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> El Vuelo., Recuerdos y vivencias infantiles.
L. Mariano Sánch...
mensaje Feb 12 2005, 04:18 PM
Publicado: #1


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Relato eliminado por su autor.


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Jose Eduardo Pad...
mensaje Feb 12 2005, 04:54 PM
Publicado: #2


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Mariano :

Cuando uno tiene una pasión como la tuya por cualquier asunto de este mundo nuestro, debe hablar de ello y expandirlo a los cuatro vientos.

Entre otras cosas por qué en caso contrario se priva a otros de compartir contigo esa pasión.

Hacerlo en cambio es generosidad sin más calificativos.

Da igual todo lo demás, ¡ debes hacerlo !.

Gracias por publicar este escrito tuyo, aunque sea ahora (parece que lo tenias de antiguo ¿ no?).

Y gracias también a J.M.Balboa y Jose Celada por convencerte de que lo hicieras.

¡ Menudo vuelo me he pegado por Fernando Poo, después de 37 años !, gracias

Muy bueno Mariano.

Piensa en más cosas........................................................................................más vuelos.............


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Es nuestra, está viva y es por Guinea
Abrazos
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ely pinto
mensaje Feb 12 2005, 05:23 PM
Publicado: #3


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wub.gif PRECIOSO RELATO.

GRACIAS POR COMPARTIRLO.

:ph34r:


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<span style='font-size:14pt;line-height:100%'>HAY QUE VOLVER</span>
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Invitado_Guest_*
mensaje Feb 13 2005, 08:22 PM
Publicado: #4





Invitado






Se nota que te apasiona la aviación al igual que a mi, bueno si no me equivoco estás siempre cerca de los aviones, aunque los modernos jet, no tienen el atractivo de los de hélice, aún ahora que hago de vez en cuando el vuelo Badajoz - Madrid con el Foker, me recuerda aquellos traquetones con el DC-3 y el runruneo de las helices. además vuela mas bajo y mas despacio con lo que te distraes intentando reconocer el terreno, y así ves Mérida, Cácers Monfrague, luego Navalmoral de la Mata,Talavera, la autovía y la Sierra de Gredos y en un plisplas estás ya en Madrid. En realidad soy un piloto frustrado, para el bien del pasaje........
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mafe
mensaje Feb 14 2005, 07:13 PM
Publicado: #5


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Hola Mariano; gracias a dios que tus buenos amigos Jose Mª y José Celadas, te convencieron para que compartieras con todos tus relatos.
He disfrutado mucho con él, y me ha parecido entender que era parte de una trílogia, espero que te animes y nos sigas cautivando con ellos, no sabía que escribias tan requetebien wink.gif wink.gif wink.gif Un fuerte abrazo Mafé rolleyes.gif rolleyes.gif


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http://www.macoelanba.org/
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Sonia
mensaje Feb 15 2005, 11:29 PM
Publicado: #6


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Mariano wapo, no aburres a nadie, sigue contando asi de bien todo lo que se te ocurra, sigue haciéndolo que nososotros seguiremos disfrutando de leerte. Muchos muakssssssssss (besos) biggrin.gif biggrin.gif biggrin.gif


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Jose Celada Viva...
mensaje Feb 16 2005, 02:53 AM
Publicado: #7


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laugh.gif laugh.gif laugh.gif Gracias Mariano laugh.gif : laugh.gif

rolleyes.gif Los recuerdos de nuestra niñez siempre serán hermosos y plasmados como lo has hecho con todo lujo de detalles, más, nunca tuve el placer ni la dicha de recorrer "nuestra" isla en un vuelo como tú, he sentido el mismo vértigo blink.gif que sentiste al despegar y aterrizar en el viejo aeropuerto de Santa Isabel, que también conocía, por eso te lo agradezco, el que me hayas paseado por la misma, recordandome lugares que recorrí a pie o en automovil, y de camino darnos una lección de aeroplanos, estos que siempres hemos estado tan "apegados" a la tierra, es de agradecer. laugh.gif Gracias y recuerda que es una trilogía, faltan dos, te alecciono a que los publiques, porque, al fin y al cabo, son recuerdos de todos y cada uno de nosotros, los cuales has sabido plasmar en una brillante crónica, la cual ha resultado muy amena.- biggrin.gif

wink.gif wink.gif Un fuerte abrazo Mariano.

rolleyes.gif José Celada.-
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Maite Caamaño Cu...
mensaje Apr 19 2007, 02:10 PM
Publicado: #8


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CITA(L. Mariano Sánchez Sánchez @ Feb 12 2005, 05:18 PM) [snapback]3637[/snapback]
Publíco la tercera parte de una trilogía que escribí hace algún tiempo, a petición de José Mª Balboa y José Celada, dos grandes amigos de nuestra muy querida tierra y habituales del chat nocturno, espero no aburriros demasiado.


El Vuelo


Estaba amaneciendo, estuve inquieto toda la noche dando rienda suelta a mi imaginación y presintiendo que ese día sería muy diferente a los demás, al menos para los ojos de aquel niño que alguna vez fui.
El salvaje verdor de la vegetación casi hacia daño a la vista, el olor característico del trópico lo inundaba todo. Estabamos en plena estación seca, y los vencejos madrugadores volaban continuamente a la busca de su habitual sustento, los insectos muy abundantes por aquellas latitudes.
A menudo los observaba volar desde mi balcón en la casa de la calle Canarias, ya que anidaban año tras año en un gigantesco árbol situado detrás de unos barracones de chapa ondulada frente a mi casa; aquello era una autentica explosión de vida. Recuerdo que en alguna ocasión recogí alguno, que despistado aterrizó dentro de casa, entonces hice lo único que podía, darle agua y ayudarle a emprender el vuelo de nuevo.
Si, aquel balcón del primer piso, fue el escenario de muchas de mis travesuras infantiles. Algunas de ellas presenciadas como mudo espectador por Paco, cariñosamente llamado Paco Carey por sus amigos.
Él vivía enfrente, a unos metros mas hacia la derecha, nunca dijo nada a mis padres, aún siendo mi profesor particular durante algún tiempo; el mejor profesor que recuerdo haber tenido nunca. Él fue consciente desde el primer momento de mis peculiaridades. Nunca medió la brusquedad ni el mal gesto durante su actividad como maestro, trataba a cada uno de nosotros de forma diferente, su tremenda humanidad traspasaba todas las barreras. Nos volvimos a encontrar después de 38 años, y fué cuando constaté sin ninguna duda, ambos muy emocionados, que a pesar de los vaivenes de la vida, yo nunca podré alcanzar sus virtudes personales. Es por lo que siempre escucharé sus consejos, como un niño agradecido los recibe de un hermano mayor mucho mas sabio.
Desde aquel balcón llevaba a cabo mis experimentos aeronáuticos, construía aeromodelos con madera de balsa, los cuales probaba lanzándolos desde allí, para a continuación bajar a buscarlos a toda velocidad, antes de que pasara algún coche. También confeccionaba paracaídas con plásticos, el tamaño de ellos variaba dependiendo de lo que pudiera encontrar. Hasta llegar a un tamaño tal, que se me ocurrió usar como pasajero a mi inseparable Kuster, un cachorro de pastor alemán compañero de muchas de mis aventuras. Le preparé un arnés y así lo hice, en ningún momento sufrió daños, el me esperaba quieto en la acera hasta que bajaba a recogerlo, tranquilo y dispuesto a un nuevo salto.
Hacía tiempo que mi padre me había prometido, que aquel sábado me llevaría al viejo aeródromo de Santa Isabel, donde trabajaba para la compañía Iberia, con el fin de acompañarle en un vuelo de prueba a bordo de un vetusto DC-3, el legendario bimotor de la Douglas Aircraft. Es de sobra conocido entre los profesionales que no ha existido otro avión del cual se hayan hecho tantas versiones. Fabricado y puesto en servicio en el año 1935 por los norteamericanos, sirvió en la mayoría de las guerras como transporte de todo tipo, siendo especialmente apto para operaciones en terrenos sin preparación, debido entre otras cosas a su robusto tren de aterrizaje. Tal es así que todavía se sigue utilizando en Suramérica como correo de la droga. Como anécdota, diré que el primer aparato de este tipo que tuvo Iberia, fue una versión militar, llamada Dakota, (C-47 en la denominación militar) el cual se perdió por fallo en sus instrumentos de navegación durante las operaciones de los Aliados en la invasión de Italia, todo ello en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.
Al agotarse el combustible se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en España, poco después fue entregado por la dictadura del General Franco a la compañía Iberia, y con el tiempo fue comprado a los norteamericanos y transformado para uso civil.
En Guinea Ecuatorial, este modelo de avión estaba habitualmente destinado al transporte de pasaje y carga, desde y hacia el cercano continente, y particularmente desde Bata, capital de Rio Muni. La compañía Iberia lo había destacado allí porque entre otras cosas era material obsoleto, como también lo fué el De Hallivand DH-89 Dragon y el Junker Ju-52, el popular trimotor alemán.
Este ultimo se abandonó entre la vegetación circundante, para que el paso del tiempo y el clima hiciese el resto.
Recuerdo, a propósito de este ultimo, lo que mi padre vivió y me contó en una ocasión. Ello fue; que al dar una vuelta entre la maleza de los alrededores buscando las ya habituales serpientes boas, a veces dormidas después del consiguiente atracón, encontraron sendas tumbas, con sus respectivas cruces, y colgados de ellas, dos cascos de acero, que por su forma característica, pertenecieron al ejército alemán.
Este fue el principal motivo por el que se abandonó al anciano Junker junto a ellas, como postrero honor a dos caídos en quien sabe que misión.
La precariedad del aeródromo era notoria, tanto, que las pistas eran de hierba y sin ninguna preparación. Durante la estación de las lluvias era muy problemática su utilización, por no decir peligrosa.
Compartía la compañía Iberia las instalaciones con el Ejercito del Aire, utilizando exclusivamente el hangar mas grande, quedando el mas pequeño para los militares, a excepción de un pequeño taller destinado a la revisión de los instrumentos de navegación y equipos de comunicaciones de a bordo.
Este ultimo hangar producía un efecto especial en mi, era muy destartalado y normalmente estaba ocupado con uno o dos T-6 desmontados y en alguna fase de reparación o revisión. Al fondo del hangar llamaba la atención un grupo de paracaídas desplegados y colgados del techo para evitar los daños producidos en la seda natural por los parásitos tan habituales en la zona. Detrás de este hangar, recuerdo haber acompañado a mi padre algunas tardes para realizar ejercicios de tiro, ya con doce años aprendí a la perfección el manejo de un arma corta, para ese fin usábamos como blancos los conos rojiblancos utilizados habitualmente como balizas de señalización para la pista de aterrizaje. En Guinea era habitual la posesión de armas, y la forma mas rápida de obtener el permiso era entrar a formar parte del Somatén, una milicia popular creada durante la dictadura del General Primo de Rivera.
La dotación aérea de los militares estaba compuesta por tres cazabombarderos North American T-6 Texan, monomotores biplaza de entrenamiento avanzado, de los cuales se perdieron dos, el primero al mando del Teniente Rosique durante una misión en el Pico de Santa Isabel, y el segundo, sobrevolando a baja cota el Océano Atlántico, entre Punta Fernanda y el Puerto viejo, afortunadamente en esta ocasión el piloto salió indemne, se trataba del Teniente Sanmartín y ese día tuvo mucha suerte, porque era una zona habitualmente infectada de tiburones. Recuerdo especialmente a Rosique, el fue quien en cierta ocasión me llevo a volar en su T-6, fue algo memorable, quizá por aquello conservé durante gran parte de mi infancia un trozo de correaje del paracaídas que llevaba Rosique en su ultimo vuelo, recuperado en una de las visitas a los restos del avión que quedaron en el Pico de Santa Isabel.
Llegamos al aeródromo a bordo del Borward Arabella de mi padre, un deportivo de color rojo de fabricación alemana, despues de aparcarlo y siempre después de los saludos de rigor pasamos a las comprobaciones rutinarias, para a continuación comenzar la inspección prevuelo a cargo del piloto al mando, siendo acompañado por mi padre a la sazón técnico de mantenimiento responsable. Aquel piloto me caía bien, conseguía hacerme reír con sus bromas y no tuvo que insistir mucho en que yo le acompañára, sentado en el asiento del copiloto durante el vuelo.
Mientras proseguía la inspección yo subí a bordo, y llevado por mi eterna curiosidad me dirigí a la cabina. El corto pasillo de unos escasos diez metros era muy empinado debido a que este avión disponía de rueda trasera, quedando el empenaje o deriva vertical a escaso medio metro del suelo. Dentro de aquel pequeño habitáculo provisto de dos asientos, rodeado de palancas, mandos y con un panel frontal plagado de indicadores, instrumentos y luces, sentí que se abría un mundo desconocido para mi, pero a la vez y como suele ocurrir, muy atrayente.
Finalizada la inspección prevuelo, y después de entrar el piloto, mi padre y dos técnicos mas cerraron y bloquearon la puerta para a continuación acomodarnos en nuestros respectivos asientos.
Comenzó entonces el check-in en cabina, el cual consistía en pasar lista, supervisando que todos los sistemas del aparato estaban operativos.
Terminado este, se procedió a dar contacto al motor derecho, y después que este alcanzara su régimen de revoluciones, comprobando que las magnetos respondían, se aplicó entonces contacto al motor izquierdo, repitiendo el mismo procedimiento que el anterior motor.
Con las palancas a medio gas, nos ponemos en marcha en dirección a la cabecera de pista, comentando por el camino el plan de vuelo a seguir.
Este sería: después de despegar y alcanzar los 2000 pies de altitud, dirigirnos en vuelo visual hacia Basilé, sobrevolar el Internado allí ubicado, virando a continuación hacia la costa Occidental, seguir hacia el Sur bordeando la costa, alcanzar la población de San Carlos, bajar hasta Punta Santiago, la parte mas meridional de la isla, virar de nuevo para volver por el mismo camino e iniciar la aproximación final, sin sobrevolar de nuevo Basilé, tomando tierra en el viejo aeródromo. Cuando digo en vuelo visual (VFR), quiero decir que la navegacion sería sin el apoyo de los sistemas de navegación como el ADF o el VOR (vuelo instrumental IFR). Durante el recorrido se realizarían las pertinentes pruebas técnicas, siempre a juicio del piloto.
Ya estacionados en la cabecera de pista, solicitamos por radio el preceptivo permiso para despegar, recibiéndolo poco después, además de la información sobre la dirección y velocidad del viento. Era una mañana de "sol y moscas," en el argot aeronáutico perfecta para volar.
Con los frenos puestos, adelantamos las palancas de gases prácticamente a tope, hasta alcanzar las revoluciones necesarias, llegados a este punto, soltamos los frenos e iniciamos la carrera de despegue. Alcanzada la velocidad de aproximadamente 60 nudos por hora, el piloto tiró suavemente hacia si de la palanca de mando, iniciando el ascenso, manteniendo un encabritado de al menos 5º, hasta alcanzar la altitud deseada, recogiendo poco antes el tren de aterrizaje.
Ponemos entonces rumbo hacia Basilé, y a la vista del internado donde estaban mis hermanas Marichel y Rocio, iniciamos un descenso, el necesario para dar una pasada a vuelo rasante, a unos pocos metros de los tejados, con el tiempo justo de ver la cara de susto de una monja llevándose las manos a la cabeza. Imagino el ver aparecer esa mole, rugiendo, con sus dos poderosos motores Pratt & Whitney a pleno régimen, no sería fácil olvidarlo.
Algo después de la broma, viramos suavemente en dirección Oeste a la busca de la costa occidental.
Con la costa a la vista y recuperados los 2000 pies de altitud, nos alineamos en paralelo con ella, ya a la altura de la desembocadura del río Tiburones. Fue el momento elegido para parar el motor derecho, dejando las hélices en bandera, el termino en bandera, viene a significar que el ángulo de ataque de las hélices( variable desde la cabina) no produce ninguna propulsión, girando libremente.
Lo siguiente fue, bajar la palanca de gases del motor izquierdo al mínimo, hasta dejarlo al ralentí.
Ya sin ninguna propulsión, el noble DC-3 comenzó a entrar en perdida, descendiendo rápidamente, estábamos entonces sobre la vertical de la playa de Boloko.
Aproximadamente a los 1000 pies de altitud, el piloto empujó la palanca de gases a tope, retornando el motor izquierdo a su régimen de revoluciones, recuperando el avión de su entrada en perdida, para a continuación aplicar de nuevo el contacto al motor parado, restituyendo a su ángulo inicial la hélice y las revoluciones anteriores, las magnetos respondieron a la perfeccion.
Poco después de estas pruebas, y ya en vuelo estable y nivelado, alcanzamos a ver la población de San Carlos, con sus habituales tejados de color marrón, la sobrevolamos y proseguimos hasta llegar a Punta Santiago. Ya en su vertical, viramos 180º, e iniciamos el retorno a la capital.
Siempre en paralelo a la costa occidental, proseguimos nuestra ruta sin nada significativo que comentar. Con la única excepción de algún alabeo muy pronunciado, con el único fin de conseguir situar el aparato unos 90º, respecto de su eje horizontal, logrando el piloto al fin, asustarme, consiguiendo de esta forma, que yo le insistiera para que lo repitiera.
Estábamos llegando al punto de inicio de la aproximación, era el momento de extender el tren de aterrizaje, este salió acompañado del ruido característico, terminando con el chasquido final del blocaje, encendiéndose la luz indicadora en el panel de instrumentos.
Ya dentro de la aproximación final, solicitamos a la torre de control autorización para aterrizar, como siempre en la frecuencia de VHF designada a tal fin, la respuesta fue afirmativa, informándonos de nuevo de los datos típicos, como son la dirección y velocidad del viento, habituales para la ocasión.
Desde muy niño, el tema de las radiocomunicaciones me resultaba apasionante, casi tanto como el de la aviación. Recuerdo quedarme absorto, observando a través de las rendijas de ventilación del viejo receptor de radio, las válvulas tenuamente iluminadas, la arquitectura del conjunto, el olor tan característico, me parecía una ciudad en miniatura, en la cual de un momento a otro saldrían personas también en miniatura, moviéndose a sus quehaceres diarios.
Con el tiempo, pasé a la experimentación de aquella técnica, que cada vez me atraía mas, Construía receptores a galena, telégrafos con timbres eléctricos y bombillas, practicaba el código Morse con algun amigo, experimentaba antenas. Me pasaba horas en la Biblioteca del Instituto, consultando libros de Radioelectricidad y Electromagnetismo, temas que sumados al Aeromodelismo, constituían mis principales aficiones. Quizá ello obedecía a una forma de huida de la realidad diaria.
Algunas realidades que rompieron tempranamente mi inocencia, tristes sucesos, que solo compartí una vez, con una persona muy especial para mí, alguien que en algún momento confundí con mi alma gemela, persona a la cual confío en olvidar.
Volviendo al tema principal, y ya de lleno en la aproximación final, nuestro piloto reduce considerablemente la velocidad , extendiendo los flaps a continuación. Operación necesaria para aumentar la ya de por si notable sustentación del aparato, controlando en todo momento la indicación del Anemómetro (velocidad del avión respecto al aire en Nudos por hora), del Variómetro, cuya finalidad es presentar la velocidad vertical en pies por minuto, y del Zero Reader ( Indicador de actitud actualmente y Horizonte artificial para nosotros los profesionales).
De esta forma se consigue, una trayectoria de descenso a una velocidad razonable, evitando un impacto demasiado brusco en la pista de aterrizaje.
Ya perfectamente alineados con la pista, y a unos diez pies de altura sobre ella, bajamos las palancas de gases al mínimo, dejando los motores al ralentí, tirando suavemente de los mandos de vuelo para conseguir levantar levemente el morro del avión unos cinco grados, y reducir en el último momento al mínimo la fuerza del impacto, posándonos con suavidad sobre la pista de hierba del viejo aeródromo, un ligero toque a los frenos para evitar quedarnos sin pista y rodamos lentamente hasta llegar a las proximidades del hangar, hasta aparcar a sus puertas. Quitamos contactos de motores, sistemas eléctricos y restituimos los conmutadores a Off, dejando al venerable DC-3 preparado para su próximo vuelo.
No consigo recordar, por mas que lo intento, si alguna vez estuve tan cerca de mi padre como aquella mañana de Sábado.
No se cuando y porque empezó a abrirse un abismo entre el y yo, pero si recuerdo que comenzó a cerrarse poco antes de que el cayera gravemente enfermo, y falleciera seis meses después, corría el año 1979 y tenía entonces 54 años.



P.D. Como verás quité la dedicatoria, pero sabes que siempre estará dedicado a ti.


L. Mariano Sánchez

Madrid a 22 de Noviembre de 2004


Abrazos a ellos y besos a ellas



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Maite Caamaño Cu...
mensaje Apr 19 2007, 02:28 PM
Publicado: #9


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Estimado Mariano:

Gracias por compartir esos recuerdos tan bellos de una época tan bonita como es la niñez, de alguna manera nuestros seres queridos así mismo como nuestros maestros y un sin fin de personas dejan su impronta en nosotros y, hemos de ser generosos con ellos y tú al plasmar aquí tan bellos, gratos recuerdos lo has hecho.

Nos conocemos a través del chat y, desde el primer momento que te conocí intuí en ti a una persona con unos sentimientos bien arraigados y ahora al leer este relato no solamente me lo confirmas, si no que te ratifico lo que a veces ya te he dicho... con personas como tú merece la pena tener una buena amistad. Vas de frente y sin doblez y eso me agrada por mi manera de ser.

Se ve que desde niño ya estabas predestinado a tener que ver con la aeronáutica y me alegro por ello puesto que trabajas en algo que es de tu agrado y eso no lo pueden decir muchas personas entre ellas yo misma.


Siento que tu padre nos dejara tan pronto, pero Mariano así es la vida y como tal hemos de aceptarla. Me alegro que al final os volviérais a reencontrar.


Recibe un afectuoso abrazo


Maite Caamaño Cubeiro


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Juan Sierra
mensaje May 22 2007, 11:03 PM
Publicado: #10





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Mariano, no te acordarás de mí. Hace ya tantos años. Te recuerdo hecho un chavalín. Te recuerdo como el hermanillo de Marichel. Creo recordar que tu padre era colega o compañero de Manzano que trabajaba en Iberia también y érais vecinos. Recuerdo haber ido por casa en varias ocasiones. Bueno, y ahora te veo por aquí y leo tu relato. Me has producido una muy agradable emoción al recordarme aquellos momentos. Tal como iba leyendo me he hecho una imagen perfecta, creo, de tu vuelo. Recuerdo aquellos sitios y los recuerdo también por los dos o tres viajes en un DC3, que no digo que sea el mismo en el que hicistes ese recorrido, pero sí un avión igual a ese, y esos viajes eran aquellos que hacían el trayecto Bata-Santa Isabel, porque por entonces solo podían aterrizar ese tipo de aviones en el aeródromo de Santa Isabel y no aquellos, recuerdo el Super Constelation que nos traía desde Barajas a Bata y en el DC3 desde Bata a Santa Isabel. En esa llegada a la isla, recuerdo ese paisaje que se veía a través de las ventanillas, precioso. Ahora solo tengo oprtunidad de hacer vuelos virtuales con mi Flight Simulator en mi ordenador. Estoy intentando aprender a volar, "virtualmente", porque me encanta. Creo que fué mi vocación frustrada, la de ser piloto de aviación. Cosas de la vida. Un abrazo muy fuerte, Mariano.
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