Se ha oscurecido el dÃa, se ha agrisado, suena el tornado su música estridente
y salen a bailar su baile apasionado, el viento y la palmera.
Él va marcando el paso con su furia; ella agita su altiva cabellera y cede su cintura ante el galán.
Relámpagos de luz rompen lo oscuro y está el bombo del trueno resonando. Cimbrea la palmera, gira el viento, se arremolina en rizos, turbulento, repiquetea el platillo de la lluvia sobre el tejado de cinc del gallinero.
Corren rÃos de agua por las calles camino de la mar, como la vida, y se despeñan hacia el profundo azul, como la muerte.
Vuelve a brillar el sol sobre las nubes, dando sombra al poto-poto del camino. Duele el silencio después, huele la tierra, Y es más rojo el hibisco y fresco el aire.
Se va alejando el tornado en resplandores.
Mañana volverá.
Ramón Núñez Diácono 10 marzo 2007
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