BIENVENIDO, Invitado ( Identifícate | Registrase )

Nota 0
Entradas en 30-August 09

Pasenado por "el templo de los mendigos" hasta"la calle de las serpientes"

gudea de lagash, Aug 30 2009, 04:06 PM

Pasando por “el templo de los mendigos”, hasta “la calle de las serpientes”…

…Calles, más calles, tras pequeño Ángel que caminaba de prisa, como el que va a apagar un fuego.
- ¿Quieres caminar más despacio?
- Lo siento todo el mundo me dice lo mismo; Doyo me dice que voy muy de prisa…Yo no me doy cuenta.
- Pues más despacio “cerdito”, que ya no estamos para tanto trote. Y nos mira y sonríe, y se que está feliz de tenernos allí. Y Manolo tropieza por enésima vez, < en su descargo diré que las aceras tienen pequeños desniveles, que algunas veces los puñeteros ni se ven>, sin parar de darle al botón de la máquina, hasta el punto en que confunde el Taipei ciento uno con el Empire State:
-¡Que bien se ve desde aquí el Empire! ¡Que foto más guapa!
Nos miramos “el retoño” y yo, y rompemos en carcajadas.
- ¡Que no estamos en USA pater!
Y los tres nos partimos de risa ante la salida de Manolo. Debió ser por el comentario que hacia solo un minuto sobre que parecía un guiri americano con pasta. ¡Fue divertidísimo el momento!
Y el Taipei ciento uno, nos dejó sin palabras: magnifico el edificio y todo lo que le rodeaba; en su interior más de lo mismo. Una graciosa ascensorista vestida de Betty Boo, y con un diminuto gorrito en la cabeza, nos hablaba en mandarín cuando se paró en la planta ochenta y ocho, indicándonos con gestos robotizados la salida: algo absurdo puesto que no había otra. Con sus ciento una tiendas, y esas vistas que quitan la respiración, al Taipei ciento uno le ocurre lo mismo que al museo de Dalí: No deja a nadie indiferente.
Metro y más metro; un metro limpio en donde sus viajeros van de un lado a otro ordenadamente. Un metro con ocupantes: dormidos unos, leyendo otros, en “cuclillas” alguna que otra fémina, y observándonos con curiosidad mal disimulada el resto. Y ese práctico y rápido medio de desplazamiento nos lleva hasta “el templo de los mendigos”, el único rincón de Taiwán, del Taiwán que visitamos, en donde encontramos policía, y en donde el “cerdito aventurero” nos dijo: - no va a pasar nada, pero tened cuidado con la cartera y los pasaportes. El nombre con el que pequeño Ángel nos dio a conocer el templo, no era real, pero no se habrían equivocado ni un ápice, si así lo hubieran bautizado, por la mendicidad que allí se practicaba y gente extraña con la que nos cruzábamos. Como dijo el cerdito: no pasó nada y llegamos sin problemas, como siempre, a “la calle de las serpientes”, nombre que supongo no será el suyo en mandarín, pero que así es como la llaman, y al principio de la calle un cartel en inglés, que decía: para turistas. Tengo que decir que era de noche: “para vivirla hay que ir a esas horas, que es cuando cobra vida” <eso nos dijeron>, y así lo hicimos recorriéndola con curiosidad y algo de adrenalina disparada, pero fue más bien decepcionante para los tres, y digo los tres porque pequeño Ángel la descubrió al mismo tiempo que nosotros. Prácticamente vacía la calle y mal iluminada; es una calle agónica que vive de lo poco que le queda del esplendor de un pasado, en donde los hombres de una edad que querían reforzar su virilidad, y las mujeres maduras que deseaban mantener la piel lozana, elegían una serpiente de los muchos comercios < ahora casi todos cerrados> que allí hay, y manteniendo siempre al animal con el soplo de la vida, lo despellejaban para luego cortarle la cabeza, dando de beber la sangre al comprador, asegurando así esa virilidad o esa lozanía tan deseada. Dejamos atrás, restaurantes, que como reclamo tenían a la entrada serpientes disecadas con un cartel que decía en inglés: prohibido sacar fotos y en el interior alguna mesa ocupada por gente de mirada huraña, o aburrida <cosa extraña en esa tierra>, que reclinada en la silla parecía dormitar como las propias serpientes. Sórdidos y sucios sex shop, en donde enormes penes de plástico, a modo de linternas, iluminaban el local con luces de colores salidas del interior; un carrito de helados con la cara del pato Donal, pintada en el frontal, descansaba, sin dueño, al lado de una tienda de artesanía.., Y así paso a paso, o mejor dicho, paso a paso nosotros y zancada a zancada pequeño Ángel, cruzamos la calle sin a penas gastar adrenalina : dentro de la decepción, esa noche, también tuvo su encanto.


Gudea de Lagash 2570.gif 2570.gif 2570.gif





 
« Siguiente más antiguo · gudea de lagash · Siguiente más reciente »