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Cuestión de agradecimiento...

Ansha, Sep 24 2008, 01:11 PM

Dicen que ser agradecido es de bien nacidos...

De lo que sé de mi porque no me haya dicho nadie lo contrario, no debí nacer mal del todo, aunque por lo que sí me han dicho varios, a punto estuve de no poder contarlo.
Lo importante es que nací y que aquí estoy, o al menos lo es para mí y para mis hijas -de momento-
Pero no es de cómo el buen nacer puede repercutir en la capacidad para agradecer, por lo que hoy te hablo aquí y ahora. Hoy y aquí, contigo y para ti, quiero hablarte agradecido.

Hablar sobre el agradecimiento no es lo mismo que agradecer.
Hoy quiero agradecer, no ser agradecido.
Ser agradecido es motivo de que se te agradezca, agradecer es un acto que pretende ser en un único sentido. Ese es hoy el sentido que elijo.

Deseo hacer un hueco en mi lugar de esparcimiento mental, para salir un momento y hablarte de manera más directa, más personal, de mí para ti y de ti para... bien, dejémoslo en de ti para ti.
Será tan corto que resultará extraño haberle encontrado refugio en un lugar como éste, donde me suelo explayar en disquisiciones y acabo por perder cualquier chicote del que me dé por halar. La culpa de que sea así la tengo yo, que soy aún más rarito de lo que ya era cuando te dijiste a ti mismo… ¡mira que es rarito este tío!, y la tiene también ese espacio conspicuo que la gélida sección del perfil dedica a los comentarios de fuera hacia dentro y viceversa.
Pues bien, es ese viceversa el que me ha dejado sin otra alternativa que hablarte por aquí… Nunca acabas por hacerte a la idea de cuán poco puedes decir, hasta que dices algo y te corta la parte más sublime.

¿Mensaje privado? –Me preguntarás tú
Esa no es alternativa -Te respondo yo
¿Correo del zar? –Insistirás sin acritud
Sigue sin ser alternativa -Añado yo poniendo cara circunspecta
¿Qué nos queda?... –Pregunta el populacho a coro
Pues nos queda París… -Aventuro a responder con no demasiada convicción,
Está lejos de narices… –Concluimos todos a la vez y cogidos de las manos

Así pues, héteme aquí que es aquí donde la cosa va a tener su razón social de ser. ¿Qué mejor lugar que éste, donde los “te digo y no dices” que he venido practicando evitarán que nos enzarcemos en idas y venidas de dignas opiniones contrastables? No por hablarte desde aquí, este espacio atemporal dejará de ser el lugar donde quepa todo aquello que a nadie importe si es como se entiende o sólo trata de ser como parece, ni perderá esa identidad propia, sustentada por el hecho de que sus contenidos muestran de manera impersonal lo que bien pueda ser coherente o disparatado para muchos.
Aquí, y no en otra parte, es donde hoy no voy a tratarte como uno más de ese universo humano que soporta con estoicismo lo que le endilguen porque ya está cansado de ser diferente y pasar por estúpido. Es aquí, en este mi espacio finito, que a duras penas logra no ser ingerido por ese otro total -al que pertenezco por derecho y sufro por que no hay otro remedio- desde el que hoy quiero darte las gracias por tu comentario.

Me dirijo a ti, que has tenido el acierto de hablar cuando más parezco pedir el mismo silencio que vengo transmitiendo desde hace cierto tiempo, y lo hago con la mejor predisposición que consigo salvar de entre toda la que ya he perdido, a fuerza de contemplar la ridícula dignidad del mediocre o la maligna influencia del envidioso. Quiero agradecerte tu gesto porque trasmite sinceridad, respeto y desinterés, y sobre todo porque no has interpretado los idus de marzo para saber si septiembre es buena época para mirarle el ombligo a un octubre que se te antoja cálido.
Hay algo más.
Tu indicación no ha sido sólo un reconocimiento a la validez de una reflexión, que hasta ese momento sólo tenía ese carácter en la conciencia de quien tuvo la suerte de analizarlo, sintetizarlo y disponer de la ocasión para plasmarlo. Tu comentario ha sido una reflexión en sí misma a partir del pensamiento que sobre ella te ha suscitado su forma y ritmo. Eso, y la interpretación que yo sí me permito hacer sobre respuestas que me trasmites a preguntas que no me hago, es mucho más que agradecimiento por tu parte. Mereces más que un sencillo agradecimiento por la mía.
Mi agradecimiento va desde que comencé por alegrarme de tu comentario y hasta cuando tú te canse de él… tan detrás como tu quieras del punto que no ponga fin a lo que venga seguido.

Seguiré pues haciendo un poco más lo que ya estoy haciendo y sí sé hacer, aunque no practico, y lo haré porque tú has hecho que merezca la pena. Te hablaré sobre ello, retomaré ese pensamiento durante unas líneas y verás cómo el mérito consiste en condensar el todo lógico y elevarlo de categoría en un currículum de palabras que lo respeten de principio a fin.

Los aplausos privan a la imaginación del hambre que anhela para ser fértil, a la vez que impulsa la voluntad en pos de aquello que necesita imaginar para saberse útil.

La respuesta silenciosa concede a una reflexión los perfiles que le otorgue la imaginación, sin embargo, el reconocimiento tácito del valor que encierra la hace real y perpetúa su enseñanza. Calla pues si admites que algo no tiene límite, pero jamás guardes silencio cuando comprendas completamente aquello por lo que respondes con alabanzas.

Una reflexión no es más que la vida en un instante y es tanto como eso, salvo que la vida acumulada en otro instante reconozca tu propia vida y encuentre su propio instante para hacer su reflexión. Entonces, el instante que provoca ese otro instante, adquiere vida propia y prevalece, sin que la imaginación, dueña del pincel más fino y de la brocha más burda, pueda darle esa forma caprichosa con que la mente duerme sus dudas.

Gracias por tu reflexión…





 
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