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Entradas en 18-August 09

¡Te quiero taiwán!

gudea de lagash, Aug 18 2009, 03:56 PM

…….Y por fin llegó el tiempo de volar hacia el país de los “tres mil templos”…
07´00 – Salimos de casa a buscar al “cerdito soñador”
07´45 – Llegamos al aeropuerto de Alicante: bocata queso “pater”, bocata patata, yo y croissant chocolate el “cerdito soñador”. Permanecemos sentados, en espera del vuelo. Hay gente a “tutiplén” <lleno>. Cara de tontos guardando equipaje. Observo al cerdito soñador y a pater : los dos con ojos de sueño.
Decepción: el cerdito soñador no ha querido el toblerone <marca de chocolate>
08´45 – Pasamos el control de seguridad, no sin antes achuchar al cerdito soñador, con “teletubi” <nos abrazamos los tres a la vez>, incluido.
En el control me quitan el gel del baño del equipaje de mano.<oleremos a oso>, menos mal que la colonia se la entrego, vía guardia, al c. soñador, que nos dedica su mejor sonrisa, mientras nos lanza un beso al aire.
Entramos en la sala “VIP” ¡Que poderío! Como vive la gente con pelas: sillones en los que te pierdes, azafata con sonrisa de “profident”<marca de pasta de dientes>. Self service y “pipiroom” limpio, je, je, je…
09´35 – Subimos al avión de Iberia, me siento como una sardina en lata ¡
10´45 - El piloto se ha sacado el carné en una tómbola: o espabila o lo veo en el INEM ¡madre mía, que aterrizaje! Pater dice que es normal; si él lo dice…
13´00 – Sala VIP “Puerta del sol” ¡Que poderío, poderío! Pater me hace una foto, para comprobar si la maquina de fotos funciona, pues en la jardinera que nos trajo hasta esta terminal, se fueron al garete, por un frenazo, todas las maletas, y la maquina también: debo estar arrebatadora con los carillos inflados, como los de un hámster comiendo pipas.
15´00 – A estas alturas estamos ya hartos de VIP; pater está dormido en un sillón que caben dos paters, y yo cansada de “Los Hombre que no amaban a las mujeres” <Best – seller de moda, que por cierto no está nada mal. Me estoy acordando de que el autor del libro se murió de repente, sin derechos de autor… ¡Ay! Como tenga herederos… 16´00 - Ya hemos subido al avión; no se porqué, pero creo que no me inspira seguridad… mira que si le faltan algunos tornillos…je, je, je… Primero lo han hecho los “bussines”, y luego la plebe, o sea nosotros: ahora me siento como una sardinilla, de lo llenísimo que va el cacharro. A pater le ha tocado un “celeste joven” < asiático>, al lado que estornuda cantidad, y al otro lado del pasillo lo mismo…: no si veremos a ver con tanto germen pululando por estos lares…
A partir de este momento soy consciente de que mi comprensión se ha perdido en el submundo de las deferentes lenguas, me siento como si estuviera en la torre de Babel; es como si fuera sordomuda, con tanto chapurreo; todo menos español ¡pobre de mi! Pero que gordos estamos mon Dieu, me he dado cuenta por los asientos de los aviones, claro que si fueramos en uno de bussines, la cosa cambiaría…
18´00 – Nos acaban de servir el ágape, lo han hecho “Keny y Heidi”, que con estereotipada sonrisa se han dirigido a mi parloteando en inglés, y yo mentalmente, y con la misma sonrisa, digo una frase que empleaba una amiga mía cuando alguien le hablaba en un idioma que no fuera el suyo: “y yo en tu pá, por si acá”, je, je, je…Pregunta con premio si se acierta: ¿por qué, si la compañía es holandesa y Holanda es el país del queso, el sanwis de queso no sabe a idem? Menos mal que el white cofee estaba caliente, je, je, je…
18´50 – llegada a Schiphol y en los lavabos me peleo con la taza del w.c. pongo el mismo empeño que Indiana jones en: “En busca del harca perdida”, en encontrar el pulsador de la cisterna, sin conseguirlo, hasta que me doy cuenta de que al separarme de la taza el agua comienza a correr ¡Pero cuantas modernidades hay por el múndo!
Caminamos por la terminal con paso rápido buscando la siguiente puerta de salida, y a nuestro paso vemos mucho cristal de Swaroski, mucho trozo de chocolate,<una señorita muy señoreada, lo parte a martillazos en un stand>, y mucho puesto de plantitas, entre las que se encuentran los famosos tulipanes, pero de queso…¡nada de nada! He llegado a la conclusión de que por no haber, no hay ni vacas.
Nos sentamos a esperar el próximo vuelo hacia Bankog, y miro a través de los cristales el cielo holandés triste y nublado, y pienso en el nuestro tan lleno de luz, con ese sol y ese azul sin nubes; con esa luz que lo baña todo, y entonces comprendo por qué los europeos tienen ese carácter tan reservado, tan frío y tan triste…: les falta luz: la luz del sol. ¡Viva mi pueblo! Y su vinito, con su jamoncito y su quesito. ¡Viva! La tortilla de patatas, con su aseitito de oliva, el gazpachito, la paella, y las sardinas a la brasa ¡ole! Por el pescaito frito, el pan de hogaza, las migas y la chistorra; los churros con chocolate, y el pan con tomate. ¡Tres húrras! Por sus pueblos y ciudades, por la sonrisa de su gente, por que llevan el sol en la mirada, por la risa de sus niños. ¡Chapeau por los míos!
20´00 – De nuevo en el avión, como sardinas, pero esta vez con almohada y mantita como compañeros de viaje. Miro a Manolo que está cruzado de brazos, mirando al frente con cara de circunstancias, y pienso que cuando lleguemos al final del camino, habrá que llamar a un chatarrero para que le abra los brazos, porque se le habrán quedado como las alitas de pollo del “Foster”< nombre de una franquicia de restaurantes>. Al lado lleva un tío muy raro, con pinta de pederasta.
Estamos dentro del avión pero aún no se ha puesto en marcha ¿? ¿? ¿?
21´15 - Por fin nos movemos. Ni idea del retraso, tal vez estuvieran apretando tornillos. A fuera está lloviendo, y aquí dentro hace un frío que pela, y yo con un pantalón pirata y una camiseta.
10´30 – hace un frío que pela, si lo sé no vengo con sandalias ¡Ángel, te voyt a matar! Esto me pasa por verte llegar, en Barajas, con manga corta y bermudas en Navidad…¡Que frío!
09´30 - ya no se si es la hora de allí, o la de aquí, ¡Que lío! El hombre que está sentado al lado de Manolo no se ha movido en toda el trayecto del asiento. Piensa, y no creo que se equivoque: que viene a Bankog, a lo que viene…
En la terminal de bankog: se ve gente con mascarilla. Me fijo en una limpiadora, que llevaba una: ha salido de los lavabos, con el trapo de fregar en la mano y sin guantes: que incongruencia…
Lo que nos pronosticó el cerdito aventurero, se está empezando a cumplir: _hay gente que nos observan como a osos panda.
El dinero <la moneda de Bankog>, que muy generosamente nos dio nuestro buen amigo Carlos “el del banco” <así se ha quedado por trabajar en un idem>, no nos sirvió de nada en ese aeropuerto: Speedy Gonsales, se queda corto.
De nuevo en el avión. Al lado de Manolo, esta vez un joven monje budista con su chaquetilla corta y sus “pantalones” color azafrán. Este compañero de viaje, inspira paz; lo digo en serio: inspira paz…
Lidia, la azafata lleva una “Pandora” a medio montar ¡Bienvenida al club, le digo por telepatía cuando se inclina ante mi, quizá le llegó mi mensaje: sonreía.
Tras un viaje de cuatro horas, este estaba “chupado”, después de las once, de Ámsterdam a Bankog. Tengo un lió de medicamentos…<una los tiene que tomar para que la maquina funcione lo mejor posible, je, je, je>…
¡Por fin el final de trayecto! Desde el aire las luces de la ciudad de Taipei, nos dan la bienvenida…
Nos retienen un rato en el control de pasaportes, porque ¡Ho desastre! No sabíamos la dirección de Ángel, ni su número de teléfono ¡ja, ja, ja! La tarjeta de visita del cerdito, se nos olvidó en Murcia, y el número…: no necesitábamos el dichoso numerito viviendo en la otra parte del mundo ¿No? ¡Pues si! para no acabar solos ante un señor muyyyyy serio que al final nos miró con cara de benevolencia, bueno en realidad la cara la puso conmigo, debió comprender que éramos dos padres en busca de su cachorro: nos dejo atravesar la puerta. ¡Guuuuapo! ¡olé los chinos, digo taiwaneses enrollaos, que saben distinguir entre una pareja de hampones y unos padres desesperados.
Guapisimo; nuestro cerdito estaba como siempre: como un queso de tetilla: COMO EL RESTO DE LOS CERDITOS ¡que desperdicio de hijo!, no se me olvidará, el abrazo que nos dimos: en el nuestro iba encerrado el de toda la tribu; en el suyo: todo el cariño que siente por su familia. Junto a él, un señor muy serio uniformado, que llevó las maletas hasta un coche de esos de película con todos los cristales ahumados, hasta el del parabrisas ¡Que cosas! Esto lo haces en España y te crujen. Nos subimos al coche y el señor del uniforme que resultó ser el chofer de la empresa, nos condujo al trote, y con música en ingles hasta el apartamento del cerdito, luego pequeño ángel <el cerdito> nos explica que la música le importa un comino puesto que no entiende ni papa de inglés, pero que la conectan como deferencia, pensando que a nosotros nos “pirra” <encanta>: - ¡pequeño Ángel, quien canta?
- Ni puñetera idea, mater, no se que grupo es, ni reconozco la canción…
- Je, je, je… <Pero es todo un detalle, pienso>. Durante el tiempo que allí estuvimos nos dimos cuenta que cada vez que subíamos a un Taxi, o al microbús del hotel, siempre, aunque estuvieran escuchando otra cosa, nos ponían canciones en inglés ¡Que corteses! Una vez que llegamos al edificio, en donde pequeño Ángel tenía su apartamento, un muy ceremonioso portero, que parecía salido de un recortable, salió disparado hasta el ascensor pasando una tarjeta que llevaba colgada al cuello, por los botones del idem : - thank you very much, a lo que el contestó: nokiu, nokiu <algo así como “no gracias, no gracias”. Sin comentarios, solo decir que el muchacho, voluntad le ponía.
Y el apartamento era una replica del que tenían los “pini pon”, <muñequitos para niños de dos años>, no diré que la bañera tenía mas metros cuadrados que la casa, pero… vamos a dejarlo ahí. En la parte de arriba, <en teoría un duplex>, estaba el dormitorio:
-descalzaros si subís a verlo…
- Se me ha vuelto loco – pienso-.
- Al final lo entiendes: el colchón en el suelo,<tarima de madera>, y del suelo al techo, no llegaba a mi altura <1´54 m.> . El número era para haberlo grabado: caminando a gatas Manolo y yo, sin posibilidad de ponernos de pie… ¡ja, ja, ja!
- ¿Por qué tienes esa heridita en la cabeza? –Ángel me mira como diciendo. ¿Qué, te estas quedando conmigo? ¡Andando al hotel!
- Bueno al menos te pondrás agua oxigenada? Je, je, je… el pobre cada vez que se olvidaba del techo se daba en el mismo sitio con un saliente, al que aun no le ha descubierto su finalidad.- Bueno y eso que es… ¿la tabla de planchar de los “pini- pon”? - una mini, mini, tabla de planchar, que mas que una tabla de ídem, parecía una tabla de wind surf de parvulitos.
- Observar, pero cachondeos pocos…- nos dice con cara de pitorreo, mientras se sienta en la tarima a lo “moro muza”, y tira de una de las camisetas que tenía colgada en un mini tendedero plegable al lado de “la cama”. La tabla no levanta mas de un palmo des suelo y así… nos muestra como plancha su corto fondo de armario: - ¡Andando al hotel!
El trayecto hasta el hotel es corto. Lo hacemos en taxi por las maletas. El taxista, ya se sabe: amenizando el trayecto con canciones en inglés, y sin entender el buen hombre nada de ese idioma. : Ángel le habla en una jerga que luego me entero que es mandarín.
- Que no se chino… - lo estudia en una academia, y digo yo que aunque diga que no sabe el conductor le ha comprendido, perfectamente…
Navidad, navidad, blanca navidad… menudo galimatías tiene esta gente. toda la ciudad está iluminada con guirnaldas, luces rodeando los árboles. En el hotel Lotus Spá de Xin Beitou, <es el distrito en donde nuestro pequeño cerdito aventurero tiene el apartamento de pini pon>, las luces que rodean las paredes del exterior, te dan la bienvenida, mientras suena “Blanca Navidad” o, “Noche de Paz”. Un hotel precioso rodeado de una vegetación maravillosa. Huele a ozono; a tierra mojada, un olor que desde mi niñez no había vuelto a experimentar… Huele a tierra mojada. Ahora está lloviendo, caen unas gotas gruesas como monedas de dos euros, y seguro que en un momento cesará, y así una y otra vez… La atmósfera está limpia, y las plantas también; es el paraíso de los alérgicos a los ácaros del polvo <con esto pequeño Ángel está encantado>. Nos reciben con la ya estudiada ceremonia; es gente amable que nos mira con curiosidad: somos los únicos occidentales del hotel ¡será por eso? La habitación es de impresión, pero más aun el cuarto de baño, en donde una enorme bañera de esa de chorros, nos espera, <por algo es un Spá>, pero yo le digo mirándola de frente: - espera, espera, que yo ahí no memento que soy capaz de ahogarme… me quedo con la ducha de al lado.
Nuestro, ya, amigo Domingo”, el conductor del microbús, nos devuelve a los tres, al edificio en donde vive Ángel. Es un hombre encantador, que demuestra tener una gran simpatía por los “sibaña”, es como suena “españoles” en mandarín. Se afana el hombre en hablarnos en nuestra lengua, cosa que hace fatal, pero pone tanto empeño, que no somos capaces de desanimarlo, así que entre la necesidad de comprenderle, el ingles que chapurrea, y los gestos, va tirando la conversación.
- Para junto a ese “Seven eleven”, -le dice pequeño Ángel, en el idioma de la reina madre -
Los Seven Eleven, son una especie de drugstore americano, que funciona las veinticuatro horas del día. Durante el tiempo que allí estuvimos pude comprobar que son muy socorridos, pues en ellos encuentras un poco de todo, por encontrar encuentras hasta unas ollas, llenas de té, en la que un montón de huevos, cuyas cáscaras tintadas a causa de la infusión, presentan un aspecto poco apetecible, esperan día tras día a que los taiwuanese se los vayan engullendo: se mueren por ellos. Yo en cambio le eché el ojo a la nevera en donde los Hagen däsh esperan pacientes el momento desesperado de comer “algo decente”.
Comenzamos la excursión por la ciudad, con nuestro guapo guía, el cerdito aventurero, y la empezamos con un numerito que sin proponérmelo organicé en el metro de xin Beitou…:
- No puede ser… dime que no es madre… - dice el cerdito mirando alucinado el trasiego formado en la entrada de los lavabos de señoras.
madre; lo que esté pasando ahí dentro, es cosa de madre. – le dice pater sin apartar los ojos de la entrada a los lavabos…
Este cruce de palabras lo tuvieron, según me contaron después, mientras yo vivía mi primera aventura con los lavabos de señoras taiwaneses. Entro en el recinto y me fijo en el dibujo que hay en cada puerta: algo parecido a un bidet sin pie… Eso me dio mala espina y no me equivocaba, porque al abrir una de las puertas me encuentro con un artilugio igualico y gualico que ese trasto inútil que se empeñan en colocar en todos los cuartos de baño y que luego, tras un tiempo acumulando rollos de papel higiénico acabas llamando al fontanero para que se lo lleve. Casi arrás del suelo los dichosos artefactos esperaban a que las féminas adoptaran la infantil postura de hacer “pipi”en cuclillas: - pobres huesos ¡hay mi osteoporosis! Como me agache no me levanto,- pienso - y en cima en un habitáculo tan diminuto. Y… ¡bendito tú entre todos los “pipi- bidets”: un dibujo, solo un dibujo en una de las puertas, de una maravillosa taza de w.c. apareció ante mí, y allí me metí. Cual fue mi sorpresa cuando quise que corriera el agua, pues no encontraba ni cadena ni botón que llevarme a las manos… bueno botón, lo que se dice botón, vi uno de color rojo justo al lado de mi oreja, y sin pensarlo dos veces lo apreté con fuerza, una y otra vez para que cayera el agua… y mientras me subía la cremallera de los piratas, dieron unos golpes en la puerta. La abrí y me encontré con un guardia de seguridad que desde su pintoresca gorra de plato me miraba con ojos de desaprobación, yo que no comprendía lo que estaba pasando sorteé al grupo de mujeres que junto al guardia habían puesto su atención en la excéntrica “osa panda”, que salía del habitáculo de los “sólidos”. : y yo sin inmutarme me lavé las manos y salí de los lavabos…
- ¿Por qué me miráis así? – los dos pares de ojos fijos en mi, y pequeño ángel diciendo: “no puede ser, no puede ser”…
- lo que no haga madre… ¡Si ya te lo he dicho que era ella la que había echo saltar la alarma en los lavabos de señoras. – dice desco… de risa.
Y entonces comprendí todo lo que había organizado sin querer.
- ¡Dios! al apretar el maldito botón rojo se disparó la alarma y yo sin enterarme <dentro no se escuchó nada>; entonces… ¿Dónde estaba el dichoso botón del agua? ¿Dónde? ¿dondeeeeeee?
Más tarde pude comprobar que la posición de “en cuclillas”, resulta cómoda para la mujer taiwanesa.


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Continuara.......




 
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