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manolo pizarro

EL MURITO PROGRE

El 9 de noviembre de 1989, la crítica situación de Alemania oriental no figuraba en el orden del día de los dirigentes de la Unión Soviética. A Gorbachov y sus camaradas les preocupaban mucho más los problemas internos. Veinte años después, la caída del Muro y el fulminante hundimiento del comunismo, tampoco están, en realidad, en la agenda de nuestros actuales dirigentes. ¡Bastantes enredos tenemos como para ocuparnos de un acontecimiento histórico! Craso error por su parte considerar que aquello pasó y hoy sólo es carne de reportaje, incluso les resulta difícil traer al presente el enorme poder que tuvo el comunismo. No ya donde era y sigue siendo doctrina del Estado, que allí no albergaban ni albergan ilusiones, sino donde no lo era. Como comprenderéis hablo de su poder sobre las conciencias. Incluso cuando la luz del Kremlin había declinado y el paraíso social andaba de mudanza constante. Incluso actualmente.

Los fieles del comunismo componen una nota marginal y folklórica, ante las ansias de libertad del hombre frente a los excesos del Estado por quitarsela. Sin embargo, cuántos siguen juzgando aquella ideología no por sus resultados, sino por sus intenciones. Y cuántos permanecen aferrados a algún salvavidas similar al que lanzó en su día el filósofo marxista George Lukacs: "Aún el peor socialismo es preferible al mejor capitalismo". Más aún si el anti-comunismo todavía es anatema en nuestra izquierda.

La efeméride berlinesa se reduce, así, a la demolición de una tapia que separaba a los alemanes o a la señal del fin de la Guerra Fría. Nada le pasó al comunismo, pues, como se ocuparon de redefinir tras su colapso los nuevos progres desde sus cómodas democracias, no era tal lo que había en la URSS y sus satélites. Hasta tal punto que leyendo El País me advierten que el mal no radicaba en la búsqueda de la "justicia social", sino en los medios empleados. ¡Justicia social! Cómo se hubieran tronchado Lenin, Stalin, Ceaucescu, Pol Pot o incluso Fidel Castro de haber visto expresados sus propósitos con un concepto tan próximo a la doctrina social católica.

Zejas, de visita en Polonia, no podia ser menos y equipara el comunismo a la dictadura de Franco. Su "nosotros también tuvimos Muro" para definir que la España franquista supuso algo similar a la URSS del GULAG, no es el mero balbuceo de la ignorancia. Muestra algo más de la descomposición intelectual de la izquierda postcomunista y revela un conocido y compulsivo afán: relativizar, mediante la equivalencia moral, el horror causado por la idea comunista. Parece se ha olvidado de cuando Solzhenitsyn vino a España en pleno franquismo pero sin Franco, para explicarnos cómo se sobrevivía tras el auténtico Muro diciendo: "¿Saben ustedes lo que es una dictadura? Los españoles son absolutamente libres de residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier parte de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska (registro policial). Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme de tal o cual población. También he podido comprobar que los españoles pueden salir libremente de su país para ir al extranjero. En nuestro país estamos encarcelados".

Y continuaba diciendo...."Paseando por Madrid y otras ciudades, he podido ver que se venden en los kioscos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increíble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros, se verían inmediatamente decenas y decenas de manos tendidas y luchando por procurárselos. También he observado que en España uno puede utilizar libremente las máquinas fotocopiadoras. Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así. Cualquiera que emplee máquinas fotocopiadoras, salvo por necesidades de servicio y por orden superior, es acusado de actividades contrarrevolucionarias".

Bastaron aquellas semejanzas del comunismo con lo sucedido en la España franquista para que algún airado zapaterista como, Juan Benet, bramara: "Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Solzhenitsyn, subsistirán y deben subsistir los campos de concentración". Estoy hablando de hace 33 años, pero aún hoy, en el 2009, no han cambiado ni una coma de su dogmatismo por conseguir la nueva sociedad perfecta de Zejas, no muy alejada de cómo la imaginara en su día el comunismo: el murito progre, incólume, sigue en pie.

hi.gif y que os sea leve contrymanes.

por: manolo pizarro en Nov 13 2009, 01:36 AM

Pero el muro de Berlín, todo el "telón de acero", fue construido para impedir que los habitantes de aquellos "paraísos" huyeran al exterior, no para defenderse de una excesiva avalancha de ciudadanos del oeste oprimidos y explotados por el capitalismo y ansiosos de probar las delicias del socialismo real. Y así como en España la democracia provino del franquismo y no del antifranquismo, compuesto entonces por marxistas y terroristas en un 90%, así fue preciso que la gente destruyera el muro para que aquellos países satelites accedieran a la democracia o al menos a una situación algo menos opresiva que la monstruosidad anterior.

Zejas, colaborador de la ETA, destructor de la Constitución, de la economia española, apoyo del castrismo y de las dictaduras de izquierda, matador de Montesquieu, promotor de la corrupción, es hoy el heredero del muro en España. Y como en todos los regimes de esa indole pone todos sus medios detras de la desaparición de toda posible oposición.

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