Olas, olas, en los mares de vida, crestas que llegan de alta mar,
o, quien sabe de donde vendrán; nacen unas y otras las seguirán...
Yo llegué primero, tu tendrás que esperar.
Flujos que inundan baldÃas arenas, que enriquecen, y nos permiten pescar, secretas corrientes arrastran restos de antiguos naufragios, que con sudores sus tesoros me hacen portar, y dócil o bravÃamente en las tierras llego a alumbrar, son la historia de la mia y tuya pleamar.
Nuevas olas llegan impetuosas, de verde oscuro y coronadas, erizadas y espumantes, vistosos dragones de larga cola, con bocas de fuego y ojos sangrantes, a pecho descubierto y rompedor arremeten osadas, no saben que les costará llegar; ahora es reflujo, y llegarán en la bajamar, ignorantes de la vida escrita en botellas, troncos, cofres y papeles, en canciones de piratas y habaneras, en las salvadoras luces de mis faros, en los apasionados besos de atardeceres; en las cosas que un dÃa trajimos de la mar.
Yo llegué primero, tú tendrás que esperar.
N’kué
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