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[mariasun chillid...]

AROMA DE CAFÉ

Un intenso aroma a café me transporta directamente al dulce momento de mi infancia en África. Todo alrededor resulta cálido y cercano como entonces en esta hermosa ciudad de Lisboa de grandes espacios abiertos al mundo.
Un fuerte acento africano la inunda y posee el cosmopolitismo y aire de decadencia de los viejos imperios coloniales. El lugar de aquella infancia tan lejana se acerca a golpe de impactos sensoriales. Mientras paseo siento una música que me reconforta el alma de la nostalgia de muchos años. Una pareja de caboverdianos ejecuta una “morna” para los transeúntes sobreviviendo a su “saudade” y a su precariedad económica. Sólo un isleño africano, esa doble condición es importante, puede comprender toda la melancolía que encierra esta melodía. Yo también poseo la herencia de una infancia con esa doble condición: isleña y africana.
En aquellas largas travesías de barco desde la metrópoli a la vieja colonia-isla o viceversa di mis primeras clases de geografía. Cuando el barco alcanzaba la altura de Cabo Verde todos los adultos me alzaban hasta la barandilla imposible y con sus dedos señalaban aquellos puntos en el horizonte que se llamaban Cabo Verde. Yo que tantas veces las había divisado en la lejanía, las siento, ahora, dentro de mí, a través de esta música caboverdiana que me transporta a un viaje al centro de mi misma.
Aquel barco fue lugar de descubrimientos, patio de juegos, ventana hacia el mundo y estimulo de mi curiosidad. Aquel pequeño espacio y tiempo de travesía resultaban propicios para el mejor de los aprendizajes: el aprendizaje de la auténtica dimensión del mundo. Nosotros sólo éramos una parte del todo. Lo diferente y lo diverso eran parte de lo que entraba diariamente por los ojos. Que regalo tan hermoso para un niño.
Allí aprendí también el significado de la palabra guerra y como se transformaba la cara de los adultos cuando hablaban de ella. Existía una escala que aquel barco no podía realizar. Un lugar a evitar por la guerra. Aquella guerra tenia un nombre: Biafra.
Yo nunca conocí el lugar de la guerra, pero si a sus desertores que llegaban hasta mí pequeña isla en busca de trabajo y protección. Nunca olvidare aquel éxodo interminable que atravesaba la ciudad de principio a fin con sus escasas propiedades al hombro huyendo del horror y de la muerte, pero también de la miseria. Esa misma huida que aún hoy continua para los africanos y que alcanza nuestra frontera infranqueable de insolidaridad europea. Europa blanca que vive de espaldas a África negra, que ha olvidado sus éxodos y sus miserias.




Aquel barco de mi memoria que se convertía en mi casa por quince días fue donde yo descubrí la belleza del mar con la variedad de sus azules posibles acompañados de sus cielos imposibles. Nunca podré olvidar la tranquilidad y el olor de las noches en los mares del trópico y la luna que parecía perseguirnos día tras día en nuestra jornada de viaje. Aquel fue el barco que me llevó a la isla de mi infancia.

Si cierro los ojos puedo sentir como vuelven las imágenes de aquel tiempo Despertarse por la mañana con el sonido de los pájaros y aprender a distinguir sus diferentes lenguajes, asombrarse con sus plumajes y mantener una conversación con el loro de la vecina

El sabor de la papaya, de la piña, las naranjas amarillas, tan diferentes a las mediterráneas, el agua de los mangos chorreando por mi barbilla y las guayabas que podías coger directamente de los árboles.

Escuchar el sonido del viento de los tornados en las ventanas que llegaban sin avisar con sus fuertes lluvias y que en pocos minutos daban paso a un cielo brillante y soleado que secaba velozmente el agua de las aceras y las gotas de lluvia en los árboles.

Las fiestas africanas para despedir a sus muertos. Las fiestas africanas en la calle, explosión de ritmo y sensualidad. Los cuerpos mostrándose sin complejos, el ritmo entrando en mi propio cuerpo, un poco de alma negra en mi cuerpo blanco.

La sonrisa blanca de su gente en su cuerpo negro parecía aún más blanca, aún más cálida. Todavía la reconozco en la sonrisa de mis amigos. Mis días de colegio en plena selva y los paseos diarios por aquel esplendor de vida natural en los que me dedicaba a observar a todos los seres diminutos que se deslizaban por el manto vegetal, abrazar árboles más grandes que el tamaño de mis brazos abiertos, buscar semillas para construir collares únicos que todavía me acompañan como el mejor de los amuletos.


Mi último día en mi pequeña isla, lo recuerdo tan triste que las lágrimas no me dejaban casi ver como la isla, que yo había amado tanto, desaparecía junto al paraíso de mi infancia.
Pero, hoy estoy en Lisboa, la ciudad más africana de Europa, dónde se pueden escuchar los ritmos africanos junto a la melancolía de los fados, contemplar el baile de caderas de negros y mulatos al caminar en medio del baile infernal del tráfico y respirar el aire común atlántico.
Lisboa fue la ciudad donde creció la idea de descubrir África, pero también el mundo más allá de ella. Espero que sigan creciendo en ella los valores del mestizaje.Pero, sobre todo, para mí será siempre la ciudad del aroma de café. El aroma de café que la inunda me devuelve al aroma de mi infancia.



De este precioso pensamiento, es autora Monchita, hace dos años, cuando me lo envio, me emocionò, tanto es asi, que en la reunion de Barcelona lo leimos en voz alta, para compartirlo con los que alli estaban.

Ahora,aunque ella es pudorosa, me ha dado su consentimiento para compartirlo con tod@s vosotr@s, pues dice que aunque le da vergüenza, con nosotr@s es distinto.
Espero que os guste tanto como a mi. GRACIAS MONCHITA Y UN BESO GRANDE TE QUIERO

[Invitado_Mª Jesus (mono desde Murcia)_*]

PARA MARIASUN

Por supuesto que os la voy a cuidar, ahora tambien es parte de mi vida (una parte muy importante), asi qe tendremos que compartirla, imagino que tod@s vosotr@s debeis de ser tan estupend@s como ella.
Solo tenemos una vida y con personas como ella se hace un camino maravilloso.
Besossssssssssss. :ph34r:

[Invitado_Pelasa_*]

PARA MARIASUN

Por supuesto que os la voy a cuidar, ahora tambien es parte de mi vida (una parte muy importante), asi qe tendremos que compartirla, imagino que tod@s vosotr@s debeis de ser tan estupend@s como ella.
Solo tenemos una vida y con personas como ella se hace un camino maravilloso.
Besossssssssssss. :ph34r:

No os conozco a ninguno de los que habeis ecrito las opiniones que les inspiraron este indescriptible aroma de café. Pero, me uno a las múltiples felicitaciones por esta narración tan real y de tan emotiva noztalgia para todos aquellos que estuvimos en Guinea en alguna época, yo estuve desde 1970 a 1973, tanto en Rio Muni como en Santa Isabel. Por ello me he visto reflejado en cada una de las expresiones que te han inspirado el recuerdo de Guinea. Felicidades.