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causa

Heridas incurables...

Qué extraña herida la de; "otra vez"

Pero no basta con acabar con el monstruo, sin que también hay que exterminar su linaje. Ciertas heridas son icurables. Asumes, tarde o temprano, que son y serán tus compañeras de viaje. Esto va para los que aún conservan sangre en sus venas. Para los demás no. ¿Quedan? Para los que son capaces de contestarte con un "otra vez". Y por mucho que se te arrugue la frente, no te queda otra que aceptar a los unos y los otros. Claro está, dentro de un paisaje ecléctico, transversal, saludablemente plural y, proqué no, democrático. Si supiesen algunos la de veces que silencié yo un "otra vez". (sin comentarios).
De nuevo aquí, en la bendita porosidad de las palabras sin dueños, plabras que nunca me engañan, intentando una historia, otra más, para entender mi ficción. Que me ayude a resistir, a vivir. Lamiendo aún las heridas con resignada desesperación, buscando una salida. Te aseguro que no sé de qué huyo y puede que esa sea la mayor de las heridas. Si al menos lo supiese. Soy un hombre sin sosiego, perdido entre el pasado que ya no existe y el presente en el que no acabo de encontrar mi lugar.
Siempre padecí de memoria sentimental, de reflexiones filosóficas. Y me inventé un tiempo (mental) libre, elástico, caprichoso. Yo soy una curiosidad insaciable, una mente obsesionada por comprender.
Y ahora que el perímetro de tolerancia habitual de mis "pasados" se estrecha, creo que lo único que quise fue; "tocar lo que nunca nos defrauda". No, no tengo miedo a recordar, ya no. Fueron verdades a destiempos, incontenibles, insostenibles, terribles, turbadoras, las que me hiceron entender que habiendo nacido para el amor, me estaba devorando una honda tristeza; el engaño. Y no sé porqué ley de gravedad, no acaba de reconocerlo.
Amo lo que ensancha el gusto, lo que despierta curiosidades, comentar ilusiones, proyectos, fracasos bien entendidos. A veces, me dejé guiar por el instinto y conjugué pasiones humanas. Aprendí a aceptar un "no" y a luchar por un "sí".
No existen los cuentos de nunca acabar. Todos los cuentos tienen principio final. Unos acaban bien y otros mal. , independientemente de sus principios. Como el amor, por ejemplo, que nunca acaba por donde empieza. ¿Otra vez? Qué manera más simple de construir una frontera. Son los que en un momento dado te rogaron una valoración sobre lo político, los social, lo económico. Incluso sobre el amor.Pero que jamás aceptaran haberlo solicitado. Los que compran un libro, el de actualidad, pero no se atreven a abrirlo, por miedo a ajar sus páginas.
Te digo, con la soltura que da la seguridad de tener voz propia ( yo sí la tengo), "que la libertad es otra verdad y va contigo. Ser libre es estar solo, o con alguien que, a lo más, nos refleje." No te preocupes soy de los que se llevan sus astros a su secreto. Viendo la vida a la orilla del mar, me propongo leer, de nuevo, el poema de Gilgamesh, sí, sí, ¡otra vez! "si yo pudiese desnudarme como lo hacen los nervios.."


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