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LEGUAS Y LENGUAS

westy, Nov 13 2007, 06:55 PM

Uno de los Artículos aparecido en la Revista"JESUITAS", con motivo del Centenario, del nacimiento de PEDRO ARRUPE S.J. (1907-2007),escrito por Bartolomé Meliá S.J.


Leguas y Lenguas


En 1954 la Compañía me enviaba con otros cuatro compañeros al Paraguay. Empezaba un aventura insospechada, que ha incluido no pocas aventuras, de ríos y selvas, de pueblos indígenas, algunos recién "descubiertos". Como lo puede soñar un muchacho mallorquín de 17 años, cuando entra en la Compañía en 1949. Pero hay que incluir también muchas horas sentado en bibliotecas y archivos.

Lenguas

Estudiar la lengua guaraní fue lo primero, en un Paraguay rural casi monolingüe guaraní. Esa lengua se ha convertido en centro y pasión de mi vida. Es una lengua indígena de mucho "artificio" que no cede en
nada a las de más fama, como solían decir los misioneros jesuitas del siglo XVII. La misión, al final, la he vivido a través del guaraní, es decir, para y con las personas que hablan esa lengua, sociedad paraguaya
e indígenas guaraníes. Mi profesor fue, como yo, un isleño, el ibicenco P. Antonio Guasch, un políglota de muchas y diferentes lenguas (español, catalán, latín y griego, alemán, japonés, lenguas de las Islas Carolinas, portugués, guaraní ¡a los 60 años!) y autor de gramáticas y antologías de muchas de ellas.

Al tener que continuar los estudios de filosofía, teología, y la "tercera probación", me enviaron a Francia, España y Austria. El doctorado en Ciencias Religiosas en la Universidad de Estrasburgo me permitió reencontrarme intensamente con el guaraní, pues traté de "La creación de un lenguaje cristiano en las Reducciones de los Guaraníes en el Paraguay".

El estudio de esa lengua guaraní de los jesuitas del siglo XVII y XVIII me fue de gran utilidad cuando volví al Paraguay en 1969 e inicié mi convivencia con los mismos guaraníes. La dictadura del general Alfredo Stroessner en ese tiempo ya se estaba quitando la máscara, y las expulsiones de ciudadanos del país, así como las cárceles y las torturas eran un secreto a voces, pero que no se comentaban en público.

Después, al descubrirse "el archivo del terror", en el que la misma policía dejó registradas algunas de sus prácticas de represión, de tortura y muerte, sabemos cosas de aquel tiempo que ni imaginábamos. Fueron años de osada "búsqueda de la tierra sin mal", para usar una metáfora de la mitología guaraní que siempre está en el horizonte de estos pueblos. Vivíamos en el susto y en el miedo; eran tiempos de "paz" dictatorial, que dejó tantas marcas en la sociedad, que no han desaparecido del todo

Por entonces era director de la modesta revista Acción que, sin embargo, se atrevía a análisis y denuncias, en realidad atrevidas, bastante valientes e inexplicables para aquella época de control e intimidación.

Sufrí alguna paliza en propias carnes. Dos veces estuvimos sitiados en nuestra casa por la policía, hubo jesuitas en la cárcel y al fin algunos expulsados del país.


Leguas


Pero para mí éstos fueron los años de mi experiencia con los indios guaraníes, cuando me adentraba en las ocultas selvas donde vivían, dormía, comía en sus casas, con ellos cantaba y danzaba en sus rituales,
procuraba acompañarles en sus inquietudes, defender sus derechos ante una sociedad discriminatoria y excluyente, injusta y, muchas veces, cruel. Hasta ahora la situación no ha mejorado. La denuncia del caso de los Aché-Guayakí, que en los tiempos de Jimmy Carter, fue tratada en el Congreso de Estados Unidos de América como flagrante genocidio, molestó grandemente al gobierno stronista, y el dictador no lo perdonó.

Fue gracia de Dios, al fin y al cabo, mi exilio (1976) y mi ida al Brasil, después de haber quedado un año en Roma, con investigaciones diarias en el Archivo Vaticano. La experiencia con los Enawené, pueblo de lengua aruak, y al mismo tiempo compañero de misión con nuestro mártir Vicente Cañas, SJ, fue simplemente extraordinaria. Ahí sí que la vida ritual era mucho más intensa, con hasta 12 y 18 horas de canto y danza por día, durante períodos de hasta dos meses. "Los benedictinos de la selva", se los podría llamar, si la expresión no fuera tan etnocéntrica. Pueblo de pescadores y agricultores, y finos artesanos de adornos plumarios, sin uso de la rueda, sin instrumentos de hierro (que sin embargo entraron con nosotros), sin puerta en las casas, sin dinero por supuesto, eran todo humanidad, alegría y bienestar. "El buen salvaje" existe y he vivido con ellos; es una gracia muy grande, que no he sabido aprovechar debidamente.

La presencia del hermano Cañas, su gran capacidad para casi todos los oficios (llegó a aprender odontología, sin dejar de ser excelente enfermero, pescador y buen mecánico para el caso), su sinceridad y libertad de pensar y vivir -para algún compañero, un tanto incómoda- le marcan a uno.

Fui superior unos pocos años en esa Misión Anchieta de Mato Grosso, Brasil, con ocho pueblos indígenas diferentes, en una diócesis por entonces tan grande como España entera, lo cual no era para mis espaldas. Bajé, por misión del padre provincial, hacia Río Grande do Sul, donde la situación de los indígenas era muy diferente.

Los Kaingang están en contacto, no siempre pacífico, con la sociedad de colonos alemanes e italianos desde hace más de 140 años. Muchos de ellos cristianos, aunque no todos católicos. El trabajo de misión era bien diferente y en buena parte pasaba de una presencia animadora a una pastoral de sacramentos. Pero los problemas de tierra con los colonos eran a veces violentos y los conflictos internos inacabables.

Con la caída de Stroessner en 1989, volví al Paraguay. Apenas voy a aquellas antiguas selvas, ahora convertidas en campos de soja transgénica, donde están recluidos en pequeños espacios los guaraníes. Consumen mi vida los "indios de papel". Investigación sobre todo en historia y lingüística, asesoramiento en programas y proyectos educativos indígenas, actividad ordinaria en la Comisión Nacional de Bilingüismo, charlas, congresos. La misión es ahora pasar horas frente al ordenador, y escribir libros y artículos. Estoy reeditando la obra lingüística de Antonio Ruiz de Montoya, SJ, del s. XVII. El Paraguay, es decir el Congreso de la Nación, a José María Blanch, SJ, y a mí, nos concedió la nacionalidad honoraria, lo que agradezco "che py'a ite guive", desde el fondo de mis entrañas. ■


Por leguas y lenguas


Bartolome Meliá, SJ



  westy, Nov 23 2007, 12:29 PM

SR.H. CHAVEZ......¿TODOS LOS ESPAÑOLES CORTARON GARGANTAS.......? REPASE BIEN TODA LA HISTORIA...

  Maite Caamaño Cubeiro, Nov 24 2007, 02:35 PM

Westy, como el Sr. mencionado por ti habla tanto... lo mismo no le queda tiempo para leer... o a lo peor lee mal.

¡Un beso!

rolleyes.gif Maite




 
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