A mi edad, permitirme que presuma, que en Guinea pasé niñez y casi fué mi cuna
En sus senderos, oyeron mis risas el jen-jen, mi piel hizo trizas.
Â
La quinina, como el atepe fueron mi desayuno la malaria y el paludismo ocuparon turno, pero todos recordamos con cariño aquello, donde dejamos juventud y todo era bello.
Comimos el contrychop de la tierra africana, y aquà comemos la pizza, la famosa pasta italiana, lo importante no es la comida sino la vida, y aquà la conservamos, rodeados de gente querida.
Soñemos algún dÃa en góndola navegar, por el rÃo Cónsul y Fistown hasta alta mar, que los cocoteros nos den sombras protectoras y charlemos los amigos las veinticuatro horas, en unas vacaciones de nostálgico pensamiento, en que todos serÃamos felices, lo presiento.
Â
Fernando el Africano
|