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...y me la llevé al huerto

Ansha, Sep 30 2008, 02:39 PM

Muchos grandes logros se consiguen tras decisiones sencillas, mientras que las grandes decisiones suelen traer sencillas equivocaciones, no por ello menos relevantes ni más pequeñas.

- Se parece a esa otro pensamiento que dice…
- ¿Se parece un huevo a una castaña?
- Algo sí se parecen… ¿no te parece a ti?
- Piensa en lo que acabo de decir y no interpretes, concuerda conmigo o disiente, pero no te descuelgues sobre la primera estantería de tu archivo retentivo y te pongas a navegar en aguas con calado diferente.
- ¿Algo en contra de la memoria?
- ¿Memoria?, la imprescindible
- Vale…
- Ten cuidado con ese tipo de alusiones, yo no me imito a mí mismo ni para parecerme, tenlo presente.

Algo suele ser mejor que el todo al que pertenece en tanto éste no constituya una parte relevante de otro todo que lo incluya. Así pues, cualquier todo que se intuya, incapaz de formar parte de aquel cuyas propias partes no cuenten con nada de él, se deja entre cada parte lo que no consigue ser. Es aquello que no es lo que le hace no ser parte, por lo que ciertas partes del todo que sí lo es, siendo sólo simples partes, consiguen ser más que él.

- Muy interesante…
- Ten cuidado… Si quieres decir vasectomía dí vasectomía, no me hagas juegos malabares porque me descentras. Ojo al parche.
- Vaya… ¿estamos susceptibles?...
- ¿Lo has entendido o no?
- ¿Parte de contenido puede ser más relevante que la idea continente?
- Sí, cuando el continente no sea un contenido relevante a su vez.
- Muy subjetivo… ¿note parece?
- Me parece. Todo es subjetivo, no existe la objetividad, ésta se maneja con el simple fin de calibrar el grado de subjetividad que empleamos cuando manifestamos un criterio.
- También eso es subjetivo…
- Por supuesto
- Vale…
- ¿Vale?...
- Creo que sí… aunque…
- Eso me basta

………………………….

- Tengo mis dudas…
- Eso también me basta


……………………………

- ¿Por qué no decir simplemente que la parte es superior al todo, cuando dicho todo no constituye parte de otro todo diferente?
- Por lo mismo que responder con un “sí” a la pregunta de si te quiero, no es igual que hacerlo con un “sí, te quiero”.
- No me vengas con esas…
- Ni vengo con esas ni me marcho con otras, te respondo. Y Te digo más, si ese “sí, te quiero” lleva añadido un “¿cómo puedes dudar de eso?”, la diferencia con ese “sí” raquítico es tan grande que incluso un “no, pero qué se le va a hacer” resulta una respuesta más acertada. Si respondes con un simple y sencillo “sí”, la interpretación es inevitable. Hay quien con toda una estrofa dedicada a confesar cómo y por qué se quiere, interpreta, fíjate si tiene lógica que los monosílabos sean para mí los demonio más truculentos o los ángeles más soberbios…
- Subjetivo… muy subjetivo…
- Como todo… ¿Sabes qué supe el otro día en boca de un científico?... Pues que la materia es una degeneración de la antimateria, una aberración de la existencialidad más lógica y primitiva: la antimateria. A donde convergerá todo en el fin de los tiempos (nunca mejor dicho)
- Hay que joderse…
- Eso es el paradigma de la subjetividad… la sinceridad más flagrante y honesta con la que me he tropezado en mucho tiempo

……………………….

- ¿Y si a fuerza de bordar el continente desvías la atención que precisa el contenido?... Con esas florituras semánticas quitas peso a lo que dices y lo vuelcas en cómo lo dices… ¿sabes el error que puede suponer eso?
- Para ser un error, antes tendría que ser acertado lo contrario. ¿Acaso el fin último de toda manifestación ha de ser exclusivamente lo que se dice y no cómo se dice?
- Exactamente
- Pues no para mí. Si me manifiesto sobre algo lo hago con estilo, que guste o no es ya otra historia, de no hacerlo así prefiero callarme y dejar que la mente procese en silencio, más deprisa, mejor. Eso me priva de la música, y como lo único mejor que la música es la música, por eso hablo.
- ¿Escribes por ti únicamente?
- No sé si únicamente, pero escribo por mí, y que no te quepa duda de lo claro que lo tengo.
- ¿Y si lo que dices de manera tan musical constituye una estupidez supina?
- Jamás he dicho una estupidez en mi vida. Pero si intuyo que algún cerebro ocluido le ha de resultar estúpido lo que no será más que una simple equivocación, unto la idea con el dulce elixir de la semántica y doy miel a cambio de ira, adorno el contenido con la confesión de que por tal la tengo y sigo siendo todo lo generoso que no siempre acaba gustándome ser.
- Eso es manipulación
- Manipulamos cada vez que abrimos la boca. No confundamos los términos, no llamemos al cojo tarado de piernas Eso no es manipulación, es dar. Doy como me da la gana, pero doy. Hablo, no me callo, pero hablo como me apetece hacerlo, no como le pueda gustar a los del tendido del siete.

Si tras las consecuencias de las vivencias por haber nacido, un día nos cuestionamos si debimos de nacer o si mejor habría sido dejarnos queriendo ser, ha de ser que nacer es el primer acto del que dispone la voluntad para equivocarse.

- ¿Me permites?...
- Te permito
- Quiero ser yo ésta vez quien te responda…
- Hecho
- Amplíame el contexto en el que centras ese pensamiento, por otra parte poco sustancioso…
- Nadie es perfecto
- Si yo te contara… Venga, dale…
- Voy a meter a tu dios en él, espero que no sea un agravante del tono de tu respuesta…
- No soy manipulable ni condicionable, es propio de toda conciencia…
- Sea pues

Dado que en el acto de nacer, el instinto modula nuestra incipiente voluntad a experimentar lo que más desconocemos y que es responsabilidad de nuestros padres asumir que sólo mañana estaremos preparados para saber qué hubiéramos querido, ¿no será que su primera obligación para con sus hijos ha de ser la de pedir perdón, a la vez que perdonar a quienes como ellos dejaron que ese instinto sellara su destino, y que tu dios, padre universal e hijo por empeño en doblega la lógica es el único sin derecho a perdonar y ser perdonado?...

- Por eso los padres tienen la obligación moral de encaminar nuestros pasos hacia ese umbral de vivencia que lleve a la aceptación de la vida como un privilegio…
- ¿No me digas?
- Te lo estoy diciendo
- Hablas de poner una zanahoria delante del burro…
- Hablo de poner una zanahoria al alcance de la vista del burro, no delante…
- Ya me dirás cómo narices veo una zanahoria, aunque sea monumental, si no me la colocas delante…
- Tú me entiendes, no me amagues con la izquierda para golpearme después con la rodilla… Atiende… Tú ves una tía reventota, bramas en a berrenda… y tus padres te colocan al costado a Santa Eduvigis. Tú tiendes a darle una estocada en el corazón al que te mire atravesado… y tus padres te compran un capote para que evites que el mirón te dé una cornada cuando falles o para que no vayas por ahí devolviendo intereses desmesurados. Tú te caes y te quedas en el suelo para ponerle la zancadilla al segundo que pase con intención de pisarte… y tus padres te levantan para que nadie tropiece contigo y se rompa la crisma, mientras sufren en silencio tus dudas sobre su valentía… Es cuestión de enfoque.
- No sé…
- Yo tampoco

Si tu alma reclama la paz que venera y la guerra que defiendo mata la paz que tengo, toma la paz que queda y haz la guerra que no tenga.

- Vaya, eso es buen…
- Ya lo creo que es bueno…
- Déjame que lo desenfoque y vuelva poco a poco a perfilarlo…
- Cuidado con interpretar… si lo haces te lo cargas y sólo dejas el gustillo del soniquete. Por lo que más quieras no destroces…

Sobre mis hijas…
Necesité estar sólo para vivirlas, hoy necesito vivirlas por no sentir la soledad que reporta estar sin ellas.
Por tenerlas, dejé de verlas… Hoy necesito mirarlas para lograr que me vean.
Con Ellas viví engañado… y sin ellas descubrí lo que nunca he deseado, lo que aún no he olvidado… lo que no quiero que sea… Hijas que como yo son hojas del mismo árbol, capaces de darlo todo y orgullosas de no darlo.

- Sin comentarios…
- Faltaría más…

Cuando algo te aflige, es que tu conciencia no sabe si aceptar el dolor de un error o dejar que te equivoques de nuevo para seguir engañándose.

Cuando algo termina todo empieza y cuando algo empieza… termina todo lo demás.

Las Juventud es una curva inalcanzable que sólo las manos del tiempo consiguen trazar con pericia. La ruta de la vida es una sucesión de mojones de presentes que no sabemos mirar si no es con la vista atrás, donde se hace eterno y las ganas de recorrerla desaparece cada vez más tras la curva que nos obliga a mirar hacia delante.

Más sufre quien imagina que quien sabe a ciencia cierta, pues mientras que éste acaba asumiendo la causa de su dolor, aquel nunca termina de creerse aquello por lo que sufre.

No permitas que hacer realidad tu sueño te haga olvidar la realidad en que lo sueñas, no sea que por soñar realidades éstas acaben por no dejarte soñar.

Los castillos en el aire son los únicos cuyas bases no ocultan el horizonte de quienes pueden seguir caminando ignorándolos. Los castillos en el aire son capaces de albergar amores imposibles y hacerlos realidad desde los sueños más altos, que si la realidad del sueño no es la realidad que vives, soñar es la realidad de aquello que concibes como único posible.

La seguridad induce al error, la inseguridad lo inventa. La única forma de no equivocarse es contemplar el error como fruto de una causa contraria, involuntaria e imprevisible.

El diablo no sabe más por viejo que por diablo, pues mientras que la vejez le da a éste la sabiduría que la nuestra le adjudica, lo que sabe por diablo sólo lo sabe él… salvo que seas el mismo diablo, entonces sabrás muy bien de aquello que no te hablo por saberlo ser también.

Dos y dos resultan… Pero si sumas el uno una vez por cada vez y observas el resultado más allá del propio cuatro, te das cuenta que ésta vez, aunque siguen siendo cuatro como los pares juntados, cada cual va por su lado…el cuello bien estirado, unidos ante la causa, juntados y separados, conformando lo logrado sin el triste y vil recuerdo de que antes eran rectos… y hoy se los ha doblado.
Las parejas, sin embargo, a duras penas conservan recuerdo de lo que fueron… antes curvas y ahora rectas, ayer cisnes… hoy peldaños.
Moraleja… mejor resulta estar sólo que tan bien acompañado, no sea que con el tiempo y fruto de algún pecado, acabes por ser asiento de quien ya te ha calculado.

Isabel y Fernando parece que se lo montaron bien… No obstante, y pidiendo disculpas anticipadas por dar rienda suelta a mis ganas de jugar impunemente con la semántica, déjame decirte algo…
Si por montar monta tanto aquellos que menos montan como montan los que más… ¿será que ha de dar lo mismo tanto si montas tanto cómo si montas a tiempo tan sólo una sola vez?... ¿será tal vez que al montar no importa sobre qué montas, o cuantas veces lo hagas, sino vivir lo que montas y montárselo así bien?...
Moraleja… Móntate si es montado como concibes estar. Pero bajo ninguna circunstancia te dejes montar si no puedes desmontarlo con sólo pensarlo, ni por ti ni por quien diga que está a tu lado, que nadie como éste para montárselo bien a costa de tus ganas de montártelo y nadie mejor que tú para montártelo mal si te montas demasiado y no sabes desmontar. Que monte Isabel de lado y quede Fernando a pie, o que se cambien las tornas y monten por separado, o que monten agarrados en la grupa del corcel para decir que han montado tanto ella como él... Yo me monto y descabalgo, o no me monto jamás… que montar es un infierno a la hora de parar.

- ¿No montar por si te duele luego apearte?
- Si me duele apearme, no me apeo
- ¿No montar por si le coges un gusto insano al asunto?
- Si le cojo gusto a montar, puedo perderle el gusto a no hacerlo, en una situación así decido no montar.
- ¿Te niegas a experimentar?
- Me gusta manejar la información que se me muestra como verdad y encontrarle la lógica que he de presuponerle si respeto a quien también presupongo que le ha dedicado su intelecto, analizarla, sopesarla y medirla para después asumirla, o colocarla en otro contexto y ver cómo se desenvuelve.
- No me has contestado…
- Creo que me he expresado con claridad. Me va el cine y no el teatro, no me gustan las sorpresas.
- No te va eso de descubrir por ti mismo...
- Una vez más interpretas mal…
- Coño, si eres una pura metáfora con patas… ¿cómo no voy a interpretar?
- No son metáforas, cerebro. La metáfora te sitúa en otro entorno dentro del mismo contexto, yo te pongo alfombra de terciopelo para que vayas con zapatillas a buscar el pan.
- ¿No es eso una metaforaza?
- Mira que eres quisquillosa…
- ¿No decides cuándo montas o desmontas?
- Monto cuando sé que podré desmontar a voluntad, y desmonto cuando soy igual de sabio.
- ¿Y los demás?
- Como si se operan
- ¿Significa eso que no tienen el mismo derecho?
- Por supuesto que tienen derecho, por eso sólo monto en esas condiciones, y bajo esas mismas respeto la monta de los demás. Si no es así me aparto y dejo que se monten todos en el mismo jaco si quieren.
- Postura cómoda esa…
- Soy africano, padezco de indolencia crónica.
- Sin embargo bien que te tiras a la yugular…
- Sólo si hay causa, entonces provoco ese efecto.

La humillación es el único acto voluntario capaz de conferir a su autor la patética imposibilidad de cometer con éxito cualquier otro de distinta especie.

La humillación tiene el indigno privilegio de convertir el acto generoso en el menos deseable, confiriendo al verbo dar la rara incapacidad de ser conjugado con éxito.

Si dar tiene su único sentido lógico cuando alguien necesita, humillar es el compendio de todo lo que nunca es necesario.

Sólo el que humilla una sola vez es quien volverá a hacerlo tantas otras veces como circunstancias similares haya de atravesar.

La humillación no redime al autor con una contrición que le muestre lo vil de ese acto, lo alienta con los resultados únicos que consigue.

Tras humillar no se corrige, se adquiere la práctica para humillar más y con peor estilo.

Humillar es fácil, lo difícil es llegar a hacerlo.

Humilla quien no sabe reconocer su incapacidad de hacer de forma distinta aquello por lo que reacciona como un imbecil.

Humillar mata la posibilidad de perdonar a quien, por ser peor que nada, odia siempre que le dejan.


- ¿Oye… no crees que hay mucha soberbia por aquí?
- ¿Tú crees?...
- Yo creo
- ¿Celosa?...
- Preocupada…
- Mírame… anda, mírame…

(Vaya manera de mirar… ¿Habéis visto alguna vez los ojos de vuestra conciencia, cuando se clavan como dos lunas en el fondo de vuestro ser y te recorren entero?... Yo la amo y la odio, a la vez, pero sobre todo la respeto. He de calmarla… Lo que ve de mí lo interpreta, es su derecho… ella sí lo tiene, y cuando baja la guardia y me sitúa a su nivel, pierdo el sentido y es cuando soy lo que teme, así es cómo me comporto como lo que intuye… así es como más me gusta…)

- No hay soberbia, hay sinceridad…
- ¿Tú crees?...
- Sabes que no miento, ¿cómo voy a mentirte a ti entonces?...
- Pecas por ambos extremos, a veces te enrolas como una persiana y no hay manera de seguirte –amén de los errores que cometes, de los que no te das cuenta y sigues como si nada.
- ¿…y por eso me quieres menos?...
- Calla, anda. Otras veces sin embargo eres demasiado directo y conciso…
- ¿Yo?...
- Sí, a veces utilizas conclusiones o das respuestas que corresponden a razonamientos intermedios que no manifiestas, y si además te da por ser conciso, cuanto menos parees soberbio, ¿sabes por qué?, pues porque eres consciente de cómo estás procediendo y eso te disgusta. No importa que tu intención sea altruista, léase que quieras no alargar la cosa para simplificarla cuando menos debes, sea que temas perder el reluciente chicote si cuentas cómo y porqué aparece. La cuestión es que describes cómo vas de Madrid a Burgos de noche y te pones a contar por qué la vaca que está en Valladolid nació con manchas azules, cuando lo sabes porque la creíste oír mugir hace un mes, cuando distraído paseabas por la Alhambra y Pepito, que es su dueño, te contó como la echaba de menos. Como sabes que lo del tono de la vaca sólo tiene la explicación que tú puedas arrojar y no dices nada, hablas del mugido como si fueras capaz de escuchar el vuelo de la mosca que la incordia los viernes por la tarde, con lo que te sale lo más parecido a la soberbia que yo pueda imaginar… y mira que te conozco y sé que no me mientes…
- Anda… ven, que tengo un hueco para ti y tus comidas de coco… Qué sabe la gente… ¿qué nos importa a ti y a mí que nos piensen con la neurisma y se empapen de nosotros con aquello de lo que ya están completamente convencidos?... Además no nos escucha nadie… ¿es así, no?...
- Por supuesto, todo esto es entre tú y yo…
- Entonces olvídalo… Si soy soberbio, tú me perdonas, y si tú eres más pesada que la vaca de Valladolid, yo te pongo un elevador bajo el palmito y te como los morros.
- Seriedad… Claro, como soy yo quien te cubro las espaldas…
- Y yo a ti el palmito…
- Caray, qué fijación con ese lugar de vicio…
- Sí… de vicio y perversión…

-----------------------

- ¿Me quieres, soberbio?
- Hasta que digas basta… entonces sabrás cómo puedo llegar a quererte…
- Oye cariño… ¿cómo le vamos a llamar a esto?...
- ¿”Le vamos”?...
- ¿No…?...
- Le vamos… claro que “le vamos”… Y erá una sorpresa… hoy estoy que se me lleva el viento en pos de la realidad más incierta y la hago añicos con tal de que cada pedazo sea una verdad completa que a ti te baste.
- De ésta nos echan…
- Qué va, si no se enteran…
- Repasa un poco todo esto…
- De eso nada, va como ha salido, nada de corregir, tendría que rectificar tanto que acabaría siendo completamente distinto.
- Entonces estate quieto…
- ¿Quieto con toda tú ahí, mirándome como si fuera san Benedicto?...
- Calla, anda…
- De acuerdo…que sea en silencio...




 
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