CRONICAS DE UN VIAJE MAGICO, vuelta a nuestra verdad Opciones

[adela]

Mujer africana.


Ojos negros
maquillados con calor y lluvia
que tercamente miran hacia adelante.
Tu espalda carga con el futuro,
tu cabeza equilibra el presente
mientras tus miembros,
ataviados con los colores de la naturaleza,
son tallados por la experiencia.

Tu mano no pide,
toma lo que le pertenece.
Tus pies no se detienen
hasta la salida de un nuevo sol.
Tus días son victorias
y la muerte, tu único descanso.

No te detengas,
mujer curtida, mujer africana,
si lo haces
el pueblo perecerá contigo.


Daniel Cavanilles Walker (Guineano consorte)

[mariasun chillid...]

Sencillamente precioso y auténtico!!!!!!!


Que suerte tienes de tener un "GUINEANO CONSUERTE" con tanta percepción y sensibilidad de la realidad de la MUJER AFRICANA

[Jose Eduardo Pad...]

Con una tierra tan alucinante como la nuestra y con el regalo de unas gentes como aquellas, no es de extrañar que todo aquel que ha tenido el privilegio de ver ambas, se covierta necesaria, vital e irremediablemente en poeta.
Fantástico Daniel
Fantástico adela

[fernando el afri...]

Querida Adela : Me habías hablado de Antonio para que le llevara un libro como regalo del día de San Jordi, pero me ocultaste no solo que es un poeta, sino que está "loco" por tí, ya que solo estándo chalado por una mujer, se pueden escriber esas estrofas.

Un abrazo

Fernando El Africano

[adela]

Ya te dije que le encanta la literatura. Tengo las librerías pidiendo socorro.... y otra cosa.... Se llama Daniel, que a ver si se va a creer que tengo a otro . Un Beso y hasta la noche.

[Jose Eduardo Pad...]

DIA 22 DE ENERO DE 2005
VIERNES

ULTIMO DIA

El día estaba ya ahí, había llegado, y cualquier cosa que quisiera recordar de las que hicimos, seria un vano intento de distraer la atención y disfrazar la sensación única que mi memoria recuerda en ese día.
Era el último día.
Y nos íbamos de Guinea.
Yo estaba allí ese día, pero no “era” allí.
Caminaba, pero “no iba a ninguna parte”
La sensación de la partida era omnipresente en cada minuto, en cada acción y en cada mirada de complicidad que se cruzada entre los integrantes del grupo.
Se suponía que era hora de hacer balances acerca de lo que podíamos haber hecho y no hicimos; y de lo que no habíamos pensado nunca hacer y en cambio hicimos, pero eso lo pienso a día de hoy, entonces no tenía la menor gana de intentarlo.

Nos refugiamos en los quehaceres obligados de última hora con el deseo vehemente de acometer el sprint final y a sabiendas de que eso al menos, ocuparía nuestra mente en cuestiones prácticas, rutinarias y convencionales.
Despedidas, encargos, anotar direcciones y teléfonos, ruego de envío de saludos a gente que en ese momento no estaba en Malabo, etc...
Y que demonios.........................................

Iríamos a fotografiar Malabo hasta la saciedad.
Muchos amigos lo esperaban en “la península” y no quedaba otra oportunidad para hacerlo.

Aprovechamos bien la mañana desde el principio y salimos andando hasta la zona este de la ciudad, a la espalda del palacio del gobierno, cerca de Frapejo y hasta donde la prudencia y las vallas, nos permitieron llegar.
Una vez allí, en grupo y cámara en mano comenzamos a andar en dirección al centro por la calle de la casa de las bolas.
Disparábamos la cámara a cada casa y a cada manzana, llegamos a “Vila y Morante” y bajamos por la calle Galicia, remontando mas tarde la calle del antiguo cine marfil y llegando finalmente a la zona del Impala exhaustos y sudorosos.
Desde luego habíamos quemado adrenalina y despejado algo la mente, el estar juntos y con un objetivo, ayudó a eso.

Como era pronto, decidimos hacer algunas compras cada uno por su cuenta.
Ely y yo decidimos ir a recoger un encargo de atanga que estaba pendiente y a curiosear en un local en el que el día anterior habíamos visto que se habían instalado unos haússas.
Eso rompía toda tradición que yo recordara, pero era así.
El local tenía incluso un pequeño taller en el que los dos haússas que allí había trabajaban sin cesar. Curioseamos hasta la saciedad y en el último momento decidimos comprar un cayuco con cinco remeros que al principio rehusamos por parecernos algo caro, evidentemente nos rebajaron algo el precio, pero tampoco teníamos ganas de presionar a aquella gente demasiado, eran otros tiempos y no encontrábamos justificación moral para hacerlo.
El sol seguía tamizado por un denso harmatán, pero yo hubiera jurado que ese día caía mas a plomo, calentaba más el aire y parecía empeñado en atraparnos, detenernos haciendo el tiempo aún más pesado y lento.

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Al lado de la farmacia de la Plaza Jordana, hay una panadería.
El pan se huele dos manzanas antes de llegar.
Austera, escueta, desnuda, con las paredes de mil tonos pardos.
Sacos apilados con barras de pan y de panecillos, mostrador de madera desgastada.
Mucha palabra también.
Turno riguroso y lenta cadencia.
El señor tiempo andaba lento, parsimonioso, nada de prisas.
Billetes de francos cefas tan ancianos como la noche de los tiempos.
Una mujer guineana joven, cansada de la mañana y de natural, tomaba su tiempo para envolver el pan.
Ochocientos francos señor.

Terminamos pronto con las compras de última hora y decidimos resguardarnos en casa de nuestro anfitrión que estaba al lado y literalmente abandonarnos a la sensación de entablar un pulso con el implacable tiempo.
Tiempo con mayúsculas, como concepto, como presencia física.
El era el señor del momento.
El decidía si nos daba alguna tregua, si avanzaba vertiginoso o si lentamente transcurría sin más.

Nuestro entrañable anfitrión nos había hecho las gestiones, para que no tuviéramos que ocuparnos de toda la liturgia de llevar el equipaje al aeropuerto y tramitar allí el proceso de facturación, cosa no poco importante por cierto.
De esa forma, estábamos liberados de ese burocrático quehacer.

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La casa estaba solitaria, solo una mujer en la cocina atareada con los preparativos de la comida.
Un buen vaso de agua guineana fría.
Y el señor tiempo nos observaba, dirigía, retaba y manipulaba a placer.
Una banana, la última tal vez, de verdad.
Y un cigarrillo.
Unas fotos, pocas palabras y algunas miradas de frente.
Salí a la cancela de la puerta a observar Malabo, otro cigarrillo.

Volví a entrar
Revisé una bolsa de plástico, con algunos últimos obsequios para un nuevo amigo de Moka.
Una cantimplora de aluminio con un cinturón graduable, funda de lona y vaso.
Una linterna y pilas.
Una navaja multi usos.

Y otra banana, quizá la última banana verdad.
Me senté afuera en el jardín, en un sofá balancín.
Y otro cigarrillo.
Alguien llegó con sus últimas compras y fue directamente a la nevera a por algo fresco.
El salón con maletas salpicadas y bolsas de plástico.
Hacía calor fuera, dentro corría brisa y se estaba bien.
Había alguien dándose un chapuzón en la piscina

38 años ausente, y me iba otra vez más.

Se oía lejano el bullicio de la calle.
El mismo bullicio familiar de mis recuerdos.
Esperaba oír en cualquier momento, el tintineo metálico del camión del pan de Mach.
Pero no apareció.
Hacia calor
Bendito calor

Estábamos todos ya.
Un plato de piña cortada en tacos, la última piña de verdad.
Unas fotos más.
Algunas, no muchas, palabras más.
Fuera hacia calor, dentro era una delicia estar.
Salí al jardín y me senté en un poyete, al borde del agua, un cigarrillo mas.

La mesa puesta y en el horno, una bandeja espectacular de cuerpos de langosta.
Tal vez en otro momento, hoy, me daba igual.
Un vaso de agua fría y al vuelo, un poco de piña más, es la última piña de verdad.

En Madrid debe hacer un frío de espanto.
Mis hijos están allí, están bien.
¿Y yo que hago aquí?
¿Y que hago yo en Madrid?
Otro cigarrillo, al borde de la calle, en la acera bajo el sol.
Un móvil suena dentro de la casa, o tal vez dos.
Vuelvo a entrar
Algunos, tirados en el sofá, otros ven fotos en la cámara digital.
Sonríen, algunas palabras acá y allá.
Rebuscan y recolocan las bolsas.
Voy al baño, vuelvo.
La piña es una pasada.
Me tiro en el sofá.

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La langosta, exquisita de verdad.
Pero, cosa impensable días atrás, la bandeja no quedaba vacía al final.

¿Cómo seré capaz de retomar la rutina en Madrid?
¿Como voy a soportar el maldito frío otra vez?
¿Qué respuestas daré, cuando me pregunten: ¡qué tal!?

Que paradoja

Las mismas preguntas a mi mismo, treinta y ocho años después.
Distintas las respuestas.
A sus preguntas, las respuestas ya las se esta vez.
Muy bien, estupendo.
Y así estará bien, ellos creerán entender y todo ok.
Para mis preguntas, las respuestas se verán poco a poco, otra vez más.
Vuelta a empezar.

Un cigarrillo, con un café.
Algo de piña queda todavía, alguna será la última piña de verdad.
Ahora hay mucha palabra.
Nuestro amigo está con nosotros y así tiene que ser.
Pero el también es ducho en escuchar lo que queda por decir.
Ni siquiera en el balancín, todos alrededor, en sobremesa pausada en el patio-jardín y al borde de la piscina, ni siquiera así, hay otra cosa mas importante que decir, que lo que solo se piensa.

¿Y ahora que?
¿Y después de esto, que?

Mucha palabra, mucha incertidumbre, mucha esperanza y un sonido tenso y seco en el aire.

El tiempo sonaba al transcurrir.

¡HAY QUE VOLVER!
¡HABRIA QUE VOLVER!

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El señor tiempo trajo el ocaso y la penumbra de la noche.
Escapada a dos manzanas para abrazar a dos o tres amigos.

De vuelta por la calle
Un hombre mayor, amable y desconocido
¿Es usted español?
Una sonrisa en su cara, inquisitiva, cauta y temerosa a la vez.
Si, llevamos aquí unos días, además somos de aquí.
Que bien.
Esta vez, sonrisa más amplia.
Yo tengo dos hijos en España, están estudiando.
¿Regresarán otra vez?
Algo de palabra y una despedida imprevista.
Creo que si, volveremos otra vez, mas adelante
Otro cigarrillo, andando el resto del camino a casa, ya en plena noche.

El salón a media luz y el sonido tenso, seco y punzante del pasar del tiempo
Como enjaulados a la espera de la suelta.
Solo esperaba poder dormir en el avión.
Menos mal que sería sábado en Madrid.
Y frío, haría mucho frío.
Y os lo contaríamos todo
Aunque me era imposible imaginar como, en ese momento y desde allí.

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Y los millones de puntitos de luz de los alrededores de Madrid, cada vez mas cerca, implacables.
La ventanilla llena de rocío invernal por fuera.
Y Barajas, la muchedumbre, las maletas, las esperas.
Preludio de diáspora otra vez.
Un café, el último juntos
Esta vez in cigarrillo
Está prohibido fumar, lo había olvidado por completo.
Otra prohibición más
Otro universo.
Otro mundo
Otro planeta
Otra historia

Se encienden las luces bruscamente.
Acabó la aventura
¿Lo soñé?
¿Estuve allí?
¿En aquella, mi otra tierra en África?

No se si habré sabido hacer que estuvierais allí con nosotros, este día era el peor, pero también fue.
Lo demás, ya lo sabéis.

¡HAY QUE VOLVER!

[paco alonso]

Amigo JEP:

No puedo dejar pasar esta oportunidad para escribirte unas líneas en lo que creo sea, por desgracia para mí, tu último relato de tú/vuestro viaje.

Ten por seguro que he disfrutado con cada uno de tus relatos como un chiquillo con zapatos nuevos, me ha permitido disfrutar de sensaciones TUS sensaciones como si realmente yo también hubiese estado allí.

Sólo decirte una vez más GRACIAS por compartirlo con todos nosotros.

NOTA: Me permito sugerirte una idea, ya que de momento nosotros no podemos volver, a lo mejor, se me ocurre, entre todos podíamos financiarte un nuevo viaje con el compromiso tuyo de relatarnos nuevamente todos los avatares que te sucedieran. ¿HACE?

Un abrazo,
Paco Alonso

[Kike Sanchez]

Me sumo al comentario de Paco, y tambien te felicito y te agradezco estas memorias del viaje, que he seguido atentamente desde el principio.

Han sido lineas entrañables, con mucho sentimiento y que nos han dado un golpetazo en el corazón.

Gracias.

[rosen]

Yo digo lo mismo.

[malé chillida]

ASÍ FUE .... Y ASÍ OS LO HA CONTADO ...... MAGNIFICAMENTE

GRACIAS BRODA ....

Miniatura(s) Adjunta(s)

 

[Moncho Núñez]

Amigo José Eduardo, te preguntas al final si estuvimos allí contigo ese último día. Nos has hecho

oler los aromas de la panaderia de la Plaza Jordana, junto a la antigua farmacia Aimilivia. Nos has

dado a beber un vaso de agua fresca guineana. Hemos comidos juntos las dos bananas, los trozos

de piña y la langosta. Nos has echado encima ese eslogan tan tuyo de HAY QUE VOLVER. Pero me

da tanto miedo y tengo tantas ganas. Gracias por hacerme pensar que es posible. Que todavía

queda algo de nuestra presencia en las calles.

[Jose Celada Viva...]

Muy agradecido a Malé y José Eduardo Padilla, ( los más activos en ese viaje, que ya será mágico siempre), primero por haber estado allí, y despues en molestarse en contarlo (estoy seguro que habrá sido un placer para ellos), en escritos que han llegado con extraordinaria naturalidad a este pueblo, (Los miembros de Crónicas de Guinea) porque saber contar para hacerse entender para mi, al menos, indica una gran generosidad por vuestra parte. He leído todos y cada uno de los capítulos de Crónicas de un Viaje Mágico y solo tengo palabras de agradecimiento por haberme permitido "ir" con vosotros, ya que en vuestros capítulos incluisteis sin distinción, a todos los miembros que componemos este FORO tan especial, por que en el mismo se habla de una tierra que sin lugar a dudas, todos amamos y la llevamos en el corazón.-

Gracias José Eduardo&Gracias Malé



!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! H A Y Q U E V O L V E R ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Miniatura(s) Adjunta(s)

 

[malé chillida]

GRACIAS A TI JOSE CELADA POR TU LEALTAD Y CARIÑO ........... a pesar de que yo misma me rendí a mitad de camino ( razones tiene la razón que el corazón .... quiza no quiera entender )

VAMOS A VOLVER .... hasta que lo consigamos

[Jose Eduardo Pad...]

Hola a todos.

No se como ha ocurrido, me parece que fue ayer cuando en Barajas, nerviosos, eufóricos y absolutamente descentrados, esperábamos el embarque con destino a Malabo.
Me parece mentira haber tardado tanto en contaros como fue todo y más aún, haber sido capaz de hacerlo y llegar al final.
Dudé mucho sobre si contar o no, el último día, pero ahí está, duro, nítido y esperanzador.

Habéis sido magníficos y ha sido un placer auténtico compartir estas sensaciones con todos vosotros, los únicos que “de verdad” me habéis inyectado ánimo para hacerlo.
Estuvo bien, muy bien y mereció la pena.
Gracias y espero que nuevos aires inunden estos foros de energías.

Paco Alonso.
Estoy por tomarte la palabra ( ja ja ja )……gracias.

Kike Sanchez.
Gracias, eres un caballero guineano.

Rosen
Un placer dia a dia.

Malé.
Deberías contarnos muchas de esas cosas que sabes y puedes.

Moncho.
Si tienes ganas de ir, solo deja al tiempo actuar. El miedo ni mencionarlo, esa es su trampa, paraliza y solo se le gana la batalla con la ACCION, a partir de ahí, se esfuma y desaparece.

José Celada.
Como dice Malé, eres un hombre leal, cosa altamente valiosa hoy en dia, tus amigos están de enhorabuena.

A TODOS …………………………gracias por VOLVER con nosotr@s

[rosen]

Malé, ¿puedes decir por qué dices que te rendiste a mitad del camino?
Y para los que no os conocemos en persona ¿quién es el de la imagen que has puesto?