NUESTRO AMIGO MAHMUD
manolo pizarro, Apr 21 2009, 09:22 PM in PENSAMIENTOS
No hace falta estar especialmente bien informado para saber que Mahmud Ahmadineyad, presidente de la República Islámica de Irán, es un consumado antisemita. Y no es cuestión de pareceres sino de hechos. Desde que llegó al poder hace casi cuatro años Ahmadineyad ha emprendido una delirante campaña internacional contra Israel. Se ha pronunciado de mil maneras negativas contra la única democracia de Oriente Medio y ha negado el Holocausto en numerosas ocasiones. La osadía de este islamista confeso, antiguo alcalde de Teherán, ha llegado hasta tal extremo que hace unos años se mostró partidario de borrar físicamente a Israel del mapa.
Tales son sus credenciales y nadie a estas alturas puede llevarse a engaño con él, así como de ciertos “lideres” de los que somos muy “amigos”. Únicamente la ONU de Ban Ki-moon que, siguiendo la estela de Kofi Annan, su predecesor en el cargo, pone a su disposición la tribuna de Naciones Unidas a cualquier delirante en una conferencia contra el racismo. Los festivales de odio contra Israel y contra occidente patrocinados por la ONU son muy del gusto de tiranías como la iraní, que lavan en ellos los desmanes cometidos en casa. Escudándose tras el conflicto palestino, Ahmadineyad y otros de su calaña hacen comulgar al resto del mundo con las ruedas de molino de la intransigencia y el racismo más genuino, amén de armarse hasta los dientes.
No es de recibo, por tanto, que España y un puñado de países europeos haya asistido a la conferencia de Ahmadineyad sabiendo de antemano en torno en qué iba a girar su intervención. Democracias de primera fila como Alemania, Italia, Holanda o los Estados Unidos no han tragado esta vez y han preferido quedarse fuera a la espera de un acontecimiento que, inevitablemente, ha terminado por producirse. ¿Por qué no España? ¿Acaso la Alianza de Civilizaciones propugnada por nuestro presidente consiste en eso, en tolerar lo intolerable con tal de quedar bien? Al menos para sortear la vergüenza de haber tenido a nuestro embajador escuchando la soflama antisemita de Ahmadineyad. Exteriores podría haber solicitado una explicación a Irán y una condena en firme de las palabras del presidente iraní, que se han zanjado para salir del paso, con la declaración "inaceptables" por nuestro Ministro, cuando recuerdo que dicha soflama fue idéntica a la pronunciada por muchos dirigentes progres, manifestación incluida, cuando durante la guerra en Gaza llamaban entre otros "genocida" a Israel.
Para futuras ocasiones, que seguro se presentarán, Exteriores debe poner todos los medios, incluyendo quedar mal, para evitar que España forme parte de semejante espectáculo “ONUESCO”, que no hace más que profundizar el vació que se nos hace en todas las reuniones exteriores en que participamos, así nos va contrymanes.
Si tu –o yo, un poner– contryman has pasado tus vacaciones de Semana Santa en un agradable viaje turístico por Egipto, puedes recapitular tus impresiones y pensar en el alcance ideológico y político de cuanto te ha rodeado, aparte de la evocación de lo mucho de hermoso y bueno que hay en el país en el terreno artístico, arqueológico o cultural, cosas ya sabidas.
Puedes, por ejemplo, verte en el barrio copto del Viejo Cairo, en un taxi parado en un atasco, mientras una muchacha de muy buen ver y correctamente vestida como cualquier europea educada, camina por la acera. De pronto, entre ella y tu vista se interpone un tipo en un carrito de tracción animal que, al pasar, le escupe Wisja (es decir, "sucia", o sea "puta"). Pero también puedes considerar que treinta años atrás en el Egipto no se veían las castradoras pañoletas cerradas y sayas hasta los pies, o era impensable toparse con las fantasmales mujeres cubiertas de negro y con velos no menos oscuros tapándoles el rostro, a excepción de los ojos, y hasta algunas con burkas, a la discutible moda afgana. Y, por el contrario, ahora mismo todas las féminas musulmanas lucen el antiestético y anulador uniforme islamista. Resulta que las muy tradicionales melayas (mantones) egipcias de toda la vida, han desaparecido porque no tapaban bastante.
Recuerda los carteles que has visto en ciudades y pueblos del Alto Egipto como invitan a no continuar con la ablación ("No a la circuncisión femenina"), carteles a los que nadie hace caso, en tanto las mutilaciones siguen en porcentajes de vértigo por encima del 90%. Puedes contryman – o yo, un poner– comprobar de qué manera se ha extendido el pietismo en forma de proliferación loca de mezquitas o de presión sobre los cristianos autóctonos, con pintorescas y cómicas explicaciones de los guías turísticos: los coptos se abstienen de cocinar y comer en ramadán, en las horas diurnas, por cariñosa solidaridad con los musulmanes que ayunan. ¿A que tiene gracia?
Después, tu contryman –o yo, un poner– regresas a España y sigue las informaciones acerca de la "Conferencia sobre el Racismo", de la ONU y contempla, extasiado, al representante de un país mucho más represivo y hasta criminal que Egipto (Ahmadineyad, de Irán) impartiendo doctrina, en Ginebra, sobre racismo; y no puedes evitar el recuerdo de Roxana Saberi, recién condenada a ocho años de cárcel por comprar una botella de vino, o por espionaje. A elegir. Y tras ella y su pequeño caso, viene la muchedumbre de ejecutados (ojo al parche, Zerolo) y ejecutadas (Bibiana, esto va contigo), ya por ahorcamiento, ya por lapidación; y viene la infinidad de flagelados por consumir alcohol, o flageladas por dejar, descuidado, que el shador no cubra el pelo del todo. Y etcétera. Pero Ahmadineyad, con su indiscutible autoridad moral, toma a Israel como diana de sus espumarajos, mientras el embajador español juega al don Tancredo, por aquello de que la Alianza de Civilizaciones es el gran proyecto estrella de Rodríguez.
Al fin, el comunicado final de la tal conferencia –y tras la salida masiva de los representantes europeos, durante la intervención del chusmero persa– se queda en nada, palabrería huera, como era de prever y es ineludible tratándose de la ONU, organismo cuya utilidad está por demostrar y aun por definir –sueldazos y trapisondas aparte–, de inoperancia absoluta y caja de resonancia para cuanto tirano pulula por el planeta. Eso sí, con las cuentas y gastos pagados por nosotros: los occidentales, esos malvados en cuyos países existen las libertades civiles y políticas y que comparten su prosperidad con los fugitivos de aquellos Estados felizmente liberados del colonialismo y el imperialismo. Y así les va contryman.
Saludos.