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manolo pizarro

RETOMAR LAS CATACUMBAS

Máscaras fuera. Atrás quedaron los albores del tiempo en que la despenalización del aborto se justificaba como solución de un dramático conflicto entre dos bienes, la vida del concebido no nacido y el bienestar físico o psíquico de la madre. Era un "último recurso", siempre indeseado, casi una fatalidad. Los políticos del actual partido en poder lucían para la ocasión un semblante serio, entristecido... "¿A quién le gusta el aborto? – decían –, pero es una necesidad regularlo".

Pues bien, aquella indeseada amargura se ha transformado en alegre desenvoltura, como pasará en el futuro con la eutanasia donde estamos en los mismos albores temporales. La ministra Bibiana Aído nos lo anuncia como "la mejor ley de aborto posible", una ley que asegurará los derechos de las mujeres que quieren abortar y de las clínicas que se dedican a este lucrativo negocio de la muerte. Era tal la aparente normalidad del anuncio, que parecía como si la ministra estuviera perorando sobre el mercado de las hortalizas o sobre la campaña turística del verano. ¡Fuera prejuicios!, recitan a coro los mandamases ideológicos del partido en el poder, cuya principal seña de identidad es la cultura de la muerte. Ya no estamos ante un drama que hay que gestionar despenalizando un delito, sino ante una extensión de derechos. La verdad es que hace falta taparse los ojos y la nariz para no sentir arcadas escuchando Bibiana y a sus colegas.

El panfleto Público anuncia en portada una ley de aborto libre en las 21 primeras semanas, y en un primer momento uno siente que en Moncloa se han vuelto locos... y luego piensa que no, que todo es muy coherente. Tras la carnicería destapada en las clínicas de Morín (uno de los grandes beneficiados de la futura ley) al Gobierno no se le ha movido una pestaña y menos ahora, con el órgano que regula a los jueces en su poder. Nada de asegurar el cumplimiento de la ley, nada de afrontar el escalofrío de esas vidas truncadas, nada de moratorias y replanteamientos: esta es la ocasión de abrir el portón al aborto libre, moderno y aséptico. Un aborto sin prejuicios, vamos, con lo mejor de la legislación de todo el mundo sobre la materia. Como ha dicho Monseñor Sebastián, estamos ante el mayor escarnio que se pueda imaginar, porque un aborto voluntario es sencillamente un homicidio premeditado y alevoso.

Aborto libre, moderno y aséptico

Ahora bien: este Gobierno que enarbola la bandera de la cultura de la muerte con tanta trompetería, no se atrevería a hacerlo si no supiera que cuenta con el apoyo, o al menos con la complacencia pasiva de una mayoría de la sociedad española. Es cierto que el PSOE se cuidó mucho de no dejar claro sus planes poselectorales sobre el aborto, pero vamos a dejar de engañarnos. Cualquiera que escuchase a Blanco, a Soria, a Bermejo, o al mismísimo Zapatero, podía entender que el aborto libre es una de sus joyas de la corona ideológica que presume de ampliar los derechos y que juega a romper todo vínculo con la tradición ética y cultural de nuestro país. Y a pesar de todo, una mayoría social le apoyó. Ese es el drama, ese es el gran desafío.

Habrá que pensar que desde ahora para afrontar este gran desafío no sirve cualquier respuesta por bienintencionada que sea. Las raíces de este mal son muy profundas y tocan el corazón de muchas personas, además de haberse enroscado en los centros de poder cultural, mediático y político. Los cristianos nos introducimos cada vez más en una época similar a la de aquel Imperio Romano en el que la fe de las catacumbas abría la razón y generaba una novedad humana que sólo con mucho tiempo y una paciente educación logró empezar a cambiar las cosas, recuperando el sentido de la vida en medio de un mundo desorientado y sobretodo violento. Habría que preguntarse como en España, tiene ya más probabilidades de prosperar un feto de animal que el de un ser humano y como sus gentes son tan peregrinas, que van a adoptar a Rusia o a la China los niños que aquí se abortan.

Ciertamente lo expresado es muy duro, pero una realidad hoy en día para 100.000 nonatos españoles cada año.

Que el amor a la vida ilumine vuestros corazones contrymanes.

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