BIENVENIDO, Invitado ( Identifícate | Registrase )

Nota 0

Recuerdos...a.f.3

Jose Eduardo Padilla, Dec 13 2007, 09:15 PM




Recuerdos alrededor del fuego

3

La isla

En el aeropuerto de Bata debimos estar poco tiempo.
Si el viaje hasta entonces había sido como la visión de una película, en un momento dado la realidad me convirtió de pronto, en protagonista por derecho. Recuerdo que mi madre acabó de charlar con un grupo de personas y poniéndose en pie, me llamó. Salimos del edificio y allí estaba el DC 3, majestuoso, familiar, como un elegante pájaro posado en la pradera y con una escalerilla mucho mas pequeña que la del inmenso Superconstellation. Su cola se apoyaba en el suelo y me recordaba las películas de guerra que había visto muchas veces. Por un momento sentí cierto respeto, aquello me parecía una osadía y aquel vuelo, ya sin marcha atrás, prometía ser toda una aventura real. Aquella sensación me produjo un hormigueo en el estómago.
El asiento que me tocó, tenía ventanilla, supongo que por insistencia mía, estaba bastante inclinado y me rondaba en la cabeza la fantasía de una aventura de la segunda guerra mundial. El pequeño avión comenzó a rodar, más que rodar, era como saltar con tus propias piernas sobre la pradera de la pista, me imaginaba las ruedas dando tumbos y rebotando en cada bache. Pero duró muy poco, pude ver como giraba el edificio del aeropuerto y a la gente despidiéndose con las manos, mientras los motores rugían cada vez más fuerte, el ruido era insoportable. Sentí que el avión ya no giraba, que cada vez iba a mayor velocidad y haciendo más ruido; los motores bramaban y las ruedas ya no rebotaban, era como si arrasaran todo a su paso, cada vez más rápido. De repente, sentí un vacío en el estómago, las ruedas dejaron de trepidar y todo se tornó suavidad, rugiente suavidad, estábamos en el aire.
Antes de que me dispusiera a observarlo todo, el avión cruzó a baja altura la línea que separaba la tierra y el mar en dirección a un horizonte difuso, intangible.
Ahora que lo recordaba, hacía mucho tiempo que no veía el mar, o al menos, que no me fijaba en él. Este era distinto y el avión se elevaba muy despacio, como no queriendo separarse demasiado de él, como dándome tiempo para mirarlo. Inmenso, salpicado de lentejuelas de sol destellando sobre un manto azul verdoso, que paulatinamente se tornaba en gris plomizo, cuanto más a lo lejos miraba. Noté de pronto que el cielo también cambiaba en la lejanía. De jirones azules y manchas caprichosas de calima blanquecina, se tornaba a lo lejos en nubarrones, blancos los más cercanos y grisáceos oscuros al fondo, íbamos directamente hacia ellos.

Cuanto más libre volaba mi mente, más cambiante se mostraba el trayecto. Me sorprendí rodeado de lleno por una espesa masa de nubes, el mar había desaparecido y solo fugazmente aparecía, lejano ya, a nuestros pies, entre algunos claros despejados.
Debí estar absorto un buen rato, porque recuerdo que súbitamente me sorprendí con la mirada clavada en una imagen fija, algo inesperado. Parecía un espejismo en la lejanía, flotando en el espacio, algo irreal, solo una silueta difuminada, etérea, sobre espesos mantos de oscuras de nubes. Sin duda alguna, aquello era tierra y parecía la cima de una enorme montaña. Me acomodé en el asiento y traté de escudriñar aquello con más atención, pero, como por arte de magia, se fue desvaneciendo lentamente. El avión llevaba tiempo dando una amplia curva y volvió a internarse en la maraña de nubes, mientras se empezaban a notar turbulencias y una sensación de descenso lento.
Años después supe, que aquella fue mi primera visión consciente del Pico Basilé, Pico de Santa Isabel o, de ley, el Mpotó mou masá, la morada del Dios supremo según los nativos bubis de la isla.

Debíamos estar ya a baja altura porque el mar se hizo visible y cercano, esta vez era de un gris plomizo y algo revuelto. A cada rato, un hormigueo en el estómago delataba un nuevo descenso y en el horizonte, entre brumas, empezó a perfilarse una franja oscura, confusa al principio, pero que con seguridad era tierra.
La franja se acercaba y poco a poco fue adquiriendo relieve, diferenciándose claramente del mar.
Seguro que andaba mordiéndome las uñas, aquella tierra venía hacia mí a pasos agigantados y antes de que pudiera poner en orden mi cabeza, ya se distinguía nítidamente la inmensidad del bosque, puntitos blancos salpicados entre el verdor y algún barco pequeño cerca de la costa. La masa verde, ascendía desde la orilla del mar y se elevaba hasta perderse entre una amalgama de nubarrones oscuros, ya por encima de nosotros, que cubría todo el cielo que mi vista alcanzaba.
No hubiera podido prestar atención a cualquier otra cosa que me rodeara, estaba hipnotizado. Todo ocurría demasiado rápido. El avión dejó lentamente de virar y volaba ya muy bajo, parecía poder tocarse el mar y distinguí algunos barcos pequeños y un par de cayucos cerca de la orilla.
Una pequeña ciudad hizo su aparición.
Todo era verde, y tamizado por una luz blanquecina de cielo nublado. La ciudad se encaramaba en lo alto, abrazando una bahía en la que había un par de barcos grandes y el mar se tornó tranquilo y de un profundo verde grisáceo.
Hiladas de palmeras y tejados rojos que casi se podían tocar. Todo era enigmático y parecía estar dispuesto meticulosamente allí, para ser contemplado bajo un manto de densas nubes cargadas, que parecía que iban a dejar caer un estrepitoso diluvio de un momento a otro.
Al poco tiempo, solo podía ver por la ventanilla una muralla vegetal de inmensos árboles, apiñados ordenadamente en la linde de un bosque espeso, apenas a unos metros de la misma orilla de la pista de hierba.
El avión parecía querer llamar mi atención insistentemente, los motores parecían rugir más que nunca y se sentían ruidos sordos y vibraciones. El gran pájaro se preparaba para tocar tierra y parecía querer decirme algo, arrancarme de mi apego a la ventanilla.
…………………Tierra.
Si, definitivamente, una trepidación familiar e inconfundible se hizo notar, habíamos tocado tierra, esa tierra…………………...
Súbitamente regresé al interior del avión, no había mirado dentro desde que despegamos de Bata. Mi madre empezaba a manipular la presilla del cinturón, mientras el avión cabeceaba de vez en cuando y parecía oscilar las alas en un vaivén de derecha a izquierda, suavemente. El pasillo de butacas, se tornó inclinado una vez más y el ruido de los motores se hizo más soportable.
Como todo lo que me sucedía últimamente, fui consiente de forma brusca, de algo que me produjo una cosquilleo eléctrico en todo el cuerpo.
Había llegado.
Estaba allí.
Lo que había deseado durante las eternas noches de invierno, había sucedido.
Madrid, había dejado de existir, desvanecida en la negrura más profunda del olvido. El presente estaba ahí y era alucinante, fantástico, y como un regalo desconocido.
Mi cabeza hervía y las sensaciones, alegrías, dudas y temores, se disputaban mi atención. Era paradójico que en aquel momento singular, me asaltaran temores, pero así era. De pronto, pensé en algo fuera de lugar tal vez, pero que me preocupaba.
No estaba yo acostumbrado, por mi carácter, a hacer amigos con facilidad.
Había pasado cinco o seis años en una especie de exilio forzoso y eso me había conformado un carácter esquivo, tímido e introvertido.
De todas formas, aquellas divagaciones que intentaban disputarse el protagonismo en mi cabeza, tuvieron que dejar paso a la realidad, porque la gente estaba ya de pie en el pasillo del avión y la portezuela estaba abierta. Mi madre me cogió de la mano y me dejó salir de mi asiento, situándome en el pasillo inclinado delante de ella, hacia la cola.
Avanzamos despacio y salimos al exterior. Mi madre me señaló a alguien al pie de la escalerilla, mientras me decía algo al oído.
Era un hombre delgado, alto y elegante.
Pantalones largos y estrechos de color beige, zapatos blancos, una sahariana blanca de manga larga por fuera, tez morena con un fino bigote, salacoft, y una justa sonrisa.
¡Mira, ahí está tu padre!




2570.gif



  causa, Dec 17 2007, 10:59 AM

Cada día aprendo y descubro algo nuevo al leerte..
..., y como siempre, un placer hacerlo.

Un beso.

causa

  mariasun chillida, Dec 17 2007, 11:31 AM

QUERIDO.....LEERTE ES, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, UN PLACER..............NADIE COMO TU PARA HACER REVIVIR MOMENTOS, SENSACIONES Y SENTIMIENTOS.......SERÁ POR ESO QUE TE QUIERO TANTO???.


NO PARES, SIGUE SIGUE...NO PARES, SIGUE SIGUE.

UN BESO, ERES PARA MI EL MEJOR DE LOS PLUMILLAS (QUE NO SE OFENDA NADIE) TODOS Y TODAS TENEMOS NUESTRAS DEBILIDADES, Y LA MIA ES JEP besin.gif

  Augusto Pinto Benavides, Dec 17 2007, 04:18 PM

Siempre he disfrutado contigo por lo que tenemos en común, y lo he disfrutado siempre por lo mucho en común que tenemos.
Siempre te quise por que lo notabas y no necesitaba decírtelo, y te quise siempre por que éramos uno sólo y me quiero a rabiar
Creí conocerte y no sabía de ti nada que no fuera yo mismo, creo no conocerte hoy y voy sabiendo de ti más que de mí mismo.
Hoy te quiero por lo diferentes que somos, lo mucho en común que tengamos y lo mucho que nos parezcamos.

Nunca pensé que alguna vez te leería, hoy te leo y sé que siempre he sabido cómo escribirías.
Ojalá que alguna vez consiga leerme con la misma facilidad con que tú te dejas leer.
Tu escritura, querido Amigo, es como un manantial de agua fresca que fluye con sencillez en un caudal profundo de recuerdos, colores, sabores y calmas impagables.

Gracias por llevarme en brazos hasta allí.

Un abrazo, Paul

  malanga, Dec 23 2007, 11:53 AM

Todo lo que escribes me devuelve alli.
Por eso leerte estimula mi memoria y mis recuerdos.
Gracias.

Feliz Navidad para ti, para Ely, para tu gente.

  manuela orovitg, Dec 27 2007, 06:57 PM

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 
« Siguiente más antiguo · JEP · Siguiente más reciente »