El bosque Esmeralda Opciones

[malanga]

El domingo pasado me detuve ante una antigua carta marina y mapa de la isla de BioKo que mi hermano Jose Luis enmarcó y colgo en su habitación. Me paré en los distintos accidentes geograficos y pense que seria fantástico recorrer y dar la vuelta a la isla por mar. Tambien me paré un lugar llamado Bokoko Avendaño y me hizo gracia ya que mi padre se llamaba de segundo apellido Avendaño.Estoy segura que le hubiera divertido saber que su nombre andaba por ahi bautizando tierras. Un amigo llamado "Nueve" ha colgado unas fotos fantásticas y ha hecho mención de ese lugar. Me ha parecido una maravillosa coincidencia de las que por aqui suceden con frecuencia.
Yo estaba pensando en como seria descubrir aquella isla por mar y y otros mas espabilados la estaban descubriendo por el aire.
Ademas, esas fotos, me han recordado algo que escribi hace algunos años,totalmente imaginario y que le envie a algunos amigos. Le he cambiado algunos nombres para acercarlo mas a nosotros.
Hoy me apetece compartilo con vosotros porque yo queria hablar de mis o ...nuestras ausencias???...y esas maravillosas fotos de los bosques de la isla de Bioko me hacen pensar en como podemos ver , a veces,como los circulos se cierran .


EL BOSQUE ESMERALDA






A través del enorme agujero de aquel viejo roble, Niña Salé observaba atentamente el vaivén de las hormigas en su permanente viaje de cargar y descargar. Siempre había sentido una especial fascinación por los seres diminutos y en este preciso momento, se preguntaba sino existiría un ser superior a ella empeñado en la misma tarea de observarla en su indolente y curiosa búsqueda.
Aquel lugar situado en lo mas profundo del bosque era el epicentro en el que germinaban todas las variedades y matices del verde expandiéndose como una alfombra sobre el suelo, los antiguos muros, las piedras de los pequeños arroyos, creando una segunda piel en los troncos de los árboles, arropándose todo bajo la sombra de los mas viejos robles. Aquel lugar era, sin duda, mágico y sagrado a la vez.
Desde allí el cielo no era visible. Apenas un techo protector formado por el ramaje de los árboles era perceptible. Este era el preciso lugar donde desde tiempos antiguos los hombres de la tribu se reunían para reflexionar. Aquel había sido el lugar escogido para escuchar el sonido de la tierra.
Permanecía muda de cuerpo y habla y con la paciencia concentrada en los oídos conseguía
percibir el suave rumor del arroyo y la vida que llevaba dentro, los mensajes de los pájaros libres escondidos tras las ramas que huían de su presencia, los deslizamientos entre el manto de hojas secas y el zumbido de alas voladoras sin identificar. El sol había desaparecido de aquel lugar que ella había escogido para el olvido, pero, no por eso, una especial luz dejaba de estar presente.
Era la fascinante luz esmeralda del bosque . Verde y verde alrededor. Parecía que todas las compuertas de la tierra se habían desbordado.
De repente, aquella luz esmeralda, se volvió oscura e inmediatamente después mas clara y como si fuera un encantamiento o el sonido de un instrumento musical, anunciaba algo insólito e imprevisible. Intuyó como alguien se acercaba lentamente, paso a paso, como ahorrando un último esfuerzo. Apenas percibido alguien caminaba en su dirección y mientras lo hacia no dejaba de mirar a la Niña Salé como si fuera un faro en medio de la niebla. Con certeza procedía de la frontera verde de aquel reino verde en el límite del mundo conocido por los habitantes del bosque esmeralda. Atravesaba la gran ruta central que comunicaba todos los caminos del reino, nunca usada por extranjeros. Solo insólitos y desorientados viajeros la habían cruzado alguna vez custodiada por unos accidentes geográficos difíciles de superar. El río Mó limite de la frontera Sur era lo mas lejano conocido, mas allá de el nadie había conseguido regresar .Por allí se había aventurado Padre Lé y nadie había sabido nada de él desde entonces. Para la Niña Salé aquel era el limite que marcaba la ausencia y el silencio de las palabras que nunca se habían pronunciado. Aquel río marcaba la pérdida esencial de un padre. Aquel limite era lo que la separaba de lo cercano, lo conocido frente a lo lejano y desconocido. Siempre había contemplado aquella frontera como el lugar desde donde día a día se esperaba una respuesta a todas las dudas de años, a la curiosidad por el mundo mas allá del bosque esmeralda.
La presencia de aquel extraño viajero resultaba, por tanto, sorprendente e inquietante.
Aquel día ella había escogido refugiarse en la profundidad del bosque, había escogido olvidar las heridas de la ausencia . Aquel lugar que transpiraba vida, era el perfecto lugar para desafiar a la tristeza, para renovar las profundas enseñanzas de la vida que su padre le había dejado como la mas preciada de las herencias.
Por unos instantes, dudo entre salir corriendo o simplemente petrificarse en una milenaria piedra. Demasiado tarde.
El extraño viajero ya estaba enfrente de ella y con gesto cansado pregunto:

-¿Es este el lugar llamado el bosque Esmeralda?...Vengo de un largo viaje para encontrar este lugar y me gustaría confirmar que no estoy perdido.
La Niña Salé confirmo con un tímido y afirmativo movimiento de cabeza y fue entonces cuando pudo fijarse en la dulzura de su mirada un poco contraída por el cansancio. Tenia el pelo mojado de una lluvia suave y persistente y parecía feliz por haber llegado a su destino.
Lentamente poso su carga en el suelo y fue a abandonar sus pesados huesos sobre una piedra del camino.
La Niña Salé lo miraba con desconfianza, sin perder un detalle de sus movimientos. Fue él l quien después de un corto suspiro volvió a preguntar:
-¿Es aquí donde vive la Niña Salé?.
La Niña Salé intentaba comprender con gran pasmo como aquel recién llegado sabia de su existencia. Después de unos segundos que a ella le parecieron siglos, por la velocidad en que bullían emociones y pensamientos en su cabeza, alcanzó a contestar, sin identificarse aún:
-¿Qué es lo que usted quiere de ella y porqué la busca?.
El contesto:
-Vengo de muy lejos para trasmitirle un mensaje.
¿¿¿Un mensaje...???.¿Quién podía mandarle mensajes mas allá del bosque?
Recogiendo el coraje que le quedaba dijo:
Yo soy la Niña Salé y no alcanzo a comprender ...Le ruego cuanto antes pueda explicarme que es lo que le hizo llegar a estas apartadas tierras.
Finalmente, el se decidió a hablar encontrándose con una interlocutora llena de estupor y curiosidad.
Me llamo Yola y vengo de un pueblo que esta a unos cuantos años hacia el Sur llamado Ka. Yola no recordaba cuando había iniciado aquel camino pero, si se acordaba del hombre que le había impulsado a llegar hasta allí
La historia había empezado en un pequeño puerto de Ka llamado Má en una tarde caliente donde él junto con otros hombres trabajaban duro en la preparación de las redes de pesca. Allí fue donde Yola vio al Padre Lé por primera vez.
El Padre Lé tenia un cierto aire perdido en la busca de quien sabe que, sin duda , extranjero, pero, de ninguno de los lugares o países que Yola conocía. Su piel era blanca, lo cual era confirmación de su extranjería, ya que en Ka,la piel negra era confirmación y rasgo de identidad nacional.
Yola , curtido en las múltiples guerras de su pais , lo observaba curioso y a distancia y el Padre Lé hacia lo mismo devolviendo miradas y desconfianzas.
Dejando atrás lo que estaba haciendo ,Yola se dirigió hacia él y lo saludo a la manera local.
El Padre Lé parecía querer leer sus labios pero, no respondió. Yola repitió , de nuevo el saludo y esta vez el contesto con un acento que definitivamente confirmaba su extranjería.
Allí comenzó su mutuo descubrimiento.
Yola comenzó a escuchar las historias del Padre Lé y sus orígenes, las lenguas aprendidas en su largo recorrido hasta llegar a Ka, los trabajos realizados en la dura tarea de sobrevivir. Por su parte el Padre Lé, se aventuro en el conocimiento de plantas y flores y en las artes de pesca que Yola dominaba. También descubrió las islas, el mar y lo grande que el mundo podía llegar a ser. Descubrió el alma de un amigo, el alma de su amigo Yola.
Cuando esto ocurrió, el Padre Lé comenzaba a sentir el peso de una vejez que avanzaba con determinación. Por eso, pensó en Yola, mucho mas joven que él , para encomendarle aquello que sabia ya no podría realizar.
Le habló a Yola de su hija, la que había dejado al abrigo y protección de la vieja aldea para apartarla de los peligros de un camino incierto. Necesitaba que Yola se acercara a su vieja aldea y hiciera llegar a su hija las palabras no pronunciadas durante su ausencia.
En aquel largo viaje hasta llegar al bosque Esmeralda , Yola descubrió aquella nostalgia de años en los ojos de su viejo amigo. Reconoció el paisaje, tantas veces evocado por él, reconoció sus ojos en los de su hija y descubrió la fascinante luz del bosque Esmeralda.
Aquella luz que ya los uniría a los tres para siempre.
Yola vació las palabras y la Niña Salé las recogió como el mas rico legado y también todo el amor del padre ausente.
Alrededor la luz fascinante del bosque la acompañaba en esa hermosa entrega