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> Historia del Pueblo Bubi, Los Bsés o poblados bubis y la casa del jefe o Mochuku
fernando el afri...
mensaje Jul 11 2011, 08:42 AM
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No sé por donde se me ha extraviado lo que escribí el otro día. Eso si, agradecer a José Eduardo sus amables palabras. Así como un comentario que no recuerdo quien lo firmaba de que - Ya era hora que escribiéramos algo de Guinea- . Ello me ha animado a añadir un pequeño escrito de lo que relataba el padre Aymemí en 1921. Del Gobierno de los Mochuku (Jefes) ya hablaré el próximo día para no alargar lo de hoy.



C A P Í T U L O XI

Descripción de un besé o poblado bubi

Quién no conoció a los bubis antes de 1900, y no visitó y recorrió sus poblados y no estudió con detenimiento sus costumbres en tiempos anteriores a la antedicha época, no puede gloriarse de poseer una idea clara y cabal de su etnología y mucho menos estará en disposición de describir con exactitud y perfección su etnografía.
De veinte años acá han variado notablemente los hábitos y costumbres bubis. En donde el cambio y mudanza es más manifiesta y visible es entre los moradores de las comarcas septentrionales; y aún mayor y más palpable esta transformación en lo que atañe a sus poblados. Muchos poblados o besés bubis del norte, es muy poco o en nada se parecen a los besés de sus antepasados.
En los mejores tiempos de las costumbres bubis a cinco o diez minutos antes de llegar al poblado se topaba con un arco construido de palos bastos y sin labrar en los cuales hallábanse atados mil géneros de amuletos ridículos, como rabos de oveja, calaveras y cuernos de cabras, plumas de gallina y de otras aves y conchas de caracoles marinos y terrestres que, como despojos de la muerte, les avisaban el recuerdo de sus abuelos que viven en el Borimó o región de los espíritus. A ambos lados del arco solían plantar un árbol sagrado llamado iko para impedir la entrada a los malos espíritus y sus malignas influencias en el poblado. Igualmente colocaban dos troncos de helecho hincados en tierra, uno de los cuales sostenía una cazuela de barro fabricada por alfareros bubis y en ella ponían agua procedente de un manantial perenne.
Con esta ceremonia piden a los espírituis buenos protectores del poblado, que pasan por debajo del arco, así como aquella agua mana continuamente del manantial o fuente, del propio modo jamás se agote el manantial de los nacimientos en el pùeblo.
Otras veces llenan de agua de mar, con lo cual pretenden significar que a la manera que el agua de mar, aunque recibe todas las inmundicias de la tierra jamás se corrompe, de idéntica forma que todos los hijos del pueblo, por más que padezcan otras enfermedades o adolezcan de otros vicios, nunca pierdan la virtud de procrear a sus hijos, para que aumente el pueblo.

Sobre el tronco solían colocar una piedrecita de río muy lisa, en la que mediante la resina denominada bejola(N) majola(S) y mahola (OE), adherían caracolitos de mar. A estos arcos dan el nombre de betapetape(N) menakanaka(S). A la entrada del pueblo había una gran plaza (riosa) en cuyas dos puertas de entrada y salida colocaban dos arcos idénticos al ya descrito.
En el centro de la plaza formaban un montículo o terrtaplén con una o dos bojíá(N) mojiá(S) o chozas consagradas a las almas de sus padres sombreadas por grandes árboles sagrados.
En esta plaza celebran sus baala o maala que son las fiestas entre ellos que revisten mayor pompa y boato, ya por el número de asistentes, pues acuden todo el pueblo en masa y una grande muchedumbre de forasteros; ya por la ostentación y grandeza de las ceremonias, ya por el lujo y riqueza de sus adornos; porque esta fiesta todos se esmeran en ostentar los bienes y caudales que poseen. A continuación seguía el besé dividido en muchos barrios algo separados entre si en dirección del camino vecinal o formando un gran semicírculo alrededor del riosa. En cada barrio vive un jefe subalterno con su familia y servidumbre; está defendido por una valla de grandes estacas de helecho que lo circumvala todo alrededor. En el interior de este vallado existen otras estacadas más pequeñas que separan las habitaciones del dueño, sus mujeres e hijos de las habitaciones de los criados y sus respectivas familias.
Las habitaciones de que consta son el dormitorio del amo del barrio, los dormitorios de cada una de sus mujeres por separado con sus cocinas y los dormitorios de los hijos mayores de siete años, con separación completa y rigurosa de sexos: diferentes bojia o mojia dedicadas a los antepasados de los moradores del barrio. En los departamentos de la servidumbre o bataki guárdase igual orden y disposición. Las chozas todas tienen la misma forma, aunque unas más capaces que otras, para cuya construcción emplean idéntica clase de materiales, de manera que quien haya visto una casa o choza bubi puede afirmar que las ha visto todas, y quien ha visitado un besé los ha visitado todos, pues todos y todas son iguales salvas algunas modificaciones del terreno o lugar en el cual están edificados.
La configuración o forma de una casa suele ser un cuadrilongo, cuyas paredes laterales jamás tienen mayor altura que pase de un metro cuarenta centímetros. Las mayores y más capaces por medio de un pequeño tabique se dividen en dos partes, unas de ellas sirve de cocina que es la exterior y la otra interior sirve de dormitorio. Sobre el hogar está el reki o boalo en el cual almacenan la leña para que se reseque al calor y humo del fuego. Las paredes no consisten sino en una estacada de troncos de helecho u otros árboles fijos en el suelo y trabados por lianas o bejucos. Los tejados en algunas partes tienen tan rápida caida o declive, que casi son verticales y llegan a dos palmos sobre el suelo por los lados que carecen de puerta o entrada. La altura de la entrada no pasa de un metro y su anchura se sesenta y cinco centímetros.
El tejado constrúyenlo con varas de nipa sobre las cuales colocan planchas hechas con hojas de la misma cosidas o tejidas con cañas extraidas del propio árbol.
Quién no haya contemplado jamás un poblado bubi y quisiera formarse una idea algo exacta de lo que fueron los antiguos besés, de una vuelta por el distrito de Balachá y visite singularmente los pueblos de Riokoritcho y Relebó. En este último, que es el pueblo más retrógrado y reaccionario en sus ideas de toda la isla, se puede admirar como en su propio terreno todas las costumbres y usos de los antiguos bubis. Aquí es observada aún con todo rigor y escrúpulo la cruel, bárbara y salvaje costumbre de arar la cara de los niños con profundas y sangrientas sajaduras.

Visité en distintas ocasiones el predicho poblado y siempre pareciéronle sus pobladores los más altivos y salvajes de los bubis. En una de ellas, hará algo más de dos años, sorpredióme la lluvia en sus afueras y para defenderme de sus molestias entreé en la casa más próxima en donde hallé a una mujer de alguna edad que amamantaba una criatura cuya cara estaba llena de sajaduras aún recientes, pues todavía no se habían cicatrizado. La saludé y correspondió atenta a mi saludo. Al contemplar aquella criatura que daba lástima el mirarla, preguntéle la causa de haber puesto en aquella forma tan horrible a su propio hijo. Se sonrió y replicome muy fresca: Para darle la señal o marca de nuestro pueblo, pues no ve Vd. como todas las gentes morenas tienen su marca o señal, y una es la marca de los pamues y yaundes, y otra la de los basás y okús, y otra la nuestra que nos legaron nuestros padres.
Esto es muy cierto contestéle, pero la marca bubi es la más bárbara y cruel, y por lo tanto debe abandonarse semejante costumbre como otros bubis ya la han abandonado. Será todo lo que Vd. Quiera, dijo, pero no es lícito dejar la costumbre de cortarnos la cara, porque a ningún hijo le es permitido renegar de las tradiciones de sus padres. Cuando las costumbres y tradiciones son buenas no es lícito abandonarlas y echarlas en olvido; mas débense dejar cuando son malas y salvajes, como es la de sajar la cara de los pequeñuelos. Para Vds. los blancos será mala, pero para nosotros es buena. Y no la pude sacar de aquí ni convencerla. Cortó ella bruscamente la conversación que le desagradaba diciéndome algo seria ¿Pale o t`ori ichea? Mbane kuma- Déme algo de tabaco, si es que llevas. Saqué del bolsillo un par de hojas, se las entregué y me despedí, pues la lluvia había cesado.

Descripción del rijata o palacio real bubi


El antiguo rijata bubi semejaba una fortaleza defendida por doble barrera de gruesas estacas. El rijata mayor, en sus proporciones de grandeza y esplendor entre todos los bajata, que hemos visto entre los bubis, fue el del muy célebre mochuku Moka, allá en las alturas de Riamba. Otro bastante inferior a este, pero que tenía la apariencia de una morada regia salvaje, era el palacio de Sibelo, mochukari de Batete. La habitación de la tan renombrada y por último destronada Metchi motukuari de Balachá puesta al lado de la de Sibelo, con ser esta inferior al rijata de Moka, aquella parecía una miserable y abandonada choza.
Parsa que se pueda formar el lector una idea exacta del palacio o rijata del rey bubi describiremos brevemente el rijata de Moka tal cual existía en marzo de 1899, época de la muerte de este gran hombre.
Estaba situado en el centro de las llanuras de Riamba y de un sin número de rancherías pertenecientes a otros tantos muchuku subalternos. Entrábase a él por una espesa y sombría alameda de árboles sagrados. Al final de ella levantábase un arco igual a los que se encuentran en las entradas de todos los poblados con la única diferencia de estar mejor adornado y mas recargado de beomo o moomo, amuletos.
Este arco daba paso a un gran patio, ordinariamente muy descuidado y sucio de excrementos de cabra, oveja y otros animales domésticos; a un lado de él se levantaba una casa muy capaz con muchas puertas, llamada buencha o de ayuntamiento en la que tenían las asambleas generales y servía igualmente para hospedar a los extranjeros. Al otro el trono real que era a manera de púlpito fabricado de corpulentas estacas, al cual subíase mediante escalera muy rústica y primitiva. A este patio era permitido entrar a toda clase de personas, así naturales como extranjeras, con toda libertad y sin traba ninguna.
Venía luego la primera valla quie circuía al rijata, en la cual se halla una puerta de estacas movedizas por donde se entraba al primer departamento que era muy estrecho. A la otra parte del mismo levantábase la segunda barrera que dividía y separaba las habitaciones del mochuku, sus mujeres e hijos de las de sus criados y familiares.
Para pasar a los departamentos del mochuku, la valla protectora carecía de puerta, y era preciso salvarla por una doble escalera construida con toscos troncos apoyados y atados a estacas clavadas en tierra. De aquí seguíase a un estrecho callejón que iba a terminar a una especie de plazoleta, en medio de la cual estaba situada la habitación dormitorio del mochuku, junto a la que se hallaba otra igual de espaciosa que servía de comedor y recibimiento a la vez, en donde eran admitidas solamente las personas nobles y más íntimas del mochuku. En esta habitación fui recibido algunas veces en los años 1897 y 1898. De esta plazuela partían unas callejuelas a modo de comedores muy estrechos formados por las habitaciones dormitorios y cocinas de sus mujeres, ocupando preferentemente los sitios más cercanos a las del mochuku las mujeres esposas legítimas. Cada mujer tiene su propia habitación que le sirve de dormitorio y cocina, allí vive en compañía de todos sus hijos, pero los mayores de siete años no duermen en la habitación de su madre, sino en dos departamentos aparte, uno para las doncellas y otro para los mozos. A estos departamentos no se puede entrar sino pasando por el departamento del muchuku.
Algo más apartados, pero encerrados igualmente por la barrera exterior, estaban los departamentos de los criados sirvientes y demñás familiares, cada uno con sus receptivas mujeres e hijos.
A las veces un rijata parecía un verdadero pueblo por la muchedumbre de personas que en su interior moraban.
En el año 1897 cuando el Rdo. Padre Pablo Pardina (q.s.g.h.) y el que esto escribe, subíamos a hacer el censo de todos los ranchos incluidos y desparramados por las laderas y llanuras de Riamba vimos solamente que el muchuku Moka tenía sesenta mujeres en legítimas y concubinas o arrimadizas, y al segundo muchuku de aquellas alturas llamado Ebuera o Sas le contamos de treinta a treinta y cinco.
A todo el conjunto de mujeres de un muchuku dan e nombre de banki(N) y bahiki(S) y entre ellas mismas se llaman bonki(N) y mohiki(S). Entre las mujeres más señaladas que viven en el rijata el primer lugar la Obele. Esta es la hija de la hermana mayor del muchuku. La tiene en casa no como esposa sino como de familia. Asiste a todas las ceremonias, así privadas como públicas del rijata, sentada en sitio distinguido al lado del muchuku, come los mismos manjares que él y de todas las dádivas y regalos que los vasallos presentan al muchuku, ella recibe la mitad. La segunda es la Uri o sea la primera legítima del jefe. Tiene el deber de mandar y corregir a las demás mujeres, el privilegio de comer aparte sola y si alguien necesita ver al muchuku ha de pasar aviso primeramente a la Uri para que ella misma le llame. A ella toca guardar, custodiar y procurar la armonia ty buen orden del rijata. Viene después la belobo o melobo a la cual pertenece el cargo de preparar y servir los alimentos ya prevenidos al mismo jefe, y sentada de cuclillas, tener el plato con ambas manos mientras come.
Últimamente está la borenna (N) o erere(S), esta es la favorita, acompaña al jefe a todas partes que va, y si muere antes que el mismo mochuku, éste, en señal de luto y duelo, no permite que en las fiestas y solemnidades del rijata toquen las campanas de madera hasta que se haya procurado otra borenna o erere.
En la servidumbre del rijata siguese este orden. Primeramente está el Mpo o ministro. El Mpo acompaña juntamente con la borenna o erere , al jefe siempre y en todas partes; él lleva el cetro y el zurrón dentro del cual está la calabaza llena del mejor esehá o vino de palma, que los vasallos presentan cada día como tributo al mochuku. Sigue el Buae o Sam, cuyo oficio es proveer al rijata los alimentos necesarios a su sostenimiento. Cuando el jefe necesita carne manda al Sam a coger la primera cabra que halle al paso sin reparar si es propia o ajena, sin que el dueño pueda reclamar o chistar. Luego viene el Bóboso o vigilante que tiene el cargo de acompañar a las mujeres del jefe cuando tiene urgencia de ir a otro pueblo algo distante, vigilarlas dar cuenta a mochuku de su comportamiento.
Después está el Botako o Motako o embajador del jefe. Este lleva a todas partes los recados, órdenes y decretos del mochuku. Finalmente el Boki o sea la brigada de trabajadores que labran las haciendas o campos del mochuku.

MI COMENTARIO SOBRE LOS POBLADOS Y LA ORGANIZACIÓN DEL MISMO

Lo que no cuenta el padre Aymemi es que salvo las poblaciones de Santa Isabel y San Carlos, todos los poblados están situados hacia la montaña nunca en la misma playa. Esto es significativo de que tras vivir en la proximidad del mar ( descubrimientos arqueológicos de Carboneras) optaron situarlos lejos de los traficantes de esclavos que podían llegar a sus costas y de los numerosos veleros que atracaban en sus costas para proveerse de alimentos y agua, comercio que siguieron pero con muchas precauciones y garantías. San Carlos y Santa Isabel (Clarence) fueron construidas por los ingleses en su breve estancia en la isla sobre 1827.
Lo que nos cuenta de los poblados, los que hemos visitado los mismos en los años 1960 nos gratifica la enorme diferencia. En esa década de los 60, eran edificaciones muchas de ellas con cemento y techos de chapa, con traida de agua y en algunos luz, de la traida de agua me consta porque además las efectuó un cuñado mío (Pedro Marin) para la empresa Escuder y Galiana (creo).
En otras descripciones de este poblados cuentan como eran un verdadero laberinto con vallas y engaños, para poder llegar a las chozas de los mochuku, e incluso los caminos hasta el poblado eran a veces disimulados. Viene este comentario a que hay varios escritores nativos que cuentan la historia de que los españoles a finales del siglo XIX, mataron a 20.000 bubis. Esto contrasta con que:

a) El inglés Owen que fundó la ciudad de Clarence (Santa Isabel) en 1827 en sus escritos calcula la población de la isla en 15.000 bubis. Así mismo el doctor Antonio San Martin y Montes en 1867 detalla en su libro Estudios topográficos y médicos de la isla de Fernando Póo, que la población podía llegar a 15.000 personas y como punto final los Misioneros en su Censo detalladote 1901, poblado a poblado de la isla dan la cifra de 14.605 habitantes.
cool.gif En aquellos años la población europea estable en la Isla estaría sobre las 300 personas y existía habitualmente un cañonero en el puerto con 100 hombres la mayoría de los cuales estában enfermos de malaria.
c) Para llegar a los poblados no existían carreteras eran caminos en la selva y suponiendo que 30 o 40 militares pudieran llegar al poblado para masacrar a los bubis, a estos les daba tiempo para huir ya que desde las alturas los veían venir y suponiendo que llegaran al poblado de improviso no podían saltear los obstáculos fácilmente.
d) Resumiendo que 40 militares con armamento en mal estado, sin carreteras ni caminos, ni conocimiento del terreno que pudieran matar a 20.000 bubis en un país que solo vivían 15.000, me parece algo imposible.

Fernando el Africano 10.07.2011
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fernando el afri...
mensaje Aug 10 2011, 06:57 PM
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LOS BUBIS EN 1827


Rebuscando en la revista La Guinea Española, en fecha 25 de abril de 1923, he rescatado este artículo escrito, seguro por un padre claretiano, bajo el seudónimo de Ruiaz.

Dice así:

En el Diccionario Geográfico Universal editado en Barcelona en 1831, y del que hicimos mención en nuestro número anterior, encontramos una descripción de los indígenas, naturales de nuestra isla, tomada del diario de expedición del capitán Owen: lo vamos a reproducir como uno de los monumentos literarios levantado sobre los usos y costumbres de nuestros indígenas.
En el diario de la expedición del capitán Owen, dice el diccionario, se leen noticias muy curiosas ignoradas hasta el día sobre los habitantes y cosas de este país. Sus naturales son robustos, bien formados, de mediana estatura, atezados, y aunque carichatos, de bellas fisonomías, tienen los cabellos lanudos, y la nariz y los labios como los europeos, y acostumbran a embadurnarse el cuerpo de bermellón y ocre, mezclado con aceite de palmera, la espesa madeja del cabello, partida en dos por encima de la frente, les cae ensortijada sobre la espalda y esta también dada de aceite mezclado con bermellón; se afeitan generalmente el cabello hasta dos dedos más arriba de la frente; los jóvenes se rapan la cabeza menos el copete y algunos la ciñen con un collar de seis hileras de abalorios, simétricamente ajustadas, que les cuelgan por detrás de las orejas, El rey se pinta el cuerpo de amarillo, que es su color favorito. Usan sombreros hechos de tiras de juncos mal trenzadas de forma baja, estrechos de alas y comúnmente adornados de huesos de monos y otros animales, y de plumas blancas y coloradas, teñidas al parecer con sangre. Llevan collares, brazaletes en la muñeca y el brazo y un cinto ceñido sobre las caderas, que al mismo tiempo que sirve de adorno sujeta un mandil de piel con una gran mazorca de hierba en mitad del cinto. El rey viste el mismo traje, y para distinguirse de los demás lleva cubiertas las espaldas con otro delantal hecho de la misma materia. Los cintos y los brazaletes, son de vértebras de serpiente, engarzadas, o de huesos de fruta muy duros. Estos naturales gustan mucho de música, sus armas son unas largas lanzas de madera, con una punta dentellada, hacen también uso de la honda, disparando con mucha destreza, se manifiestan sumamente celosos de sus mujeres, a las cuales por otra parte ha favorecido poco la naturaleza que más parecen monas ** que criaturas humanas. Tanto hombres como mujeres tienen el rostro cruzado de costurones abiertos con navaja lo que afea sumamente su fisonomía. En sus trueques con los extranjeros prefieren el hierro, las hachas y los cuchillos a otros artículos; cediendo por ellos los productos de su agricultura e industria, que consisten en yuca, vino de palmera, puestos en frascos de calabaza, gallinas, pieles de mono, y de serpiente, redes y una especie de cestos de caña labrados con mucho primor. Para la navegación en sus costas tienen piraguas de 15 hasta 30 pies de largo. La vela de estas embarcaciones, que es una especie de estera hecha de tiras de junco, está cortada en forma de paralelogramo, cuyo lado más largo cae perpendicular al horizonte, algunas piraguas llevan en la proa un palo vertical, en cuya cima ondea un penacho de vistosas plumas.

Las cabañas en donde se albergan estos indígenas son por lo general de forma cuadrada y sus paredes están compuestas de trozos de tronco, entrelazados con hojas de palmera. El hogar ocupa el centro y arde de día y de noche.
La casa del rey consiste en un toldo de paja sostenido por pilares de madera, es tan baja que en su parte inferior solo se levanta tres pies del suelo, y no está cubierta más que por un lado contra las intemperies del aire. Su ajuar se componen de una tarima de 6 pies de largo, que sirve de cama y está colocada oblicuamente ; en su extremo tiene una almohada hecha de un pedazo de madera, cortado en forma cilíndrica, de 2 a 3 pies de diámetro, con dos gruesas clavijas; algunos poyos de madera sirven de sillas y una infinidad de frascos de calabaza colgados en las vigas mal labradas de los techos forman todo su adorno,.
---

Estas son las impresiones que sobre nuestros antiguos bubis (1827)estampó en su diario la expedición del capitán Owen y este es otro de los documentos históricos por cuya adquisición debiéramos trabajar cuantos nos interesamos, no solo por la historia actual de la Colonia, sino por la reconstrucción de sus fastos antiguos, con todas las circunstancias de aquella primitiva civilización.
Ruiaz

** Ruiaz pone la siguiente nota:
La comparación nos parece dura e injustificada solo perdonable por la premura del tiempo, en el que se improvisa la redacción de un Diario de expedición y por la impresión del momento causada por el contacto con una civilización retrasada y diametralmente opuesta a la nuestra; lo que hacemos notar para no hacernos solidarios de la expresión.
Ruiaz.

** Yo pongo la mía:

Es posible que viera algunas mujeres embadurnadas de ntola con sus rastras y sus atavíos llenos de plumas, pieles, huesos y otros elementos que a nuestro ojo europeo nos parecen inadecuados. Pero tenemos que reconocer que algunas africanas con ese color miel de su piel y sus cimbreantes cuerpos como palmeras, son envidiadas, tanto es así que todos vamos a tomar el sol para coger el color de piel de mi África Querida.

Fernando el Africano
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mensaje Aug 14 2011, 09:34 AM
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EL NOMBRE DE BUBI
El llamar bubis a los indígenas de Fernando Póo es propio de los españoles, porque los demás bapotó sean blancos, sean de color, generalmente no les dan el nombre de bubis, sino de bubes, y aunque la diferencia es únicamente cambiar la i por e, pero sin este cambio, eso es llamándoles bubes se comprende mejor el origen de tal denominación. Los bubis entre si no se daban antiguamente este nombre, y si ahora se lo dan es porque oyen que los que no son bubis les llaman con este nombre. La palabra bube o bubi viene pues del vocablo boobe en el Norte y moome en el Sur, que en su lengua quiere decir hombre, varón, esposo, marido, y corresponde perfectamente a la voz latina vir.
Hoy en día sin embargo y para conformarse con los bapotó dicen: Toè o choé babube y algunos del Sur sobre todo los más viejos dicen también: Toé o choé bamome, cuyas palabras significan: nosotros los bubes o bubis. La causa principal de llamarlos así, es porque al preguntar a uno de ellos ¿Quien eres tu?, contesta al momento. Ne boobe en el Norte y Ne moome o moometcho en el Sur. Soy hombre. En su propio saludo lo usan con frecuencia y lo mismo acostumbran al despedirse, y así dicen Boobe oippdi (Norte) Moome oibbori (Sur) que a la letra quiere decir Hombre ya te has levantado. Cuando el saludo de despedida se verifica entre unj hombre y una mujer conocidos de cierta confianza, acostumbra a decir el hombre Boarin Oippodi (N) Moarim oibbori (S). Esposa mía buenos días y la mujer contesta: Boobem oippodi(N) Moomem oibbori (S) Buenos días esposo mío. En el saludo muy íntimo dícese sencillamente: Boarim(N) Esposa mía a lo que contesta la mujer Boobem (N) Moomem (S), Esposo mío. Existe entre ellos una costumbre para nosotros algo extraña y consiste en que entre personas muy conocidas, un hombre llame a una mujer , que no es su esposa, ni lo puede ser, con este nombre tan íntimo, y lo propio hace la mujer con otro extraño , llamándolo marido mío. Esto es frecuente entre ellos y no escandaliza, se tiene como una muestra o señal de cariño. Hasta hombres mayores se lo dicen a una niña de pecho y las mujeres el nombre marido a un niño recién nacido,. Al principio cuando oía a una mujer cualquiera que me llamaba con la palabra boobem, moomem o moomeñi me ruborizaba y escandalizaba, y llegué al extremo en cierta ocasión de arrojarla con enojo de mi presencia. Hasta que los hombres me aclararon esta costumbre y que no existía malicia sino admiración, sencillez y pureza de costumbres. Dicho todo esto no puede ser la palabra bube o bubi de origen extranjero, cuando las dos oo de boobe o moome siendo muy cerradas pueden convertirse en una u larga así de boobe se hizo bube o bubi. .
Pero ¿Cuál es el nombre que tenían antiguamente y se daban a sí mismos?El que tenían y que aún se dan es Botchobotche en el Norte; Botchobotcho en el Noroeste, Bosoboiso en Baney, Botchoboritcho en Bakake, Motchomoritcho en el Sur y Monchomoboncho en Batete. Estos nombres aunque a primera vista parecen diferentes realmente no lo son, porque todos significan lo mismo. El bubi tiene una idea muy perfecta y elevada de su propia personalidad. Botcho, Boso, Motcho Moncho, significan un ser perfectísimo que goza de todos los atributos o cualidades de los demás seres de la naturaleza, es decir que tiene ser como las cosas inanimadas, vida como las plantas, sensibilidad como los animales y entendimiento y espiritualidad como los bajula o ángeles. Obotcho, Oiso, Oboncho u Oritcho, indican el mundo visible o toda la naturaleza en general. Anteponiendo a estas voces las palabras Botcho Boso, Motcho o Moncho se forman Botchobotche, Botchobotcho, Bosoboiso, Botchoboricho, Motchomoritcho, Montchomoboncho, que quieren decir seres inteligentes o personas que tienen vida propia y viven en este mundo. De esta forma se distinguen perfectamente de las personas que murieron a las cuales dan los nombres de Bammó, Baribó o Barimó, que quiere decir seres privados de sensibilidad y del goce de la naturaleza visible.


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fernando el afri...
mensaje Aug 20 2011, 11:59 AM
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BOJIAMMÒ

Esta palabra traducida a la letra significa adorador de los espíritus en sentido general, y en este caso a todos los bubis se les puede llamar bojiammò, por cuanto toda su religión consiste en dar culto a las almas de los antepasados.
Concretando más su significado quiere decir todo hombre o mujer consagrado al culto de los innumerables espíritus que, según creencia general pueblan las cuevas, lagos, lagunas, puentes ríos, montes, valles, bosques y árboles sagrados de toda la isla. Se les puede denominar tambien conforme el nombre del espíritu del cual sean devotos. Así, pues, a los que adoran a Kooba o Laja que son espíritus más notables y poderosos de Rebola, se les da los nombres bojiakooba o bojialaja. Laja es un espíritu muy conocido y nombrado en toda la isla. Uno de los pueblos de Boloko y el más cercano a Musola lleva el nombre de Rilaja, que significa pueblo de Laja.
Riobadda es el espíritu que vive en las profundidades del lago Riappa o Moka y a sus devotos se les apellida con el sobrenombre de bojiario badda. Bojiabioko es el que está consagrado al gran espíritu Bioko que tiene su morada en la planicie de Moka; Bojiamoalàla el devoto del espíritu Moalala que reside en las tinieblas de la mayor cueva de Fernando Póo, situada en las estribaciones de Moka y en las cercanías de Riasaka; Rojiachiba es el que rinde culto a Chiba espíritu morador de las alturas o montañas más elevadas de la isla.
Al fortísimo espíritu, cuyo domicilio está en la gran caldera volcánica de Batete en donde tiene su origen el río Tudela da el nombre de Ole y a sus adoradores el bojiaole, Loppè o Lombè es el espíritu guardían de la laguna de Balachá, Laha o también Mo`amaeri que habita en la olla profunda del lago Loreto y los que le ofrecen sacrificios se les denomina bojialoppè o bojialombè, bojiabaha o bojiamolumaeri.
Bojiasahá es el que rinde culto particular al espíritu Esahá propietario del lago Claret y patrono principal de Basakato del Oeste. Lopelò es el protector particular de los bolokos, tanto orientales como occidentales, y los consagrados a su servicio se les apellidan bojialopelò.
Con lo que acabamos de nombrar hay de sobras para una pequeña y clara noticia de los espíritus más señalados y dignos de mención que ocupan los diversos lugares de la isla, que si los hubiéramos de mencionar a todos, nos haríamos interminables y fastidiosos.
En tiempos pasados eran numerosos los bojiammò y apenas había poblado por muy reducido que fuese en donde no viviesen tres o cuatro. Entre ellos los había unos más poderosos que otros y que se distinguían de manera muy singular. En general los bojiammò eran tenidos en mucha consideración y estima. Se les llamaba en todas las asambleas, así generales como particulares, y sus resoluciones, sentencias y consejos eran de gran peso. En los casos graves enfermedades, muertes y otras desgracias eran singularmente consultados a fin de averiguar y conocer los causantes de tales calamidades y tomarse cumplida y terrible venganza.
Es creencia general de los bubis, y aún de todos los negros, que las enfermedades, muertes y otras adversidades que afligen a la humanidad jamás proceden originalmente de causas naturales, sino que son efectos de causas inteligentes y perversas o sea de maleficios. Además el oficio del bojiammò era muy bien retribuido por cuanto todos los consultantes debían presentarle ofrendas de cabras, gallinas, ñames, aceite y vino de palma, aguardiente, etc. etc. De lo contrario el bojiammò no daba respuestas; y cuando ordenaba o aconsejaba algún sacrificio, a fin de aplacar las sombras de sus abuelos e impetrar la salud de algún enfermo o el resultado próspero de alguna empresa notable se llevaba él la mayor y mejor parte.
Los mayores anhelos de los bojiammò consistían en entregarse en alma y cuerpo a la voluntad del espíritu o mmó de su devoción particular. Para esto le llaman con vivas ansias y le invocan a gritos para que tome posesión completa de toda su persona: ba jora ba jeri choppo, es decir, - que sus vehementes deseos son ser energúmenos o endemoniadosy que el espíritu entre singularmente en su cabeza.-
He visto algunas veces que obran y hablan como locos de remate, mejor dicho, como posesos endemoniados. Entre otras, en 1903 se celebraba en las rancherias del Sampaka un eribò fiesta y convite en obsequio del espíritu protector del lugar, fui allá acompañado del difunto P. Falgueras para enterarnos de sus costumbres y pudimos observar de cerca un bojiammò e a choppo , o sea en el acto mismo de la obsesión o posesión el cual hacía tales gestos o visajes y tales acciones, que todos los concurrentes le contemplaban a respetable distancia y a los no acostumbrados a tan extraños espectáculos nos causaban tal horror y espanto, que luego abandonamos aquel lugar.
El aspirante a la dignidad de bojiammò estaba obligado a observar algunas ceremonias muy expresivas y por lo demás supeticiosas. La primera denominada losupo es la designación del espíritu a quien desea tributar culto singular y a quién hace entrega de su persona para que se posesione de ella. Losupo se deriva de o supa que quiere decir señalar, y así o supa Omo es determinar uno de los espíritus.
Luego se dirigía al lugar de la residencia del Mmò señalado, ya fuese una cueva ya una laguna, ora una fuente, ora un río u otro sitio, sacrificaba una cabra en su honor, rociaba con la sangre la entrada y paredes interiores de la cueva, o la orilla y el agua de la laguna etc. Y con la restante lavaba su propio cuerpo. Allí mismo cocía la carne de la víctima y con ñames y mucho vino de palma celebraba el convite sagrado teniendo de comensales a los hombres o mujeres más notables del poblado. Levantaba una pequeña choza sin paredes, que no la defendían del aire frío de la noche, la cual era su habitación durant tres días con sus noches, durmiendo en el húmedo suelo. En su centro encendía fuego para protegerse del frío, mosquitos y sabandijas.
Transcurridos los tres días de retiro y penitencia volvía al poblado, edificaba al espíritu otra capilla o rojia, la rodeaba de una valla adornada de muchos y variados amuletos y ella le servía de vivienda por espacio de una semana, haciéndole compañía varios de sus amigos o amigas, según el aspirante fuera hombre o mujer.
Al entrar en el rojia se despojaban de todos sus paños, quedando enteramente desnudos, mientras permanecían en él. Embadurnaban sus cuerpos con ntola y una tierra amarilla por nombre mpepa. Durante el retiro en el rojia todos los días ofrecían al espíritu sacrificios de gallinas y cabras y las noches las pasaban cantando himnos y alabanzas al mmò manifestándole los ardientes deseos con que se abrasaban de que cuanto antes, entrase en su propia cabeza y se posesionase de él enteramente.
He aquí alguno de los cánticos del losupo: Eh`Mochumò, jè, jè, jè eh! Mochumò Eh! boobem, eh! booberibò; eh! boaeribò; eh! booberibò, eh! Echumoe. Estos cantos no se puede traducir literalmente pero quien entienda el bubi comprenderá cuan expresivos son.
Ebetaha to beitole eh! Jura Boekahà, eh! i jorà nijeri nehoppo. - Te confesamos con sinceridad, ay ¡Que deseamos soples sobre nosotros! oh Espíritu, ¡ay! Ansiamos ser energúmenos.¡ Boai Eribò; Echubo boe Chiba e mpoko moe Sipapa. Oh! - Espíritus benéficos he aquí la ofrenda que vuestro devoto presenta a Chiba todopoderoso.-
Cuando comenzaban a sentir la inspiración del espíritu, a la que llaman bojulera o mohulera, que viene de ojura mmó y significa soplar o inspirar el espíritu, el poseso gritaba con todas sus fuerzas y pulmones: Oleppa koppe e ra koè; oa, ne koppe, o a, ne koppe, o pa onnò, o opa opahobiò o a, ne koppe. - Sujeta y esconde el gavilán que se come las gallinas; di, yo soy gavilán, di yo soy gavilán, arrójame al suelo, levàntame en alto, haz de mi lo que quieras y dí, yo soy gavilán. -
Por aquí se ve como los bubis en sus cánticos, ceremonias religiosas y aún en la manera común de hablar usan el estilo figurado y de aquí que sea difícil el comprenderlos. Al entonar el bojiammo el últmo cántico, sale de la choza lleno su cuerpo de hojas de enredadera y corre y da saltos como un verdadero endemoniado recorriendo el poblado. A la tarde del mismo día hace un banquete al que asisten solamente los bojiammo del pueblo y de los otros vecinos. Luego da la vuelta otra vez al pueblo pasando de casa en casa para recibir las felicitaciones y enhorabuenas de los habitantes, los cuales además hacen al nuevo bojiammó regalos de ñames y gallinas.
Los bubis dividen baribó o almas de difuntos en diferentes categorías o jerarquías ordenadas. Siguiendo el orden ascendente los primeros son los que están encarcelados en Obileppe, que saignifica infierno de los condenados, y se les denomina Balepperibó y los segundos son los Bariribó o sea los que están amarrados a ciertas piedras que se encuentran en la espesura de los bosques.
He visto bubis abandonar fincas recién abiertas por haberse encontrado durante el desbosque con alguna de estas piedras; por creer que las almas que están encadenadas en aquellas piedras son maléficas.
A la tercera generación pertenecen los Basokoarè, que son las almas de las niñas fallecidas, están en la cuarta los Banteute, o almas de mujeres jóvenes; siguen en la quinta los Basosolo, o sea las almas de las mujeres que murieron viejas.
La sexta la ocupan los Barekaita, que son las almas de los hombres jóvenes; la séptima los Baolaribó, que son, los espíritus que compran las almas en el mismo instante que Dios las cría; vienen en la octava los Baaribò, o espíritus custodios de los hombres durante su vida mortal. En la novena jerarquía moran los Bapòteribò, o espíritus que obran maravillas o cosas extraordinarias, como comer brasas encendidas, levantarse en alto por sus propias fuerzas y volar; en la décima hay los Bapiaobaribò, que son las almas de los habitantes del Sur de la isla que son reputados entre ellos como más nobles que los del Norte; y por fin los Bateribo, que son las almas de los batuku o jefes en general. Así pues, en el Ommò (N) o Borimó (S) o país de ultratumba existen once jerarquías de Bammó (N) o Barimò(S). A los espíritus hombres los preside y gobierna Dios y los espíritus mujeres son regidos por Bisil-la (N) o Riobatta(S).

MI COMENTARIO

En las páginas contadas, me recuerda algunas cosas que en mi estancia en Fernando Pòo, me llamaron la atención. Una de ellas es sobre la malanga, pese a ser un tubérculo del que se aprovecha el fruto y las grandes y verdosas hojas, lo consideran tan vejatorio comerlo que la nobleza bubi, lo tenía prohibido y su cultivo recaía exclusivsamente en las mujeres. Además concuerda con el diccionario de la Lengua Española, que considera a dicha palabra en Cuba como adjetivo en los siguientes términos: - Dicese de quien no tiene valor- y en Puerto Rico como - Persona de poca habilidad en su profesión u oficio-. Mi deducción es que, esos significados o acepciones provienen del mismo origen que los bubis observan sobre la malanga, es decir de la Costa cercana de la Isla de Fernando Póo de donde vinieron los bubis.
Algo que es más universal en todas las culturas es los beneficios del papel de médico, hechicero y sacerdote, como es el de bojiammó en los poblados bubis. Se consultan las decisiones, las enfermedades, el momento de plantar o recoger las cosechas, pero siempre, siempre como base para la toma de decisiones, unos sacrificios y unas dádivas para congraciarse con los mmò o espíritus. Cabras, gallinas, ñames etc. Así que ser bojiammó en un poblado era un chollo, y existián muchos aprendices. Eso casi se ha perdido, salvo algunos que en enclaves algo aislados siguen gozando de mucho crédito y bastante temor a sus decisiones, ya que algunos críticos han sufrido desgracias extrañas.

Fernando el Africano Barcelona a 19 de Agosto 2011



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