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manolo pizarro

IGUAL DA QUE ME DA LO MISMO

Ante tanto despropósito como llevo oyendo estos días del Ministerio de igual da que me da lo mismo me pregunto ¿Tendrán las menores el mismo derecho para abortar como para ir de excursión con el colegio sin autorización paterna , comprar tabaco, bebidas alcohólicas y poseer carné de conducir? ¿Podría explicarme la Sra. Aido cual es el momento en el que un no nacido tiene independencia y no requiere de su madre para sobrevivir? ¿Quién será el responsable si a la menor le ocurre algo en el quirófano de la clínica abortista? ¿El médico que le practica el aborto?, ¿El bedel que pasaba por allí?, ¿La Sra Aido?. ¿Cuánto dinero han recibido los “expertos” de los negocios de las clínicas abortistas? ¿Estamos por el contrario ante un nuevo posible escándalo de financiación irregular del PSOE a costa de miles de vidas humanas inocentes e indefensas?.................................

Esta Ministra podría alguna vez pensar que hoy, en pleno siglo XXI, la sociedad occidental goza de una capacidad de luchar por la vida de sus ciudadanos, de librarlos de enfermedades y de problemas de salud que antes conducirían a la tumba, como en ninguna época antecedente. A esta lucha solemos denominarla mejora de la calidad de vida. Para la civilización actual constituye una garantía de extensión e influencia y sobre todo de supervivencia, que se ha conseguido porque el desarrollo médico en ella es considerado, sin duda, un valor estratégico de primer nivel, que marca por sí solo diferencias con otras sociedades.

Algo muy grave debe estar ocurriendo en la sociedad occidental cuando todo el potencial legal, técnico y científico se empieza a poner al servicio de la muerte de sus ciudadanos. Causa pavor comprobar que la capacidad interventora de la medicina contemporánea comienza a ponerse al servicio de acabar con las vidas humanas más débiles y vulnerables: las de los ancianos y enfermos incapaces ya de hacerse cargo de sí mismos y las de los niños no nacidos dependientes totalmente de su madre. No ya sólo por las muertes, sino por su significado social y cultural: el de la extensión de una mentalidad para la muerte según la cual, ni la vida es el valor máximo ni en el fondo nos pertenece.

No deberíamos olvidar que para la ideología progresista que propugna esta mentalidad, el hombre debe liberarse progresivamente de las ataduras de la naturaleza, da igual se traten de género sexual o de un hijo en las entrañas. Por tanto, no es ninguna casualidad que el orwelliano Ministerio de igual da que me da lo mismo, sea ahora quien abandere el tratamiento de los fetos como tumores; al fin y al cabo, terminar con la maternidad es el mayor avance de la "liberación de la mujer", y por eso quiere convertirlo en un derecho. En este asunto, como en el de la eutanasia, la profesión médica es hoy rehén de esta ideología y a los médicos les resulta difícil escapar de las presionantes consignas ideológico-éticas que emanan de la izquierda.

No me acuerdo en que entrada insinué hace ya tiempo acabaríamos la legislatura con una nueva ley del aborto y en esas andamos a pesar de las garzonadas y patxilopezadas. El gobierno, junto a sus “expertos “, desean una sociedad nueva donde se garantice a los niños un pronto goce sexual y un aborto rápido, eficaz y seguro. Si los padres creen que en este rapto social de sus niños tienen algo que decir, van listos, toda la política de izquierdas dirigida a la infancia y la adolescencia, desde la salud a la educación, se mueve por el principio de que ellos están desfasados para la nueva sociedad del progreso, es más, constituyen incluso un escollo.

Contrariamente pienso que cuando una sociedad empieza a considerar el aborto y la eutanasia un derecho, y sus gobernantes deciden poner todos los medios necesarios para matar a los débiles, es que algo marcha muy mal, y la inversión de valores va adelantada. No olvidemos que la sociedad tiene como finalidad última garantizar la vida de los que la componen. Y cuando lo que se plantea es precisamente lo contrario, así cómo poner todo el potencial de la técnica y la ciencia para conseguirlo, entonces es que está sumida en una profunda crisis. El bienestar y la calidad de vida pueden a la sazón esconder su propia autodestrucción.

En fin contrymanes, como decía Gandhi “sin continuidad la vida parece una burla cruel” y sinó, mira a los ojos de tu nieto.

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