Escrito por Moncho Núñez
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Se me ha caÃdo el libro de las manos. Me acabo de fijar.
Entra la luz opaca de la tarde tamizada por visillos y persianas, recorriendo los recodos cuadrados de la sala.
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Está el buró en desuso, bajo el cuadro, junto a la mesa de la radio, con la radio encima y apagada. En la otra esquina la bandeja de metal labrado de los haussas a juego con el bruñido péndulo oscilante del reloj de pesas de la esquina.
Hace un momento, un rayito de sol más luminoso ha invadido puntual el aire de la estancia, la ha cruzado y ha caÃdo, por fin, me he dado cuenta, en la flor que pones cada dÃa, en el pequeño jarrón de porcelana.
Mi mirada se entretiene en el detalle, En su suave belleza, en lo fugaz. Muere la luz, se extingue el rayo. Retorno a la lectura y guardo en la memoria la imagen diminuta de ese instante.
Ramón Núñez Diácono
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