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> CRONICAS DE VIAJES EN AVION 2, Verano del 68
Jose Eduardo Pad...
mensaje Apr 28 2005, 11:31 PM
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CRONICAS DE VIAJES EN AVION 2
Verano del 68

ALGUNOS MESES ATRAS

Hay determinados momentos en la vida en los que uno percibe que está a merced de tal cúmulo de circunstancias ajenas a si mismo y de tal intensidad, que es inútil intentar oponer resistencia, y estéril intentar controlar aún en grado mínimo el rumbo de los acontecimientos, acontecimientos que por otra parte intuyes como en una premonición y que con certeza marcarán tu vida.
Te sientes como una hoja caída a merced de un viento impredecible. La sensación es enigmática y solo puedes limitarte a intentar prever la mejor forma posible de adaptarte y saber encajar lo que venga, sea lo que fuere.

Esas eran mis sensaciones agridulces e inquietantes a lo largo de la primavera de 1968 y que se fueron fraguando lentamente en mi cabeza a lo largo de todo el curso académico en el otoño e invierno anterior.

Ese curso 67-68, había iniciados mis estudios de Arquitectura y ni que deciros tiene, que mi entrada en la universidad de Madrid fue un desastre.
Yo tenia una trayectoria en mis estudios, fuera de lo normal, matrículas, sobresalientes, notables en todo el bachillerato, e incluso aprobé el “Preu” y la prueba de acceso a la universidad a la primera y no con un aprobadillo raspado precisamente.
Por cierto que ese “encontrarme bien” con los estudios se lo debo sin la más mínima duda a nuestro director del instituto de Santa Isabel, Pepe Montenegro.

Al llegar a la universidad me encontré absolutamente perdido. Huelgas continuas, cierre de facultades durante todo el primer trimestre, aulas masificadas con cientos de alumnos, cargas por sorpresa de “los grises”, etc...................
Necesitaba un cambio de chip, mi técnica personal de lo que era estudiar, no servía en esta nueva situación pero, ¿ quién me lo iba a explicar ?, ¿ cuanto tiempo me llevaría aprenderlo?.

Al hilo de los pensamientos anteriores, yo me sentía como un barquito de papel soltado en un arroyuelo de agua de los que se forman en cualquier calle en un día de tornado, barquito, que como sabéis acaba indefectiblemente siendo tragado por una alcantarilla si algo al azar no lo remedia. Era imposible superar o luchar contra aquello y mucho menos pensar en tener éxito en un plazo prefijado.
Me limité todo el curso a observar, tomar nota, estrenar una libertad hasta ahora desconocida y aprender lo que pude en el plano personal y en el académico. En definitiva “sintonizar la onda” de esa nueva situación.
Los cursos anteriores, 6º y Preu, los había pasado interno en Madrid en un colegio seglar y aunque era un centro relativamente liberal , no tenia nada que ver con mi vida recién estrenada en la Universidad.

(Volver prematuramente de Guinea me había causado un trauma considerable, nadie entendía de que hablaba al referirme a mi tierra y me sentía absolutamente sin conexión con el mundo en el que me estaba tocando vivir, y menos mal que las navidades y los veranos los pasaba en Santa Isabel, no estaba todo perdido......................)

Iba todos los días en metro a la facultad, podía no ir a las clases que quisiera, podíamos hacer “pellas” e irnos a tomar unas tapas, a jugar al billar, ....................en fin estrenaba una libertad ciertamente seductora y Madrid era grande, muy grande para un crío de 18 años.

Si a esto le sumamos la inquietud política de la universidad en esas fechas, el panorama era ciertamente inestable, puras arenas movedizas.
Recuerdo que el primer trimestre, de Octubre del 67a Enero del 68, la Escuela de Arquitectura estuvo cerrada a cal y canto, vaya usted a saber a estas alturas por qué.
Cuando por fin se abrió en Enero, se volvía a cerrar temporalmente a cada momento, con cualquier excusa.

En más de una ocasión, nos sorprendió una entrada de grises en el edificio, “incluyendo sus caballos”.
En la Escuela de Arquitectura, las aulas de dibujo eran salas inmensas situadas en la planta primera y segunda, se accedía a ellas por una única escalera amplia tipo imperial. Una zanca ancha de subida central, una meseta intermedia grande y dos ramales laterales simétricos, uno a derecha y otro a izquierda.
La escalera podía tener tres metros o más de anchura
De repente estabas en la planta segunda, oías un estruendo espantoso ( los grises golpeando con porras los tableros de dibujo de las mesas de la planta primera) y a partir de ahí todo era como una trampa china, no tenias más remedio que bajar por esas escaleras y ......................................................allí te estaban esperando.
La escalera partía de un enorme vestíbulo en planta baja, si conseguías bajarlas sin ningún golpe y sin ser aplastado y pisoteado por la masa despavorida, aún tenias que sortear dos, tres o más “caballos” que te esperaban “dentro del edificio”, en pleno vestíbulo, el espectáculo era dantesco y estaba a la orden del día.

En fin, ese era a grandes rasgos, el esbozo de la situación cotidiana en la que estaba inmerso.

A todo esto, yo vivía en casa de unos tíos míos en Madrid (ella hermana de mi madre), se habían cambiado de casa ese año y tenían sitio para mi, de forma que preferí estar con ellos, a pasar por las estúpidas experiencias de ir a un colegio mayor como novato.
Evidentemente prefería el calor familiar a la frialdad de un semi-internado.

Mientras tanto, mi madre que estaba con el resto de mis hermanos y mi padre en Santa Isabel, hizo una escapada a Madrid en Octubre del 67 para buscar un piso propio para la familia y de paso dejarme instalado en casa de mis tíos.
Después de 18 años en Guinea, mis padres no tenían casa en Madrid y mi madre que como mujer tenia una mejor intuición que mi padre, imagino que pensaba que ya iba siendo hora.


La forma de ser de mis tíos, os la describía en............... CRÓNICAS DE VIAJES EN AVIÓN 1.

Ellos no comprendían ni por asomo la relación de mis padres con Guinea, podían entender que “allí se ganase más”, pero no el cariño que sentían por aquella tierra y mucho menos mi nostalgia, cuando me quedaba obligatoriamente en Madrid por mis estudios.
Para ellos, Madrid era el ombligo del mundo y por supuesto era impensable desde su punto de vista, compararla con Guinea, (desde el mío tampoco claro...............).
Ese asunto, para ellos se había convertido en una especie de idea fija y en ocasiones llegaba a exasperarme.
De vez en cuando surgían conversaciones sobre el tema, que inevitablemente desembocaban en un callejón sin salida.................... un diálogo de sordos.

Mis tíos tenían dos hijas, una bastante más pequeña que yo y otra de mi edad que era con quien yo tenia lógicamente más cosas en común.
Por la afinidad de edades, ella en cierto modo si suponía que Guinea “tenia que tener algo” cuando a mi me embrujada de esa forma.
Mi made, supongo que intuyendo que tal vez fuera la “ultima ocasión posible”, le hizo a mi tía la invitación de que mi prima visitara Guinea cuando yo fuera ese verano para allá.
Aunque la primera respuesta fue “no”, de Octubre del 67 a la primavera del 68, las cosas fueron flexibilizándose y mi prima fue haciendo una labor de convencimiento que poco a poco fue cuajando.
Aunque no os lo creáis, el mayor temor de mis tíos era la “seguridad”, no olvidéis que en aquellos años, todavía en España llamaba la atención ver un “negro” por la calle y eso sumado a la idea surrealista que mis tíos tenían de Guinea, creaba en sus cabezas un cóctel, infumable para ellos .
Poco a poco se convencieron después de infinidad de cartas y garantías de todo tipo, supongo que para mis tíos era algo así como enviar a su primogénita a la guerra de Vietnam.

Para mi, era una situación nueva.
Por una parte me apetecía que mi prima viniera a Guinea. Al menos a la vuelta tendría un cómplice de nostalgias, pues estaba convencido de que ella se “engancharía”, sobre eso no me cabía la menor duda.
Pero por otra parte, no me seducía nada la idea de tener que hacer de anfitrión..
¡Pues no tenia yo cosas que hacer ese verano................................................en Santa Isabel !


------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Mientras todo esto sucedía, yo presentía y veía venir acontecimientos, que como mínimo podrían cambiar drásticamente la forma de vida en Guinea y por tanto mi relación con ella. Había muchas incógnitas para el futuro y desde luego tenia interiormente una intranquilidad considerable, un estado de alerta o instinto que me hacia ver el futuro desenfocado, incierto, y por qué no decirlo, amenazante.
Así pues, ese verano “tenia” que devorar Guinea, cada día, cada hora y cada instante, esa sensación no conseguía alejarla de mi alma por más que intentaba convencerme de la posibilidad de estar equivocado en mis presentimientos. Tenia que recargar pilas para no sabia cuanto tiempo.

Había otro hecho inquietante para mi.
No recuerdo a mi padre, planteándose la posibilidad de que ·”podría darse el caso” de tener que abandonar Guinea.
El actuaba como si no pasara nada y por primera vez me parecía, por insólito que sonase , que su criterio no era fiable, no me transmitía “su seguridad” como había sido habitual hasta ese momento de mi vida. Parecía estar ciego, no se le pasaba por la cabeza que en Octubre, las consecuencias de la independencia podían ser, cuando menos impredecibles.
Ahora lo entiendo parcialmente, sus emociones anulaban a su parte racional.
Yo estaba más “nuevo” en eso de la vida y la observación del mundo desde Madrid me daba otra perspectiva de la que el carecía.
En su lugar, a mi me habría ocurrido lo mismo y brindo por ello, por que así era él, así pensaba, y actuaba en consecuencia hasta el final.

A pesar de todo, mi vehemente y secreto deseo, era que la esperanza de vivir mi futuro personal y profesional en Guinea por adversas que fueran las circunstancias venideras, no se desvaneciera. Me agarraba a ese clavo ardiendo de esperanza.

Pero lo veía complicado.

Lo mismo que mi bagaje guineano me daba perspectiva para razonar acerca del futuro deseable a mi juicio para Guinea, mi conocimiento en propias carnes en este último año, de las provincianas formas políticas del gobierno español, me hacia ser pesimista respecto de como nuestros políticos abordarían la gestión de la independencia.
Todo indicaba que el interés del gobierno de España por Guinea, desde luego no tenia nada que ver con el mío propio.

En mis años continuados en Guinea percibía a España cuando regresaba de vacaciones con un cierto toque provinciano, en Guinea se respiraba un aire más “cosmopolita” por paradójico que esto pueda sonar, estábamos menos impregnados de “miopía política” en el día a día, se respiraba “otro aire”, más permisivo, mas libre, menos encorsetado y no por ello menos ”español” como todos sabéis.
Ahora en cambio, desde el centro neurálgico del poder político en Madrid, me invadía el pesimismo.
La mayor parte de mis compañeros de universidad, sabían vagamente de la existencia de Guinea y desde luego a la vista de “las formas” de hacer política exterior de nuestro entonces gobierno, no me parecía que el tema de Guinea pudiera encajar en un plan bien pensado o digamos “justo para todos”, el panorama me resultaba bastante inquietante y sombrío.
Esa era la verdad de mis impresiones.

(En esas cosas pensaba yo mientras iba en el metro a clase a diario, mientras los grises me hacían correr y casi siempre antes de rendirme al sueño cuando me acostaba cada día).
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Inexorablemente llegó el buen tiempo, las mañanas soleadas y el calor tibio de la primavera.
No recuerdo más detalles dignos de mención, pero aquel primer curso en la universidad, acabó como empezó, siendo un desastre, hacia mucho que habían conseguido rendirme.
Yo sabia que me cargarían casi todo y mi único consuelo era que en mi situación estaban la mayor parte de mis nuevos compañeros de andanzas universitarias, (supongo que seria a mediados de Junio cuando la decisión acerca del viaje estaría tomada y ultimada, solo sé que partí a Santa Isabel sin saber los resultados de los exámenes).

Mi prima se trabajaba a diario a su madre y en los días de su vida se había “portado tan bien”, hasta que un buen día le dijeron “si” a su viaje a Guinea.
Hacia tiempo que era un manojo de nervios ya que para ella la situación era nueva y excitante pero para mis tíos no era lo mismo.
A mi a veces me parecía una situación que rayaba en lo cómico.
Consejos maternales según se acercaba “el día”, miradas de preocupación, casi de angustia, y nerviosismo.
A ellos les debía parecer como si “su hija del alma” se fuese a las “misiones”, a la zona más inhóspita del África negra de la mano de Livingstone, aquella África del “Domund ” y las huchas de loza con cabezas de negritos, eran sus conceptos más sólidos del tema.
La imagen que ellos tenían de África como más cierta eran las películas de Tarzán y “Mogambo”.
No olvidemos de todas formas que la guerra del Congo y la de Biafra, estaban en los telediarios a cualquier hora y esas eran todas sus referencias, comprensible en parte pero para mi era sin duda........................... cómico.

Por fin llegó el día deseado para unos y temido para otros. Supongo que madrugaríamos como siempre y que llegaríamos a Barajas al alba, en esta ocasión no recuerdo ni qué avión era ni ninguna otra circunstancia de los prolegómenos del viaje, el ir pendiente de los avatares y nervios de mi prima, las recomendaciones machaconas de mis tíos y mis propio estado mental, me distrajo y no retuve esos detalles.

Si recuerdo que una vez más conseguí asiento en una ventanilla del lado izquierdo del avión.
Tampoco recuerdo circunstancias especiales del vuelo, mi prima siempre fue bastante habladora y este era su primer viaje en avión, la primera vez que salía de la piel de toro y nada menos que al corazón de África, en fin irremediablemente ella era la protagonista y necesitaba exteriorizar sus ánimos.
Supongo que mi atención se ocupó en satisfacer sus curiosidades y solventar sus dudas, ella estaba viviendo su gran aventura, mientras que para mi hasta cierto modo era pura rutina, mi cabeza ya estaba en Santa Isabel desde el despegue en Barajas o mejor dicho, desde meses antes sin duda.
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EL VIAJE
Definitivamente no recuerdo especialmente nada de interés, pero si..........................................

Recuerdo nítidamente el lento acercamiento al África verde y como el desierto dorado, marrón y sepia fue dando paso al verdor generalizado y gradualmente al bosque tupido.
A partir de ahí supongo que mi acompañante por fin me dio algo de tregua y debió de establecerse un pacto no escrito mediante el cual quedaba claro que se acercaban momentos en los que mis emociones eran terreno intimo y personal, podía compartirlas pero voluntariamente, con serenidad y sin duda para mi y a ser posible, en silencio.
El cambio de mi estado de ánimo debió ser patente y fue suficiente para inaugurar una fase de reflexión y quietud.

Mi atención era Guinea, cada vez más cerca, podía intuirla, casi olerla, podía dibujar un cuadro de lo que verían mis ojos en los momentos que ya estaban acercándose.
La poca altura del vuelo, permitía observar con detalle lo que ocurría abajo, se veían claros en la selva, poblados y carreteras, todo iba siendo cada vez mas familiar.
Yo sabia a grandes rasgos las imágenes que impregnarían mi retina a partir de esos momentos , pero no por ello estaba dispuesto a bajar la guardia de mi atención ni un instante.

En ese trayecto final del viaje, mi prima comprendió que debía limitarse a observar y fue respetuosa con mis silencios frecuentes, le fui adelantando a intervalos lo que iba a ver y creo que se contagió de mi actitud y sobre todo de mi respeto por lo que contemplaba.

El pico apareció en el horizonte, primero como un deseo vehemente, casi una sugerencia, después inequívocamente flotando sobre una masa blanca, difuminada y algodonosa que descansaba sobre una franja oscura de tierra guineana, dibujada sobre la inmensidad de un mar gris plomizo y verdoso.
Al principio la tierra y el mar confundían sus fronteras y poco a poco la isla fue definiendo con claridad su costa, mostrando sus bosques, sus nubes, su alma................................... y la mía.
Era un pensamiento materializándose en imágenes reales, un pensamiento muchas veces dibujado en mi mente tantas noches frías de invierno, y .......................................................ahí estaba.

Solo me distraía de mi abstracción, el hormigueo del estómago a cada vaivén de descenso del avión.

El mar verdoso y grisáceo estaba garabateado con los trazos ondulantes, caprichosos y difuminados de las corrientes, y vimos algún pesquero, seguro que de Timoteo, como una cáscara de nuez dándonos la bienvenida.
El sol iluminaba zonas que brillaban de verde intenso, en otras imperaba el gris plomizo parejo al del cielo cargado de lluvia.
La cima visible del pico empezó a aumentar su tamaño y a rivalizar en altura con el mismísimo avión.
Como un salpicón de manchitas blancas en la lejanía ensartadas en un manto verde rabioso, empezó a vislumbrarse Santa Isabel que parecía estar posando para un fotógrafo imaginario, iluminada por un haz de luz del sol que se abría paso a través de un claro en el cielo. Mi pulso estaba a cien y mi prima ya hacia tiempo que para mi no existía a no ser por la presión que me producía al buscar su acomodo para mirar por la ventanilla.
Ella, a decir verdad parecía compartir, por lo prolongado de su silencio, la magia del momento y yo no estaba para protocolos, lo que aparecía ante mis ojos me daba la vida y lo había esperado durante muchos meses, creo que ella empezaba a “entenderme”, al menos por un instante eso me pareció por su expresión y por la atención con que escudriñaba a través de la ventanilla.



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No podía ser verdad, no respondía a ninguna lógica que ese pedazo de tierra que venia hacia mi y que era “mi tierra”, pudiera nadie decidir arrebatármelo sin más, me negaba a aceptarlo.
Venia de soportar la implacable bota de una situación anacrónica, estúpida y fuera de “mi tiempo personal”, causante en parte del desastre de curso académico que dejaba atrás y desde luego era un insulto a mi dignidad e inteligencia que aquella tierra tan mía como de tantos otros seres humanos, estuviera a merced de semejantes estamentos a los que Guinea, estaba convencido, les importaba un bledo.

Hubiera sido capaz de hacer cualquier cosa para evitarlo, pero ........................¿ que?, ¿cómo?.

Santa Isabel estaba ya allí abajo y yo era un volcán, mis ojos estaban encolerizados y estos pensamientos que me sorprendieron a traición me habían cambiado el guión de la película del aterrizaje que inicialmente traía previsto contemplar.

Es curioso como luchaban en mi interior dos emociones sin que yo pudiera evitarlo y justo en el momento en el que yo menos deseaba pensar en ello, solo deseaba empaparme de lo que estaba viviendo.
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.............................................................Sentí el traqueteo al desplegarse el tren de aterrizaje y parecía que íbamos posarnos en la copa de alguna Ceiba del bosque, me sentía como una gran águila eligiendo el lugar mas apetecible para descender.

Las imágenes reales iban a mayor velocidad que mi mente.
Hubiera dado cualquier cosa por percibir todo a cámara lenta, pero no podía ser, el suave encontronazo con el suelo me lo demostró.
La muralla de bosque al fondo de la pista pasaba a gran velocidad por la ventanilla y era el fin de la quietud y de la posibilidad de interiorizar nada más.
Mi corazón retumbaba como un tam-tam, el potente rugido de los motores que parecían caballos desbocados, la trepidación de todo el avión, el murmullo del pasaje, el olor a combustible, el olor que imaginaba iba a percibir al salir al exterior y la bocanada amiga de aire caliente....................

Toda una banda sonora demasiado potente como para abstraerse, la realidad estaba ahí y además................................ .................................................¡ había que vivirla ¡.
Quién la hubiera podido conservar en una fiel grabación sonora para disfrutarla en los años venideros, ...............................música para el alma.

Habíamos llegado. En breves instantes pisaría suelo guineano y en cierto modo no tuve más remedio, “regresé” a la realidad, necesariamente compartida.
La expresión de la cara de mi prima la recuerdo perfectamente y aún hoy no sabría ponerle un adjetivo.
Por describirla de alguna forma, parecía querer decir....................................

¡ Pues era cierto!
¡ Ha sido precioso, no me lo hubiera podido imaginar así , tenias razón !
¡ Bienvenido”, ya era hora de que “volvieras a este mundo !
¡ Estoy aquí !

Pues de acuerdo, a “ese mundo” en el que “ya estaba”, no tenia ningún inconveniente en “volver” vive Dios.

Y “VOLVÍ”...........................................

¡ Había VUELTO otra vez a Guinea ¡

( Que curioso, hay cosas en las que no he cambiado absolutamente nada, sigo deseando y pensando exactamente lo mismo).........................................................................¡ VOLVER !





P. D.
Por más que en aquellos momentos lejanos en el tiempo y cercanos en el corazón, mi cabeza imaginase distintas posibilidades para el inminente futuro de Guinea, ni de cerca pude aproximarme a lo que supuso la realidad inmediata que todos ya conocemos y que dieron origen a partir de Octubre a una serie de ........................................CRÓNICAS NO DESEADAS


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Es nuestra, está viva y es por Guinea
Abrazos
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westy
mensaje Apr 30 2005, 04:28 PM
Publicado: #2


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JEP, bonito relato. Sobre todo en este "abrirte a los demás" (Que no es nada fácil), deduciéndose sin duda que eres una buenísima persona y con una gran sensibilidad. Y eso que no te conozco personalmente.


--------------------
"Siempre implica un riesgo hacer cualquier cosa , pero sin asumir un riesgo, nada puede hacerse"
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alicia balboa ma...
mensaje May 1 2005, 10:01 AM
Publicado: #3


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2320.gif Como siempre José Euardo, me haces llorar... 2765.gif ¿por qué sera? Un beso besin.gif besin.gif Sigue haciéndome llorar, por favor, ojala todos los lloros fueran como estos 2765.gif 2320.gif Un día de estos, explicaré algunos de los viajes que realizamos Nineta y yo solitas con seis y siete años más o menos. Y el último viaje que yo hice a Guinea. Tenía 17 años y perdí el enlace de Barcelona a Madrid. Fue una odisea llegar...... Me paseé por medio mundo con tal de no perder ni un sólo de los días de vacaciones, porque ir allí eran mis merecidas vacaciones.... EL Primer viaje a Guinea todos juntos, en el año 1955, tengo que preguntarle más cosas a mamá 2320.gif , ya que yo con cuatro años, casi no lo recuerdo. Pero hay algo que no olvidaré. Era el mes de Noviembre y nunca había pasado tanto calor ni había visto tantas personas de "color" NEGRO. rolleyes.gif


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...... lo que él hubiera querido.........

Nuestra WEB: http://macoelanba.org/
Nuestra tienda de arte africano: ART AFRIKA
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rosen
mensaje May 1 2005, 05:23 PM
Publicado: #4


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Alicia Balboa, sí, pregúntale a tu madre ahora cosas que no sepas antes de que le pase como a mi madre que tiene Alzheimer y ahora que no sé porqué se me ocurren dudas que tengo o porqué hicieron aquello o lo otro o porqué no lo hicieron y ya no se acuerda.
Sólo se acuerda de cuando era niña o muy jovencita. Y no sé porqué no se me ocurría preguntarle cosas cuando yo era joven y que todavía ella me podía contestar. Se conoce que yo tenía otros problemas o asuntos en la cabeza que no me paraba a pensar en hacer preguntas. blink.gif
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