Escrito por Francis Gracián
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Aún recuerdo aquel perfume y aquellas tardes pintadas
de sombra gris-verdinosa cubriendo la tierra blanda.
Bajo los setos de hibiscos huyen las hormigas rápidas; y bajan salamanquesas por la pared encalada.
Parece que, con los truenos, todos a esconderse marchan, para dejar el espacio donde danzarán, calladas, gotas de lluvia tranquila, soñando historias de Ãfrica.
Los árboles no aprisionan esa canción sin palabras que acariciara sus hojas, y mansamente resbala a mezclarse con la tierra, dejando su huella cálida.
Tardes en que la llovizna tristeza comunicaba; y una sospecha temida se adentraba en nuestras almas. . .
Presintiendo despedidas la lluvia se torna sabia.
La niebla ayer revestÃa el alma alegre de Ãfrica; ahora sus dedos brumosos quieren secar nuestras lágrimas.
Y en torno a nuestras cabezas tristes bendiciones trazan. No he olvidado el silencio de las tardes africanas, cuando en cortina de perlas la lluvia se derramaba; sobre selvas misteriosas y árboles de copa alta.
Nubes que un dÃa vivÃsteis sobre mi tierra lejana; olas que aún mecéis cayucos que navegaron mis playas. . .
¡Venid con manto de lluvia y devolvedme a mi infancia!
---ooo oooooo---
Francisca Gracián Galbeño. 22-07-2011
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