Enorme desperdicio de mí misma. Aun así estoy ahíta y me gustaría seguir deshaciéndome de los tesoros que guardo en el arca.
¿Dónde está mi corriente de energía? Mi sentido del descubrimiento: aunque adopte una forma oscura. Yo, esperando siempre algo nuevo de mí, era como un escalofrío de la espera: algo estaba siempre viniendo de mí o fuera de mí.
Endémica soy.
No resisto mucho un sentimiento porque me angustio y mi mente se queda ocupada en el sentir y me desprendo de él cuanto antes para recobrar mi libertad.
Soy libre para sentir. Quiero ser libre para razonar. Aspiro a una fusión de cuerpo y alma.
No consigo comprender a los otros. Sólo en el desorden de mis sentimientos me comprendo a mí misma y es tan incomprensible lo que siento que me callo y medito sobre la nada.
Acabo de entrar en mí y estoy tan asustada que ya quiero salir. Descubro que estoy más allá de la voracidad. Soy un ímpetu partido por el medio…
Pero de vez en cuando voy a un hotel impersonal, sola, sin nada que hacer, para quedarme desnuda y sin función.
¿Pensar es tener función?
Al pensar, verdaderamente me vacío… y entonces me voy a mi castillo. Voy a mi preciosa soledad. Al recogimiento. Estoy descoyuntada. Pero ya comienzo a distinguir un brillo en el aire. Un sortilegio (me gusta esa palabra...) Mi sala es una sonrisa. En ella existen vitrales. Los colores son rojo catedral, verde esmeralda, amarillo sol y azul azulona. Y mi habitación es de monje sensual…
Aquí hay ventoleras de noche. Y de vez en cuando las ventanas se golpean, como en las historias de fantasmas.
Estoy esperando lluvia. Cuando llueva quiero que caiga sobre mí, a raudales. Abriré la ventana de mi “habitación” y recibiré desnuda el agua del cielo.
Jardines y jardines atravesados por acordes musicales… Veo mi rostro a través de la lluvia. El viento agudo y agitado barre la casa como si en ella faltasen muebles y personas. Está lloviendo..
La prueba de que estoy recuperando la salud mental (aunque no lo parezca) es que cada minuto que pasa me vuelvo más permisiva, me permito más libertad y más experiencia. Y acepto el azar. Anhelo lo que aún no he experimentado. Mayor espacio psíquico. Estoy felizmente más loca. Y mi ignorancia aumenta.
La diferencia entre el loco y el cuerdo es que el cuerdo no dice ni hace las cosas que piensa.
¿Se paga con prisión la vida…?
Después de leer lo que he escrito, pienso…, ¿de qué abismos violentos se alimentan mis fibras más íntimas para que se nieguen a sí mismas de tal forma y huyan hacia el dominio de las ideas?
Siento en mí una violencia subterránea, violencia que sólo viene a la superficie en el acto de escribir..
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