto ambiguo con los brazos y espetó: «Usted es muy joven, Herrero. Póngase en la piel de los demás y comprenderá.» Es claro que comprendí.

  La presión de los colonos españoles era especialmente intensa en cuanto al futuro de Fernando Poo se refería. Y efectivamente no faltaban argumentos para apoyar la separación de la isla del resto de Guinea y constituirla, de una u otra manera, en lo que, una información interesada del prestigioso Le Monde, tituló «La Canaria más al Sur». No faltó quien propusiera, ya en 1961, la proclamación del gobernador general español como rey de los bubis y, en pleno proceso de independencia, se pretendió formalmente la vinculación de la isla con España a través de la unión personal en un mismo jefe de Estado.

  Sin embargo, cuando yo llegué a ocuparme de la cuestión, aunque tales posibilidades no dejaban de plantearse por bubis, terratenientes españoles y algunos funcionarios supuestamente bien intencionados, me parecieron siempre de mayor peso los argumentos en pro de la independencia de Guinea como una sola unidad política. Así lo anunció Castiella al inaugurar la segunda fase de la Conferencia Constitucional y serví tal opción con plena convicción de que era la más conveniente a nuestros intereses nacionales.

  Las razones para ello eran varias: Los múltiples actos propios de España y las reiteradas exigencias de la ONU en línea con el respeto a las fronteras coloniales proclamado por la OUA desde 1963, como nueva versión del «uti possidetis». El coste económico que para España tenía la isla y aún lo tendría mayor por sí sola. Los problemas de su defensa militar y el hecho de que la mayoría de la población fuera nigeriana merced a los inmigrantes braceros —cuarenta mil oficialmente, setenta mil en realidad—, que la indolencia de los quince mil bubis y la voracidad de los colonos habían traído a la isla.

  El segundo de los factores de perturbación más atrás señalados lo personificó el señor García Trevijano, exótico personaje que años después consiguió romper con izquierdas y derechas, rupturistas, reformistas e inmovilistas, en los años de la transición. El citado individuo se reunió a partir del 24 de abril con los delegados continentales y, con el apoyo técnico del, después catedrático, don Jorge de Esteban, inspiró la llamada propuesta constitucional «de los veintitrés», destinada a provocar la reacción separatista de los isleños, a potenciar el liderazgo del tristemente célebre Francisco Macías y, en último término, a frustrar el proyecto de Castiella de independencia pacífica y cooperación con España. No sé si es casual que, simultáneamente a las intrigas de García Trevijano, gentes cercanas a Calvo Serer hicieron intentos vanos de atraer en la misma dirección al joven Saturnino Ibongo, la más firme promesa del nacionalismo guineano y hombre de confianza de Ndongo.

  Condomines y yo conocíamos, día a día, tales operaciones e informamos puntualmente a Castiella. Cuando pienso que nuestros adversarios consiguieron torpedear el feliz desenlace de la Conferencia, el 30 de abril, mediante un donativo de 160.000 pesetas hecho al MUNGE —el recibo lo firmó Francisco Salomé Jones— y el compromiso de llegar hasta 500.000 o que José Antonio Nováis conseguía alguna ayuda económica para el propio Macías, no comprendo cómo el Ministerio no utilizó las mismas armas, con calibre mayor y definitivo.

  Meses después, y esto enlaza con el último factor de perturbación más atrás anunciado, se decidieron las elecciones guineanas en favor del candidato Macías mediante la aportación de cinco millones de pesetas, cuyo origen extranjero, del que entonces se habló mucho, ni puedo probarlo ni lo dudo por un momento. La filatelia, en todo caso, compensó sobradamente el gasto electoral.

  El día 19 de abril de 1968 presenté, en lo que creo fue la primera intervención política de mi vida, los puntos básicos de una Constitución para Guinea. Pese a las desconfianzas iniciales, fueron tan entusiásticamente aceptados por los africanos que, a su iniciativa, se nos encargó a Condomines y a mí tomar contacto con delegados de Fernando Poo y Río Muni, primero en conjunto, después separadamente, más tarde juntos de nuevo, hasta formular un proyecto de Constitución que la parte guineana pudiera presentar como propio a la Conferencia.

  Así se hizo, si bien ya en esta fase, fines del mes de abril, una minoría de entre los minoritarios bubis boicoteó el proceso y exigió la independencia separada de la isla, a raíz de una reunión del Comité del Cacao y una cena celebrada el día 25 por sus dirigentes y los señores Watson, Maho, Bosio y Copariate.

  Con todo ello nuestro trabajo avanzó, y a comienzos de mayo existía un borrador de Constitución acordado por la inmensa mayoría de la delegación africana y del que yo era redactor. Se trataba de la elaboración de los puntos por mí expuestos el 19 de abril, resumen, a su vez, del anteproyecto preparado semanas antes y al que ya he hecho referencia.

  Fue entonces cuando se produjo la intervención de García Trevijano, más atrás mencionada. Los técnicos, como se nos llamaba, incluso oficialmente, a Condomines y a mí, conseguimos el 10 de mayo desacreditar plenamente el proyecto «de los veintitrés», con rotundidad que hirió profundamente a García Trevijano, pero que apartó de su férula a la mayoría de los guineanos. El frente se desplazó entonces de lo constitucional a lo político y las fuerzas empeñadas en frustrar el intento de Castiella consiguieron su objetivo. Meses más tarde, Gabriel Cañadas me escribió desde Nueva York con motivo del asesinato de Ndongo por orden dé Macías, lamentándose que nuestra mano hubiera sido demasiado corta para llevar a buen término la empresa en que tanto Castiella, la mayor parte de su equipo, y yo mismo estábamos empeñados.

  En efecto, más allá de la decisión en pro de la descolonización que ya pocos o nadie ponían en duda y de su articulación constitucional, era preciso saber a quién se daba la independencia. Así se había planteado en las menos malas experiencias descolonizadoras y así lo planteé al ministro en informe de 1 de mayo.

  A mi juicio lo inteligente hubiera sido apoyar al nacionalismo de MONALIGE y a sus coaligados naturales, los «fernandinos» de la isla. Las únicas fuerzas políticas con cuadros aceptables, como revelan los nombres de Wilwardo Jones, King, Morgades, Grange, Balboa, Ndongo e Ibongo, con muchos de los cuales hice sincera amistad. Más aún, Condomines y yo nos reunimos por encargo de Castiella con la plana mayor de MONALIGE el 8 de mayo y pactamos una eventual colaboración española con dicho partido a la hora de la campaña electoral, a cambio de una actitud favorable del futuro Gobierno en la cooperación con la exmetrópoli, la salvaguarda de los intereses españoles en Guinea y la línea internacional del nuevo Estado.

  Sin embargo, los plantadores españoles jamás entendieron que su mejor garantía era, una vez decidida la descolonización, entenderse con el nacionalismo, como los franceses habían hecho en Senegal y los británicos en Kenia. Traté de explicárselo a alguno de ellos, por ejemplo a Portabella, y se me rieron en las barbas alegando su confianza en las disensiones tribales que impedirían la estabilidad del gobierno nacionalista, en el prestigio del presidente autonómico Ondo Edu y en las gestiones de la, todavía, en Guinea, omnipotente Presidencia del Gobierno.

  En este departamento las fobias ideológicas del almirante Carrero y de su entorno indujeron a una opción radical contra MONALIGE y en favor de Ondo Edu y de la extraña agrupación de personas y grupúsculos locales y étnicos que era el Movimiento de Unión Nacional (MUNGE). Todo ello llevó a una radicalización en la oposición entre isleños y continentales que, en colaboración con los nacionalistas, habíamos estado a punto de superar y al creciente protagonismo de Francisco Macías, a todas luces un psicópata desalmado, como después la población guineana tuvo ocasión de comprobar.

  El resultado de este deterioro político fue un empantanamiento de la tarea constitucional. La elaboración de un texto desastroso, algunos de cuyos mayores dislates yo conseguí corregir mediante apelación directa a Castiella a mediados de junio, pero que sustancialmente fue sometido a referéndum el día 11 de agosto de 1968. Y, lo que es peor, unas elecciones en las que España no fue neutral, sino pasiva, y algunos españoles, beligerantes.

  Se enfrentaron el candidato oficial apoyado por Presidencia y los intereses madereros, Bonifacio Ondo Edu, Francisco Macías como candidato de una coalición entre MUNGE, el viejo IPGE y una fracción disidente de MONALIGE, y el propio MONALIGE con Atanasio Ndongo a la cabeza. Los dos candidatos más votados el día 22 de septiembre fueron Macías y Ondo y, siguiendo una peligrosa política de catástrofe, Ndongo dio al primero sus votos en una segunda vuelta el día 29 del mismo mes. Macías fue proclamado presidente ante la sorpresa de los españoles todos, gobernantes y colonos.

  La influencia de Trevijano en Guinea fue a continuación decisiva, y la ejecución de la política española, desastrosa. Al decir de mis amigos, nuestra representación pasaba del protocolo de escuela a la política del cañonero, y nuestros representantes en Naciones Unidas no se dignaban prestar su coche en día de lluvia al nuevo delegado guineano, al que, sin embargo, entregaban abiertos los despachos que recibía vía Madrid. La crisis con España estalló en enero de 1969. Yo estuve plenamente apartado de los últimos trámites del proceso de independencia y solamente en enero de 1969 volví a tener noticias directas de Ndongo e Ibongo. El día 30 de enero me citaron en su hotel, el Palace, para pedirme un asesor jurídico que se trasladara con ellos a Guinea, función para la cual propuse a mi buen amigo Julio González Campos, después magistrado del tribunal Constitucional, quien aceptó encantado, pero, felizmente, no llegó a embarcarse en la aventura. Un mes después, en otra reunión secreta el día 28 de febrero, me comunicaron que proyectaban la incapacitación de Macías y la formación de un gobierno de salvación nacional. Para ello pidieron y obtuvieron mi colaboración y en mi casa se ajustaron proclamas y calendarios. Todo lo comuniqué, por una no sé si excesiva fidelidad funcionarial y, más aún, nacional, al ministro Castiella, a través de su jefe de gabinete Marcelino Oreja la tarde del mismo día 28. Lo demás es sabido. Macías, alertado, se recluyó en Bata. Incomprensiblemente, Ndongo, Ibongo y algún otro conjurado, en lugar de esperarle en Santa Isabel como habíamos acordado, fueron al continente tratando de detenerlo. Ndongo fue arrojado por el balcón y apaleado en la calle hasta morir. Ibongo y Balboa fueron asesinados en prisión. Guinea se hundió en sangre y oscuridad. Un relevante ministro del Gobierno comentó, feliz, que la crisis ya estaba hecha y el cese y sucesión de Castiella garantizados.

  (1) Cf. "Autoctonía constitucional y poder constituyente", Revista de Estudios Políticos 169-170, 1970, pags. 29 y ss.

  (2) Cf. "Nacionalismo y constitucionalismo", Tecnos, Madrid, 1971, páginas 234 y ss



  (*)  Miguel Herrero de Miñón (Madrid, 1940) participó como técnico en la Segunda Fase de la Conferencia Constitucional. En sus Memorias de estío, publicadas por Ediciones Temas de Hoy en 1993, dedica unas páginas (de la 28 a la 39) poco numerosas, pero muy interesantes, a los temas relacionados con aquella experiencia y con la política española del momento hacia Guinea Ecuatorial.

Fuente ASODEGE
Vértigo
Este es sobre el dossier Trevijano:
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«Dossier» anti-Trevijano: útil sólo para el PSOE. Severo MOTO, Líder fundador del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial.

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La Razón, sábado 1 de julio de 2000

Los guineoecuatorianos necesitamos sincerarnos con los españoles. Con los que vieron cómo, por la independencia de Guinea Ecuatorial y la escapada a la desbandada, se quedaban perdidas tanta riqueza durante tanto tiempo acumuladas por ellos. Y especialmente tenemos que dar una objetiva
explicación del «dossier» Trevijano a la opinión pública española.

Este «dossier» anti-Trevijano, elaborado para el PSOE por un grupo de guineoecuatorianos integrado en el movimiento ANRD (Alianza Nacional de Restauración Democrática), fue asumido por el líder socialista, don Felipe González, y ampliamente difundido en los medios informativos a finales de 1976.

No podemos dejar de reflejar la extraña esquizofrenia que supuso para nuestra juventud cada vez que nos cruzábamos en Madrid, con un español alto y distinguido, superlejano a nosotros y que nos producía a la vez rechazo, porque nos sentíamos heridos en nuestro orgullo nacionalista; pero a su vez veíamos en él el signo del prestigio y grandeza que podría transmitir a nuestro país. En el fondo sentíamos un extraño equilibrio entre el rechazo a una persona que nos parecía estar apoyando a Macías Nguema, y la admiración y respeto por un español que, abriéndose camino entre las hostilidades y reticencias del régimen de Franco, puso la pica en Flandes conduciendo a la Independencia a Guinea Ecuatorial.

Han pasado tres décadas de esa independencia de Macías y Obiang Nguema, envuelta en las tinieblas de la tiranía. La pregunta es fácil: ¿Es esta la independencia que Trevijano preparó para los guineoecuatorianos? La respuesta está clara en la historia.

Mientras libraba Trevijano la dura batalla de hacer de Macías un presidente de Guinea Ecuatorial para bien del país, cuando el prestigioso abogado empieza a sentir el amargo sabor del fracaso, ante un Macías cuya cabeza comienza a echar humo de pura orgía de poder vitalicio; cuando los desplantes y despropósitos de Macías, elegido por el pueblo, empiezan a enviarle mensajes de dictador y megalomanías tiránicas; en fin, cuando García Trevijano había roto, hacía tiempo, la relación con Macías (responsable de las matanzas, las torturas y el clima de terror que a su sombra, esparce por todo el país su sobrino y máximo responsable militar, Obiang Nguena); cuando la realidad ya nada tiene que ver con la independencia ideada por Trevijano, es cuando se ve obligado a responder a los ataques sufridos en España.

Pero García Trevijano era para los no votantes de Macías un peligro político. Los guineoecuatorianos anti-Macías teníamos el legítimo deber y derecho a pelear por despojarle del apoyo que le llegaba de tan prestigioso letrado español. Alguien podría incluso legitimar la elaboración de un «dossier» con este objetivo, aunque estuviera cargado de acusaciones sin fundamento, ni comprobadas por los beneficiarios del «dossier», que tan certeramente zancadilleó a García Trevijano, ni por los propios gestores del documento.

El inverosímil «dossier» acusa a García Trevijano de todos los males que acaecieron sobre los guineoecuatorianos con la subida al poder de Macías. Pero nadie podría acusar a García Trevijano de haber estado en la reacción contra el golpe de Estado del 5 de Marzo de 1969, que desencadenó las furias de Macías contra su propio pueblo y arreció su odio contra España.

Trevijano pisó por primera vez suelo guineano siete meses después de aquel golpe militar. El antigolpismo de García Trevijano constituye el verdadero origen del «dossier» que nació como consecuencia de la negativa del letrado español a apoyar el derrocamiento violento de Macías.

Franco acababa de morir y en la política española se debatía la ruptura con el antiguo régimen o los «Pactos de la Moncloa». La fusión entre la Plataforma Democrática y la Junta, dando paso a la Platajunta, acaba por aupar casi definitivamente a Antonio García Trevijano Forte corno alternativa democrática de poder (republicano). Lo cual dejaba alejado del juego al PSOE. Por pueril que hoy pudiera parecer, el PSOE recurre al movimiento político guineoecuatoriano, ANRD, en busca del que para ellos podría ser el «talón de Aquiles» de Trevijano: sus antiguas relaciones con Macías.

ANRD recurre a uno de sus líderes refugiado en Suiza, Esteban Nsue, quien ayuda a elaborar el «dossier» anti-Trevijano, en revancha por la negativa de éste a preparar un golpe de Estado contra Macías. El golpe que García Trevijano evitaba contra Macías por fidelidad a sus convicciones no intervencionistas en un país para él extranjero, acabó por constituirse en el arma política letal contra su fulgurante carrera hacia el poder en España. Don Antonio cayó como un gigante Goliat bajo lo conspiración PSOE-ANRD.

Como consecuencias:

1.- El Partido Socialista Obrero Español se alzó con la palma de la victoria en la agria polémica que le enfrentaba al gigante Trevijano y se afianzó como alternativa de poder en España, hasta alcanzarlo y ejercerlo durante 14 años.

2.- Macías -que cuatro años antes habla consumado su ruptura con Trevijano- radicalizó su dictadura vitalicia contra el pueblo y sus odios contra España, hasta pasar el testigo a su sobrino Obiang Nguema.

3.-La oposición guineana, en cambio, quedó enquistada en su letargo e impotencia, mordiendo el polvo de la nunca pagada traición.

4.-Antonio García Trevijano, sin embargo -como queda patente- sigue siendo un hombre pletórico de influencia social y política en su país; pero pendiente de que los guineoecuatorianos modernos y demócratas, le demos una explicación satisfactoria por la puñalada trapera del «dossier».

Quizás la acusación más violenta y más utilizada por sus enemigos políticos sea la de que «se enriqueció en Guinea Ecuatorial». Acusación que no pasa de ser, además de falsa, una pataleta de sus despotricadores políticos. Trevijano pudo haber hipotecado Guinea Ecuatorial, si le hubiera salido esa vena. Lo cierto es que Macías parecía haber aprendido de él la honestidad; pues en su tiempo no tuvo espacio la corrupción económica, y murió sin dejar deuda alguna en las arcas del Estado.

El entonces líder del movimiento ANRD, Andrés Moisés Mba Ada, actual Presidente del Partido Político Unión Popular (UP) dirigió una carta a don Antonio García Trevijano, pidiendo disculpas y reconociendo que el «dossier» estaba plagado de datos falsos y falsificados. Siendo éste un gesto muy significativo, al venir de dónde vino, no deja de ser una parte del obligado acto de resarcimiento que Guinea Ecuatorial debe a quien respondimos con el gesto del «perro que muerde a su libertador», y con tan nulos resultados para nosotros.

Por esa razón hemos querido unirnos al gesto de Andrés Moisés en un acto de revisión histórica e intelectual. Hemos errado el camino en la búsqueda de nuestras libertades pisoteando el honor de Trevijano. Como reconoce Andrés Moisés, intentamos dilapidar su fama haciendo uso de la falsedad.

De nada nos ha servido haber elaborado un «dossier» anti-Trevijano condimentado en las guindillas de la falsedad, al servicio del PSOE, para acabar políticamente con su prestigio. Al final Antonio García Trevijano mantiene su prestigio social, y su acendrado espíritu democrático impoluto. El PSOE está donde todos saben que está, Macías y su heredero Obiang Nguema no han amainado en la tiranía. Y nosotros, el pueblo guineoecuatoriano, no hemos abandonado la esclavitud.

Fuente La Razón, sábado 1 de julio de 2000 en http://www.ccoo.es/guinea.ec_democratica/n...s/articulo8.htm
Vértigo
Aún a riesgo de hacerme pesado me permito incluir otro artículo que da ootra versión de los hechos.
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EL AMIGO DEL TIRANO

No se puede separar el nombre de Antonio García—Trevijano y Forte de Guinea Ecuatorial. El notario en situación de excedencia fue acusado de ser el asesor de Macías antes y durante su Presidencia. Luego, su nombre volvió a sonar en aquellos turburlentos tiempos de la interminable agonía y muerte de la dictadura y el titubeante nacimiento de la democracia en España.

Cuando se levantó la consideración de materia reservada para los asuntos guineanos en octubre de 1976, y al caer el tirano, tres años después, García—Trevijano reapareció en los medios de comunicación, igual que ocurrió cuando el régimen franquista clausuré el diario Madrid y al aparecer como miembro destacado de la Junta Democrática de España, atacado ferozmente por el PSOE.

Se vivía en Madrid el áspero proceso de discusiones entre los dirigentes políticos guineanos y la Administración española. La gran noticia estaba fechada en Nueva York, la firmaba José María Carrascal y la publicó el diario Pueblo, que dirigía Emilio Romero, el 9 de julio de 1968. El corresponsal del periódico de los sindicatos verticales recogía las palabras de un guineano, quien aseguró en la ONU que el 26 de mayo anterior habían sido citados varios participantes en la Conferencia Constitucional en un  despacho  situado en el paseo de  la  Castellana  106, "para ponernos sobre la mesa 216.000 pesetas, con objeto de que boicoteásemos la Conferencia”. Esta acusación la hicieron Saturnino Ibongo y Atanasio Ndongo, ambos del MONALIGE y los dos asesinados unos meses más tarde por el ya presidente Macías. Pueblo denunciaba la “maniobra” de “unos colonialistas, al servicio de intereses internacionales, que trabajaron a un grupo de guineanos en Madrid, con objeto de crear problemas al Gobierno español y apoderarse económicamente de Guinea después de la independencia”.

Pueblo publica el día 19 de julio una larga carta dirigida Emilio  Romero  que  este  titula  a  toda  plana  "El  notario (excedente)  se descubre" (1) . "Y en  efecto,  soy  yo,  Antonio García-Trevijano y Forte, notario excedente, residente en Madrid, abogado en ejercicio, con bufete en el Paseo de la Castellana, 106,  quien se ha ocupado de la independencia de Guinea”, decía el autor de la carta. Explica que si su nombre había quedado oculto era por la decisión del Gobierno de tratar los asuntos de la independencia de Guinea bajo la Ley de Secretos Oficiales. Afirma que  unos  guineanos  acudieron a su  despacho  para  solicitarle ayuda económica para su grupo político y para subsistir mientras permanecían en Madrid, cosas a las que accedió.

García—Trevijano se reúne en variar ocasiones con políticos guineanos para estudiar el proyecto presentado por el Gobierno español. ”Después de haberme aislado cuatro días y haber elaborado el proyecto de enmienda total ...me reuní con los catorce miembros que me habían proporcionado los acuerdos básicos de este proyecto para comentarlo y someterlo a su aprobación. Fue unánimemente comprendido y aceptado y, luego, he tenido conocimiento de que fue firmado por veintitrés miembros de la delegación guineana y presentado a la Mesa de la Conferencia Constitucional como enmienda total al proyecto del Ministerio de Asuntos Exteriores. Al explicar los motivos que le llevaron a colaborar en esta tarea, hace una crítica implícita al proceso descolonizador español, desmiente las afirmaciones de soborno y otras acusaciones y asegura que su trabajo es “una obra limpia realizada en servicio de España y de la paz en un pequeño país de África”.

En las amplias páginas del vespertino, junto a la larga carta todavía cabían una nota de José María Carrascal y un editorial que derrochaba autosuficiencia fascista, al gusto oficialista de la época, y expresaba su extrañeza porque un abogado en su labor de asesoramiento» no sólo no cobrara, sino que encima pagase a sus clientes. Le parecía a Pueblo "indeseable” la conducta crítica de un abogado contra el Gobierno y consideraban que en ese asunto “únicamente las Cortes representativas de la nación... deben estimular o limitar, tras la autorización para negociar, la acción del Gobierno”.

Pero García—Trevijano no sólo recibe críticas desde diversos sectores del arco ideológico español. El grupo opositor ANRD le acusa de haber asesorado a Macías, antes y después de ser Presidente,  de  haber financiado su candidatura presidencial con 50 millones de pesetas, de ser responsable del monopolio de exportaciones e importaciones de Guinea y el mayor accionista  de todas las empresas que funcionaban con capital extranjero. La ANRD aseguraba que cuando la policía española quitó el pasaporte a García-Trevijano, en 1975, Macías le concedió un pasaporte diplomático guineano.

García-Trevijano remite una carta al director de Le Monde, en la que protesta por una información enviada desde Madrid por José Antonio Nováis, corresponsal del diario francés en España. Según García—Trevijano, Nováis le profesa un “odio personal” desde que él denunció ante Macías lo que consideraba una estafa cometida por un grupo de personas, entre las que se encontraba el periodista, que pretendían fundar el Banco Nacional de Guinea como parte de los negocios de la Financiara Guineana de Desarrollo S. A. (FININGUINEA). En la carta asegura que jamás ha recibido retribución del Gobierno de Guinea “por los trabajos exclusivamente jurídicos que me ha pedido”.

El notario excedente dice más tarde, en declaraciones a Ramón García Domínguez publicadas en Diario-16, que se declara materia reservada, a los asuntos de Guinea para tapar el golpe de estado de Castiella en 1969 y para cubrir los negocios montados por la familia Carrero Blanco relacionados con el cacao, el café y la madera. Luego rechaza las acusaciones de la ARND, que le habían imputado 52 encargos del gobierno de Macías, desde la preparación de discursos hasta leyes. Niega también otras acusaciones, como la que se difundió en Pueblo en 1968, pero reconoce que “apoyé, favorecí y di coherencia ideológica al famoso grupo de los 23, o Secretariado Conjunto, que llevó a Macías al poder”. Explica que planeó una estudiada campaña a nivel popular” que sirvió para que Macías ganara las elecciones y denuncia una serie de tramas y maniobras del Gobierno español para evitar la victoria de Maclas.

Unos  días después, el  17 de  octubre  de  1976,  García-Trevijano  dice a Octavio Cabezas para El País, que de lo que se sentía más orgulloso en su vida política era "haber  contribuido, de  una  manera decisiva,  a la independencia de Guinea  y  haber influido  en  la  formación de un nuevo Estado  independiente  en África”. Tenía mérito decir esto a esas alturas,  cuando ya todo el  mundo sabía de los horrores del régimen creado con  la  ayuda del abogado.

La ANRD afirmaba también que su mujer, Francine Chouraki, de nacionalidad  francesa,  y su  nuera,  Simone,  habían  realizado negocios en Guinea, especialmente de comercio. Le acusan de haber cobrado  comisiones por asuntos tan dispares como la acuñación de moneda,  que hacía la empresa italiana “Italcambio”  o series de sellos  de  correos,  incluidos algunos en los que  aparecía el equipo  de  fútbol  del  Barcelona.  Es  cierto  que  los  sellos guineanos  tenían  un valor filatélico grande,  por ser  un  país joven  y  porque  estaban muy bien  hechos.  García—Trevijano  se querelló contra Diario—16 porque este periódico publicó el 19  de octubre  de 1976 que el notario había obtenido un beneficio de 45 millones  de  pesetas  por actuar como mediador  en  un  contrato firmado  por  el ministro del Interior  de  Macías,  Ángel  Masié Ntutumu,  y  el  empresario griego Dragomir Prorodanov,  para  la edición  y  venta de sellos,  negocio que se  realizó,  según  la publicación, el 22 de junio de 1971.

En ese momento, García-Trevijano se ve atacado por los sectores conservadores españoles, debido a su participación en la Junta Democrática, y por el PSOE, que no le reconocía “catadura moral ni política" para representar a ese organismo en las negociaciones con la Plataforma de Convergencia Democrática. El abogado denuncia,  en el diario Ya del día 21 de octubre de 1976, que  el Grupo opositor ANRD le ha amenazado  de  muerte.

Un mes después dice que ha llegado el momento de defenderse. En una rueda de prensa que concede en Madrid, afirma que no estaba enterado de que en Guinea se produjeran muertes y violencia. "El régimen del presidente Macías está en la línea histórica  de África de la lucha por conseguir  la  independencia económica. Esta lucha económica es la causa africana, por delante de la copia de los sistemas políticos europeos”, explica el abogado, de origen granadino.

Lo más curioso es cómo justifica García-Trevijano la actuación de “su” Presidente. “Yo pienso y aseguro que no me he equivocado con Macías. En el momento de la independencia, el único que tenía el carácter, la fuerza, la energía, el orgullo, para poder mantener a Guinea unida y no ofrecerla al reparto y rapiña de las potencias vecinas, ese era Macías”. El abogado afirma que luego “las fuerzas internacionales y capitalistas se confabulan para derrocarle y, en marzo de 1969, el Gobierno español, con Castiella, intenta un golpe de estado... La reacción de Macías es lógica y comienza a desconfiar de todos sus colaboradores y a concentrar en su persona poderes y funciones administrativas”.

Por mucho cariño que García-Trevijano sintiera hacia Macias, o por bien que le fueran reconocidos sus trabajos como asesor, sorprende  que  el  notario  afirmara que "ni en Guinea se da genocidio alguno, ni ha habido asesinatos”.

"Vuelvo a negar que haya ganado un sólo céntimo en Guinea”, decía García-Trevijano en la rueda, de prensa, que terminó, según el corresponsal de La Vanguardia en Madrid, asegurando que "el último proyecto técnico que envié al presidente Macías fue en el 74. Desde entonces no he vuelto a tener ningún contacto con él, hasta hace quince días que me envió una carta, lamentando la campana contra mi”.Fidelidad correspondida.

García—Trevijano desaparece de escena unos meses ”por la campaña que el PSOE y otros sectores hicieron para alejarme del terreno activo de la oposición", pero a finales de marzo de 1977 anuncia que aprovechó el aislamiento para preparar dos libros, uno sobre Guinea y otro sobre la transición política española. En unas declaraciones» realizadas justo unos días después de la ruptura de relaciones diplomáticas, reitera que volvería a apoyar a Macías, aunque supiera que se le iba a atacar, como le ocurrió posteriormente. Lamenta que no se analicen las causas de la independencia guineana, la implicación de personalidades y empresas y el que España haya mantenido su Embajada abierta en Guinea.

De todas formas, García—Trevijano asegura que "hace cuatro años que no veo a Macías. Nunca he sido amigo personal de él; tampoco he sido amigo político. Me identifiqué con la causa de la descolonización de Guinea por ser una causa progresista que la izquierda española tenía que asumir. Y cuando yo arriesgo mi libertad y mi vida,  porque estuve amenazado desde el año 68 por ayudar a los guineanos que venían sin un céntimo y ante una causa tan lejana y tan difícil de creer, como era triunfar en su país cuando Bonifacio Ondó y Atanasio estaban apoyados con todo el dinero del Estado español, con todo el dinero del colonialismo y todos los favores del régimen — a los más impotentes es a las que yo ayudo- en ese momento ni el PSOE estaba a mi lado, ni ningún otro partido de la oposición democrática. Estuve solo. Por eso yo no admito ninguna crítica de ningún partido, con relación a Guinea, porque su deber era haber estado entonces al lado de la oposición. Su actitud demuestra que desconocen la realidad y lo que entraña la descolonización de un pueblo africano".

Nada más producirse el derrocamiento de Macias, la revista Cambio-16 difunde el rumor de que el nuevo régimen guineano ha pedido  a España la extradición de García—Trevijano por supuestos negocios realizados durante el período que termina. Fuentes diplomáticas  del Ministerio de Asuntos Exteriores niegan que  se haya  recibido  ninguna petición de extradición y  el  interesado precisa que en 1973 se opuso a Macías y rompió sus relaciones con él cuando modificó la Constitución y modificó la Constitución y  tomó  poderes  absolutos, aboliendo los derechos de los guineanos.  "Por otra parte –añade- mis  relaciones  con el actual régimen son  excelentes".  Eso  es tener  amigos en todas partes...  o que las cosas habían cambiado poco en Guinea.

En una jugosa entrevista que realiza Nativel Preciado a finales de agosto del 79, García-Trevijano dice que de nuevo se habla de él “por el temor a que vuelva algún día a la política, porque si fuera un hombre anulado no se meterían conmigo”. Afirma que perdonaría la vida a Macías “porque tienen un proceso patológico y requiere atenciones psiquiátricas”. Reitera que cuando "colaboré" con el Gobierno guineano “no hubo, que yo sepa, ninguna sentencia de muerte Los únicos políticos guineanos que murieron fueron los que fracasaron en el intento de golpe de estado” de marzo de 1969, dice el notario, quizá la única persona que desconocía lo que ocurría en Guinea. Niega haber financiado la campaña de Macías, pero reconoce que en total entregó alrededor de un millón y medio de pesetas (en 1968) a partidarios de Macías y a otros grupos para sus campañas electorales. Nada más triunfar Macias? García—Trevijano ya le asesorabas “le advertí quo Atanasio Ndongo le traicionaría y así fue. El 5 de marzo de 1969 él y Saturnino Ibongo intentan un fallido golpe de estado con el apoyo del Ministerio español de Asuntos Exteriores”.

Aunque afirma que cuando conoció a Macías no tenía el menor síntoma de desequilibrio, inmediatamente después cuenta unos divertidos sucesos sobre el guineano. “En el recibidor de mi casa hay un espejo quo ocupa, una pared entera y casi todo el mundo confunde el espejo con un pasillo y choca, Macías fue uno de ellos, pero el único que hizo varios intentos de salir a través del espejo: luchó contra él y no se dio por vencido mas que al cabo de un rato. Me impresionó su obstinación, era un hombre que no aceptaba la realidad. Otro detalle sintomático es que se negaba siempre a trabajar en la terraza de mi casa – estábamos en verano y solíamos reunirnos allí para estar más frescos – porque temía le disparasen desde cualquier edificio”. Luego recuerda otros incidentes y discusiones y manifiesta que Macías tenía un carácter muy irascible.

Si no se tratara do asuntos tan sangrientos, seria casi de sainete la escena cuando la periodista  pregunta si no se enteró de que se producían matanzas, en Guinea. En la entrevista estaban presentes los ex-ministros Ángel Masié y Pedro Ekog? junto con el sanguinario ex—jefe de la policía Ciriaco Mbomío -por cierto, luego reintegrado en la policía española— y a ellos consulta acerca de cuantas personas murieron tras el golpe de 1969. Los antiguos sicarios del dictador empiezan a recordar nombres, García-Trevijano les interrumpe y asevera: “no más de ocho o nueve personas”. Asegura que no pueden ser ciertos los informes que hablan de asesinatos, torturas y otras atrocidades “porque después del golpe de Atanasio el país vive dos años felicísimos. Durante 1971 y 1972 había en Guinea una alegría tremenda”.

—  A finales de 1972 comienzan a producirse algunas detenciones, precisa Ángel Masié.

-  ¡Ah!  ¿En  el  72 había detenciones?, interrumpe  García-Trevijano con asombro.

-  ¿Cómo  es  posible  que usted  no  lo  supiera?,  pregunta Nativel Preciado.

-  Si  se produjeron esas detenciones,  desde  luego,  me  lo ocultaron.  Mis  amigos  guineanos,  los  ministros»  tenían  una delicadeza tremenda conmigo,  aunque en este caso era mas bien un defecto,  y  no  me  advertían de las cosas que  estaba  haciendo Macías en contra de mis ideas. Por eso yo me enteré sólo de los hechos consumados y no tuve tiempo de decirle a Macías que estaba cometiendo un error.

García-Trevijano reconoce que en octubre de 1972 nota "una tristeza  tremenda  en el pueblo”.  Afirma que se  lo  comenta a Macías y este le responde: “sus amigos le llevan a las fiestas de los bubis, que son muy tristes; sus amigos no conocen bien Guinea”

La entrevista está plagada de contradicciones. Tras decir que no interrumpió su relación con Macías hasta finales de 1973 y que hasta  finales  de 1972 “había en Guinea una  alegría  tremenda",reconoce que en 1971 tuvo un áspera discusión con Macías, cuando decidió crear el PUNT, "y yo ya perdí la ilusión y la  esperanza sobre Guinea". Pero siguió dos años más al lado de Macías (en una entrevista anterior reconoció que le había mandado un proyecto en 1974) “porque quedaban asuntos muy graves pendientes y yo no podía negarme a resolverlos, a dejar sola a aquella gente que necesitaba  elaborar  unas leyes muy difíciles y no  tenían  otra persona  que les pudiera, asesorar". A partir de ahí, dice que “por amistad, porque no quería que cometiera aún más  crímenes, tuve que guardar silencio. Gracias a mi actitud, muchos políticos guineanos están vivos y pudieron escapar de Macías”. Antes había afirmado que no supo de muertes hasta finales del 73.

Asegura en la entrevista que su preocupación por Guinea “cuando vinieron a pedírmelo  unos guineanos nacionalistas”, fue desinteresada y “por un ideal político”. Afirma que Angel Masié le contó que antes de acudir a él para que les ayudara, los guineanos pidieron asesoramiento a Tamames, Tierno Galván y Ruiz Jiménez, quienes se negaron, excepto “uno de ellos que pidió un millón de pesetas por desempeñar el trabajo de asesorarles”.

García-Trevijano no se arrepiente de sus actividades en Guinea y de su apoyo a Macías. Lo único que reconoce haberse preguntado algunas veces es “si hice bien rompiendo con Macías en el 73, si no debería haber seguido más tiempo para evitar que cometiera más crímenes, porque yo era, en cierta medida un freno para Macías”.

Unos días después en unas declaraciones a la revista Interviú, García-Trevijano repite que en Guinea le enseñaron pruebas concluyentes de la participación del Ministerio de Asuntos Exteriores y de las Fuerzas Armadas españolas estacionadas en Guinea” en el golpe de 1969. Luego, sin embargo, dice que advirtió a Macías, pues a finales de 1972 se dio cuenta de que “el sistema de promoción política y social de ciertos colaboradores de Macías consistía en preparar falsos complots contra el presidente, que ellos mismos denunciaban después, y se encargaban de la represión. Pero Macías estaba dispuesto a creer cualquier tipo de denuncia, y esto fue aprovechado para desahogar las venganzas entre familias, tribus, clanes políticos...”

El filántropo notario reitera que no ha ganado nunca ni una peseta con Guinea, “ni siquiera como abogado”. Afirma, por el contrario, que ha tenido que poner en total unos 4.500.000 pesetas y que se el costeó el mismo hasta los viajes. Reconoce que hizo de intermediario para la emisión de sellos denunciado por la oposición guineana, pero precisa que no recibió ninguna cantidad por ese asunto.

”He  sido yo —afirma— quien en 1976 informé a la prensa de que la única actividad económica que podía indirectamente relacionarse conmigo, fue la de la empresa “Simed”, formada entre Eduardo Muñoz Seca y mi cuñada Simone, pero también informé entonces con documentos que el origen de esta actividad se produjo sin mi conocimiento, estando ausente de Guinea y por un favor personal que mi cuñada quiso hacer al primer represaliado de Guinea, Pedro Ekong, quien recibió una partida de cemento que luego no pudo pagar. Las pérdidas económicas de alrededor de cinco millones de pesetas que sufrió mi cuñada y Eduardo no fue cubierta por mi, sino por el padre de Eduardo Muñoz Seca. . Para pagar esta deuda, mi cuñada aceptó de los miembros del gobierno de Macías actuar de gestora en España para las compras de artículos de primera necesidad que se necesitaban en Guinea  y que los exportadores enviaban a precios falseados. La empresa “Simed” hizo estas gestiones cobrando una pequeña comisión  hasta que se pagó la deuda. Después no he vuelto a intervenir en ningún tipo de actividad”.

García—Trevijano  finalizaba  sus declaraciones  a  Interviú afirmando que sus acusadores perseguían diversos  intereses. En 1968 era para ocultar el  fracaso de la Conferencia Constitucional, en 1976 para romper la unidad de la oposición democrática y en 1979 “por parte de ciertos organismos gubernamentales, como la Oficina de Información Diplomática, sirve de cortina de homo para cubrir la intervención española en el golpe de estado contra Macías”. Se refiere al parecer, al golpe que encumbró a Obiang en el poder.

Fuente ASODEGE
Raimon
Gracias Vértigo. El primero el de Herrero de Miñon no lo conocía. El segundo fue escrito por Severo Moto en el año 91. Lo leí hace ya algún tiempo y recuerdo que me sorprendió porque da una versión muy interesante de los hechos, bastante atípica.
Saludos
malé chillida
TREVIJANO tiene un blog personal, aunque no he encontrado ni una referencia a GUINEA en él. blink.gif

BLOG DE G. TREVIJANO

Dicen que la información es poder cool.gif cool.gif

FAVODEN COMPIS rolleyes.gif
Raimon
Malé gracias, fenomenal enlace. biggrin.gif

Por cierto, sí he encontrado algo
QUOTE
Mucho más te agradezco, no por motivos personales, sino para eliminar cualquier duda sobre el idealismo animador de este movimiento ciudadano, que hayas mencionado la pervertidora difamación de que fui objeto (Guinea), para desacreditar a la única voz pública que no aceptaba la reforma de la dictadura y promovía la ruptura democrática.
Jose Eduardo Padilla
Por muy concienzudamente que se trate de analizar este asunto a dia de hoy, en el fondo es simple como sumar dos y dos.
Los ejercicios intelectuales que se quieran hacer, están bien para tesinas y tesis doctorales, pero si no se elucubra sobre ello a la sombra de una Ceiba, a la orilla del Ekuku o en Punta Fernanda pongo por caso, faltan elementos de juicio básicos y a toda esta panda, les faltó eso entre otras cosas.

En España, salvo nuestras gentes que vivieron en Guinea durante años, se tenia muy escaso o nulo "conocimiento" de la idiosincrasia de "los pueblos guineanos" y en el fondo, importaba muy poco a nuestros políticos el destino de Guinea.
No es una frase vehemente gratuita, lo creo sinceramente y después de muchos años de pensar en ello.

Guinea pagó entre otras cosas, el pato de las estúpidas rencillas personales de los políticos de Franco (eso es lo que eran, no nos confundamos).

Por muy nobles ideales de partida que tuviera el señor Castiella, la posibilidad de recuperar Gibraltar pesó muchísimo en aquellos individuos, hay que ser ingenuo e inexperto, para esperar semejante cosa.
Afirmo que Castiella, NO TENIA NI IDEA DE, QUE ERA GUINEA.

De Carrero Blanco, cualquier cosa que se diga es por teclear algo, un individuo que no pacta con Atanasio Ndongo y con Bonifacio Ondó Edú para contrarestar los votos de Macias, porque opina que el primero "es rojo", no merece mayor comentario.
Afirmo que Carrero Blanco, NO TENIA NI IDEA DE, QUE ERA GUINEA

Del señor Trevijano, lo mejor que puedo decir, es que era el que menos puñetera idea tenia de QUE ERA GUINEA. Pretender, "conducir" a Macias, lo demuestra, un simple oportunista.

Y de los tres afirmo, que LES IMPORTABA UN BLEDO GUINEA.

Podemos elucubrar, recopilar, fantasear, imaginar y escudriñar, pero para los que vivieron aquellas jornadas entre enero y marzo de 1969, quien es quien, está muy claro.
También está muy claro desde ese punto de vista:

QUE importaba a quienes.
QUE, no importó a ningun individuo de los mencionados.
QUE valor daban al pueblo guineano
Que valor dieron a los españoles que allí quedaron.
QUE maravillosos valores castrenses tenia Carrero Blanco, que obligó a la Guardia Civil a una humillación indigna.
QUE valor dieron a la constitución guineana. ( pura lógica, ¿que puñetas era eso de "constitución?)
QUE sentido del honor tenian
QUE sentido del deber y de la responsabilidad tuvieron con los guineanos negros
QUE sentido del deber y de responsabilidad tuvieron con los ciudadanos guineanos blancos.
QUE visión de futuro tan magnífica tuvieron para Guinea y para España.
QUE sentido tan insuperable de geoestrategia tuvieron para España en el futuro.

Cambiaron Guinea por dos cosas, un sillón en la ONU y Gibraltar.
Lo primero se hubiera conseguido igualmente, siete años después.
Lo segundo, mejor no meneallo (fabulosa visión y domini político, vamos Churchil un matao).

Por cierto, falta un personaje fantástico y paradigma del guiso que se cocinó entre semejantes chefs, el Sr. Paesa.

Pobre Guinea santo cielo.
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westy
¡Hola...!
Después de un corto período de ausencia...me encuentro con estos escritos....
Vertigo...gracias por los documentos aportados a este Foro....
y a bote pronto quiero comentar los mismos. Quizás otro día con más calma los pueda analizar más ampliamente....El escrito de Herrero de Miñon,es muy interesante...pero no nos olvidemos que las familias de Herrero y Castiella eran amigas y sus puntos de vista, para mí , gozan de poca objetividad...y no son muy críticas con el Ministerio de Asuntos Exteriores (Verdaderos conductores de la Independencia por lo de la ONU y Gibraltar).En cambio si son algo críticos con Carrero Blanco, en aquellos tiempos en que Presidencia y Exteriores estaban a la "greña"
Para mí, Carrero Blanco, Castiella ect., fueron los verdaderos culpables del "desaguisado", unos de una forma y otros de otra.
Pero lo que no me he cansado de repetir , es que ninguno conocía Guinea y su indiosincrasia ...y no hicieron caso de los verdaderos conocedores de Guinea ...¡Los residentes españoles en todas las representaciones sociales y empresariales...!
Los políticos españoles fueron abandonistas...no hicieron caso de la gente que conocía aquello, ni entoces ...ni después cuando el golpe de Obiang...
Un día llegué a comentar que habría sido mejor nombrar a cualquier persona que viviera en Guinea , conociéndola, de Embajador , que nombrar a uno , para mí con poca experiencia "in situ" de Africa y concretamente en Guinea.
Sres.....es que fué todo ...Castiella...Carrero Blanco ...Embajadores..y aprovechamiento de 3ªs personas como Trevijano y otros ....
Y a los que con sus sacrificios...dedicación ..enfermedades ect, ect, convirtieron una zona geográfica inhospita...en un País próspero y con un futuro muy halagueño... ¡Ni agua...!

Lo escrito sobre Garcia Trevijano no quiero ni comentarlo....me dan ganas de vomitar...
¡Hasta otra...!
Jose Eduardo Padilla
FEBRERO Y MARZO DE 1969
EL TRAGICO ABANDONO A SU SUERTE DE CIENTOS DE FAMILIAS ESPAÑOLAS EN GUINEA


Dentro de la tragedia humana que supuso globalmente la indigna independencia de Guinea, uno de los capítulos mas sangrantes es el de la ingente cantidad de familias que hubieron de huir literalmente de ella, súbita, forzosamente, en trágicas circunstancias y ante la pasividad e inoperancia del gobierno español de entonces.
En la España de los sesenta, el tamaño de la familia media oscilaba entre tres o cuatro hijos, las familias en Guinea no eran una excepción y en muchos casos superaban esa cifra.
El agravamiento de la situación en Guinea después de la independencia, pasó por dos etapas claras. Una primera desde octubre de 1968 hasta diciembre, la segunda y definitiva, desde enero de 1969 hasta el 31 de marzo del mismo año.
Por increíble e ingenuo que pueda parecer ahora, nadie esperaba que la situación desembocara en el caos y el horror de los tres primeros meses de 1969, entre otras cosas porque la falta de información y el mutismo del gobierno español fueron absolutos, fuera y dentro del territorio guineano.
Entre el 12 de octubre de 1968 y el mes de enero siguiente, la población de españoles blancos en Guinea no había experimentado grandes cambios, a nadie le entraba en la cabeza que pudieran desencadenarse los hechos, el caos y el horror que inmediatamente después se sucedieron, y que la actitud del gobierno español fuera de total pasividad en ese hipotético supuesto.
Incluso algunas familias habían regresado a Guinea después de las vacaciones de navidad de 1968, en la inocente creencia de que la normalidad seria habitual y que contarían con la garantía del gobierno español si la situación lo requiriese.

Estamos hablando de familias que llevaban “toda su vida” en Guinea.
Familias, algunas de las cuales llevaban dos, tres, y mas generaciones en aquellas tierras y que por tanto, con todo derecho y legitimidad moral, la consideraban tan suya como de cualquier otro.

En otos casos como el de Sudáfrica, esa legitimidad se llevó a la práctica sin más entelequias y con el beneplácito internacional.

Familias cuyos antepasados muertos, descansaban en los cementerios de Santa Isabel, Bata o en cualquier otro bonito y cuidado cementerio guineano, bisabuelos, abuelos y padres que habían llegado a aquellas tierras a principios del siglo XX e incluso el XIX.
Se desgarraron historias personales, vivencias, estructuras familiares, raíces vitales y se produjo una diáspora humana cuyas secuelas aún no han terminado.
En Guinea había una sociedad civil organizada y una comunidad viva como en cualquier otra provincia española.
Había institutos de enseñanza media públicos, colegios y toda la infraestructura de servicios, propia de una ciudad media de provincia en aquellos años.
Cuando la situación se agravó en febrero y marzo de 1969, las familias en principio se refugiaron en las casas respetando el toque de queda impuesto por Macias desde las seis de la tarde.
La embajada española y el embajador D. Emilio Pan de Soraluce, máximas y únicas autoridades españolas en el territorio en ese momento, demostraron su falta absoluta de capacidad de salvaguardia hacia los españoles y un des-interés completo por sus vidas.
Que fuera en el mejor de los casos, obedeciendo órdenes, no me parece un eximente ante una situación de tal envergadura.
Durante los meses de febrero y marzo de 1969, se produjo por tanto un auténtico y caótico éxodo de familias españolas, que tuvieron que ingeniárselas para abandonar el territorio por sus propios medios, en unas jornadas de terror e inseguridad, en las cuales el gobierno español mantuvo una absoluta pasividad, incluyendo la orden nunca escrita a las fuerzas de la Guardia Civil allí todavía destacadas, de no intervenir.
Vergonzosamente para el Estado español, la única intervención de las mismas oficialmente permitida en Guinea, fue el acordonamiento de la carretera al aeropuerto de Bata cuando personal de la embajada abandonó el territorio guineano y para su protección, acordonamiento que se iba cerrando a medida que la comitiva pasaba, y que finalizó con el repliegue definitivo a los cuarteles una vez consumada la huida, dejando a la población absolutamente indefensa y a las fuerzas de seguridad, con la reiterada orden de no intervenir bajo ningún concepto.

Las familias tienen que huir a veces con lo puesto y abandonando sus casas, propiedades, enseres, y dejando atrás una vida entera de esfuerzos, afectos, amigos, seres queridos enterrados allí y experiencias vitales.
Los cuarteles de la Guardia Civil de Bata y Santa Isabel, se convierten en Numancias del siglo XX en las que se refugian las familias para resguardarse del terror.
La Guardia Civil, cumpliendo órdenes cobardes y muy a su pesar, se limita a defender los cuarteles y dar cobijo a madres, padres y niños, que no pueden hacer otra cosa para salvar sus vidas, gracias a ella, el terror no desembocó en una masacre a pesar de todo.
La Guardia Civil se limita a defender el cuartel de los merodeadores en el exterior y a la difícil tarea de conseguir alimentos para la gran cantidad de refugiados que se hacinan en su interior.
Tarea nada fácil por cierto.
Hay quien dice que Macias tomó medidas en un momento dado, para estrangular el suministro de víveres al cuartel de Santa Isabel.
Hay quien dice también, que un día, un comando español se personó por sorpresa en el palacio del gobierno, llegó hasta el despacho de Macias sin mayores problemas y encañonándole le dieron un ultimátum.
“Si no da la orden de suspender el bloqueo de entrada de víveres, es hombre muerto”.
Nunca más volvió a haber problemas de suministro de víveres.
No hubo necesidad de disparar un solo tiro, el respeto (miedo) profundo de las “juventudes” de Macias que promovían los altercados, hacia la Guardia Civil, era más que suficiente para ahuyentarlos al menor amago de fuerza.
Hay muchas historias de dolor y de tragedia para familias guineanas, sirvan algunas de muestra.

Bata
(¿Importa el color?)
Una, se refiere a una familia numerosa.
El padre, insigne guineano y español, es torturado por Francisco Macias de la forma más vil y sanguinaria imaginable.
Cuando al fin es atendido y aliviado por un médico español en el hospital, sus muchas heridas están gangrenadas y tiene delirios por la fiebre, su estado es terminal.
Finalmente, ya agónico en la camilla del hospital y custodiado dentro de la habitación por jóvenes armados de las “juventudes” de Macias, encuentra fuerzas para incorporar el tronco, preguntar en su delirio, “donde está la Guardia Civil” y gritar: ¡VIVA GUINEA!
El médico tiene que intervenir para evitar que le golpeen.
Consigue incorporarse y repetir la exclamación alguna vez más, hasta que muere.
Mientras tanto, las fuerzas armadas españolas permanecen sitiadas en su cuartel, siguiendo órdenes de no intervenir, emanadas “de quien corresponda”.
Supongo también que mientras tanto, Carrero Blanco pensaba en comulgar al día siguiente en su diaria misa en la Calle Claudio Coello, del embajador de España en Guinea y F. M. Castiella, no tengo idea de sus impresiones en ese momento.

Familias que consiguen la evacuación de sus hijos y esposas, mientras el padre decide a pesar de todo permanecer allí, intentando salvar algo de su patrimonio en última instancia y mantener la débil esperanza de que la situación cambie.
Hay muchas historias

Santa Isabel
A. F. P. (¿importa el color?)
Es propietario de un comercio entre el muy considerable patrimonio ganado con el sudor de su frente y la de varias generaciones de su familia, le avisan una mañana urgentemente de que le están buscando.
Se dirige apresuradamente al aeropuerto y consigue embarcar de milagro.
El resto de su familia, había salido un mes antes de allí afortunadamente.
Lo único que consigue llevarse para empezar de cero en Madrid y con ocho hijos que sacar adelante de entre 3 y 17 años, son algunos relojes Rolex de su tienda, disimulados bajo su sahariana en ambos brazos.
A las dos horas de despegar su avión, las “juventudes de Macias” entran en su comercio y al no encontrarle, saquean y destrozan todo el interior del local.
La situación en Bata es peor si cabe, ya que Iberia no puede usar el aeropuerto y por tanto la evacuación se produce por barco, agravada por helecho de que allí no había puerto y por tanto el barco ha de tomarse abordando los botes salvavidas del “Ciudad de Pamplona” desde el espigón en tierra.
Las escenas son aterradoras.

Bata
Bima Martí (¿importa el color?)
Este español, como tantos otros, tiene que pensar en salvar su vida y la de su familia.
En Bata la evacuación es mas trabajosa, porque además de la dificultad añadida de ser por barco, el territorio es muy superior en extensión y las distancias a recorrer por algunas familias son considerables y el trayecto por tanto mas peligroso.
Desde una remota finca en el interior, este hombre navega por el rió con enseres, su esposa embarazada de tres meses y trabajadores negros de la finca que huían también de una muerte cierta. Van en una barcaza por el centro de un gran río.
Desde la lejana orilla del ancho río, le dan el alto, se produce una situación de pánico, confusión, y la barcaza no puede detenerse instantáneamente.
Disparan desde la orilla y fatalmente le alcanzan y muere.
Deja una hija huérfana aún no nacida y viuda.

Santa Isabel
R.A.(¿importa el color?)
R.A. estuvo al frente del servicio de Correos durante muchos años.
La mayor parte de los empleados de correos en Fernando Poo, eran de la etnia bubi.
Una mañana, unos cuantos Land Rover atestados de “juventudes de Macias”, posiblemente ebrios, irrumpen el vestíbulo del edificio de Correos y pretenden maltratar y llevarse detenidos a los empleados bubis.
A. sale en defensa de sus empleados de “toda la vida” e intenta calmar la situación.
Le asaltan, agraden, le descalzan y le arrastran con uno de los Land Rover, por las calles de Santa Isabel, que estaban recién asfaltadas y con gravilla en la superficie.
Pudo ser evacuado ese mismo día y volver a España con heridas y desgarros en los pies y en el resto del cuerpo, además de con la vida destrozada anímica y moralmente.

Supongo que ese día también debió comulgar Carrero Blanco en Madrid, lo que hacían o pensaban mientras Pan de Soraluce y Castiella, lo desconozco y no es relevante plantear una suposición.

Para ser justos hay que decir, que el número de víctimas blancas en estos episodios trágicos es muy reducido a tenor de la situación de anarquía y confusión reinantes.
Son producto, más de una situación de caos y desorden, que de una intención premeditada.
Los objetivos de Macias eran, dar rienda suelta a su ira enfermiza, a su venganza por el desinterés de España por sus problemas y hacer demostración de su poder asesinando a sus supuestos enemigos políticos, y esos eran en general de raza negra.
También en parte fue una reacción a su propio pánico personal.

El día 31 de Marzo de 1969, sale el último vuelo de Iberia del aeropuerto de Santa Isabel, en el que consigue salir entre otros, mi padre.
Gracias exclusivamente a la providencia y al destino.

Todos estos episodios son reales y la diáspora no había hecho más que empezar.
Salvo las familias de funcionarios, que tenían asegurado un puesto de trabajo “en la península”, la mayoría de ellas tuvieron que comenzar de nuevo sus vidas desde cero y superar un trauma material y moral cuyas consecuencias fueron en demasiados casos una tragedia añadida.
A la llegada a España, tuvieron que alojarse, repartidos en casas de familiares, sin enseres, sin ropa, sin medios materiales ni económicos, en muchos casos también sin casa propia, ni trabajo.
Asumir un drama íntimo y familiar de ese calibre para seguir adelante, no fue fácil en términos generales.
Hay numerosos testimonios de que muchos padres de familia no fueron capaces de superarlo y en breve periodo de tiempo sufrierondepresiones, la enfermedad y finalmente la muerte.
Aún superándolo y dependiendo de los casos, el trauma psicológico que supuso aquella tragedia, marcó la vida de familias completas en una inmensa mayoría.
Sin llegar a los extremos mencionados, son innumerables los testimonios a día de hoy, de familias cuyos padres tuvieron una muerte natural pero prematura y que nunca pudieron superar el hecho de ser arrancados de cuajo de su tierra y dejar atrás toda una vida de trabajo, dedicación y experiencia vital.
Muchas veces a unas edades, en las que un nuevo comienzo no era vital ni emocionalmente viable.
A día de hoy, la administración española no ha hecho el menor gesto de reconocimiento público de aquellos hechos, admisión de responsabilidades, ni colaborado a resarcir en ningún aspecto las penalidades sufridas, ni los perjuicios de toda índole causados a un alto número de familias españolas.
Aunque eso no sorprende a nadie, en eso y tristemente en algunas cosas más, hay poca diferencia entre la España de los sesenta y esta, salvo en apariencias y fanfarrias.

JEP


Y es por estas y otras muchas cosas, como tener desinformadas a las familias desgarradas y separadas, que tenían que ir de peregrinación a Barajas todas las semanas, para saber si su padre había sido asesinado o no, por las que me importan un bledo las disquisiciones mentales de esta panda de sexagenarios, a saber:

Castiella
Carrero Blanco
Pan de Soraluce (Mr. ¿Florindo Mbá?)
Garcia Trevijano
Paesa
Fraga Iribarne

Y algún otro que con toda justicia olvido

No me parecen mejores que:

Francisco Macias Nguema Mbasogo

wacko.gif mad.gif mad.gif
westy
Una pequeña matización JEP....el Embajador era Juan Durán Loriga (LLamado Florencio Mbá)...Pan de Solaruce...vino después. Saludos.
Jose Eduardo Padilla
Westy, ¿cuando se produjo el relevo de Emilio Pan de Soraluce a Fernando Durán Lóriga?.

Creo saber que el primero ostentó el cargo creo, hasta la priimera o segunda semana de marzo del 69, pero Durán Lóriga también lo tenia muy oido.
Gracias
westy
¡Hola...! Para a quién le interese....

Aquí "pego"...las memorias Diplomaticas del 1er Embajador de la

Independencia D. Juan Duran Loriga.....escritas en 1999.

Son su visión de los hechos.........

Hay que darle oportunidad para que se defienda....Sin

comentarios....




EMBAJADOR EN LA GUINEA ECUATORIAL (*)

Conferencia Constitucional. Macías, Bonifacio y Atanasio. Voy a Santa Isabel. Las elecciones. La independencia. Soy nombrado embajador. El colega de Franco: su patología. El problema económico. Los enredadores. Escalada demagógica. La crisis de la bandera. Final de mi misión.



"El proceso descolonizador de la Guinea Ecuatorial marchaba hacia su culminación. Puesto que había que seguir adelante, Castiella quiso que se hiciese de manera ejemplar. El nuevo Estado contaría desde el primer momento con una Constitución democrática aprobada por sus dirigentes y más tarde por el pueblo guineano en referéndum. Se empleó para ello la fórmula británica de una Conferencia Constitucional, que se abrió en octubre de 1967 con un discurso de don Fernando Castiella en el que se anunciaba que España daría la independencia a su colonia ecuatorial en 1968.

Fue un trabajo bello y generoso, dentro del marco político de la España de entonces, convocar la Conferencia para dar a la Guinea una Constitución moderada y de gran perfección técnica aunque resultase inaplicable, como lo habían sido en África todas las normas fundamentales democráticas. La Conferencia Constitucional avanzó lentamente entre escollos. Contribuyeron a la cacofonía las discrepancias entre los guineos y también el hecho, al que ya me he referido y sobre el que volveré a insistir, de que el Gobierno español estuviese profundamente dividido. Esta confusión fue aprovechada por quienes quisieron, lográndolo, complicar aún más el difícil proceso. El señor García Trevijano respaldó un llamado Secretariado Conjunto que al tiempo que saboteaba la Conferencia ponía en primer plano al político guineano de mayor potencial demagógico y destructor, Francisco Macías.

Ramón Sedó presidió las sesiones de la confusísima Conferencia de manera tan paciente como inteligente. Tarea que le debió ser muy ingrata y que aceptó por lealtad a su ministro y amigo.

En la Conferencia fueron asomando las características de quienes habían de ser los tres candidatos a la presidencia del nuevo Estado. Bonifacio Ondó o la ingenuidad catequística. Atanasio Ndongo o la ambigüedad neo-africana. Y Francisco Macías o la furia paranoica.



Francisco Macías mantenía unas actitudes entre calculadas y demenciales. Parecía saber que lo que más le podía legitimar como campeón de la independencia, en la Guinea y en los medios africanos, era una desaforada hostilidad hacia la "potencia administradora". Tanto más cuando tenía un pasado de entusiasta adhesión al régimen colonial, del que seguía formando parte como vicepresidente y consejero de Obras Públicas del gobierno autónomo.



A lo largo de las próximas páginas aparecerán otras facetas de su personalidad. En la Conferencia Constitucional destacó por un sentimiento desmesurado de su propia dignidad, reflejada en desplantes que aumentaban su prestigio anticolonial.

Poco antes de concluir la Conferencia ofreció Castiella una cena en el Palacio de Viana a los principales delegados guineos. Macías, que tenía reservado el primer puesto a la izquierda del ministro, no compareció. Cuando quise, a la mañana siguiente, averiguar las causas de su ausencia, empezó asegurándome que no había recibido la invitación. Más tarde admitió que le había llegado un sobre que no consideró dirigido, a él, porque se le daba el tratamiento de "Ilustrísimo Señor" cuando se pensaba "Excelentísimo". Fue en la Conferencia Constitucional donde Macías pronunció su primer elogio de Adolfo Hitler como padre de África.

Bonifacio Ondó, antiguo catequista y muy grata persona, tenía una imagen de Tío Tom que caía simpática a los españoles pero resultaba anacrónica en los medios descolonizadores de las Naciones Unidas, que desconfiaban de quienes pareciesen cómplices neocoloniales de las antiguas metrópolis.



Atanasio Ndongo, expulsado del seminario como tantos revolucionarios, había vivido largos años en el Camerún donde se casó con la viuda del líder revolucionario Félix Moumié, asesinado en Ginebra en 1960. Era el único político guineano con experiencia internacional, hablaba francés y, frente al colaboracionismo de Macías con la administración colonial, había sido un luchador activo y arriesgado por la independencia. De ahí que se pensase en el ministerio de Asuntos Exteriores que podía ser la persona más adecuada y creíble para estar al frente del nuevo Estado. Le faltaba el tirón demagógico y obsesivo de Macías y a pesar de su inteligencia, o a causa de ella, fue para mí siempre sibilino.



Terminada en junio de 1968 la Conferencia con la aprobación del texto constitucional, inmediatamente confirmada por referéndum en el territorio, se había fijado para el 12 de octubre la proclamación de la Independencia. Don Fernando Castiella decidió que durante este complicado período de transición hubiese en Santa Isabel un repre­sentante de Asuntos Exteriores. Me mandaron a mí. Se pensó en un momento nombrarme adjunto al Comisario General, en un puesto que acababa de quedar vacante. Desechada esta idea quedó mi status indefinido. Establecí una valijilla en la que enviaba a la Cárcel de Corte (**) unas cartas que yo mismo tecleaba, como lo estoy haciendo con estas memorias.



El Comisario General, don Víctor Suanzes, me recibió y trató con gran cortesía. Pero muchos de sus colaboradores me veían con el mismo recelo que nuestros colonos. Yo simbolizaba el final de la época colonial, y con ella el de muchas situaciones e intereses, lo que achacaban, equivocándose, al ministerio de Asuntos Exteriores.

Uno de los primeros problemas con que me encontré fue el temor de la población aborigen de Fernando Póo a una independencia en la que temían llevar, por su inferioridad numérica, la peor parte. Esto los llevó a votar contra la Constitución en el referéndum. No puedo olvidar la ayuda que recibí de mi amigo Enrique Gori, asesinado más tarde como tantos otros por orden de Macías, así como la de su suegro el sabio patriarca fernandino Alfredo Jones, a quien recuerdo protegido del sol por dos sombreros superpuestos.

Al acercarse la fecha de la independencia fue enviando el Ministerio algunos funcionarios que me ayudaron muchísimo. Emilio Artacho con su conocimiento de las Naciones Unidas y de sus gentes; Joaquín Castillo que trabajó de manera denodada y habilísima; Amaro González de Mesa que empleó a fondo, en Bata, su simpatía y su astucia. Tampoco olvido el gran apoyo moral que recibí del magistrado Ángel Escudero, quien presidió la comisión electoral que vino de Madrid.



La situación se decantaba, desgraciadamente, hacia Macías. Para un electorado inexperto que iba a votar libremente por primera y última vez la tentación demagógica no era fácil de resistir. Se produjeron además graves errores en el campo de los competidores de Macías. En primer lugar la intransigencia de Bonifacio Ondó, Había éste decidido presentar a las elecciones parlamentarias una lista de su partido, el MUNGE, en la que figuraban sus leales, que nadie conocía, con exclusión de los caciques principales de esta formación política. Los cuales, a su vez, aceptaban figurar en la lista de Ondó siempre que fuese en lugares preeminentes que asegurasen su elección. Vino Bonifacio a verme una tarde, estando yo en cama con cuarenta grados de fiebre por un primer acoso palúdico. Saqué de flaqueza fuerzas para tratar de persuadirlo de que aceptase en su lista a los citados caciques. Empleé el argumento de ,que lo importante era la elección presidencial porque en Guinea no funcionaría el parlamento. No me quiso hacer caso y se negó a dar cobijo a quienes calificó de "ingratos". Otros españoles consultados le habían hecho creer que podía ganar solo. El hecho es que los principales jefes del MUNGE se pasaron al grupo de Macías.

La primera vuelta de las elecciones situó a Macías en cabeza (36.000 votos) pero sin mayoría absoluta, lo que obligaba a una segunda vuelta. Bonifacio Ondó salió en segundo lugar, con 31.000 votos. La clave del resultado final estaba en Atanasio Ndongo que por llegar tercero estaba eliminado pero que daría la victoria a aquél por quien aconsejase votar a sus secuaces.

En una reunión con Atanasio Ndongo, en las que estaban presentes sus compañeros de partido y algunos funcionarios españoles, me dijo que daría sus votos al candidato que España quisiera. No tuve más remedio que contestarle que Madrid no podía entrometerse. Hubiese constituido gran ingenuidad, estando en Guinea observadores de las Naciones Unidas, que un representante del ministerio de Asuntos Exteriores de España indicara en público a un partido político guineano sobre a quien votar. Tengo para mí que Atanasio había decidido ya inclinarse hacia Macías y que al consultarme sólo buscaba cubrirse con aquellos de sus colaboradores que propugnaban el apoyo a Ondó.



En mis gestiones privadas con ambos me esforcé al máximo para conseguir que Bonifacio y Atanasio se pusiesen de acuerdo. Pero los dos se mostraron inflexibles puesto que se despreciaban mutuamente. De modo que Bonifacio no quiso hacer concesiones suficientes mientras Atanasio planteó exigencias excesivas. Lo que costó a ambos la vida.



Macías ofreció a Atanasio Ndongo, a quien odiaba por "intelectual", la cartera de Asuntos Exteriores a cambio de los votos de sus partidarios. Los bubis de Fernando Póo, para salvarse la quema, decidieron también votar a Macías a cambio de la vicepresidencia de la República.(1)



Los observadores de las Naciones Unidas fueron testigos de que por parte española no se hizo nada por falsear el resultado de las elecciones que, para desgracia del pueblo guineano, dieron el triunfo a Francisco Macías.



No tuvo esos escrúpulos el vencedor quien, consejero de Obras Públicas, había movilizado los camiones de este servicio para distribuir su propaganda electoral ante la inhibición de la autoridad militar en Río Muni. (No había sido descabellada la idea, surgida al margen de la Conferencia Constitucional y rechazada por los representantes de las Naciones Unidas, de que los miembros del gobierno autónomo, al fin y al cabo funcionarios coloniales, fuesen excluidos como candidatos).



Me habían llegado rumores de que tenía posibilidades de ser el primer embajador de España en Santa Isabel. Se tantearon primero otras candidaturas para aceptarse finalmente que fuese el ministerio de Asuntos Exteriores quien afrontase, a través de uno de sus funcionarios, las secuelas de la independencia. Entre los diplomáticos conocedores de Guinea y de sus gentes quedaba yo en primera fila, al haber tenido el buen sentido de esquivar el ofrecimiento otros más antiguos y más próximos a Castiella que yo. No era quizás de buen augurio el que el capitán de fragata Ricardo Duran y Lira, mi bisabuelo, hubiese mandado cien años antes la estación naval de Guinea, donde murió.


Si examino las cosas, a esta distancia de tiempo, con la mayor objetividad de que soy capaz pienso que lo que era mi mayor ventaja era también un inconveniente. Conocía bien a los protagonistas de la política guineana. Acaso demasiado bien. Había sido testigo de muchas debilidades y trapicheos, había conocido de ordenanzas a quienes fueron después ministros. El estar en Santa Isabel las semanas que precedieron a la independencia me había quemado un tanto. Esto, que veo tan claro ahora, no lo pensaba entonces. Prevaleció en mí la ilusión de ser el más joven de los embajadores de carrera en un puesto de enorme responsabilidad. Estuve a punto, en el último instante, de no tomar posesión. Ausente yo, fue un compañero mío el encargado de proponer mi nombre a Macías. Me contó este muy buen amigo, años después, que Macías torció el gesto y hubiese podido negarme el placet de no habérsele persuadido de los inconvenientes de empezar la nueva etapa de las relaciones entre Madrid y Santa Isabel con un desaire.



Macías veía en esos días agravada su habitual confusión mental por los consejos contradictorios de sus diversos asesores: los que le decían que se las mantuviese tiesas a Madrid y los que le sugerían las ventajas de la moderación.



En la mañana del 12 de octubre pasé varias horas con el Presidente electo y sus colaboradores. Macías se resistía a aceptar los acuerdos de transferencia, negociados por una delegación guineana en Madrid días antes, en los que se regulaban una serie de aspectos administrativos. Entre ellos el futuro de las propiedades del Estado español en la antigua colonia y el papel de las fuerzas españolas que seguirían allí estacionadas. Insistía Macías en que esas transferencias no habían sido negociadas con él. Yo le respondía que se trataba de papeles ineludibles pero transitorios, en los cuales se decía claramente que el futuro gobierno de la Guinea Ecuatorial y el de España establecerían más tarde textos definitivos. La cosa se resolvió al aceptar Macías mi propuesta de introducir los papeles preparados en unas solapas que los calificaban de "provisionales". Al volver a nuestra residencia pude anunciar a Manuel Fraga, quien representaba al Estado español en los actos, que la dificultad se había superado. Cuando quise contarle las incidencias de la negociación me cortó de manera tajante aunque cordial: sólo le importaba el resultado, por el que me felicitaba. Le dije también que habíamos tenido noticia de un proyecto de discurso de Macías gravemente inamistoso, aunque creíamos que se inclinaría finalmente por un papel más aceptable. Así fue.



Macías me consultó algunas cosas en el largo rato que pasé con él aquella mañana. Me enseñó un organigrama muy detallado, al estilo de López Rodó, de su futura administración en el que figuraban tantos ministros como en el Gobierno español y densas ramas de subsecretarías, direcciones generales, secretarías generales técnicas e, incluso, subdirecciones generales. Tuve que decirle que el país nunca podría permitirse una administración tan tupida. Idéntica densidad burocrática en España daría un gabinete con varios millares de ministros. No se mostró contento ya que buscaba convertir en burócratas al mayor número posible de parientes tribales y de enemigos potenciales. Asomó así por vez primera un problema que al pasar las semanas sería gravísimo.



Pidió mi consejo sobre la conveniencia o no de ascender inmediatamente a capitanes a los alféreces guineanos. No me resultaba fácil contestarle porque alguno de ellos no andaba lejos. Unos alféreces procedían de Zaragoza, donde habían hecho los dos cursos de la Academia General, mientras otros eran antiguos suboficiales. La mayor parte de estos estrategas incipientes no eran amigos políticos suyos. Le dije que los fuese promoviendo lentamente para que no se sintiesen defraudados pero que tuviese en cuenta las consecuencias, en países vecinos, de las apetencias de poder de los militares. Este consejo mío lo siguió, a diferencia de lo que hizo con otros. Sin duda porque iba en el camino de su desconfianza congénita.



En la tarde del mismo doce de octubre se proclamó la independencia de la Guinea Ecuatorial en una ceremonia solemne y sin incidentes. Nos emocionamos tanto Fraga como yo al arriarse la bandera española. Inmediatamente después presenté mis cartas credenciales y le fue impuesta a Macías la Gran Cruz de Isabel la Católica.



Tenía yo instrucciones del almirante Carrero de organizar en la Embajada la imposición a Bonifacio Ondó, candidato derrotado y hasta la víspera presidente del gobierno autónomo, de la Gran Cruz del Mérito Civil. Era un gesto noble pero, conocida la psicología maciana, peligroso. Para limitar sus consecuencias negativas rogué al ya presidente de la República que asistiese al acto, lo que sólo podía tener ventajas para él: quedaba ante todos como un vencedor magnánimo y callaba la boca de quienes pretendiesen sacar punta contra Macías a la condecoración a Ondó. Aunque prometió ir, no acudió.



Unos días después me convocó Macías a la casa en que vivía provisionalmente. Tenía encima de la mesa una serie de cartas, de las que me leyó párrafos, en lasque se denunciaban supuestas conspiraciones, con complicidades españolas algunas, para derrocarlo y poner en su lugar a Bonifacio Ondó. Traté de persuadirlo de que no hiciese caso de esas denuncias, venidas de personas que trataban de ganarse así su confianza. Necesitaba, eso sí, un buen servicio de información, que Madrid le podría proporcionar.



Este episodio me parece revelador de la personalidad enferma de Francisco Macías. Era aguerrido pero miedoso, crédulo pero receloso. La noche de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales la había pasado oculto en casa de un comisario de policía español por miedo a ser asesinado. Estas características, al acentuarse, hicieron de él uno de los gobernantes más sanguinarios de nuestro tiempo. Sanguinario por desconfiado.



En una de las primeras visitas que le hice planteó el deseo de disponer a su antojo de las compañías de la Guardia Civil que seguían estacionadas en Guinea. No se fiaba de su propio ejército, la Guardia Nacional, que antes había sido llamada "Territorial" y antaño "Colonial". La Guardia Nacional tenía, junto a oficiales españoles, algunos guineanos que eran de obediencia atanasiana. Le contesté que las fuerzas españolas sólo podrían ser empleadas para las funciones previstas en los acuerdos de transferencia.(2)

Macías trataba de copiar, excluido el paternalismo que no entraba en su naturaleza, el autoritarismo y la arbitrariedad de los antiguos gobernadores españoles. Eran sus modelos y sólo les reprochaba su tez. Cuando más adelante empezó a expulsar españoles con un plazo de setenta y dos horas, respondió a mis protestas que si lo habían hecho los gobernadores españoles también lo podía hacer él, Jefe de un Estado independiente. Traté, pobre de mí, de explicarle que la independencia tenía, junto a sus grandezas, sus servidumbres y que los países miembros de las Naciones Unidas habían de seguir las normas del Derecho de Gentes. Música celestial para los sordos oídos de Francisco Macías.

Llevaba el mimetismo a todos los terrenos. Guardar las formas de los colonizadores era más importante para él que ser fiel a las costumbres africanas. Uno de los factores que lo radicalizaron, tiempo antes de la independencia, fue la imposibilidad de obtener la anulación de su primer matrimonio, lo que le impidió casarse por la iglesia con su segunda mujer. Hubiese deseado una boda en la catedral de Santa Isabel con la novia de blanco y las autoridades coloniales de uniforme. Este mimetismo le jugó una mala pasada en Bata, pocos días después de la Independencia. Llevó tan lejos su afán de seguir el precedente colonial que, olvidándose de la nueva situación, terminó una arenga con las frases rituales de adhesión inquebrantable a "nuestro glorioso Caudillo", de las que tuvo que desdecirse en cuanto regresó a la realidad.



No toleraba compartir con nadie la herencia del poder colonial, que quería asumir solo. La embajada de España, como era lógico e inevitable en esa situación post-colonial, inspiraba un respeto especial, que rayaba a veces con el servilismo. Los ministros guineanos se ponían de pie cuando entraba un guardia civil. Solía Macías, en los primeros meses, visitar poblados de Fernando Póo. No me invitaba a estas excursiones, ni tenía por qué. Atanasio Ndongo, sin consultar con Macías, me dijo que fuese con él en su coche a una de esas giras por estar invitado también un alto funcionario del Departamento de Estado de Washington.

Los niños de las escuelas habían sido movilizados para que ovacionasen al autócrata por el camino. Recuerdo que en contraste con el calor ecuatorial cantaban, al tiempo que agitaban banderas de papel con los colores guineanos, cierta canción alusiva a una casita en Canadá. A lo utópico siguió lo anacrónico puesto que al entrar en el poblado pasamos bajo un enorme letrero, usado sin duda en ocasiones anteriores, que daba la bienvenida ¡al Gobernador General! Eso debió forzar a Macías a poner, como hizo después, las cosas en su punto. El Presidente arengó a la población desde el balcón principal del ayuntamiento. Después presentó a algunos de sus acompañantes y finalmente a mí con unas palabras que voy a tratar de reconstruir: "Os voy a presentar al embajador de España. Venga Vd. aquí, don Juan. A este señor me lo ha mandado el gobierno de Madrid para que se entienda conmigo. Como yo mandaré a otro señor a España para que se entienda con mi colega Franco. Pero no es este blanco (señalándome con el pulgar de su mano izquierda) quien manda en Guinea. Quien manda aquí es un negro y ese negro (dándose cachetes en los carrillos) soy yo, Francisco Macías".

En uno de mis viajes a Madrid fui recibido en audiencia en el Pardo. Al contar a Franco que Macías lo llamaba "colega" le entró una risa convulsa que tardó algún tiempo en amainar.



Tuve un primer problema personal con Macías. A quienes componían el servicio doméstico de la Comisaría General se les había dado la opción de pasar a la presidencia o a la embajada. Aunque todos, no queriendo servir a quien sirvió, preferían la Embajada algu­nos se quedaron con el Presidente por temor a represalias. Les seguimos pagando durante algún tiempo pero tuve que anunciar a Macías que más adelante tendría que pagarlos él. Al dolerse de la falta de generosidad española entré en su lógica recelosa y le dije que si quería personas de confianza en su servicio inmediato no debería tolerar que estuviesen a sueldo de un país extranjero.

El hecho es que el personal que había quedado a nuestro servicio empezó a ser acusado por quienes habían continuado en Palacio de traicionar a la Guinea Ecuatorial. Afectado por ello el mayordomo de la Embajada, cargado de copas una noche, trató de defenderse de estas acusaciones en voz demasiado alta ante los centinelas del palacio presidencial. Fue inmediatamente encarcelado. Pedí a Macías, no como representante de España sino a título personal, que perdonase al pobre mayordomo, a quien conocía muy bien y con el que tenía vínculos tribales. Yo esperaba una reacción humana y obtuve una reacción mimética. Levantando la voz me preguntó si Franco hubiese aceptado que un servidor de la embajada de Guinea protestase a gritos a altas horas de la noche a las puertas del Palacio del Pardo. Se consideraba ofendido por mi gestión y destituyó al jefe de Protocolo por haberme arreglado la audiencia. Sólo logré que readmitiese a su colaborador, porque el mayordomo siguió meses en el calabozo, donde le llevábamos la comida todos los días. Casi diez años después, cuando lo daba por muerto, tuve la alegría de recibir carta suya desde el Camerún.

Visitaba yo a Macías con mucha frecuencia. En una ocasión me dijo que estaba informado de que el general Franco no recibía a los embajadores, lo que estaba pensando imitar. Tuve que decirle que cuando pedía verlo no era por razones protocolarias sino para superar, en beneficio de Guinea y de España, los problemas que se presentaban.



Aconsejé a Madrid que, puesto que había sido elegido el candidato que no deseábamos -ni en la Presidencia ni en Exteriores-, hiciésemos de tripas corazón con los gestos necesarios para atenuar, en lo posible, sus recelos. Pero hubo poco que hacer porque prevalecía la idea de que, obtenida la independencia, la Guinea había dejado de ser un tema español.



Pero Macías no era nuestro único problema en Guinea. Cada mañana, en los cinco meses de mi misión, se planteaban varias cuestiones insolubles. Y algunas, atípicas y triviales, que alcanzábamos a resolver. Como la que contaré ahora antes de entrar en materias cada vez más graves y dramáticas. Tenía la Guardia Nacional su principal acuartelamiento cerca de la Embajada, lo que me forzaba a soportar los estridentes ensayos de su banda. Una mañana creí oír los compases imperiales de Haydn. Intrigado, mandé a uno de mis compañeros para que averiguase las razones de tan sorprendente opción musical. Volvió con la explicación de que preparaban el himno nacional de los Estados Unidos, para tocarlo en la presentación de credenciales de su embajador. Mi intervención, que nadie por supuesto agradeció, impidió que el enviado yanqui fuese recibido a los acordes del ¡Deutschland über alies!



Quiero recordar aquí la ayuda que tuve de mis colaboradores diplomáticos Mariano Baselga, José Maeso y José Cuenca. Éramos una familia unida por la intemperie. Familia a la que se unió el agregado militar, Eduardo Alarcón, gran militar y formidable amigo, el capitán de fragata Molla, comandante de la "Descubierta", así como los asesores españoles de la presidencia guineana. Teníamos la can­cillería en mi residencia donde también vivían, al final como en esta­do de sitio, algunos de mis colaboradores.



Los problemas estructurales del nuevo Estado eran inmensos. Su economía sólo era viable mientras subsistiese el régimen proteccionista que beneficiaba a colonizados y colonos a costa del erario español. Para ello hubiese sido necesario contar con un presidente dispuesto a mantener estos vínculos con España sin miedo a ser acusado de dejar neocolonizar el país. Éste, evidentemente, no era el caso de Macías. La producción de madera en Río Muni debía ser limitada si se quería evitar que el bosque quedase definitivamente esquilmado. La producción de cacao sólo era posible con mano de obra extranjera y la presencia de unos treinta mil braceros nigerianos en Fernando Póo, la mayor parte de origen ibo, planteaba un grave problema político en plena guerra de Biafra.



Siendo malas las perspectivas económicas a largo plazo, a corto plazo eran dramáticas. En la misma mañana del día de la Independencia había quedado ya claro, -lo vimos- el propósito de Macías de inflar la burocracia estatal. Así se hizo y el primer presupuesto se anunciaba con un agujero de quinientos millones de pesetas. Se creían los gobernantes guineanos con derecho a exigir a España esta cantidad, y aún mucho más, por la supuesta existencia de un "tesoro guineano" depositado en Madrid del que se sentían herederos. Y de ello me hacían responsable personalmente. El ocho de diciembre, dos meses después de la Independencia, aseguró Macías en un discurso que si España no le ayudaba a resolver los problemas económicos del país "echaría al embajador".

Mi ministro Castiella, cuando le expliqué la gravedad de los problemas presupuestarios de Guinea, habló con su colega de Hacienda, Juan José Espinosa, al que fui a ver. No era fácil mi gestión porque uno de los argumentos empleados a favor de la independencia de Guinea era que con ella se reducirían los gastos que nos producía la colonia. Y lo que yo pedía era que estos gastos aumentasen. Espinosa comprendió la importancia política del asunto y me ayudó muchísimo. Una misión del ministerio de la calle de Alcalá vino a Guinea, donde los funcionarios españoles de Hacienda habían preparado muy bien sus papeles. Venía esta misión apoyada por una carta de Franco a Macías en la que le prometía la ayuda del Gobierno español para superar esta primera crujía económica. Yo mismo, que nunca he sido capaz de llevar mis propias cuentas, contribuí a la redacción de un proyecto de presupuesto para la Guinea Ecuatorial. Nuestra idea, basada en la diferencia que establecía la Constitución guineana entre gastos ordinarios y gastos de ayuda y colaboración, consistía en que la aportación española se dedicase a los capítulos de educación, sanidad e infraestructuras, mientras los gastos "burocráticos" se afrontarían con los ingresos fiscales guineanos. Pero el déspota quería que pusiésemos los quinientos millones encima de su mesa para dedicarlos a los gastos improductivos que le viniesen en gana. Nuestra deseo de que el presupuesto beneficiase a los más necesitados y contribuyese al desarrollo del país lo consideraba rechazable intromisión neo-colonialista.

Buscó también Macías otras fuentes financieras. Pretendió, con amenazas, provocar la munificencia de los finqueros. Cayó después en una extraña combinación que encajaba en el mundo de la picaresca. Unos españoles, aspirantes a caballeros de industria, le hicieron creer qué podía constituirse un "Banco de Guinea" con respaldo privado internacional. Querían que los fondos españoles de ayuda garantizasen la claramente oscura operación. Ya he contado cómo Macías podía ser, junto a desconfiado, candorosamente crédulo. Hice lo posible por ponerlo en guardia y le dije que con la aventura bancaria que le proponían no se trataba únicamente de dañar a España, sino también de engañarlo a él. Le insistí en la buena voluntad del Gobierno español para ayudar al guineano a superar el bache económico. Pero los promotores del "Banco de Guinea" se encargaron, tarea no demasiado difícil, de alentar el recelo del autócrata hacia el embajador de España.(3)



No era éste, con ser gravísimo, el único problema con que tenía que enfrentarme. Enumeraré otros.



En julio de 1968 había quedado instalada en Santa Isabel una emisora de televisión que fue, llegada la independencia, causa de constantes complicaciones. Recibía yo muy frecuentes llamadas de ministros que se quejaban de que se les dedicase menos tiempo en los telediarios que a sus colegas. El ministro de Asuntos Exteriores protestó por un supuesto prejuicio a favor de los palestinos en los comentarios internacionales. (Supimos después que la delegación guineana ante las Naciones Unidas recibía fondos israelíes). Para acabar con estas reclamaciones propuse que el gobierno de Santa Isabel nombrase un director guineano responsable de los telediarios. Como era de temer no se pusieron de acuerdo entre ellos sobre la persona adecuada. Después de mi marcha hubo una ocasión en que el personal español de la televisión fue llevado ante un pelotón de ejecución que no llegó a cumplir su cometido: se trataba de una macabra advertencia. La obsesión por los contenidos políticos de la información televisada es universal pero en el caso guineano fue, ciertamente, extremada.



El aeropuerto de Santa Isabel nos trajo muy incómodas complicaciones. El ministro de Obras Públicas guineano, antiguo empleado del aeropuerto, había almacenado resentimientos de los que quería desquitarse. Hizo la vida imposible a los españoles encargados de la buena marcha técnica del campo. Estas constantes interferencias ponían en riesgo su funcionamiento. Los funcionarios españoles sólo querían garantizar la seguridad de los aterrizajes y despegues, lo que el ministro interpretaba como afán neo-colonialista.



Hubo gravísimas dificultades con la sanidad. Los médicos guineanos querían dirigirla desde Santa Isabel y Bata y dejar a los facultativos españoles, en el bosque. Tuvieron que actuar nuestros compatriotas en condiciones muy precarias y en un clima de coacción insostenible. Macías dijo más tarde, para justificar la expulsión de nuestros doctores, que los médicos eran innecesarios ya que cuando actuaban los hechiceros también se moría la gente. Afirmación, como tal, poco controvertible.



En muchos de estos problemas había, sin duda, cierto grado de responsabilidad española. Los funcionarios que habían vivido la etapa colonial debían haber sido cambiados. Mis esfuerzos por conseguirlo pincharon en hueso. En muchos departamentos el escribiente pasaba a ser ministro y ocupaba la casa y el coche del director español, que quedaba a sus órdenes. Pude lograr, para aminorar los daños, que fuesen enviados de Madrid, para asesorar al presidente Macías, dos personas de valía excepcional: el magistrado Rafael Mendizábal y el abogado del Estado Félix Benítez de Lugo. A pesar de su inteligencia, su competencia y su buena voluntad fueron totalmente marginados y su influencia sólo se reflejó en la excelente redacción de las disposiciones legislativas y administrativas. Cuando se hubieron ido, sus discípulos llegaron a absurdos tan divertidos como el decreto que, en muy correcta prosa administrativa, declaraba fuera de la ley el confusionismo en el territorio de la República de Guinea Ecuatorial.

Hubo una cicatería inicial por parte española que estimuló los enfermizos recelos de Macías. No hablo ahora del grave conflicto presupuestario sino de algunos gestos simbólicos que hubiesen indicado a Macías que no era malquisto por Madrid. Pensaba yo en Francia, que halagaba (en casos como el del Emperador Bokassa hasta el absurdo) a los gobernantes de sus antiguas colonias con atenciones y privilegios. El precio del automóvil que se proporcionó a Macías fue descontado de los fondos de ayuda. No se cedió a los guineanos una casa en Madrid para instalar su embajada lo que, aparte del resentimiento consiguiente, hizo gravitar excesivamente la carga de nuestras complejas y difíciles relaciones sobre la representación española en Santa Isabel, Y, por supuesto, no se produjo invita­ción alguna al Presidente para visitar en España a su "colega". Todo esto era difícil de obtener de un gobierno gravemente escindido en el que Castiella había perdido fuerza y sólo se mantenía por la resis­tencia del Jefe del Estado a los cambios ministeriales.

Las cosas no hubiesen tenido probablemente remedio, porque la personalidad de Macías se fue degradando con el poder. Sekú Turé, Mobutu, Idi Amin, Bokassa, una serie de personalidades frenéticas que en África se han impuesto por su mayor determinación, responden a una tipología especial. Vi años después una película documental sobre Idi Amin en la que el déspota ugandés ostenta un gesto benévolo detrás del cual empieza a crecer la furia: la sonrisa sigue en los labios cuando la ira ya está en los ojos. Me impresionó esta escena porque en Macías había observado reacciones idénticas. Estas consideraciones podrían parecer contagiadas de racismo si no tuviésemos presente que uno de los países más civilizados de Occidente se dejó también arrastrar por la furia criminal de un paranoico.

Los países que han sido colonizados nunca tienen una relación natural con la antigua metrópoli. Tienden a hacerla responsable de todo y si solicitan a veces su intervención protectora rechazan otras cualquier gesto de apoyo. En una ocasión acompañé a un grupo oficial guineano, a cuyo frente estaban el vicepresidente de la República y el ministró de Asuntos Exteriores, a visitar al general Alonso Vega, ministro de la Gobernación. Don Camilo, que ya estaba viejo, dijo, dirigiéndose a mí, lo siguiente: "Mire usted, embajador. De estos señores de Guinea habrá uno que toque el violón, otro el violín y otro el trombón. Pero alguien debe llevar la batuta y ése es usted". Preocupado por el efecto de estas palabras traté de explicárselas a la salida a mis amigos guineanos como muestra del gran interés del general por su país. Vi que mi aclaración era innecesaria: estaban encantados con la visita y con lo que habían oído. Semanas más tarde un gobernante guineano, que no había estado en la visita a don Camilo Alonso, me sorprendió al proponerme que reuniese a los ministros de cuando en cuando, en consejillos informales para darles orientaciones. Me imagino la reacción, en este caso justificada, de Macías si yo hubiese tenido la temeridad de invadir así sus competencias.

Una cuestión internacional con la que tuvo que enfrentarse la nueva república, fue la guerra de secesión de Biafra. en la que, no sin lógica, tomaron partido por Lagos. Esto les llevó a interrumpir los vuelos humanitarios a Biafra que, con anuencia española, llevaba a cabo la Cruz Roja desde Santa Isabel. Lo que no dejaba de tener un cierto carácter explosivo cuando la mayor parte de los braceros nigerianos en Fernando Póo eran de etnias vinculadas a la secesión biafreña. Estos braceros, además, encontraban dificultades para seguir transfiriendo sus ahorros a Nigeria. Había también en Santa Isabel un número pequeño, pero influyente, de comerciantes hausas identificados con la unidad de Nigeria.

En enero de 1969 me informó el ministro de Asuntos Exteriores, Atanasio Ndongo, de que pensaba asistir a la toma de posesión del Presidente Nixon en Washington. Comenté que me parecía de perlas pero que debía tener en cuenta que a esos actos no iban jamás delegaciones extranjeras por lo que podría encontrar dificultades o desaires. El protocolo norteamericano se las arregló para que no fuese así y Atanasio volvió encantado. Mis relaciones con Atanasio Ndongo pasaron por algún momento difícil. Aunque yo tratase de tenerlo siempre al corriente, le irritaba que negociase las dificultades, cada vez más frecuentes, directamente con Macías. Dado el poder personal que había asumido Macías y su hostilidad hacia Ndongo era la única manera de intentar conseguir algo. En una de mis visitas a Atanasio lo encontré extrañamente distante. Me dio la impresión de que conocía una comunicación mía a Madrid que hablaba de él. Supe después que un colaborador español de Ndongo había visitado a un funcionario menor de la dirección general de África en la Cárcel de Corte, quien se había ausentado unos minutos dejando sobre su mesa una carta mía con comentarios sobre la personalidad compleja del ministro guineano y su adicción a los estupefacientes.

Las perspectivas para los españoles en Guinea eran cada vez más inciertas. Es comprensible que arreciasen sus críticas contra el embajador como representante de un gobierno por el que se creían abandonados. Recibí cartas anónimas. En una de ellas un estimable compatriota me calificaba, entre otras lindezas, de "eunuco". No es imposible que fuese la misma persona que al estallar la crisis de febrero me acusó de haber puesto en peligro a los españoles "por defender un trapo".

Ya he contado cómo Macías empezó a expulsar españoles, al estilo colonial, sin motivo alguno. En algunos casos a los funcionarios que pensaba podían estorbar la tristemente pintoresca operación del "Banco de Guinea". Lo más grave fue la aplicación de una nueva figura: la expulsión con retención. Se impedía en efecto al funcionario expulso salir de Guinea sin un permiso especial, que se retrasaba indefinidamente. Con todos los españoles como rehenes potenciales estábamos al borde de la crisis, de la que paso a hablar con detalle.



Durante los cuatro primeros meses el Presidente Macías había regateado su presencia en el Continente, sintiéndose más seguro en Santa Isabel. Pero se fueron dando circunstancias que lo obligaron a modificar esta actitud.



En Fernando Póo le intimidaba el descontento de los braceros nigerianos, el sector más numeroso de la población. En Río Muni, según le habían dicho, su ausencia estimulaba una agitación que podía volverse contra él si no se ponía a su frente. La popularidad de Ondó, además, seguía siendo grande en sus antiguos feudos. Este problema, como tantos otros, acabaría resolviéndolo mediante el asesinato, tras la entrega de Ondó por el Camerún.

Los partidarios de Atanasio Ndongo se sentían perjudicados por el reparto de sinecuras en la coalición gubernamental y unos pocos oficiales guineanos de la Guardia Nacional esperaban el momento de alzarse. El partido llamado "Idea Popular de la Guinea Ecuatorial"
seguía fiel a Clemente Ateba y a sus viejos proyectos de federación con el Camerún. Este grupo, el más compacto y fanático, azuzaba a unas llamadas "Juventudes¡ Guineanas" constituidas por partidas de desempleados entregadas al pequeño bandolerismo y responsables de agresiones cada vez más frecuentes y graves contra súbditos españoles. Cuando planteé a Macías en Santa Isabel la necesidad de cortar estos desmanes, me contestó que carecía de control sobre Río Muni. .

El 13 de febrero de 1968 salió Macías de Santa Isabel para emprender su tercer viaje a Río Muni desde la Independencia. Apenas llegado a Bata pronunció un discurso, al liberar a unos presos, lleno de amenazas para todos los españoles y ofensivo para nuestros oficiales de la Guardia Nacional, a los que insultó ante los nativos. Había decidido, en efecto, encabezar la demagogia antiespañola. Emprendió una gira por el Continente en la que atacó especialmente a los españoles madereros, mostrándose a veces más moderado respecto los que llamaba "españoles de clase media". Lo acompañaban a todas partes, en camiones, miembros de las "Juventudes" que alentaban un clima de excitación nacionalista a costa de los residentes españoles.



El sábado 15 de febrero nos plantearon por primera vez la "multiplicidad" de banderas españolas. Desde el 12 de octubre sólo ondeaban en Bata tres, sin protesta alguna: en el acuartelamiento de la Guardia Civil, en la cancillería consular, y en la residencia del cónsul general. No había más banderas españolas en todo Río Muni.

Entre las casas que el Estado español había retenido en Guinea, según los acuerdos firmados el día de la Independencia, estaba la que había sido residencia del capitán de la Guardia Territorial, que pasaba a serlo del cónsul general. Era esta casa objeto de los celos y de las apetencias del comandante Tray.

Algo conviene decir de este personaje, que desempeñó en aquellos días un papel determinante al poner a Macías en el disparadero. Juan Tray, falangista voluntario en 1936, terminó la guerra como alférez provisional. Hechos los cursos de transformación era en 1968 comandante en el ejército español y el militar guineano de mayor graduación, ayudante de campo del Comisario General. Se caracterizaba por la unción con que abría a sus superiores, entre ellos a mí, las puertas del coche.



Macías, que no desconfiaba de él por considerarlo inofensivo, le ascendió a teniente coronel y le puso al frente de su Casa Militar. Su actividad principal era la de turiferario del Presidente. Hombre de pocas luces, fue. presa de una megalomanía creciente impulsada por el recuerdo de las vejaciones de las que creía haber sido objeto durante su inusitada carrera militar española.



Me había visitado en Santa Isabel para pedirme que gestionase su ascenso a coronel en el ejército español, que por cierto seguía pagando sus haberes. Me esforcé en escuchar con calma pretensión tan inaudita. Me figuro lo poco que hubiese durado Tray en el mundo de los vivos en la hipótesis, absurda, de haber logrado su aspiración: Macías hubiese visto en el coronel al hombre de Madrid llamado a derrocarlo.



Me inclino a pensar que fue Tray, para lograr un anhelo inmobiliario, quien espoleó a Macías haciéndole ver que era inadmisible que enfrente del antiguo Gobierno Civil, donde el presidente vivía cuando estaba en Bata, se alzase la residencia consular española, con su bandera y con los guardias civiles que la protegían. Alguien, al parecer, enseñó a Macías la información de un período de Brazzaville en la que se decía que Bata con tanta bandera bicolor (¡tres!) daba la sensación de estar ocupada por España. (Pude comprobar después que había muchas más banderas camerunesas y gabonesas que españolas en la capital de Río Muni).

El 15 de febrero el comandante Tray cruzó la calle para convocar al cónsul general de España por orden del Presidente. Como el cónsul general no estaba en la residencia sino en la oficina, ordenó Tray sin éxito al guardia civil de servicio que arriase una de las dos banderas consulares españolas. Macías se ausentó de Bata momentos después. El vicepresidente Bosío, por orden presidencial, convocó al cónsul general de España, Jaime Abrisqueta, para pedirle que retirase la bandera de su residencia. El cónsul general, hombre valeroso y leal, respondió que no podía tomar ninguna decisión sin instrucciones concretas del Gobierno a través del embajador.

Informado por él, pedí instrucciones a la Cárcel de Corte. Me contestaron de Madrid que aunque el mantenimiento de dos banderas consulares era perfectamente legal según los Convenios de Viena, la cuestión era negociable por la vía diplomática normal. Mientras se negociaba mantendríamos la práctica establecida.

El día l6 de febrero visité en Santa Isabel al ministro de Asuntos Exteriores, Atinaste» Ndongo. Le dije que el asunto de las banderas de Bata, como casi todos, era negociable y que podrían encontrarse fórmulas para que, dentro de la ley general de Guinea, no hubiese más que una bandera. El ministro, que aquel mismo día salió hacia Addis Abeba, se mostró de acuerdo con este criterio y con que no se arriase entretanto ninguna bandera. Idéntica gestión realicé con el vicepresidente Bosío, encargado en Santa Isabel del despacho de la presidencia de la República, y con el mismo resultado.



El domingo 23 regresó Macías del interior a Bata y se enfureció al comprobar que, de acuerdo con lo convenido en Santa Isabel con sus representantes, seguían ondeando las banderas españolas. Convocó al cónsul general Abrisqueta, al que en una violenta escena declaró persona no grata, y mandó al comandante Tray que enviase un piquete de la Guardia Nacional a la cancillería consular. Ocho soldados entraron en el jardín, treparon por la fachada y descolgaron la bandera que posteriormente sería entregada en la residencia del cónsul general.



El vicepresidente del Gobierno se. enteró inmediatamente de esta gravísima tropelía por un mensaje que le fue transmitido desde un barco mercante español fondeado en Bata. El almirante Carrero habló enseguida con Castiellla quien nada sabía aún, debido a las precarias y lentas posibilidades de comunicación de la embajada en Santa Isabel. De la conversación del vicepresidente con el ministro de Asuntos Exteriores salió un telegrama en que se me ordenaba actuar "de manera enérgica e inmediata".



En el acuartelamiento de la Guardia Civil se había tocado generala y las fuerzas esperaban instrucciones para intervenir. Una interpretación literal de las que yo tenía me hubiese permitido ordenar dicha intervención.

Veía sin embargo muy claro que una acción militar española en la Guinea recién independiente no era lo que quería el Gobierno español puesto que con ella nos hubiésemos encontrado con una crisis internacional y con la posibilidad de represalias sangrientas contra los españoles que vivían en las zonas no protegidas por nuestras fuerzas. Con toda la firmeza que fuese necesaria era preciso buscar una solución negociada para el problema de las banderas y para la expulsión del cónsul general, que habían creado enorme y justificadísima exasperación entre nuestros compatriotas. De acuerdo conmigo en todo momento, el coronel Alarcón ordenó a la Guardia Civil de Bata que no se moviese.



Como nada podía resolverse en Santa Isabel decidí, después de solicitar nuevas instrucciones al ministerio de Asuntos Exteriores, pedir audiencia al Presidente de la República para el martes 25 de febrero, día en que se le esperaba en Bata después de un recorrido por Río Muni. El 24 había pronunciado Macías el más incendiario, hasta entonces, de sus discursos incitando a la población de Río Benito, adicta a Atanasio, a atacar a los madereros españoles "criminales" en lugar de enfrentarse al Gobierno de Guinea. Añadió lo siguiente: "El blanco lo que tiene que hacer es someterse pues si nos mandaron durante dos siglos ahora el negro también tiene que mandar al blanco y el que no quiera que se le mande que se vaya a su país".



Con la aprobación del ministerio de Asuntos Exteriores, había decidido la adopción de una postura de firmeza respecto al honor de la bandera, pero sin cerrar en modo alguno al Presidente la posibilidad de una salida airosa. En cuanto llegué, en la mañana del 25, a la residencia consular quedó izada en ella la bandera española, pero hice llegar al mismo tiempo al Presidente, a través del secretario de embajada José Maeso una carta en la que se proponía una rápida solución negociada. La embajada de España estaba dispuesta a arriar una de las dos banderas si el Gobierno de Guinea dictaba una norma aplicable a todos los consulados. Otra fórmula alternativa sería que las banderas no ondeasen más que los días festivos. Rogaba por otra parte al Presidente que explicase al Gobierno español que -como suponía ser evidente- no había sido su intención ofender el honor de España, su ejército, o su gobierno. También pedía que se reconsiderase la declaración de persona no grata del cónsul general, por el carácter gravé y extraordinario de tal medida.

Me recibió el Presidente en presencia del obispo de Bata y del ministro de Educación José Nsué (4). Empezó diciéndome que consideraba inadmisible que en vez de traerle los quinientos millones de pesetas que necesitaba le plantease asuntos sin importancia como el de la bandera, tanto más cuando ésta no había sido quemada sino cuidadosamente doblada. No aceptaba protestas ni reclamaciones porque era a él a quien correspondía protestar por la multiplicidad de banderas. Siendo él quien mandaba en el país estaba en su derecho de quitar todas las banderas que le viniesen en gana y de echarnos de las casas que ocupábamos. La Guardia Civil debía abandonar el país por estar compuesta de asesinos. Todos los oficiales españoles de la Guardia Nacional, incluso su jefe, eran traidores a Guinea. La embajada de España tramaba una conspiración para derribarlo con la complicidad de los madereros, que habían puesto una bomba en Mongomo para intentar asesinarlo. Yo, aún siendo "buena persona", no representaba a España sino a esos empresarios forestales a los que había ayudado para tratar de hacer triunfar en las elecciones a Bonifacio Ondó, por lo que no podría seguir en la Guinea Ecuatorial. Todo esto lo dijo Macías en tono fríamente airado.

Le contesté que el honor de la bandera de España no era cuestión baladí y que el Presidente hubiese reaccionado de parecida manera si se hubiesen ofendido sus colores. Que mi intención había sido acordar una solución honorable. Que entre países soberanos los
asuntos se negocian y no se resuelven mediante decisiones unilaterales. El propio Jefe del Estado español no tenía la facultad de dar órdenes al encargado de negocios de Guinea en Madrid. Le recordé mis esfuerzos constantes para resolver los incidentes planteados de
manera amistosa y cómo en ocasiones había actuado, y eso lo sabían bien sus ministros, como abogado en Madrid de los intereses de Guinea.

Rechacé las acusaciones contra los militares españoles. Me esforcé en mantener la calma y en hablar en tono respetuoso. Le dije finalmente que el Gobierno español deseaba seguir ayudando al pueblo guineano en sus primeros pasos independientes, y que también lo deseaban los españoles residentes en Guinea. Pero que ello no sería posible a costa del honor de España y de la seguridad de sus súbditos.

La cuestión de la bandera, que había desencadenado la crisis, quedó superada puesto que el Presidente firmó una orden, cuya redacción había preparado yo, por la que de acuerdo con lo sugerido por nosotros se establecía que en todas las representaciones diplomáticas y consulares extranjeras no hubiese más que una bandera. En cuanto recibí este papel hice arriar la bandera de la residen­cia consular, que es la que había causado la irritación presidencial. Fui llamado por Macías una segunda vez en presencia, no ya del Obispo sino del ministro de Justicia Jesús Eworo (5), para hablarme de una supuesta huelga de maestros. (Lo que había sucedido en realidad era que los alumnos blancos, ante el clima de inquietud, no habían ido a las escuelas).



Una tercera vez me llamó el Presidente para comunicarme formalmente que era persona no grata y debía abandonar el país. Apenas había vuelto a la residencia consular, me visitaron el ministro de Justicia, y el comandante Tray para darme un escrito, sin duda preparado con anterioridad, ordenándome la evacuación inmediata de dicha casa, cuya ocupación era contraria "a la soberanía de Guinea". Consideré que este escrito, por su contenido y su tono inadmisible, impedía, al menos de momento, cualquier posibilidad de diálogo. Dije al ministro y al comandante que la cuestión de la casa tenía menor, importancia pero que intentar expulsarnos de ella era una gravísima ofensa al Estado español que yo representaba.

La crisis había estallado a pesar de haberse resuelto el problema de las banderas. Quiere esto decir que sus causas eran otras. En primer lugar el hueco presupuestario de los quinientos millones de pesetas. (Ya había dicho Macías, en diciembre, que si no las recibía echaría al embajador de España). Como hemos visto, esta cuestión también estaba resuelta por la actitud positiva del ministerio de Hacienda de España, aunque hubiese que trabajar las modalidades de la ayuda. Fueron los españoles inspiradores del "Banco de Guinea" quienes persuadieron a Macías eje que nunca recibiría ayuda económica de Madrid. En cuanto al detonante concreto de la crisis, lo sucedido en la mañana del 25 de febrero parece indicar que las apetencias del comandante Tray por la residencia del cónsul general jugaron un papel fundamental. Dado nuestro ánimo negociador también se hubiese podido encontrar una fórmula para trocar por otra la residencia consular.

Si Macías no esquivó este enfrentamiento, sino que lo agravó, fue por una serie de motivos racionales e irracionales. Hemos visto cómo optó por ponerse al frente de los agitadores de Río Muni, antiespañoles pero enemigos suyos también. Al chocar con España lanzaba Macías un ¡viva Cartagena! que distrajo hacia nosotros la agitación. Calculó, y acertó en ello, que las fuerzas españolas no se moverían. Pero se equivocó muy gravemente al creer a quienes le decían que Guinea tenía otras fuentes de recursos internacionales que podrían sustituir a la ayuda española.



A lo largo de estas últimas páginas he ido señalando algunas características de la personalidad de Francisco Macías. En su identificación con los gobernadores coloniales no podía aceptar protestas de nadie por muy fundadas que fuesen. Cuanta menos razón tenía, más vehemente era su reacción. No había nada ya que hacer con él.

Ante lo que se nos venía encima pensé que nuestro deber principal era evitar una matanza de españoles. Así se lo dije a los oficiales de la Guardia Civil y de la Nacional que vinieron a verme al consulado. Les pedí que explicasen la situación a los españoles que estaban en el bosque y que los protegiesen, escoltando a los que, por sentirse amenazados, marchasen hacia Bata. En ningún caso debían realizar acto de ocupación militar.

A los oficiales de la Guardia Nacional calificados de traidores por Macías, les dije que a partir de ese momento su única lealtad debía de ser hacia España. Gracias a la presencia de ánimo del capitán Navarro, que mandaba en Bata la primera Compañía Móvil de la Guardia Civil se pudieron librar muchos españoles de las iras de las "Juventudes".

En esta tarea de protección de nuestros ciudadanos fue decisiva también la presencia en aguas de Bata de la fragata "Descubierta", que vino inmediatamente desde Santa Isabel con el coronel Alarcón a bordo. Este ejercicio de "diplomacia de cañonero" nos permitió disuadir sin ocupar. El coronel Eduardo Alarcón, con tanta inteligencia como entereza, negoció con Macías la salida de los españoles, militares algunos, que estaban en situación más difícil.

A mi regreso a Santa Isabel, en la misma tarde del 25, se habían , tomado algunas medidas de precaución para asegurar la seguridad y , el tráfico del aeropuerto mediante la Guardia Civil. Mi preocupación, era evitar cualquier actuación de nuestros guardias que no fuese imprescindible para la seguridad de los españoles. Consulté con los mandos militares y su opinión, prácticamente unánime, coincidía con la mía: convenía mantener las fuerzas móviles en reserva en espera de instrucciones concretas de Madrid. Entre tanto la presencia de la Guardia Civil debía ser lo más discreta posible a fin de evitar inci­dentes e impedir que Macías alegase, como lo hizo mendazmente en mensaje a las Naciones Unidas, que España recolonizaba por la fuerza de sus armas la Guinea Ecuatorial.

Tuve inmediatamente conversaciones con los ministros que estaban en Santa Isabel. Solamente los que eran de etnia fang se mostraron reticentes mientras los demás estaban entre apesadumbrados y espantados por la actitud de Macías. Siempre con el propósito de seguir dejando abierta las vías para una cada vez más improbable solución negociada, aseguré a los ministros, como era cierto, que las medidas precautorias adoptadas no implicaban amenaza alguna contra el Gobierno de Guinea.



Se produjo un grave incidente al disparar unos tiros al aire los guardias civiles que se sentían acosados por la Guardia Nacional, que se dio a la fuga. En vista de ello el comandante de la Guardia Civil y yo negociamos un modus vivendi con los ministros guineanos por el que quedaban en el aeropuerto cuatro guardias civiles y cuatro nacionales mientras se establecía una patrulla mixta para mantener la seguridad en la ciudad de Santa Isabel.

La noche del miércoles 26 transcurrió tranquila en Santa Isabel. Los ministros me convocaron para anunciarme que el Presidente había hecho un llamamiento a la calma y a la paz y pedirme que para evitar incidentes hiciera otro tanto. Me ofrecieron la radio para que dijese a los españoles que no corrían peligro.

Les repuse que antes de tomar una decisión de tal importancia debía examinar la situación real. De regreso a la Embajada pude comprobar que el supuesto llamamiento de Matías, difundido por la radio de Bata, aunque empleaba de pasada las palabras "paz" y "tranquilidad" era absolutamente inflamatorio y acusaba a la Guardia Civil y al propio representante de España de haber lanzado una conspiración contra el pueblo de Guinea. Enseñé el texto a los ministros, que fingieron no conocerlo, y les rogué que tomasen medidas para que no fuese difundido por la Radio de Santa Isabel puesto que sin duda provocaría el pánico de los españoles de la isla, que todos queríamos evitar. Los ministros estaban dispuestos a ello, pero recibieron instrucciones directas de Macías para que la radio isabelina repitiese constantemente el peligrosísimo texto.



Los españoles de Río Muni, muy justificadamente alarmados, habían decidido iniciar su repliegue hacia Bata. Hubiese sido irresponsable por mi parte tranquilizarlos y aconsejarles seguir en sus lugares de trabajo cuando Macías seguía azuzando a las turbas contra ellos.

Siempre por orden del Presidente se tomaron el jueves en Santa Isabel una serie de medidas que agravaron la situación y atemorizaron a los españoles. La Guardia Nacional ocupó el aeropuerto, del que -para evitar choques fatales- se había decidido retirar a los guardias civiles. La Guardia Nacional guineana, empezó a ocupar la ciudad y fueron distribuidas armas a algunos particulares. Guardias "nacionales" rodearon la Embajada de España. Dije al ministro de Obras Públicas, encargado de la Defensa Nacional, que sobre el Gobierno de Guinea recaía íntegramente la responsabilidad del pánico provocado por sus medidas.

Se transmitió el 28 un discurso de Macías de desenfrenada demagogia. La Guardia Civil y el embajador de España se habían converti­do en sus cabezas de turco. Es evidente que Macías (que antes había contado con la Guardia Civil como freno a la Guardia Nacional) se había dado cuenta de que con el incidente dé las banderas se había ganado de manera definitiva la hostilidad de las Compañías Móviles de la Guardia Civil.

Los ministros residentes en Santa Isabel, que a pesar de todo habían seguido manteniendo conmigo un diálogo cordial, empezaron a evitar, por orden de Macías, verme por separado y en nuestros encuentros tenían que estar presentes, vigilándose, los cinco.

Convocaron una vez al mínimo cuerpo diplomático, del que yo era decano, como único embajador. El ministro de Sanidad leyó un memorial en que se daba la deformada visión oficial de los hechos. Como no había nadie capaz de traducirlo se produjo una situación extraña que decidí romper. Con la máxima frialdad asumí el papel de intérprete y traduje al francés y al inglés lo leído en castellano por el ministro Pedro Econg, sin suprimir por supuesto las referencias poco gratas a mi persona. A continuación rebatí el memorial en los tres idiomas.

Entretanto Macías volvía a recorrer Río Muni con discursos cada vez más violentos. Dijo por ejemplo, el día 28 en Bindung que "el embajador de España sería tumbado". En discursos anteriores me había acusado de retener la famosa casa consular, de ordenar actos provocativos, de haber trabajado para que se aprobase la Constitución guineana en el referéndum y de haber apoyado a Ondó. "Ya no le queremos, hermanos" dijo refiriéndose a mí. Al mismo tiempo pedía -lo hizo también en telegrama al Jefe del Estado español- la retirada de la Guardia Civil.

No sin astucia el Presidente Macías había centrado sus ataques en el embajador sin involucrar en ellos al Gobierno español. Así se lo conté por teléfono a Castiella, quien me dijo que no lo tomase personalmente pues "no ofende quien quiere sino quien puede". Le contesté que en modo alguno estaba herido mi amor propio. Aunque Macías nunca había puesto plazo a mi salida de Guinea después del telegrama declarándome persona no grata, mi regreso a Madrid podía, al darle satisfacción, aliviar la tensión. Estaba claro que yo había perdido toda validez como interlocutor de Macías y mi único papel útil era el de fusible.



Aceptado este criterio fui llamado a Madrid, según la fórmula establecida, en consulta. Decidida mi marcha para el día primero de marzo fui convocado por los ministros guineanos que querían despedirse de mí. Lo hicieron de manera emocionada y contrita. Yo también me emocioné al darles un último abrazo. Todos fueron perseguidos más tarde por Macías y los más murieron por orden suya.

En el aeropuerto me encontré con Atanasio Ndongo, quien llegaba de España en el avión que yo iba a tomar. Insistió en que yo iba a Madrid para informar y que volvería muy pronto. No fue así.

En Barajas me recibieron muchos compañeros de la Carrera Diplomática que quisieron expresarme su solidaridad. Fueron momentos de emoción grande y compleja.



El día 5 de marzo dio Atanasio Ndongo su golpe de Estado, trágicamente fallido. Macías se refirió siempre a este hecho, incluso en su proceso, como "el golpe del embajador Duran". Alguna vez he dicho que si hubiese sido mío no habría fracasado. No había en esta "boutade" la menor petulancia puesto que hubiesen seguido "mi" golpe dos compañías móviles de muy aguerridos guardias civiles.



Mi primera embajada había sido, evidentemente, un fracaso. Los meses que pasaron hasta que tuve un nuevo destino fueron muy amargos. Los acontecimientos de Guinea pasaban por mi cabeza como una película en la que buscaba, obsesivamente, lo que hubiese podido hacerse de otra manera para alterar el triste resultado final.



Mis jefes y amigos no me abandonaron. Don Fernando María Castiella tuvo el gesto de solicitar y obtener para mí una importante condecoración.

Mis amigos guineanos, y los que lo habían sido menos, fueron cayendo asesinados. Sentí el dolor de estas muertes violentas. Incluso la de Francisco Macías, víctima de su locura y de quienes lo auparon a pesar de ella".

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(*) El t
Jose Eduardo Padilla
Gracias Westy.
Sin entrar en opiniones de otra índole, una cosa está clara:
Es el mejor retrato sicológico que he leido en mi vida de Francisco Macias.
Además, concuerda a la perfección con otros "retratos" de los que tenia referencias, concretamente con las opiniones y descripciones que de el hacia mi padre.

Está claro que Durán Loriga fue embajador hasta el dia 1 de marzo del 69.

Un pedazo de documento.
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mariasun chillida
Muchas gracias Westy:

Como siempre que leo algo que tiene que ver con nuestra salida de estampida de Guinea, se me agolpan los sentimientos y las palabras, veo claras algunas cosas y otras no tanto.
Asi que respiraré hondo, me tomaré mi tiempo y escribiré.
Jose Eduardo Padilla
QUOTE
La primera vuelta de las elecciones situó a Macías en cabeza (36.000 votos) pero sin mayoría absoluta, lo que obligaba a una segunda vuelta. Bonifacio Ondó salió en segundo lugar, con 31.000 votos. La clave del resultado final estaba en Atanasio Ndongo que por llegar tercero estaba eliminado pero que daría la victoria a aquél por quien aconsejase votar a sus secuaces.
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En una reunión con Atanasio Ndongo, en las que estaban presentes sus compañeros de partido y algunos funcionarios españoles, me dijo que daría sus votos al candidato que España quisiera. No tuve más remedio que contestarle que Madrid no podía entrometerse. Hubiese constituido gran ingenuidad, estando en Guinea observadores de las Naciones Unidas, que un representante del ministerio de Asuntos Exteriores de España indicara en público a un partido político guineano sobre a quien votar. Tengo para mí que Atanasio había decidido ya inclinarse hacia Macías y que al consultarme sólo buscaba cubrirse con aquellos de sus colaboradores que propugnaban el apoyo a Ondó.
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Los observadores de las Naciones Unidas fueron testigos de que por parte española no se hizo nada por falsear el resultado de las elecciones que, para desgracia del pueblo guineano, dieron el triunfo a Francisco Macías.
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Aconsejé a Madrid que, puesto que había sido elegido el candidato que no deseábamos -ni en la Presidencia ni en Exteriores-, hiciésemos de tripas corazón con los gestos necesarios para atenuar, en lo posible, sus recelos. Pero hubo poco que hacer porque prevalecía la idea de que, obtenida la independencia, la Guinea había dejado de ser un tema español.


Me queda tan clarísmo como siemre estuvo para mi.
Esta pandilla habian decidido hacia tiempo, sacrificar Guinea y abandonarla a su suerte, a cambio de un sillón en la ONU (que hubiera tenido unos años mas tarde sin más) y una delirante quimera sobre la devolución de Gibraltar, propia de la ingenuidad de unos políticos inexpertos y provincianos.
JEP
QUOTE
La primera vuelta de las elecciones situó a Macías en cabeza (36.000 votos) pero sin mayoría absoluta, lo que obligaba a una segunda vuelta. Bonifacio Ondó salió en segundo lugar, con 31.000 votos. La clave del resultado final estaba en Atanasio Ndongo que por llegar tercero estaba eliminado pero que daría la victoria a aquél por quien aconsejase votar a sus secuaces.
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En una reunión con Atanasio Ndongo, en las que estaban presentes sus compañeros de partido y algunos funcionarios españoles, me dijo que daría sus votos al candidato que España quisiera. No tuve más remedio que contestarle que Madrid no podía entrometerse. Hubiese constituido gran ingenuidad, estando en Guinea observadores de las Naciones Unidas, que un representante del ministerio de Asuntos Exteriores de España indicara en público a un partido político guineano sobre a quien votar. Tengo para mí que Atanasio había decidido ya inclinarse hacia Macías y que al consultarme sólo buscaba cubrirse con aquellos de sus colaboradores que propugnaban el apoyo a Ondó.
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Los observadores de las Naciones Unidas fueron testigos de que por parte española no se hizo nada por falsear el resultado de las elecciones que, para desgracia del pueblo guineano, dieron el triunfo a Francisco Macías.
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Aconsejé a Madrid que, puesto que había sido elegido el candidato que no deseábamos -ni en la Presidencia ni en Exteriores-, hiciésemos de tripas corazón con los gestos necesarios para atenuar, en lo posible, sus recelos. Pero hubo poco que hacer porque prevalecía la idea de que, obtenida la independencia, la Guinea había dejado de ser un tema español.


Fantástico.
Está clarísmo:

Que los políticos españoles no tenían ni idea de que era eso de la democracia y por lo tanto sus reglas del juego.

Pero demonios, ¿¡porqué tenia que asesorar a Atanasio en público!?
¿No había en Fernando Poo, ningún sitio en el que charlar en privado?
(Absurda referencia e intento ingenuo de justificación, para profanos en temas guineanos, simplemente no se quiso).

Haber asesorado una serie de pactos legítimos entre candidatos, hubiera sido ¿¡falsear el resultado de las elecciones ¡? (cogido con alfileres para justificar otras razones mas infames y que, ni aún hoy se pueden confesar y menos escribir en un libro)


La verdadera razón de toda esta ignominia, estriba en que EEUU dio un ultimátum con palmadita en la espalda incluida, a España.
A EEUU le interesaba un Guinea abandonada y caótica, como bodega en la que reposara un largo sueño “su” crudo, hasta que las circunstancias del mercado, hicieran aconsejable su explotación.
El gobierno español había decidido hacia tiempo salir de Guinea a calzón bajado, en pos de un sillón recién estrenado en la ONU (que se hubiera conseguido mas honradamente en poco tiempo).
También en pos de una delirante e increíblemente ingenua quimera, como los insectos van en pos de la luz.
La quimera de la devolución de Gibraltar.
Ante estas luces de colorines, estaba claro que existían consignas de no intervenir ni por lo más sagrado en ninguna cuestión, durante las elecciones y después de ellas.
Sencillamente y a esas alturas a España, Guinea le importaba un auténtico bledo.
Con las cosas del Tio Sam, no se juega.

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TODA LA VERDAD. MI INTERVENCIÓN EN GUINEA

ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO

Ediciones Dronte 1977
ISBN 84.366.0090.8



CARTA A LA OPINIÓN PÚBLICA


Durante cerca de cuarenta años no hemos podido conocer la verdad sobre aquellos asuntos patrimoniales y financieros del Estado que han levantado serias sospechas de corrupción, ni cómo se han enriquecido tantos y tantos prohombres del franquismo.
Ahora, cuando los órganos informativos gozan de mayores libertades de expresión, cuando la opinión pública espera de ellos que desvelen las ideas y las posiciones políticas de los distintos grupos del Régimen y de la oposición, y la personalidad de sus dirigentes, y cuando más crítica es la situación política de España ante su futuro, se organiza una gran campaña de difamación sobre mi personalidad política.
¿Quién la organiza? ¿Para qué? ¿Por qué en este preciso momento? ¿Con qué tipo de acusaciones? ¿Sobre qué fundamentos objetivos? Todos esos interrogantes, sin cuya contestación no puede haber opinión objetiva, ni siquiera han sido planteados por los medios periodísticos que desencadenaron esta campaña y que ahora la alimentan.
Se diría que la libertad de prensa para estos medios, que han podido vivir y prosperar sin ella durante el tiempo histórico de dos generaciones, consiste en abrir libremente sus espacios informativos a la injuria ya la calumnia indocumentadas, sin la más. mínima precaución acerca de la verosimilitud o probabilidad de los hechos afirmados. La imparcialidad les parece asegurada dando oportunidad (en el mejor de los casos) al injuriado para que se defienda. como si esto fuese imparcialidad!
La prensa no puede convertirse en Tribunal de justicia. La publicación de una acusación privada contra el honor de una persona, a causa de la publicidad Y difusión que lleva consigo, la deshonra inexorablemente. El derecho de réplica no puede retirar ya la imagen creada en torno a quien se ve envuelto en el escándalo. Pero en mi caso particular estos medios informativos no han funcionado ni como un juez, quien antes de admitir una denuncia o querella privada, consciente del daño que el solo hecho de su admisión puede ocasionar a la persona "tal vez» inocente, realiza un serio y debatido trabajo de investigación y, sólo cuando encuentra "indicios racionales» de verosimilitud, la admite.
En los paises occidentales que no han perdido el uso de las libertades formales durante largo tiempo, como ha ocurrido en España, no puede suceder lo que aquí está pasando: que el ansia por desvelar la corrupción, y la inexperiencia de la libertad, hagan caer a periodistas de buena fe en las trampas que le tienden los maniobreros profesionales de la política.
La prensa no ha informado a la opinión pública sobre mi actuación en Guinea ecuatorial. Tampoco me ha juzgado. Simplemente, y salvo honrosas excepciones, se ha prestado a servir de instrumento, muchas veces inconsciente, a la maquinación de un partido que, incapaz de mantener una dialéctica leal con las ideas de unidad que sostengo, acude a la difamación personal para eliminar el obstáculo político.
Determinados órganos de expresión pretenden ahora salvar su buena conciencia profesional invitándome a que me defienda. Es decir, invitándome a que cometa la indignidad de aceptar el procedimiento y el juicio previo (prejuicio), que los responsables de estos órganos informativos se han permitido hacer contra mí, al autorizar sin más la publicación gratuita de una falsa denuncia. No; ni acepto estas reglas de juego trucada, ni esta libertad de "deformación”.
Sin embargo, soy muy consciente de mis deberes ante la opinión pública y, como hombre político, no puedo limitarme a responder con el desdén.
A todos los órganos de expresión y a todas las personas privadas que me han insultado, sin excepción alguna, los llevaré ante los Tribunales.


Muy pronto, cuando pase el fragor de esta “maquinación política”, informaré a la opinión pública sobre la verdad objetiva de todas y cada una de las falsas acusaciones que se me han hecho. No para probar mi inocencia, ya que no se me acusa de ningún delito específico, sino para demostrar que mi actuación en Guinea no puede ser más que motivo de orgullo y satisfacción para todo ciudadano que sea patriota honrado, demócrata y progresista.»
El día 15 de noviembre, el encargado de Negocios de la Embajada de la República de Guinea Ecuatorial en España entregó a la prensa una declaración oficial de su Gobierno que tampoco fue reproducida en su totalidad. Por ello, incluyo ahora esta declaración oficial en este libro.
El pasado día 23 de noviembre celebré una conferencia de prensa en Madrid para dar a la opinión pública la información que le había prometido en la carta- transcrita. Asistieron a esta conferencia cerca de un centenar de periodistas. A todos ellos les entregué un informe-documento que demuestra, de forma auténtica e incontestable, no sólo la falsedad de todo lo que se ha escrito sobre mí acción en Guinea, sino además la maquinación política, el amaño y el fraude a que obedece esta inmoral campaña de difamación.
Pues bien, los medios informativos no se han dignado publicar las pruebas objetivas que les he brindado para que se conozca públicamente la verdad. Por ello me veo obligado a suspender otra conferencia de prensa que había previsto celebrar en Barcelona, y a publicar, en este librodocumento, la que celebré en Madrid.
No se trata, con esta publicación, de ofrecer al lector mi versión personal de los acontecimientos que condujeron a la independencia de Guinea y a sus posteriores vicisitudes. Este tema lo desarrollaré en un libro que se publicará tan pronto como el clima de libertad en España se haya consolidado. Es en esa próxima publicación donde abordaré los verdaderos problemas que planteó la descolonización de Guinea, tanto en el contexto internacional de los paises del mundo afroasiático, como en el contexto nacional del colonialismo español. Y dentro de esta perspectiva política y económica se comprenderá el drama y la comedia que ha sufrido Guinea. Los personajes fundamentales del drama fueron: del lado español, el almirante Carrera Blanco, el ministro Castiella y el embajador Durán; y, del lado guineano, el antiguo presidente del Gobierno Autónomo, Bonifacio Ondó; el primer ministro de Asuntos Exteriores, Atanasio N' Dongo; el hombre de confianza del Ministerio de Asuntos Exteriores español y periodista par la Universidad de Navarra, Saturnino Ibongo, el primer vicepresidente del Gobierno, Edmundo Bosio, y el actual presidente de la República, Francisco Macías. Los personajes de la comedia fueron los españoles Paesa, Armijo, Novais y Mariano Robles; la súbdita alemana señora Pleuger; los norteamericanos Allotey, y algunos otros más, que complicaron el prestigio de la naciente República para camuflar sus “hazañas mercantiles”.
Lo que ofrezco ahora, en este libro-documento, no es más que la prueba histórica sobre la verdad objetiva de mi intervención en los asuntos de Guinea. Se intenta silenciar esta verdad para que mis posiciones contra la política de reforma, y a favor de una alternativa pacífica, capaz de democratizar el poder político que controla al Estado, al ser envueltas en la difamación personal desencadenada, no tengan eco ante la opinión pública.
Durante el transcurso de los últimos ocho años, por no referirme sino a lo más reciente, he sufrido cuatro procesos, un encarcelamiento de tres meses, un alevoso atentado que me produjo serias lesiones, dos multas gubernativas, una importante multa fiscal, cuatro años sin pasaporte, la prohibición de todos los actos donde trataba de expresar mis ideas políticas, constantes amenazas, y, lo que es aún más grave, tres campañas de difamación pública contra la sinceridad y coherencia del sentido democrático y liberal de mi acción política.
Otros han pagado con la muerte, o con largo tiempo de prisión, el precio de la libertad para los demás. No dramatizo pues mis vicisitudes, aunque sean grandes los peligros que entraña la empresa de afrontar, desde una posición personal independiente, la negación y el desenmascaramiento de los valores sociales que han conformado a la sociedad española durante estos cuarenta años y que, desaparecida la dictadura que los consagró, continúan hoy impregnando de falsedad a la vida política oficial, como también, hay que reconocerlo, de una irresponsable artificialidad a ciertos partidos políticos de la oposición convencional.
La conciencia, los hábitos y opiniones de la mayor parte de los hombres se alimentan de las convenciones creadas por un determinado consenso social. Invertir este proceso, consultar la propia experiencia y recurrir al propio juicio, contradiciendo a los que están de moda, parecerá a muchos audaz y fútil, pero el cambio de un consenso social autoritario por otro de carácter liberal es imposible sin la concurrencia de una innovación política capaz de sugerir nuevos convencionalismos democráticos.
Soy muy consciente de los riesgos que asumo por resistirme a admitir la convencional separación entre la moralidad, normalmente exigida, en los asuntos privados y la amoralidad, normalmente aceptada, en los asuntos políticos. Por ser un demócrata resuelto ha caído sobre mí, como sobre tantos otros, la represión del autoritarismo; por querer ser un político íntegro, e innovador, atraigo, como tal vez ningún otro, los dardos de la difamación, que los poderes establecidos necesitan lanzar, contra quienes intentan realizar un ideal de vida colectiva superior, para poder permanecer en la autocomplacencia de su estéril mediocridad política. Con la represión el poder elimina físicamente a su adversario, pero no a la idea política por la que éste se sacrifica. Con la difamación, en cambio, se busca más la eliminación de la credibilidad pública en la causa que sostiene el difamado, que la propia eliminación de su persona.
El Ministerio de Asuntos Exteriores me quiso descalificar moralmente en 1968 para que no se supiera que la Independencia de Guinea Ecuatorial fue subordinada a los intereses particulares de los colonialistas españoles, y para que la opinión pública no creyera, como proyecto realizable, en la causa de la descolonización responsable que yo sostenía.
El Ministerio de Información Y Turismo me quiso descalificar moralmente en 1972 para que no supiera que el periódico Madrid fue cancelado exclusivamente por razones políticas; y para que la opinión pública no creyera, como proyecto realizable, en la causa de la defensa. a ultranza de la legalidad y del derecho que yo sostenía.
La dirección del PSOE me intenta descalificar moralmente, ahora en 1976, para que no se sepa su posición antiunitaria frente a las reivindicaciones específicas de los organismos democráticos de las nacionalidades y regiones, y para que la opinión pública no crea, como proyecto realizable, en la causa de la democratización del Estado y el poder político que yo sostengo.
Las tres campañas de difamación pública de que he sido objeto, basadas sobre estos tres sucesivos intentos de descalificación de mi personalidad moral, han tenido la misma génesis y el mismo montaje técnico. Primeramente se intenta paralizar la acción política que emprendo mediante la descalificación de mi competencia profesional, ante quienes me otorgan su confianza. Cuando se hace evidente la imposibilidad de que esta descalificación intelectual pueda prosperar se recurre a mi descalificación moral por medio de un lacayo acusador que fabrica y proporciona la prueba de "convicción". Enseguida una autoridad oficial del Estado, o de la oposición establecida, cubriendo la falta de credibilidad social del lacayo, asume públicamente la acusación.
Finalmente la parte de la prensa que en cada ocasión ha estado al servicio de la autoridad que me descalifica, o al de los intereses políticos que ella representa, o al servicio comercial del sensacionalismo, hace el resto. Veamos el rigor con que se produce este proceso en cada una de las tres campañas de difamación organizadas contra mi personalidad política.


1968. MI INTERVENCIÓN EN LA CONFERENCIA CONSTITUCIONAL PARA LA INDEPENDENCIA DE GUINEA.

El día 17 de Abril, el Ministro de Asuntos Exteriores, Sr. Castiella, inaugura la segunda fase de la Conferencia Constitucional con un discurso, en el que dice: "Al finalizar las reuniones de esta Conferencia y una vez que ustedes hayan podido llegar a un acuerdo sobre el texto de la Constitución y de la ley electoral, ambos documentos deberán ser sometidos a una consulta popular" .
El día 19 de Abril, Don Miguel Herrero de Miñón, como asesor constitucional designado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, presenta a la Delegación guineana unos "Puntos básicos para un borrador de Constitución" diciendo que "no se quiera convertirse en un acto del legislador español sino en un acto del constituyente guineano, que sería siempre el pueblo de Guinea, a partir de la decisión que sus líderes y representantes políticos adopten, reunidos en esta Conferencia.
El día 10 de Mayo, y declarado ya Secreto oficial los trabajos de la Conferencia, la mayoría absoluta de la Delegación guineana (23 miembros sobre un total de 44), asesorada constitucionalmente por mí, presenta un escrito haciendo constar que el proyecto de Constitución redactado por los técnicos designados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, señores Herrero y Condomines, ha sido rechazado por 33 miembros de la Delegación guineana; que el proyecto presentado por 10 miembros de Fernando Poó, por ser de. carácter separatista, debe ser también rechazado; y que el único proyecto de Constitución viable es el presentado con el aval de los 23 firmantes. (Documento núm. 1).
En la sesión siguiente de la Conferencia (día 13 de Mayo), la Delegación española rechaza el proyecto de constitución presentado por la mayoría absoluta de la representación guineana, en base al dictamen que sobre ella han elaborado los técnicos gubernamentales. Los señores Herrero y Condomines lo consideran inadmisible a causa de la incompetencia profesional de quien lo ha redactado, es decir, de García- Trevijano, a quien dedican el siguiente párrafo: "el Comité técnico cree su deber hacer constar que, por haber tenido el honor de trabajar en íntimo contacto con la Delegación guineana y habiendo podido apreciar la preparación técnica de muchos de sus miembros, y el buen sentido político de la totalidad de ellos, manifiesta su asombro por la redacción del actual proyecto y se resiste a creer que proceda realmente de los Delegados de Guinea. El Comité técnico -"Sugiere que -una Comisión de expertos en Gramática Castellana en Lógica, en Teoría General del Derecho y en Derecho Público dictamine sobre si el proyecto constitucional comentado reúne las mínimas condiciones de- rigor lingüístico y racional para hacerlo inteligible y poder tomarlo como base de cualquier discusión; a simple título de ejemplo, el Comité técnico quiere señalar la formulación simplemente absurda de los Art. 1°, 4°, 5°, 6°, 8°, 9°, 13º, 15°, 22°, 23°, y 31º. En algunos de estos casos las disposiciones contenidas en el proyecto dictaminado son lógicamente contradictorias . . . Se refieren a una categoría desconocida por la ciencia política y por el Derecho comparado, como es la democracia inmediata a través de elección indirecta o el llamado Plan de Acomodo Territorial. Los expertos informantes han tropezado con graves dificultades para poder emitir un notable esfuerzo de interpretación, han llegado a la conclusión de que la mayoría de los artículos del mismo contienen fórmulas improcedentes (Art. 2°, 3°, 27°, 37°,40°, Disposiciones transitorias 1, 2 y 7), exóticas. . . En aquellos casos en que el proyecto dictaminado alcanza niveles de expresión que le hacen parcialmente inteligible, el Comité técnico señala el carácter nocivo de algunas de sus instituciones". (Documento núm. 2).
A partir de este momento la mayoría de la Delegación guineana pierde su confianza en el Gobierno español y solicita, dentro de la Conferencia, que expertos de la ONU dictaminen sobre la validez de su proyecto constitucional. La Delegación española intenta romper esta mayoría por todos los medios. Pero esto no hace sino acrecentar la cohesión y la fuerza de los 23 que están dispuestos a abandonar la Conferencia. Sólo la confianza que les inspira mi asesoramiento técnico y mis consejos de no abandonar el cuadro legal de la Conferencia los retiene.

Con el consentimiento de esta mayoría me decido entonces a enviar un informe al Sr. Carrero Blanco -a quien no conocí- por medio del entonces Ministro de Comercio, Sr. García Moncó. En este informe dije: "Prescindiendo de mi ambición, como jurista, de poder contribuir a la creación de una Constitución realmente africana y moderna, y de mi orgullo, como español, de que esta creación sea una genuina aportación de la cultura española, los motivos de orden político que me han empujado a ocuparme de la Constitución de Guinea han sido los siguientes:
1.- Procurar unas nuevas relaciones, sinceras y profundas, entre el pueblo español y el pueblo guineano, de orden político, económico y cultural.
2.- Procurar la continuidad del orden existente en Guinea durante el período de organización del nuevo Estado independiente, para que la brusquedad política del salto a la independencia se lleve a cabo en un clima de confianza y de serenidad.
3.- Procurar la formación de una conciencia nacional guineana que supere las actuales tendencias tribalistas y separatistas.
4.- Procurar la creación de un marco político y jurídico que facilite el desarrollo económico y social del pueblo guineano.
Para conseguir el primer objetivo, la condición básica es que la independencia se produzca de una manera sincera, leal y generosa por parte del Gobierno español. Toda confusión o todo equívoco en este aspecto no puede más que perjudicar las futuras relaciones entre ambos pueblos y, por supuesto, sus respectivos intereses actuales.
Para conseguir el segundo objetivo, la condición básica está en la confianza y en el convencimiento de la delegación guineana de que la iniciativa constitucional está en sus manos. La creencia o el temor de que la iniciativa constitucional del Gobierno español es un recurso técnico para perpetuar la actual situación de dependencia, les empujará a la destrucción del orden existente.
Para conseguir el tercer objetivo, la condición básica está en una Constitución que no teniendo la hipocresía de ignorar las diferencias tribales, ni tampoco el cinismo de pretender aumentarlas, garantice a las minorías étnicas su derecho a participar en la construcción nacional del Estado.
Para conseguir el cuarto objetivo, la condición básica está en una Constitución que facilite la eficacia de un Gobierno fuerte dentro de una sociedad libre y democrática, y que dificulte el nacimiento de los tres grandes obstáculos contra el desarrollo: las dictaduras ideológicas, el partidismo político y la centralización burocrática. "(Diario Pueblo, 19
Cuando la Delegación española comprende que es inútil su intento de dividir a esta mayoría guineana, decide clausurar la Conferencia imponiendo un texto constitucional y una ley electoral sin someterlos a la aprobación de la Delegación guineana. El Secreto oficial oculta ante la opinión pública española la realidad de lo sucedido en la Conferencia. Pero el asunto ha trascendido a la ONU, por los telegramas enviados por esta mayoría de los 23 al Secretario General y al Comité de los veinticuatro, y a la opinión internacional, por las informaciones correctas aparecidas en Le Monde y en el New York Times. El Ministerio de Asuntos Exteriores tiene pues que defender el prestigio internacional del Gobierno. Veamos como lo hace.
Clausurada la Conferencia se convoca en el Ministerio de Asuntos Exteriores a Saturnino Ibongo, Atanasio N'Dongo y a un secuaz de estos, Armando Núñez de Balboa Dougan, que no era miembro de la Delegación guineana y que por tanto no tomó parte en la Conferencia. En esta reunión se les pide que atrasen su retorno a Guinea porque se les necesita para que defiendan en la ONU, tanto la corrección observada por la Delegación española en el desarrollo de los trabajos de la Conferencia, como el carácter negociado y acordado del texto constitucional, y para que expliquen los telegramas y protestas del Secretariado Conjunto guineano como un lamentable soborno a un grupito de guineanos. Armando Núñez de Balboa, que ya tenía prevista su salida para Guinea, escribe una cariñosa carta a su esposa, en la que habla de los "zapatitos" que ha comprado para su hijo, relatando la reunión que ha tenido en el Ministerio de Asuntos Exteriores y la misión que se les ha confiado.


El día 8 de Julio comparecen en las Naciones Unidas, ante el Comité de descolonización, Atanasio N'Dongo, Saturnino Ibongo y Armando Núñez de Balboa, manifestando que "por parte del Gobierno español no hubo ningún obstáculo" y que "las complicaciones surgieron por otra parte. No era sólo aquel pequeño grupo de cinco guineanos, sino quien estaba detrás. Alguien que les escribía las intervenciones obstruccionistas en un impecable castellano jurídico, y que les pagaba indefinidamente la estancia en Madrid". Los objetivos de este alguien en la sombra fueron expuestos así:
a) "Crear problemas al Gobierno español impidiendo una descolonización normal de Guinea. y dejándole en mala postura internacional".
b) "Representar a los grupos económicos internacionales que tienen interés en entrar en Guinea en cuanto se haga independiente".
La prueba de "convicción" estuvo constituida por las siguientes declaraciones: "Exactamente el 26 de Mayo pasado nos citaron en el Paseo de la Castellana 106, a un grupo de Guineanos participantes en la Conferencia Constitucional para ponernos sobre la mesa 216.000 pesetas, con objeto de que boicoteásemos la Conferencia” (Diario Pueblo, día 9 de Julio de 1968).
El día 10 de Julio, el Diario Pueblo publica otra crónica de su corresponsal en Nueva York, en la que Atanasio N'Dongo y Saturnino Ibongo después de referirse al "juego- siempre limpio" y "al apoyo moral profundo e ininterrumpido" del Sr. Castiella, después de ratificar la cantidad el domicilio citado ante el Comité de los veinticuatro el día anterior, como prueba del intento de soborno de que habían sido objeto, añaden: "Sospechamos que son grupos de españoles descontentos con su gobierno, que no quieren que este se apunte el tanto de la descolonización de Guinea, y, por otra parte son agentes de compañías internacionales que intentan introducirse en el territorio en cuanto éste consiga la independencia".
El día 11 de Julio, el Diario Pueblo publica una Aclaración en la que dice: "se nos ha hecho notar que el mencionado notario no está en activo, sino excedente y que solamente a título de abogado es como debe haber tomado parte".
El día 13 de Julio, el Diario "La Voz de Albacete" publica con grandes titulares en primera página una entrevista con Armando Núñez de Balboa, celebrada en el Hotel Sace de Madrid, propiedad de Bergaz Santos, concesionario en Guinea de la explotación forestal "Garitorenza", en la que dice: "El día 26 de Mayo unos señores me pusieron el dinero sobre la mesa. Fue en un edificio del Paseo de la Castellana y concretamente fueron un millón veinticinco mil pesetas. Se trata de un letrado que reside en Madrid". Estas declaraciones, distribuidas por Pyresa, fueron reproducidas el día 14 de Julio en todos los periódicos del Movimiento, y el día 15 en el periódico Informaciones.
El día 17 de Julio, el Ministro Castiella se duele ante los corresponsales españoles en Nueva York de "las fuerzas sórdidas" que han intervenido al margen de la actuación del Gobierno, con el resultado de dejar en mala postura internacional a España, publicándose este comentario en casi todos los periódicos españoles. Con esta declaración la autoridad oficial del Ministro cubre la irresponsable denuncia de sus protegidos. La campaña de difamación está oficialmente autorizada.
El mismo día 17 aparece por primera vez el nombre de García- Trevijano en la crónica que publica el diario Informaciones de su corresponsal en Nueva York, Castillo Puche.
A partir del día 19 de Julio, en el que el Diario Pueblo publica la carta que dirigí a su Director, Emilio Romero, este periódico, y toda la prensa del Movimiento, difundes los más graves epítetos contra mí: "buitre del capitalismo", "turbias maniobras", "intento de soborno", "agente de compañías internacionales", "conducta indeseable desde todos los puntos de vista", "facilitar dinero para difamar a España ante la ONU.., etc..


El Juzgado de Orden Público, a instancias del Ministerio Fiscal, inicia unas diligencias para comprobar la veracidad de mi actuación. Ante el Juzgado pruebo documentalmente dos hechos: a) que antes de comenzar la Conferencia Constitucional comuniqué al Sr. Castiella, en presencia de los diplomáticos Emilio Martín y Adolfo Martín-Gamero, mi decisión de asesorar a la Delegación guineana, ante lo cual el Sr. Ministro me felicita por ser mi criterio coincidente con el del Ministerio y contrario a la separación de Fernando Poó, que propugna la Presidencia del Gobierno; b) que aparte de 200.000 pesetas entregadas a Justino Mba a finales de 1967 para ayudar a los gastos de viaje de la Delegación guineana que había de venir a Madrid a la segunda fase de la Conferencia, sólo me había limitado a pagar facturas de los hoteles donde residían los guineanos, integrados en el Secretariado Conjunto, por un importe total algo inferior a 700.000 pesetas. En los recibos que aporto se demuestra que esta ayuda la hago por mi identificación política con la causa de la descolonización del pueblo guineano. El único que nunca me solicitó ayuda económica fue el Sr. Macías que se pagó todos sus gastos de estancia y de viaje con los ahorros que había realizado para esta eventualidad. Las diligencias, incoadas son sobreseídas sin llegar a dictarse auto de procesamiento.
Los intentos que hago ante los Tribunales de justicia y ante eL Ministerio de Información y Turismo para procesar judicialmente, o incoar expediente administrativo, a Emilio Romero se estrenan contra la inmunidad política de que goza éste, y contra la sistemática inaplicación de la Ley de Prensa por parte de su autor, el Sr. Fraga.
El resultado es que hasta hoy no he tenido la ocasión legal de demostrar públicamente no sólo la falsedad total de aquella campaña de difamación, sino lo que es aún más grave: que fue una maquinación política inspirada y dirigida por el Ministerio de Asuntos Exteriores, y no por la Presidencia del Gobierno, como algunos círculos de la oposición sospecharon,
La prueba documental que exhibo ahora ante la opinión española para demostrar de forma inequívoca una afirmación tan grave como la que acabo de formular, es la fotocopia de los folios números 7, 8, 9 Y 24 del Acta oficial de la décima sesión plenaria de la Conferencia Constitucional, con membrete del Ministerio de Asuntos Exteriores, y de cuyo contenido da fe Don Joaquín Castillo Moreno, Marqués de Castro de Torres.
En dicha sesión, celebrada el día 17 de Mayo, el hombre de confianza del Ministerio de Asuntos Exteriores, que ha dicho ante la ONU que el día 26 de Mayo ha sufrido un intento de soborno en mi despacho de Castellana 106, declara que no me conoce, que le han dicho que entregué un millón veinticinco mil pesetas a los grupos que representan al Monalige, (en la ONU dijo 216.000), que le parece bien que dé dinero si lo hago por razones económicas o comerciales, como él lo recibe del Sindicato colonialista de la Madera, pero lo que no puede consentir es que preste ayuda económica por motivos políticos. (Documento núm. 3).
El Sr. Castiella, a sabiendas de que yo no conocía a su lacayo Atanasio N'Dongo, a sabiendas de que Núñez de Balboa no tomó parte en la Conferencia Constitucional, cubre las difamaciones que lanzaron sobre mí 'con una hipócrita condolencia sobre las fuerzas "sórdidas" que habían actuado al margen del Gobierno. Con este documento que aporto ahora nadie de buena fe, que quiera y busque la verdad, puede dudar que la "sordidez" solamente estuvo en el Sr. Castiella. El Secreto oficial decretado sobre Guinea antes de su Independencia permitió esta brutal violación de la verdad.
nado
QUOTE(malé chillida @ Jun 6 2006, 04:23 PM)
TREVIJANO tiene un blog personal, aunque no he encontrado ni una referencia a GUINEA en él. blink.gif

BLOG DE G. TREVIJANO

Dicen que la información es poder  cool.gif  cool.gif

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TODA LA VERDAD

MI INTERVENCIÓN EN GUINEA

ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO

Ediciones Dronte 1977
ISBN 84.366.0090.8


1976. MI ACCIÓN POLÍTICA POR LA UNIDAD DE LA OPOSICIÓN COMO REQUISITO PARA LA DEMOCRATIZACIÓN DEL ESTADO.

Para eliminarme de la escena política, a causa de mis firmes convicciones respecto al carácter artificial, y por tanto peligroso para la futura convivencia ciudadana, del proyecto reformista del Gobierno, y respecto a la necesidad de una verdadera alternativa democrática para superar pacíficamente la crisis del Estado autoritario, se ha vuelto a montar otra maquinación política como base de la más espectacular y grosera campaña de difamación que tal vez haya padecido un hombre político en un país "civilizado".
La preparación sicológica de la campaña la inicia el redactor jefe de la revista Guadiana, José Antonio Novais, publicando un recuadro bajo el título "Trevijano en el alero", en el que se dice que en los libros que se preparan sobre Guinea saldré "muy mal parado" y que se "revelan con documentos una serie de sucesos capaz de poner a cualquiera carne de gallina". (Guadiana, días 14 a 20 de 9 - 76). El mismo periodista, como corresponsal de "Le Monde", publica el día 9 de Octubre pasado, que el PSOE se declara moralmente incompatible conmigo por haber realizado "negocios sucios" en Guinea. Expresión que como todos los informadores saben jamás ha empleado dicho partido político.
Pero antes de demostrar la maquinación y el amaño a que obedece la actual campaña de desprestigio, que reproducen casi todos los medios informativos, sobre mi intervención en los asuntos de Guinea Ecuatorial con posterioridad a su Independencia, voy a demostrar una a una la falsedad de todas las infantiles e inverosímiles acusaciones contenidas en el dossier prefabricado por la A. N. R. D. y en las demás informaciones procedentes todas de la misma fuente, empezando por la que apareció en Diario 16 como primicia de la campaña.

ACUSACIÓN DE DIARIO 16 Y CAMBIO 16.
El día 19 de Octubre Diario 16 se estrena como publicación con una noticia escandalosa: "Por los sellos de Guinea Trevijano consiguió 45 millones". En el texto se dice: "Trevijano se llevó cuarenta y cinco millones de pesetas por firmar en calidad de árbitro un contrato suscrito entre el Ministro del Interior de Guinea Ecuatorial, Ángel Masié Ntutumu y el industrial griego Dragomir Prodanov... según una información que mañana publicará el semanario "Cambio 16"... el contrato lleva fecha de 22 de Junio de 1971 y las autoridades guineanas lo consideran rescindido desde Abril de 1976 por fallecimiento de Dragomir... sus herederos han interpuesto la correspondiente demanda ante el Juzgado núm. 12 de Madrid al estimar, por el contrario que debe considerarse vigente... A tenor de una de las cláusulas del contrato, el árbitro García Trevijano debía percibir tres millones por cuatrimestre. Los cuarenta y cinco millones recibidos por Trevijano fueron depositados en el país, banco y moneda por él designados" .
El Semanario Cambio 16 en lugar de ampliar la información prometida la resume sin añadir ni modificar nada (número del 25 a 31 de Octubre).
El mismo Semanario en el ejemplar de los días 15 a 21 de Noviembre actual, y bajo el título "Papel pringado", modifica la noticia diciendo que percibí "cuarenta y cinco millones de pesetas en nueve años" .
LA REALIDAD.
Toda la información de la empresa "16" es falsa. Ni he recibido una sola peseta por ese contrato de concesión filatélica, ni el concesionario es griego, ni sus herederos han interpuesto demanda judicial alguna, ni la cantidad devengada a favor del Gobierno de Guinea ha sido de 45 millones, ni la duración del contrato ha sido de cinco ni nueve años. La verdad es la siguiente:


En el Juzgado num. 12 de Instrucción, es decir de lo penal, un exfuncionario de la Embajada de Guinea Ecuatorial, a petición de los nuevos concesionarios filatélicos de esta República, presentó una querella contra el sucesor comercial del fallecido, Sr. Prodanov, antiguo concesionario, acusándole de continuar vendiendo o emitiendo sellos después de la caducidad del contrato. El Sr. juez antes de dictar auto de procesamiento requirió mi testimonio como árbitro del contrato de concesión a favor de Prodanov. En el contrato que figura mi arbitraje, y que obra en los archivos del citado Juzgado constan las siguientes estipulaciones:

A. PLAZO DE DURACIÓN DEL CONTRATO.
"El plazo de esta concesión será de un año, a contar desde los 90 días siguientes a la fecha en que sean aprobados los primeros temas o diseños y firmada la primera autorización a la imprenta. Cualquier retraso en la aprobación de los dibujos, así como en la aprobación de la tabla o cuadro anual para la emisión de sellos para el mercado filatélico internacional, determinará automáticamente la prórroga del presente contrato por el mismo tiempo de la demora. El presente contrato se entenderá tácitamente renovado por un plazo igual de un año, si no fuera denunciado por cualquiera de las partes con tres meses de anticipación a la fecha de su caducidad".

B. PRIMA O ROYALTIE ALZADO:
"En caso de que el Ministerio del Interior de la República de Guinea Ecuatorial no obtuviese la conformidad de la Oficina filatélica de Correos en Madrid (para que continúe la distribución de las emisiones de Guinea Ecuatorial), el pago anual que debe abonar el concesionario (fijado en 9 millones en la estipulación decimoquinta), se reducirá a seis millones de pesetas, a razón de dos millones por cuatrimestre".
Con arreglo a estas estipulaciones el contrato sólo ha tenido vigencia durante los dos años contractualmente previstos. Los atrasos ocasionados en la aprobación de las materias especificadas en la estipulación decimotercera, y el fallecimiento del Sr. Prodanov cuando ya estaba ejecutando la prórroga, explican que pese a que la fecha del contrato es de 1971, sin embargo su caducidad no se produjera hasta finales de 1974.
La cantidad abonada por el concesionario no ha sido sin embargo de doce millones, como podría deducirse, de la simple suma de las dos anualidades de seis millones (ya que la Oficina Filatélica española no continuó la distribución de las emisiones), sino de nueve millones. La razón es que al fallecer Prodanov, sin herederos, el Gobierno de Guinea que necesitaba antes que nada contar con el suministro de los sellos para el consumo interior, tuvo que aceptar la terminación de la prórroga por parte del director técnico del Sr. Prodanov, que se subrogó a estos efectos en la concesión, pero reduciendo el royaltie total de la única prórroga anual a 3 millones.
Finalmente esos nueve millones que el concesionario debía abonar según el contrato "en la moneda, país, y banco, que el árbitro Sr. García Trevijano indique", deberían ser aplicados "a los pagos previstos en este contrato", según consta en el propio contrato de concesión. Lo cual impide interpretar que yo los haya podido cobrar como honorarios ni por cualquier otro concepto en mi provecho.
Tras mi testimonio, la querella contra el director técnico del Sr. Prodanov fue retirada.


ACUSACIONES DE LA A. N. R. D. CONTENIDAS EN SU DOSSIER Y EN SUS DECLARACIONES POSTERIORES A LA PRENSA
Toda la campaña de desprestigio organizada contra mí se basa en dos tipos distintos de acusaciones: uno, de carácter político, haciéndome responsable del Régimen actual en Guinea Ecuatorial; otro, de carácter económico, atribuyéndome un afán lucrativo y unos negocios fabulosos en dicho país.

DE TIPO POLÍTICO:

PRIMERA ACUSACIÓN:
"Asesoro a los principales líderes guineanos, muy especialmente a Francisco Macías Nguema, cuya candidatura presidencial impulsó y financió con alrededor de cincuenta millones de pesetas, según los cálculos más fidedignos" .
LA REALIDAD:
Terminada la Conferencia Constitucional, aconsejé solamente a mis más íntimos amigos del partido Munge, José Nsué, Esteban Nsué y Andrés Moisés que no dividieran al Secretariado Conjunto presentando la candidatura de este último a las elecciones presidenciales, ya que todos los demás reconocían en Macías el único líder capaz de batir a las candidaturas oficiales del Régimen, Bonifacio Ondó y Atanasio N'Dongo.
A finales de Agosto de 1968, estando de veraneo en Comillas, recibí inesperadamente la visita de José Nsué y de Andrés Moisés. Me pidieron ayuda económica para encargar en una imprenta la propaganda en favor de la candidatura de Macías. Les recordé que ya había hecho un enorme esfuerzo, para mis posibilidades, pagándoles las facturas de los hoteles durante la Conferencia Constitucional, y que era imposible que yo pudiese hacer frente a un gasto tan importante. Les aconsejé la forma de desarrollar una campaña popular sin dinero, en contraste con d dinero colonialista que se estaba empleando ya a manos rotas en favor de Bonifacio Ondó y de Atanasio N'Dongo. Les convencí. Pero me pidieron un mínimo de folletos simples para llevárselos a Guinea. Les prometí entonces que llamaría a mi oficina de Madrid autorizando el pago, hasta un límite máximo de 500.000 pesetas, de las facturas de imprenta que me presentaran por orden de ellos. Cuando regresé a Madrid, a mediados de Septiembre, pagué estas facturas por un importe de 591.000 pesetas. Y este es todo el dinero aportado por mí a la candidatura de Macías.
No es extraño que para la mentalidad franquista, y para los que han vivido de la política durante cuarenta años en nombre de la idea de servicio, resulte increíble que exista objetivamente la posibilidad de que alguien viva íntegramente no de sino para la política, es decir, para sus ideales políticos. Lo extraño es que esta mezquina y corrompida idea de la humanidad esté compartida por sectores democráticos. Se dice, y en parte es verdad, que lo que no es de algún modo conocido o sentido como propio, resulte inimaginable en los demás. El escepticismo de un demócrata ante el idealismo ajeno no revela más que su propia incapacidad de sentir y vivir con nobleza. Yo no veo diferencia moral alguna entre dar ideas a los demás o dinero para realizar esas ideas, si se tiene. Por otra parte este es un rasgo permanente de mi carácter y de mi conducta. Durante estos largos años del miedo y de la clandestinidad han sido innumerables los estudiantes que han pasado por mi despacho; con tarjetas de presentación de sus profesores, hay conocidos líderes de los partidos llamados de la oposición moderada, y cuyos nombres silencio por pudor, para que les pagase multas, matrículas, y otros daños ocasionados por sus actividades políticas. Son muy pocos los que podrán decir que no les atendí. Jamás pedí nada a cambio. A la mayoría de ellos ni su nombre. También presté ayuda económica a la Escuela de ciencias sociales que dirigía el socialista José Vidal Berneyto, sin entrometerme ni pretender capitalizar políticamente esa interesante y fecunda actividad cultural. Nadie se extrañaba de mi generosidad, porque eran tiempos heroicos donde la entrega y la solidaridad eran requisito de supervivencia. ¿Por qué no iba a proceder del mismo modo ante una causa histórica y grande como es la descolonización africana?

SEGUNDA ACUSACIÓN
"A raíz de estos acontecimientos (golpe de Estado frustrado en Marzo de 1969), el Sr. García Trevijano aconsejó al Presidente Macías que la única forma de conservar el poder era eliminar a toda la oposición y desconfiar de España y de los estudiantes guineanos que estaban estudiando allí, a los que frecuentemente suele dirigirse en términos despectivos. Macías asesorado por García- Trevijano derogó aquellos de la Constitución que limitaban los poderes presidenciales, disolvió la Asamblea Nacional, se atribuyó todos los poderes y se proclamó Presidente vitalicio".
LA REALIDAD:
Desde que en Julio de 1968 despedí en el Aeropuerto de Barajas a los últimos guineanos que regresaban a su país tras la Conferencia constitucional, y entre ellos al Sr. Macías, hasta el día 12 de Octubre de 1969, en que fui por primera vez a Guinea no tuve ningún tipo de relación, ni técnica ni política, con el Gobierno del Presidente Macías. Para los que se empeñan en creer que mis motivaciones ante la Independencia de Guinea eran prioritaria o concurrentemente de tipo lucrativo, jamás podrán explicar el hecho de que Macías sea elegido libremente por votación popular (¿dónde estaba ahí mi influencia?) Presidente de la República, y yo no salga corriendo para ese país en busca de la oportunidad que nadie podría disputarme. ¿Por qué tardo quince meses en ir a Guinea? Lo normal es que hubiese asistido a la toma de posesión el día 12 de Octubre de 1968. Pero existe una razón de mucho peso para explicar esta aparente anomalía. Y ahora por primera vez la voy a decir.
Cuando el Presidente Macías constituye su primer Gobierno nombra Ministro de Asuntos Exteriores a Atanasio N'Dongo, es decir al lacayo del Ministerio de Asuntos Exteriores español que ha lanzado en la ONU y ante la prensa española la infamante injuria de que he intentado sobornarlo. Mi dignidad me impide desde ese momento tener ningún tipo de relación con un Gobierno en el que figura semejante individuo. Pero aún hay más, cuando me entero de las andanzas de Paesa, Armijo, Novais, y Mariano Robles respecto a un banco privado, emisor de moneda y depositario del Tesoro público, y respecto a fabulosas construcciones de puertos, carreteras, aeropuertos, etc . . ., con una sociedad de cien mil pesetas de capital, (documento núm. 4) la pena y la preocupación de que el recién país independiente se vea envuelto en un escándalo financiero me determina a escribir una carta al Presidente, para informarle de la realidad sobre estos señores, y a la vez, por ser la primera vez que le escribo desde que lo despedí en Barajas, para expresarle mi incomprensión respecto al nombramiento de Atanasio N'Dongo como ministro y mi seguridad de que será traicionado por éste. La carta se la envié a través del ministro José Nsué, y naturalmente en sobre cerrado. La respuesta del Presidente Macías me dejó perplejo. En primer lugar no me contestó directamente, sino a través de su jefe de la Casa Civil. La respuesta, cortés y diplomática, me reveló que el orgullo africano es de otra naturaleza que el nuestro. Me recordaba, en su respuesta, que era el jefe del Estado de un país independiente y que sólo admitía los consejos que solicitaba. En este mismo momento, Febrero de 1969, decidí no ocuparme jamás de Guinea.
EL día 5 de Marzo de 1969, Atanasio N'Dongo y Saturnino lbongo, trasladados a Guinea desde Madrid en un avión "especial”, y con la ayuda de sectores y de medios que en su día se conocerán, dan un golpe de Estado que triunfa durante cuatro horas. Atanasio desde eL sillón presidencial en Bata comunica que ha cumplido con éxito el golpe. Recibe telegramas de felicitación que llegan cuando el sillón está de nuevo ocupado por Macías, tras su asalto al Palacio presidencial. Atanasio, Ibongo, Balboa y algunos más de sus secuaces murieron en el acto, o a consecuencia de las gravísimas heridas recibidas.
Desde el mes de Mayo de 1969, todos los ministros guineanos que llegan o pasan por Madrid vienen a visitarme rogándome que vaya a Guinea. Me traen los más cariñosos saludos y recuerdos del Presidente. A ninguno de ellos le hablé de la carta que había recibido en Febrero. Pero a todos les digo que mi función en Guinea ha terminado y que no deseo ir. Hasta que en el mes de Septiembre recibo un mensaje del Presidente pidiéndome que les envíe un proyecto para la creación de un Banco Central del Estado, y anunciándome que me ha concedido una condecoración que desea imponerme personalmente en el primer aniversario de la Independencia.

Tras largas meditaciones decido enviar el proyecto del Banco Central (documento núm.5), y rechazar la condecoración. Finalmente en los días anteriores al 12 de Octubre sufro una presión tan fuerte de mis amigos en el Gobierno de Guinea, que por educación decido ir a recibir la condecoración y volverme enseguida.
Mi encuentro con el Presidente Macías fue embarazoso. Le había predicho con un mes de antelación la traición de que iba a ser objeto por parte de Atanasio, y la solvencia. financiera de "Finguinea", que había terminado en un verdadero desastre. He de reconocer que el Presidente actuó con mucha gentileza. Me agradeció y me alabó el proyecto del Banco Central que le había enviado. No me pidió nada. Pero me rogó encarecidamente que aceptara su invitación para pasar la nochevieja en Guinea, y poder comentar con tranquilidad la situación política mundial. Otra cosa fue mi relación con los Ministros que habían pertenecido al Secretariado Conjunto. Todos querían agasajarme, enseñarme su país, agradecerme lo que había hecho por ellos, pedirme consejo sobre lo divino y humano. Nunca olvidaré la emoción que sentí cuando el Presidente Macías me presentó en la Tribuna de Bata ante la muchedumbre guineana. Sólo pronunciar mi nombre el clamor impidió que siguiera hablando. Por tres veces consecutivas tuve que saludar a este pueblo, que de este modo demostraba que mi acción por su independencia era un triunfo y una conquista para la España democrática del futuro. Acepté la invitación y volví a finales de Diciembre. En esas fechas continuaba en vigor la Constitución que había sido impuesta por los técnicos del Gobierno español, continuaba la Asamblea Nacional, y la Presidencia no era vitalicia.

TERCERA ACUSACIÓN.
"Sabemos a ciencia cierta que la Ley sobre las penas de muerte a los considerados por el Régimen como subversivos fue redactada en el despacho madrileño del Sr. García Trevijano, así como la nueva Constitución y los Estatutos del Partido Único Nacional de Trabajadores (PUNT). Se acompañan, en los anexos, documentos".
LA REALIDAD:
Decir que se sabe a ciencia cierta y decir que se acompañan documentos anexos, no es lo mismo que demostrar científicamente y aportar realmente un documento. Nada se aporta, nada se demuestra, aparte de esta monstruosa acusación contra un jurista y un político que lleva más de un cuarto de siglo luchando contra toda forma de dictadura, tiranía o violación de los derechos humanos. He suscrito en España, y fuera de España, todos los documentos que han sido oportunos contra la pena de muerte. Ante una asamblea de abogados de Barcelona, leí el informe técnico que había elaborado a solicitud del propio Colegio, para la defensa legal de Puig Antich. He sido duramente criticado en algunos periódicos por haber solicitado la amnistía de todos los detenidos vascos. Y la única vez que he tenido conocimiento previo de una ejecución capital en Guinea, por un asesinato de derecho común cometido por dos nigerianos, juzgados y condenados por el mismo procedimiento y por el mismo Tribunal que los existentes antes de la Independencia, en Abril de 1971, no pude permanecer en el país, y pese que había programado y prometido una estancia de quince días, al día siguiente de conocer este hecho me fui de Guinea, vía Douala, sin despedirme de nadie, bajo el pretexto de que me habían llamado urgentemente desde mi bufete. Yo no tengo noticia de que en Guinea después de la Independencia se haya promulgado alguna ley relativa a la pena de muerte.
En cuanto a la nueva Constitución, fue aprobada y promulgada en Agosto de 1973, (documento núm. 6) y no tuve la menor noticia sobre ella hasta varias meses después. Finalmente en cuanto el PUNT, en el que tampoco he tenido la menor participación, me basta con aportar la prueba fehaciente de las propias declaraciones de mi acusador Esteban Nsué, quien el día 6 de Noviembre de 1969, después de presentar sus cartas credenciales como Embajador, reunió a los informadores y entre otras cosas, dijo: "¿Partidos políticos? No. De momento, según los anhelos del pueblo, partido único. Un partido no constituido aún. De hecho están disueltos los partidos"; "García Trevijano se ofreció incondicionalmente a asesorarles y que Guinea reconocida, le condecoró, tiene relaciones de amistad con miembros de aquel gobierno y puede prestar su asesoramiento técnico si alguno de ellos lo solicita.

El Gobierno, si lo estimase oportuno, podría recabar ese asesoramiento también". "En cuanta al Sr. Armijo tiene contactos guineanos con miras a sus facetas comerciales". (ABC, día 7 de Noviembre). En estas declaraciones el Embajador Nsué reconoce: que en ese tiempo yo no era asesor del Gobierno de Guinea Ecuatorial, contrariamente a lo que afirma en el dossier de que fui nombrado asesor en 1968; admite una diferencia entre la amistad con determinados ministros y mi actitud ante el Gobierno. Estas declaraciones de Esteban Nsué, el único firmante del dossier, son hechas después de mi primera visita a Guinea, en la que he recibido la condecoración, he dado consejos técnicos a mis amigos ministros que me lo han solicitado, pero conocen mi actitud de no asumir ni pretender ningún papel asesor ante el Gobierno, ni técnico ni político.

CUARTA ACUSACIÓN:
"El Sr. García-.Trevijano también tiene que ver, por sus consejos, en el desarrollo del tema de la "materia reservada".

Sin comentario.

QUINTA ACUSACIÓN:
“Apelamos a las fuerzas integrantes de la oposición española a que no sigan siendo cómplices del asesinato -verdadero genocidio- de más de 90.000 guineanos en siete años y del exilio de 130.000".
LA REALIDAD
Según ras cifras proporcionadas por el Gobierno español y publicadas en todos los medios informativos en las fechas anteriores a la Independencia de Guinea, la población total de este territorio era de 245.989, incluidos 40.000 nigerianos y 8.602 europeos. Luego la población guineana era de 197.387.

SEXTA ACUSACIÓN:
"Discurso presidencial en el aeropuertos de Yaounde, y discurso presidencial en la cena ofrecida a S. E. el presidente Ahidjo”.
LA REALIDAD:
En mi visita a Guinea en navidad y año nuevo de 1970 aceptando la invitación del Presidente, decido prestar mi asesoramiento al Gobierno solamente sobre asuntos técnicos de política económica ó de política internacional, y siempre que en cada caso me lo solicite. Intervengo en la redacción de estos dos discursos, cuyos textos Íntegros constituyen el documento núm. 7.

SÉPTIMA ACUSACIÓN:
"Proyecto de decreto Ley para creación de Infoge".
“Proyecto de decreto Ley para regulación del Comercio Exterior”.
LA REALIDAD:
En marzo de 1969, es decir, cuando ningún contacto tengo con Guinea, el Ministro José Nsué, presenta a su Gobierno una moción proponiendo la creación de INFOGE (documento núm. 8).

En Diciembre de 1969, unos días antes de salir para mis vacaciones de navidad y año nuevo en Guinea, el Embajador me entrega una carta del Secretario General del Ministerio de Asuntos Exteriores, Gaudencia Asumu, en la que, considerándome asesor del Embajador (y no del Gobierno), me solicita de esta forma indirecta que prepare un proyecto de Ley que regule el comercio exterior, de acuerdo con la política económica implícita en la Exposición de Motivos de la ley creadora del Banco Central (documento núm. 9). Como yo aún no he decidido si voy o no a colaborar técnicamente con el Gobierno de Guinea, me voy a ese país sin llevar el proyecto de Ley que me solicitan.
Durante mis "vacaciones", partiendo de la realidad de Infoge que está funcionando, para huir de la burocracia, y dada la ausencia de cuadros técnicos, fundo en un solo proyecto tanto la legalización de las actividades agrícolas que venía desarrollando Infoge, como la nacionalización de las principales partidas del comercio exterior de Guinea, redactando el proyecto de decreto-ley, que se acompaña como documento núm. 10, y que justamente nunca llegó a convertirse en ley, tanto por la irregular administración económica del máximo responsable de Infoge, Andrés Moisés (hoy jefe de A.N.R.D.), como por la presión que hicieron en aquel momento sobre la Presidencia los intereses colonialistas del cacao, capitaneados por el Vicepresidente, Bossio, para evitar la nacionalización del comercio exterior.

OCTAVA ACUSACIÓN:
"Esquema preliminar para la elaboración del Plan de Desarrollo de Guinea Ecuatorial".
"Expedición científica del Doctor Montoya".
"Endoso a favor del Sr. García Trevijano del contrato de Italcambio para la financiación de los trabajos emprendidos respecto a un estudio de Guinea Ecuatorial y de la región africana circundante"
LA REALIDAD:
El día 25 de Octubre de 1969, después de mi corta visita a Guinea Ecuatorial, recibo una carta del Sr. Presidente de la República solicitando mi ayuda para emprender la elaboración de un Plan de desarrollo económico (documento núm. 11). Si la tarea de preparar una Constitución de independencia me ilusionó, la de preparar un Plan de desarrollo para la emancipación económica de un país africano era un desafío que ningún político del mundo podía rechazar.
En los medios solventes del Banco Mundial me informaron de que una financiación para este fin requería la presentación de un esquema preliminar que señala las directrices básicas y al menos un inventario elemental de los recursos naturales del país. Hablo con el Doctor Montoya, que ha realizado una expedición científica por encargo del Gobierno venezolano con la misma finalidad. Se entusiasma con la idea de realizar este trabajo en Guinea, y marcha a este país de acuerdo con el Gobierno para comprobar las posibilidades y el coste de una expedición exploratoria y evaluatoria de los recursos naturales.
Cuando me entrevisto en mis "vacaciones" con el Sr. Presidente le informo de las gestiones realizadas en el Banco Mundial y de la primera impresión del Doctor Montoya. El Gobierno de Guinea tiene urgencia de acometer este estudio pero, a causa de los acuerdos monetarios y del clearing con España, carece de una sola divisa para cubrir esta prefinanciación del Plan de Desarrollo. La única fuente de divisas inmediatas no destinada aún a ningún gasto del presupuesto es el royaltie que devengará un contrato que el Gobierno ha firmado el día 13 de Septiembre de 1969 con la firma internacional "Italcambio" para la emisión de monedas de oro y plata conmemorativas de la Independencia. El contrato prevé una emisión máxima de 127.500.000 pesetas, con un royaltie a favor del Gobierno del veinte por ciento, es decir. De 25.500.000 pesetas (documento núm. 12). Pero yo no intervine en este asunto y cuando en mi primera visita el ministro Masié consultó mi opinión hice algunas reservas de orden técnico, por no tener previsto un plazo de duración. Por eso recibo una carta del Ministro del Interior con fecha 25 de Octubre pidiéndome que trate de mejorar el contrato (documento núm. 13).

Lo intento, y consigo aumentar a 27.000.000 la cifra del royaltie para el Gobierno y establecer un plazo de duración. Es pues este contrato, en cuya concertación y firma no he intervenido, el que se tiene en cuenta como base de financiación cuando redacté en esas "vacaciones", y sin ningún libro que poder consultar, el esquema del Plan de desarrollo económico y social de Guinea Ecuatorial, que se acompaña como documento núm. 14.
Pero la crisis del dólar, y la espectacular subida del oro y la plata apenas iniciada la ejecución del contrato por Italcambio, impide a esta firma continuar su cumplimiento, ya que al estar obligada a vender las piezas por su valor nominal y haber doblado el coste de los metales preciosos para su acuñación perdería indefectiblemente realizándolo. Intento que pese a todo se cumpla, pero la firma Italcambio tiene razón, el contrato prevé una emisión máxima, pero no una emisión mínima obligatoria. Aún así intento indirectamente, a través de la cláusula nueve del contrato, defender los intereses del Gobierno, exigiendo cien series completas de las monedas de oro y doscientas de las de plata (documento núm. 15). Pero la empresa tiene razón, mi exigencia sólo estaría fundada si se realizasen las emisiones y se optasen por las monedas en lugar de los royalties. Estos documentos prueban que yo no he podido cobrar comisión alguna de una empresa que contrató durante mi alejamiento de los asuntos de Guinea, y a la que sólo le he planteado luego problemas.
Pues bien, para cubrir el hueco que deja este incumplimiento justificado de Italcambio, en la financiación de la expedición científica que ya está en marcha y comprometida, y poder hacer frente a los pagos de más de siete mil análisis completos de muestras minerales, es por lo que se firma el contrato filatélico con el Sr. Prodanov, con el fin de destinar, como así se ha hecho, aquellos nueve millones a estos pagos previstos en el contrato. El Doctor Montoya me ha enviado la carta que se adjunta como documento núm. 16.

NOVENA ACUSACIÓN:
"Informe sobre una nueva emisión de billetes guineanos”.
LA REALIDAD:
Durante mi tercera visita a Guinea, en Abril de 1971, los expertos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, destacados como asesores y técnicos del Banco Central de Guinea, llevan un informe a la Presidencia felicitando al Gobierno por el éxito del Banco Central y anunciándole la visita de una Delegación del Fondo monetario para proponer determinadas medidas de política monetaria. El Sr. Presidente aprovecha mi presencia para pedirme al instante, y sin más datos que los que me dan verbalmente el Ministro de Hacienda y el Gobernador del Banco Central, un dictamen sobre la paridad y convertibilidad de la peseta guineana, que tengo que improvisar el día 15 de Abril de 1971, elaborando el informe que se adjunta como documento núm. 17.
Sería verdaderamente absurdo que en las fechas a que se refiere la lista de asuntos contenida en el dossier (navidad de 1969 y año nuevo de 1970) pudiera pensarse en una nueva emisión de billetes cuando el Banco Central llevaba apenas un mes de funcionamiento legal, y cuando los expertos suramericanos del Fondo Monetario destacados en Guinea había ciertamente elaborado una crítica muy severa contra mi proyecto del Banco Central, por considerarlo poco ortodoxo, crítica que yo sólo conocí cuando en Abril de 1971 el Sr. Presidente, al pedirme el informe a que se hace referencia en este apartado, me enseñó con satisfacción la felicitación de los mismos expertos, que habían rectificado su primera opinión.
Las demás acusaciones contenidas en la lista de trabajos, no sé qué fundamento puedan tener. No recuerdo ni uno solo de los 52 puntos, distintos de los ya analizados anteriormente. Es muy posible que sobre algunos de ellos haya hablado con tal o cual ministro, pero de lo que estoy seguro es de que los enumerados en la hoja 2 y 3 de la lista no se refieren, en su mayor parte, a problemas existentes o planteados en mis "vacaciones" de la navidad de 1969.

La lista está fabricada a posteriori con algunos datos ciertos y con otros claramente inventados, como el de la contestación al mensaje de S. S. el Papa, (es la primera noticia que me llega de que S. S. hubiese enviado algún mensaje al Presidente de Guinea), la contestación a la nota publicada en el periódico ABC por el Ministro de Asuntos Exteriores español (el ex embajador Esteban se ha confundido, yo solamente le aconsejé en la redacción de la nota verbal de contestación al Memorandum del Ministerio de Asuntos Exteriores de 28 de Noviembre de 1969), la contratación de un Director para el Banco Nacional de Depósito y Desarrollo (que fue creado, como luego se verá, en Septiembre de 1970), la redacción de la nueva Constitución (que sólo se plantea en 1973), mi nombramiento como abogado y asesor económico (cuando en el preámbulo del mismo dossier se dice que fui nombrado en 1968), la contratación conmigo del estudio y elaboración del Plan de desarrollo (cuando en el número 9 y 11 de la misma lista no sólo se da por contratado sino además financiado), la contratación de técnicos a que se refieren los números 26, 27,29, 30, 39 y 45 de la lista (cuando en el preámbulo del dossier se dice que fueron contratados antes del golpe de Marzo de 1969, en el tiempo que yo no tenía relación alguna con el Gobierno de Guinea), etc... etc... etc...

B. DE TIPO ECONÓMICO

PRIMERA ACUSACIÓN:
“Confeccionó los Estatutos de los Bancos Central y de Comercio de Guinea Ecuatorial, de los cuales es el mayor accionista”.
LA REALIDAD:
Antes he relatado la génesis de mi proyecto que llegó a ser Ley del Banco Central, que se ha aportado como documento num. 5. Tanto en su Exposición de Motivos, como en todo su articulado, especialmente en el artículo 1, se prescribe el carácter estatal, autónomo y de derecho público de esta institución financiera, que a través de la previsión contenida en el artículo 2 asegura la nacionalización del crédito. Este Banco Central además es miembro de pleno derecho del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, cuyos expertos están permanentemente destacados en la administración técnica de su funcionamiento. Es imposible que haya accionistas porque no hay acciones.
En cuanto Banco Comercial, el dossier me confunde con Paesa, Novais, Armijo y Mariano Robles, quienes intentaron en efecto tener un Banco comercial, a través de la sociedad "Finguinea", como lo demuestra el documento núm. 4 de los aquí aportados.
El día 23 de Junio de 1970 me escribe el Ministro de Obras Públicas, Don Jesús Alfonso Oyono. Ante el fracaso de Andrés Moisés al frente de Infoge, y la paralización del proyecto que preparé para la nacionalización del comercio exterior, me solicita que redacte un proyecto para el Banco de Desarrollo (documento núm. 18). Pero antes de recibir esta carta, el día 11 de Junio de 1970, el Sr. Presidente me había enviado un anteproyecto de los Estatutos del Banco Nacional de Depósito y desarrollo de Guinea Ecuatorial redactado por no sé qué expertos o grupo financiero, pidiéndome mi opinión sobre el citado anteproyecto. Elaboro un breve informe que envío al Sr. Presidente por el conducto indicado (documento núm. 19). Y es este informe el que provoca la petición del Ministro de Obras Públicas para que proyecte un Banco de desarrollo. Redacto y envío el proyecto de Banco Nacional de Depósito y Desarrollo que se convierte en el decreto-ley de 24 de Septiembre de 1970 (documento núm. 20). El artículo 1 prescribe ya el carácter estatal, autónomo y de derecho público de esta institución financiera, que tampoco puede dividir su capital en acciones, ni por tanto tener accionistas.


SEGUNDA ACUSACIÓN:
"Actualmente el Sr. García Trevijano tiene el monopolio de la exportación y colocación en los mercados "internacionales del café y cacao guineanos, operaciones que se desarrollan principalmente en Belgrado, Zurich y Ginebra".
LA REALIDAD:
Basta repasar una a una las partidas del anuario de la Dirección General de Aduanas del Ministerio de Hacienda español, y las estadísticas oficiales del comercio exterior de Guinea con el resto del mundo, para acreditar que estas operaciones continúan siendo desarrolladas por las mismas empresas y por los mismos circuitos que las realizaban antes de la Independencia. Ni una sola operación ha sido efectuada por mí, y se conoce oficialmente quienes las hacen. Por otra parte, el infantilismo y la ignorancia de los que inventan esta acusación es de tal naturaleza que ni siquiera conocen los únicos centro o mercados internacionales donde se realizan las operaciones de café y cacao, que son las bolsas de Londres, Nueva York, y el bolsín de París, sin que exista este mercado ni en Belgrado, ni en Zurich, ni en Ginebra.

TERCERA ACUSACIÓN:
"Por indicación del Sr. García Trevijano al Presidente de la República y al Ministro de Agricultura se creó el Instituto de Fomento de Guinea Ecuatorial, lNFOGE, encargado de las importaciones y exportaciones realizadas en el país. García Trevijano era su representante único en el exterior y la sede de dicha representación estaba en el madrileño Paseo de la Castellana, número 106. Cuando dicho organismo fue suprimido en Guinea Ecuatorial el Sr. García Trevijano se hizo cargo de todas sus actividades, tanto en el interior como en el exterior, con un sueldo anual de 90 millones de pesetas".
LA REALIDAD:
Ya hemos visto en la contestación a la séptima acusación de tipo político la génesis y las visicitudes de Infoge. Lo que funcionó y mientras funcionó fue ajeno a mis ideas y a mi presencia en Guinea, lo que yo proyecté para Infoge, es decir la nacionalización de los principales productos de exportación y de importación no llegó a ponerse en práctica nunca. Mi despacho de Castellana es relativamente pequeño y en él desarrollo a pleno empleo mi actividad de abogado y mi actividad política. ¿Dónde están esos servicios comerciales para desarrollar el monopolio de todo el comercio de un país? ¿Quién de los constantes visitantes de mi despacho se han cruzado o visto en mi despacho a esos servicios comerciales? ¿Con qué medios puedo hacerme cargo en el interior de Guinea de las actividades productivas y comerciales que tenía Infoge habiendo visitado el país solamente cinco veces en ocho años? ¿Dónde tengo acumulados los centenares de millones de ese fabuloso sueldo anual? Por otra parte, en el Ministerio de Comercio constan todas las estadísticas del Comercio exterior de Guinea, desde su Independencia hasta hoy. Y ahí está justificado hasta el último kilo de todo lo que ha salido y entrado en Guinea, porque la cuenta clearing con España, impedía a Guinea Ecuatorial desarrollar su comercio con otros países, por falta de divisas disponibles.

CUARTA ACUSACIÓN:
"Asimismo el Sr. García Trevijano contactó con la sociedad italiana Italcambio, para la acuñación de la peseta guineana en billetes y monedas, con una comisión sustanciosa".
LA REALIDAD:
Ya hemos visto al contestar a la octava acusación de tipo político que yo intervengo ante Italcambio después de la firma del contrato, como también hemos visto que este contrato nada tiene que ver con la emisión de billetes ni de monedas corrientes, sino simplemente con monedas conmemorativas" en oro y plata, de la Independencia.

QUINTA ACUSACIÓN:
"En 1973 fueron suprimidas las actividades comerciales privadas en Guinea Ecuatorial, siendo estatificadas, pero no por ello cambió el "status" del Sr. García Trevijano, que es el único comerciante privado que tiene abiertos comercios en ciudades guineanas (Empresa Simonet) a nombre de su cuñada Simone.

LA REALIDAD:
Desconozco que el comercio privado esté estatificado, supongo que querrán decir estatalizado, pero desde luego hago pública promesa de donación al guineano que encuentre en Guinea, o en cualquier otra parte del mundo, de todo establecimiento comercial que figure a nombre de mi cuñada Simone, sea de la empresa Simonet o de cualquier otra empresa.

OTRAS ACUSACIONES FUERA DEL DOSSIER:

ACUSACIONES DE DIARIO 16:
"Paga a la red de agentes de Macías, distribuidos por Europa. Corre con los gastos médicos de personalidades guineanas en España, incrementando considerable las facturas. Fue el proveedor exclusivo de los materiales de decoración del Palacio presidencial, falsificando también las facturas" (20 de Octubre, Pág. 12). Respecto a las facturas médicas y a la decoración, un informe atribuido a la A.N.D.R. y publicado en la página 21 del número 3165 de Blanco y Negro, correspondiente al 30 de Octubre, dice: "es él quien suele correr con todos los gastos médicos de las personalidades guineanas y sus familiares llegan enfermas a España, aumentando considerablemente la factura que presenta al Gobierno. En estas actividades cuenta quizá con la colaboración de un eminente médico español, cuyo nombre omitimos de momento. Por otra parte, se hizo con la exclusiva en la decoración del nuevo Palacio presidencia de Ekuku, en Bata, para lo que compraba los materiales en Madrid, pero falsificando etiquetas y facturas haciéndolo pasar por material francés con lo que aumentaba el coste de modo desmesurado. Con este sistema sacaba una cantidad suplementaria además de la comisión que legalmente le correspondía en virtud del contrato de exclusiva".
LA REALIDAD:
Se trata aquí de graves acusaciones de delitos perseguibles de oficio. Diario 16, y Blanco y Negro tendrán que probar lo que dicen para quedar a salvo de la querella por calumnias. Y esto le será imposible, porque ni tengo el don de la ubicuidad que me permita realizar esta hazaña, estando además sin pasaporte durante cuatro años, ni he presentado jamás factura médica al cobro de nadie, ni el Palacio presidencial ha sido decorado ni proveído de materiales de decoración, por empresa o persona relacionadas directa o indirectamente conmigo. Este último punto de la decoración lo trataré justamente al referirme a la empresa francesa que ha realizado la construcción del Palacio presidencial, que ha sido quien también lo ha decorado.

ACUSACIÓN DE GUADIANA:
En el núm. 78 de la Revista Guadiana, correspondiente a los días 26 de Octubre y 1 de Noviembre pasados, se afirma que "existe una concesión forestal "especial" de 150.000 hectáreas a favor de la Compañía Forestal de Río Muni, S. A., que maneja un técnico suizo llamado Friedizk, con un francés asociado; su representante en Madrid es García Trevijano un portavoz de la A.N.R.D. manifiesta a Guadiana que esta concesión puede estar hecha en realidad a favor de Macías".
El informe atribuido a la A.N.R.D. publicado en Blanco y Negro, a que nos hemos referido antes, añade en este mismo sentido que controlo "igualmente la empresa estatal Explotación forestal Río Muni. La última concesión especial del Presidente Macías al Sr. García Trevijano ha consistido en 100.000 hectáreas de explotación forestal en el distrito de Nsok".
Además el Sr. Javier Nart, en un artículo publicado en el núm.25 de la Revista Interviu, Pág. 13 Y 14, dice: "Punto y aparte en la lista de empresas actuando en Guinea Ecuatorial es la Compañía Forestal de Río Muni. Dejemos al propio Gobierno de Macías que nos explique qué es esta compañía: "Compañía Forestal del Río Muni es una compañía franco-Suiza. Tiene una concesión de 150.000 hectáreas de bosque virgen en la parte sur oriental de Río Muni por diez años. Cuenta extraer un millón y medio de toneladas entre olume y otras especies que demanda el mercado" (Pág. 14 del secreto informe a la ONU por el Gobierno de Guinea). ¿Quién está detrás de esta compañía, hoy la más importante explotadora de madera en Guinea?. Según Cruz Melchor Eya, la parte suiza corresponde a un supuesto millonario residente en Lausanne. La parte francesa es más fácilmente localizable. "Compañía Forestal de Río Muni pertenece en su casi totalidad a un súbdito francés llamado Jean-Pierre Noveau –afirma Cruz Melchor Eya-. En esta compañía tiene importante participación asimismo don Antonio García Trevijano''. “Tenemos confirmación oficial de que Don Antonio García Trevijano es socio de Simed y Compañía Forestal de Río Muni", ha afirmado Don Esteban Nsué y Donato F. Ndongo Bdyogo. Los métodos de explotación utilizados por esta potente compañía han sido criticados duramente por el representante del A.N.R.D. Cruz Melchor Eya: “Esta compañía al haber obtenido una concesión a plazo fijo, está acabando con el bosque de Guinea.
Lógicamente su interés es sacar la mayor cantidad de madera dentro del plazo de concesión, por lo que cortan madera a la mayor velocidad". Recientemente y debido, por lo visto, a un enfriamiento de relaciones con las autoridades, el director de la Compañía Forestal de Río Muni, Patrick Suart, propuso a su tío Jean-Pierre Noveau, la venta a la sociedad Tardiba. A tal fin, según se nos ha informado recientemente, doña Simone Chouraky ha viajado a Guinea en compañía del jefe de Contabilidad de Tardiba a fin de repasar los libros de la misma, previamente al traspaso de la propiedad. Qué intereses en la compañía quedarán del señor García Trevijano tras esta operación, es algo que ignoramos".
LA REALIDAD:
En la primavera del año 1972, el problema más acuciante para el Gobierno de Guinea Ecuatorial era el de las telecomunicaciones. No sólo la red telefónica interior estaba prácticamente sin funcionar, por anticuada y deteriorada, sino sobre todo carecía de comunicación con el mundo exterior por la ausencia de un sistema de telecomunicaciones (teléfono, radio, telex).
En una de las conferencias mundiales de telecomunicación celebrada en Berna, el representante del Gobierno guineano que asistió a la misma (Ministro Masié), recibía la promesa de una ayuda oficial para la mejora del sistema de telecomunicaciones, para lo cual era necesario que una empresa de prestigio concurriera a un concurso internacional que se abriría con este fin. El Gobierno de Guinea tenía que cubrir naturalmente la mayor parte de la financiación. El Ministro del Interior, Sr. Masié, que asistía a la Conferencia de Berna, me pidió que lo pusiese en contacto con alguna empresa de reconocido prestigio ante el organismo, para que presentara un proyecto participando en el concurso; Lo puse en contacto con la principal empresa francesa de telecomunicaciones en Gabón y Camerún, porque estaría en mejores condiciones que ninguna otra para realizar la oferta más barata.

Esta empresa aceptó el asunto, pero necesitaba garantías financieras firmes para los pagos aplazados, ya que el Gobierno de Guinea carecía de divisas para hacer frente a los mismos. El problema era insoluble. Pero la misma compañía francesa de telecomunicaciones propuso una solución. Como la única materia prima exportable de Guinea, no sometida a los acuerdos comerciales con España, era la madera, si una empresa forestal con solvencia financiera diese su garantía, con las divisas previstas en sus exportaciones, el contrato de instalación de un moderno servicio de telecomunicaciones podría ser firmado. Pero lo dramático era que no existía ninguna empresa forestal de importancia que pudiese prestar esa garantía. El Sr. Presidente me ruega entonces que le recomiende a algún financiero o industrial de prestigio en Francia para que realice una importante inversión forestal y que con la garantía de la concesión pueda facilitar la firma del contrato de instalación de las telecomunicaciones. Y es esta la primera, y única vez, que yo solicito a una empresa económica que se instale en Guinea para ayudar al desarrollo económico de ese país. No busco a ningún maderero colonialista que tenga intereses en Gabón. Busco a uno de los comerciantes de granos de mayor prestigio internacional, y a quien yo conocía por haber tenido de cliente en mi despacho de abogado a su oficina de Madrid, el Sr. Jean-Pierre Noveau. La concesión forestal concedida a este señor, se hizo en unas condiciones de protección a los intereses maderables del bosque, como quizás no exista, otra en el mundo. (Documento ,núm.21). Sin embargo, en el tiempo transcurrido con todas estas negociaciones, el Gobierno de Guinea Ecuatorial concierta un acuerdo comercial a largo plazo con el Gobierno de la Republica Popular China, en el que se incluye la instalación en Guinea por parte de este Gobierno del sistema de telecomunicaciones. Razón por la que no se llegó a firmar el contrato con la compañía francesa.
Mi intervención en este asunto se limitó a asesorar al Gobierno sobre la mejor forma técnica y fiscal defender sus intereses forestales, y a exigir al Sr. Jean Pierre Nouveau un doble compromiso que ahora hago público: uno, que jamás se inmiscuyera en problemas políticos o personales internos de Guinea. Otro, que en el momento en que un Gobierno democrático en España restableciera el clima de confianza y de cooperación con Guinea por el que yo estaba luchando, vendiera su empresa forestal a la empresa española que mejor le ofertara, y si vendía la empresa antes de que se produjera esta circunstancia, exigiría al comprador extranjero esta misma condición. Estas condiciones fueron aceptadas, y hoy el nuevo titular, a quien Nouveau ha cedido su empresa, ha asumido el mismo compromiso. Estas condiciones las puse no porque yo tenga interés personal en adquirir en el futuro una empresa forestal en Guinea, sino porque como político español consciente del enorme problema que se planteará a toda la industria europea con el agotamiento de las reservas maderables en África, deseé salvar para la España democrática la posibilidad de contar con la reserva de una fuente propia de abastecimiento de esta importante materia prima.
La empresa forestal Río Muni ha realizado una enorme inversión durante dos años y medio, sin exportar un solo tronco, preparando la infraestructuras viales que permiten una explotación racional, cosa que el colonialismo maderero en Guinea no había hecho nunca. Y desconozco las condiciones económicas bajo los que el Sr. Nouveau ha realizado la cesión de esta empresa.


ACUSACIONES APARECIDAS EN DIVERSAS PUBLICACIONES:
También se ha dicho en algunas publicaciones que tengo participación directa o indirecta, a través de mi cuñada Simone, en la empresa francesa de obras públicas que ha realizado la construcción de hospitales, viviendas, del nuevo puerto de Bata, del Palacio presidencial de Bata, y de los edificios en Santa Isabel y Bata del Banco Central y de Desarrollo. Incluso se dice que mi cuñada Simone es la principal accionista de dicha empresa francesa. (Blanco y Negro, ejemplar citado, Pág. 25 Y otras publicaciones).


LA REALIDAD:
La empresa Franco española Dragas, filial de la compañía francesa "Dragages" (una de las más importantes empresas de obras públicas y de construcción de Francia), trabajaba en Guinea antes de la Independencia. Esta empresa presentó un proyecto para la construcción del puerto de Bata el día 30 de Noviembre de 1968 (documento núm. 22). En los primeros meses de 1969 se hizo contrato de adjudicación a favor de esta empresa, a la que yo no conocía, y que ha realizado todas esas importantes obras, salvo, según mi conocimiento, los hospitales y viviendas que han sido construidos por las empresas constructoras españolas que trabajaban en Guinea, y que continúan trabajando, antes de la independencia.
En Enero de 1972, recibo la petición del Sr. Presidente de que intervenga como abogado para defender los intereses de la República ante determinadas exigencias de revisión de precios de la empresa Dragas. Con los datos que me proporcionan cálculo en 141 millones y medio aproximadamente la reclamación, en mi opinión, injustificada de Dragas, siendo así que la comisión gubernamental y los técnicos que le informan y asesoran, calculan el exceso de la reclamación en 45 millones (documento núm.:23). Es esta misma empresa la que ha realizado toda la decoración del Palacio de Bata. Mi posición como abogado del Gobierno ante dicha empresa y mis reclamaciones a la misma en nombre de los intereses que defiendo excluye toda posibilidad de connivencia o de relación económica alguna.

ÚLTIMA ACUSACIÓN:
He dejado expresamente para el final el examen de la empresa “Simed” en lña que efectivamente participa mi cuñada y secretaria, Simone Chouraki.
Mi secretaria conocía a todos los miembros del Secretariado Conjunto desde la Conferencia Constitucional Fue expresamente invitada por el Sr. Presidente a pasar unos días de descanso en Guinea. Y acompañada de Eduardo Muñoz Seca pasó allí las vacaciones de la Semana Santa de 1971. En ese momento ha caído en desgracia política el que hasta entonces era Ministro de Sanidad, Pedro Econg. Este conoce la imposibilidad de que yo pueda mezclarme en asuntos comerciales con Guinea, y sin estar yo presente, convence a mi cuñada y a Eduardo Muñoz Seca de que, para rehacer su vida, le manden un cargamento de cemento a crédito, ya que todas las obras están paralizadas por carecer de este material, y que lo pagará inmediatamente que lo venda. Mi cuñada y Eduardo Muñoz Seca me comunican el compromiso que han aceptado, y les digo que no cuenten conmigo para nada. Por esta razón, es el padre de Eduardo Muñoz Seca, quien les adelanta o garantiza la financiación de este envío de cemento, que lo realizan en Agosto de 1971. La operación se salda con una pérdida de 4.178.773 pesetas, porque aparte de atrasos enormes en la descarga del barco, Pedro Econg, no les paga. Hasta Marzo de 1974 hacen todo lo posible para conseguir el cobro de lo que se les debe. Mi cuñada en uno de sus posteriores viajes le comunica al Presidente el engaño de que ha sido objeto, y la situación en que la confianza que puso en Pedro Econg la ha colocado ante el padre de Eduardo Muñoz-Seca a quien debe esa suma perdida. Es en este momento, cuando el Presidente le dice que puede hacer un gran servicio a su país si se encarga de hacer las compras de urgencia y de artículos de primera necesidad que eventualmente tiene que hacer el Gobierno, y de las que se aprovechan entonces los comerciantes para aumentar excepcionalmente los precios, y con una pequeña comisión en cada envío podrá pagar la pérdida que ha sufrido. Desde Mayo de 1975, en que Simed realiza su primera venta al Gobierno de Guinea, hasta hoy, el volumen total de la facturación realizada ha sido de 50.501.206,76. Según los datos estadísticos de la O.C.D.E. y de la Dirección General de Aduanas del Ministerio de Hacienda español, esta cifra representa, en los dos años transcurridos, el 0,83 por ciento del comercio exterior de Guinea. Los beneficios normales en las operaciones de exportación con Guinea de los comerciantes españoles son algo superiores al diez por ciento de la facturación. Como Simed ha trabajado con una pequeña comisión solamente aún no ha recuperado totalmente la pérdida que sufrió por haber querido ayudar a un hombre político que había perdido la confianza del Presidente. (Documento núm. 24).

MAQUINACIÓN POLÍTICA
En esta campaña de difamación han coincidido diversos intereses para eliminarme como obstáculo político en sus proyectos de futuro inmediato.
En primer lugar, el propio Dossier de la A.N.R.D., reconoce que: “no se nos ocultan las dificultades que a tal diálogo (con la oposición española) se ha puesto, a nuestro juicio debidos a la influencia que un hombre, Antonio García Trevijano, tiene en esos medios de la oposición española; y que: "para llegar a una mutua ayuda y a esa confianza bilateral, es preciso destruir todos los obstáculos que pudieran enturbiar dicha relación”. Resulta verdaderamente cómico que algún sector de la oposición se haya prestado a tomar en serio a una Alianza africana que comienza definiéndose a sí misma como un encuadramiento de "los sectores demócratas, liberales, democristianos y socialistas de la oposición" a Macias. Todo el mundo sabe que en África ni existen, ni puede objetivamente existir, ideologías basadas en el condicionamiento específicamente capitalista o religioso de la cultura europea. Las naciones independientes de África no cuentan más que con la instrumentalización económica del Estado para impulsar el inicio de su desarrollo. Para defender la libertad política en África no hay que acudir a la particularidad de las formas representativas europeas sino a la universalidad de los derechos humanos. La artificialidad política de la A.N.R.D. encubre en realidad otra cuestión.
Desde comienzos del año 1973 en que se creó lo que ahora se llama A.N.R.D., el gobierno español que conoce perfectamente de qué se trata, ha entretenido, pero no tomado en serio, a esta oposición guineana. La A.N.R.D. era consciente de que sin un apoyo de la oposición democrática española jamás sería tomada como una oposición legítima, dado el carácter revolucionario, desde el punto de vista nacionalista, del Régimen del Presidente Macías. Era primordial para la A.N.R.D. que alguna persona o partido de inequívoca significación democrática la apoyase. y aprovechando una circunstancia excepcionalmente difícil para la causa de la unidad de la oposición española ha conseguido, con el apoyo del P.S.O.E., una resonancia y una publicidad de la que aún están ellos mismos asombrados.
Del mismo modo que he podido probar auténticamente la maquinación política que urdió el Ministerio de Asuntos Exteriores contra mí para ocultar su actuación en la Conferencia Constitucional, y del mismo modo que la Sentencia del Tribunal Supremo a favor de mi acción sobre el Diario "Madrid", demuestra también ahora la maquinación política montada por Sánchez Bella y Emilio Romero contra mí para ocultar la verdad, ahora voy a dar a la opinión pública y al P. S. O. E. la prueba documental auténtica de la superchería y de la impostura con la que la A. N. R. D., ha fabricado ese ridículo "dossier" contra mí.
Hasta Enero de 1973 yo he seguido dando mi amistad y, en algunos casos humanitarios, mi ayuda, a los políticos guineanos que conocí durante la Conferencia Constitucional, pese a que perdieran, por unas u otras razones, la confianza política del Presidente de la República, y en consecuencia, sus puestos en el Gobierno. Siempre que respetaran mi condición de extranjero para los asuntos de su país, y mi decisión, de no mezclarme jamás en los asuntos de la política interna guineana.
Pero en Enero de 1973 recibo la visita de un guineano que me entrega una tarjeta de visita y una carta del exembajador Estaban Nsué, diciéndome que espera mi contestación. Leo atentamente la carta. Y le digo al portador que si puede aclararme algo más sobre su contenido. Este me responde aproximadamente lo siguiente: "todos los guineanos, dentro y fuera de mi país estamos convencidos de que si usted nos conduce como nuestro único jefe podremos derribar a Macías y hacer de Guinea Ecuatorial el modelo de democracia que usted pensó y que el presidente no le ha dejado. Le pedimos que nos ayude a dar un golpe de Estado. Con su ayuda estará el éxito garantizado". Le respondía que ni yo era un traidor, ni me mezclaría jamás en las cuestiones internas de Guinea, y le rogué que transmitiese a Esteban y a todos sus cómplices que mí amistad hacia ellos había terminado para siempre. Ni de esta entrevista ni de esta carta hablé nunca al Presidente Macías, primero porque no vi que este asunto pudiera llegar a constituir un serio peligro, y segundo para no contribuir a aumentar la desconfianza, y el aislamiento del Presidente respecto a sus colaboradores en el Gobierno. Acompaño la tarjeta y la carta, con la firma de Esteban Nsué, como documento número 25, cuyo texto es el siguiente:


20 de Enero de 1973
El pueblo de Guinea Ecuatorial recibió tu ayuda. La misma fracasó por la escasa orientación de sus dirigentes políticos. Dicho pueblo sigue esperando de ti en estos momentos más que antes de que lo ayudes para su salida del actual abismo.
Es preciso que nos olvidemos de las pequeñas faltas de entendimiento habidas y acudas a nuestra llamada, uniéndote al gran grupo guineano hoy existente, representativo de los Partidos y Movimientos Políticos. Grupos Económicos y Socio Culturales de nuestro país, para que, bajo tu orientación podamos trazar nuevos programas para la segunda etapa de la República.
Sólo tu tarjeta al portador haría que fijemos el lugar del encuentro.
Pendiente de una grata noticia.
Recibes un fuerte abrazo de tu siempre



La maquinación de la A.N.R.D. está probada. Pero hay otros hechos que explicar ante la opinión pública. Porque no puede ser un azar lo siguiente:
1.- Es en el mes de junio de este año, cuando yo salgo de Carabanchel, y sostengo el primer debate de importancia con el P.S.O.E. sobre su pretensión de hacer compatible pasar por la ventanilla de Fraga y permanecer en Coordinación Democrática, cuando la A.N.R.D. comienza a dar los primeros signos de actividad.
2.- Es en los días anteriores a la primera cumbre de la oposición en el Hotel Eurobuilding, el día 4 de Septiembre, cuando la A.N.R.D., visita a todos los partidos integrados en Coordinación y entrega el dossier, como la propia A.N.R.D., lo reconoce en el mismo.
3.- Es en la reunión del Pleno de Coordinación que ha de aprobar el programa político de la oposición unida y designar a los representantes de C. D. en el Comité de enlace que se ha de reunir en Valencia, cuando el P.S.O.E. exhibiendo el dossier se declara moralmente incompatible conmigo.
4.- Es después del éxito de la reunión de Valencia donde se crea la Plataforma de Organismos Democráticos, cuando el P.S.O.E. manifiesta su incompatibilidad de asistencia conjunta conmigo a las sesiones de trabajo de C.D. y cuando el primer Secretario del P.S.O.E., Felipe González, en una rueda de prensa declara que el contenido del dossier de la A.N.R.D. es cierto.
5.- Es un día antes de la segunda cumbre de la oposición cuando el Gobierno levanta la materia reservada sobre Guinea.
Kong
QUOTE
Clausurada la Conferencia se convoca en el Ministerio de Asuntos Exteriores a Saturnino Ibongo, Atanasio N'Dongo y a un secuaz de estos, Armando Núñez de Balboa Dougan, que no era miembro de la Delegación guineana y que por tanto no tomó parte en la Conferencia.


Olé tus santas partes.

No tienes ni la mas remota idea de que era Guinea, ni la tendrás nunca.
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Eri
QUOTE
El día 10 de Mayo, y declarado ya Secreto oficial los trabajos de la Conferencia, la mayoría absoluta de la Delegación guineana (23 miembros sobre un total de 44), asesorada constitucionalmente por mí, presenta un escrito haciendo constar que el proyecto de Constitución redactado por los técnicos designados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, señores Herrero y Condomines, ha sido rechazado por 33 miembros de la Delegación guineana; que el proyecto presentado por 10 miembros de Fernando Poó, por ser de. carácter separatista, debe ser también rechazado; y que el único proyecto de Constitución viable es el presentado con el aval de los 23 firmantes. (Documento núm. 1).

Con el consentimiento de esta mayoría me decido entonces a enviar un informe al Sr. Carrero Blanco -a quien no conocí- por medio del entonces Ministro de Comercio, Sr. García Moncó. En este informe dije: "Prescindiendo de mi ambición, como jurista, de poder contribuir a la creación de una Constitución realmente africana y moderna, y de mi orgullo, como español, de que esta creación sea una genuina aportación de la cultura española, los motivos de orden político que me han empujado a ocuparme de la Constitución de Guinea han sido los siguientes:
1.- Procurar unas nuevas relaciones, sinceras y profundas, entre el pueblo español y el pueblo guineano, de orden político, económico y cultural.
2.- Procurar la continuidad del orden existente en Guinea durante el período de organización del nuevo Estado independiente, para que la brusquedad política del salto a la independencia se lleve a cabo en un clima de confianza y de serenidad.
3.- Procurar la formación de una conciencia nacional guineana que supere las actuales tendencias tribalistas y separatistas.



Definitiva y presuntamente, no tiene usted, amigo de sus amigos supongo, ni la mas repajolera idea ni de la idiosincrasia africana, y de la de Guinea en particular su ignorancia es absolutamente clamorosa.

¿Quien es usted para pretender obligar a la etnia bubi, a compartir un Estado con quien no quieren?
Yo crei que esos dogmas de fe eran solo atributos de "su excelencia el jefe del estado" y del papa.
Usted mismo.

Su académico estilo es inconfundible.
Después de leer semajante pliego de descargos, sigo en la eterna duda de siempre acerca de la verdad de la descolonización de Guinea, pues no hay en el ninguna revelación y solo su visión a la defensiva de sus batallas privadas.

Sigo con mis dudas en cuanto a algunas lagunas que no acabo de explicarme, pero ninguna duda en lo que respecta a su versión, y a que esta no tiene la verdadera intención de aclarar nada.

Sus intenciones a dia de hoy,las conocerá usted solo.
Sus intenciones en el proceso de independencia de Guinea y la descalificación previa de los "colonos" que allí viviamos, puede dar alguna pista acerca de su pensamiento e intereses.
Mire usted, a los que allí vivimos y trabajamos, su personalidad, sus intenciones y su ego, nos traen absolutamente sin cuidado.

Y su opinión acerca de un territorio del que usted nunca nunca hizo su hogar, su lugar de vida, de vecindad, de conocimiento del medio, de experiencia vital compartida.
Me trae aún mas sin cuidado.
El daño, hecho estuvo y yo particularmente prefiero, que usted no colabore en intentar enmendarlo.
Sus problemas, son suyos y me importan muy poco.
Vértigo
QUOTE
EL día 5 de Marzo de 1969, Atanasio N'Dongo y Saturnino lbongo, trasladados a Guinea desde Madrid en un avión "especial”, y con la ayuda de sectores y de medios que en su día se conocerán, dan un golpe de Estado que triunfa durante cuatro horas. Atanasio desde eL sillón presidencial en Bata comunica que ha cumplido con éxito el golpe. Recibe telegramas de felicitación que llegan cuando el sillón está de nuevo ocupado por Macías, tras su asalto al Palacio presidencial. Atanasio, Ibongo, Balboa y algunos más de sus secuaces murieron en el acto, o a consecuencia de las gravísimas heridas recibidas.


Hasta donde conozco este relato es inexacto.
Se ignora si Atanasio fue arrojado por la ventana del palacio o cayó tratando de eludir su captura. En lo que coinciden los cronistas es en que no murió por el golpe sino que murió posteriormente en prisión al serle negada asistencia médica
En cuanto a Balboa tampoco murió en el asalto a palacio, fue detenido torturado y ejecutado, sin que hubiera participado físicamente en el asalto.
Ibongo, al igual que Balboa fue asesinado en prisión, no murio en asalto alguno.
Eri.
QUOTE
Hasta donde conozco este relato es inexacto.


Hasta donde conoce Vértigo, y un monton de personas de este foro.
Si el Sr. Trevijano posee un grado de certeza en todos los conceptos vertidos en su soflama defensiva anterior, como el que demuestra con esa afirmación, está descalificado definitivamente.

En este foro Sr. Trevijano, no se confunda, "sabemos infinitamente mas que usted" acerca de los sucesos de Guinea.
O nos cuenta algo interesante o mejor déjelo.

Y sabemos mas que usted, porque vivimos allí.
Mucho antes de que usted hiciera la mili.
No se confunda por nuestra edad media Sr.
Nuestros padres sabian hablar y hablaban.
Algunos, aunque usted no se haya parado a pensar en ello, aún viven.
Nuestros padres vieron el espectáculo en directo y algunos de nosotros, también.
Nuestros padres eran amigos de A.Balboa y de otros.
Amigos de comer con ellos y de charlar con ellos.
Amigos de verdad, no se si me entiende.

De forma, que venir aquí a contarnos a nosotros, como, cuando, donde y por que motivos murió uno de esos amigos, me parece un ejercicio de soberbia inconmensurable, además de un patinazo fantástico y de un mal gusto insuperable cuando además se miente sobre el tema.

¿Sabe usted lo que le digo?
Que no me da usted ninguna pena, sus lamentacioes acerca de su acoso me importan un pimiento.

Cuando una jauria de chacales se devoran entre si, lo mejor es seguir el camino, no mirar atrás y desear que no quede vivo ni uno solo de ellos.
El mundo habrá ganado un granito de arena de felicidad.

Saludos al señor Paesa si le ve un dia de estos.

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ERI
Sr. García Trevijano
Muy Sr. mío:
Este foro y sin que me ampare ningún derecho de representación colectiva, está formado en parte por aquellos a los que usted se refiere en algún rincón de su prolijo escrito, como “colonos”, también por hijos de “colonos”, padres de “colonos” y otras combinaciones familiares con el concepto de “colono”como factor común.
Pero hay desde luego otro factor común infinitamente mas poderoso y emotivo que ese, y que posiblemente le deje a usted indiferente, simplemente porque no lo entenderá jamás.
Se trata del cariño y el amor hacia Guinea.
Guinea intemporal, no solo aquella de nuestros tiempos y la de nuestros mayores, que también, Guinea como idea, como territorio en el que existir, como modelo de experiencia vital, de vivencias y calidad de vida, como lugar de ubicación social y de tránsito vital.
Eso amigo mío, ese concepto, no lo veo translucir en el inconmensurable texto suyo.

Las razones que usted tuviera para incorporarse al carro de la altruista y docente labor de diseño de la Constitución Guineana en los sesenta, me traen sin cuidado, entre otras cosas porque no le concedo la credibilidad ni la cualificación suficiente para haberse atrevido a ello.
Pero varias cosas me quedan claras de su soflama defensiva.
En Guinea amigo mío, existía un país antes de que usted lo encontrara en el mapa y en las reseñas políticas de los sesenta que le debieron llevara la idea de que esa era su gran ocasión.
Un país con sus luces y sus sombras, con sus justicias e injusticias, con sus maravillas y sus paradojas.
Ni mejor ni peor que otros, era simplemente “el nuestro”. El que usted y otros mas cualificados, se tomaron la molestia de arrasar concienzudamente
Y digo bien, “el nuestro”.
Y desde luego era mejor que el que algunos diseñaron virtualmente en el papel con sus etéreos textos académicos y con la mirada puesta en el infinito.

Era el país de “todos” los que lo habitábamos y por derecho “también nuestro”.

Generaciones de españoles desde el siglo XVIII, XIX y XX, echaron raíces en el territorio, fundaron comercios, compañías, hicieron infraestructuras, dieron trabajo a las gentes que lo quisieron, fundaron familias y establecieron vínculos afectivos y vitales con la tierra.
¿En algún pasaje de sus escritos, considera usted esa nimia cuestión sin importancia?
Lo de “superar el tribalismo en Guinea” por lo que me parece, también debía ser para usted una consideración de menor importancia, baladí y que le debió asaltar a usted de madrugada, demostración evidente de que ni usted, ni ninguno de los intervinientes en la gran opereta de la independencia de Guinea, tenía la menor noción de la idiosincrasia profunda, vital y atávica del pueblo guineano y por extensión, de toda el Africa negra.
Demostración evidente también, de que a usted y al resto de los intervinientes en la tragicomedia Guineana, tal cosa les importaba un rábano.
Usted, en un alarde e iluminación demagógica súbita, decide que escribiendo unas cuartillas y pensando como nadie había sido capaz de hacerlo hasta entonces, puede acabar en dos meses con el “tribalismo” en Guinea, así, fácil. Gran prócer sin duda, lástima que no pudo ser.

Sr. Trevijano, en Guinea existía, la que podemos llamar “enésima tribu”, que fue junto con otras, víctima de un atajo de oportunistas y de un deseo vehemente de quitarse a Guinea de en medio sin mayores miramientos por parte del gobierno español de entonces y de otros.
Esa “enésima tribu” estaba formada por todos aquellos seres humanos que si bien ancestralmente no tenían orígenes étnicos en Guinea, si tenían raíces y derechos adquiridos por toda una vida desarrollada en ella, incluso a lo largo de varias generaciones, y por una implicación vital, emocional, física y mental en el territorio.
Esa “enésima tribu”, convengamos que estaría formada por ejemplo, por fernandinos y por gentes blancas diversas, para las que Guinea era “su tierra” con el mismo o más derecho que para cualquier otro habitante consolidado en el territorio.
Hay algunas etnias Fang, cuyo historial de presencia en la zona continental, era mas reciente

¿Por qué no se tuvo en cuenta esta cuestión?
¿No es una cuestión, idéntica por derecho, al caso de Sudáfrica que felizmente fue resuelto con la colaboración y el tesón de mentes desde luego mas lúcidas que en el caso guineano?

Pues mire Sr. Trevijano, le voy a explicar por qué no se tuvo en cuenta.

Básicamente había dos intervinientes de peso en todo este asunto, entre los cuales obviamente usted no se encontraba.
EEUU y el Gobierno del general Franco.
También estaban después todos los ad-láteres que queramos añadir (Carrero Blanco, Castiella, grupos yankis de presión y otros entes de mal vivir).
Desde el primero hasta el último de ellos, una cosa tenían clarísima, y que era por cierto la única sobre la que tenían consenso.

ESTA “ENÉSIMA TRIBU” DEBÍA APARTARSE DE CUAJO DE CUALQUIER OPCIÓN DE PARTICIPACIÓN, CONSULTA Y NO DIGAMOS PROTAGONISMO O RECONOCIMIENTO DE DERECHOS EN EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE GUINEA

Y no podría creer, que no sepa usted por qué.
Pues en ese caso se lo aclararé.

Porque esa enésima tribu era la que de verdad comprendía a Guinea (junto con otras tribus), con un conocimiento amplio y profundo, incluyendo el conocimiento del mundo “exterior” a Guinea por añadidura, cuestión esta última, “clave” del asunto.
Era la que poseía el conocimiento (junto con otras tribus) de lo que de verdad interesaba a “todo” el pueblo guineano y lo que era “posible” hacer en Guinea con un pensamiento cabal y racional.
Era el catalizador que hubiera permitido llevar a la práctica “otra independencia” mejor para todos, mejor diseñada y más justa.
Y era, y esta era la cualidad exclusiva suya, la”única” tribu que de verdad sabía las intenciones ocultas e inconfesables respecto a Guinea de “todos y cada uno” de los actores de la farsa.
A otras tribus, se las podía manipular, embaucar y engañar, a la enésima tribu NO.

Como consecuencia:
La ONU desaprobaba vehementemente cualquier protagonismo de la “enésima tribu” en cualquier consulta, debate, asesoramiento y no digamos nada, la posibilidad de considerarla como “entidad propia y con derechos”.
EEUU, mejor ni mentarlo, sabía perfectamente lo que había que hacer, lo que no había que hacer y dio las órdenes apropiadas para conseguirlo.
El Gobierno del general Franco, sumisamente a las órdenes de la ONU (EEUU como todos sabemos) obedecía sin más.

Así por fin se hizo, y así quedó felizmente el campo abonado para batir el record de tropelías y despropósitos en la historia reciente de España.
En eso Sr. Trevijano, si ha sido usted interviniente de última hora.
Enhorabuena.

wacko.gif wacko.gif blink.gif mad.gif
manolo pizarro
¿Sabeis si existe documentación sobre los hechos acaecidos en el derrocamiento de Macias y la influencia del Embajador de EEUU en GE sobre los mismos?

Seria interesante ver el porqué durante su mandato, EEUU no tiene el campo abierto en el tema de la explotación petrolifera y solamente despues de su derrocamiento y bajo el mandato de Obiang lo consigue.

Otra cosa, ¿Westy hay memorias de Emilio Pan de Soraluce?

Gracias.
alicia balboa marce
2320.gif Yo, como Mariasun, prefiero tomarme mi tiempo y contentar o explicar o volver a explicar, no lo sé. La memoria reciente se va pero la de hace años, vuelve. Mi padre cuando iba a Madrid para "hablar" sobre la independencia, me llamaba a Barcelona para que me reuniera con él en el Hotel en el que se hospedaba en Madrid. Vi a mucha gente. Mucha. Muchos de los que habéis nombrado. Yo no estaba presente en las reuniones, por supuesto, pero los vi. Gracias JEP, el que reclamaba a la guardia civil era mi padre, o quizás hubo más, pero si sé que él la reclamaba y quería a Guinea casi tanto como a nosotr@s. Si el hubiera pensado en algún momento que la cosa peligraba mi madre y mis herman@s se hubieran marchado conmigo en Enero de 1969, cuando acabaron las fiestas de navidad, y me tuve que volver(llorando, como siempre.....) a seguir mis estudios. Cuando le torturaban, una de las cosas que le decían es que su mujer y sus hijos estaban en la misma situacion.......él decía "mi hija Alicia está en Barcelona, a ella no le haréis daño..."Una monja, maravillosa mujer, le decía que no les creyera, que mis madre y mis herman@s estaban bien, no sé lo que él creyó, pero sí sé que sabía que yo seguiría viviendo y que si mis hermanos estaban bien, "Nuri los sacará adelante". Sabía que mi madre era fuerte y que no se acobardaría ante nada ni nadie y así fue, luchó por mis herman@s como una jabata, ella sola con la ayuda maravillosa de la Guardia Civil, que hasta les propusieron casarse con mis hermanas para que las dejaran salir de allí como esposas de guardia civilies(16 y 11 años), pero ¿y mi hermano y mi hermana de 4 años?. A mi madre la dejaban salir, era blanca, no la querían, pero sí querían a los hij@s de Armando Balboa, ¿para qué?. No lo sabemos. Y salieron. En el último barco, en el Ernesto Anastasio, de noche, corriendo, perdiendo por el camino mientras lo hacían las poquísimas cosas que habían podido sacar.....Hubo algún guardia guineano que al subir al barco, le dijo a mi madre "Buena suerte señora" . Y aquí estamos tod@s. No lo consiguieron. Ni el gobierno español ni el gobierno guineano. Mis herman@s y yo misma(lo primero que me dijeron es que estaban todos muertos) hemos tenido que superar muchas cosas. Los tres mayores nos acordamos de casi todo. Las dos pequeñas no quieren ni oir hablar. No les interesa. Saben que nacieron allí(las únicas que lo hicieron de los cinco), y que eso les ha causado más de un problema, ya que la gente no sabe que existia Santa Isabel de Fernando Poo. Somos una gran(...de numerosa y de lo otro....), que hemos luchado mucho, y que lo que tenemos(no lo material, eso no tiene importancia cuando se ha perdido tanto....) lo valoramos muchísimo. Al final Mariasun no lo he dejado para después. Lo he hecho ahora. besin.gif Pero queda mucho con contar........................
jacamigaro
CITA(Jose Eduardo Padilla @ Jun 8 2006, 08:55 PM) [snapback]12393[/snapback]

FEBRERO Y MARZO DE 1969
EL TRAGICO ABANDONO A SU SUERTE DE CIENTOS DE FAMILIAS ESPAÑOLAS EN GUINEA


Dentro de la tragedia humana que supuso globalmente la indigna independencia de Guinea, uno de los capítulos mas sangrantes es el de la ingente cantidad de familias que hubieron de huir literalmente de ella, súbita, forzosamente, en trágicas circunstancias y ante la pasividad e inoperancia del gobierno español de entonces.
En la España de los sesenta, el tamaño de la familia media oscilaba entre tres o cuatro hijos, las familias en Guinea no eran una excepción y en muchos casos superaban esa cifra.
El agravamiento de la situación en Guinea después de la independencia, pasó por dos etapas claras. Una primera desde octubre de 1968 hasta diciembre, la segunda y definitiva, desde enero de 1969 hasta el 31 de marzo del mismo año.
Por increíble e ingenuo que pueda parecer ahora, nadie esperaba que la situación desembocara en el caos y el horror de los tres primeros meses de 1969, entre otras cosas porque la falta de información y el mutismo del gobierno español fueron absolutos, fuera y dentro del territorio guineano.
Entre el 12 de octubre de 1968 y el mes de enero siguiente, la población de españoles blancos en Guinea no había experimentado grandes cambios, a nadie le entraba en la cabeza que pudieran desencadenarse los hechos, el caos y el horror que inmediatamente después se sucedieron, y que la actitud del gobierno español fuera de total pasividad en ese hipotético supuesto.
Incluso algunas familias habían regresado a Guinea después de las vacaciones de navidad de 1968, en la inocente creencia de que la normalidad seria habitual y que contarían con la garantía del gobierno español si la situación lo requiriese.

Estamos hablando de familias que llevaban “toda su vida” en Guinea.
Familias, algunas de las cuales llevaban dos, tres, y mas generaciones en aquellas tierras y que por tanto, con todo derecho y legitimidad moral, la consideraban tan suya como de cualquier otro.

En otos casos como el de Sudáfrica, esa legitimidad se llevó a la práctica sin más entelequias y con el beneplácito internacional.

Familias cuyos antepasados muertos, descansaban en los cementerios de Santa Isabel, Bata o en cualquier otro bonito y cuidado cementerio guineano, bisabuelos, abuelos y padres que habían llegado a aquellas tierras a principios del siglo XX e incluso el XIX.
Se desgarraron historias personales, vivencias, estructuras familiares, raíces vitales y se produjo una diáspora humana cuyas secuelas aún no han terminado.
En Guinea había una sociedad civil organizada y una comunidad viva como en cualquier otra provincia española.
Había institutos de enseñanza media públicos, colegios y toda la infraestructura de servicios, propia de una ciudad media de provincia en aquellos años.
Cuando la situación se agravó en febrero y marzo de 1969, las familias en principio se refugiaron en las casas respetando el toque de queda impuesto por Macias desde las seis de la tarde.
La embajada española y el embajador D. Emilio Pan de Soraluce, máximas y únicas autoridades españolas en el territorio en ese momento, demostraron su falta absoluta de capacidad de salvaguardia hacia los españoles y un des-interés completo por sus vidas.
Que fuera en el mejor de los casos, obedeciendo órdenes, no me parece un eximente ante una situación de tal envergadura.
Durante los meses de febrero y marzo de 1969, se produjo por tanto un auténtico y caótico éxodo de familias españolas, que tuvieron que ingeniárselas para abandonar el territorio por sus propios medios, en unas jornadas de terror e inseguridad, en las cuales el gobierno español mantuvo una absoluta pasividad, incluyendo la orden nunca escrita a las fuerzas de la Guardia Civil allí todavía destacadas, de no intervenir.
Vergonzosamente para el Estado español, la única intervención de las mismas oficialmente permitida en Guinea, fue el acordonamiento de la carretera al aeropuerto de Bata cuando personal de la embajada abandonó el territorio guineano y para su protección, acordonamiento que se iba cerrando a medida que la comitiva pasaba, y que finalizó con el repliegue definitivo a los cuarteles una vez consumada la huida, dejando a la población absolutamente indefensa y a las fuerzas de seguridad, con la reiterada orden de no intervenir bajo ningún concepto.

Las familias tienen que huir a veces con lo puesto y abandonando sus casas, propiedades, enseres, y dejando atrás una vida entera de esfuerzos, afectos, amigos, seres queridos enterrados allí y experiencias vitales.
Los cuarteles de la Guardia Civil de Bata y Santa Isabel, se convierten en Numancias del siglo XX en las que se refugian las familias para resguardarse del terror.
La Guardia Civil, cumpliendo órdenes cobardes y muy a su pesar, se limita a defender los cuarteles y dar cobijo a madres, padres y niños, que no pueden hacer otra cosa para salvar sus vidas, gracias a ella, el terror no desembocó en una masacre a pesar de todo.
La Guardia Civil se limita a defender el cuartel de los merodeadores en el exterior y a la difícil tarea de conseguir alimentos para la gran cantidad de refugiados que se hacinan en su interior.
Tarea nada fácil por cierto.
Hay quien dice que Macias tomó medidas en un momento dado, para estrangular el suministro de víveres al cuartel de Santa Isabel.
Hay quien dice también, que un día, un comando español se personó por sorpresa en el palacio del gobierno, llegó hasta el despacho de Macias sin mayores problemas y encañonándole le dieron un ultimátum.
“Si no da la orden de suspender el bloqueo de entrada de víveres, es hombre muerto”.
Nunca más volvió a haber problemas de suministro de víveres.
No hubo necesidad de disparar un solo tiro, el respeto (miedo) profundo de las “juventudes” de Macias que promovían los altercados, hacia la Guardia Civil, era más que suficiente para ahuyentarlos al menor amago de fuerza.
Hay muchas historias de dolor y de tragedia para familias guineanas, sirvan algunas de muestra.

Bata
(¿Importa el color?)
Una, se refiere a una familia numerosa.
El padre, insigne guineano y español, es torturado por Francisco Macias de la forma más vil y sanguinaria imaginable.
Cuando al fin es atendido y aliviado por un médico español en el hospital, sus muchas heridas están gangrenadas y tiene delirios por la fiebre, su estado es terminal.
Finalmente, ya agónico en la camilla del hospital y custodiado dentro de la habitación por jóvenes armados de las “juventudes” de Macias, encuentra fuerzas para incorporar el tronco, preguntar en su delirio, “donde está la Guardia Civil” y gritar: ¡VIVA GUINEA!
El médico tiene que intervenir para evitar que le golpeen.
Consigue incorporarse y repetir la exclamación alguna vez más, hasta que muere.
Mientras tanto, las fuerzas armadas españolas permanecen sitiadas en su cuartel, siguiendo órdenes de no intervenir, emanadas “de quien corresponda”.
Supongo también que mientras tanto, Carrero Blanco pensaba en comulgar al día siguiente en su diaria misa en la Calle Claudio Coello, del embajador de España en Guinea y F. M. Castiella, no tengo idea de sus impresiones en ese momento.

Familias que consiguen la evacuación de sus hijos y esposas, mientras el padre decide a pesar de todo permanecer allí, intentando salvar algo de su patrimonio en última instancia y mantener la débil esperanza de que la situación cambie.
Hay muchas historias

Santa Isabel
A. F. P. (¿importa el color?)
Es propietario de un comercio entre el muy considerable patrimonio ganado con el sudor de su frente y la de varias generaciones de su familia, le avisan una mañana urgentemente de que le están buscando.
Se dirige apresuradamente al aeropuerto y consigue embarcar de milagro.
El resto de su familia, había salido un mes antes de allí afortunadamente.
Lo único que consigue llevarse para empezar de cero en Madrid y con ocho hijos que sacar adelante de entre 3 y 17 años, son algunos relojes Rolex de su tienda, disimulados bajo su sahariana en ambos brazos.
A las dos horas de despegar su avión, las “juventudes de Macias” entran en su comercio y al no encontrarle, saquean y destrozan todo el interior del local.
La situación en Bata es peor si cabe, ya que Iberia no puede usar el aeropuerto y por tanto la evacuación se produce por barco, agravada por helecho de que allí no había puerto y por tanto el barco ha de tomarse abordando los botes salvavidas del “Ciudad de Pamplona” desde el espigón en tierra.
Las escenas son aterradoras.

Bata
Bima Martí (¿importa el color?)
Este español, como tantos otros, tiene que pensar en salvar su vida y la de su familia.
En Bata la evacuación es mas trabajosa, porque además de la dificultad añadida de ser por barco, el territorio es muy superior en extensión y las distancias a recorrer por algunas familias son considerables y el trayecto por tanto mas peligroso.
Desde una remota finca en el interior, este hombre navega por el rió con enseres, su esposa embarazada de tres meses y trabajadores negros de la finca que huían también de una muerte cierta. Van en una barcaza por el centro de un gran río.
Desde la lejana orilla del ancho río, le dan el alto, se produce una situación de pánico, confusión, y la barcaza no puede detenerse instantáneamente.
Disparan desde la orilla y fatalmente le alcanzan y muere.
Deja una hija huérfana aún no nacida y viuda.

Santa Isabel
R.A.(¿importa el color?)
R.A. estuvo al frente del servicio de Correos durante muchos años.
La mayor parte de los empleados de correos en Fernando Poo, eran de la etnia bubi.
Una mañana, unos cuantos Land Rover atestados de “juventudes de Macias”, posiblemente ebrios, irrumpen el vestíbulo del edificio de Correos y pretenden maltratar y llevarse detenidos a los empleados bubis.
A. sale en defensa de sus empleados de “toda la vida” e intenta calmar la situación.
Le asaltan, agraden, le descalzan y le arrastran con uno de los Land Rover, por las calles de Santa Isabel, que estaban recién asfaltadas y con gravilla en la superficie.
Pudo ser evacuado ese mismo día y volver a España con heridas y desgarros en los pies y en el resto del cuerpo, además de con la vida destrozada anímica y moralmente.

Supongo que ese día también debió comulgar Carrero Blanco en Madrid, lo que hacían o pensaban mientras Pan de Soraluce y Castiella, lo desconozco y no es relevante plantear una suposición.

Para ser justos hay que decir, que el número de víctimas blancas en estos episodios trágicos es muy reducido a tenor de la situación de anarquía y confusión reinantes.
Son producto, más de una situación de caos y desorden, que de una intención premeditada.
Los objetivos de Macias eran, dar rienda suelta a su ira enfermiza, a su venganza por el desinterés de España por sus problemas y hacer demostración de su poder asesinando a sus supuestos enemigos políticos, y esos eran en general de raza negra.
También en parte fue una reacción a su propio pánico personal.

El día 31 de Marzo de 1969, sale el último vuelo de Iberia del aeropuerto de Santa Isabel, en el que consigue salir entre otros, mi padre.
Gracias exclusivamente a la providencia y al destino.

Todos estos episodios son reales y la diáspora no había hecho más que empezar.
Salvo las familias de funcionarios, que tenían asegurado un puesto de trabajo “en la península”, la mayoría de ellas tuvieron que comenzar de nuevo sus vidas desde cero y superar un trauma material y moral cuyas consecuencias fueron en demasiados casos una tragedia añadida.
A la llegada a España, tuvieron que alojarse, repartidos en casas de familiares, sin enseres, sin ropa, sin medios materiales ni económicos, en muchos casos también sin casa propia, ni trabajo.
Asumir un drama íntimo y familiar de ese calibre para seguir adelante, no fue fácil en términos generales.
Hay numerosos testimonios de que muchos padres de familia no fueron capaces de superarlo y en breve periodo de tiempo sufrierondepresiones, la enfermedad y finalmente la muerte.
Aún superándolo y dependiendo de los casos, el trauma psicológico que supuso aquella tragedia, marcó la vida de familias completas en una inmensa mayoría.
Sin llegar a los extremos mencionados, son innumerables los testimonios a día de hoy, de familias cuyos padres tuvieron una muerte natural pero prematura y que nunca pudieron superar el hecho de ser arrancados de cuajo de su tierra y dejar atrás toda una vida de trabajo, dedicación y experiencia vital.
Muchas veces a unas edades, en las que un nuevo comienzo no era vital ni emocionalmente viable.
A día de hoy, la administración española no ha hecho el menor gesto de reconocimiento público de aquellos hechos, admisión de responsabilidades, ni colaborado a resarcir en ningún aspecto las penalidades sufridas, ni los perjuicios de toda índole causados a un alto número de familias españolas.
Aunque eso no sorprende a nadie, en eso y tristemente en algunas cosas más, hay poca diferencia entre la España de los sesenta y esta, salvo en apariencias y fanfarrias.

JEP


Y es por estas y otras muchas cosas, como tener desinformadas a las familias desgarradas y separadas, que tenían que ir de peregrinación a Barajas todas las semanas, para saber si su padre había sido asesinado o no, por las que me importan un bledo las disquisiciones mentales de esta panda de sexagenarios, a saber:

Castiella
Carrero Blanco
Pan de Soraluce (Mr. ¿Florindo Mbá?)
Garcia Trevijano
Paesa
Fraga Iribarne

Y algún otro que con toda justicia olvido

No me parecen mejores que:

Francisco Macias Nguema Mbasogo

wacko.gif mad.gif mad.gif
vicente gozalves alemañ
He leido tú articulo de la decolonizacion de Guinea,me ha hecho hasta llorar un poco.Mi padre estaba en Bata con mi madre y hermanos,salieron con lo puesto.Empezó de nuevo pero ya con 58 años,después de haber estado mas de 30 años en Guinea.España nunca se ha acordado de nosotros.En cambio cuando se cerro la Veja de Gibraltar a todos los españoles que salieron de alli,les dió empleo en Servicios del Estado,cómo celadores,auxiliares limpiadores etc, en la Segdad. Social.
CELANOVA
CITA(Vértigo @ Jun 6 2006, 01:04 PM) *
Estoy estudiando la descolonización de Guinea.Me parece muy interesante la polémica entre Herrero de Miñón y García Trevijano. He encontrado algunos artículos que espero sean vuestro interés.

CITA
La Conferencia Constitucional y la independencia de Guinea Ecuatorial en las "Memorias de estío" de Miguel Herrero de Miñón (*).



  "En enero de 1968 terminaba los estudios de filosofía en Lovaina cuando, a través de la embajada española en Bruselas, recibí el recado de ponerme en comunicación con el ministro de Asuntos Exteriores. Castiella me pidió que volviese inmediatamente a Madrid a fin de asesorar la preparación y celebración de la segunda fase de la Conferencia Constitucional para la independencia de Guinea Ecuatorial. Su jefe de gabinete, Marcelino Oreja, le había hablado de mis investigaciones sobre el derecho constitucional de la descolonización. Así lo hice el 21 de febrero de 1968, tras despedirme apresuradamente de mis asombrados maestros Antoine Vergote y Alphonse de Waelhens, reacios a comprender aquel rápido paso de la fenomenología a la política.

  Conocía a Castiella como amigo que era de mi padre; en varios encuentros veraniegos, había tenido ocasión de charlar con él o, más bien, de escucharle; y con Marcelino Oreja tenía una buena relación que los años han transformado en respeto mutuo y amistad. Pero es claro que nunca había visto trabajar a un equipo ministerial como aquél y en el que se integraban personas de diversa valía y talante. Sin duda se puede discrepar de muchos aspectos de la política exterior de Castiella y el juicio, atendiendo a los resultados, no puede ser optimista. Pero es preciso reconocer que, merced a una tenacidad ejemplar, puesta al servicio de una altísima idea de la dignidad del Estado y de su servicio en el exterior, el ministro y su equipo consiguieron dar a luz una concepción del interés nacional todavía vigente y crear en nuestra carrera diplomática una escuela de pensamiento.

  El proyecto de Castiella, tal como, una noche de aquel mes de febrero, me lo expuso en su despacho de Santa Cruz, no carecía de cierta grandeza e indudable viabilidad, aunque hubiera requerido una política interior muy diferente. Se trataba, según el ministro, de conducir rápidamente hasta la independencia a Guinea Ecuatorial primero y al Sahara después, y establecer con ellos íntimos lazos de cooperación de modo que, asumiendo un coste económico no pequeño, España pudiera, en gran medida, determinar su política exterior. Con ello, el político bilbaíno confiaba en obtener tres objetivos: dos votos más para España en las Naciones Unidas, importante baza a jugar en contenciosos presentes y futuros; contrapesar desde el Sur las apetencias marroquíes, estableciendo una alianza entre el futuro Sahara, vinculado a España, y Mauritania, y, en fin, no sólo dar muestras de buena voluntad hacia el Tercer Mundo, sino conseguir dos vías de entendimiento con él. Sin duda el problema de Gibraltar, que ya entonces obsesionaba a Castiella, pesaba mucho en este diseño estratégico y no dejó, a mi juicio, de contribuir a su frustración. Pero si estas bazas se pensaban jugar indudablemente en pro de la reivindicación española, su alcance se pretendía mucho más permanente.

  Desde mi llegada hasta mediados de abril estuve dedicado a preparar, a más de la fórmula de acceso a la independencia (1), dos extremos claves.

  Ante todo, la elaboración de un anteproyecto de constitución donde tuve ocasión de aprovechar materiales recopilados y utilizados en las investigaciones anteriores ya mencionadas. Recuerdo que con la ayuda de hombres de buen criterio como Oreja, Cañadas y Moro conseguí descartar las peores opciones, entre otras la de exportar las instituciones del régimen español, y establecer, como postura de reserva, un texto muy simple. Sin otra parte dogmática que la Declaración Universal de Derechos del Hombre; un sistema de gobierno neoparlamentario de ejecutivo prácticamente monocrático, equilibrado por un vicepresidente del Gobierno sin específicas competencias; un gabinete dependiente del presidente; y una estructura regional con competencias autonómicas amplias y tasadas y una participación en el Gobierno, como ministros sin cartera, de los dos presidentes regionales.

  El segundo extremo, ya planteado al elaborarse la Constitución, era el sistema electoral y que, según el criterio del Gobierno, debía consignarse en una Ley Electoral a elaborar en la propia Conferencia.

  Mis conocimientos en la materia no eran grandes y comprobé que los de los supuestos expertos que se movían en torno de aquella tarea eran todavía menores que los míos. Yo conocía desde hacía años, por razones familiares y académicas, a un diplomático excepcionalmente inteligente y que había dedicado mucho tiempo y energía al estudio de los sistemas electorales, Francisco Condomines. Reclamé su venida en comisión de servicios y colaboramos íntimamente durante varios meses hasta el final de la Conferencia Constitucional.

  Condomines me convenció de las ventajas del sistema proporcional para afrontar una situación como aquélla. Yo estaba bajo la influencia de las tesis de Duverger y de Rae (2), según las cuales, mientras el sistema electoral mayoritario simple conduce al bipartidismo, el sistema proporcional fomenta la proliferación de partidos y evita las mayorías absolutas. Ahora bien, Condomines me demostró que lo primero conducía al partido único si el sistema mayoritario era de lista nacional y aun provincial, y que la alternativa no podía ser otra que los distritos uninominales, muy convenientes cuando ya existía un sistema de partidos, pero que, en caso contrario, atomizarían la representación, eliminando cualquier gran fuerza política y dando el poder a los notables locales. Por otra parte, el sistema proporcional permitía la representación de diversas minorías territoriales o étnicas, sin necesidad de acudir a la tosca fórmula de reserva de escaños, y si se exigía listas electorales completas, cerradas y bloqueadas, simplificaba extraordinariamente el escrutinio y fortalecía la estructura de los partidos.

  Todo eso nos parecía deseable para Guinea y así lo hicimos aceptar por la parte española. Pero esta opción que, al final, fue fútil en Guinea Ecuatorial resultó trascendental, y sus consecuencias llegan a la vigente Constitución y legislación electoral española, como explicaré en capítulos posteriores.

  Los instrumentos legales de la independencia estaban ya preparados y los borradores constitucional y electoral listos. Yo trabajaba en un despachito del palacio de Santa Cruz redactando una nota informativa final, cuando la puerta se abrió, con cierta violencia, y entró en mi cubil el ministro Castiella seguido a respetuosa distancia por Marcelino Oreja. Dejé de teclear y me levanté. «No soy Napoleón», dijo Castiella, y yo lo confirmé, como hubiera hecho un personaje de Wodehouse: «No, señor ministro; no lo es.» «Pero como Napoleón», continuó nuestro canciller, «condecoro a mis hombres en el campo de batalla». Abrió un estuche. Me prendió en el pecho la encomienda de número del Mérito Civil, alegando mi juventud para no darme la Gran Cruz. Me rogó continuara trabajando durante la fase de la Conferencia Constitucional que comenzaba días después. Me abrazó y se fue dejando que Oreja me felicitase y entregase un sobre con cincuenta mil pesetas.

  Para mí, aquel episodio, por minúsculo que sea, retrataba bien a Castiella y a muchos hombres de su generación. La indudable experiencia se diluía en exceso de ingenuidad. El sentimiento de la grandeza de la propia función se realzaba por una dosis de modestia que hoy es inimaginable. No creo que Castiella se sintiera importante de suyo ni por ser ministro, sino por la alta función que quería y creía ejercer.

*  *  *

  La segunda fase de la Conferencia Constitucional comenzó, formalmente, el 17 de abril con un discurso solemne de Castiella y, de hecho, en dos sesiones de mañana y tarde el día 19 del mismo mes. La mesa la constituían Sedó, en representación del ministro, Mañueco y Cañadas; la delegación española se componía de representantes ministeriales, entre los que destacaba, por vocación y dedicación, un jurista excelente, Marcelino Cabanas, los militares, siempre racionales, y el ya prometedor político Rodolfo Martín Villa, escindido entre su fidelidad a López Bravo, del que era director general, y su comprensión y simpatía hacia la política aperturista de Castiella. La delegación guineana agrupaba a representantes de las instituciones de autogobierno, organizadas desde 1963, y de las fuerzas políticas de hecho existentes. Condomines y yo asistimos desde la tarde del día 19 de abril hasta el 27 de mayo, en calidad de Comité Técnico.

  Pese a su alto nivel económico de entonces sobre la media africana, la situación de Guinea no era muy alentadora. Las instituciones de gobierno estaban desprestigiadas y sus dirigentes tachados de colaboracionistas (v. gr. el presidente Ondo Edu). Existía un movimiento nacionalista de organización prometedora e implantación global, con un programa occidentalizador y unos dirigentes y cuadros aceptables (el MONALIGE, con Atanasio Ndongo y Saturnino Ibongo a la cabeza). Había movimientos personalistas y oportunistas de todo tipo (agrupados en el MUNGE) y pseudoorganizaciones étnicas múltiples. La minoría más importante eran los bubis, autóctonos de Fernando Poo y temerosos de la mayoría pamwe del continente. Y todo ello, claro está, envuelto en una humanidad lamentable, siempre dispuesta a la corrupción y al charloteo, en la que palpitaba dramáticamente el tránsito entre la magia y la ciencia, la tribu y el partido, el oficio tradicional y la profesión occidental. Pero habituado como estaba, desde la elaboración de mi tesis doctoral, a leer-los discursos de Lumumba, no tuve por qué extrañarme demasiado de los de Macías, y si había admirado a un dogmático como Julius Nyerere, no podía dejar de hacerlo con un pragmático como Ndongo.

  Por parte española la situación no era menos compleja. En el Gobierno ya había quedado claro que España no tenía interés político, económico o estratégico alguno en permanecer en Guinea Ecuatorial. Pero sí había dos posiciones contrapuestas en el proceso descolonizador. Por un lado la de Castiella y, por sintonía con él, los ministros que pudieran ser considerados como aperturistas, inclinados a jugar la carta descolonizadora como baza, modesta pero eficaz, de transformación del régimen. En lo exterior para realinearlo en la esfera de las relaciones internacionales; en lo interior para predicar las ventajas del sufragio universal .y de los partidos políticos. En todo caso, para jugar el éxito del proceso como carta de prestigio personal en una sucesión, cuya apertura parecía cada vez más próxima. De otro lado y por razones exactamente opuestas, el almirante Carrero y su entorno, de cuyo Ministerio de la Presidencia dependía la Dirección General de Plazas y Provincias Africanas.

  En este panorama incidían las fuerzas de terceros tanto interiores como exteriores. Aunque Guinea era una carga económica para el Estado, los madereros de Río Muni y los cultivadores españoles de café y cacao en Fernando Poo obtenían notables ventajas de la situación colonial y no regatearon esfuerzos para dificultar la descolonización primero y obtener, cuando ésta ya era irreversible, la secesión de Fernando Poo. A este primer factor de perturbación hay que añadir la intervención de ciertos sectores de oposición al régimen que, en connivencia con los más ultramontanos de éste, trataron de frustrar, no tanto el proceso, como el éxito gubernamental en la conducción del mismo. Por último, yo nunca descarté que algún servicio especial de los países con los que la política de Castiella había creado tensiones innecesarias e imprudentes explotara la situación para desacreditarlo y provocar la crisis, como ocurrió meses después.

  Todos estos elementos gravitaban en torno a la Presidencia del Gobierno como polo opuesto al palacio de Santa Cruz. Personajes cercanos al almirante Carrero tenían conexiones varias, sea con los madereros o con ciertos supuestos elementos de la oposición democrática. Más adelante mencionaré al notario García Trevijano y su intervención en estas cuestiones. Baste ahora relatar un episodio paradigmático.

  Carrero y Castiella no se hablaban, y menos sobre problemas como el de Guinea, en el que mantenían actitudes dispares. Sus relaciones, al menos las que yo conocí, eran por intermediario. Y una tarde de mayo de 1968, Francisco Condomines y yo mismo fuimos al despacho del primero para plantearle, por encargo del segundo, problemas surgidos en el curso de la Conferencia. En un momento dado y poniendo por delante nombres concretos, dije: «Señor vicepresidente, en el círculo de esta casa existen personas que, bajo la protección de V. E., realizan una contrapolítica que podría calificarse perfectamente de traición y que yo considero de lesa patria.» El almirante se demudó y, probablemente, yo también al repensar lo que acababa de decir. « ¿Tiene usted pruebas de lo que afirma?», me preguntó Carrero. «Sí, señor vicepresidente, las tengo y, además, plenamente documentadas.» Yo jugaba de farol a todas luces; pero el vicepresidente del Gobierno hizo un gesto ambiguo con los brazos y espetó: «Usted es muy joven, Herrero. Póngase en la piel de los demás y comprenderá.» Es claro que comprendí.

  La presión de los colonos españoles era especialmente intensa en cuanto al futuro de Fernando Poo se refería. Y efectivamente no faltaban argumentos para apoyar la separación de la isla del resto de Guinea y constituirla, de una u otra manera, en lo que, una información interesada del prestigioso Le Monde, tituló «La Canaria más al Sur». No faltó quien propusiera, ya en 1961, la proclamación del gobernador general español como rey de los bubis y, en pleno proceso de independencia, se pretendió formalmente la vinculación de la isla con España a través de la unión personal en un mismo jefe de Estado.

  Sin embargo, cuando yo llegué a ocuparme de la cuestión, aunque tales posibilidades no dejaban de plantearse por bubis, terratenientes españoles y algunos funcionarios supuestamente bien intencionados, me parecieron siempre de mayor peso los argumentos en pro de la independencia de Guinea como una sola unidad política. Así lo anunció Castiella al inaugurar la segunda fase de la Conferencia Constitucional y serví tal opción con plena convicción de que era la más conveniente a nuestros intereses nacionales.

  Las razones para ello eran varias: Los múltiples actos propios de España y las reiteradas exigencias de la ONU en línea con el respeto a las fronteras coloniales proclamado por la OUA desde 1963, como nueva versión del «uti possidetis». El coste económico que para España tenía la isla y aún lo tendría mayor por sí sola. Los problemas de su defensa militar y el hecho de que la mayoría de la población fuera nigeriana merced a los inmigrantes braceros —cuarenta mil oficialmente, setenta mil en realidad—, que la indolencia de los quince mil bubis y la voracidad de los colonos habían traído a la isla.

  El segundo de los factores de perturbación más atrás señalados lo personificó el señor García Trevijano, exótico personaje que años después consiguió romper con izquierdas y derechas, rupturistas, reformistas e inmovilistas, en los años de la transición. El citado individuo se reunió a partir del 24 de abril con los delegados continentales y, con el apoyo técnico del, después catedrático, don Jorge de Esteban, inspiró la llamada propuesta constitucional «de los veintitrés», destinada a provocar la reacción separatista de los isleños, a potenciar el liderazgo del tristemente célebre Francisco Macías y, en último término, a frustrar el proyecto de Castiella de independencia pacífica y cooperación con España. No sé si es casual que, simultáneamente a las intrigas de García Trevijano, gentes cercanas a Calvo Serer hicieron intentos vanos de atraer en la misma dirección al joven Saturnino Ibongo, la más firme promesa del nacionalismo guineano y hombre de confianza de Ndongo.

  Condomines y yo conocíamos, día a día, tales operaciones e informamos puntualmente a Castiella. Cuando pienso que nuestros adversarios consiguieron torpedear el feliz desenlace de la Conferencia, el 30 de abril, mediante un donativo de 160.000 pesetas hecho al MUNGE —el recibo lo firmó Francisco Salomé Jones— y el compromiso de llegar hasta 500.000 o que José Antonio Nováis conseguía alguna ayuda económica para el propio Macías, no comprendo cómo el Ministerio no utilizó las mismas armas, con calibre mayor y definitivo.

  Meses después, y esto enlaza con el último factor de perturbación más atrás anunciado, se decidieron las elecciones guineanas en favor del candidato Macías mediante la aportación de cinco millones de pesetas, cuyo origen extranjero, del que entonces se habló mucho, ni puedo probarlo ni lo dudo por un momento. La filatelia, en todo caso, compensó sobradamente el gasto electoral.

  El día 19 de abril de 1968 presenté, en lo que creo fue la primera intervención política de mi vida, los puntos básicos de una Constitución para Guinea. Pese a las desconfianzas iniciales, fueron tan entusiásticamente aceptados por los africanos que, a su iniciativa, se nos encargó a Condomines y a mí tomar contacto con delegados de Fernando Poo y Río Muni, primero en conjunto, después separadamente, más tarde juntos de nuevo, hasta formular un proyecto de Constitución que la parte guineana pudiera presentar como propio a la Conferencia.

  Así se hizo, si bien ya en esta fase, fines del mes de abril, una minoría de entre los minoritarios bubis boicoteó el proceso y exigió la independencia separada de la isla, a raíz de una reunión del Comité del Cacao y una cena celebrada el día 25 por sus dirigentes y los señores Watson, Maho, Bosio y Copariate.

  Con todo ello nuestro trabajo avanzó, y a comienzos de mayo existía un borrador de Constitución acordado por la inmensa mayoría de la delegación africana y del que yo era redactor. Se trataba de la elaboración de los puntos por mí expuestos el 19 de abril, resumen, a su vez, del anteproyecto preparado semanas antes y al que ya he hecho referencia.

  Fue entonces cuando se produjo la intervención de García Trevijano, más atrás mencionada. Los técnicos, como se nos llamaba, incluso oficialmente, a Condomines y a mí, conseguimos el 10 de mayo desacreditar plenamente el proyecto «de los veintitrés», con rotundidad que hirió profundamente a García Trevijano, pero que apartó de su férula a la mayoría de los guineanos. El frente se desplazó entonces de lo constitucional a lo político y las fuerzas empeñadas en frustrar el intento de Castiella consiguieron su objetivo. Meses más tarde, Gabriel Cañadas me escribió desde Nueva York con motivo del asesinato de Ndongo por orden dé Macías, lamentándose que nuestra mano hubiera sido demasiado corta para llevar a buen término la empresa en que tanto Castiella, la mayor parte de su equipo, y yo mismo estábamos empeñados.

  En efecto, más allá de la decisión en pro de la descolonización que ya pocos o nadie ponían en duda y de su articulación constitucional, era preciso saber a quién se daba la independencia. Así se había planteado en las menos malas experiencias descolonizadoras y así lo planteé al ministro en informe de 1 de mayo.

  A mi juicio lo inteligente hubiera sido apoyar al nacionalismo de MONALIGE y a sus coaligados naturales, los «fernandinos» de la isla. Las únicas fuerzas políticas con cuadros aceptables, como revelan los nombres de Wilwardo Jones, King, Morgades, Grange, Balboa, Ndongo e Ibongo, con muchos de los cuales hice sincera amistad. Más aún, Condomines y yo nos reunimos por encargo de Castiella con la plana mayor de MONALIGE el 8 de mayo y pactamos una eventual colaboración española con dicho partido a la hora de la campaña electoral, a cambio de una actitud favorable del futuro Gobierno en la cooperación con la exmetrópoli, la salvaguarda de los intereses españoles en Guinea y la línea internacional del nuevo Estado.

  Sin embargo, los plantadores españoles jamás entendieron que su mejor garantía era, una vez decidida la descolonización, entenderse con el nacionalismo, como los franceses habían hecho en Senegal y los británicos en Kenia. Traté de explicárselo a alguno de ellos, por ejemplo a Portabella, y se me rieron en las barbas alegando su confianza en las disensiones tribales que impedirían la estabilidad del gobierno nacionalista, en el prestigio del presidente autonómico Ondo Edu y en las gestiones de la, todavía, en Guinea, omnipotente Presidencia del Gobierno.

  En este departamento las fobias ideológicas del almirante Carrero y de su entorno indujeron a una opción radical contra MONALIGE y en favor de Ondo Edu y de la extraña agrupación de personas y grupúsculos locales y étnicos que era el Movimiento de Unión Nacional (MUNGE). Todo ello llevó a una radicalización en la oposición entre isleños y continentales que, en colaboración con los nacionalistas, habíamos estado a punto de superar y al creciente protagonismo de Francisco Macías, a todas luces un psicópata desalmado, como después la población guineana tuvo ocasión de comprobar.

  El resultado de este deterioro político fue un empantanamiento de la tarea constitucional. La elaboración de un texto desastroso, algunos de cuyos mayores dislates yo conseguí corregir mediante apelación directa a Castiella a mediados de junio, pero que sustancialmente fue sometido a referéndum el día 11 de agosto de 1968. Y, lo que es peor, unas elecciones en las que España no fue neutral, sino pasiva, y algunos españoles, beligerantes.

  Se enfrentaron el candidato oficial apoyado por Presidencia y los intereses madereros, Bonifacio Ondo Edu, Francisco Macías como candidato de una coalición entre MUNGE, el viejo IPGE y una fracción disidente de MONALIGE, y el propio MONALIGE con Atanasio Ndongo a la cabeza. Los dos candidatos más votados el día 22 de septiembre fueron Macías y Ondo y, siguiendo una peligrosa política de catástrofe, Ndongo dio al primero sus votos en una segunda vuelta el día 29 del mismo mes. Macías fue proclamado presidente ante la sorpresa de los españoles todos, gobernantes y colonos.

  La influencia de Trevijano en Guinea fue a continuación decisiva, y la ejecución de la política española, desastrosa. Al decir de mis amigos, nuestra representación pasaba del protocolo de escuela a la política del cañonero, y nuestros representantes en Naciones Unidas no se dignaban prestar su coche en día de lluvia al nuevo delegado guineano, al que, sin embargo, entregaban abiertos los despachos que recibía vía Madrid. La crisis con España estalló en enero de 1969. Yo estuve plenamente apartado de los últimos trámites del proceso de independencia y solamente en enero de 1969 volví a tener noticias directas de Ndongo e Ibongo. El día 30 de enero me citaron en su hotel, el Palace, para pedirme un asesor jurídico que se trasladara con ellos a Guinea, función para la cual propuse a mi buen amigo Julio González Campos, después magistrado del tribunal Constitucional, quien aceptó encantado, pero, felizmente, no llegó a embarcarse en la aventura. Un mes después, en otra reunión secreta el día 28 de febrero, me comunicaron que proyectaban la incapacitación de Macías y la formación de un gobierno de salvación nacional. Para ello pidieron y obtuvieron mi colaboración y en mi casa se ajustaron proclamas y calendarios. Todo lo comuniqué, por una no sé si excesiva fidelidad funcionarial y, más aún, nacional, al ministro Castiella, a través de su jefe de gabinete Marcelino Oreja la tarde del mismo día 28. Lo demás es sabido. Macías, alertado, se recluyó en Bata. Incomprensiblemente, Ndongo, Ibongo y algún otro conjurado, en lugar de esperarle en Santa Isabel como habíamos acordado, fueron al continente tratando de detenerlo. Ndongo fue arrojado por el balcón y apaleado en la calle hasta morir. Ibongo y Balboa fueron asesinados en prisión. Guinea se hundió en sangre y oscuridad. Un relevante ministro del Gobierno comentó, feliz, que la crisis ya estaba hecha y el cese y sucesión de Castiella garantizados.

  (1) Cf. "Autoctonía constitucional y poder constituyente", Revista de Estudios Políticos 169-170, 1970, pags. 29 y ss.

  (2) Cf. "Nacionalismo y constitucionalismo", Tecnos, Madrid, 1971, páginas 234 y ss



  (*)  Miguel Herrero de Miñón (Madrid, 1940) participó como técnico en la Segunda Fase de la Conferencia Constitucional. En sus Memorias de estío, publicadas por Ediciones Temas de Hoy en 1993, dedica unas páginas (de la 28 a la 39) poco numerosas, pero muy interesantes, a los temas relacionados con aquella experiencia y con la política española del momento hacia Guinea Ecuatorial.

Fuente ASODEGE

John Enki
HOY EN "EL PAIS" INTERNACIONAL:

Garzón abre diligencias por un delito de genocidio de Marruecos contra el Sáhara Occidental •
El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, ha ordenado este mediodía la apertura de diligencias previas por los delitos de genocidio y torturas contra ciudadanos saharauis cometidos presuntamente por altos cargos de la seguridad marroquí en los setenta y ochenta. Garzón admite así a trámite la querella interpuesta en septiembre de 2006 por asociaciones de defensa de los Derechos Humanos y familiares de presos y de desaparecidos saharauis.

Estas organizaciones han contabilizado por el momento un total de 542 desaparecidos y culpan a 31 altos cargos de la seguridad marroquí (algunos de ellos ya fallecidos), de detención ilegal, torturas y asesinatos.
Entre la treintena de denunciados se encuentra el ex ministro de Interior marroquí Dris Bsri y el ex jefe de la Dirección General de Estudios y Documentación y consejero especial del rey de Marruecos Yassine Mansouri. También figuran otros responsables policiales y militares, entre otros el general mayor de las Fuerzas Armadas Reales, Husni Ben Sliman.

Dos de los acusados fueron condecorados por el Gobierno español
Dos de los investigados por el juez Garzón fueron condecorados por el Gobierno español en enero de 2005. El consejo de ministros otorgó entonces, en vísperas de la visita de los Reyes a Marruecos, la Gran Cruz de Isabel la Católica a Hamidou Lanigri, director general de la Seguridad Nacional marroquí, y Housni Ben Sliman, general


Mi comentario, que extrañamente, la web de El País, no me deja insertar:
Me parece loable, fantástico y de derecho, pero:

EXISTE UN PAIS LLAMADO GUINEA ECUATORIAL.

ESTE TERITORIO, FUE PARTE DEL ESTADO ESPAÑOL DURANTE DOSCIENTOS AÑOS.

EN EL, DURANTE LOS SEIS MESES POSTERIORES A LA INDEPENDENCIA, SE PRODUJERON HECHOS CRIMINALES, TORTURAS, ASESINATOS Y DELITOS DE LESA HUMANIDAD, QUE DEJAN EN MANTILLAS A LOS SUCESOS DEL SAHARA.
CON EL AGRAVANTE DE ESTAR INVOLUCRADOS EN ELLOS, POR ACCION U OMISION, LOS REPRESENTANTES DEL ESTADO ESPAÑOL DE ENTONCES, A SABER:
EL GOBIERNO DEL GENERAL FRANCO EN PLENO.

A MI, ME GUSTARIA LEVANTARME UNA MAÑANA Y LEER EN LA PRENSA, QUE EL JUEZ GARZÓN, HA DECIDIDO ABRIR DILIGENCIAS PARA LA ACLARACION DE ESOS HECHOS ABOMINABLES, MAXIME CUANDO PRESUNTAMENTE EXISTEN UNAS RESPONSABILIDADES DIRECTAS DE NUESTRO ESTADO, REPRESENTADO EN ESOS DIAS, POR LOS MIEMBROS DEL GOBIERNO DE FRANCO.

POR CIERTO, TAMBIEN ME GUSTARIA, QUE LA LEY DE LA MEMORIA HISTORICA RECOGIERA EL SUPUESTO GUINEANO, COMO MERECEDOR DE LAS SATISFACCIONES QUE ESA LEY RESARCE A LAS VICTIMAS DEL OLVIDO HISTORICO, QUE TRATA DE RESCATAR.
maribel escolar
A MI, ME GUSTARIA LEVANTARME UNA MAÑANA Y LEER EN LA PRENSA, QUE EL JUEZ GARZÓN, HA DECIDIDO ABRIR DILIGENCIAS PARA LA ACLARACION DE ESOS HECHOS ABOMINABLES, MAXIME CUANDO PRESUNTAMENTE EXISTEN UNAS RESPONSABILIDADES DIRECTAS DE NUESTRO ESTADO, REPRESENTADO EN ESOS DIAS, POR LOS MIEMBROS DEL GOBIERNO DE FRANCO.

POR CIERTO, TAMBIEN ME GUSTARIA, QUE LA LEY DE LA MEMORIA HISTORICA RECOGIERA EL SUPUESTO GUINEANO, COMO MERECEDOR DE LAS SATISFACCIONES QUE ESA LEY RESARCE A LAS VICTIMAS DEL OLVIDO HISTORICO, QUE TRATA DE RESCATAR.



A mí también, John Enki, a mi también wink.gif
Maite Caamaño Cubeiro
CITA(maribel escolar @ Oct 31 2007, 12:48 PM) *
A MI, ME GUSTARIA LEVANTARME UNA MAÑANA Y LEER EN LA PRENSA, QUE EL JUEZ GARZÓN, HA DECIDIDO ABRIR DILIGENCIAS PARA LA ACLARACION DE ESOS HECHOS ABOMINABLES, MAXIME CUANDO PRESUNTAMENTE EXISTEN UNAS RESPONSABILIDADES DIRECTAS DE NUESTRO ESTADO, REPRESENTADO EN ESOS DIAS, POR LOS MIEMBROS DEL GOBIERNO DE FRANCO.

POR CIERTO, TAMBIEN ME GUSTARIA, QUE LA LEY DE LA MEMORIA HISTORICA RECOGIERA EL SUPUESTO GUINEANO, COMO MERECEDOR DE LAS SATISFACCIONES QUE ESA LEY RESARCE A LAS VICTIMAS DEL OLVIDO HISTORICO, QUE TRATA DE RESCATAR.



A mí también, John Enki, a mi también wink.gif



De acuerdo al 100/%


Un abrazo.


give_rose.gif Maite


mariasun chillida
CITA(John Enki @ Oct 30 2007, 10:56 PM)
HOY EN "EL PAIS" INTERNACIONAL:

Garzón abre diligencias por un delito de genocidio de Marruecos contra el Sáhara Occidental •
El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, ha ordenado este mediodía la apertura de diligencias previas por los delitos de genocidio y torturas contra ciudadanos saharauis cometidos presuntamente por altos cargos de la seguridad marroquí en los setenta y ochenta. Garzón admite así a trámite la querella interpuesta en septiembre de 2006 por asociaciones de defensa de los Derechos Humanos y familiares de presos y de desaparecidos saharauis.

Estas organizaciones han contabilizado por el momento un total de 542 desaparecidos y culpan a 31 altos cargos de la seguridad marroquí (algunos de ellos ya fallecidos), de detención ilegal, torturas y asesinatos.
Entre la treintena de denunciados se encuentra el ex ministro de Interior marroquí Dris Bsri y el ex jefe de la Dirección General de Estudios y Documentación y consejero especial del rey de Marruecos Yassine Mansouri. También figuran otros responsables policiales y militares, entre otros el general mayor de las Fuerzas Armadas Reales, Husni Ben Sliman.

Dos de los acusados fueron condecorados por el Gobierno español
Dos de los investigados por el juez Garzón fueron condecorados por el Gobierno español en enero de 2005. El consejo de ministros otorgó entonces, en vísperas de la visita de los Reyes a Marruecos, la Gran Cruz de Isabel la Católica a Hamidou Lanigri, director general de la Seguridad Nacional marroquí, y Housni Ben Sliman, general


Mi comentario, que extrañamente, la web de El País, no me deja insertar:

Me parece loable, fantástico y de derecho, pero:

EXISTE UN PAIS LLAMADO GUINEA ECUATORIAL.

ESTE TERITORIO, FUE PARTE DEL ESTADO ESPAÑOL DURANTE DOSCIENTOS AÑOS.

EN EL, DURANTE LOS SEIS MESES POSTERIORES A LA INDEPENDENCIA, SE PRODUJERON HECHOS CRIMINALES, TORTURAS, ASESINATOS Y DELITOS DE LESA HUMANIDAD, QUE DEJAN EN MANTILLAS A LOS SUCESOS DEL SAHARA.
CON EL AGRAVANTE DE ESTAR INVOLUCRADOS EN ELLOS, POR ACCION U OMISION, LOS REPRESENTANTES DEL ESTADO ESPAÑOL, DE ENTONCES, A SABER:
EL GOBIERNO DEL GENERAL FRANCO EN PLENO.

A MI, ME GUSTARIA LEVANTARME UNA MAÑANA Y LEER EN LA PRENSA, QUE EL JUEZ GARZÓN HA DECIDIDO ABRIR DILIGENCIAS PARA LA ACLARACION DE ESOS HECHOS ABOMINABLES, MAXIME CUANDO PRESUNTAMENTE EXISTEN UNAS RESPONSABILIDADES DIRECTAS DE NUESTRO ESTADO, REPRESENTADO EN ESOS DIAS POR LOS MIEMBROS DEL GOBIERNO DE FRANCO.

POR CIERTO, TAMBIEN ME GUSTARIA QUE LA LEY DE LA MEMORIA HISTORICA RECOGIERA EL SUPUESTO GUINEANO, COMO MERECEDOR DE LAS SATISFACCIONES QUE ESA LEY RESARCE A LAS VICTIMAS DEL OLVIDO HISTORICO, QUE TRATA DE RESCATAR.

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A MI TB ME GUSTARÍA QUE SE APROVECHARA ESTA LEY DE MEMORIA HISTÓRICA (YA QUE HA SIDO APROBADA), PARA QUE SE RECUPEREN OTRAS MEMORIAS, QUE TAMBIEN SON HISTÓRICAS Y QUE TAMBIEN TIENEN QUE VER CON ABANDONO DE CIUDADANOS ESPAÑOLES EN LA DICTADURA DEL GENERAL FRANCO, Y QUE AÚN ESTAMOS ESPERANDO QUE ALGUNOS DE LOS DIFERENTES GOBIERNOS Y JUECES POSTERIORES AL FRANQUISMO SE DIGNE DARNOS CARTA DE NATURALEZA Y SE RECONOZCA QUE NOS DEJARON, A TODOS LOS ESPAÑOLES (NEGROS Y BLANCOS), NACIDOS EN GUINEA ECUATORIAL, ASÍ COMO A LOS NO NACIDOS PERO QUE LLEVABAN LOS SUFICIENTES AÑOS COMO PARA SER RECONOCIDOS COMO GUINEANOS DE PLENOS DERECHO, EN EL MÁS ABSOLUTO DE LOS ABANDONOS Y EN EL MAS IGNOMINIOSO DE LOS SILENCIOS.

SR. GARZON, ESTAMOS AQUI.
GUINEA EXISTE Y EXISTIÓ.
HA LLEGADO NUESTRO MOMENTO DE MEMORIA HISTORICA????
MBOETE
"SR. GARZON, ESTAMOS AQUI.
GUINEA EXISTE Y EXISTIÓ.
HA LLEGADO NUESTRO MOMENTO DE MEMORIA HISTORICA????"


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Pues parece ser que no ha llegado el momento. Para quienes sufrieron las consecuencias de la Descolonización de Guinea, se les sigue aplicando la

"LEY DE LA MEMORIA AMNÉSICA"


Pues sí.
Jose Eduardo Padilla
He encontrado esto, y me parece basante interesante:

http://es.groups.yahoo.com/group/malabo_ci...ra/message/1389

2570.gif
John Enki
CITA
Un juez procesa por genocidio a 40 altos cargos militares del Gobierno de Ruanda

Nueve españoles murieron masacrados entre horribles torturas, según el relato

JOSÉ YOLDI
Madrid

EL PAÍS
España
07-02-2008

El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu procesó ayer por delitos de genocidio, terrorismo y crímenes de lesa humanidad a 40 militares que ocupan diferentes cargos con el actual Gobierno de Ruanda, de la etnia tutsi. El magistrado español les imputa haber efectuado entre 1994 y 2000 un exterminio sistemático de la etnia hutu, mayoritaria en Ruanda, con la finalidad de hacerse con el poder, y de haber instaurado un régimen de terror, con torturas y crímenes sobre la población civil. Entre los cuatro millones de fallecidos en ese periodo en Ruanda destacan los asesinatos, torturas y desapariciones de nueve españoles, que realizaban labores humanitarias en campamentos de refugiados y se atrevieron a denunciar la barbarie de los miembros del Ejército Patriótico Ruandés (APR, en sus siglas en francés).

El padre Joaquín Valmajó había denunciado a los tutsis, los miembros del APR le secuestraron y todavía no ha aparecido. El padre Servando García y sus tres compañeros maristas estaban en un campo de 30.000 refugiados bajo el patrocinio de ACNUR, que decidió suspender la ayuda alimenticia para que los refugiados regresaran a Ruanda. Los religiosos permanecieron con los refugiados pero los del APR los torturaron, les propinaron machetazos y finalmente les dispararon y tiraron sus cuerpos a un pozo donde les balearon.


Tres cooperantes de Médicos del Mundo fueron ametrallados porque, según los testigos, disponían de información de las masacres que los militares tutsis realizaban.


El juez Andreu no ha procesado al actual presidente de la República de Ruanda, Paul Kagame, a pesar de que existen indicios racionales de que participó en matanzas y crímenes indiscriminados, porque goza de inmunidad soberana, al ser jefe de Estado. Existen testigos -uno de ellos un miembro de la seguridad personal de Kagame que ahora tiene la condición de testigo protegido- que han relatado cómo Kagame, en mayo de 1994, cuando aún era el líder rebelde, masacró con una ametralladora antiaérea a un grupo integrado por unos 35 o 40 civiles, en su mayoría mujeres, niños y ancianos. Kagame, según el miembro de su séquito, ordenó por teléfono ejecutar a tres obispos y otros sacerdotes diciendo: "Ya te he dicho que eliminaras a esas basuras".


Las matanzas de Ruanda entre 1994 y 2000 dieron como resultado más de cuatro millones de personas asesinadas, en planes sistemáticos de exterminio.


La decisión del juez Andreu supone que para los 40 procesados, Ruanda se ha convertido en un Estado-prisión, puesto que como ocurrió con el caso de Pinochet, el juez español ha ordenado la detención de todos ellos allá donde se les encuentre, para que sean extraditados y juzgados en España. Por ello, el único lugar en el que la justicia no les alcanza es en su propio país, si bien alguno de ellos, al parecer, ostenta cargos en organismos internacionales.

http://www.elpais.com/articulo/espana/juez...lpepinac_12/Tes




CITA
Existe un país llamado Guinea Ecuatorial.

Este territorio, fue parte del estado español durante doscientos años.

En él, durante los seis meses posteriores a la independencia, se produjeron hechos criminales, torturas, asesinatos y delitos de lesa humanidad, que dejan en mantillas a los sucesos del Sahara y a otros muchos.

Con el agravante de estar involucrados en ellos, por acción u omisión, los representantes del estado español de entonces, a saber:
El gobierno del general franco en pleno.

A mi, me gustaría levantarme una mañana y leer en la prensa, que el juez Garzón ha decidido abrir diligencias para la aclaración de esos hechos abominables, máxime cuando presuntamente existen unas responsabilidades directas de nuestro estado, representado solo temporalmente en esos días por los miembros del gobierno de franco.

Por cierto, también me gustaría que la ley de la memoria histórica recogiera el supuesto guineano, como merecedor de las satisfacciones con que esa ley piensa resarcir legalmente a las victimas del injusto olvido histórico por razones política.




Esta pandilla de iluminados, políticos nuestros, se permiten el lujo de promover procesos contra políticos de Ruanda, basados en los genocidios étnicos y con la excusa de la muerte de algunos españoles.
La razón no es otra, quiero pensar, que no justificar, que la fugaz y oportunista primera plana mediática del asunto.
Como siempre, la inexistencia de Guinea a nivel mediático, fomentada por nuestros gobiernos, tiene su fruto.
Pero en este caso el asunto es flagrantemente estúpido e injusto.

Miren ustedes:
Ir a perseguir a “Altos Cargos” Ruandeses, allende nuestras fronteras por la razón que ustedes arguyen, me parece de un cinismo y de una amnesia, impresentables e impropias de quienes, se supone, ostentan un mínimo de formación de cultura histórica.

PORQUE:


Guinea Ecuatorial fue territorio español hasta antes de ayer en términos históricos.
La base cultural dejada por España en aquellas tierras, incluyendo el idioma, es de tal importancia y calado social, que de ningún modo se puede ignorar.
Guinea Ecuatorial por tanto, emocional, histórica y políticamente, posee unos vínculos tan profundos con España, que la hacen merecedora de un “status” que la diferencie del resto de países de África, en referencia a “nosotros”.


El genocidio sufrido por la etnia bubi y otras etnias continentales en Guinea Ecuatorial, por parte de la etnia dominante, es escalofriante, y dura ya CUARENTA AÑOS, cosa que parece no interesar a estos próceres nuestros actuales.


Los trágicos sucesos acaecidos en Guinea, a partir del 12 de octubre de 1968, produjeron no solo un genocidio en toda regla, si no que además, se saldaron con la tortura, y en casos el asesinato, de VICTIMAS ESPAÑOLAS. La misma excusa que en Ruanda señorías mías.
Seguramente algunas de sus señorías no estarán enteradas de esto, otras, con toda seguridad, SI LO ESTÁN.


En el caso de Guinea Ecuatorial, parte, o posiblemente toda la responsabilidad de las torturas, vejaciones, exterminio y asesinato de personas, recae en los representantes temporales en aquel momento, del ESTADO ESPAÑOL y eso mis señorías, presuntamente no prescribe y esas responsabilidades mis señorías, presuntamente se heredan, al menos moralmente.

POR TANTO:

Me parece indigno, que vayamos a buscar pleitos y persecuciones a Ruanda, nada que objetar repito, teniendo EN CASA suficientes argumentos para haber hecho lo mismo hace CUARENTA AÑOS, o ahora mismo sin ir más lejos.

wacko.gif wacko.gif wacko.gif






westy
westy
westy
]
westy

¡Querid@s "Bloguer@s"......! Os adjunto un recorte de un Periódico de hace bastante tiempo....de antes de la Independencia de las Provincias Españolas de Guinea ....que apareció en uno de los cajones de mi casa....
¡Sin comentarios....! Saludos.

Nota: Está escrito en tiempos de la Dictadura.....y había censura....Imaginaos la realidad.....Todo se hizo mal y precipitadamente... Lo reflejó al final el Procurador Angel Zubiaur...(Perdonar el que no se vea muy
claramente....)











Invitado
Señor Eduardo Padilla: me he permitido copiar algunas de sus intervenciones y exponerlas en otro foro a efectos divulgativos de lo que ocurrió en Guinea. Asimismo he enlazado todo el hilo también en otro foro.

Si no están ustedes de acuerdo con mi actitud, les ruego me lo hagan saber y borraré lo copiado.

Soy ¨Viriato¨ en este foro:

http://www.ateneofalangista.es/forum/index...pic,9598.0.html


Me lo pueden hacer saber allí, o yo pasaré por aquí algunas veces.

Gracias.
fernando el africano
Los señores Herrero de Miñón y Trevijano, me resultan con nulo crédito sobre el conocimiento de Guinea y la verdad de lo acaecido. El último libro que ha salido sobre el tema es el de José Menénez Hernández que estuvo muchos años de Registrador de la Propiedad y que sobre él, recayó el primer edicto de expulsión que firmó Macias. - Los últimos de Guinea , fracaso de la colonización Editorial Sial/ Casa de África. Un libro imprescindible es " Guinea Materia Reservada" y otros mucho más.

Un cordial saludo

Fernando El Africano
Invitado_Viriato_*
En realidad he enlazado todo el hilo y también otro hilo similar. Del señor Padilla tomé un par de aportaciones suyas amenas como ¨muestra¨ de lo que iba a encontrar quien enlazara aquí.

Una historia muy curiosa la de ustedes. Y desconocida, muy desconocida para los más jóvenes. Si se han preocupado (y se preocuparon) de taparla bien los que mandan.

Triste país el nuestro...
John Enki
http://vimeo.com/37005011

Garcia Trevijano mintiendo como un bellaco.
A partir del minuto 15, 30

¿Y estas explicaciones, a estas alturas?
¿Es por haber desaparecido Fraga?
¿Quién es Nuñez de Balboa?
Esta es una versión -reducida (lo-fi)- de nuestros contenidos. Para ver la versión completa con más información, formato e imágenes, por favor pulsa aquí.
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